Capítulo VII
Capítulo VII:
El cachorro de Gran Danés que Udeski había rescatado de aquella casa en ruinas, en medio de la campiña francesa afectada por la guerra y los bombardeos, se encontraba en el Palacio Imperial de Moscú, jugando con los hijos del Zar Nicolás II y habiéndose recuperado muy bien tras haber vivido una triste experiencia con los combates que afectaron al País Galo. Sin embargo, no todo era motivo de alegría y más para el Capitán Antonov, quien se mostraba, cada día, más serio y callado, enfocado en las labores de traslado del Patrimonio de la Familia Ivanisevic para Italia, en donde estarían a salvo en una "Cuenta Bancaria" que ofrecía el Banco Central de Roma, rogando de que no cayera en manos equivocadas. Para ello había recibido la ayuda de su cuñado, el cual estaba casado con una Princesa de la Familia Real de Italia, así como también del Embajador Kremlic Ivanisevic, Vizconde de Ucrania y Bielorrusia; además de contar con apoyo en Londres, sumado a su matrimonio con una de las nietas de la Reina Victoria I, por lo que Rusia podía estar a salvo de una posible revolución, por ahora. Sin embargo, la popularidad de Lenin estaba creciendo aún más y muchos sectores, dentro de las Fuerzas Armadas, mostraban su completa lealtad y pedían que los Zares entregaran el poder, pacíficamente y se les respetaría sus vidas.
Aún así, la Familia Ivanisevic continuó con su juramento de proteger a los Romanov hasta las últimas consecuencias. El tema era que, mientras más caídos tenía Lenin, éstos pasaban a ser "Mártires" y el Gobierno Imperial era considerado el villano del momento. Solo les quedaba una única opción y era continuar peleando hasta dar contra el responsable de todo el asunto.
- Informe del Embajador Ivanisevic desde Londres.- Interrumpió un Soldado los pensamientos de Antonov, trayendo una copia exacta de lo que estaba pasando en esos momentos.
"De: Kremlic Ivanisevic, Vizconde de Ucrania y Bielorrusia así como también Embajador Plenipotenciario en Londres, Inglaterra:
La "Primera Dotación" ha llegado junto a las "Cronologías de los Reyes Griegos y Romanos", así como también los libros antiguos y los bustos de los Emperadores de Roma y Bizancio, sin olvidarse de los retratos.
Espero la próxima "Dotación" dentro de dos días.
Avísame cuándo llegue los "Símbolos".
La leyó y de ahí le hizo una seña al Soldado para que le acompañara hasta su "Estudio". Cerró la puerta y comenzó a redactar la próxima misiva para Kremlic.
- ¿El carruaje del Correo sigue afuera, Soldado Ivanov?.- Preguntó al joven de 25 años.
- Sí, Mi Capitán.- Respondió éste.-
- Bien, espera unos minutos.- Pidió y de ahí, tras unos pocos minutos de escribir, le entregó la carta a éste en sus manos.- Que la lleven a la Embajada de Londres e Italia. Son dos copias, una para cada sitio. Aquí están mis órdenes.- Dijo y tras ello el Soldado Ivanov partió para llevar a cabo su tarea.- "Aún tengo tiempo. Sé que Fiodor y los otros van a traer a Camila. Lo presiento".- Pensó para sus adentros, esperanzado de que todo tuviera un buen final.
Oyó las risas de los hijos Romanov, quienes jugaban con el cachorro y se mostró preocupado por lo que podía llegar a pasar. Cada día venían informes sobre el futuro "Tren de Lenin", el cual traería al Líder Revolucionario y que terminaría por desatar una rebelión nunca antes vista. Las derrotas en el Frente Oriental, a manos de los Alemanes y sus Aliados, eran una "comedia". Los estaban pulverizando en cada una de las batallas, llevando a que el cerco se estrechara cada vez más, llegando, incluso, a poner en alerta a Moscú sobre la posible penetración de los Ejércitos del Kaiser en sus tierras.
- "Preferiría mil veces que la "Triple Alianza" entre y ponga fin a la guerra. Si ellos llegan a matar a Lenin, entonces se acaba el peligro. Aunque reconozco que mis palabras, las mismas que estoy pensando para mis adentros, son símbolo de Derrotismo, algo que odio y aborrezco con toda mi alma, tal vez puedan traer la paz necesaria".- Pensó Antonov con preocupación, viendo que todos sus intentos por convencer a los Zares fueron en vano, incluso de poder mandar a los niños para otro país en el que pudieran estar a salvo, siendo el escogido Francia o Argentina pero no fue así.
Las visitas de Rasputín se habían convertido en una auténtica tradición, en el cual el hombre se entrevistaba, por largas horas, con Antonov y éste le explicaba cada uno de los detalles que se estaban tomando para que los Ivanisevic sobrevivieran ante lo que se vendría.
- Lord Kremlic, Lady Samantha.- Les habló un recién llegado emisario, quien mostró sus respetos ante el Vizconde y la Princesa. ¿Quién lo diría?. Un Ivanisevic se volvía a casar con una británica, viniendo de la línea de Tanya a mitad del Siglo XIX. Kremlic era un sujeto que rondaba los 35 años, bastante apuesto y con un frondoso bigote rubio, mientras que Samantha Sharp, perteneciente a una familia Aristocrática de Londres y principalmente Yorkshire, era muy hermosa y con unos cabellos del mismo color que su marido, rubios como el Sol y con una figura tan esbelta que despertaba las pasiones de cualquiera que quisiera comprometerse con ella.- Lamento mucho interrumpirlos, pero ha llegado una nueva carta del Capitán Antonov.
- ¿Otra más?. A ver.- Pidió Samantha, quien mantenía contacto con los Ivanisevic en Rusia y su familia en las Islas Británicas. Tomó la misiva y se puso a leerla inmediatamente, mientras que Kremlic permanecía en silencio, tratando de averiguar cómo seguían las cosas en su tierra natal.- Hmmm, se nota que están complicándose las cosas por allí.- Dijo ella con seriedad.-
- Están esperando una respuesta: Los "Símbolos Imperiales" aún no llegan.- Añadió el emisario.
- Que esperemos, eso es lo que me dijo Antonov.- Rompió Kremlic el silencio, volteándose para verlo.- Aún no es la hora de llevarlos. Solo cuando ocurra, lo que tenga que pasar, se hará.- Sentenció pero se le notaba muy preocupado.
- Con su permiso, Mi Lord, Mi Lady.- Salió el mensajero, haciendo una inclinación de cabeza y cerrando las puertas, las cuales quedaron resguardadas por dos miembros de la "Orden Sagrada de los Caballeros de Sarajevo".
El hombre de bigote rubio se puso de pie y caminó hacia la chimenea. En ella había un inmenso óleo con la fecha 1898, en donde aparecían todos los Ivanisevic en una de las reuniones familiares más grandes y jamás registrada de la historia. Habían pedido que fuera con una de esas llamadas "cámaras fotográficas" de la época pero no se pudo ante la gran cantidad de familiares allí reunidos. Ahora, en medio de la Primera Guerra Mundial y oyéndose los estruendos lejanos de la Artillería enemiga que caían sobre Londres y los aviones alemanes que realizaban sus incursiones aéreas, llevaban a que el matrimonio tuviera que permanecer dentro hasta que se calmaran las cosas, aunque los objetivos no eran en la ciudad, sino en las bases y cuarteles británicos. Caminó un momento hasta la ventana y se detuvo para contemplar el humo que venía desde el otro lado de la orilla del Canal de La Mancha, en Francia y Bélgica.
- La preocupación de los Zares es que, si pierden la guerra, habrá revolución, pero si se retiran, no saben si se producirá o no la tan temida citada en primer lugar.- Oyó hablar a Samantha, quien se ponía de pie.- El tema en cuestión no es que Lenin vaya y alce a los militares junto al pueblo, sino del Futuro que tendrán los Ivanisevic. Tú también lo sabes, has estado en contacto con tu sobrino, Antonov, quien te relató de sus reuniones con Rasputín.- Dijo y aquello era una verdad pura.
No podía negarlo, el Capitán de la "Orden Sagrada de los Caballeros de Sarajevo", al principio, no confiaba en ese sujeto de cabello y frondosa barba negra como la noche, además de esos ojos que parecían tan amenazantes. Pero, por el otro lado, ahora se estaba viendo que las predicciones del "Monje" se estaban volviendo realidad y con el paso de los días, las derrotas militares en el Frente Oriental y el fracaso por intentar crear un gobierno provisional junto a la Aristocracia, llevaban a que la Economía se hundiera cada vez más en ese "lodazal", el hambre y la miseria crecieran a un ritmo sumamente frenético y que los Zares ya no supieran qué hacer. Ahora, en 1916, la guerra se había convertido en un verdadero desastre para Europa, mientras que se desarrollaba las Batallas de Verdún y Somne, Inglaterra y Francia veían a sus Ejércitos caer diezmados ante el potente avance de los Alemanes y sus Aliados, sumado al reciente "Alzamiento de Pascuas", el poder británico estaba debilitándose aún más, mientras que los franceses intentaban evitar que sus enemigos llegaran a París.
- ¿Aún no tienes novedades de Camila y Fiodor?.- Preguntó Samantha.- Mis contactos en el Ministerio de Guerra Británico dicen que hay fuerzas militares que están tras ella por lo ocurrido en Irlanda.- Relató y aquello era otro tema más importante.
- Lo sé, sé lo que pasa pero, según tengo entendido, Fiodor y los demás están por llegar al Frente Occidental, el cual se encuentra aquí.- Respondió Kremlic y fue hasta unos mapas, donde estaba señalada la zona a la que irían.- La "Tierra de Nadie", es allí donde se ha fijado un posible encuentro...mientras que no ocurra otra desgracia.- Rogó y suspiró hondo, siendo ayudado por su esposa rubia.
- Todo estará bien, cariño. Tranquilo, ya verás que van a mejorar las cosas.- Prometió, aunque eso fuera mínimo.
Mientras tanto, a pocos kilómetros del Frente Occidental, cerca de la "Tierra de Nadie", donde el panorama era sumamente frío, sin vida, la destrucción había acabado con el pasto y los árboles parecían muertos vivientes anclados en la tierra, intentando por alcanzar el Descanso Eterno. El peligro de morir a manos de una bala disparada por algún francotirador o las ametralladoras de uno u otro bando era jugarse la suerte en una especie de "Ruleta Rusa".
- Vaya panorama más triste.- Observó Albert el aspecto de aquellas tierras tan desoladas. A su derecha se hallaban las zonas de combates, una explosión hizo temblar la tierra y lo poco quedaba de una casa de campo se vino abajo, envuelta en una nube de polvo y escombros espesos que cubrieron el aire.- Vengan, iremos por este tramo de la carretera.- Pidió el joven, mientras que reanudaban la marcha.
- Ya estás cerca de encontrarte con tu hermana, Fiodor.- Le animó Udeski.-
- Gracias, amigo, espero que así sea.- Fue el pedido que hizo éste, mientras que marchaban por la derecha y con ello veían que comenzaban los bombardeos con Artillería.
Un observador alemán se detuvo y le informó a Kat.
- ¿Es seguro que vayamos por aquí?.- Preguntó el Comandante de la Caballería Imperial Rusa al Cabo alemán de bigotes.
- Sí, aquí hay unas pequeñas ondulaciones en el terreno que nos serán de vital importancia para protegernos de las explosiones y los escombros. Vengan.- Pidió éste.
El camino se convertía en una especie de lomas ondulantes que les eran de protección. Las explosiones hacían temblar el suelo y con ello los disparos que venían desde el Oeste.
- Mi Condesa.- Dijo Patrick, quien se hallaba en una colina, oteando el horizonte.- Se acerca gente a nuestra posición.- Informó éste, pasando los binoculares para que pudiera ver bien de quiénes se trataban.
- ¿Qué hacemos?.- Inquirió Mary con Sherry.- ¿Debemos tomar las armas y atacar?.
- No.- Fue la respuesta de Camila.- Nos quedaremos aquí y aguardaremos. Patrick, Sean, Seamus, O'Galoran, quédense en la colina y vigilen sus movimientos, si pasa algo, lancen un disparo de advertencia.- Ordenó ella.
- ¡A sus órdenes, Mi Comandante!.- Respondió aquel "Destacamento de Su Majestad".
Con las armas en ristre, las Fuerzas Británicas estaban avanzando, en forma de avanzadilla, para tratar de ganar posiciones a los Alemanes y sus Aliados, pero el tema era que la presencia armada de éstos y los bombardeos, en forma constante con la Artillería, habían afectado los intentos por destruir las defensas enemigas, así que tuvieron que tomar otro camino, uno secundario que los conduciría hacia su objetivo. En medio de la marcha, uno de los Oficiales, de apellido Coventry, se detuvo para otear el horizonte y notó que una tropa de Soldados estaban yendo por otro tramo, sin saber quiénes eran en realidad. Hizo una seña y de ahí fue con los suyos.
- Mierda, ingleses.- Alertó Patrick.- Todos a sus puestos. Actúen normal.- Fue la orden que impartió.
- Si pasa algo, ya saben qué hacer.- Dijo Camila, viendo que tenía una Pistola Browing guardada en su vestido para evitar ser capturada y que la emplearía para defenderse de cualquier enemigo.
El Oficial Coventry, Teniente Primero del Ejército, fue hasta ellos, haciendo la venia militar.
- Buenos días, Soldados.- Saludó éste con educación.- ¿Qué hacen fuera de la "Línea de Avanzadilla"?.- Preguntó a ellos.
- Soy el Sargento Stuart Mills, estoy a cargo de este avance. Nos envía el Comandante Burlington.- Dio Patrick su seudónimo, un nombre falso para ganar tiempo.
- ¿Me permiten la orden?.- Pidió el Teniente Primero Coventry y, por un momento, todo se sumió en una creciente tensión pero fue Camila la que le entregó los papeles.- ¿Y ella?.
- Es una civil que encontramos, la estamos llevando con su familia, la cual se halla al Norte.- Respondió Patrick, empleando un buen acento británico para no levantar las sospechas de aquel Oficial, el cual se puso a leer los papeles falsificados.
- ¿Está todo en orden?.- Preguntó Camila, también empleando un acento británico para no ser detectada.-
- Hmmmm.- Murmuró Coventry un momento y de ahí terminó por chequear todo.- Sí, no veo nada extraño. Pueden seguir.- Dijo y les hizo la seña que les indicaba que tenían vía libre para continuar con su avance.
Por los pelos se habían salvado. Patrick y Seamus estaban por desenfundar sus Pistolas para matar a aquellos ingleses pero se contuvieron. Un derramamiento de sangre, una bala disparada, aún por accidente, causaría un desastre nunca antes visto.
Sin embargo, a pocos kilómetros de donde se hallaban ambos bandos, un grupo de tropas inglesas y francesas estaban realizando una avanzadilla cuando captaron la marcha de aquellos dos, por lo que enfilaron hacia ellos, mientras que la Artillería enemiga regresaba con los bombardeos.
- ¡Allí, miren!.- Señaló Albert Kroop a un grupo que venía para donde ellos estaban.- ¡Alto, identifíquense!.- Pidió y de ahí notaron que una joven marchaba hacia ellos.
- ¡Soy la Condesa Camila Ivanisevic, ¿y ustedes?!.- Respondió la joven y fue entonces que Luykan la escuchó.
- Camila...¡Camila! ¡Camila!.- El muchacho corrió hacia donde ella se encontraba, abriendo sus brazos y tomándola consigo, llevando a que ambos se besaran apasionadamente.- ¡Dios, creí que nunca te volvería a ver!.- Decía, envuelto en lágrimas, mientras que ella se quitaba la capa con capucha para revelarse ante él.- Cuando me enteré del hundimiento del "Titanic"; por un momento pensé que habías muerto pero no.-
- Es una larga historia, pero con volver a verte, Luykan, me pone muy feliz.- Sostuvo ella, sin soltarse y de ahí hacia sus amigos.- Pero no hubiera podido sobrevivir sin ellos, los Irlandeses.-
- Me alegra de volverte a ver, hermanita. Todos te extrañábamos en Moscú y San Petersburgo.- Apareció Fiodor, acompañado por Paul.
- ¡Hermano!.- Exclamó Camila, abrazándolo.-
- Un placer en conocerla, Condesa Ivanisevic. Mi nombre es Paul Baumer, conocí a su hermano hace poco junto a sus tropas, por lo que les acompañamos en su búsqueda.- Se presentó y de ahí ella le agradeció con un abrazo y un beso en ambas mejillas.
- Hicieron todo esto por mí. No sé cómo agradecerles, aún siendo el enemigo, ustedes demostraron mucho más que otros. Prometo que serán recompensados, lo juro.- Dijo pero al momento de que ansiaba con volver a Moscú, un aura de seriedad recayó sobre su hermano.
- Sobre eso, hermana, hay algo que...que debemos decirte.- Añadió pero cuando estaba por sacar las cartas que recibía desde la Capital, un disparo resonó por los alrededores.
Tjaden, quien se había acercado para ver, había caído de un tiro en la cabeza, rodando por la pequeña colina, mientras que se redoblaban los cañoneos enemigos.
- ¡No! ¡Tjaden!.- Gritó Paul, mientras que Kat y Albert iban a por él.
- ¡¿Cómo sucedió?! ¡¿De dónde?!.- Quiso saber Udeski, cabalgando a todo galope pero debió retroceder.- ¡Retirada, vienen los ingleses y franceses, esto se convertirá en un avispero!.- Alertó el Comandante de la Caballería Imperial Rusa.
- ¡Vamos, Paul, vamos, no podemos quedarnos aquí!.- Insistió Albert, mientras que su amigo cargaba al caído hasta el carruaje que tenían consigo y de ahí se subían, justo al momento de producirse un bombardeo contra sus posiciones.
Para cuando escaparon de allí, consiguieron evitar que los ingleses y franceses les cerraran el paso ya que, habiéndose topado con la Artillería Alemana, ésta empezó a tirar contra ellos, logrando evitar la captura pero, para el grupo de Paul, otra muerte más era acarreada consigo. El joven Tjaden, quien era un cerrajero de Sajonia, yacía sin vida al lado de ellos, mientras que Kat tomaba una manta y lo cubría. Les costaba creerlo, pero aquel reencuentro no iba a ser uno con un final feliz.
Ahora estaban atrapados, en medio de la línea de fuego y la lucha que se había desencadenado, provocando que tuvieran la única oportunidad de escapar de allí.
Mientras tanto, en Rusia, el "Tren de Lenin" estaba por llegar. Era cuestión de días y con ello, más las derrotas en el Frente Oriental, solo podía significar una cosa: Una tormenta política y bélica estaba cerniéndose sobre Rusia y su Capital. Los Zares ignoraban el peligro. Antonov trabajaba, en una carrera contra el reloj, para salvar todos los objetos de valor e históricos de los Ivanisevic, siguiendo las palabras de Rasputín, pero la última de las Profecías de aquel hombre lo habían dejado tan pálido como los huesos.
- "Cuando la sangre corra como ríos por las calles capitalinas, ahí es donde surgirá un Nuevo Amanecer".- Rememoraba aquella visión que el "Monje" le había dado pero era una de las más escalofriantes, sabiendo que, tarde o temprano, muchos no iban a poder ver ese Amanecer.
Solo esperaba que toda la Familia Ivanisevic y sus allegados pudieran escapar.
Corría el mes de Septiembre del año 1917.
Uno que marcaría un antes y un después en la Historia, no solo del Imperio Ruso, sino también de todos aquellos que lo integraban desde sus comienzos.
[Ha habido un salto en el tiempo y ahora nos encontramos en 1917. Les aviso que, a partir del capítulo que viene y en los siguientes veremos cómo será el Futuro de los Ivanisevic, una vez producida la profecía de Rasputín.
Espero que les guste, amigos. Nos estamos viendo. Mando saludos y agradecimientos para MrR199, shadowbellatrix, EltioRob, LucasAbad0 y los demás seguidores.
Cuídense y que tengan un excelente comienzo de día Martes de mi parte, Camaradas.].
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