Un pequeño golpe seguido de un llanto rompió la tranquilidad de los Cullen. Hope, la cual empezaba gatear, se había chocado contra una esquina de la lujosa mesa de café que su abuela había colocado en el salón.

-¡Te dije que había que colocar protectores en esas esquinas, Alice! –casi gruñó Edward, el cual ya tenía a su sobrina en brazos. Era la primera vez desde que Hope había llegado a casa que Rosalie y Emmett se separaban de ella, dejándola al cuidado del resto de la familia, principalmente de Edward.

-¡Lo siento! No estoy acostumbrada a tener que adivinar qué va a pasar. –aún se sentía frustrada por no poder ver el futuro de la pequeña. La principal teoría era que al ser una criatura única su futuro también estaba velado.

-¿Eso es sangre? –preguntó Jasper, más preocupado por su sobrina que por la sangre en sí.

Nada más llegar a casa la noche de hacía varios meses habían descubierto que Hope no olía como ningún ser humano normal. Y, por lo tanto, ninguna de ellos se sentía atraído por su sangre.

Eso hizo las cosas mucho más fáciles.

-Dios mío, Rosalie nos va a matar. –Edward miraba la pequeña herida de la frente de su sobrina como si fuera la peor herida que había visto nunca. El llanto se había transformado en un pequeño sollozo, más por ver la cara preocupada de sus tíos que por el dolor en sí.

-¿Deberíamos llamar a Carlisle? ¿Necesitará puntos? –Alice disparaba sus preguntas escudriñando la cara de Hope para ver si había alguna otra herida.

-Sólo es una pequeña herida, chicos. –Esme irrumpió en el salón con una sombra de diversión en sus ojos. Era la única que tenía experiencia con bebés, aunque había perdido al suyo siglos atrás aún recordaba lo que era cuidar de uno. Y amarlo. Como amaba a su nieta.

Le extendió un paquete de pequeñas tiritas a Jasper, que lo cogió con el ceño ligeramente fruncido por la confusión.

-Sólo ponle una en la frente. –explicó Esme pacientemente.- Si le das calma será más fácil hacerlo.

Era el único don que la naturaleza de Hope parecía aceptar, además del de Edward pero era tan pequeña que sus pensamientos no eran demasiado claros.

Sin dejar de estar bien sujeta por los brazos fríos pero amorosos de su tío Edward, Jasper le colocó una pequeña tirita de colores chillones en la frente. La niña soltó una risa burbujeante, invadida por la calma de Jasper. El dolor y el susto del golpe ya no era más que un recuerdo.

Alice aplaudió cuando Hope la miró con sus enormes ojos claros. Eso hizo que la niña volviera a reír.

-Estás preciosa, peque. –dictaminó Alice mientras Edward le daba un beso en la frente.

***

Emmett y Rosalie llegaron un par de horas después, felices de tener un poco de tiempo para sí pero deseosos de volver a ver a su hija. Rose no llevaba bien la separación.

-¿Por qué está la mesa de café en la basura? –preguntó Emmett, confundido al ver la mesa de café partida por la mitad en la entrada de la casa.

Pero Rosalie no contestó, estaba demasiado ocupada en casi correr hacia el interior de la casa. Se acercó a la cuna de la habitación de Hope, donde la niña dormía plácidamente, ajena a la preocupación que estaba invadiendo a su madre al ver su colorida tirita.

-¡Edward Cullen! –siseó Rosalie, quería gritar pero no quería despertar a su hija. El sonido del piano cesó de golpe en la planta baja.

Pasaría tiempo hasta que dejaran a Edward ser niñero de nuevo.

Edward está en problemas😅

Recordar darle amor, nos leemos!🥰