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Segundo Arco: 1500

Capítulo I:

[Antes que nada quiero aclarar que esta segunda parte tendrá una combinación de eventos históricos que serán las "Guerras de Italia", la Batalla de Lepanto, la llegada de los Españoles a América y la posterior Conquista, así como también el surgimiento de los Piratas y Corsarios como Sir Francis Drake, entre otros acontecimientos. 

Por otro lado, contará con 7 capítulos bien largos, así que espero que lo disfruten.]

Un nuevo Siglo acababa de comenzar para una Europa y el resto del Mundo que les había tocado vivir una serie de acontecimientos, eventos que cambiaron la dinámica de ver y dirigir a los pueblos. Los "Estados-Nación" surgieron en España, Inglaterra y Francia. El "Renacimiento" estaba avanzando a grandes pasos sobre aquel "Viejo Mundo", el arte se hacía presente, la veneración y el regreso a las Antiguas Grecia y Roma se remontaban como el viento sobre los mástiles, los barcos pasaron ser de vela y gracias a las Brújulas podían navegar sin problemas, así como también el surgimiento de la pólvora en las armas de fuego y la Artillería Pesada, empleada, por primera vez, contra el Imperio Romano de Oriente en 1453 D.C, poniendo fin a la Edad Media y dando paso a una siguiente etapa. 

Las guerras entre Estados se habían terminado, las últimas habían sido la de "Los 100 Años" y las "Dos Rosas". En Inglaterra llegó al poder la Dinastía Tudor, mientras que en Francia se instaló la Familia de los Capeto, quienes pudieron recuperar la última de las "Plazas" ocupadas por los ingleses, Calais, a comienzos del Siglo XVI. En España, por su parte, el fin de la "Reconquista", la caída del "Reino Nazarí de Granada", al Sur de la Península, siendo éste el último bastión Musulmán en esas tierras y con la llegada de los "Reyes Católicos", Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla al poder, sumado a la desaparición del "Feudalismo" y sus "Señores" durante la "Baja Edad Media", producto de las guerras internas, las "Cruzadas", la "Peste Negra", entre otros sucesos que llevaron a que la Monarquía fuera recuperando sus posiciones perdidas hacia tiempo, dieron, como paso siguiente, a la creación de un Poder Centralizado en la figura de los Reyes.

Tras el fallecimiento de los "Reyes Católicos", llegó al Trono Español un personaje de suma importancia para la política europea de comienzos del Siglo XVI: Carlos I/V, quien también fue coronado Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Éste inició con la "Conquista" en los territorios americanos y allí se embarcaron las expediciones de Hernán Cortés, quien llegó a lo que hoy se conoce como México, Pedro de Valdivia a Chile, Francisco Pizarro al Perú y Pedro de Mendoza (luego se sumaría Juan de Garay) a la Argentina. 

Sin embargo y a pesar de la enorme bonanza que estaban recibiendo con los nuevos territorios conquistados, la posterior evangelización de los indígenas, el comercio, la construcción de hospitales, universidades, bibliotecas, iglesias, entre otros puntos de vital importancia, los Mares Caribe y Mediterráneo estaban plagados de una nueva actividad, aunque ya bastante conocido, que era la Piratería pero también fueron surgiendo los Corsarios y en el contexto geopolítico de Europa tampoco habían buenos resultados: Pocos años atrás tuvo lugar la "Reforma Protestante" de Martín Lutero en el Sacro Imperio y llevó a una serie de disputas, guerras y disturbios, tales como en los Países Bajos, donde fueron influenciados por los Protestantes y también en Inglaterra pero con muy pocos inicios, fuerza, hasta finales del Siglo XVI. 

Sumado a ello, también estaba la presencia Otomana, la cual dominaba buena parte del Este de Europa, incluyendo Grecia y en cuyas acción se había fundado la "Liga Santa" para hacer frente a esta amenaza. Para el Rey de España y Emperador del Sacro Imperio, la situación era bastante caótica y se estaba empleando mucho dinero, de parte de los grandes empréstitos que había pedido a los Bancos de Italia, para sostener las luchas contra sus enemigos. Aún así, otro frente se abrió, poco tiempo después, dentro de la propia Península Itálica. 

En el Palacio de El Escorial, ubicado al Noroeste de Madrid, España, los principales Asesores, Ministros y Generales del Monarca se habían reunido para llevar a cabo una labor impecable con la misión de enfrentar a las distintas fuerzas en contienda de batalla. Uno de los militares desplegó un extenso mapa sobre la "Mesa de Operaciones", teniendo a Carlos I/V frente a ellos,  quien comenzó a otear las posiciones y las fichas desplegadas sobre los distintos campos de batalla.

- Caballeros, Su Majestad: Las "Guerras de Italia" no han hecho más que convertirse en un auténtico dolor de cabeza. Un maldito calvario para nuestras operaciones y los territorios que regimos, ya que Francia acaba de iniciar una nueva campaña de ofensivas, atacando los puestos clave en la frontera de Saboya y El Milanesado para quedarse con las fortalezas y así desplegar a sus Ejércitos hacia el Norte, Centro y Sur de la Península.- Informaba aquel militar con aire serio y frío en su voz.- 

- Ese maldito de Francisco I de Francia, se nota que no aprendió cuando lo derrotamos, hace pocos años, en la Batalla de Pavía y ahora vuelve para tocarnos las narices.- Se mostró furioso el General Andrés López de Huerta, quien había estado bajo las órdenes de los "Reyes Católicos" y ahora estaba con Carlos I/V.- ¿Cómo es posible?. Y agrego, pidiendo con anterioridad a que me disculpen por esta información, Su Majestad, pero de parte mis espías en Italia, me han informado de que Génova y Pisa se han aliado a los Franceses, poniendo en riesgo los territorios españoles.- Advirtió y eso llegó hasta los oídos del Monarca. 

Sus ojos se abrieron como platos y respiró hondo, frunciendo la nariz, pensativo pero con recordando sus Glorias de Conquistador, sobre todo con las sofocaciones Protestantes en el Sacro Imperio, mero hecho retratado por el pintor Tiziano de Italia. Ahora estaba el problema de los Franceses, por lo que se puso de pie y caminó por un buen tramo de la "Sala de Operaciones", haciendo sonar sus botas contra el suelo de piedras. 

- Tengo entendido de que las otras Repúblicas Italianas no van a permitir que sean conquistadas por sus vecinos.- Comenzó a hablar y llevó su mano hasta el mentón.- El envío de tropas será muy importante, mejor dicho, yo usaría la frase primordial para acabar con estas insurrecciones y delirios pro-franceses pero, Caballeros, tengo un plan que nos será de mucha ayuda para nosotros.- Argumentó y de ahí se abrieron las puertas, dándole la bienvenida a dos personas: Uno era un civil y el otro era un Sacerdote.

Los que se hallaban allí presentes se miraron, los unos a los otros, pensando en cuál sería el plan del Monarca.

Su caballo relinchó y su jinete, un muchacho de cabello y bigote rubio descendió de su lomo. Llevaba varios días explorando aquellas tierras de Italia, en busca de algún sitio donde escribir sus próximos libros de Historia y Arqueología. Tomó su mochila y de ahí agarró de las bridas al corcel, al cual condujo por un sendero hasta detenerse frente a un arroyo de aguas cristalinas. El animal, emocionado, trotó hasta llegar a la orilla, donde bajó su osamenta y comenzó a beber a gusto aquellas aguas refrescantes para su garganta sedienta mientras que el rubio lanzaba una sonora carcajada, acariciando su pelaje marrón como el cuero de sus botas.

- No bebas demasiado, Babieca III.- Dio a conocer el nombre de su caballo, en honor al del "Cid Campeador".- De lo contrario te harán una multa por estar bajos los efectos del agua.- Dijo y de ahí notó que había un bosque donde comenzó a caminar un poco, sin perder de vista a su caballo.- 

Allí, sobre un antiguo promontorio abandonado, casi destruido por el paso del tiempo, guerras e incontables Inviernos, se alzaba una especie de Iglesia con un "Campo Santo" improvisado. El rubio alzó una ceja, intrigado por lo que había allí. Con un gesto de su mano, el caballo le obedeció y se quedó allí, esperándolo, mientras que él tomaba su espada, además de cargar consigo un mosquete para defenderse de posibles incursiones enemigas o tal vez de algún pueblerino y campesino "gracioso" que le quisiera jugar una broma de mal gusto.

Fue subiendo aquella colina, el lugar le atraía en lo absoluto, como si fuera una planta con su néctar a las abejas y colibríes que luego las esparcían por otras zonas. El promontorio estaba hecho de piedra pero las hierbas y plantas ya lo habían ocupado casi por completo. Con dificultad, debido a que el acceso estaba un poco empinado en esas colinas, el rubio logró alcanzar, casi jadeando por el cansancio y decidió en darse un pequeño descanso. 

Sacó un odre con agua y le dio un buen trago, refrescándose así mismo y de ahí dirigía su mirada, mientras que tomaba su "Diario de Viajes", un tintero y una pluma con la cual comenzó a dibujar ese sitio, copiando cada uno de los detalles, incluyendo los detalles más pequeños. Un árbol, una brizna de hierba, incluso una piedra podía significar algo para aquel explorador. Mientras que dibujaba ese promontorio, una extraña fuerza, una sensación de curiosidad le invadió por dentro, así que, levantándose con cuidado y siendo observado por su caballo, desde abajo de las colinas, comenzó a caminar, en línea recta, hacia el interior de aquel edificio abandonado. 

Pasó por el Portón de la Entrada, éste se hallaba desgastado, algunos pequeños escombros caían desde la parte superior con el polvillo pero él siguió adelante, metiéndose en lo que sería el Atrio. Al llegar, le echó una ojeada y notó que esa estructura no pertenecía ni al Paleocristiano, Bizantino, Románico ni mucho menos al Gótico o al Renacimiento. Una de las paredes tenía un extraño idioma escrito, unas palabras, que parecían indicar algo, por lo que comenzó a descender hasta llegar a una especie de Cripta a Cielo abierto, ya que parte del techo había sido destruido por el paso del tiempo. 

El aire, allí, era mucho más frío que en el exterior, casi formando vahos con su aliento pero motivándole a seguir adelante con su expedición. Aún tenía, grabadas "a fuego", en su mente, aquellas palabras de un dialecto que él desconocía pero que no formaban parte de la lengua que sus Antepasados hablaron y expandieron hasta conformar las Romances. Llegó hasta lo que parecía ser una especie de Ábside, una de las partes que conforman una Iglesia y al final del camino halló algo que le abrió los ojos a más no poder.

Se detuvo, palpó sus pulsaciones, el latido del corazón y su respiración, las cuales parecían querer detenerse, salirse por el asombro. Sus ojos se volvieron vidriosos. Tal vez había algún indicio de polvo en suspensión, lo cual causaba que le comenzaran a llorar pero no, no fue así. El hombre, tentado por lo que tenía ante sí, emocionado, giró y alzó la vista para contemplar una enorme estatua hecha en piedra de un Guerrero, quien sostenía una espada con ambas manos, mirando desafiante y con gesto de conquistador en su rostro, además de lucir una Armadura y Yelmo que le hacía recordar al de los Galos durante los tiempos de las guerras libradas por Julio César. Aquella protección para la cabeza, tenía una especie de "Alas" en punta y de forma vertical, además de aquellos bigotes y barba proveniente de los Germanos. 

- No puede ser. Estoy soñando, si, no queda otra opción. De seguro me despertaré y estaré en mi cama.- Se dijo para sí mismo. Acto seguido, él se quedó quieto, incluso se pellizcó para ver si era verdad lo que sus palabras daban como cuadro, pero no sucedió nada, sino de que él sintió que todo lo que le rodeaba era verdadero. No había nada que formara parte de su mente, la fantasía misma, el engaño y fue entonces que, tentado, caminó hasta inclinarse ante la estatua del Guerrero y quitar el polvo que cubría las letras esculpidas sobre el mármol y la piedra, las cuales estaban en latín.

"Hic iacet Odoacer, dux Herulorum et rex Ytalie. Deus custodiat animam suam in perpetuum pro annis servitii sui populo et patriae".

- "Aquí yace Odoacro, caudillo de los Hérulos y Rey de Italia. Que Dios guarde su alma por sus servicios al pueblo y a la Patria".- Tradujo el rubio aquellas palabras del Latín a su lengua, mientras que una nueva carga emocional le invadía por completo. Procedió a retratarla y a tomar nota de lo que había hallado, ya que era un descubrimiento sumamente importante y más para su persona.

Se sentía como un niño cuando recibía un regalo de parte de su familia, emocionado, cubierto por una increíble expectativa de lo que acababa de hallar pero, de golpe, sus emociones se vieron interrumpidas por un poderoso temblor de tierra. El techo, lo poco quedaba de esa estructura, tembló y pudo ver que algunos escombros, de distintos tamaños, fueron cayendo hacia el suelo y el exterior, rodando por la colina. El rubio corrió hacia unas escaleras que daban para las derruidas murallas y pudo comprobar que, en la lontananza, se estaba desarrollando una feroz batalla entre los españoles y los franceses por el control de Italia. 

El Norte de aquella Península había vuelto a ser el escenario de las batallas más importantes, dentro del contexto en el que se hallaban, pero también estaba la preocupación acerca de que los bombardeos de la Artillería pudieran afectar el promontorio. Fue entonces que un silbido lo sacó de sus pensamientos y al caer, a pocos metros de donde estaba, levantando terrones de tierra y polvo, además del humo que soltó al explotar, el rubio corrió y vio de que eso había sido muy cerca, así que fue a por su caballo y de ahí decidió quedarse, no sin antes encargarle a un joven campesino que pasaba por allí, el cual vivía a poca distancia junto a su familia de esa zona, de que enviara una carta que escribió, de su puño y letra, para su gente en una parte del Continente Europeo. 

El mensajero fue atravesando esos parajes cubiertos por la guerra, la sangre y los cañonazos. En el Norte, más allá de su camino, estaban los enfrentamientos, en donde españoles, franceses, alemanes e italianos de las Repúblicas aliadas, de un bando y otro, luchaban por ver quién sería el que los dirigiría en el Futuro. Una parte suya le animaba a permanecer allí pero cuando comenzaron a escucharse los primeros disparos de los Arcabuceros y Mosqueteros, con su caballo un tanto nervioso y que llevó a que le pasara su mano por la cabeza, tranquilizándolo, el jinete volvió a la carrera, alejándose de allí, a toda marcha.

https://youtu.be/f7Cpkup4g3I

El aire marítimo, frente a las Costas de España, estando cerca de La Coruña, Galicia, le hacía mover sus cabellos rojo como el Fuego, ojos marrón oscuro, de gran belleza física pero mirada gélida. No iba vestida como una Dama de la Aristocracia, a pesar de su posición social, sino de que llevaba una camisa blanca con una especie de "corbata" escarlata, abrigo negro pero no tan largo y botas oscuras además de verse unos pendientes de color azul mar y una gorra de la Armada del segundo color citado y franja amarilla sobre su cabeza. 

La chica se hallaba en la proa del barco que comandaba, la tripulación seguía con sus órdenes al pie de la letra, cumpliendo con la misión de patrullar esas aguas de posibles incursiones enemigas, sobre todo de los temidos Corsarios de Francia e Inglaterra, aunque ella también ejercía, "en parte", dicho papel pero estando al servicio de su Patria, Rusia y a favor de España. Una nueva brisa fresca le acarició el rostro y sintió el aroma de la Sal marítima en sus fosas nasales, levantando su ánimo.

- ¡Gran Almirante Aria Paleólogo, todo en orden!.- Informó su mano derecha, el Teniente Primero Calígula a la chica, quien se volteó y oteó que el barco estuviera en condiciones.

- Excelente trabajo.- Respondió ella.- ¡Muy bien hecho, Camaradas!.- Les felicitó la chica de suma belleza pero la paz se quebró cuando uno de los vigías, apostado en el Palo Mayor de aquella escuadra y con un telescopio portátil en mano, comenzó a vislumbrar una "mancha" que venía desde el Sur, justo por el "Canal de La Mancha", por lo que le hizo una seña a otro de sus Camaradas que estaba en otro barco cercano. En ese momento, los navíos españoles estaban llegando desde América con los cargamentos de Oro, Plata y otros Metales Preciosos, además de las mercaderías que se comerciaban allí, por lo que eran el blanco perfecto para los "Hermanos de la Costa", "Bucaneros", "Filibusteros", entre otros nombres que les pusieron a los que se dedicaban al abordaje, pillaje, saqueo e incendios. 

Para ello, Rusia había enviado a la "Armada Aqua" bajo el mando de la "Gran Almirante" Aria Paleóloga, quien era una de las integrantes de la última Dinastía que gobernó Bizancio hasta el año de la caída en el 1453 D.C. Aquella chica era, no solo una Oficial de graduación y organización, sino también, por herencia familiar, de las más aguerridas y disputa a todo. Y lo podía sentir en el aire esa "tensión helada" que abrumaba la zona de La Coruña. 

Desde las fortificaciones españolas también recibieron el mensaje de que se debían preparar, así que las tropas, a pesar de ser inferiores en número, contaban con el apoyo naval tanto de su país como el de sus aliados, los "Últimos Bizantinos". 

- ¡"Gran Almirante", se acerca una flota desde el Sur, por el "Canal de La Mancha"!.- Informó uno de los marineros a la chica, quien volvió a la proa y notó de que era verdad lo que se estaba viendo.

- ¿Corsarios?.- Preguntó Calígula y ella prestó atención al pabellón que flameaba en uno de los buques, el cual debía ser el insignia de esa flota. Guardó el telescopio portátil y de ahí se lo entregó al marinero, dándose la vuelta.

- ¡Todos a sus puestos de combate! ¡Es una flota muy numerosa de barcos ingleses!.- Alertó la chica.- ¡Cañoneros, prepárense! ¡Quiero que lancen una "salva" para los españoles, que se preparen para defender los Puertos de La Coruña!.- Impartió sus órdenes y con ello fueron dirigiéndose a sus respectivas tareas.

https://youtu.be/dU8VPQsTqFU

Desde la flota inglesa, Sir Francis Drake, Robert Devereux, John Norreys y Walter Raleigh, Comandantes de Su Graciosa Majestad, la Reina Isabel I de la Casa Tudor, iban navegando en formación y con los últimos preparativos listos para iniciar con el ataque. 

- Será un ataque relámpago: Sus defensas son muy precarias, además de contar con pocas tropas, los Hidalgos y las Milicias Locales, podremos con esto.- Auguró el Corsario favorito de la Reina, el Conde Robert Devereux II de Essex, mientras que Drake mantenía la cabeza fría y al oír eso de Camarada, giró su vista para encararlo, pisando fuerte el piso y caminando hacia él.

- Cuidado con lo que dices, Robert, no es bueno tentar a la suerte y más de que los españoles no son enemigos cualquiera. Son gente de la que hay que tener mucho respeto, incluso siendo sus enemigos. Recuerda lo que me pasó en el Caribe: La suerte te acompaña hasta cierto punto pero luego se te va en cuestión de segundos, así que mantén la mente fría.- Le aconsejó el castaño.

- Aún así, si el ataque resulta en un éxito, para nosotros, podremos llevar una buena cantidad de riquezas a Su Majestad.- Añadió Norreys pero eso estaba por verse.

- Lo primero será ver qué clase de fortificaciones y defensas cuentan los españoles y...- Habló Raleigh pero, de golpe, éste se detuvo, un mensajero llegó corriendo y éste le trajo un informe crucial, el cual no tuvo tiempo para leer, ya que, de golpe, un estruendo resonó en el aire.

En Rusia, el clima primaveral había comenzado, otra vez, las flores emergían de su sueño profundo por el Invierno, los árboles se comenzaban a poblar de hojas y era el momento ideal para dar por iniciada las cosechas. En uno de esos caminos que conducían hacia la urbe, un chico de cabello castaño y ojos celestes se encontraba caminando por allí, en compañía de un hombre mayor y dos chicas, las cuales eran sus hermanas, además de que cargaban varias cestas con semillas y otros artículos para los campesinos.

- No vayas tan rápido, Basilio. Puede que estos huesos sean resistentes, aún, pero dale un poco de tiempo para este anciano.- Bromeó su abuelo, Genadio, quien mantenía un fuerte humor. El chico fue reduciendo su marcha hasta quedar a la misma distancia que el anciano.

- Lo siento, abuelo, es que...- Se disculpó el joven pero éste le puso su mano en los hombros.

- No te disculpes por un pequeño llamado de atención insignificativo, una cosa es cuando cometes un error mucho más grave.- Le animó el hombre.- Ahora, vengan, sigamos, que ya es tiempo de volver con sus clases de combate.- Sostuvo el peli blanco y tras repartir las semillas y demás artículos a su gente, emprendieron el regreso al Palacio Imperial, donde sus padres trabajaban como Consejeros y Generales del Rey Iván III El Grande Rusia, quien ya estaba entrando en la vejez pero se mantenía firme al servicio de su pueblo y la Patria.

- Abuelo, tengo una pregunta.- Dijo el adolescente.

- Adelante.- Le concedió el anciano ese tiempo.

- ¿Te han llegado novedades del Tío Nicolás?. Hace un tiempo que se fue para Italia y todavía no ha vuelto.- Preguntó pero el hombre respiró hondo, mirando hacia sus nietos y de ahí iban subiendo los peldaños que daban al Palacio.

- Lamentablemente no, no tengo ninguna noticia acerca de él y me preocupa, ya que ha vuelto la guerra para esas tierras.- Respondió Genadio, mientras que llegaban a su destino.

- Espero que esté bien. Me gustaría saber qué más ha encontrado allí. Él me contó que, a través de una carta suya, tenía pensado buscar más sobre el Pasado de nosotros, los Paleólogo.- Dijo el chico.

- Pero lo conocemos todo, hermano.- Advirtió Lyudmila, una de sus hermanas.

- No, no sobre nosotros, sino sobre lo que pasó mucho antes: La "Caída del Imperio Romano de Occidente", sobre todo.- Apuntó el peli castaño.- Odoacro, nuestros antepasados.- Se remontó mucho más atrás en el tiempo.

Aquello le preocupaba al chico sobre el paradero de su tío. Él era una persona que estaba muy enfocada en las labores de la Historia, al ser esa su carrera y también a los viajes. Ya había estado en Bizancio, Francia, España e Inglaterra pero le llamaba la atención lo vivido en los tiempos del Imperio Romano, así que había emprendido un viaje hacia Italia con el fin de hallar las respuestas que necesitaba.

Una vez que cruzaron el umbral e ingresaron en el Palacio de Moscú, tanto Basilio como su abuelo Genadio y las dos hermanas del chico, Lyudmila y Sofía, se dirigieron hacia el Salón del Trono, en donde los estaban esperando sus padres, Amar y Heracles, los cuales terminaban con su turno de trabajo como Consejeros del Rey de Rusia. 

- ¡Niños!.- Los recibieron ambos padres con un fuerte abrazo.- 

- ¿Qué tal la han pasado? ¿Cómo estuvo el trabajo que les dieron?.- Preguntó Amar, mientras que les acariciaba sus cabellos.

- Por suerte bien.- Respondió Sofía, quien era la menor de los tres hermanos.

- Ya veo.- Dijo Heracles, mientras que iba hacia el abuelo de los niños.- ¿No te causaron problemas?.- Preguntó, en forma de broma y el anciano se río.

- Para nada. Aunque Basilio se lo ve muy preocupado porque no hay novedades acerca de Nicolás, su tío.- Respondió el peli blanco y eso caló hondo en los padres.

- Ha pasado un buen tiempo desde que se fue a Italia. La última carta que nos llegó fue de que estaba en el Norte, justo en donde han comenzado las ofensivas francesas para conquistar las fortalezas españolas.- Rememoró Amar.- De Asteria nos llegaron novedades de que está combatiendo en Lepanto contra los Otomanos para la "Liga Santa", mientras que tu nieta, Genadio, se halla en España, luchando a favor de Carlos I/V contra los Corsarios y Piratas. Espero que estén bien.- Pidió la madre.

- Aún así, es preocupante no saber nada de Nicolás. Yo creo que se debería...- Iba a proponer Heracles cuando entró un mensajero al Palacio Imperial, deteniendo todo intento de formar un plan para averiguar más sobre éste.

Salido de la nada, un muchacho de unos 19 años y portando un peto sobre el pecho, así como también hombreras metálicas, caminó hasta quedar frente a los Paleólogo y sin decir mucho, sacó de su bolso una carta que estaba sellada.

- ¿Alguno de ustedes conoce a un tal Nicolás Paleólogo?.- Inquirió el chico.

- Sí, es el tío de mis hijos, ¿por qué?.- Respondió Amar, mientras que tomaba la carta y la leía.

- Hace poco vino un chico del Norte de Italia, fue enviado por este hombre llamado Nicolás y dijo que necesitaba transmitir estas palabras para ustedes. Dice haber hallado algo muy importante y cerca del frente donde están combatiendo las Fuerzas de Francisco I de Francia y Carlos I/V de España y el Sacro Imperio.- Informó el muchacho y de ahí recibió una recompensa económica.

- Hizo bien. Veamos.- Pidió la madre de los chicos y de ahí leyó el contenido, quedando sin palabras.

Mientras tanto, volviendo al Palacio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España, el Rey y Emperador se quedó sorprendido ante semejante información recibida por parte de aquellos dos hombres.

- Entonces, Camilo, Francesco, ¿dicen que estas personas están emparentadas con los Paleólogos?. Es increíble. Yo creía que ya no existían.- Dijo con asombro en su voz.

- Aunque parezca una broma, Su Alteza, es verdad: Esta gente es conocida como los "Últimos Paleólogos" y han conservado sus tradiciones desde 1453 D.C, cuando escaparon de Bizancio. Mejor dicho que emigraron desde allí.- Respondió Camilo de Galicia, quien juntaba sus dedos y de ahí relamía sus labios secos tras exponer buena parte de la historia.

- Pueden ser muy útiles en el campo de batalla. Además, dos hermanas de esta familia, de nombre Aria y Asteria están de nuestra parte. Una combate con la "Armada Aqua" y la otra está en Lepanto.- Añadió Francesco más datos.

- Sí es así como dicen, entonces que los traigan a esos jóvenes de nombre Basilio, Sofía y Lyudmila. Nos serán de gran ayuda para expulsar a los franceses del Norte de Italia y así resguardar nuestras posiciones antes de que caigan en sus manos.- Ordenó Carlos I/V, viendo que no habían más opciones y esta última era de gran importancia para poder cambiar el equilibrio de la balanza a favor de España.

Sin decir nada más, Camilo y Francesco partieron de allí con rumbo hacia el Este de Europa, para Rusia con una misión en sus manos.

[¿Cómo será la decisión que se tomará para que los hijos de Amar y Heracles vayan a las "Guerras de Italia"? ¿Cómo seguirá la lucha contra Francis Drake y sus Aliados en La Coruña? ¿Veremos a Asteria en la Batalla de Lepanto?. Todo esto y mucho más en el próximo capítulo de esta historia.

Cuídense, amigos. Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes.

Hasta el próximo capítulo y buen comienzo de semana para todos ustedes, Camaradas.].


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