Capítulo diez
KyungSoo vio alejarse el bote que llevaba consigo al que fue su único ser más preciado en la tierra durante varios años. Cerró los ojos, apretó fuerte la mano de su compañero y alzó una plegaria silenciosa al cielo. Ni siquiera estaba seguro si había alguien escuchándolo allá arriba, pero por primera vez quiso tener fe.
—Tenemos que movernos de aquí —advirtió JunMyeon en un tono grave que denotaba la seriedad del caso—. Los aviones del gobierno no tardarán en destruir los alrededores con sus explosivos.
—¿Hacia dónde es seguro ir? —preguntó JongIn con una clara muestra de preocupación en su voz. En su mente seguía repitiéndose la misma y única importante misión, que era proteger a su familia.
—No hay lugar seguro en la tierra de los humanos.
La voz de Jay irrumpió la breve conversación que había iniciado poco antes de su llegada. Los híbridos que habían sido dejados atrás, debido a los escasos recursos de evacuación, se acercaron formando una media luna alrededor de su líder.
JongIn colocó a KyungSoo delante suyo para crear una especie de barrera entre él y los demás. Estaba siendo demasiado cauteloso sobre quién se le acercaba a su pareja; era un acción simple, pero que dejaba claro que nadie podía tocar lo que era suyo. En otra ocasión, KyungSoo habría reclamado su actuar retrógrada, y le hubiera mostrado sus afiladas garras para dejarle saber que era muy capaz de cuidar de sí mismo y de su propia cría; pero esta vez su cabeza estaba demasiado dispersa como para desgastarse en reproches.
—Entonces, ¿esperaremos por las naves aquí, mientras rezamos para que ninguna bomba nos haga estallar? —preguntó alguien más con sarcasmo.
Jay mantuvo la compostura.
—Hay una ruta por el bosque que permite llegar hasta el otro lado del río sin tener que cruzarlo nadando. Ya que solo es accesible si llegas a pie, los tanques no podrán entrar y los aviones no nos localizarán gracias a los grandes arbustos. Sin embargo... —hizo una pausa para mirar a cada uno de los presentes a los ojos y luego continuó—. Debemos estar alerta de los cazadores. Todos deben prepararse para pelear en cualquier momento.
—Pero ese camino nos tomará horas —cuestionó JunMyeon—. No todos están en las condiciones de emprender una caminata tan larga y dura.
KyungSoo sintió la mirada del doctor sobre él. Estaba claro que se refería a su estado.
—Es la única forma de conservar nuestras vida o de lo contrario, como dijeron hace un momento, los que no quieran ir pueden quedarse aquí esperando y rezando para no estallar en mil pedazos. —JunMyeon arrugó el entrecejo ante esa declaración. Conocía a Jay desde hacía mucho, sabía que la mayoría de las ocasiones se comportaba como una persona amable, pero habían situaciones que simplemente hacían florecer su lado apático y rudo—. Andando.
Con la orden dada, los híbridos se pusieron en marcha. Sería un camino largo y pesado, en medio del frío que estaba en su pico más alto.
KyungSoo todavía no caía en cuenta sobre la desventaja en la que lo ponía su embarazo, es más, aún no procesaba del todo la noticia. Habían tantas cosas ocurriendo a la vez que su mente había decidido alejarse por un rato de la realidad. Estaba tan callado, sumergido en el mar de sus pensamientos hasta que sintió que unos brazos rodeaban su piernas.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, manteniéndose firme sobre el piso.
—Voy a cargarte para subir la colina —respondió JongIn como si fuera algo bastante obvio.
—Estás loco. Puedo caminar por mi cuenta.
—Ya has gastado tus energías en llegar hasta acá. Déjame hacerlo.
JongIn estaba en lo cierto, no habían recorrido largas distancias, pero todo lo acontecido ya lo había dejado agotado. Pero KyungSoo era un híbrido gato, orgulloso e independiente por naturaleza, no podía dejar que alguien más cargara con su propio peso.
—Estoy bien —aseguró con firmeza—. Si me cargas vas a agotar tus fuerzas y luego estarás vulnerable ante el posible peligro.
—Entonces, me transformaré para que te subas a mi lomo.
—Sabes que las transformaciones no son buenas para nuestros cuerpos. No somos animales completos, JongIn.
—Viví así durante un largo tiempo.
—Sí, y por eso tengo miedo que te enfermes en un futuro cercano —suspiró—. Por favor, no sigas haciéndolo, no quiero que te lastimes.
—Lo haré si te encuentras en peligro.
KyungSoo suspiró y consintió esa afirmación con un leve asentimiento.
—Solo cuando estemos en peligro. Por ahora puedo caminar con mis propios pies. No te preocupes demasiado.
JongIn resopló ante la tozudez de su pareja.
—Está bien, pero prométeme que serás sincero conmigo cuando ya no puedas hacerlo por tu cuenta.
—Lo haré, lo prometo.
—De acuerdo —aceptó sin estar del todo satisfecho con eso.
Pero KyungSoo se encargó de mejorar su humor y hacerlo olvidar con unas simples palabras:
—Te amo.
Hasta ese momento solo había demostrado su amor mediante acciones, por lo que decirlo así de directo se sentía diferente. No era el lugar ni la ocasión más adecuada para hacerlo, pero si pasaba algo dentro de las próximas horas, entonces podría irse tranquilo sabiendo que no quedaba duda alguna sobre la relación que mantenían y acerca de cómo se sentía con respecto a su pareja.
JongIn lo atrajo hacia su cuerpo y estrelló sus labios contra los del felino en un beso urgente y cargado de profundos sentimientos que ardían en su pecho.
—También te amo, KyungSoo —afirmó al separarse—. No te imaginas cuán enamorado estoy de ti.
—Puedo hacerme una idea —resolvió con una corta sonrisa y tomó su mano para avanzar—. Démonos prisa antes que los perdamos de vista.
Los demás les habían sacado un tramo de distancia, aunque aún estaban a tiempo de alcanzarlos.
Ya no podían darse el lujo de volver a detenerse, así que KyungSoo solo miró de reojo al bravo río, donde hasta hace poco tuvo que despedir a su pequeño amigo.
°~∆•∆~°
Al llegar nuevamente a la cima, se designaron las posiciones que cada uno tomaría. A los que se encargarían de vigilar los alrededores, se les dio un arma para que dispararan a cualquier amenaza que surgiera en el camino, además de caminar rodeando al grupo como una gran barrera de protección.
KyungSoo se percató que JunMyeon no sabía cómo manejar un arma, pero aun así estaba sosteniendo una para proteger al grupo.
—Sé cómo usarla —le dijo KyungSoo adelantándose un poco para darle alcance al doctor, mientras JongIn se mantenía atrás, cuidando sus espaldas—. Puedes dármela, me haré cargo.
—Pero ¿qué estás diciendo? Podría ser peligroso.
—Es peligroso ahora porque alguien que no sabe usarla la está portando. —JunMyeon se sintió apenado al ser descubierto—. No hay por qué avergonzarse. Lo tuyo es curar a los demás, no herirlos.
—En ese caso, se la daré a JongIn.
—Él tampoco sabe cómo usarlas. —El doctor lo miró incrédulo—. De verdad, no sabe. Es fuerte y todo, pero jamás ha tocado una pistola.
—¿Y cómo es que tú aprendiste a usarlas?
KyungSoo suspiró debido a un recuerdo intruso que se coló por su memoria gracias a la pregunta. Sonrió con nostalgia.
—Tenía un amigo —empezó a contar al ritmo de sus pasos—. Él decía que era necesario que el propietario de una posada en la frontera, justo en donde los cazadores solían merodear, supiera cómo defenderse. Así que me enseñó a usarlas.
—Ese fue un consejo muy útil.
—Sí... Solía dar los mejores consejos.
Durante los siguientes minutos se mantuvieron en silencio, dedicándose a caminar por el sendero irregular y rocoso, mientras KyungSoo digería el recuerdo de un pasado feliz.
—Voy a entregarte el arma —dijo JunMyeon rompiendo el silencio—, pero tendrás que ser muy cuidadoso.
—Siempre lo soy.
Un ruido entre los arbustos hizo que todo el grupo se detuviera al instante. KyungSoo preparó el arma en solo tres segundos y apuntó hacia el objetivo, dejando a JunMyeon impresionado con su habilidad.
Por otro lado, Jay, que iba liderando al equipo, hizo una señal para que nadie diera un paso más o abriera fuego.
Esperaron alerta a que, lo que sea que se escondiera detrás de los arbustos, se revelara. La espera terminó cuando un híbrido osito salió de su escondite. Era un niño pequeño y asustado que sostenía una corta rama de bambú a medio comer.
Jay se puso a su altura.
—Hey, pequeño, ¿en dónde está tu mami? —El niño no respondió con palabras, tan solo curvó su labios hacia abajo y meneó la cabeza—. Está bien, tranquilo, todo estará bien. Vas a acompañarnos, ¿de acuerdo?
Para ser un ex agente de una organización, en donde se supone que te entrenan para mantener la cabeza fría y actuar de forma mecánica, Jay era bastante paciente y tenía una bonita sonrisa, hasta podría decirse que era una persona cálida. KyungSoo valoraba estos aspectos de su persona e incluso planeaba mantener el contacto en el futuro para quizá formar una bonita amistad con aquel humano.
Jay tomó de la mano al pequeño y se lo encargó a una de las híbridos que hacían parte del grupo. El niño no lloraba, pero su rostro delataba cuán asustado estaba. Muchos de los híbridos mayores que caminaban junto a él, probablemente habrían pasado por lo mismo, porque incluso en su propia historia su madre fue borrada sin piedad a una temprana edad, producto de la caza de híbridos que en ese tiempo se encontraba en apogeo.
Su corazón dolió por ese niño, por lo solo que se sentiría y por el miedo que atravesaría debido a ello. Quería decirle que a pesar de todo eso estaría bien, que lo lograría, que nada era imposible mientras uno aún tuviera vida, y que en algún momento la soledad desaparecería. Ante este pensamiento, KyungSoo miró hacia atrás para ver a su compañero, quien vigilaba muy atento los alrededores. Ese era su milagro, JongIn representaba la finalización de su tormentosa soledad.
Entonces, entendió que nada en esta vida era eterno, ni siquiera el sufrimiento. Tan solo hacía falta conservar la esperanza.
—Sigamos —ordenó Jay y todos volvieron a ponerse en marcha.
Así lo hicieron durante largas horas, surcando caminos algo difíciles de atravesar y teniendo mucho cuidado con las trampas para animales que los cazadores habían puesto alrededor. La noche comenzó a bañar el cielo de colores oscuros, haciendo el viaje más pesado.
El cuerpo de KyungSoo pedía a gritos descansar un poco, estaba demasiado cansado como para dar otro paso y era consciente de esto, pero no podía detenerse en medio de la nada, los demás no se quedarían a esperarlo y por supuesto que él no lo permitiría tampoco. Fue entonces cuando una joven híbrido colapsó sobre el suelo rompiendo la armonía del grupo. JunMyeon se apresuró en auxiliarla mientras los demás observaban atónitos lo acontecido.
Jay retrocedió para verificar el estado de la híbrido. Ella tenía los labios secos y agrietados, cortesía del espantoso frío que se había desatado ese día. Seguramente también estaría hambrienta, pues el ataque había ocurrido justo antes de la hora del almuerzo; y juzgando por su apariencia tan delgada, supuso que padecía de anemia.
Al echarle un ojo a cada uno de los presentes, se dio cuenta que ninguno de ellos se encontraba en las mejores condiciones y que si seguían así quizá nadie llegaría al punto de destino.
—Vamos a detenernos aquí —indicó—. Descansaremos y luego retomaremos la caminata. No se pongan muy cómodos, que debemos salir antes del amanecer. Me quedaré vigilando, espero que alguien se me una.
Sin decir más se alejó del grupo en busca de un árbol adecuado al cual subirse para obtener una mejor visión de los intrusos durante su vigilancia.
Los híbridos imitaron su actuar y se dispersaron un poco para encontrar un sitio en donde pasar la noche lo más abrigados posibles. No podrían encender una fogata, pues serían descubiertos al instante, por lo que, aunque la mayoría de ellos habían llegado hasta aquí solos, decidieron unirse a algún compañero de grupo para protegerse del frío aniquilador.
Mientras tanto, la joven híbrido, que acababa de colapsar, era atendida por otro híbrido joven que parecía estar más preocupado por ella para ser un simple extraño. KyungSoo apartó los ojos de la romántica escena que se estaba desarrollando ahí cuando la mirada de la chica se posó sobre él. Sintiéndose apenado, prefirió volver su rostro en otra dirección, a la par que era abrigado por los cálidos brazos de JongIn. Sí que tenía una temperatura mayor a la de cualquier otro híbrido del lugar y KyungSoo estaba muy agradecido justo ahora por tenerlo de pareja.
Junto a uno de los árboles más cercanos a ellos se encontraba el niño híbrido que habían encontrado en su larga caminata. Recordó haberlo visto en la habitación a la cual fue llevado por JooHyun más temprano, pero no tuvo la oportunidad de conocer a los padres del pequeño. ¿Qué habría sido de ellos? En cualquiera de los casos, esperaba que el niño se reecontrara con alguno de ellos al cruzar el río, porque conocía muy bien el terror de verse solo en el mundo de un momento a otro, a una edad como esa.
—Aquí tienes un poco de agua.
KyungSoo levantó la mirada hacia la persona que le estaba entregando una botella con un poco menos de la mitad del contenido. Se sorprendió al ver a Jay frente a él, cuando hasta hace un rato lo había visto treparse a uno de los árboles más altos del área.
Aceptó el frasco en silencio e hizo una reverencia con la cabeza como muestra de agradecimiento.
—Supe la noticia por JunMyeon —continuó entonces de pie sobre el mismo lugar—. Lamento que no sean las mejores condiciones para un gestante, pero de todos modos quería felicitarlos por las buenas nuevas. El cachorro tendrá suerte de tener como padres a dos personas tan valientes como ustedes.
—Te lo agradezco, Jay. No solo por esto, sino por la oportunidad que nos diste. La oportunidad de ser libres. —KyungSoo sonó sincero al respecto.
—Eso no lo hice yo, KyungSoo y lo sabes. Pero supongo que ya no importa ahora. —La mirada de KyungSoo decayó y en un movimiento inconsciente cubrió el bolsillo de su pantalón con una mano. No había tenido oportunidad de leer el papel que guardaba—. Estamos justo en la recta final de esta guerra y no estoy dispuesto a perderla.
—¿Cómo están las cosas en la ciudad? —preguntó JongIn—. ¿Hay alguna noticia?
—Solo sé que, pase lo que pase, Corea del Sur no volverá a ser la misma nunca más. Están arruinados.
—¿Los híbridos de la ciudad...?
—Son libres. Y espero que hayan hecho arder todo a su alrededor. Sé de algunos que sí lo harían y me alegra por ellos.
KyungSoo no conocía muy bien la historia de Jay, ni siquiera conocía su verdadero nombre, pero tenía la curiosidad de entender por qué peleaba con tanto ahínco para esta causa, por qué se habría levantado en contra de los suyos. Además, siempre dejaba en claro que no era quien estaba a cargo de todo esto, sino alguien más, alguien en quien confiaba incluso más que en sí mismo. KyungSoo tenía muchas preguntas en mente, pero nunca terminaba por hacerlas. Esperaba que después tuvieran el tiempo suficiente como para sentarse y platicar sobre ello mientras compartían un café.
—Descansa, KyungSoo. No se lo digo a tu compañero porque sé bien que un lobo nunca pega un ojo cuando su pareja está en peligro.
Jay se despidió de ellos con una media sonrisa y regresó a su posición sin perder más tiempo.
Aquel humano había mostrado su amabilidad a KyungSoo desde el principio, aun cuando no lo conocía de nada, cuando tan solo contaba con la palabra de JiSoo. KyungSoo se preguntaba si Jay confiaba tanto en ella al igual que él lo hacía, y si su muerte le habría afectado de la misma forma. Al híbrido no le había dado tiempo para llorar su pérdida, porque a pesar de su traición, JiSoo seguía ocupando un espacio en su corazón.
¿Cómo borras recuerdos de tantos años de un día para otro?
—¿Estás bien?
La voz de JongIn lo sacó de sus cavilaciones. Cayó en cuenta entonces que él no sabía lo que había pasado en el cuarto del sótano. JongIn no fue testigo del horror que sus ojos captaron horas atrás. Sin embargo, no quería hablar de ello ahora.
—Solo un poco cansado —respondió en voz baja.
—Debes tener los pies adoloridos de tanto caminar.
—Como todos aquí, JongIn —alegó, restándole importancia a su preocupación a lo que el otro bufó—. Mejor descansemos, ¿sí?
—Lo haré en cuanto lo hagas.
Esa era una mentira que KyungSoo no rebatiría, en su lugar, prefirió mirar al cielo antes de cerrar los ojos y aprovechar el calor que el cuerpo contrario le proporcionaba para dormir tranquilo. Los árboles cubrían casi por completo el inmenso cielo, pero entre sus hojas pudo distinguir uno que otro destello de las estrellas. Además de la luna, ellas también iluminaban la oscura y fría noche.
—JongIn... —llamó con suavidad al recostarse sobre su pecho.
—¿Uhm? —respondió quedo, pegando su mejilla hacia un lado de la cabeza del felino.
—Cuando miras al cielo y ves las brillantes estrellas, ¿en qué sueles pensar?
JongIn pareció sorprendido con aquella pregunta, ya que KyungSoo no solía hacer esa clase de cuestionamientos que podrían rayar lo filosófico. Pero, por supuesto, no iba a hacer de menos la pregunta por muy extraña que le pareciese, así que decidió pensarlo bien antes de responder.
—Hmm... Pienso que son realmente hermosas y la compañía perfecta para nuestra preciada luna.
KyungSoo sonrió.
—Como era de esperarse de un híbrido lobo. Su madre luna es lo más importante en el mundo.
—Tú eres lo más importante de mi mundo —afirmó JongIn sacudiendo con delicadeza el hombro de su compañero como para reprenderlo por su comentario, a lo que KyungSoo tan solo rio—. Entonces, dime tú, ¿qué significan para ti?
Su yo del pasado era muy diferente al actual, tanto en pensamiento como en sentimientos. Era asombroso pensar lo diferente que se sentía al escuchar la misma pregunta que años atrás su mejor amigo le había hecho.
MinSeok tenía razón, las cosas cambiarían para mejor para todo aquel que creyera.
—Para mí... —suspiró—... representan esperanza.
~∆•∆~
El crujir de una rama sonó seguido de un gemido lastimero casi imperceptible a la distancia. KyungSoo abrió los ojos de forma repentina, los cuales brillaban en un amarillo intenso que anunciaba que se encontraba alerta. Su cuerpo reconoció la falta del calor ajeno en un instante, descubriendo que JongIn no se encontraba con él. Se preguntó a dónde podría haber ido.
Nuevamente el quejido se escuchó.
KyungSoo miró hacia todos lados para verificar que los demás se encontraran en sus lugares, pero algunos no lo estaban. Se levantó al sobresalto para ir tras el sonido de alguien llorando a unos cuantos pasos de ahí.
Mientras avanzaba, escuchó la voz de dos personas conversando.
—Podrás llamarme traidor, pero jamás tomé la vida de un inocente.
—¿Inocente? Esta cosa no debió haber nacido, así como tus otras abominaciones.
KyungSoo supo que se trataba de Jay y de otro humano que claramente pertenecía al ejército enemigo. Al lado de este se encontraba el pequeño osezno que no dejaba de llorar por lo asustado que estaba. El hombre lo mantenía como rehén al borde de la colina, listo para tirarlo. KyungSoo, que lo tenía en el campo de visión justo de lado, se aproximó lentamente y de forma sigilosa como un buen gato lo haría.
—Déjalo ahora —ordenaba Jay exasperado—. Esto es entre tú y yo, así que deja al niño en paz.
—¿Niño? ¿Llamas a esto un niño? —El hombre rio con sorna—. Esto no es un niño, es un experimento fallido, ¿y sabes lo que se hace con las cosas falladas? —Lo levantó con fuerza en una mano—. Se arrojan a la basura.
—¡No!
El pequeño híbrido fue lanzado como un saco y a su suerte, pero la agilidad de un gato jamás podría compararse con la de un humano pesado y lento, por lo que KyungSoo se tiró junto al niño en el momento preciso para alcanzar atraparlo entre sus brazos y envolverlo fuerte en su pecho, así la caída no lo lastimaría.
Entonces, ambos rodaron cuesta abajo.
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