Prólogo: La Espada de Teodorico I El Grande
La Corte Bizantina estaba en silencio, habían pasado treces años desde que el Imperio Romano de Occidente desapareció para siempre y con él su último Emperador, el niño Rómulo Augusto, un usurpador impuesto por su padre, el General Flavio Orestes, quien contó con el apoyo de diversos Pueblos Germánicos para expulsar a Julio Nepote, considerado como el último gobernante del Imperio y que en el año 476 D.C, el Rey y Líder de los Hérulos, Odoacro, llevó a cabo una insurrección militar y tomó Rávena, Capital Imperial y en la cual ejecutaron a la familia de Rómulo pero perdonando la vida a aquel joven, quien pudo irse de allí con los supervivientes hacia Nápoles y en donde el propio Odoacro le enviaba dinero para que viviera tranquilamente.
Podía decirse que las cosas estaban volviendo a acomodarse tras la "Crisis del Siglo III D.C" pero no pudo ser así. El Líder de los Hérulos tomó la decisión de enviar las Insignias Imperiales a Oriente, siendo recibido por el Emperador Zenón de Bizancio.
Flashbacks:
La comitiva integrada por el propio Odoacro acababa de arribar en una Trirreme tras soportar varias semanas de navegación y con vientos en contra. Parecía que Poseidón no quería que el nuevo Gobernante ocupara el cargo que pedía, así como también que le dieran lo que su pueblo necesitaba: Tierras en donde asentarse. Las puertas del Palacio Imperial se abrieron y allí entraban los Bárbaros. Muchos de los presentes los miraban con desprecio, asco e indiferencia. Alguno de los Soldados allí reunidos pensaba en desenvainar la espada y atravesar al Líder de barba pelirroja por lo que hizo en Rávena pero se tenía que contener. El Emperador Zenón estaba allí, sentado en su Trono y pudo observar como el pelirrojo se arrodillaba y uno de sus Guerreros extendía, sobre una pequeña almohada roja, las Insignias Imperiales que ostentaron los Monarcas de aquel vasto Imperio hasta el final.
- Te saludo, Noble Emperador Zenón de Oriente.- Habló el Germano con tono educado. Aquel joven se reía para sus adentros, era como si estuviera observando a un mono hablarle y más porque el sujeto llevaba una toga romana consigo, igual a la de los Senadores, así como también un anillo en su dedo meñique. Se hizo a un lado y mostró lo que traía consigo, llevando a que el Monarca se pusiera de pie.
- Has cumplido muy bien con tu parte, Odoacro.- Le felicitó Zenón con calma, tomando la Corona Imperial consigo, sosteniéndola en su mano pero el Germano se levantó.
- Cumplí, en efecto, pero aún quedan ciertas cosas, unos asuntos por cerrar. Algo que Orestes no hizo por nosotros.- Alegó el hombre, cambiando el tono a uno serio y gélido.
- Ya veo: Ustedes han sido de muy buena ayuda para expulsar a Rómulo Augusto del Trono Imperial y por tus servicios, te concedo las tierras de Italia para que tu pueblo se instale allí. Ese muchacho era un verdadero zopenco para sostener una Corona en su poder.- Se burló y dio aquella concesión al Bárbaro.
- Más respeto: Él era solo un niño que no estaba preparado para hacer este tipo de cosas. Una carga sumamente peligrosa y de la cual tuve que castigar a varios de mis Generales porque querían decapitarlo.- El pelirrojo dio un pisotón muy fuerte con el piso, perdiéndose su eco en la lejanía, defendiendo al pequeño depuesto pero eso no cambió, para nada, el rostro burló de Zenón, aún con sus mejores dotes, el Bizantino sentía ese desprecio por una criatura tan insignificante y más tener a esos sucios Bárbaros en su Palacio Imperial de Constantinopla.- A parte de ello, pido de que Julio Nepote sea coronado Emperador y con ello habrá un equilibrio de poderes, me aseguraré de ello y también de que los otros Pueblos Germanos acaten el pedido, así como también seré nombrado "Rex Italiae", Rey de Italia.- Mostró esas pautas.
Zenón tuvo que ahogar una risa ahogada al escucharlo hablarlo. En efecto, aquel tipo no estaba a su altura: ¿"Rex Italiae"? ¿Un Germano sería coronado Monarca de la Península?. Tenía que ser una broma pero, empleando sus mejores trucos, extendió ambos brazos al aire, su túnica blanca azotó el aire y se acercó hasta Odoacro.
- También te lo concedo y sé que serás un buen líder, amigo mío.- Finalizó.
- Lo seré: Mi pueblo ya ha sufrido bastante como para que nos tengan pidiendo las sobras de la comida. Eso cambiará, ahora mismo.- Sentenció el pelirrojo y se retiró de allí.
Una vez que la comitiva de Rávena se fue, Zenón estalló en una carcajada que se hizo presente en todo el lugar, llamando la atención de los Consejeros, militares y hasta de su propia esposa, los cuales se preocuparon por el Emperador pero éste tomó asiento y mandó a un muchacho de cabello negro, portando las lorigas romanas junto al Águila Imperial grabada en el peto y llevando su Casco con el penacho rojo que mostraba su rango de "Prefecto del Pretorio".
- Flavius.- Dio a conocer el hombre de aquel hombre.
- Ordene, Su Majestad.- Dijo éste, dando un paso al frente, oyéndose el tintineo de sus grebas.
- Vete con esos cerdos y haz un informe sobre la gestión de Odoacro. Puede que nos resulte muy bien para mis futuros planes.- Pidió y tras hacer el "Ave Cesar" al Monarca, partió con una escolta para los muelles.
Pasó el tiempo y con el regreso de Flavius a Constantinopla, junto a su informe sobre el "Reino de Odoacro", arribaron hasta las manos del Monarca, quien había mantenido correspondencia con su "Prefecto del Pretorio" por todos esos años.
Fin del Flashbacks:
Las puertas del Palacio Imperial se abrieron y allí vieron llegar a Flavius, con su Armadura impecable, espada en el cinto y caminando con paso firme. Llevaba en sus manos un papiro enrollado y cubierto con un "Sello" de color rojo a modo de cierre. Zenón lo estaba esperando y allí pudo verse de que también había convocado a los militares y Consejeros políticos, sin olvidarse del Senado.
- Sé que debería ir, en primer lugar, hacia los saludos y demás protocolos pero, viendo las circunstancias, desearía conocer tu informe acerca de lo ocurrido estos años en Italia, Flavius.- Pidió el Emperador, dejando de lado todos esos actos de saludos y otros puntos importantes.
El "Prefecto del Pretorio" desenrolló el papiro ante los ojos de los presentes. Se tenía memorizada cada palabra, párrafo y oración redactada por su puño y letra correspondiente. Aclaró su garganta y de ahí tomó aire.
- Mi Emperador, en vista de lo pactado entre usted y el "Rex Italiae" Odoacro, pocas cosas han ocurrido en el transcurso de estos 13 años en el que gobernó la Península. Para empezar, los Reinos Germánicos en las Galias, el Norte de África e Hispania se han negado en obedecer su mandato, llegando a desconocerlo como Rey, así como también ha surgido un pequeño problema, si es que lo podemos llamar así, en la zona de Dalmacia: El Emperador Julio Nepote acaba de ser asesinado por sus propios hombres y Odoacro, en venganza, se ha hecho con el control de estas tierras.- Dio a conocer cada detalle de lo ocurrido durante su viaje.
La frente de Zenón mostró un marcado ceño fruncido y el puño derecho estaba cerrado con fuerza, irradiando una profunda ira hacia el Líder de los Hérulos. Pronto, una vez terminado el relato de Flavius, comenzó a producirse una profunda discusión.
- Yo sabía que ese sucio cerdo no se podía confiar.- Advirtió el Senador Clodio.
- La muerte de Nepote nos pone en una situación muy complicada, es obvio de que Odoacro ya no es de fiar.- Añadió su colega, Nicópolis, un hombre ya avanzado en años pero que ni la propia demencia senil pudo destruir su mente brillante.- A este paso se estarán preparando los Ejércitos "Foederati" y las "Legiones" para avanzar hacia nuestras fronteras.
- ¡Por favor! ¿Acaso te estás escuchando a ti mismo, Nicópolis?.- Protestó el General Daguer, un militar proveniente de los Vándalos y quien había combatido junto a Estilicón en el Pasado.-
- ¡Señores, Señores!.- Interrumpió la Emperatriz Serena, calmando las aguas, mientras que su marido seguía impávido y callado ante los últimos sucesos.- Entiendo de que están preocupados por lo que los Ejércitos de Odoacro puedan llevar a cabo contra nosotros pero, por otro lado, tampoco debemos perder la Fe en que nuestras tropas podrán hacerles frente y expulsarlos de nuestras fronteras, en caso de producirse algún combate.-
- Si me lo permiten, Su Majestad.- Oyeron la voz de Flavius que resonaba en el amplio Salón Imperial y caminaba hasta donde estaban allí reunidos, todo ante la atenta mirada de los presentes.- Comprendo de que esto puede considerarse un cuasi "Acto de Guerra" pero, viendo las circunstancias en las que nos hallamos y el contexto en general: Los Francos, Visigodos, incluso el propio Reino Siagrio del General Afranio Siagrio de las Galias han rechazado al Rey de Italia y con ello, creo que tengo la solución para este..."problema".- Los pasos que aquel "Prefecto del Pretorio" daba se hacían oír sobre el piso de piedra y mosaicos, llevando a que Zenón lo escuchara, dejando de lado su "hermetismo". Elevó su cabeza y dirigió la mirada para donde se encontraba aquel militar de grebas metálicas.-
Nicópolis y los otros iban a hablar, pero el Emperador levantó una mano en el aire, pidiendo silencio y todos cumplieron con la orden.
- Como verán: Nos hallamos en una posible guerra entre los Reinos Germánicos y no queremos algo así en nuestro camino. Julio Nepote está muerto, Odoacro está campando a nuestras anchas, a pocos kilómetros, en Dalmacia y es obvio que los otros pueblos no van a aceptar a ese infeliz.- Hizo una pausa, llevó una mano hasta la garganta, sintiendo sed en la misma y tras chasquear los dedos, un Sirviente le trajo un cuenco con agua a Flavius, quien lo bebió rápidamente, devolviéndolo a las manos de aquel joven.- He visto de que los Ostrogodos comandados por este tal Teodorico I El Grande nos serían de una gran ayuda, ya que están pidiendo tierras y como la gente de Odoacro está instalada en Italia.- Allí hizo una pausa para lanzar una sonrisa tranquila y serena.- Yo creo que se las podemos dar si nos hacen el trabajo de liquidar a los Hérulos de las mismas.- Alegó y continuó con su monólogos.- Si no aprovechamos esta oportunidad para negociar con los Ostrogodos, Odoacro podría amenazar nuestras fronteras, ya lo vimos con su "Campaña de Venganza" contra Dalmacia por la muerte de Nepote, ¿acaso vamos a permitir que estalle una guerra entre los Bárbaros?. Tenemos que sacar el mayor provecho de ello y aplastarlo. Además, Su Majestad y con el debido respeto, nunca sentí compasión hacia estos sucios Hérulos y encima de todo herejes, son Arrios, la doctrina que considerada una aberración hacia la Iglesia Cristiana cuando el Obispo Arrio, el mismo que evangelizó a los Godos y escribió la primer Biblia en lengua Gótica, dijo que Cristo no tiene Naturaleza Divina, solo la Humana.- Meneó la cabeza y la bajó pero podía notarse una sonrisa de pura maldad.- Creo que San Nicolás de Bari debió darle una segunda bofetada a Arrio por decir semejante estupidez de nuestro Salvador. Tenemos otro motivo más para destruir a esos Herejes.- Hizo una pausa, nuevamente y pasó a otro punto, uno sumamente importante.- Pueden pensarlo y debatirlo, pero no nos dará tiempo para cuando estallen las hostilidades y lo que es peor, algo que me olvidé remarcar: ¿Qué pasará cuando Odoacro ya no esté en este Mundo?. Puede llegar a morir y la pregunta es quién heredará el Trono: Thela. Ese muchacho no está preparado para gobernar. Solo sería un Rey por el título pero sin ningún poder. O puede convertirse en alguien como su padre y eso es mucho peor.- En ese momento, Flavius se detuvo, dejó de hablar y cundió el silencio entre los presentes allí reunidos.
Zenón miró a Serena. Podía leer, en su mirada, de que las palabras de su "Prefecto del Pretorio" no podían ser omitidas.
- Él tiene razón, cariño: Son unos malditos Herejes que desconocen lo que Jesucristo nos dejó. Ya tenemos otros movimientos en Egipto y el Norte de África, si queremos acabar con ellos, debemos empezar por Italia, asegurando sus territorios para los Ostrogodos.- Añadió la joven Emperatriz pero el otro no decía nada, solo estaba callado la boca. Fue entonces que se levantó, caminó hasta un segundo Sirviente con una copa de vino y procedió a beber de ella, reflexionando acerca de lo acontecido con anterioridad.
Tanto Flavius como Serena y el resto de los congregados estaban allí. Sabía que el pueblo Bizantino no lo apoyaba, siendo éste un usurpador y que Basilisco junto a su familia y el General Illon estarían de regreso para que recuperar el trono. Tenía muy poco tiempo y entre el desprecio popular por ser de origen Germánico, así como también la presión de su familia, Zenón se volteó y encaró a los presentes.
- ¿Recuerdan cuando el Papa León Magno salió a las puertas de Roma para hablar con Atila I de los Hunos y luego con Genserico de los Vándalos?.- Lanzó esa pregunta retórica, articulando cada palabra con un tono neutral, tranquilo. Algunos pensaron de que estaba derrapando, que decía tonterías hasta que se volteó.- Bueno, nuestra religió, la Cristiano Ortodoxa, tampoco tolera de que los Herejes hagan lo que quieran. Genserico fue un Arrio y con solo escuchar esa palabra, me hace revolver el estómago.- Giró la mirada hacia Serena y le tomó de las manos.- Esposa mía, te prometo que no me dejaré aplastar por ninguno de esos estúpidos, no me importa lo que digan.- Juró y le besó las manos.- Y en cuanto a tu propuesta, Flavius...- Lo rodeó por los hombros.- Eres uno de los militares más listos que puedo tener.- Señaló y tras darle un fuerte abrazo, adoptó una nueva postura.- Ahora es tiempo de borrar a ese vejestorio de Odoacro: Manden partidas de mensajeros para donde se encuentra Teodorico, díganles que están autorizados por mí, el Emperador Zenón de Bizancio, de que inicien la marcha hacia Italia. Ha llegado la hora de hacer borrón y cuenta nueva.- Anunció y tras decirlo, salieron los Senadores con Nicópolis a la cabeza.-
- ¿Quiere que vaya para presenciar la caída de Odoacro, Mi Emperador?.- Preguntó Flavius.
- Adelante.- Le concedió Zenón, mientras que regresaba al Trono Imperial junto a su esposa.
Con una despedida, el "Prefecto del Pretorio" salió del Palacio y de ahí comenzaron a enviarse a los mensajeros, protegidos por una poderosa escolta de Caballería y Destacamentos de Infantería, quienes llegaron hasta Tracia, donde los Ejércitos de Teodorico estaban montando un campamento.
La noche había caído sobre aquella región de Grecia. El Rey de los Ostrogodos se encontraba con su Corte y Generales al mando, en compañía de su esposa, Amalasunta, conversando sobre los próximos movimientos que haría cuando, de repente, notaron que los vigías y Centinelas daban la voz de alarma. El pánico cundió, las mujeres fueron a por sus hijos, los padres las protegían y los Soldados eran llamados a las armas. Todos estaban en posición pero cuando notaron que el grupo era pequeño, Teodorico bajó la mano, evitando un baño de sangre innecesario y de ahí vio como un hombre joven y de cabello negro descendía de su caballo, entregándole un rollo de pergamino, el cual desenvolvió y comenzó a leerlo.
https://youtu.be/VCixegADW4Q
Todos se fueron acercando para ver qué era lo que decía aquella misiva. Pronto, el Gobernante se volteó y alzó el pergamino al aire.
- ¡NOS VAMOS A LA GUERRA! ¡PREPARADOS PARA MARCHAR A ITALIA!.- Exclamó el Rey con júbilo y como una "explosión", ésta llegó hasta todos los allí reunidos.- ¡PREPAREN A LAS TROPAS! ¡NOS INSTALAREMOS EN LAS MEJORES TIERRAS DE LA PENÍNSULA ITÁLICA!.- Decía él.
- ¡VIVA EL REY TEODORICO I EL GRANDE! ¡MUERTE A LOS SALVAJES HÉRULOS Y AL REY ODOACRO!.- Lo apoyaban sus seguidores, Súbditos y Soldados a su Líder de Guerra, todo ante la mirada de Flavius, quien iba a disfrutar del reguero de sangre Germana en Italia.
Los tambores de guerra comenzaron a resonar, la Caballería Ostrogoda y la Infantería se fueron preparando para marchar. Teodorico se había reunido con sus Generales y Consejeros políticos para que trazaran el plan de invasión y él comandaría a sus Ejércitos hacia la victoria. Pronto, las huestes iniciaron su marcha.
Era el año 488 D.C y el sueño de tener aquellas ricas y fértiles tierras en Italia eran una ambición para aquellos Bárbaros, superando con creces a Grecia y los Balcanes, además de que Roma continuaba siendo muy prestigiosa, a pesar de haber perdido su posición como Capital del Mundo que tuvo en sus manos.
Por su parte, los mensajeros Hérulos llegaron hasta Rávena, en donde Odoacro se encontraba reunido con su grupo y al recibirlos, éste pidió saber qué estaba ocurriendo.
- Mi Rey...hemos sido traicionados por Bizancio...Zenón...Zenón ordenó a los Ostrogodos que vengan para acá.- Le informó uno de sus Embajadores.
Al oír eso, el Monarca quedó callado hasta que se puso de pie.
- ¡MALDITA SEAS, ZENÓN! ¡TE MALDIGO, HIJO DE PUTA!.- Bramó con furia y echando espuma por la boca, viendo que su proyecto estaba en el hundimiento final.- ¡Si quieren guerra, entonces la tendrán!.-
No perdió ni un segundo. Ni lerdo ni tampoco perezoso, Odoacro mandó a llamar a sus Ejércitos y con ello, para el mes de Agosto del 489 D.C, esperaron, en el Cruce de los Alpes, a las tropas de Teodorico, sin embargo, fueron presa fácil para los Ostrogodos, quienes los vencieron y debieron retirarse. Para el mes de Septiembre, en las inmediaciones de Verona, los Hérulos volvieron a perder y fue entonces que el Rey debió refugiarse en Rávena con su Ejército pero el hambre se hizo presente y, finalmente, tuvo que pedir la paz. Por un momento, él pensó de que el Monarca de los Ostrogodos lo ejecutaría allí mismo pero notó de que no era así, le ofrecía piedad a sus tropas y llegando a invitarlo a un banquete con su familia en el Palacio Imperial de Honorio.
En medio de la comida y bebida que se estaba llevando a cabo, junto a la firma de la paz, nadie pudo ver lo que ocurriría allí mismo: Tomado por sorpresa, el Rey de Italia, Odoacro de los Hérulos, sintió que una afilada hoja atravesaba su cuerpo y lo partía al medio, rasgando la carne y destruyendo sus músculos y huesos, provocando una hemorragia muy grave que lo dejó debilitado y de rodillas ante su verdugo.
https://youtu.be/NfDH7Mom5GA
- ¿Por qué...? ¿Por qué lo hiciste...Teodorico?.- Preguntó con el poco aire que le quedaba en sus pulmones, teniendo la mitad de su pecho empapado y aún con la espada ensartándolo.
El Rey de los Ostrogodos no dijo nada, solamente lo miró con asco y de ahí escuchó pasos que venían hacia él, encontrándose con un hombre de grebas y cabello negro, portando el Casco con penacho rojo en sus manos, deteniéndose allí mismo, mientras que los Oficiales, Comandantes y Generales del Rey Hérulo eran puestos bajo vigilancia, apuntando los Soldados Ostrogodos con sus armas para que no hicieran ninguna tontería.
- Una lástima de que solo hayas sido una mera pieza en este juego político, Odoacro.- Le dijo éste con esa sonrisa burlona en su rostro.- Pero al Emperador Zenón no le gusta que hablen a sus espaldas y que no cumplan con lo pactado. Descuida, ya hay un nuevo Rey de Italia aquí mismo.- Apuntó éste y lanzó una risa gélida hacia el moribundo, retirándose del lugar.
- Flavius...- Reconoció aquella voz y de ahí volvió a sentir como el filo de la espada de Teodorico iba acabando con su vida. Cayó boca arriba, aún con el arma en su pecho y miró hacia el Cielo.- ¿Dónde está Dios?.- Fue la última pregunta que hizo antes de morir.
Una vez que hubo expulsado su último aliento, Teodorico extrajo el arma del cuerpo de su antiguo enemigo, procediendo a pararse encima suyo.
- Esto es lo que le hiciste a mis amigos.- Dejó ese aviso y miró al reciente fallecido.- Ciertamente no había un hueso en este desdichado compañero.- Sentenció y de ahí, tras tomarse unos segundos para digerir todo, teniendo el poder absoluto en sus manos, miró a los que aún conformaban el "Alto Mando Real".- Tal y como dijo Flavius: Haremos borrón y cuenta nueva. Mátenlos a todos.- Ordenó y con ello empezó una auténtica masacre.
En aquel día, los Generales, Comandantes, Lugartenientes y Consejeros del difunto Rey Odoacro fueron asesinados por orden de Teodorico. Italia se había convertido en una trampa mortal para ellos y sus familias. La del fallecido tampoco se salvó de su castigo. Sunigilda, esposa del Monarca Hérulo, fue lapidada hasta la muerte junto a sus otros miembros.
- ¡PIEDAD! ¡POR FAVOR! ¡PIEDAD! ¡ABRAN, SE LOS RUEGO!.- Rogaba Ornulfo, hermano de Odoacro, quien veía que las puertas de una Iglesia estaban abiertas pero antes de llegar, un grupo de arqueros lo asesinaron a flechazos, cayendo su cuerpo contra el piso y con las puntas de los proyectiles empapándose con su sangre.
El único que se salvó fue Thela, hijo de Odoacro y Sunigilda, siendo enviado a las Galias pero al querer volver a Italia, en el camino, los agentes de Teodorico lo estaban esperando y acabaron con su vida.
Poco después de aquella masacre, Teodorico fue coronado Rey de Italia, instalándose en Rávena y en donde recibió un mayor reconocimiento que su predecesor. Sumado a ello, gobernaba en nombre del Emperador Zenón y gozaba de plena Autonomía para regir el Occidente Europeo sin problemas y también mantuvo intactas las estructuras administrativas Romanas, recibiendo el apoyo del Senado y hasta respetó a la Aristocracia homónima, quienes conservaron sus tierras y pudieron desarrollar carreras civiles en la Corte de Rávena. Los Godos de Teodorico quedaron complacidos con el reparto del botín y se hicieron con el control de los puestos militares, siendo destinados en su mayoría.
- Caballeros.- Llamó Zenón a sus más leales Súbditos en el Palacio Imperial de Dafne, tomando una copa de vino y alzándola bien alto.- Brindemos por el Futuro, por el éxito, las conquistas y la expansión de nuestro Imperio Bizantino. Dios nos ha guiado en esta lucha contra los Hérulos herejes y ahora que los hemos expulsado de Italia, vendrán tiempos mejores para nosotros y nuestros Aliados.- Auguró, viéndose de que estaba en una buena posición y de ahí miró a cierto "Prefecto del Pretorio".- Y también pido que brindemos por mi más leal, brillante y gélido Oficial dentro del Imperio: ¡A ti, Flavius Aliebro!.- Exclamó y con ello entrechocaron las copas con aquel líquido, dando por iniciada sus festejos por semejante victoria.
Flavius se mostró tranquilo y triunfador. Había conseguido derrotar a los Hérulos y veía el orgullo del Imperio Bizantino que se estaba expandiendo. Tal vez tendrían algunas rencillas y problemas en el Futuro pero, mirando todo ese horizonte con buenos ojos, serían una civilización que perduraría y dejaría su huella en las páginas de la Historia.
Fin del Prólogo: La Espada de Teodorico I El Grande
[Y aquí es donde comienza esta historia de la Familia Ivanisevic, teniendo sus antecedentes en Bizancio tras la "Caída del Imperio Romano de Occidente" en el 476 D.C.
Espero que les guste, amigos. Los Arcos que estará dividida esta historia los iré escribiendo poco a poco, ya que necesito ir terminando con "La Raíz del Mal" en Fanfiction y Wattpad.
Envío saludos y agradecimientos para todos ustedes, en especial para LucasAbad0, eltíorob95 y RCurrent.
Cuídense y buen inicio de semana, Camaradas.].
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