
El incidente
Los años pasaron y la niña que fue Hope una vez dio paso a una adolescente. Una adolescente divertida e inteligente, con un sentido muy afilado de la ironía (aprendido de la mejor, su madre) y una gran habilidad para los videojuegos (de su padre, claramente).
Pero también era una chica sin demasiados amigos. A sus dieciséis años todas las amistades que había podido formar eran pasajeras dado que se mudaban cada poco tiempo. Lo máximo que habían estado en un mismo lugar eran dos años.
Nunca usaba su magia pero con cada año que pasaba la sentía más en su interior, pulsando por salir, por dejar de contenerla. La magia era parte de ella, y ocultarla era antinatural. Pero aún así lo hacía. Por mantenerse segura, por mantener segura a su familia.
El día del incidente era un jueves como otro cualquiera. Estaban en el gimnasio, la mayoría de las chicas practicaban sus coreografías para el casting para animadoras. Otros simplemente pasaban el rato charlando y fingiendo hacer algún tipo de ejercicio cuando el profesor los miraba.
Hope observaba a las chicas ensayando. Nadie la había invitado a unirse al grupo así que se había quedado en una esquina, junto a otro par de compañeras igual de marginadas que ellas. En ese instituto no eran especialmente amables y no veía la hora de largarse de allí.
En un momento dado lanzaron a una de las chicas al aire. Les faltaba práctica ya que su cuerpo ascendió alto. Muy alto. Estaba claro que la chica no tenía ni idea de cómo aterrizar ante el rostro de terror que tenía al ascender.
Fue cuestión de segundos.
Hope sabía que no aterrizaría bien. Lo podía sentir.
Se arrancó la pulsera de oro y sintió como si la magia la desbordara, como si saliera de ella a raudales. Una repentina brisa agitó el pelo de las alumnas que sólo podían ver aterradas la inminente caída y la colchoneta que estaba apenas a un centímetro de distancia. Lo suficientemente cerca pero también lo suficientemente lejos como para suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
La chica cayó en la colchoneta con un golpe sordo mientras Hope soltaba un suspiro. Un suspiro de alivio y satisfacción. La multitud rodeó a la asustada chica que ahora se levantaba de la colchoneta temblando de miedo. Se había torcido la muñeca, la cual se agarraba con una mueca de dolor. Pero la muñeca no era el cuello. No era mortal.
Nadie se había dado cuenta de lo que había hecho. Ni siquiera las chicas que había a su lado, su atención demasiado centrada en la casi desgracia que habían presenciado.
Fue sólo cuestión de segundos.
Hope había salvado una vida.
Hope había hecho magia.
***
Hope no podía quitarse la sensación de que había hecho algo terriblemente mal. Bueno, desde luego salvar a alguien no estaba mal. Pero había hecho magia. Los siguientes días se los pasó esperando que cualquier potencial asesino saltara desde cualquier lado hacia ella.
Por supuesto no le dijo a nadie lo que había hecho. Cuando su tío Jasper le preguntó por qué estaba tan tensa le dijo que era por el examen de física y cuando su tío Edward le preguntó por qué no paraba de pensar en la misma canción una y otra vez (truco que aprendió de su tía Alice para evitar pensamientos que no querían que fueran leídos) ella le soltó:
-¿Acaso no puede estar una chica obsesionada con una canción?
Pero conforme los días se transformaron en semanas, se fue calmando. Quizás no había sido para tanto, quizás se necesitaba mucha más magia para ser localizada. Se relajó tanto que se permitió estar emocionada por la fiesta de Halloween que celebraba el instituto.
-¿De qué irás disfrazada? –quiso saber Emmett cuando le contó lo de la fiesta.
-De vampira, por supuesto. –respondió con una sonrisita irónica que hizo soltar una carcajada a su padre.
Su tía Alice y su madre le ayudaron con el vestido. Una delicada prenda de color rojo sangre que llegaba hasta casi sus pies y que adaptaba a su cuerpo, realzando unas curvas que apenas acababan de surgir en su cuerpo.
-¿No es demasiado...sexy? –comentó Emmett cuando la vio bajar las escaleras. Su rostro tenuemente maquillado contrastaba con los labios coloreados con el mismo tono que el vestido.
Hope puso los ojos en blanco.
-Es Halloween, papá. Todo el mundo va sexy.
-Estoy bastante seguro de que ese no es el objetivo de Halloween. –escuchó murmurar a Edward mientras Jasper asentía y Esme los acallaba con un gesto, con la cámara de fotos en la mano después de haberle hecho unas cuantas a su nieta antes de bajar.
-Todo el mundo quiere presumir al menos una vez. –la defendió su madre mientras le colocaba el pelo por detrás de los hombros, haciendo que cayera en suaves hondas por su espalda. –Además, está elegante, no sexy.
Emmett se encogió de hombros, alzando las manos en son de paz.
-Estás preciosa, si no es obvio. –comentó su padre, ganándose una sonrisa radiante de parte de su hija.
-Nada de alcohol. –le recordó Rosalie. –Nada de drogas.
-¡Mamá! –recriminó la chica.
-Tu abuelo está haciendo guardia en el hospital así que si vas allí borracha, lo sabremos. –le recordó Emmett con cierto humor.
-Genial, no iré al hospital. –replicó ella sacándole la lengua, a lo que su padre respondió con el mismo gesto.
Alice se metió en medio de la pequeña discusión, alzando las llaves de su propio automóvil.
-Lo quiere devuelta entero, ¿entendido? –su ceño se frunció un poco, dándole el aspecto de una pequeña hada frustrada. –Aún odio no ver lo que va a pasar.
-No va a pasar nada, tía Alice. –la tranquilizó Hope, la cual le sacaba varios centímetros de altura, en especial con los tacones puestos, mientras tomaba las llaves. Le dio un beso en la mejilla, y el gesto de Alice cambió a uno mucho más alegre para después colocarse los colmillos de mentira. –Gracias.
Llegar en su propio coche y con el atuendo que llevaba le granjeó unos cuantas miradas de admiración, otras cuantas de envidia. No tenía amigos en ese instituto pero sí unos cuantos conocidos que buscó entra la multitud del gimnasio.
Era complicado encontrar a alguien entre las telarañas colgantes, las luces que cambiaban de color de una manera algo mareante y los esqueletos que estaban casi por cualquier sitio. En serio, ¿de dónde habían sacado tantos esqueletos?
Después de varios minutos por fin encontró a dos de las chicas con las que solía compartir mesa en clase de biología. Admiraron su vestimenta y ella admiró sus disfraces a su vez. Bebieron ponche y bailaron lo mejor que pudieron entre los demás alumnos.
Pero en un momento dado Hope sintió que necesitaba respirar. Se excusó ante las chicas y atravesó la marea de gente para salir del gimnasio. Pero la puerta también estaba llena de gente que había tenido la misma idea que ella.
Con un suspiro de resignación decidió rodear a todo esa gente y alejarse un poco más hacia la parte de atrás del gimnasio, donde el césped empezaba dar paso al bosque. Sus tacones eran algo inestables entre la hojarasca pero por fin pudo respirar de forma honda.
Hacía una noche bonita, fría pero con el cielo despejado. Se sentó en uno de los bancos de piedra que solían usar para comer durante el día y alzó su mirada hacia el titilante cielo nocturno. Había algo relajante en dejarse rodear por la inmensidad de esas pequeñas luces.
De repente el crujido de una rama al romperse a su espalda la sobresaltó. Se giró deprisa. No había nadie allí, sólo la densa oscuridad del bosque.
Pero podía sentirlo. Alguien la observaba.
Se levantó de golpe, escrutando la espesura.
-¿Hola?
Sólo obtuvo silencio.
Sin perder tiempo, corrió hacia donde estaba el resto de gesto. Buscó con dedos temblorosos las llaves de su coche y sólo se permitió respirar cuando estuvo en su interior. Arrancó el motor y dejó que el ruido la relajara mientras se alejaba del instituto.
¿Y si había alguien espiándola? ¿Y si la habían localizado? Pensó en su familia. El pánico fue como un cuchillo de hielo clavado en su estómago. Sin pensarlo marcó el número de su madre.
-¿Hope? ¿Va todo bien?
La voz de su madre le hizo soltar un suspiro de alivio mientras tenía la vista clavada en la carretera.
-Sí, sí, sólo quería decirte que ya voy para ca...OH, MIERDA.
Una figura acababa de aparecer en mitad de la carretera. Hope dio un volantazo mientras su madre gritaba que qué estaba pasando. El coche se salió de la vía, Hope intentó controlarlo pero los frenos no respondían. Sólo pudo ver con impotencia cómo los árboles se acercaban, cómo el coche chocaba contra uno de ellos con violencia.
El cinturón de seguridad la mantuvo en su sitio pero no impidió que su cabeza chocara contra el volante y que la oscuridad la tragara.
-HOPE. HOPE.
La voz de su madre la trajo de la inconsciencia. Con un quejido, alzó la cabeza. El capó estaba lleno de humo y la sangre le corría por un lado de la cara. La cabeza le iba a estallar pero se las apañó para desabrocharse el cinturón y salir del coche dando tumbos.
-Hope Mikaelson.
Esa voz no era de su madre, la cual ya había dejado de gritar a través de su teléfono. Se giró, lo que le provocó un vértigo que le hizo querer vomitar, para ver a la misma figura que había en la carretera. Estaba segura de que era la misma
Una mujer alta y delgada que la observaba con atención. Sus rasgos eran duros, todo en ella parecía afilado: su nariz, su mandíbula y la forma en la que la miraba.
-La pequeña aberración de los Mikaelson.
La mujer alzó la mano y Hope voló hacia un lado. Gritó de dolor cuando se chocó contra el tronco más cercano. Una bruja. Una bruja la había encontrado.
Notó el sabor de la sangre en la boca mientras intentaba desesperadamente levantarse. La bruja se acercaba, escuchaba sus pasos sobre las hojas secas. Se quitó la pulsera con desesperación pero cuando iba a alzar su mano, un pie pateó su estómago.
Se dobló sobre sí misma por el dolor. La bruja se agachó, quedándose en cuclillas delante de ella hasta que sus ojos se encontraron. Estaba disfrutando de ello, disfrutando de su dolor. Tan distraída en su deleite que no notaba cómo Hope aferraba el anillo que su madre le había regalado por su cumpleaños.
Mamá, por favor, ¿para qué voy a necesitar un anillo con una pequeña navaja en él? Es de locos.
Nunca se sabe, cariño
-Eres la Mikaelson más patética que he conocido.
El recuerdo de su madre la calentó por dentro, le dio valentía.
-Soy una Cullen, zorra. –siseó, y en un solo movimiento le clavó la pequeña arma en el cuello a la bruja. Justo en un punto mortal.
Soy muy fan de nuestra Hope Cullen, lo admito🙈
¿Qué os ha parecido? Recordar darle amor y comentar si os apetece, nos leemos!🥰🥰
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