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Uno

Trató de no mostrar el desprecio que sentía en su rostro.

¿Qué tenía esta mujer que su madre no tuvo todo este tiempo? Ahora que la estaba viendo en persona, decidió que ella era casi demasiado simple. Tenía el pelo de color arena, la piel ligeramente bronceada y pecas salpicadas sobre la nariz. Pero vestía ropas que parecían haber salido de una pasarela, la altura de sus tacones y un vestido veraniego rosa melocotón casi demasiado lindos para ser usados tan casualmente como estaba ella. Sus ojos eran de un bonito tono azul, y tenía que admitir que eran bastante encantadores, pero eso era todo lo que encontraba agradable de su apariencia.

Por supuesto, no sabía nada de su personalidad, pero pronto lo averiguaría.

—Minho —su padre intervino, de pie al lado de la mujer—. Saluda a tu madrastra —dijo, afortunadamente usando coreano cuando habló.

El adolescente no sabía mucho inglés. Podía leerlo si no estaba distraído, pero hablarlo no había sido tan esencial en su vida hasta el momento. Sin embargo, ahora que estaba viviendo en Australia, su padre le había dicho que usara el inglés, a menos que el coreano fuera la única opción, lo que no sería demasiado según el hombre mayor.

Así que con eso en mente, sonrió de una manera asquerosamente dulce -y falsa- mientras saludaba a la esposa australiana de su padre en el mejor inglés que pudo improvisar; incluso se inclinó por costumbre. Ella se vio un poco nerviosa por eso, pero a Minho no pudo importarle menos.

Esta era la misma mujer por la que su padre había llamado a Corea hace cinco años para informarle a su madre que su relación había terminado de una vez por todas. Que nunca volvería a ellos. Era la mujer que causó que su madre cayera en una depresión tan profunda por tanto tiempo. No hacía falta decir que esta mujer no le agradaba para nada, porque en palabras de su madre: "el odio es una palabra muy fuerte, nunca debe usarse a la ligera".

Dirigiéndose a su padre, Minho se excusó y subió las escaleras para regresar al santuario de su nueva habitación.

Durante quince días había estado en la casa lujosa y demasiado grande de su padre, pero no era fácil acostumbrarse y todavía se le hacía difícil. Ahora que la esposa de su padre volvía a casa después de una convención en Sídney, las cosas solo se habían vuelto más incómodas para él.

No solo eso, sino que la habitación que tenía ahora era aburrida, carecía del color y el ordenado caos que su habitación en Corea tenía en las paredes y el piso. Había una cama doble con sosas sábanas, un escritorio al otro lado de la habitación con una silla giratoria, y en dicho escritorio estaba la nueva laptop que su padre le había comprado hace unos días, lo que él apreció, pero deseaba poder devolverle. Había desempacado la mayoría de sus pertenencias, pero todavía había muchas en cajas y en su maleta.

Aún no quería desempacar por completo, sino sentiría que esta mudanza sería definitiva. Que regresar a Corea para siempre no ocurriría durante un largo tiempo, no hasta que al menos hubiera terminado la escuela, ya que no había completado la preparatoria. Peor aún era que tenía que comenzar de nuevo el año en la secundaria australiana que su padre había escogido a pesar de que casi había completado ese grado en Corea. Así que tenía otros dos años antes de graduarse, por no hablar de ganar suficiente dinero para regresar a su país.

Solo la idea se sintió como una eternidad.

Cuando era más joven, siempre había querido visitar Australia. Se veía tan tranquilo y emocionante, las aventuras que podría tener allí. Pero nunca había querido que fuese así. Quería que su madre estuviera allí con él, pero no era posible. No era justo.

Para tratar de crear una sensación de familiaridad, colocó marcos con fotos en todas las superficies de la habitación para que pudiera ver su rostro sonriente y afectuoso. El rostro de su madre. Agarró una de las fotografías de su mesita de noche, tomada en su cumpleaños justo antes de que ella falleciera, donde él había tenido una pequeña fiesta en el hospital para que la mujer pudiera estar allí a su lado. Ambos estaban sonriéndole a la cámara con el pastel en la bandeja del hospital, las velas encendidas e iluminando su nombre con el brillo dorado.

Minho ahogó un sollozo mientras se derrumbaba sobre la cama, arrojando la foto a un costado y cubriéndose la cara con las manos.

—Mamá... —gimoteó—. ¿Por qué tuviste que irte...? ¿Por qué me dejaste? —suplicó, las lágrimas corriendo por sus mejillas mientras se sorbía la nariz que goteaba.

Él solo la quería de vuelta, ¿era eso demasiado pedir? ¿Era realmente la vida tan cruel e injusta que sentía la necesidad de torturarlo de esta manera?

Su madre había muerto, por lo que fue enviado a vivir con el hombre que lo abandonó. Sus abuelos en Corea habían tratado de obtener la custodia de su amado nieto, pero al final no ganaban lo suficiente como para sentir que podían apoyarlo en toda su extensión. Le enviaban correos cada pocos días para contarle cómo estaban y que siempre estaban pensando en él, pero no podía responder ya que no tenía nada que decir que no les preocupara.

—¿Minho?

Al darse cuenta de que ya no estaba solo, se limpió apresuradamente las mejillas y se sentó en la cama. La mujer, Shayla, estaba de pie en la puerta de su cuarto, con los ojos yendo de un lado a otro, como si estuviera debatiendo si le estaba permitido siquiera estar parada en su habitación, mucho menos hablar con él.

—¿Q-qué tal te estás adaptando? —preguntó, casi demasiado despacio, mientras daba un paso hacia el interior de la habitación.

Minho frunció el ceño e intentó responder rápido pero casualmente, como si no le tomara mucho esfuerzo.

—Bien, gracias —murmuró, esperando que su tono fuera suficiente para que ella lo dejara en paz sin que él dijera las palabras y se metiera en problemas con su padre.

Shayla suspiró.

—Cariño... sé que no te agrado mucho... si hubiera sabido desde el principio que... bueno. No creo que me creas aunque lo explique. Pero cualquier cosa que necesites mientras estés aquí, siempre estoy cerca, puedes pedirme ayuda o simplemente hablar conmigo. Prometo que te escucharé. Sin importar lo que tengas que decir.

Él le echó un vistazo desde debajo de su oscuro flequillo y se limitó a mirarla fijamente. ¿Cómo se atrevía la mujer a suponer que él querría hablar con ella de todas las personas?

Preferiría hablar con su padre.

No le llevó mucho tiempo a Shayla darse cuenta de que ya no era bienvenida en la habitación del adolescente y rápidamente se fue con un comentario sobre que la cena estaría lista pronto y que bajara cuando tuviese hambre.

Minho apenas respondió al comentario y se recostó en la cama con los ojos cerrados, con la esperanza de que ese día se acabara más rápido si se la pasaba durmiendo.

Ya había decidido que lo mejor de la casa era el aire acondicionado. Llegar de un invierno coreano y salir de un aeropuerto en medio de un verano australiano había sido como una bofetada en la cara. Nunca había sentido tanta intensidad del sol o la humedad que colgaba tan espesamente en el aire. El viento ni siquiera había sido frío ese día, lo que era como un factor triple de elementos tortuosos que lo dejaron sin aliento.

Había dejado la casa solo un puñado de veces en el último mes y era obvio que su padre y Shayla habían intentado involucrarlo en otras actividades, como ir a la playa, mostrarle la ciudad y ver una película en el cine. Todo lo cual Minho detestaba y seguía a regañadientes solo por ser cortés. De vuelta en Corea, Minho había sido un chico que amaba el exterior. No quería nada más que salir y moverse, los deportes su cosa favorita en el mundo, fútbol en la parte superior de esa lista.

Pero después de la muerte de su madre, perdió esa pasión que solía tener, la acción que alguna vez había anhelado en su vida. Ahora solo quería sentarse y deprimirse.

Para ganarse la renta, Minho aceptó ayudar en un restaurante de su padre. Era un restaurante de fusión coreana y china, pero la verdad es que la mayoría de la comida se veía china a sus ojos. Parecía que el restaurante estaba excesivamente lleno la mayor parte del tiempo, con montones de clientes entrando todos a la vez y el teléfono sonando sin parar, lo que lo mantuvo bastante nervioso en sus primeros turnos, pero ahora ya se había acostumbrado. Se encargaba de la caja registradora, tomando órdenes de los clientes que comían en el lugar y los que pedían para llevar, por lo que su inglés mejoró un poco, aunque en realidad no necesitaba hablar demasiado, por lo que aún tenía problemas en esa área. Solamente tenía que repetir la mayoría de las frases una y otra vez, por lo que también faltaba variedad.

Pero pensó que cuanto más tiempo permaneciera en Australia, más rápido mejoraría su inglés y que tal vez, solo tal vez, podría funcionar en esta sociedad sin que la gente se frustrara con él mientras trataban de entender lo que estaba diciendo y viceversa.

No logró dormir mucho antes de que su padre lo llamara abajo por un asunto relacionado con la muerte de su madre y el testamento que dejó. El hombre estaba enojado porque no fue mencionado en el testamento ya que no había sido contactado para nada y exigió saber por qué. Presionó y presionó a Minho, lo que solo hizo que el humor del adolescente cayera a un nivel más bajo mientras que su padre hablaba de la situación como si fuera una transacción comercial. Todo el dinero y los términos inútiles no tenían sentido para él.

Minho se disculpó a mitad de una de las oraciones de su padre, que había comenzado con "tus abuelos", y corrió de vuelta a su habitación, cerrando la puerta de un golpe antes de que sus lágrimas fueran visibles.

No cenó esa noche.


~*~


Había optado por esconderse en su habitación durante el día y aventurarse al piso de abajo cuando tenía hambre en la noche, pero el aislamiento lo estaba matando. En Corea solía tener tantos amigos, pero simplemente cortó la comunicación con todos ellos después de que se mudó. ¿Cómo podía dejar que lo vieran así? Se sentía patético, llorón y no como quien solía ser.

Él tampoco querría ser amigo suyo.

Unos días después cerca a la medianoche bajó sigilosamente por las escaleras hacia la cocina, pero se congeló, con los ojos muy abiertos al darse cuenta de que alguien estaba sentado en un taburete frente al mostrador del desayuno. Shayla tenía la cara en sus manos y sus hombros temblaban suavemente, una taza humeante reposaba en la barra cerca de su codo.

Minho dio un paso atrás, planeando regresar a su habitación, cuando una tabla del piso crujió debajo suyo y la cabeza de Shayla se alzó bruscamente. Congelándose de nuevo, volvió a mirar directamente a los ojos de la mujer, que estaban ligeramente rojos e hinchados.

—Mi-Minho, ¿qué haces despierto aún? —preguntó en voz baja.

Su mirada de sorpresa se convirtió en una levemente hastiada, demasiado cansado para darle la completa, como solía hacer, y no tenía el corazón para fulminar con los ojos a alguien hasta tal punto cuando claramente se sentían mal por algo. Tampoco le importaba preguntar, no era de su incumbencia.

—Nada —respondió, ingresando por completo a la cocina para buscar algo de comer en la despensa.

—¿Tienes hambre? —se percató ella—. Te haré algo —insistió, deslizándose del taburete y moviéndose hacia la estufa.

—No te molestes —dijo Minho, agarrando una bolsa de patatas fritas que encontró—. No necesito que cocines para mí —añadió, cerrando la puerta de la despensa.

Shayla frunció los labios.

—Sé que no me necesitas a mí también... pero cuando viniste acepté cuidar de ti y durante todo este tiempo, Minho, es todo lo que he estado haciendo. Prometo que no estoy fingiendo nada. —Ella suspiró—. Si tu padre no hubiera tirado la comida que guardé para ti, entonces la calentaría de nuevo.

—Puedo cuidarme solo.

—Sé que puedes, pero estás de luto, Minho. Entiendo perfectamente lo que estás sintiendo y por lo que estás pasando. Lo último que quiero es que dejes de comer.

—Como bien.

Ella dejó escapar un largo suspiro, dándose cuenta de que no estaba llegando a él.

—Bueno. Lo entiendo. Necesitas más tiempo, pero todo lo que dije antes fue en serio. Si necesitas hablar, soy todo oídos, cuando te sientas listo.

Minho optó por irse antes de que algo más fuera dicho.

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N/T: Y oficialmente empezamos con este fic.

Perdón por la demora. Quise enfocarme en terminar primero LTRY, y ahora que eso está hecho, pues me verán aquí.✨

Un capítulo de introducción para conocer más a Minho, en el próximo tal vez conozca a alguien interesante~👀🌱🐬

Un comentario me animaría mucho, me gusta leer qué piensan. Trataré de actualizar todas las semanas como antes. Solo espero organizar bien mi tiempo con las clases.😭

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