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Capítulo cuatro

El día estaba más oscuro de lo normal, podía notarlo a través de su ventana. Ni bien se levantó, la lluvia comenzó a caer, acompañada de truenos y relámpagos. El escenario era tétrico y desalentador; todo empeoró cuando llegó un mensaje de JiSoo en donde ponía: ha comenzado.

¿Qué exactamente había comenzado?, y, ¿qué debía hacer?, ¿podría quedarse en el mismo lugar?, ¿estaría seguro? Al menos, nada extraño había pasado hasta ahora.

Los pensamientos de KyungSoo fueron interrumpidos por un suave toque en la puerta.

—Hyung, te traje el desayuno —habló Mark, anunciando su llegada—. ¿Puedo pasar?

—Sí, pasa.

Mark apareció con una bandeja en la que con las justas entraba una taza y dos tostadas con mermelada de fresa. El muchacho la colocó encima de la mesita de noche.

—¿Cómo amaneciste? —preguntó para iniciar una conversación.

KyungSoo mantenía la mirada fija en el celular aunque este ya tenía la pantalla bloqueada. Había despertado sin ganas de salir de la cama ese día, le dolía la cabeza y un poco el cuerpo, ni siquiera había realizado una actividad física que lo hubiese agotado demasiado, pero se sentía de esa forma. Los días de lluvia no eran los mejores para su estado de ánimo, y la advertencia de su amiga solo empeoró todo.

—No estoy muy bien —respondió con letargo, tomando la taza de café entre sus manos para calentarse y darle un sorbo—. ¿Puedo pedirte que te hagas cargo del restaurante por hoy?

—Claro, hyung, no te preocupes por nada.

En realidad, le gustaría interiorizar esas palabras, cuán bien le harían en este momento.

—¿JongIn ya despertó?

Mark dudó por unos segundos.

—Ah... De hecho, él también se siente indispuesto —confesó—. Me dijo que lo disculpara por hoy.

KyungSoo enarcó una ceja. Tenía curiosidad.

—¿Qué le pasa?

—Creo que tiene gripe, no lo sé muy bien.

JongIn solía ir por la madera por las noches, cargar cosas pesadas y levantarse muy temprano para limpiar la cocina. A veces, no se abrigaba bien, pues le era incómodo para cuando debía levantar sacos y troncos, o para fregar el piso. Además, insistía en que su temperatura corporal era más alta que cualquier otro híbrido, por ser mitad lobo. Qué descuidado había sido.

—Cómprale un poco de medicina para que se mejore.

Mark meneó la cabeza.

—Salió temprano para comprarla —dijo—, no quería incomodar.

—Ya veo.

La pantalla de su celular volvió a brillar, advirtiendo que un mensaje de JiSoo había llegado. Quería leerlo a solas, no con Mark merodeando a su alrededor porque esto no era algo de lo que quería hablar con alguien más por ahora. Sabía que estaba haciendo mal al guardarse esta información para sí mismo, pero no quería alarmarlo, primero se aseguraría de tener todo entendido y bajo control.

—Gracias por el desayuno. Voy a quedarme en mi habitación por ahora, si necesitas algo puedes venir a buscarme.

Esa era la señal de despedida, así que Mark no dijo nada más y salió de la habitación en silencio. KyungSoo tenía toda la intención de quedarse en su cuarto ese día, pero el siguiente mensaje de texto de su amiga se lo impidió.

"Ve a esta dirección, él te estará esperando."

O algo como eso, no era un mensaje que le inspirara confianza, ni siquiera podía estar seguro de lo que se suponía que encontraría en aquel lugar.

¿Una respuesta?, ¿una advertencia?

JiSoo no estaba siendo clara con sus indicaciones y quería llamarla para expresar su opinión acerca de cómo esto lo estaba volviendo loco, pero no lo haría. No haría nada de eso porque a pesar de la incertidumbre confiaba en ella. Su vida y la de sus cercanos estaban en sus manos, así que tendría que averiguar cuanto antes de qué se trataba todo esto.

Antes de salir de la cama, echó una última mirada hacia su ventana, fotografiando el exterior a través de sus ojos y conservando el paisaje en su mente. El escenario continuaba siendo tétrico y desalentador; solo esperaba que no fuera una señal sobre el futuro que les esperaba.











°∆~•~∆°

Salir de posada le costó un mini interrogatorio en el comedor por parte del pequeño humano. KyungSoo solo respondió con un frío "vuelvo en la noche, cenen sin mí", y se fue, tomando su abrigo largo para protegerse del terrible frío y esconder su delgada cola, y también se colocó una boina en la cabeza para ocultar las orejas. El invierno definitivamente era la estación más favorable para ellos, pues podían usar mucha ropa encima y, de esta manera, pasar desapercibidos. Incluso otras cosas también podían ocultarse gracias a esto, por ejemplo un arma pequeña.

Mark ni siquiera lo sabía, pero KyungSoo tenía unas cuantas pistolas y armas blancas escondidas en su habitación. El híbrido jamás salía sin portar una, pues le daban la seguridad necesaria para caminar solo por las calles. Sin embargo, esta vez no había arma que lo mantuviera confiado, ya que no tenía idea de a dónde iba ni con quién se encontraría. Estaba yendo hacia un lugar a ciegas con la promesa de JiSoo en mente.

Mientras se alejaba de su hogar pensaba en que nunca antes se había apartado tanto. La dirección indicada brillaba en la pantalla del celular en letras negras que parecían sangrar ante sus ojos.

La cabeza le comenzó a doler.

—¿Se siente bien? —le preguntó el taxista, mirándolo a través del espejo retrovisor. El hombre era un anciano regordete, de cabello blanco y casi calvo. Era humano, totalmente.

KyungSoo le devolvió la mirada por el espejo, recomponiéndose en su sitio.

—Estoy bien —respondió quedo.

Mas el hombre insistió en continuar con la charla que él mismo había iniciado.

—El clima ha cambiado radicalmente —dijo con una voz ronca, un signo de su edad avanzada—, ya no se puede disfrutar de las estaciones como antes. Pareciera que después del verano directamente nos vamos al invierno.

KyungSoo respondió con un vago asentimiento de cabeza y un sonido que daba a entender que concordaba con lo dicho. Apartó su mirada del espejo para visualizar la calle a través de la ventana. La lluvia había comenzado a empapar los vidrios del vehículo, haciéndole más complicado distinguir las calles por las que estaban pasando. Quería memorizar todo, pero la naturaleza se lo estaba impidiendo.

—No mucha gente vive por aquí —continuó el conductor—, ¿usted tiene tiempo viviendo en este lugar?

—Un poco, sí.

—La mayoría se mudó a la ciudad cuando las nuevas leyes se publicaron. Ahora los humanos y sus híbridos pueden convivir en la sociedad. ¿No piensa usted que son una bola de descarriados? Dios no creó a los híbridos, estos fueron creados en un laboratorio a manos de los hombres. Y mírelos, disfrutan de lo mismo y hasta de mejores cosas que nosotros.

Las nuevas leyes que incluían a los híbridos no fueron una mejora para ellos, simplemente hicieron que la esclavitud no fuese llamada como tal. Diseñaron un oasis, una ilusión. Ningún híbrido había ganado, los humanos seguían tirando de las cuerdas a su antojo.

KyungSoo ahora se sentía más incómodo que antes y su cabeza punzaba más fuerte del lado derecho. Tenía ganas de bajar del carro ahí mismo, pero no deseaba levantar sospechas, así que se propuso a resistirlo.

—¿Cuánto falta para llegar?













°∆~•~∆°

Un edificio viejo fue todo lo que encontró al bajar del auto. Autos destartalados apilados alrededor como si hubiesen sido abandonados ya desde hace un buen tiempo. KyungSoo no era fanático de las películas, pero de las pocas que había visto, aprendió a entrar sigilosamente y con mucho cuidado hacia donde debía ir. Aunque claro estaba que, en la mayor parte de esas historias Hollywoodenses, este tipo de escenarios no eran los mejores para los protagonistas.

¿Alguien muy poderoso estaría esperándolo adentro? ¿O algún tipo de sicario mafioso?

Estaba divagando innecesariamente. Confiaría en la palabra de JiSoo, por muy arriesgado que sonara eso.

El edificio era tan antiguo que no contaba con ascensores, así que le tocó subir los seis pisos por las escaleras. Afortunadamente, su físico ligero y ágil le permitió llegar sin problemas hasta el piso indicado, en donde se encontró con tres puertas de madera. El número en ellas no era muy legible, pero logró descifrar el correcto a tiempo antes de tocar la puerta. Para su sorpresa fue una híbrido conejo quien atendió a su llamado.

—Hola —le saludó con timidez la muchacha—. ¿En qué puedo ayudarte?

La híbrido era muy hermosa, tanto que lo dejó impresionado porque su apariencia no lucía como la de alguien que viviera en ese lugar. Su vestimenta no era ostentosa, pero tampoco corriente. KyungSoo estaba confundido.

—¿Buscas a alguien? —insistió ella.

—Ah... Sí... —respondió inseguro—. Estoy buscando al señor Jay (J).

Se sentía muy estúpido pronunciando una letra en inglés como el nombre de alguien. ¿Por qué JiSoo lo había enviado a hablar con un extranjero?

—¡Oh, Jay! ¡Claro! ¿Eres Do KyungSoo?

—Sí, soy yo —afirmó.

—Ven, vamos adentro. Jay te está esperando.

A pesar de su fachada, el edificio contenía departamentos bastante espaciosos, lo suficiente como para que toda una familia viviera cómodamente. KyungSoo escaneaba el lugar con ojos de detective, intentando no perderse de ningún detalle.

La híbrido le sirvió una taza de café y la dejó sobre la pequeña mesa de centro, para luego sentarse frente a él.

—Jay está terminando una llamada —le avisó—, vendrá en unos minutos.

—Está bien.

—Puedes quitarte la boina y el abrigo. Aquí estás seguro, no te preocupes.

El felino se vio tentado a hacerlo por un momento, pero pronto decidió que era mejor así.

—Estoy cómodo de esta forma, gracias.

Sonaba frío, cortante y distante aun cuando su intención no era esa. La muchacha solo había tratado de ser amable y darle un poco de confianza, pero KyungSoo no podía bajar la guardia, esa era su forma de ser.

—Me llamo JooHyun, por cierto —se presentó—. Pido disculpas por la presentación tardía.

—No, no te preocupes.

—Y... ¿De dónde vienes, KyungSoo?

Su intento de conversación fue detenida por la silueta que apareció ante ellos.

—¿Interrumpo algo? —habló el hombre.

De todos modos, KyungSoo no pensaba responder a la pregunta, así que agradecía la interrupción. Aunque ahora se encontraba un poco más nervioso al descubrir que se trataba de un humano y, para su sorpresa, era coreano.

KyungSoo frunció el ceño.

—No, nada, solo nos estábamos presentando —indicó JooHyun—. En realidad, KyungSoo te estaba esperando.

El humano volvió su vista hacia él.

—Mil disculpas por la demora, debía atender esa llamada porque era urgente. Pero ya estoy aquí, me da gusto poderme reunir contigo. Soy Jay, un placer —saludó y extendió su brazo para estrechar la mano del híbrido.

El felino no se mostró contento, de hecho, su expresión mostraba desconfianza.

—Soy... Do KyungSoo —dijo sin responder al saludo.

Jay recogió su brazo nuevamente, sin mostrar algún tipo de descontento.

—Entiendo, sé lo que estás pensando, soy un humano. Seguramente te estas preguntando por qué JiSoo te pidió reunirte con un humano, ¿verdad? —Una vez más, KyungSoo guardó silencio—. JooHyun, ¿podrías dejarnos solos? Por favor —pidió el hombre con amabilidad.

—Por supuesto que sí. En realidad, ya debo irme, mi esposo me está esperando con los niños —comentó. KyungSoo se sorprendió otra vez al escuchar eso, pues la híbrido no llevaba un aro en su mano, y su figura era tan esbelta como la de una señorita—. Fue un placer conocerte, KyungSoo. Espero que podamos encontrarnos pronto de nuevo.

Ella tomó sus cosas, hizo una reverencia y salió del departamento. Jay carraspeó antes de iniciar la conversación, llamando la atención del híbrido.

—Bien, KyungSoo, tu amiga me ha hablado mucho de ti. Eres alguien muy importante para ella, por lo cual, me ha pedido que te ayude.

Y otra vez estaba ese tema. Sí, KyungSoo había venido hasta aquí para hablar con él, pero no estaba seguro de qué exactamente tenían que hablar. JiSoo sonaba seria al respecto, y por eso no ignoró su pedido. Además, no podía fingir que no estaba un poco asustado e intrigado con todo esto.

—No tengo claro cuánto sabes sobre el tema, así que estaría bien si me dijeras la información que tienes para poder explicarte lo demás.

Tenía que ser sincero, no sabía nada.

—Lo cierto es que... JiSoo no ha sido precisa con los detalles. Me puso alerta sobre algo que está pasando en la ciudad y que tiene que ver con el gobierno y su sistema. Sin embargo, para serte franco, no tengo el rompecabezas armado, solo algunas piezas —confesó—. Estaría bien si me explicaras desde el comienzo. Espero no estar complicándote las cosas.

Jay sonrió y se frotó la nuca.

—Oh... Creí que estabas al tanto, pero no importa, puedo explicártelo. Espérame un momento.

El hombre fue de prisa hacia una de las habitaciones dejando al felino a la expectativa. Ahora se sentía mucho más incómodo, debido a que se encontraba a solas con el humano. En sus casi veinticinco años no había tenido otra interacción con un ser humano aparte de Mark, incluso con otros híbridos, por lo que carecía de habilidades sociales.

—¡Aquí está! —anunció Jay, regresando a tomar asiento al lado de KyungSoo con una laptop en sus manos—. No voy a contarte solamente lo que está pasando, también te lo voy a mostrar.

La pantalla del monitor mostraba diversas imágenes, humanos, híbridos, gente de blanco cubiertos con uniformes de laboratorio. Bolsas negras, camionetas y grupos de personas reunidas en la noche afuera de lo que parecía una fábrica.

—¿Qué significa esto? —preguntó al no encontrarle sentido a lo que veía.

Jay dejó la laptop sobre la mesa de centro y ladeó su cuerpo para mirar casi de frente al híbrido.

—Esto es lo que está pasando en la ciudad —contestó—. Están experimentando.

—¿Qué? ¿Experimentando...?

—Lo que voy a contarte es confidencial —advirtió—. Todo esto que has visto y lo que vas a escuchar a continuación tiene que quedarse contigo, es la única manera en la que podré ayudarte.

KyungSoo no estaba muy seguro de querer escuchar lo que sea que Jay estuviera a punto de contarle.

—Confío en JiSoo y ella confía en ti, por lo que voy a confiar yo también —agregó, ganándose una mirada en blanco del híbrido—. Ella quiere salvarte y yo quiero ayudar a todos los híbridos que pueda.

—¿Por qué harías eso? —interrogó el felino—. Eres humano, ¿por qué arriesgarías tu pellejo por nosotros?

Jay endureció su expresión.

—Tengo mis razones.

La respuesta cortante le dejó con curiosidad por saber sus motivos, pero no lo atosigaría con preguntas por el momento.

—Está bien, pero ¿qué pasa si se lo digo a alguien más?

—Entonces, estarás cavando tu propia tumba —respondió—. Y créeme, no por mí. Hay gente muy mala esperando a que cualquiera de ustedes cometa un error para tener una excusa y acabar con todos. No creo que sea muy inteligente de tu parte contar lo que voy a decirte.

—¿Qué pasa con la gente en la que confío?

Jay se encogió de hombros.

—Tú haces tus elecciones, KyungSoo. Si te parece conveniente hablar de esto con alguien más, adelante.

Mark era su familia, casi como un hermano menor al que amaba y en el que confiaba a ciegas, definitivamente tenía que decírselo. Pero ¿qué pasaba con JongIn?, ¿realmente confiaba en él?

—De acuerdo.

—Escucha atentamente, esto no será fácil de digerir.











°∆~•~∆°

KyungSoo regresó a la posada cargando dos cabezas más en sus hombros. Todo lo que había dicho Jay sonaba como al fin del mundo, y estaba por ocurrir pronto. Debía tomar un respiro, uno muy profundo, así que se sentó en la banca de la entrada. La noche se posaba sobre él, oscura, imponente y tenebrosa, con un cielo lleno de nubes negras y espesas. Tal y como lo pensaba, esta mañana se había levantado con un mal presagio y no estuvo equivocado.

Jay le había contado acerca de los experimentos que estaban haciendo con los híbridos. Años atrás habían comenzado con los híbridos abandonados, esos que se ocultaban en el bosque y que eran atrapados por los cazadores. No pudo evitar pensar en JongIn, quien llegó a su posada hace unos meses, lleno de heridas y desnutrido. Su destino pudo haber sido trágico de no ser porque la suerte estuvo de su lado. Jay también había dicho que ahora algunos humanos estaban comenzando a llevar a sus propios híbridos a cambio de un poco de dinero. El gobierno era quien financiaba estos experimentos con la finalidad de convertir a los híbridos en una especie de soldados, armas mortales que se enfrentarían en las futuras guerras. Querían hacer de Corea del Sur el país más poderoso e intocable del mundo. No obstante, todo se estaba saliendo de control, pues las pruebas no estaban yendo bien y muchos híbridos morían en el laboratorio o quedaban en un estado deplorable. Entre ellos ya se estaban comenzando a esparcir los rumores; las comunidades de híbridos discutían sobre esto, y aunque alzaban sus voces no estaban siendo escuchados.

Era algo obvio, sus derechos estaban escritos en arena.

Por eso, los híbridos que contaban con excelentes conexiones habían empezado a moverse dentro del gobierno. Obviamente, no por ellos mismos, sino por medio de humanos en los que confiaban y que estaban en contra de esta situación. Jay también era un agente dentro de una organización importante del país, no le confesó de cuál, pero KyungSoo podía sacar sus propias conclusiones.

¿Ahora qué seguía?

Una revolución sonaba a algo que solo podría encontrar en los libros de historia o en las películas, pero ahora era una realidad, su realidad.

Jay le ofreció un refugio para protegerse cuando todo estallara. Y sí, sonaba prometedor, pero KyungSoo tenía miedo. ¿Podría confiar en él?, ¿se encontraría a salvo en aquel lugar?, ¿quién se lo aseguraba?, ¿acaso Jay y sus aliados eran tan poderosos?

Odiaba hacerse tantas preguntas, pero de esa manera había evitado meterse en problemas muchas veces. Quizá podría lograrlo por su cuenta también, ¿no?

—¿Hyung? —KyungSoo alzó su mirada para encontrarse con Mark, quien lo observaba intrigado—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no entras? Te vas a congelar de frío.

—Mark...

—¿Qué pasa? ¿Por qué traes esa cara?

Un abrazo no le vendría mal en este momento, pero era demasiado orgulloso como para pedirlo.

—No pasa nada —dijo suspirando—. ¿Cenaron?

—TaeIl y yo lo hicimos, pero JongIn no ha salido de su habitación en todo el día —respondió—. Creo que su gripe empeoró.

Con lo que había pasado, KyungSoo olvidó que JongIn estaba enfermo.

—¿No has entrado a verlo?

—Pues sí, pero no deja de echarme ni bien me acerco a la puerta —afirmó el menor—. Insiste en no querer contagiarme.

El felino bufó.

—Qué tonto. Iré a verlo. Prepara una bandeja de comida, por favor.

Ambos entraron a la posada, separándose en el camino. Mark fue a servir la cena del lobo, mientras que KyungSoo fue a lavarse y a ponerse ropa de casa. Una vez que estuvo listo, el felino fue por la bandeja y se dirigió al cuarto que quedaba al lado del suyo.

Tocó la puerta un par de veces.

—JongIn, soy yo, abre —le ordenó, pero no obtuvo respuesta—. ¡Hey! ¿Te moriste? ¡Abre la puerta!

Más silencio fue la única respuesta que recibió. Llegando a su límite de paciencia, KyungSoo sacó la llave para abrir la puerta y la colocó en el picaporte, haciéndolo girar en una sola vuelta.

La habitación estaba oscura, iluminada tan solo por la tenue luz de la luna que entraba por la ventana. Encontró a JongIn sentado en la cama con los pies descalzos posados sobre el suelo. Tenía la cabeza hacia abajo y ni siquiera se había molestado en alzar la mirada hacia él. KyungSoo percibió el ambiente pesado, y un aroma peculiar inundó sus fosas nasales.

—Mierda...

—¿Qué haces aquí? —habló finalmente el híbrido lobo con una voz más grave y ronca.

KyungSoo tembló involuntariamente.

—Yo... ah... Mark me dijo que no habías comido en todo el día... Ya entiendo por qué...

Sus piernas encontraron la valentía que su cabeza había perdido para avanzar hacia adelante. Dejó la bandeja sobre la mesa de noche y encendió la lámpara. Pudo echarle un vistazo al rostro demacrado y la frente empapada de sudor del híbrido, quien respiraba pesadamente.

—Deberías irte —le aconsejó, escondiendo su rostro del felino.

Pero KyungSoo, ya sea por terco o porque había perdido un poco la razón, se quedó de pie junto a él y tomó su barbilla con una mano para hacer que lo viera. JongIn se dejó guiar por esa blanca y tersa mano, y lo miró. Sus ojos brillaban en un rojo claro e intenso, como dos finos rubíes recién pulidos.

—¿Tomaste tu medicina? —KyungSoo hizo la pregunta a lo que el lobo asintió—. ¿Necesitas ayuda?

Lo sintió tensarse bajo su agarre y lo vio apartar su mirada.

—No...

—¿Estás seguro?

JongIn volvió a mirarlo, esta vez con enfado.

—¿Qué quieres que te diga?

—La verdad.

El híbrido lobo bufó.

—¿La verdad? —el más bajó asintió—. La verdad es que me estoy aguantando las ganas de tirarte a la cama y hacerte mío toda la noche.

—¿Y qué te detiene?

—¿Q-Qué? No comprendo...

—Estás en celo y sé lo doloroso que es —dijo—, tú me ayudaste la otra vez.

JongIn negó varias veces con la cabeza.

—No. Si esto es porque te sientes en deuda, no lo hagas. Solo vete, que cada vez me cuesta más controlarme contigo aquí.

KyungSoo lo ignoró.

—Pero quiero hacerlo —insistió—. Quiero ayudarte, no para saldar ninguna cuenta, esta es mi elección.

—KyungSoo...

El nombrado tomó el rostro del lobo entre sus manos y le robó un beso para callarlo. Al separarse se vieron a los ojos, uno brillaba en un fuerte rojo lleno de deseo y anhelo, mientras que el otro resplandecía en un candente amarillo.

—No voy a dejarte tranquilo durante esta noche —dijo el lobo, atrapándolo entre sus brazos para llevarlo a la cama.

KyungSoo había tenido un día intenso. Se llenó de pura información de mierda que nada más le hacía estallar el cerebro y que alimentaba su ansiedad. Quería huir, quería dejar de pensar por un momento. La invitación del otro híbrido para devorarlo toda la noche no sonaba mal después de todo. Deseaba olvidar por un rato, quería olvidarse hasta de su nombre. Y aquí, bajo el toque agresivo, cargado de deseo y lujuria por parte de su inesperado amante, se encontraba llenando su mente de placer y éxtasis.

JongIn no estaba siendo delicado, su celo era salvaje y duro, y KyungSoo sentía que estaba siendo tragado por el enorme lobo, literalmente. Sus sentimientos estaban mezclados. Era inevitable sentir miedo y a la vez una explosión de anhelo en su corazón cuando JongIn lo miraba con esos grandes ojos al besarlo, como si quisiera no solo penetrar su cuerpo sino también su alma.

Las manos que recorrían su cuerpo y que lo estiraban por dentro eran grandes, fuertes y se sentían seguras. Poco a poco se fue embriagando también de su aroma que lo hacía sentir en casa. KyungSoo estaba deshaciéndose con los besos en el cuello, las lamidas en su pecho y las mordidas en su hombro. Podía sentir la desesperación del lobo por hacerlo completamente suyo, por no olvidar ningún rincón de su cuerpo, por conocer absolutamente todo de él.

Y le gustaba. Esta clase de atención que jamás había percibido, que nunca nadie había tenido para con él.

El celo era de JongIn, pero parecía que en realidad era de KyungSoo, pues a pesar de su excitación, que iba en aumento por su calor, intentaba ser cuidadoso y hacer que el felino se retorciera de placer. Una mordida por aquí y otra por allá no le eran suficientes, lo quería tener junto a él para siempre, que todo su ser gritara que era de su propiedad y que nadie más podría verlo de la misma forma que JongIn lo estaba viendo.

Las demandantes caricias y los besos desenfrenados se detuvieron de pronto cuando el moreno se separó un poco de él y quitó sus dedos del agujero del felino, quedando encima de su cuerpo para mirarlo fijamente con el miembro justo en su entrada.

—Esta es tu última oportunidad de huir, KyungSoo —le advirtió—, no voy a detenerme otra vez. Después de esta noche, no te dejaré huir lejos de mí.

La respuesta del felino fue simple y llegó más pronto de lo que pensó. KyungSoo lo rodeó con sus piernas para unir más sus cuerpos.

—Entonces, no lo hagas.

JongIn se arrojó hacia adelante para besarlo, mientras se adentraba poco a poco en su cavidad, llegando hasta lo más profundo de su ser. Las embestidas no tardaron en llegar, siendo erráticas y fuertes. KyungSoo sentía que podría explotar de mil formas esa noche.

Y no importaba cuantas veces lo hicieran, no interesaba si era tragado por la enorme bestia que tenía encima, tampoco importaba cuan dañado quedara su cuerpo luego de este encuentro. Nada cambiaría el hecho de que allá afuera el mundo se estaba cayendo a pedazos. Sin embargo, por una noche, tan solo una, fingiría que todo estaba bien y se dejaría devorar por el lobo feroz.

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