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Capítulo once (final)

El bosque estaba sumergido en una completa y silenciosa oscuridad, en donde apenas el choque de las hojas de los árboles contra el viento podía escucharse. La mayoría de los miembros del grupo estaban durmiendo, y uno que otro aún se encontraba despierto, vigilando los alrededores. La zona se veía despejada, libre de cualquier posible amenaza.

JongIn observó a KyungSoo sobre su regazo; tenía una expresión serena en el rostro, estaba durmiendo profundamente y sin problemas. Pensó entonces que en un par de horas debían volver a ponerse en marcha y que, seguramente, lo que más necesitarían sería agua. Estaban faltos de esta, pues no habían tenido tiempo de tomar las cosas básicas para emprender un viaje tan largo. KyungSoo necesitaba mantenerse hidratado para que la cría en su interior estuviera saludable. Con ese pensamiento en mente, acomodó a su compañero sobre el pasto y lo cubrió con su propio abrigo. Regresaría pronto, solo iría por un poco de agua al río.

El híbrido se alejó del campamento con pasos apresurados, tenía que volver lo más pronto posible para estar al lado de KyungSoo y seguir protegiéndolo. Así que, mientras caminaba hacia la ladera del río, se percató en el silencio en el ambiente que ya resultaba algo abrumador. Aun con la incomodidad latente en su espina dorsal, no tuvo reparos en agacharse recoger el agua con la botella que Jay les había dado antes, en cuanto llegó al río.

Llenar el recipiente fue bastante rápido y sencillo; pero no resultó de la misma forma cuando, al escuchar el crujir de una rama detrás suyo, quiso voltear para enfrentar a su enemigo. Sus reflejos no fueron suficientes para evitar el golpe en la cabeza que lo dejaría inconsciente en el piso.

El agua que cayó de la botella se mezcló con un rojo oscuro y caliente.






~∆•∆~

Jay reposó su espalda sobre el grueso tronco del árbol, tan solo para lograr descansar unos minutos. Casi todo el cuerpo se le había entumecido por adoptar una sola posición durante su guardia, y es que el frío era tan fuerte que sus huesos parecían haberse cristalizado. Los otros que vigilaban lucían igual de cansados que él; lo sentía por ellos, pues en poco tiempo la caminata volvería a retomarse.

Desde su lugar pudo ver a JongIn levantarse y dejar a KyungSoo bien abrigado sobre el pasto para luego apartarse. Debido a la botella vacía que llevaba en la mano, supuso que iría al río a recoger un poco de agua. Jay lo siguió con la mirada hasta que desapareció entre los arbustos. Para cuando ya no lo divisó, por el rabillo del ojo percibió una silueta oscura moverse rápidamente entre los matorrales, pero al girarse por completo no halló nada más que la niebla espesa y los árboles meciéndose por el viendo. Se le hizo extraño.

Bajó con cuidado del árbol, y con el arma cargada en una mano caminó en silencio por el lugar en donde le había parecido ver a un intruso. Pero un quejido casi imperceptible lo llevó a retroceder sobre sus pies para buscar de dónde provenía ese sonido. Jay les hizo señas a los híbridos que también estaban vigilando para que estuvieran alerta. Solo entonces retomó su camino, el cual fue interrumpido por una figura familiar a unos cuantos metros él. Aún con la niebla en el ambiente pudo identificar a la persona que tenía adelante.

Jay apuntó hacia al frente. No obstante, detrás de aquel hombre salió el pequeño híbrido oso que habían encontrado horas atrás. El niño quedó posicionado entre las piernas del enemigo, quien tomó su pequeña cabeza entre sus manos y lo obligó a mirar en dirección al ex agente.

—Dispara y torceré su cuello como si fuera papel.

Con la furia e indignación latente, Jay lentamente dejó su arma en el piso y alzó las manos.

—¿Qué quieres hacer, Choi?

—Sígueme —ordenó.

No tuvo opción a negarse, pues dos hombres armados aparecieron a sus costados para escoltarlo detrás de MinHo. Y antes de seguirlo, Jay dio un vistazo hacia atrás, descubriendo que los híbridos que estaban vigilando hasta hace un momento, habían sido noqueados y estaban siendo arrastrados hacia algún lado.

El campamento estaba totalmente desprotegido.

—Te he estado buscando por un buen tiempo, ChangWook. Me has hecho esperar demasiado —habló MinHo mientras caminaban. No le dio la cara en ningún momento—. ¿Pasaste un buen momento jugando a la casita con tus mascotas? Seguro que sí. Te la debes de haber pasado de maravilla como para olvidar de dónde vienes y a quiénes les sirves.

—Yo no le sirvo a escorias como tú.

MinHo rio ampliamente.

—Parece que ya olvidaste lo mucho que disfrutabas en cada misión . Estabas tan orgulloso de las medallas que ganabas y tan ansioso por escalar dentro de la organización —dijo con sorna—. Supongo que te sentiste inferior cuando me gané un cargo más alto que tú.

Jay bufó.

—Sabes bien que ese título tenía nombre desde que éramos unos simples cadetes. Eres un Choi, ¿no? Lo tenías todo desde que naciste.

—Ah... Y por eso me odiabas. Todo este circo que has armado es solo porque te sentías opacado.

—¿De qué mierda estás hablando? —Jay se adelantó para alcanzar a MinHo y así poder golpearlo en la cara, pero sus hombres lo contuvieron en cuanto dio un paso—. ¡Suéltenme! Idiotas... ¡Oye! Dile a tus perros que me dejen de una maldita vez.

Pero MinHo ignoró su solicitud, incluso no volvió a dirigirle la palabra hasta que llegaron al final del sendero. Jay conocía esa zona; no había nada más que una peligrosa diagonal detrás del borde de aquella colina.

—Caballeros, déjennos solos —ordenó Choi.

Los hombres se retiraron de vuelta hacia el campamento, lo cual encendió las alertas de Jay. Los híbridos que aún dormían corrían tanto peligro al estar tan vulnerables.

—Esto no es jugar limpio. ¿Vas a matarlos mientras duermen? —dijo molesto—. Creí que podrías tener un poco más de dignidad para con tu adversario.

—Si hablas de jugar limpio, entonces no creo que seas el más adecuado para hacerlo —sonrió con sarcasmo—. ¿Liberar los archivos secretos del gobierno te parece jugar limpio?

—La gente merecía saber.

—¡Tú también te manchaste las manos, Ji ChangWook! —gritó, lo cual hizo que el niño comenzara a llorar—. No te olvides que trabajaste codo a codo conmigo, para las mismas personas y para el mismo fin.

Jay negó con la cabeza.

—Sabes bien que no tenía conocimiento sobre esto y que creía que tú tampoco. Sí, peleé por ellos y sí, me manché las manos porque estaba seguro de que mi causa era justa. Pero tú... Tú lo hiciste con las peores intenciones.

—Oh, cállate de una puta vez —exigió—. No te sientes culpable por ellos, te sientes así porque te enamoraste de uno de esos fenómenos, y solo quieres quedar bien. ¡El héroe!

—No es a ti a quien le debo dar explicaciones —sentenció—. Sé bien lo que hice y sé bien por qué lo hice. No cambié, solo abrí los ojos y decidí hacer las cosas como debían ser.

—¿Traicionando a los tuyos? ¡Wow!

—No. No traicioné a nadie que valiera la pena.

—Me traicionaste a mí. ¡Yo era como tu hermano!

—Pero yo no era el tuyo.

Hubo un silencio muerto en el ambiente. Jay no podía explicar si la mirada de odio de MinHo también reflejaba algo de tristeza por los buenos recuerdos, porque a pesar de lo vivido, ambos crecieron siendo muy cercanos y compartiendo todo lo que tenían. ¿En qué momento se habían torcido las cosas?

El niño volvió a llorar, rompiendo la atmósfera extraña que se había formado.

—Detente aquí, MinHo —pidió Jay—. Este es el final, puedes huir si así lo deseas, pero sabes que ya todo terminó.

—Esos híbridos siguen vivos por culpa de un traidor como tú.

—De acuerdo, podrás llamarme traidor, pero jamás tomé la vida de un inocente con alevosía.

—¿Inocente? Esta cosa no debió haber nacido, así como tus otras abominaciones.

El niño comenzó a inquietarse por la violencia con la que estaba siendo tratado.

—Déjalo ahora —ordenó Jay exasperado—. Esto es entre tú y yo, así que deja al niño en paz.

—¿Niño? ¿Llamas a esto un niño? —El hombre se burló—. Esto no es un niño, es un experimento fallido, ¿y sabes lo que se hace con las cosas falladas? —MinHo lo alzó con fuerza de su remera—. Se arrojan a la basura.

—¡No!

Ante los ojos de Jay se dibujaba una escena cruel y espantosa, en donde un pequeño híbrido era tirado hacia el vacío a su suerte. Sin embargo, en el mismo momento en el que el niño era lanzado, alguien más saltaba junto a él para tomarlo entre sus brazos fuertemente.

—KyungSoo... —susurró en medio de la conmoción.

Ambas figuras desaparecieron de la escena en un abrir y cerrar de ojos. Fue entonces cuando Jay, lleno de coraje y tristeza, se olvidó de las armas de su contrincante y se abalanzó sobre él.

Al final de cuentas, MinHo jamás le había ganado un combate cuerpo a cuerpo.





~∆•∆~

KyungSoo despertó luego de unos minutos de su caída. Sus huesos dolían debido al choque con cada una de las piedras que encontró cuesta abajo. Su piel estaba llena de heridas que ardían como si tuviese incrustadas mil agujas. Probablemente este habría sido el accidente más aparatoso que había sufrido en su vida, aunque la palabra "accidente" no fuese la más precisa para la ocasión.

El bulto que se aferraba a su pecho se movió un poco para mirarlo. KyungSoo estaba desorientado, pero en cuanto vio las pequeñas orejas de oso y los ojitos cristalizado del niño, recordó lo que había pasado.

—¿Estás... Bien? —susurró con dificultad.

El sabor a hierro en su lengua no era una buena señal, pero esperaba al menos poder levantarse para caminar de regreso y encontrarse con JongIn.

Y a todo esto... ¿Por qué JongIn no habría estado con él cuando despertó?

Este tipo de preguntas comenzaron a llenar su cabeza y pensó lo peor. No podía perderlo, no ahora que estaban tan cerca de ser salvados. Esto simplemente no podía ocurrir.

Su corazón empezó a latir con más rapidez. Necesitaba volver, tenía que asegurarse de estar con JongIn y con Mark en ese refugio al que habían esperado ir.

Intentó levantarse del suelo, pero fue inútil, sus costillas dolían tanto que le dificultaban el movimiento. KyungSoo volvió a intentar varias veces, pero un intento resultaba peor que el anterior, por lo que el llanto de frustración lo alcanzó.

—Tengo que levantarme —se repetía entre lágrimas amargas—. Debo regresar... Debo...

No podía moverse, así que ante la mirada inocente del pequeño híbrido, llevó sus manos a su rostro y rompió en un llanto desconsolado.






~∆•∆~

JongIn abrió los ojos y se encontró atado de manos y pies a uno de los árboles del bosque. Todavía se sentía algo aturdido por el golpe en la cabeza, pero poco a poco fue comprendiendo los hechos que estaban ocurriendo. No era el único amarrado, también estaban los demás híbridos que vigilaban el campamento, mientras que los otros eran vilmente expuestos en medio, y estaban siendo abusados físicamente por un grupo de humanos.

—Por favor, no nos hagan daño —chillaba una híbrido joven y atractiva.

Los hombres se miraron entre sí y luego se burlaron a carcajadas de la petición de la híbrido. Uno de ellos se acercó a la muchacha y tomó su rostro con brusquedad para examinarla.

—No estás nada mal —dijo relamiéndose el labio inferior—. Qué desperdicio que hayas nacido como un fenómeno.

—Oye, ¿quieres divertirte un rato antes de desecharla? —preguntó el cazador que estaba más cerca.

El hombre miró más interesado a la híbrido que suplicaba clemencia. Ella era bastante joven y bonita, tan frágil como una flor, que podías ver cómo se desmoronaba en cada toque del salvaje que osaba posar una mano sobre su bello rostro.

—Se lo suplico, por favor...

—Me la llevaré un rato —anunció el hombre—. Vamos.

—¡No! No, por favor, ¡no! —gritaba ella—. Ayúdenme, no, ¡no quiero!

Los demás híbridos reclamaron la liberación de la muchacha entre gritos; zapatearon fuerte y se retorcieron en sus lugares al ver que ninguna de sus súplicas eran atendidas. Tuvieron que ser testigos de cómo uno de los suyos era arrastrada fuera del campamento para ser abusada como si su existencia no valiera ni un centavo.

Los gritos de la joven solo hicieron que los rugidos en el interior de JongIn se hicieran más fuertes. Lejos de su compañero, angustiado por él y lleno de indignación por lo que sus ojos presenciaban, su parte animal rascó más fuerte por salir. Pero JongIn sabía bien que si lo hacía, volver a sus sentidos otra vez sería demasiado difícil y sin su pareja estas probabilidades solo disminuían.

Sin embargo, al echar una mirada a su alrededor, se dio cuenta que no había otro híbrido depredador lo suficientemente fuerte y hábil como él. Todos morirían si no hacía algo al respecto.

La voz de KyungSoo sonó dentro de su cabeza, recordando la advertencia que le había dado horas atrás: "Solo cuando estemos en peligro".

—Lo siento, mi amor, pero tomaré tu palabra —susurró.

Entonces, cerró los ojos para despedirse de su lado racional y dejar que su forma animal tomara por completo el control de la situación. El gran lobo apareció en cuestión de segundos, rompiendo con facilidad las cuerdas sobre su cuerpo para luego lanzarse encima de los cazadores. Los híbridos atados siguieron su ejemplo y también se transformaron, aunque a diferencia de JongIn, sus animales no fuesen agresivos por naturaleza.

JunMyeon logró desatarse gracias al bisturí que mantenía bajo la manga. Tal vez no era bueno con las armas de fuego, pero sabía muy bien usar sus herramientas de trabajo. Así que, se apresuró a liberar a algunos cuantos híbridos, aprovechando el caos que se había desatado gracias a JongIn.

Algunos de ellos, siendo grandes de tamaño en su forma animal, prestaron sus lomos para llevar en ellos a los híbridos más pequeño e indefensos, y así correr lejos del peligro. Mientras tanto, los que podían y sabían pelear, se encargaron de darle buena pelea a los cazadores.

—¡Tenemos que irnos! —advirtió el doctor en cuanto vio a la mayoría de los hombres en el piso, intentando recuperarse.

Tenían que aprovechar esa ventaja, pero el lobo estaba tan ocupado destripando al cazador que se había llevado a la híbrido y que estuvo a punto de agredirla. JunMyeon se acercó.

—¡Basta! Está muerto, JongIn. Vámonos.

El lobo le mostró los dientes ensangrentados y gruñó.

—Ella está bien —le aseguró en un tono sereno—. Debemos continuar ahora. Tenemos que encontrar a KyungSoo, ¿de acuerdo?

Cuando el nombre de KyungSoo salió, el lobo pareció reconocerlo. Dejó de gruñir y alzó su cuello en un desgarrador aullido hacia la luna. JunMyeon sabía bien que los híbridos lobos compartían esta similitud con sus ascendientes, es decir, una vez que encontraban un compañero, este sería el único para toda su vida.

—Estará bien, JongIn —dijo para animarlo—. KyungSoo es el felino más fuerte que he conocido.

Con esa declaración, el lobo les hizo una señal con su hocico para que el doctor y la joven se subieran a su lomo. Fueron los últimos en partir, y debido a ello, su ventaja se redujo notoriamente.

JongIn aumentó la velocidad para esquivar las balas de los cazadores. Era un experto en hacerlo, pues toda su vida se la había pasado huyendo de ellos. Siempre corriendo para sobrevivir desde que nació. Por supuesto, no había forma más poética que ponerle fin a su pesadilla de la misma forma.





~∆•∆~

Al final del bosque se encontraban los dos ex mejores amigos, sosteniendo una calurosa pelea que los había dejado con notorias heridas en el cuerpo. No había armas de por medio, tan solo puños ensangrentados que cargaban años de resentimiento y dolor por la traición.

Jay tomó el control de la pelea cuando se colocó encima de MinHo y lo sometió con sus golpes en el rostro.

—Eres la basura más grande que ha pisado este mundo —dijo antes de propiciarle otro golpe—. Has matado a miles de niños con tus propias manos y jamás te dolió ninguna de sus lágrimas. No sabes lo que es la misericordia. ¿Acaso no tienes remordimientos?

Se detuvo. Su cuerpo estaba tan cansado repetir la misma acción y de no obtener ningún alivio en medio de esa violencia.

MinHo se rio con la boca llena de sangre, y tosió para despejar su garganta de este líquido.

—Volvería... A... —escupió un poco de sangre antes de continuar—. Hacerlo...

No podía creer que en algún momento de su vida llegó a considerar a este hombre como un hermano. MinHo era ese tipo de persona que creía firmemente que el fin justificaba los medios.

Sus ojos no mentían; estaba lleno de odio.

—Vas a pagar muy caro por cada uno de tus pecados.

El cielo poco a poco comenzaba a aclararse, lo cual anunciaba que el amanecer llegaría pronto.

—Pudimos ser... Invencibles... —dijo Choi.

—No quería poder, yo solo quería hacer justicia junto a mi mejor amigo. Junto a mi hermano.

El ruido de algo acercándose interrumpió su no tan amena charla. Jay se quitó de encima para ponerse a un lado y observar. Desde su lugar divisó a algunos animales que se acercaban de prisa como si estuvieran huyendo. Entonces se dio cuenta de que se trataba de los híbridos del campamento, algunos se encontraban sobre el lomo de los transformados.

—Tus fenómenos se unieron a la fiesta —soltó MinHo, intentando levantarse del piso.

Los disparos se hicieron presentes poco después. Los cazadores aún estaban muy atrás, pero sus balas se acercaban peligrosamente a los híbridos.

Estaban acorralados.

—Ordena que se detengan —exigió Jay.

—¿Y acabar con la diversión? Claro que no.

—Esto no tiene por qué terminar en una masacre.

—Tan cobarde como siempre —dijo fingiendo decepción.

Este era el final del camino, no había más terreno por recorrer en esa dirección. Jay se reclamó a sí mismo haber descuidado el plan y dejar que sus enemigos tomaran ventaja de eso. Ojalá hubiese podido llevar a todos hacia H.O.P.E., les había dado su palabra, pero en cambio los llevó a su propia muerte.

Estaba tan decepcionado.

Los miembros del grupo se detuvieron en cuanto lo reconocieron.

—¡Jay, nos están siguiendo! —preguntó uno de los primeros que llegó.

—¿Qué hacemos? —cuestionó otro.

Cuando finalmente todos llegaron, se detuvieron frente a Jay, quien vio cómo los cazadores se acercaban cada vez más hacia la zona.

—Ahora verás cómo tus mascotas mueren ante tus ojos. —Choi se burló—. Gracias por traerlos a mí.

Jay apretó los puños a los costados y endureció su mandíbula. Estuvo a un segundo de responder, cuando el ruido de la hélice de un helicóptero se posó sobre ellos y, luego, se abrió fuego en contra de los cazadores. Uno a uno cayó inerte al piso en medio de los gritos de horror de algunos híbridos.

—Choi MinHo, cuerpo al suelo y tus manos detrás de la cabeza —ordenaron mediante una bocina.

El ex agente sonrió al reconocer a uno de sus colegas en el helicóptero.

—Lo hizo —murmuró contento, plantando una sonrisa orgullosa en el rostro.

Pero MinHo, como el cobarde que era, decidió que no se iría solo; no podía perder de esa forma. Así que aprovechó la guardia baja de Jay para recuperar su arma y tomarlo como rehén.

—Este es nuestro final. ¿No fue así siempre, amigo? —desvarió  con el arma en su cabeza—. Juntos hasta la muerte.

Preparó el gatillo para disparar, pero una bala atravesó su pierna antes de que pudiera hacerlo, por lo que perdió estabilidad y gritó de dolor. Jay le dio golpe en la nariz con el codo y se soltó del agarre. MinHo cayó noqueado al piso.

Todos buscaron con la mirada el lugar de donde había venido ese disparo, encontrando así a KyungSoo muy cerca del acantilado con un niño tomando su mano y con la otra sosteniendo el arma que JunMyeon le había entregado.

JongIn, en su forma de lobo, corrió hasta su compañero para recibirlo.

—Hey... Cambiaste... —dijo mientras recibía lamidas en su rostro.

—¡KyungSoo! —JunMyeon también se acercó para auxiliarlo—. Ven, tienes que recibir tratamiento. Súbete a su lomo.

—El niño...

—Yo me encargo de él —dijo la híbrido que lo había estado cuidando horas antes.

Todo había terminado, los perpetuadores estaban muertos y las tropas de H.O.P.E. estaban aquí para llevarlos a su nuevo hogar. Los paramédicos se encargaron de acomodar a los heridos en una camilla y de colocarles un suero para que su cuerpo recibiera los nutrientes de los que habían sido privado.

Jay se acercó a KyungSoo, quien apenas estaba siendo atendido, para agradecerle por su valentía, pero sus palabras se quedarían en simples deseos en su mente.

—¡Ji ChangWook!

Su nombre, un ruido ensordecedor y... Boom. Todo se volvió negro.

MinHo, que había fingido estar inconsciente, robó el arma de uno de los guardias y disparó directo en el blanco. Porque si Jay era el mejor en cuestión de combate a cuerpo, MinHo era el mejor en puntería, y esta vez no sería la excepción.

La bala atravesada en el pecho de Jay lo confirmaba.

KyungSoo vio cómo el hombre se desvanecía frente a él, con la sangre en el pecho y la sonrisa en el rostro. Eso fue lo último que presenció antes de desmayarse en la camilla.





~∆•∆~

—Todavía no despierta, ¿no ha sido ya demasiado tiempo inconsciente? Dijeron que estaba estable.

—Y lo está, pero debes entender que su cuerpo ha pasado por un fuerte shock. Dale su espacio y sé paciente.

KyungSoo escuchaba la conversación que dos voces masculinas estaban sosteniendo cerca de él. Quería despertar, pero sus párpados parecían pesados, también quería hablar, pero su garganta estaba seca. Intentó hacer su mayor esfuerzo para demostrar que ya estaba despierto.

—Estoy intentándolo, de verdad, pero... ¿KyungSoo? —JongIn atrapó la mirada cansada del híbrido y rápidamente se arrodilló a su lado—. Mi amor, despertaste. ¿Te duele algo? ¿Necesitas que te traiga agua?

KyungSoo negó débilmente con la cabeza.

—¿Por qué estás siendo tan ruidoso?

—Hola, KyungSoo —dijo JunMyeon—. Es bueno verte despierto otra vez.

—Gracias —sonrió ante la grata bienvenida.

La puerta de la habitación se abrió de pronto, dejando ver a una mujer con las orejas de conejo más tiernas que habían visto.

—¿Ya despertó? —Se asomó para preguntar. Su esposo asintió en respuesta y ella entró de prisa al cuarto—. ¡Ay, Dios mío! KyungSoo, finalmente has abierto tus ojitos. Estaba tan preocupada por ti. ¡No he podido dormir en estos tres días!

—¿Tres días? —Los ojos del felino se posaron sobre su pareja, en busca de una confirmación.

—Estuviste tres días como la bella durmiente. —KyungSoo pareció no entender la referencia, pero JooHyun solo continuó—. Prométenos que no volverás a darnos este tipo de sustos.

KyungSoo solo sonrió con timidez en respuesta. Le hacía feliz volver a ver a sus amigos, y sintió alivio a verlos sanos y salvos. Gracias a esto, los recuerdos de los eventos ocurridos se empezaron a restablecer y pronto terminó recordando todo.

—¿En dónde está Mark?

JunMyeon y JongIn se miraron, pero no supieron qué responder ante esa pregunta. KyungSoo sintió su corazón caer hasta sus pies, pues nadie la daba razón sobre el muchacho.

JooHyun suspiró y, manteniendo su expresión amable y comprensiva, decidió responder.

—Él está bien, KyungSoo. La cirugía fue un éxito y ahora está estable.

Nuevamente pudo respirar con normalidad.

—¿Puedo verlo?

—Lo verás muy pronto —respondió JunMyeon—. Primero debo hacerte unos chequeos y asegurarme de que te encuentres lo suficientemente fuerte para asistir a la ceremonia de bienvenida.

—¿Ceremonia?

—Vamos a conocer a quien dirige esta organización. Era la persona en la que más confiaba Jay.

—Jay...

Lo último que vio de él, antes de desmayarse, fue su sonrisa y un rojo carmesí bañando su amplio pecho. Las miradas de tristeza de los presentes solo confirmaban sus sospechas.

—Vamos a recordarlo siempre como nuestro héroe —dijo JooHyun con la voz entrecortada—. Pero aquí se le hará justicia. Su asesino se está pudriendo en nuestra cárcel. Oh, y déjame decirte que está deseando ser trasladado a la celda de los humanos.

—JooHyun, es suficiente —dijo JunMyeon colocando una mano sobre su hombro—. Mejor dejémoslos solos por un momento. Lo necesitan.

—Es cierto. Lo siento, JongIn. —Se disculpó con este y se puso de pie—. Nos veremos pronto, KyungSoo.

En cuanto la pareja de esposos salió de la habitación, esta se quedó en completo silencio. JongIn tenía mucho por decir, pero las palabras correctas no llegaban a su mente. Se sentía inquieto, ansioso y un tanto inseguro, al borde de morderse las uñas. Sin embargo, no hizo falta decir palabra alguna, pues KyungSoo siempre había sido bastante perspicaz.

—Se ha ido, ¿verdad? —preguntó de pronto.

JongIn sabía a lo que se refería; había llegado la hora de la verdad. Tomó aire y se sentó al borde de la cama con una expresión acongojada.

—Lo siento, KyungSoo, es mi culpa.

—Eso no es verdad, JongIn, fui yo quien tomó la decisión de saltar. Sabía lo que estaba haciendo, pero... Es que él era solo un niño indefenso, yo...

La voz se le cortó y las lágrimas encontraron su camino a través de sus mejillas. JongIn tomó su mano.

—Lo sé, mi amor. Fuiste muy valiente al hacerlo.

—Me duele saber que no pude ser un buen padre para nuestro cachorro, pero ¿está mal que no me arrepienta de lo que hice?

JongIn estaba dolido por la pérdida de su hijo; lo había estado esperando con tanta ilusión desde el primer momento en el que percibió su aroma dentro de su pareja. No obstante, no podía culpar a KyungSoo por tomar aquella decisión.

—No creo que se le deba poner una palabra o buscar una justificación para lo que pasó —dijo—. Salvaste la vida de un niño, KyungSoo, y eso es todo lo que importa. Ahora él está junto a su madre; piensa en que además le devolviste la razón de vivir a una persona. Tú y yo podremos intentarlo de nuevo más adelante.

Lo intentarían, sí, tenían mucho tiempo para hacer las cosas bien. En un nuevo lugar y con un nuevo comienzo.





~∆•∆~

H.O.P.E. era mucho más grande de lo que alguna vez imaginó. Cuando le hablaron sobre el refugio, creyó que solo se trataba de una institución que ocupara el tamaño de un condominio, pero resultó que se trataba de una ciudad entera. La central sí era solo un edificio que quedaba en la mitad de la isla, y desde ahí se administraba todo.

La isla estaba protegida por una capa invisible, creada con la tecnología más avanzada de la época, resultado de años de investigación de los primeros híbridos que se levantaron en contra de las injusticias de los humanos. Cada rincón de ese lugar contaba con aparatos modernos que facilitaban la adaptación de los híbridos en el "refugio", que ahora se sentía más como una nueva nación.

KyungSoo estaba realmente asombrado de que todo esto existiera y que los de su misma clase lo hubieran hecho. Qué orgulloso se sentía. Se prometió hacer todo lo posible para aportar al crecimiento de esa pequeña nación.

—Adivinen quién llegó. —La voz de JooHyun hizo que KyungSoo y JongIn voltearan a ver.

La híbrido venía empujando la silla de ruedas en donde se encontraba Mark. KyungSoo casi corrió a su encuentro para abrazarlo.

—Hyung, ha pasado un tiempo... —respondió al abrazo con la misma efusividad.

—Pero aquí estamos —dijo KyungSoo al apartarse—. Y de ahora en adelante, todo estará bien.

Debido a la grave lesión en su columna, Mark había quedado sin la movilidad de sus piernas. Sin embargo, su operación resultaba ser uno de los mayores milagros del siglo, pues para ser una herida de consideración, el joven había logrado no solo sobrevivir, sino que también había recuperado gran parte de la movilidad de su cuerpo. No era descabellado pensar que en algunos años se le podría ver de pie de nuevo, después de todo, la tecnología avanzaba a pasos agigantados en ese lugar.

—¿Estamos listos? La ceremonia debe estar por comenzar —dijo JooHyun.

—Sí, vamos.

Al entrar, KyungSoo observó maravillado el enorme auditorio, el cual ya estaba casi lleno de los híbridos que ahora formaban parte de aquella ciudadela. Mientras caminaba hacia su asiento, divisó al pequeño híbrido oso junto a su mamá, estaba siendo alimentado por ella. KyungSoo sonrió al verlo feliz al lado de su progenitora; le daba gusto saber que no había corrido con la misma suerte que él. Esperaba pasarlos a saludar pronto.

—Oh, disculpa —dijo cuando se tropezó con el pie de alguien al intentar entrar a la fila en donde habían asientos libres.

—Descuida —respondió muy amable.

Los ojos de ese híbrido se veían tan cansados, pero no fue lo único que llamó la atención de KyungSoo. El rostro de aquel joven era casi perfecto, de no ser por la enorme cicatriz que iba desde su ojo izquierdo hasta su labio inferior. Se preguntó cuál sería su historia y si aquí había encontrado lo que tanto anhelaba.

Todos habían llegado al lugar con la esperanza de encontrar la libertad que por derecho les correspondía desde su nacimiento. Pero cuando le das libertad a alguien que nunca ha gozado de esta, ¿cuán difícil le será adaptarse?

KyungSoo les deseaba a todos un buen comienzo, porque este era un nuevo nacimiento para todos.

Las luces que iluminaban a la audiencia se apagaron, mientras que las del escenario se mantuvieron encendidas. El gran reflector enfocó a una híbrido muy hermosa que tenía alas como las de un angel y un cuello tan esbelto como el de un cisne.

Ella se acercó al micrófono.

—Es un placer estar frente a ustedes —empezó. Su voz era igual de dulce que su apariencia—. Sé muy bien por todo lo que han pasado para llegar hasta aquí y les aseguro que nunca más tendrán que atravesar por eso. A partir de hoy, recordaremos este día como el primero de nuestras vidas. Mi nombre es Im YooNa y les doy la bienvenida a H.O.P.E.

F I N









🦄
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Esta es la primera historia "seria" que he escrito para esta cuenta. No puedo decidir sobre si estoy satisfecha con el resultado, pero realmente me siento orgullosa por haber logrado algo que no pensé que podría.

Les agradezco mucho por haberle dado una oportunidad a este fic y por haberlo seguido pacientemente. En especial, le doy gracias a aliciapark57  por animarme a continuar con la historia cuando ya la daba por perdida, debido a algunos comentarios desalentadores que recibí, y por mi falta de confianza.

En fin~ Esto es todo... por ahora 👀. La verdad es que este universo me ha gustado y tal vez (solo tal vez 👁️) haga una historia paralela con otra ship que también me gusta. Si lo hago, les estaré avisando ☺️.

¡Muchas gracias, nuevamente!

~Nos leemos en el epílogo~

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