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Capítulo VII

Capítulo VII:

Las Décadas del 40, 50 y principalmente del 60 en el Siglo XIX estuvieron marcadas a fuego por distintos acontecimientos que hicieron temblar el orden establecido en Europa. Para empezar, en Francia, terminó por estallar la "Revolución de 1848", en donde el pueblo expulsó al Rey Luís Felipe de Orleans con su familia, quienes debieron marchar al exilio y se proclamó la "Segunda República" en el País Galo. Esto no quedó exento, delimitado, únicamente, en dichas tierras, sino de que, también, tuvo sus efectos en los Principados Alemanes y Italia, donde iniciaron una serie de movimientos para la reunificación, de la cual no tardarían en producirse sus resultados tan ansiados.

El "Congreso de Viena", ante estos hechos, tuvo que desistir en intervenir, al no obtener apoyo y fuerzas para sofocar los levantamientos en Francia, Alemania, Italia y Bélgica, todo acabó en su completo desmantelamiento y la victoria fue dada a los revolucionarios. 

Por su parte, en América del Sur, sobre todo en la Confederación Argentina, el gobierno del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas colapsó tras la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de Febrero de 1852 y éste debió marchar al exilio con su hija, Manuelita Rosas y otros familiares, mientras que las tropas del "Ejército Grande", compuestas por Argentina, Uruguay y el Imperio del Brasil, cuyo Emperador Pedro II les otorgó efectivos, armas, artillería y hasta la Escuadra para llevar a cabo la empresa. El "Vencedor de Caseros", el General Justo José de Urquiza de la Provincia de Entre Ríos ingresó en Buenos Aires y comenzó con las primeras medidas para exterminar la presencia Rosista, teniendo lugar fusilamientos de muchos Federales y la firma del "Protocolo de Palermo", en donde él y sus hombres más allegados a su causa le cedían el control sobre las Relaciones Exteriores. A su vez, en materia de Política Interna, designó a Vicente López y Planes como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, quedando bajo su completa "Órbita" y también fue metiéndose en asuntos económicos como el manejo de la Aduana y los Puertos, algo que no cayó, para nada bien, en los Porteños, los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires.

Y la gota que colmó el vaso fue durante un almuerzo en Morón, donde asistieron muchos Gobernadores y allí pidió, Urquiza, un "Borrador" para la convocatoria en San Nicolás de los Arroyos, donde tuvo lugar la firma del "Pacto" en la citada ciudad, en donde el General de Entre Ríos iba a llamar a un "Congreso Constituyente" en la Provincia de Santa Fe para establecer una Constitución, de la cual se terminó por aprobar en 1853. Los Porteños reaccionaron y liderados por figuras como Valentín Alsina y el General Bartolomé Mitre iniciaron la "Revolución del 11 de Septiembre" de ese mismo año, en donde quedó separada Buenos Aires del resto de la Confederación y comenzaron a expandirla en las otras Provincias del Interior, así como también a crear, lo que sería más adelante, al Ejército Nacional, empezando por la fundación de la "Guardia Nacional" establecida por el General Mitre.

Las tensiones entre la Confederación Argentina y el "Estado de Buenos Aires" fueron aumentando hasta llegar a niveles críticos, sobre todo en el rechazo de los Diputados Porteños para ocupar los escaños del Congreso Nacional en la Ciudad de Santa Fe debido al resurgimiento de los Federales en la "Campaña", las zonas rurales Bonaerenses pero el pico de estas luchas fue el asesinato del Gobernador Nazario Benavídez de la Provincia de San Juan a manos de una revuelta Liberal, propiciada y financiada por la gente de Buenos Aires. 

El magnicidio produjo un terremoto dentro de los Federales del Interior, quienes reclamaron justicia y venganza por la sangre derramada de Benavídez. Esto llevó al entonces Presidente de la Confederación Argentina, el General Justo José Urquiza, en declarar la "Intervención Provincial", enviando al Coronel José Antonio Virasoro de la Provincia de Corrientes y al Interventor Santiago Derqui, donde aseguraron San Juan y el primero fue nombrado nuevo Gobernador. Pero esto no quedó allí, sino de que se desató la Segunda Batalla de Cepeda, donde Buenos Aires, sola y sin apoyos, fue derrotada y Urquiza avanzó hasta llegar a los límites de la ciudad pero no atacó, por lo que firmaron el "Pacto de San José de Flores", en donde el militar y presidente de la Confederación Argentina dejaba en paz a las instituciones y organismos del Estado de Buenos Aires, incluyendo el Banco de la Provincia, así como también les concedía una serie de beneficios y que podrían volver a la Confederación, así como también ocupar sus bancas en el Congreso Constituyente de la Ciudad de Santa Fe.

Al terminar Urquiza su mandato, le sucedió Santiago Derqui de Córdoba. Aunque éste gobernaba, era el General de Entre Ríos quien manejaba todo tras bambalinas, por lo que el nuevo Presidente entabló una serie de relaciones diplomáticas con Buenos Aires, en donde estaban el Gobernador Valentín Alsina y el General Bartolomé Mitre. Esto llevó a que surgiera un "Cordón Liberal" con gobiernos proclives o a favor de dicha política, siendo Córdoba el "Centro" más importante. A su vez, los intentos por reincorporar a Buenos Aires a la Confederación eran aprovechadas por Mitre para ganar posiciones hacia el poder nacional desde la Provincia. 

Todo esto terminó cuando se produjo una revolución en San Juan que acabó con la vida del Gobernador José Antonio Virasoro. El magnicidio fue celebrado por los Porteños, quienes se anexionaron un nuevo territorio Liberal pero los Federales estaban furiosos, querían venganza por la muerte de Virasoro y cuando se descubrió que el poder económico, político y hasta periodístico de Buenos Aires estaban detrás del atentado, Santiago Derqui puso fin a la relación con Buenos Aires y regresó para estar bajo el mando del General Urquiza de Entre Ríos, por lo que intervino la Provincia de San Juan, donde el Gobernador Antonio Aberastain del Partido Liberal fue derrotado en la Batalla del Pocito y fusilado bajo la orden del Teniente Coronel Clavero. 

La sangre del Coronel Virasoro había sido vengada, los Federales celebraron pero los Liberales Porteños consideraron esto como un ataque contra la libertad de San Juan. El Coronel Juan Saá asumió el cargo y con ello fue intervenida Córdoba, donde fue destruido el "Cordón Liberal", siendo ésta considerada como la "Llave del Interior". La guerra no tardó en estallar: Mitre, Urquiza y Derqui marcharon con sus Ejércitos, produciéndose la Batalla de Pavón, victoria para Buenos Aires y tras destruir a los restos de las huestes Confederadas en la Batalla de Cañada de Gómez, Rosario y Córdoba fueron ocupadas, al igual que la Ciudad de Santa Fe, Mitre salió triunfador y con ello llegó su candidatura que lo convirtió en el Presidente de la República Argentina tras el fin de la Confederación y el cierre de la Legislatura de Entre Ríos por el General Pedernera.

Se había iniciado un nuevo período para la Argentina y con ello fue viéndose en otros países de América del Sur. Sin embargo, en EEUU se había producido la "Guerra de Secesión Americana" entre el Norte Abolicionista y el Sur Esclavista.

 Pero toda la atención estaba enfocada en Europa: Francia se había convertido en el "Segundo Imperio Francés" de la mano de Napoleón III, sobrino del anterior Emperador que gobernó el País Galo, Italia y la Confederación Germánica iban por un camino belicoso hacia la reunificación territorial pero los ojos se dirigieron hacia el Este, para el Imperio Ruso, donde estalló la "Guerra de Crimea" contra los Otomanos, quienes recibieron el apoyo de Inglaterra y otros países Europeos. 

Mientras que la lucha se iba empantanando y llevando a que se produjeran enormes bajas entre ambos bandos, pocos conocían de que, desde las sombras, estaban surgiendo una serie de movimientos político e ideológicos que causarían un terremoto a nivel continental contra la Monarquía Rusa.

Y justo, en medio de este contexto, la "Guerra de Crimea" había estallado en el año 1853, en donde el Imperio de Rusia y el Reino de Grecia se enfrentaron al Imperio Otomano, el Reino Unido, Francia y el Reino de Cerdeña. Esto era debido al Expansionismo Ruso y el temor de que los Otomanos vieran colapsar su decadente Imperio, además de la disputa por la Península de Crimea. Las tensiones se habían agudizado por el control de los Santos Lugares en Palestina, entre Cristianos Occidentales y Orientales. Esto fue empleado por Rusia para exigir concesiones a los Otomanos, quienes eran sostenidos por los Imperios de Europa Occidental, llevando a que se negaran en otorgarles tales pedidos y para el Otoño de 1853 estalló la guerra.

Los primeros combates tuvieron lugar en el Caucaso y el Delta del Danubio, en donde hubo negativas de los Rusos en evacuar los Principados Danubianos, sometidos por los Otomanos, por lo que Inglaterra, Francia e Italia se unieron a la guerra contra ellos. Temiendo de que el Imperio Austríaco pudiera intervenir, el Zar Nicolás I Romanov, conocido como "El Gendarme de Europa"; ordenó la evacuación de los Balcanes en el Verano de 1854, sumado de que estaban los deseos del Emperador Napoleón III del Segundo Imperio Francés y Lord Palmerston de Inglaterra de impedir que los Rusos atacaran a sus aliados Otomanos, llevando a planear un bombardeo contra la base de Sebastopol, en donde se hallaba la Flota del Mar Negro.

Sumado a ello, los Ejércitos de Inglaterra y Francia desembarcaron en Crimea, desconociendo, por completo, el terreno y muchos creían que se iban para el Caucaso. Al llegar allí, con demoras, llevó a que no pudieran atacar Sebastopol a tiempo, desatando una serie de feroces combates que produjeron bajas en ambos bandos hasta la firma del "Tratado de París", donde se puso fin a las hostilidades.

Muchos dicen que las guerras traen consecuencias de todo tipo. Mientras que los representantes de las Naciones enfrentadas firmaban aquel tratado, en las frías y lluviosas calles de Moscú, una figura encapuchada se movía entre la población civil. Iba cubierto de aquel manto negro hasta llegar a la puerta de un edificio iluminado. Se detuvo y llamó a la misma, siendo recibido por un hombre un tanto tosco y de mala cara.

- Soy yo, Andrei, ábreme y deja de perder el tiempo.- Pidió un joven rubio y ojos verdes, llevando a que el otro cumpliera con su cometido y lo dejaba pasar. Antes de poner un pie adentro, el tosco Andrei le agarró del brazo, con fuerza, llevando a que el otro lo mirara con frialdad.

- ¿No te siguieron?.- Preguntó éste, mientras que revisaba la cuadra.

- ¿Quieres dejar de ser tan paranoico?.- Respondió el rubio, mientras que se sacaba su capa con capucha y quedaba con su abrigo gris.- No, no me siguieron.

- Menos mal, no quiero que descubran nuestro Cuartel General. Te lo advierto: Si veo a un solo miembro de los Ivanisevic aquí, te juro que...- Le advirtió pero los ojos del rubio se quedaron clavados en los de éste.

- ¿Qué? ¿Me vas a entregar para salvarte el culo?.- Le cuestionó, mirándolo con frialdad.- No te preocupes, que dentro de poco, tanto los Ivanisevic como el Zar dejarán de existir.- Prometió éste, subiendo las escaleras.

No sabía qué clase de significado tenía ese mensaje que el chico dio, por lo que le siguió y de ahí ingresaron en el domicilio de Andrei. Dentro, con la chimenea encendida, un grupo de varios jóvenes se hallaban reunidos alrededor de una mesa. Algunos fumaban, dos bebían, mientras que un par, yaciendo de pie, mostraban y hablaban acerca de sus proyectos que tenían para el Futuro de Rusia.

- Saludos, Hermanos.- Se presentó el rubio de ojos verdes, levantando su mano y haciendo una presentación frente a ellos.

- ¡Salud, Pietor Kotov!.- Respondieron sus allegados y uno de ellos le hizo acomodó la silla donde él se sentaba, al frente de todos ellos.

Andrei tomó su asiento y Pietor fue al suyo, mientras que se oía el sonido del crepitar de las llamas contra la leña. Éste respiró hondo y extrajo un libro de su bolso que tenía consigo, oculto y una vez que lo depositó sobre la mesa, llamando la atención de los presentes.

- Hace unos pocos, Karl Marx y Friedrich Engels publicaron "El Capital", una clara crítica hacia el Capitalismo exacerbado y que perjudica a los trabajadores. Nuestra "Querida Monarquía", preocupada por sus propios intereses, desconoce lo que es el esfuerzo de los obreros y los empresarios viven llenándose de dinero y lujos. Nosotros, como Anarquistas, no podemos tolerar ningún tipo de organismo gubernamental, ni siquiera uno autónomo.- Resaltaba Pietor ante sus Camaradas.- 

- Sin una estructura de poder, estaremos complicados, nos mataremos por ver quién gobernará. Necesitamos que alguien se haga cargo de dirigir al pueblo, Pietor.- Resaltó Chileski, un intelectual de San Petersburgo.- ¿Cómo podremos evitar que no ocurrirán disturbios si expulsamos a los Zares?.

- Y también estamos subestimando a la Familia Ivanisevic. Vienen de generaciones, desde la Edad Antigua y nunca cejarán en permitir que alguien muera.- Advirtió Sokolov, antiguo Oficial del Ejército Imperial y que había sido apartado por sus ideas Socialistas.

- ¿Acaso le tememos a una familia que entrará en decadencia?.- Preguntó Pietor a los presentes.

- Decadencia o no, los Ivanisevic siguen siendo un obstáculo duro de roer.- Le respaldó Chileski a su Camarada.- Y encima, con lo ocurrido hace pocos años, en las Islas Malvinas, se han ganado un gran respeto por parte de la Familia Real y sus apoyos son demasiado grandes como para ponerlos fuera del juego.- 

Pietor permaneció callado, pensativo, intentando hallar una respuesta ante el problema que tenía consigo. ¿Qué podía hacer?. Necesitaba un plan y él era el indicado, por lo que tuvo varias ideas en mente.

- Necesitamos atacar al Zarismo.- Dio a conocer su plan de ataque y todos quedaron callados.

- ¡¿Qué?!.- Preguntó Sokolov con asombro.- ¡¿Estás demente, Pietor?!.- Bramó el ex-Oficial Imperial.- ¡Si nos metemos con los Zares, si matamos a uno, nos caerán encima todas las tropas!.-

- Es verdad, además, los Zares están bien protegidos, ¿cómo piensas que llevemos a cabo un atentado contra ellos?.- Indagó Ledebev, un recientemente llegado a la organización.

- Escuchen: Si queremos poner fin a todas las desgracias que ocurren en Rusia junto al Zarismo, entonces debemos atacarlos en el Centro mismo. Si conseguimos asestar el mayor golpe contra estos infelices, entonces habremos conseguido, al igual que hicieron los Senadores de los "Idus de Marzo" llevaron a cabo al asesinar a Julio César. Por ahora, mantengan la calma, no hablen con nadie y cuando llegue el día asignado para ejecutar el atentado, se reunirán conmigo.- Finalizó el rubio.- Caballeros, la reunión ha terminado. Buena suerte.- 

Cada quien se fue para sus hogares, partiendo por caminos diferentes y de ahí quedaba Pietor junto a Andrei. En un momento dado, con la lluvia que aún caía, el tosco miró al que dirigía esa organización Anarquista.

- ¿No lo estarás pensando en serio?.- Preguntó el dueño del inmueble.- 

Pietor permanecía erguido, callado y mirando hacia la vida urbana de la gente. Campesinos que venían con sus carretas tiradas por caballos, yendo para vender sus productos del campo en los mercados de la Ciudad de Moscú, obreros que salían de las fábricas, cansados pero con su paga en el bolsillo, familias Aristocráticas que iban para alguna reunión social o al Teatro Capitalino, militares que venían desde el frente para ver a sus parientes o estudiantes que se preparaban para recibir sus Diplomas. Arrugó el entrecejo, le daba asco ver a esos ricos que gozaban de poder y prestigio, mientras que los trabajadores tenían que pasar las mil penurias. 

- Todo será de acuerdo a lo establecido, ¿queda claro?.- Respondió el rubio al tosco, quien no comprendió ese "mensaje".

- ¿Qué quieres decir?.- Interrogó el hombre, moviendo sus brazos en el aire.- Es una locura. Lo único que harás será provocar la ira de la Aristocracia, vendrán a por ti y te ahorcarán. Propones una idea tan retrógrada, inútil y sin sentido para Rusia: ¿Matar a los Zares?. Solo un loco como tú puede proponerse semejante empresa y encima crees que vas a conseguir tu objetivo, fallarás y cuando eso suceda, no vengas aquí para buscar refugio.- Le espetó en la cara aquella verdad, cerrando la puerta pero Pietor, en un momento dado, le puso el pie para detener el cierre.

- Cuando todo haya ocurrido, la gente, en parte los trabajadores explotados, van a venir a agradecernos y con ello pondremos fin al Zarismo junto todas las esferas del poder. Nos vamos a dirigir entre todos al país. Ya no habrán Zares ni políticos inútiles que busquen soluciones sin sentido. Los obreros serán los que gobernarán y de ahí conocerá, el resto de Europa, lo que somos capaces.- Dijo con ese tono tan gélido que tenía en su voz.- Contamos con un buen aparato propagandístico, así como también con nuestros agentes sobre el terreno. Nosotros no le tememos a nadie, ¿oíste, Andrei?. Y en cuanto se produzca el "Gran Espectáculo", serás tú quien me deba una disculpa.- Apuntó Pietor, dejando ese "Mensaje en Clave" para el dueño del domicilio, soltando el pie que impedía cerrar la puerta.- Ya lo verás.- Auguró y tras girarse sobre sí mismo, enfiló, protegido por su capa y capucha hacia una dirección que solo él conocía.-

[Bueno, he vuelto con este fic y ahora nos encontramos en la "Guerra de Crimea" junto a el Alba del Movimiento Obrero. No se preocupen que de Pietor, quien será el villano en esta parte, van a más sobre éste.

Envío mis saludos y agradecimientos para eltíorob95 y MrMight junto a los demás.

Cuídense, amigos y que tengan un buen inicio de día Viernes de mi parte.].

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