epílogo
Las noticias corrieron con rapidez por todo el reino.
Provocó que sus padres se reunieran para hablar al respecto, limar asperezas con los familiares y, finalmente, cerrar el caso.
JongIn había cometido un delito por honor, y en su cultura y su raza, era nada más que natural e incluso necesario.
No hubo levantamientos en el pueblo; ya sea porque la gente le temía a JongIn, porque estaban de acuerdo con su proceder -nadie reprocharía que un hombre acabara con la vida de tres sucios violadores que ponían en riesgo la integridad de los demás- o porque querían tanto a KyungSoo que deseaban justicia para él; sea lo que sea, la situación se redujo a algunos susurros bajos en las calles.
En el exterior, por otro lado, fue un escándalo total.
¡El Rey Kim JongIn había acabado con la vida de tres personas a sangre fría! ¡El Vengador había hecho de las suyas nuevamente!
Ciertamente, la gente ajena a su país no vería con buenos ojos el proceder de JongIn. Su venganza era aceptada, pero no los métodos que había utilizado.
JongIn no había tenido compasión o racionalidad. Él realmente había torturado a esos hombres, él los había tratado como algo menos que la mierda. Los mutiló, despedazó sus mentes y los jodió de tal manera que desearon haberse suicidado antes de llegar a sus manos. JongIn fue una bestia, fue una mierda mala y horrible, pero no se arrepintió en absoluto.
Habían sido acciones aterradoras y libres de raciocinio; a ChanYeol le había costado permanecer en las mazmorras y se tomó un par de días antes de volver a verlo a la cara nuevamente. Entiende que fue demasiado sucio y asqueroso incluso para un hombre tan bien versado en el arte de la guerra y las formas terribles que adoptaba la muerte como él, así, fue una fortuna que las cosas no hubieran cambiado realmente entre ellos después de que ChanYeol pudo recuperarse.
Para alguien que no tenía amigos y que tenía dificultades para confiar en las personas, poder contar con la compañía de este camarada era muy significativo para JongIn.
Por otro lado, los padres de KyungSoo habían dejado a SeungSoo, su cuñado, al mando del reino y habían decidido quedarse por un tiempo en su palacio cuando las cosas se encontraron más tranquilas. Querían acompañar a KyungSoo y apoyarlo de forma cercana ahora que todo comenzaba a mejorar, y eso fue un punto importante para la recuperación de KyungSoo.
Su compañero aceptó -finalmente y gracias a los cielos- ser tratado por algunos médicos mentales y recibir recomendaciones y terapias clave para ayudarlo a salir del pozo donde se encontraba. JongIn lo acompañó cuando pudo, en esos días donde sus padres se permitían ser un poco más flexibles y decidían hacerse cargo de todo mientras él apoyaba a su omega, así que JongIn fue espectador en primera fila de lo que se estaba convirtiendo en una sanación mental y espiritual exitosa.
Durante las noches, cuando todos se retiraban y el silencio se hacía presente en sus habitaciones, KyungSoo accedería de buena gana a su abrazo protector, se haría un lugar en su pecho y dormiría profundamente durante toda la noche, con JongIn vigilándolo y cuidándolo de cerca.
Él también había empezado a comer.
Eran platos blandos y suaves debido a la delicadeza actual de su estómago por la falta de alimentos, pero KyungSoo los tomaría con determinación y haría su mayor esfuerzo por terminarlo todo. Ayudó a mejorar su semblante, le dio un poco más de color a su piel grisácea y estaba moviéndose lentamente a un peso más saludable. Fue gratificante, JongIn podría ser capaz de experimentar un alivio completo al verlo mejorar con cada día que pasaba.
KyungSoo lo estaba haciendo bien. Él estaba luchando y siendo fuerte.
Por supuesto, no todo era siempre tan bueno. Había días donde él simplemente se escondería bajo las sábanas y se negaría a moverse, o donde tomaría un lugar en el sofá dispuesto en la zona de descanso en el balcón y mantendría una expresión ausente y distante por horas enteras; los peores eran cuando KyungSoo volvía a llorar, sollozando desgarradoramente en medio de la noche o durante sus duchas. Era entonces cuando JongIn tenía que dejar lo que estaba haciendo para envolverlo en sus brazos, besarlo numerosas veces en la cabeza, susurrar palabras de aliento y asegurarle que todo estaba bien, prometerle que estaba a salvo. Que no estaba sucio.
Un día, KyungSoo había sufrido un episodio delicado donde se había tallado la piel tan fuerte que se había hinchado terriblemente y, en algunas zonas, donde esta simplemente se desprendió y la sangre corrió sobre sus extremidades. Fue aterrador.
Lo habían sedado para poder calmarlo y JongIn dejó sus deberes del día para acostarse a su lado, acariciarle el pelo y mirarlo dormir.
Cuando KyungSoo despertó, él había hecho un puchero profundo y luego había sollozado en su pecho mientras se disculpaba una y otra vez, de forma constante y desesperada. JongIn lo dejó estar, le permitió desarmar su carga y le brindó seguridad y afecto. Le aseguró que lo amaba, que era hermoso, que lo quería profundamente, siempre en su vida y a su lado, y eso fue suficiente para hacerlo sentir mejor.
Los días posteriores fueron mejores. KyungSoo había salido de su habitación y recorrió los jardines que tanto amaba; trabajó en sus flores, cuidó de la tierra fértil y sonrió bajo el sol en compañía de JongIn.
En definitiva no estaba siendo un proceso fácil, nunca lo sería, pero lo estaban intentando una y otra vez hasta conseguir el punto más alto y cómodo para KyungSoo. JongIn era la fuerza que él necesitaba, era su impulso y su apoyo, y se mantendría de esta manera hasta que dejara de vivir.
Por fortuna, KyungSoo pareció darse cuenta de ello con el paso del tiempo y poco a poco comenzaba a aceptarlo.
Hoy era uno de los días buenos de KyungSoo. JongIn no tenía asuntos pendientes que resolver, así que, aprovechando el buen humor de su compañero, decidió llevarlo a almorzar en su campo de margaritas.
JiHyun les preparó la comida con una gran sonrisa bien dispuesta, guardó un poco de ropa y unos zapatos de cambio y le entregó la cesta con alegría. JongIn le agradeció suavemente, colgó su carga en su antebrazo y luego cogió la mano pequeña de KyungSoo para comenzar a caminar hacia el exterior.
Hacía un buen clima, con su sol brillando y las nubes claras e inmaculadas surcando el cielo inmenso e inalcanzable. Ellos caminaron tranquilamente por el sendero, aún tomados de la mano y con un agradable y cómodo silencio rodeándolos.
A veces, KyungSoo tararearía alguna melodía clásica con una sonrisa tranquila, otras veces, él lo miraría con sus impresionantes ojos y le haría sentirse especial y extremadamente querido, y unas cuantas más, KyungSoo se apoyaría en su brazo y compartiría su calor y su aroma con él sin siquiera pedirlo.
Fue gratificante: notar su evolución constante, verlo comenzando a brillar nuevamente, apreciar una vez más sus sonrisas honestas... JongIn no era capaz de describir a ciencia cierta el sentimiento que despertaba en su corazón, pero podía decir con total certeza que este le hacía sentir calidez, le hacía sentir gratitud y esperanza por un futuro que aún se mantenía incierto.
Cuando finalmente llegaron al campo deshabitado -su campo, su gran escondite utilizado para aislarse del mundo y centrarse única y exclusivamente en ellos-, JongIn extrajo la manta del interior de la cesta y la extendió en el suelo antes de ayudar a KyungSoo a sentarse. Aunque era un movimiento innecesario, KyungSoo no se negó a ello y simplemente le dio una sonrisa afectuosa mientras tomaba un lugar sobre la manta.
JongIn lo siguió de inmediato, sentándose a su lado y procediendo a sacar la comida que JiHyun había empacado.
—Es un día agradable —dijo KyungSoo mientras JongIn trabajaba en su tarea—; las margaritas se ven preciosas, el clima es cálido, tenemos un poco de sombra bajo nuestro árbol y estoy contigo. Es un buen día.
JongIn lo miró acariciando los pétalos de una margarita cercana y él mismo apreció los pequeños detalles dados por su prometido. Descubrió rápidamente que él tenía razón.
El campo vasto creado con las plantas provenientes del planeta Tierra lucía precioso en su propio mundo, como si, en primer lugar, pertenecieran allí desde siempre; el sol les brindó calidez a sus cuerpos y una suave brisa constante refrescó el posible calor que pudiera incomodarles. Fue bueno, fue realmente bueno.
—Lo es... ¿realmente te gustan las margaritas, no es cierto? —preguntó afectuosamente al verlo enfrascado en la delicada flor bajo sus dedos y la sonrisa en forma de corazón apareció de inmediato para embellecer aún más su rostro suave y relajado—.
—Lo hacen. Valió la pena el tiempo que invertimos cuidando de ellas; ahora son preciosas y se adueñaron de nuestra tierra, acomodándose y creciendo sin parar por su propia cuenta.
JongIn asintió y se permitió recordar aquella época.
JongIn aún era joven y tenía asuntos pendientes en todas partes del mundo. Tenía que ser presentado ante el Consejo Galáctico como futuro Rey y moverse entre los político y monarcas de otros planetas para afianzar algunas negociaciones comerciales convenientes para todos.
Fueron días difíciles porque no podía comunicarse libremente con KyungSoo. Estaba realmente ocupado, pero lo extrañaba profundamente; entonces, pensando que el sentimiento probablemente era mutuo, decidió que podía hacer un regalo para su prometido y entregarlo cuando regresara a casa.
Tuvo la idea mientras se encontraba en la Tierra, por lo tanto, tomó algo hermoso y valioso de ese lugar para KyungSoo. La elección fueron flores; el representante del planeta de tercer nivel hizo un gran regalo como muestra de aceptación y bienvenida y lo complació con cientos de semillas y plantas preciosas de todo su mundo. Estos fueron bien cuidados y protegidos y, finalmente, cuando volvió a casa, JongIn se lo había entregado a KyungSoo con una sonrisa suave y afectuosa.
Él trabajó con ellas de inmediato. Hizo algunas modificaciones genéticas a las plantas que tenían dificultades para sobrevivir, y con un poco de la guía de YiXing, KyungSoo comenzó a plantarlas y cuidarlas con mimo.
Llenó su palacio de flores, ayudó a cuidar este pequeño y hermoso campo y fue feliz con sus colores vistosos y texturas suaves.
Aún sumergido en el vago recuerdo de aquel tiempo, JongIn susurró pacíficamente:
—Deberíamos viajar a la Tierra algún día. Tal vez podamos conseguir más flores bonitas para que las cuides o simplemente apreciar sus paisajes naturales... como unas pequeñas vacaciones.
Los ojos de KyungSoo brillaron cuando lo miraron y una nueva sonrisa creció de forma amorosa.
—Podríamos hacerlo luego, cuando pueda mantenerme lo suficientemente lejos de ti para la comodidad de los humanos.
JongIn cabeceó, pero lo aceptó fácilmente. La Tierra era de tercer nivel por algo: uno de los factores principales era su retraso social y era completamente natural que KyungSoo quisiera ahorrarse la mierda de los señalamientos y murmullos por ahora. Debido a su estado y su necesidad de mantenerlo cerca para sentirse estable, él lo comprendía -los humanos no lo harían en absoluto-.
—Entonces podríamos considerar el planeta Eleyta —sugirió y retomó su tarea de extraer la comida—.
Tomó los zapatos de KyungSoo del segundo bolso y los dejó a un lado para que él pudiera cambiarse cuando quisiera. Una vez estuvo listo, KyungSoo se permitió apoyarse en su costado y JongIn no tardó en rodearlo con su brazo y acercarlo a su pecho para que consiguiera mayor comodidad.
—Eleyta suena bien; es un planeta hermoso y tiene un cielo impresionante.
—Sí, tienes razón... ¿te sientes bien? ¿Estás cómodo, mi amor?
—Lo estoy. Me gusta estar así. Tú me haces sentir protegido y seguro.
—Los músculos tenían que servir para algo.
KyungSoo soltó una risita suave y colocó una de sus pequeñas manos en su pecho, justo en el centro, donde podía sentir su corazón fuerte y saludable.
—No solo se trata de los músculos -aunque hay un factor muy importante en ellos-; también es debido a tu esencia, a tu calor y a tu toque. Todo lo que representas y expones para mí es lo que me hace sentir de esa manera... como si todo lo que necesitara para mantenerme bien y saludable es a ti a mi alrededor, abrazándome o sosteniéndome con esa seguridad y firmeza tuya. Es tan agradable.
JongIn apoyó la mejilla sobre su coronilla mientras lo escuchaba con atención y una pequeña sonrisa floreció de forma natural e inevitable. Le besó la sien, sin molestarse en apartar su largo cabello, y volvió a acomodarse en su lugar.
—Es gratificante saber que significo todo eso para ti.
—Va más allá de eso. Lo que siento por ti y lo que representas para mí no podría ser descrito tan fácilmente.
Al escucharle, su corazón se saltó un latido y luego corrió a toda marcha contra su pecho.
Su alfa se sentía bien, completamente cómodo y feliz, y sus instintos primitivos se regocijaron al saber que su compañero estaba bien con su desempeño, que se sentía tan bien con él a su alrededor. Estaba en sincronía con ambas partes de sí mismo -lo que era magnífico, porque había dejado de suceder durante ese último tiempo-, y sentir esa afinidad estrecha le hizo feliz.
Le hizo sentir en paz.
—Tú realmente eres una pequeña criatura dulce, encantadora y halagadora; ¿qué voy a hacer? Me desarmas por completo.
KyungSoo tomó una frutilla fresca de la pequeña montañita a su alcance y se la ofreció a JongIn. Para ello tuvieron que alejarse un poco; JongIn abrió los labios y se dejó alimentar con un latigazo de satisfacción primitiva e irracional que provenía completamente de su alfa.
No era algo que permitiría de nadie más. Ni siquiera su madre se había atrevido a hacer algo tan íntimo como darle de comer; solo KyungSoo. Él era el único capaz de romper esas barreras con absoluta naturalidad, como si fuera lo ideal, algo de rutina, y eso, justamente esa confianza ciega y la certeza de que era bien recibido, era lo que le impulsaba a desearlo y a anhelarlo profundamente.
—¿Está buena? —preguntó cuando JongIn terminó de comer la frutilla y hubo lamido el jugo que se escurrió por la punta de su dedo. KyungSoo se había sonrojado, pero no retrocedió ni un poco mientras lo limpiaba con su lengua—.
—Sí, es dulce. Compite contigo.
KyungSoo rió y JongIn tomó una frutilla y la acercó a su boca para alimentarlo a cambio. KyungSoo comió felizmente, sin poder deshacerse del todo del color flamante en sus mejillas, y al terminar volvió a apoyarse en su pecho.
—En cuanto a lo otro... lo único que puedes hacer es amarme un poco más cada día. A cambio, yo te amaré de la misma forma y recompensaré tu paciencia y tu trabajo duro puesto en mí.
JongIn hizo un recorrido en su cabello con la punta de sus dedos, peinando los mechones que había soltado en algún momento, y masajeó el cuero cabelludo suave y amorosamente. KyungSoo suspiró, se dejó caer un poco más contra su cuerpo y JongIn afianzó su agarre para permitirle el movimiento.
Su aroma dulce, que había estado rondando por todas partes de forma sutil, se había amplificado y flotaba libremente a su alrededor, cubriéndolo cariñosamente como una manta suave y mullida. JongIn besó su coronilla numerosas veces en compensación y cuando creyó que era suficiente, respondió en voz baja, un murmullo íntimo:
—No tienes que recompensarme por amarte. Hacerlo es inevitable, es natural; eres mi persona especial, así que no es necesaria una retribución por tener sentimientos por ti.
—Aún así quiero hacerlo —dijo con seguridad, en el mismo tono bajo y ligero, y se movió un poco para poder mirarlo directamente a los ojos—. Cásate conmigo.
JongIn detuvo sus caricias y lo miró atenta y profundamente al escucharlo. Su cabeza tenía un peso agradable bajo su mano abierta y el cabello sedoso de escurrió entre sus dedos, y sus ojos fueron tan hermosos, apuntando a él en todo momento, fijos e intensos, anhelando respuestas luego de pedir aquello con un valor impresionante.
—¿Qué? —preguntó, un poco sin aliento, y KyungSoo sujetó su camiseta en un agarre gentil—.
—Cásate conmigo. Quiero que nos casemos, quiero establecerme adecuadamente a tu lado, quiero estar contigo todo el tiempo y... yo quiero formar una familia después de aparearnos, JongIn. Si no es demasiado para ti, yo quiero todo eso. Es mi recompensa y es mi sueño más grande, y si tú lo quieres, yo seré feliz de hacerlo.
Aún había muchas cosas que JongIn debería considerar: estaban en plena recuperación, tanto él como KyungSoo estaban tratando la culpa, la vergüenza, la inseguridad y el miedo; estaban trabajando arduamente por ello, teniendo altibajos constantes, experimentando pesadillas de vez en cuando, incertidumbre y, a veces, dudas.
No todos los días eran buenos, JongIn lo sabía muy bien. KyungSoo necesitaba aún más cuidados, aún más atención, comprensión y paciencia. Luchaba constantemente contra sus demonios y los recuerdos, y aunque era fuerte, aún lo rodeaba la vulnerabilidad.
Por ello este pedido, esta propuesta, era tan importante. Le daba pie a un futuro juntos, a tener una familia, a aparearse y lo que ello implicaba. KyungSoo estaba concediendo la posibilidad de tocarlo, de hacerlo suyo, de marcarlo y llenarlo con un futuro bebé.
Él estaba haciendo esto por sí mismo, sin presión, por completa voluntad, y JongIn no podía dejar de mirarlo y sentir un gran pellizco de emoción, orgullo y felicidad.
Mi pequeño chico... eres tan fuerte y valiente. Tanto. Eres el indicado para mí, no puede haber nadie más que tú, solo puedes ser tú.
Para esta persona descorazonada, tú lo eres todo.
Le acarició la mejilla delicadamente y el toque trajo consigo un suspiro de la boca de su compañero. KyungSoo parpadeó lánguidamente, con su mirada vidriosa y los pómulos tímidamente sonrosados, y, mierda, necesitaba besarlo en ese momento.
KyungSoo pareció descubrirlo porque él acortó la distancia de inmediato y colocó sus labios sobre los suyos amablemente. JongIn suspiró, afirmó su sujeción sobre su rostro, y no tardó en mover su boca contra la suave y dulce de KyungSoo; acarició y pellizcó con una suavidad y delicadeza aún más intensa de lo que sería normalmente un beso suyo y la telepatía emotiva entre ambos, abierta y fluida, le hizo saber que KyungSoo estaba desbordando sentimientos preciosos, frescos, dulces.
Esto era real. Su deseo era genuino.
JongIn no podía alejarse, no podía dejar de besarlo sabiendo todo esto, siendo sacudido por un afecto tan profundo e inocente. Siendo amado de esta manera, aceptado de esta manera -como nadie más lo había hecho-, él se sintió verdaderamente dichoso.
Besó a KyungSoo una y otra vez, gentil y parsimonioso, hasta que sus labios se hincharon y su compañero dejó escapar un suave quejido. Entonces pasó a dejar castos besos sobre su mejilla, su frente y su mano delicada.
KyungSoo se dejó hacer con una sonrisa y los ojos cerrados con tranquilidad. Pareció más calmado y mas feliz que nunca; justo como en los viejos tiempos.
El pensamiento resultó ser un golpe directo a su corazón.
"Cásate conmigo, JongIn. Mi alfa, mi único alfa... permanece siempre a mi lado".
—Sí —susurró contra sus labios, justo antes de dejar un pequeño beso sobre los suyos—. Sí, KyungSoo. Lo que quieras, lo que sea que me permitas. Es un honor para mí.
—Es mi placer.
KyungSoo abrió los ojos y se encontró con él rápidamente. La conexión en su telepatía fue inmediata, fluida, dejando escapar emociones y pensamientos breves para el otro, hacia el otro.
KyungSoo le acarició la barbilla y dejó un beso en la misma.
—Estoy agradecido por haber sido destinado a ti; lo estoy desde siempre, pero ahora ese agradecimiento se engrandece. Todo lo que podría haber deseado, todo lo que podría haber anhelado, tú lo tienes. Eres lo más especial en mi vida, JongIn.
"Yo solo sabía que tú eras el indicado para mí" continuó a través de su lazo. "Y lo confirmé durante toda esta situación. Entonces tú eras la única persona que podía tocarme, eras el único hombre por el que sentí el deseo de ser abrazado, mirado y acariciado. Lejos de sentirme horrorizado y querer rechazarte, solo podía luchar contra el asco que sentía por mí mismo para poder sentirme merecedor de tu consuelo y de tu contacto. A mi parecer, no era tan justo porque tú mantenías tu pureza y tu honor y dignidad".
"KyungSoo..."
KyungSoo negó y una sonrisa se apoderó de su boca hinchada.
"Ahora lo sé mejor -que no estoy sucio, que no soy menos valioso para ti y que no tuve la culpa de lo que sucedió esa noche-, y viéndolo con más claridad y recordando esos momentos valiosos y fundamentales con una mente mucho más saludable, me di cuenta de que no quiero perderte. Que no quiero que esto me arrebate mis sueños, ni mi esperanza, ni las ilusiones que había guardado durante toda mi vida".
"Yo no quiero cambiar el curso de nuestra historia y nuestra vida juntos. Yo no quiero que ellos me quiten eso también. Yo solo te quiero a ti, te amo, te aprecio y te deseo, JongIn".
JongIn volvió a besarlo, porque era imposible no hacerlo al escuchar todo aquello, al apreciar su mirada determinada, transparente y honesta sobre la suya y encantarse con esa hermosa sonrisa.
Se sentía agitado, con los sentimientos corriendo a toda marcha, tan fuerte y rápido como su propio corazón, y KyungSoo los tomó todos, se llenó de ellos hasta el punto de sollozar un poco entre sus brazos. Dándose cuenta de todo lo que lo amaba a cambio y lo mucho que le hacía sentir.
"Solo tú eres digno" le dijo mientras se prendaba insistentemente de su boca y adoraba y veneraba la sedosidad de sus labios. "Solo tú podrías ser para mí, así como solo yo podría ser para ti. Soy tuyo, Soo, siempre he sido tuyo. Y te amo... cielo, te adoro".
Sintió el deslizamiento de sus lágrimas contra sus dedos, ahí donde sostenía su rostro para poder besarlo apropiadamente, pero no se detuvo; no fue capaz porque esa era la prueba de la felicidad de KyungSoo, así que las tomó y las impregnó en la piel suave mientras lo besaba.
"Mi hombre hermoso y valiente" JongIn besó sus labios por última vez y dejó caer su frente sobre la suya.
—Mi pequeño guerrero. No habrá nadie en este mundo capaz de alejarme de ti y quitarte tus ilusiones. Mientras me quieras, yo estaré aquí sin importar tus flaquezas. Te mantendré firme y lucharé por los dos hasta que te recuperes lo suficiente para luchar a mi lado. Eres mi amor, eres mi familia, mi compañero ideal y perfecto. Eres lo único precioso y valioso que tengo; entonces, por supuesto, yo también quiero casarme y hacer una vida aún más feliz contigo. Mientras lo quieras, todo eso será un hecho.
—JongIn.
JongIn acarició sus narices juntas y KyungSoo rió felizmente por el gesto, por lo que le causaba ese momento, por toda esa aura blanda a su alrededor.
Sí, las cosas no estaban completamente bien, pero lo estaban intentando. Estaban trabajando arduamente en ello, y eso era suficiente.
Permanecieron en el campo durante todo el día y en su interior, en ese espacio dedicado única y exclusivamente a su alma, JongIn halló paz.
. . .
La boda se llevó a cabo un año más tarde, cuando las cosas en la política se habían calmado y KyungSoo se sintió capaz de dar el salto.
Fue una ceremonia preciosa e íntima donde solo asistieron sus padres, JiHyun, JongDae y MinSeok con su pequeño hijo, el Capitán Choi junto a su esposo y el Ministro Park y su familia. Lo habían preferido de esta manera; por otro lado, la fotos de la celebración fueron compartidos con el público para que le echaran un pequeño vistazo a lo que había sido la unión final entre ambos.
Todo fue realmente hermoso y emocionante. El maestro mental hizo un rápido y fluido trabajo al afirmar adecuadamente su lazo de unión telepática; para ello no hubo ningún contratiempo, así que fue una cosa de un instante antes de que todo su mundo explotara y se fundiera plenamente en KyungSoo. Ahora eran una pareja telepáticamente establecida, por lo tanto, la sincronía, la intimidad y la complicidad fue aún más aguda e importante.
A partir de ahí KyungSoo pareció resplandecer todavía más. Sonreía ampliamente, con honestidad y alegría, y su éxtasis pintó un sonrojo agradable y precioso en sus mejillas. Se mostró más feliz de lo que había sido en ese último año, y eso le dio felicidad al propio JongIn.
Bailaron, rieron y charlaron.
El Capitán Choi hizo un espectáculo, una demostración realmente impresionante de artes marciales que dejó a KyungSoo aplaudiendo y vitoreando animadamente y a JongIn sonriendo con complacencia. Él también tuvo una conversación honesta con JongIn cuando se encontraron solos porque KyungSoo había decidido hablar con BaekHyun y TaeMin, el esposo de Park y de Choi respectivamente.
—Siempre supe que este día llegaría, pero aún así no puedo dejar de sentirme impresionantemente orgulloso de ti —le dijo el hombre mayor, con una copa de alcohol y sin parecer agitado en absoluto después de una demostración como aquella—. Sabía que el niño Do era el indicado; él despertaba sentimientos en ti, te hacía sentir vivo incluso en ese entonces, yo lo notaba. Él era la única persona que te ayudó a sentir y te enseñó a amar verdaderamente, directamente del corazón. Entonces, por supuesto, no puedo ser más feliz en este momento. Lo has hecho bien, JongIn. Ambos lo hicieron.
JongIn lo miró entonces, directamente a los ojos, y encontró en los suyos una calidez que nunca había visto anteriormente -o tal vez lo hizo, pero no había sido capaz de identificar el sentimiento hasta ahora-. Era una expresión que se veía extraña en un rostro como el de Choi, que siempre fue firme y duro, pero sorpresivamente le hizo sentir bien, como si fuera algo completamente natural y aceptable.
JongIn sonrió suavemente, apenas una curva visible, pero que Choi pudo identificar rápidamente.
—Es muy significativo para mí que me obsequies palabras como esas. Mi maestro no fue blando en absoluto, pero tiene pensamientos y sentimientos realmente dulces.
Las mejillas de Choi se llenaron de color y él no dudó en golpearlo en el brazo. El golpe fue fuerte, digno del hombre que lo había formado en la lucha desde la niñez, pero JongIn no se quejó.
—Mocoso hablador; te daré una paliza por eso —le amenazó, pero no hubo un calor real detrás de sus palabras—.
Ellos permanecieron en un tranquilo y complacido silencio después de eso y JongIn admiró a KyungSoo a la distancia. Sus padres se habían unido a él en algún punto y sus risas llenaron el lugar para acompañar la suave música de fondo.
Su corazón latió a toda prisa y su alfa permaneció atento a él, encantado y dichoso ante una imagen tan bella como esa. Sus ojos se encontraron entonces, mientras su padre hablaba con Park con su usual rostro estoico y postura inamovible, y la sonrisa de KyungSoo creció y se tornó aún más cálida y tierna.
Él desprendía afecto, y JongIn fue feliz de tomarlo todo.
—Gracias por ayudarme a crecer y convertirme en el hombre que soy actualmente —le dijo al mayor y este no tardó en mirarlo—. Soy de lejos la mejor persona en el mundo, pero de no haber sido por ti, yo nunca hubiera sido tan fuerte y capaz... no habría podido protegerlo de la forma que lo hago. Entonces me siento muy agradecido.
La mano fuerte y poderosa de Choi fue colocada en su hombro en un agarre reconfortante y cálido y sus ojos oscuros fueron firmes y seguros sobre los suyos.
JongIn sintió la importancia y la calidez del momento, así que solo pudo mirarlo fijamente y aceptar el toque con tranquilidad.
—Los agradecimientos son innecesarios entre nosotros; por alguien que veo como mi propio hijo, esto no ha sido nada para mí.
Mantuvieron la mirada uno sobre el otro y luego, en sincronía -como suele suceder con las mejores amistades-, ambos sonrieron con complicidad.
Fue en ese momento cuando KyungSoo regresó a su lado siendo acompañado por TaeMin. Choi dio un paso atrás y recibió a su esposo en su abrazo de buena gana, mientras tanto, KyungSoo se aferró a su mano con dulzura.
Sus ojos de gacela cayeron sobre los suyos y JongIn se inclinó para besarle la mejilla gentilmente, y así se mantuvieron durante toda la celebración.
Sus padres se acercaron a ellos cuando llegó la hora de retirarse y JongIn se paró incómodamente mientras su madre lo abrazaba apretadamente; su padre, manteniendo una distancia respetuosa, lo miró y asintió tranquilamente, sin inmutarse en lo más mínimo.
—Espero que su noche termine maravillosamente. Ha sido una boda preciosa, cariño.
—Gracias, mamá. Padre.
—Cuida bien de KyungSoo. No dudes en llamar si necesitas algo —dijo el mayor, recto y seguro, y JongIn asintió nuevamente—.
Era mucho más de lo que podría haber esperado de él, así que era realmente bueno. Dejó que su madre lo estrechara un poco más y dejara un par de besos en sus mejillas y luego se alejó para despedirse de los padres de KyungSoo.
Fue un asunto rápido, a pesar de tener que lidiar con la propia calidez de la señora Do y el apretón de manos entusiasmado de su esposo, así que en un tiempo corto se encontró de vuelta junto a su esposo, conduciéndolos a ambos hacia su aerodeslizador.
Abrió la puerta y ayudó a KyungSoo a entrar, sosteniendo su capa blanca para evitar enredos y accidentes, entonces rodeó el aerodeslizador y se situó en el asiento a su lado, aseguró las puertas, abrió un poco las ventanas con una orden telepática y lo puso en marcha.
Suavemente se alzaron en el cielo y se deslizaron entre las nubes a una buena velocidad.
Durante estos días se quedarían en una de sus propiedades cerca de Ungyeon, la región montañosa de Zurim. Era un lugar precioso, mágico incluso, con criaturas amables y encantadoras; la casa se alzaba sobre una plataforma enorme y muy bien construida, y bajo ella se extendía un bosque impresionante lleno de colores vistosos.
Sería el lugar perfecto para llevar a cabo su apareamiento: no habría distracciones, ni problemas ni alteraciones a su alrededor. Solo el aroma limpio del bosque, la tranquilidad y ellos mismos para hacerse compañía.
JongIn aterrizó en la pista privada y miró a KyungSoo cuando el sonido de las aspas en los laterales del aerodeslizador cesaron. Él parecía encantado, realmente maravillado, con sus ojos ambarinos tomando todo a su paso con avidez.
JongIn sonrió, lo tomó de la mano delicadamente y entrelazó sus dedos. Entonces KyungSoo le miró a él y una sonrisa preciosa llenó sus labios.
—¿Estás listo?
—Sí, lo estoy.
Bajaron entonces y se reunieron de inmediato para dirigirse a la casa. Con el escáner de reconocimiento ocular dándoles el pase, JongIn condujo a KyungSoo al interior y las luces se encendieron por su propia cuenta.
KyungSoo suspiró al verlo todo y su mano se aferró a la suya con un poco más de fuerza.
La sala de estar era una maravilla resplandeciente y bien adornada con flores coloridas en sus soportes estéticamente repartidos y helechos cayendo en cascada en secciones estratégicas. Los amplios ventanales dejaban a la vista las montañas bajo ellos, los muebles blancos y cómodos le dieron una apariencia aún más pacífica y los soportes llenos de velas aportaron el romanticismo que una pareja recién casada buscaría.
KyungSoo suspiró, cautivado y encantado, y lo miró todo con fascinación.
Era la primera vez que él venía a este lugar, así que el sentimiento era comprensible. JongIn lo dejó explorar sus alrededores mientras cerraba la puerta y dejaba las botas a un lado; cuando terminó, KyungSoo se había vuelto hacia él y estaba sonriendo nuevamente.
—Esto es precioso, JongIn.
—Me hace feliz que te guste —dijo sinceramente y luego se acercó a él, se arrodilló y le dio un suave apretón a uno de sus gemelos como señal para que levantara el pie. Así, le ayudó a deshacerse de sus propios zapatos—. ¿Quieres comer algo? Tengo un sistema avanzado instalado, así que puede cocinar por nosotros mientras miramos el paisaje.
KyungSoo salió de sus zapatos y JongIn se mantuvo ahí, a sus pies, alzando la mirada para poder ver su hermosa cara.
Había una expresión muy suave en su rostro dulce, suave y significativa, definitivamente profunda mientras llevaba su mano a su cabeza y le acariciaba el cabello con gentileza. JongIn se apoyó en el toque de su mano, giró el rostro y besó su muñeca y KyungSoo negó amablemente.
—No, no tengo hambre.
Entonces, lenta y suavemente, KyungSoo se arrodilló frente a él y alzó la cabeza para poder mirarlo nuevamente. Su mano pequeña se movió a su pecho y JongIn dejó caer la suya sobre su cintura.
Su mirada era anhelante, ansiosa y expectante.
Le sacudió el corazón por completo.
—Aún podemos esperar. No tenemos que hacerlo hoy —susurró con afecto y la mano de KyungSoo subió, acarició su cuello y se mantuvo en su mejilla. Fue dulce y reconfortante—.
—Sé que no tenemos que hacerlo, pero lo quiero, JongIn. Yo te quiero. Eres el único hombre que podría desear, y te deseo.
Sus ojos claros fueron transparentes, decididos, seguros. Lo observaron con cariño, con calidez, sin ningún tipo de turbación. Siempre brillantes; ellos fueron honestos.
Y si él lo quiere, si él realmente lo quiere, yo no puedo negarme.
La mano sobre su cintura se afianzó y JongIn se inclinó para un beso.
KyungSoo lo recibió con un suspiro, una boca dispuesta a corresponder y un par de brazos abrazando su cuello mientras veneraba su boca y lo abrazaba con fuerza contra su pecho. Pensando rápidamente en su comodidad, JongIn le dio una orden telepática al sistema y de inmediato una cama enorme y de limpias sábanas blancas surgió en el centro de la sala de estar, justo frente a los ventanales que exponía la naturaleza bajo y frente a ellos.
JongIn rompió el beso para abrazarlo protectoramente y se puso de pie cuidadosamente, caminó hacia la cama y dejó caer al menor sobre ella.
KyungSoo lo miró con ojos entrecerrados, con los labios ligeramente abiertos y las mejillas sonrojadas y JongIn se tomó un momento para admirarlo.
En su bella túnica blanca brillante, con su pelo preciosamente peinado y su rostro resplandeciente, KyungSoo fue especialmente hermoso. Sobre sus sábanas y su cama, él fue indescriptiblemente tentador.
JongIn tuvo que volver a besarlo, inclinarse y tomar lo que su boca podría ofrecer. Fue suave, sin embargo; conociendo el pasado, JongIn no se permitió ser especialmente brusco con él. Así pues, sus ansias y su deseo tomaron forma de besos prolongados, de una lengua atenta adentrándose en su cavidad abierta y de una caricia tentativa en el lateral de su muslo.
KyungSoo suspiró, mareado y ansioso por sus besos continuos, sin fin; alzó sus manos y lo abrazó por la espalda, lo atrajo a su pequeño cuerpo y se aplastó a sí mismo con su peso. Sintiéndolo. Él estaba tanteando la sensación de sus cuerpos juntos de esta manera.
JongIn suspiró con satisfacción cuando sus manos comenzaron a acariciarlo amablemente por encima de la ropa, recorriendo la amplitud de su espalda, sus costados y su cintura baja. En su lazo telepático, una bola inmensa cargada con fascinación, con maravilla, complacencia y placer comenzaba a crecer exponencialmente. Le dejó saber explícitamente la seguridad de KyungSoo sobre esto, que realmente lo quería y le gustaba lo que estaba ocurriendo.
Una nueva orden telepática y las luces se atenuaron y las velas se encendieron. JongIn se alejó de la boca suave y fácilmente adictiva de KyungSoo y recorrió su mandíbula y su cuello con sus labios. Él probó, besó, lamió, olió y adoró y KyungSoo tembló y suspiró mientras lo abrazaba más fuerte y lo acercaba un poco más. Como si no tuviera suficiente de sí mismo sobre él, como si quisiera fundirlos juntos.
Fue un pensamiento placentero, un latigazo directo a su instinto de alfa.
JongIn tuvo que besarlo de nuevo.
En algún punto él se encargó de deshacerse de la ropa de ambos. Fue un proceso lento y cuidadoso y, además, se aseguró de ser gentil y delicado.
KyungSoo nunca dejó de mirarlo. Su rostro estaba mayormente sonrojado mientras lo despojaba de sus prendas y las dejaba en el suelo; las nuevas partes de piel descubiertas únicamente para él y su mirada avariciosa fueron encantadoras. Encendieron su pasión, lo llenaron de deleite.
KyungSoo llevó sus manos a su sexo desnudo y lo cubrió con pudor, el color expandiéndose por su cuello y su pecho cremoso.
JongIn fue paciente; redujo sus temblores nerviosos a suspiros y jadeos bajos cuando recorrió sus pectorales con sus labios, lo convirtió en una masa quejumbrosa al llevarse a la boca sus pequeños pezones, succionando y mordisqueando con deleite; KyungSoo sintió verdadero deseo y placer cuando JongIn lamió su recorrido desde sus costillas, hasta el hueso de su cadera.
Él alejó sus manos de su pene inconscientemente y, en cambio, fueron colocadas sobre sus hombros, guiándolo, llevándolo hacia donde lo quería y necesitaba.
Un gemido encantador provocó tensión en su bajo vientre y una palpitación constante en su propio pene. JongIn exhaló pesadamente y luego inhaló avariosamente el aroma de su sexo, la nariz enterrada en el costado de su pene rígido y húmedo como algo primitivo y meramente instintivo.
—J-JongIn —el llamado fue nada más que dulce, un incentivo claro a continuar. Sonaba roto, necesitado, y JongIn no podía ignorarlo—.
Llevó su pene a su boca y se dedicó a adorarlo, a reconocer el peso agradable en su lengua, el estiramiento de sus labios, la excitante sensación que provocaba tener la garganta llena del pene de su compañero.
Se trató de sentir su calor y lamer y sorber su sabor mientras KyungSoo gemía y hundía sus dedos sobre sus hombros.
Las manos temblorosas se movieron a su cabeza en algún punto, se hundieron en su cabello y lo empujaron hacia abajo para tomar más, para darle un poco más, y JongIn lo aceptó. Permitió que KyungSoo lo manejara a su antojo, que sus caderas ondearan con cierta torpeza y su boca fuera completamente jodida de la manera que a su esposo le gustaba.
Tenía sus testículos golpeándolo en la barbilla, el nacimiento de un dolor dulce en la mandíbula, ciertas dificultades para respirar y un desastre húmedo corriendo por todas partes, pero sus ojos se habían prendado de la imagen de un KyungSoo deshecho, sudoroso, con las cejas fruncidas y la expresión más encantadoramente ardiente que JongIn podría encontrar en un amante.
Incluso si no le hubiera gustado todo lo anterior, incluso si hubiera encontrado su sabor, su rigidez o su desesperación instintiva por correrse desagradable e incómodo -no fue así-, habría caído profundamente por esa imagen. Por KyungSoo a punto de encontrar su máximo placer.
Fue pecaminoso y al mismo tiempo fue una completa bendición.
JongIn sorbió con más fuerza, lamió la ranura sollozante sobre la cabeza bulbosa y ardiente de su pene y entonces tuvo el clímax de su esposo en su boca, caliente y pegajoso.
JongIn no dudó en tragar su semen y lamer lo que había quedado sobre sus labios. Mientras tanto, KyungSoo cayó deshuesado sobre la cama; respiraba agitadamente, su piel resplandecía a causa del sudor y sus ojos se encontraban cerrados, dejándole ver sus rizadas pestañas oscuras.
Era hermoso. Tanto, tanto que dolía mantenerse alejado.
JongIn apoyó el antebrazo sobre la cabeza de KyungSoo y dejó caer su cuerpo cómodamente sobre el suyo; el movimiento provocó que KyungSoo abriera sus bellos ojos y lo mirara de inmediato, y con una sonrisa que no debería ser tan brillante cuando se estaba agotado, lo atrajo para un beso.
Uno se convirtió en dos, tres, cuatro y JongIn finalmente perdió la cuenta cuando pudo acceder al interior de su boca y hallar su lengua. Su mano viajó por los valles de su cuerpo, recorrió su costado, su cadera y sus muslos y KyungSoo gimió en su boca, abrió un poco más sus piernas y JongIn colocó su gran mano sobre un glúteo generoso.
Era grande y suave al tacto, también se encontraba impresionantemente empapado.
Mordió el labio regordete y lo lamió amorosamente un segundo después, y con dedos tentativos en aquella zona que irradiaba calor y fluidos, JongIn preguntó contra su boca:
—¿Puedo, KyungSoo? ¿Estás bien con eso?
KyungSoo ni siquiera se tomó un segundo de mas para pensarlo. Asintió rápidamente, afianzó su agarre en sus omóplatos y le dio su respuesta verbal antes de volver a besarlo.
—Sí, sí, por favor.
Y con eso todo estaba hecho.
JongIn se aferró a su boca dulce y suave y masajeó el perineo y la entrada palpitante de KyungSoo con seguridad. Estaba en el ala opuesta de lo que sería un experto en cuestiones de la cama, pero JongIn se había asegurado de leer e informarse lo suficiente para hacer un buen trabajo.
No quería que KyungSoo tuviera una noche de bodas donde faltara la satisfacción y el placer, así que, sabiendo que complacerse a sí mismo era bastante sencillo, buscó por su propia cuenta algunos consejos para hacer un trabajo no tan mediocre para su compañero.
Y a juzgar por los pequeños mordiscos, los rasguños y los sollozos de KyungSoo, estaba haciendo algo bien.
Masajeó con más intensidad, estimulando y provocando con una presión justa y un ritmo variable, y presionó un dedo contra la entrada húmeda. Estaba caliente, desesperada, llamándolo para hundirse en ella con prontitud, y JongIn se alejó para lamerse los labios antes de caer en la fascinante curva de su cuello.
Se acurrucó en el aroma intoxicante de KyungSoo e introdujo el dedo con seguridad. KyungSoo jadeó, cerró los ojos y le dio más espacio en su escondite; así, JongIn se encontró lamiendo la suave piel, mordisqueando y succionando el punto justo donde fluía su aroma dulce; donde estaría grabada su marca de apareamiento.
Un dedo se convirtió rápidamente en dos y tres moviéndose rítmicamente en su interior. Para entonces, KyungSoo se había desinhibido en gran parte. No temía en rasguñar su espalda o besarlo con desesperación cuando sintió que todo era demasiado bueno y no sabía qué hacer al respecto.
Él también dejó algunos mordiscos y chupetones en su cuello y, a través de algunos susurros rotos, rogó por más.
Y fueron sus peticiones y miradas vidriosas las que provocaron que JongIn esparciera los fluidos de KyungSoo en su pene dolorosamente rígido, bombeara un par de veces y lo llevara a su entrada dilatada.
Dejó caer su frente sobre la de su esposo y se hundió en él con los ojos cerrados.
KyungSoo se abrazó con fuerza a su cuerpo, las piernas abiertas de par en par y una boca tratando de modular palabras y sonidos sin éxito. La arremetida lo había arqueado contra su pecho y JongIn se apretó fuertemente contra él, lo llenó de la seguridad de sus músculos, lo rodeó con su olor y besó su rostro numerosas veces.
Así, finalmente, era imposible saber dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Estaban tan juntos y duramente abrazados que era imposible que incluso una hebra de cabello se colara entre sus cuerpos. Fue bueno. Fue indiscutiblemente bueno.
Entre besos que adoraban y veneraban el rostro caliente y sudoroso de su esposo, JongIn susurró algunas palabras de amor, cosas dulces y reconfortantes para hacerlo sentir bien -para no distraer su mente con posibles recuerdos molestos, para que supiera que era él en todo momento-.
KyungSoo sollozó contra su mejilla al escucharle decir lo hermoso que era, lo mucho que lo amaba, lo bien que se sentía tenerlo entre sus brazos y lo cómodo, reconfortante, agradable y dulce que era hacer el amor con él. Que solo podría ser él y nadie más.
JongIn besó sus lágrimas y lo abrazó en todo momento; incluso mientras comenzaba a moverse dentro de él no se alejó de su pecho, de su cuello, ni deslizó las manos a otro lugar que no fueran su cintura y sus hombros. Lento y gentil, paciente y cuidadoso, esto realmente era hacer el amor.
KyungSoo estaba descubriendo lo que era ser amado de esta manera íntima y privada; sus temores estaban siendo lavados de su piel, sus recuerdos siendo llenados por este nuevo encuentro totalmente satisfactorio y cálido y, mierda, se sentía tan bien.
JongIn pudo sentirlo a través de su lazo: la emoción por lo nuevo, la satisfacción, el placer profundo, el amor, la incertidumbre siendo borrada.
KyungSoo estaba reemplazando todas esas cosas terribles con esto, con él, y su propia emoción surgió. Lo besó de nuevo, sintiéndose incapaz de hacer otra cosa que no fuera adorarlo y venerarlo, y se movió lenta y profundamente contra él.
Se deslizaron uno contra el otro, profundizando aún más su hundimiento; sus caderas juntas se rozaron constantemente y el pene de KyungSoo, atrapado en sus estómagos, se friccionó placenteramente y los manchó con la humedad de la saliva y el preseminal.
KyungSoo frunció las cejas, gimió largamente y hundió sus talones en su cintura cuando JongIn halló el lugar adecuado. Entonces no hubo vuelta atrás; JongIn cambió la dirección de sus embestidas y golpeó constante y profundamente esa zona una y otra vez.
Se sentía caliente, a punto de arder; su pene estaba siendo apretado por su canal estrecho con una fuerza sorprendente y KyungSoo no dejaba de removerse, de sollozar, de suplicar y exigirle un poco más, por favor, JongIn, esposo, más profundo; ah, sí, justo así.
Y eso fue suficiente. JongIn no se sentía capaz de soportar mucho más que eso.
Bajando la cabeza, JongIn lamió desesperadamente su boca, su lengua, chupando el músculo húmedo con erotismo y sensualidad. Fue desastroso debido al cambio de ritmo, a la insistencia en mantenerse adheridos al otro y a los jadeos superficiales de KyungSoo, pero fue bueno.
Y cuando él mordió apasionadamente su labio inferior y gruñó en el oído de su amante, KyungSoo se corrió nuevamente.
El apretón en su pene fue tan fuerte y exquisito que JongIn supo que no duraría mucho más que eso. Entonces abrió la boca, desnudó sus colmillos y luego de un beso amoroso en la piel sudorosa y sonrojada y una petición vaga en su mente siendo concedida con rapidez, JongIn mordió la zona profundamente.
—¡JongIn! —gritó KyungSoo con sorpresa antes de temblar incontrolablemente y arquearse por completo contra él—.
Se alejó de su cuello luego de lamer la herida y lo miró a los ojos llorosos. Así, antes de llegar al clímax y aún meciéndose dentro de él, le pidió con voz entrecortada:
—Muérdeme también, mi amor.
Los ojos de KyungSoo brillaron aún más, significativamente, con orgullo y felicidad, y él no dudó en abrir la boca, llevarla a su cuello y hundir sus dientes en la piel, rompiendo profundamente y probando su sangre.
Fue lo que había necesitado para correrse violentamente en su interior.
Se desplomó sobre el cuerpo de KyungSoo y este lo sostuvo gentilmente, acariciando su espalda, su nuca y su cabello mientras lamía su marca y besaba su mejilla. Luego de recuperar el aliento, JongIn se movió sobre la cama y atrajo a KyungSoo para que fuera él quien se acostara sobre su cuerpo, aún un poco duro en su interior.
KyungSoo suspiró, cerró los ojos y se inclinó para frotar su mejilla contra la suya, llenándose de su olor e impregnándolo del suyo a cambio. Fue cariñoso, extremadamente cariñoso, y JongIn suspiró con satisfacción mientras le acariciaba la suave espalda desnuda.
—No era necesario que te marcara para poder aparearnos —susurró el menor en algún momento y JongIn besó su mejilla regordeta y deslizó una de sus manos sobre los glúteos bien formados, masajeando amablemente mientras la diestra se encargaba de peinarle el pelo—.
—No lo era, pero quería que lo hicieras. No solo me perteneces, KyungSoo, yo también soy completamente tuyo y quiero que todos lo sepan —JongIn sintió el zumbido de emoción a través de su lazo y una sonrisa amorosa apareció en sus labios—. Soy un alfa orgulloso llevando la mordida de su omega.
Las mejillas de KyungSoo se sonrojaron un poco más, pero él también sonrió, se inclinó nuevamente y lo besó en la boca.
Fue un beso lento, tranquilo, afectuoso. Los labios acariciándose con adoración mientras permanecían juntos y el aliento compartido dulcemente entre ellos.
KyungSoo suspiró al alejarse, se acurrucó contra su cuello y JongIn le besó la cabeza y lo mantuvo protectoramente abrazado en todo momento.
—Esto... fue mucho mejor de lo que pensé que sería. A mí... a mí realmente me gustó mucho. Me sentí amado y protegido en todo momento y yo de verdad, de verdad, quiero que lo hagas conmigo toda la vida.
JongIn sonrió contra su cabello húmedo e inhaló profundamente su aroma. Olía a él, dulce y pacífico, y al propio JongIn. También estaba el aroma del sexo a su alrededor, el aroma de la pertenencia y de un apareamiento exitoso. Fue gratificante.
—Eso es bueno, porque definitivamente quiero hacerte el amor toda mi vida —KyungSoo rió ligeramente contra su piel y JongIn cerró los ojos con comodidad—. Me siento feliz porque te ha gustado.
Y era algo significativo, además.
Porque, a pesar de lo que había ocurrido en el pasado, KyungSoo nunca sintió rechazo ni temor, ni asco ni dudas. Él realmente se había entregado a JongIn por completo, fue suyo en todos los sentidos, disfrutó plenamente de esto, y se sintió bien.
Él se sintió tan bien como el propio JongIn. El conocimiento era abrumadoramente tranquilizador.
—No podría ser de otra manera. Eres tú, después de todo.
KyungSoo salió de su escondite para mirarlo mientras decía esto y esa imagen: él mostrándose desaliñado y bien amado, su cuerpo laxo y libre de tensión, los ojos resplandeciendo, su tentadora boca hinchada, la seguridad en su mirada y su marca en su cuello, lo tuvo suspirando con maravilla.
Luego de algunos segundos llenos de miradas intensas, KyungSoo acarició conscientemente sus pectorales y sus dedos rozaron tímidamente su pezón. El abrazo de JongIn se apretó un poco más, la mano en su glúteo sosteniéndolo con firmeza, y KyungSoo mordió ligeramente su labio inferior con las mejillas sonrosadas.
En el aire fue perceptible el distinguido aroma del deseo y el interés resurgiendo a un ritmo constante y con ello, JongIn se sintió envuelto a su alrededor.
—Entonces... ¿podemos hacerlo una vez más, por favor?
Su pene dio un tirón en respuesta y KyungSoo suspiró agradablemente.
No esperaba que él lo quisiera tan pronto, pero debía ser natural. Estaban recién apareados y todo esto era nuevo para ambos; mantenerse alejados sería complicado durante algunos días y, joder, JongIn también lo quería.
JongIn lo atrajo hacia sí mismo y volvió a besarlo fuertemente en la boca mientras hundía su lengua en su interior. Sus pies se afirmaron sobre la cama y alzó sus caderas repentinamente, clavándose por segunda vez en su apretado agujero ansioso y húmedo.
KyungSoo gimió con fuerza y echó la cabeza hacia atrás mientras JongIn se movía nuevamente en su interior, y JongIn aprovecho el movimiento para atender su cuello sensible, las manos apretando firmemente sus nalgas y sus cuerpos chocando entre sí con un poco más de dureza y desenfreno.
Así, JongIn se dedicó a amarlo y atenderlo durante toda la noche. .
.
Horas más tarde y con el amanecer despuntando en el horizonte, JongIn miró a su esposo dormido entre sus brazos y una sensación de calidez extrema se asentó en su corazón y su alma.
KyungSoo había estado cansado pero, aún así, él se las había arreglado para relucir y parecer especialmente hermoso con sus marcas de amor repartidas descuidadamente sobre su piel. Su bella y fogosa figura se exponía ligeramente para él, un muslo grueso asomándose bajo las sábanas para colocarse sobre su propia pierna desnuda, el largo cabello oscuro desparramado sobre su brazo y la almohada y los labios entreabiertos mientras respiraba pausadamente contra su pecho.
Su alfa se derritió por completo al verle y sus dedos acariciaron cuidadosamente el hombro relajado.
Este hombre que le había dado una razón para vivir, que le había enseñado a amar y sonreír desde la primera vez que lo vio, que se convirtió rápidamente en lo más importante en su vida, era feliz, estaba satisfecho y era suyo.
Su pequeño chico, su hermoso chico.
JongIn sonrió afectuosamente y le dio un beso suave en la frente. Luego miró el amanecer.
Haré de tu mundo algo parecido a esto: una cosa brillante y maravillosa. Lucharé por ello, no te dejaré a un lado ni te haré infeliz. Porque eres mi compañero y te amo, yo te protegeré siempre, KyungSoo.
En medio de su sueño, KyungSoo sonrió suavemente y JongIn nunca lo defraudó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro