Dos
La semana siguiente pasó un poco más fácil de lo que esperaba. Aprendió un poco más de inglés viendo televisión durante el día y películas que encontró en el gabinete de la sala de estar. La mayoría de las tramas seguían siendo un misterio para él, ya que los actores hablaban tan rápido que todavía no podía seguirles el ritmo como le gustaría y eso lo dejaba frustrado.
Algunos de los clientes que visitaban el restaurante con frecuencia recordaban su nombre y le daban tiempo mientras él se concentraba en comprender las órdenes, pero había veces en que necesitaba ayuda, lo que lo dejaba sintiéndose humillado a pesar de las alentadoras palabras que los clientes le decían.
No entendía la mayoría de lo que hablaban de todos modos.
Como algo bueno, incluso cenó con su padre y su esposa dos de los seis días que siguieron. Lo veía como una mejora, ya que no había comido nada con ellos al principio. Los otros días esperaba a que estuvieran dormidos antes de ir de puntillas hasta la cocina y encontrar un plato de comida con solo su nombre escrito con letra femenina en una nota.
Minho no estaba seguro de si le gustaba ser mimado de esta manera por la mujer que le arruinó la vida a su madre, especialmente después de que él le había dicho que no quería su comida, pero al final se moría de hambre y se lo terminaba de todas maneras.
También había momentos en que se encontraba en casa y Shayla aún estaba cerca aunque su padre no estuviera allí. Por lo general, mantenían un mutuo silencio entre ellos cada vez que se cruzaban, pero a veces la mujer intentaba hablar con él y eso lo volvía loco. Una o dos veces incluso la escuchó acercarse hasta su habitación y detenerse en la puerta, vacilando antes de irse rápidamente. Ella estaba tan decidida a actuar como una madre que lo ofendía. Él ya tenía una madre y otra no era necesaria, especialmente cuando no había pedido una.
Aparte de eso, había una barrera definida entre él y los adultos con los que vivía y estaba perfectamente bien con eso.
~*~
Ese viernes fue el más caluroso en décadas, la temperatura más alta registrada alguna vez en esa ciudad. Se encontraban a más de cuarenta grados centígrados con altos niveles de humedad y el sol abrasando la atmósfera. Los incendios forestales se propagaban hacia el oeste y el sur en los estados más bajos del país, quemando implacablemente casas y acres de matorrales. De lo que Minho pudo descifrar a partir de las noticias, era una devastación absoluta que sucedía anualmente en diferentes áreas de Australia. Estaba contento de que tales cosas no estuvieran predichas para el lugar donde vivía en ese momento.
Solo en casa ese día, planeaba pasar el día entero adentro, disfrutando de los efectos refrescantes del aire acondicionado mientras leía un libro que ya había leído un millón de veces. Entonces, como si el destino se estuviera riendo de él, el aire acondicionado dejó de funcionar. Llamó a su padre y, después de que Shayla se encargó de hacer unas llamadas, un técnico fue programado para arreglarlo al día siguiente, pero no había nada que pudiera hacer hasta entonces.
Minho se estaba derritiendo en su habitación cuando recordó que había una piscina en el patio trasero.
Ansioso por escapar del calor sofocante, se vistió con unas bermudas que nunca había usado antes y una camiseta delgada. Encontró una toalla de playa en el armario del pasillo y se colocó un poco de protector solar para asegurarse de que no se quemara bajo el penetrante sol. Una vez que llegó al patio trasero, aceleró el paso cuando sintió lo caliente del concreto debajo de sus pies descalzos, corriendo hacia el área con sombra cerca de la piscina. Arrojando su toalla sobre una de las sillas reclinables, evaluó la temperatura del agua con su pie y sonrió.
Era perfecta.
Se preparó en el borde de la piscina y luego se zambulló de un salto.
El agua no estaba exactamente fría, pero tampoco tan caliente como un baño. El líquido se sentía refrescante en su sudorosa piel ya que la temperatura era aún menor que el aire y eso fue suficiente para que Minho suspirara cuando volvió a la superficie, como si hubiera estado en llamas antes de saltar dentro.
La gran piscina era tan lujosa como la casa, rodeada de pavimento de piedra arenisca con forma irregular y bordes ovalados, formada por tres piscinas con diferentes profundidades conectadas entre sí para varios propósitos, todo hecho de piedra y azulejos azules. Sobre una parte de la piscina había un gran toldo, proyectando sombra sobre más de la mitad del agua, bloqueando la intensidad del sol.
La más grande de las tres era rectangular e incluso tenía una línea en el lado más apartado para hacer largos. Era la piscina más profunda también, más honda que su cuerpo entero con los brazos extendidos sobre su cabeza; lo descubrió cuando se sumergió para tocar el fondo con sus pies. La siguiente piscina no era tan grande, pero estaba dividida por la mitad, con un borde incorporado que dejaba espacio suficiente para sentarse y descansar sin que se hundiera o saliera flotando en el suave oleaje. La piscina más pequeña era en realidad un jacuzzi. Era redondo, con un asiento alrededor de la circunferencia y chorros alineados en las paredes. Si supiera cómo prenderlo lo habría hecho, pero por el momento decidió nadar unos cuantos tramos y luego relajarse en el borde a la sombra de la piscina más pequeña.
No había hecho mucha natación en casa, pero sabía cómo nadar desde que era niño, aprendiendo en la piscina techada en los suburbios del sur de Seúl. Después de completar una docena de vueltas casuales, se movió a la piscina más pequeña y menos profunda, un quiebre en el concreto creando una cascada hacia la más grande.
Era lo suficientemente ancha para que se deslizara y pasara sin problemas, pero cuando se acercó sintió que algo cambió, como lo que sentías cuando otra persona pasaba a tu lado y la corriente chocaba contra tus piernas. Pero él estaba solo en la piscina.
Congelándose, se mantuvo tan quieto como pudo, de pie en el agua poco profunda que le llegaba hasta la cintura y esperó. No sabía lo que estaba esperando, pero todavía estaba sobresaltado y parecía que era lo que tenía que hacer. Mirando fijamente el agua que lo rodeaba, buscó cualquier movimiento o evidencia de que había algo allí.
No había nada. Absolutamente nada.
Decidiendo que era solo su imaginación jugándole bromas, se alzó con sus brazos hasta la piscina menos honda y se recostó en el borde inclinado para descansar.
Cuánto tiempo permaneció allí tumbado, no estaba seguro, pero cuando abrió los ojos, todo se veía un poco más oscuro, sombras de color púrpura y naranja cruzando el cielo azul. Bostezando, se deslizó fuera del asiento y regresó a la piscina más grande para nadar unos cuantos largos antes de salir. Se movió a través del agua a un ritmo rápido, jadeando de cansancio al terminar y quitándose el cabello de la cara.
Estaba a punto de salir, la sospechosa presencia olvidada hasta que sintió el oleaje de una corriente golpear contra él otra vez. Paró de inmediato, manteniéndose a flote en el extremo más profundo, con pánico en sus ojos mientras miraba frenéticamente alrededor de la piscina.
Aún nada.
Olvidando todo el desprecio por su padre, Minho saltó fuera del agua y, luego de tirar una toalla sobre sus hombros, entró corriendo a la casa. Encontró a su padre en la cocina preparando la cena con Shayla.
—¡Papá, hay algo en la piscina! —afirmó, olvidándose de usar el inglés como le habían dicho en su estado de pánico.
—¿Qué? —susurró la mujer, ojos confusos mientras miraba a su marido por una traducción.
—En inglés, Minho —su padre le recordó.
El joven suspiró de frustración y repitió su declaración en el lenguaje confuso.
Su padre lo miró con incredulidad.
—No entiendo.
—¡Hay algo en esa piscina! —insistió Minho, señalando con un dedo en la dirección del cuerpo de agua—. Estaba nadando y pasó a mi lado. Lo sentí en mi pierna.
—¿Pudiste ver qué era, cariño? —preguntó Shayla, preocupación e inquietud en su rostro. Pero para Minho todo era condescendiente.
Sin embargo, sabía que si no le respondía, recibiría una gran bronca de parte de su padre.
—No. Es por eso que estoy tan confundido.
El hombre mayor suspiró con exasperación y colocó el cuchillo que sostenía sobre el mostrador antes de salir por la puerta trasera, yendo hacia la piscina, Minho y Shayla siguiéndolo de cerca.
En la humedad duradera de la tarde, los tres observaron el agua de la piscina en busca de algo que ni siquiera sabían qué era, pero no había nada allí. No encontraron nada fuera de lo normal.
Cansado de estar arrodillado sobre la piedra incómoda, el padre de Minho se puso de pie otra vez, mirando al chico con el ceño fruncido.
—Creo que has estado imaginando cosas, Minho. Perdiendo el tiempo con esos videojuegos y metiéndote mucho en ellos.
—No es cierto —insistió el menor—. Nunca inventaría algo así. Realmente sentí algo.
—Tal vez deberíamos investigar, cariño —sugirió Shayla suavemente, poniendo una mano sobre el hombro de su esposo—. He oído hablar de peces y cosas así que pueden camuflarse. No hemos usado la piscina desde la tormenta el verano pasado, ¿quizás algo entró en ese entonces?
—No hay nada que pueda sobrevivir en ese entorno. Hay cloro y todo tipo de sustancias químicas ahí —el hombre declaró con rotundidad, caminando hacia la casa—. Ahora, terminemos de preparar la cena.
—Papá-
—No más, Minho. No voy a escuchar más de estas tonterías de ti. Mantén estos jueguitos para ti solo —dijo, entrando de nuevo en la casa.
Shayla suspiró.
—¿Tal vez no deberías nadar allí por un tiempo, cielo?
Minho la miró con fastidio. ¿Realmente creía ella que a él le importaba su opinión? Siguió a su padre a la casa, pero subió a ducharse antes de regresar a la soledad de su habitación.
Más tarde esa noche, Shayla le llevó un plato de comida, pero él se negó, diciéndole groseramente que prefería morir de hambre, antes de cerrarle la puerta en la cara.
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N/T: Un capítulo cortito, pero lo subí a tiempo, eh.
(Que sea así siempre por favor.)
¿Quién estará debajo del agua?👀🐬
No se olviden de comentar. Nos leemos pronto, que tengan bonita semana.💖
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