Capítulo VI
Capítulo VI:
Iba cubierta, de pies a cabeza, con una capa con capucha negra para la lluvia. Muy buena elección, ya que ese día, en París, estaba lloviendo sin parar y hacía frío para ser los comienzos de la Primavera Boreal. Iba con cuidado, sabía que tenía que cuidar sus pasos, por lo que un grupo de Irlandeses, vistiendo el uniforme de guerra británico, eran su escolta. Dirigidos por McReary y los Hermanos O 'Brian, el Destacamento marchaba por las calles parisinas, atestadas de civiles que seguían con sus vidas a pesar de los últimos acontecimientos bélicos.
La vida continuaba, así como también las reuniones en los bares y cafés para discutir acerca de la política, literatura, los estudiantes que salían de las escuelas y volvían a sus casas para descansar, quizás algunos universitarios se estaban enrolando en el Ejército Galo, mientras que los teatros seguían brindando de su contenido cultural para el deleite de la gente. Sin embargo, por la zona deambulaban muchos efectivos de Inglaterra. Se lo podía ver en sus caras, el claro indicio del cansancio por la larga duración de aquella guerra, una que no tenía fin.
Pasaron frente a un bar y allí podían oír a un grupo de Oficiales Británicos que estaban discutiendo, mientras que se tomaban una cerveza.
- Hace poco me llegó una carta de mi hermano, Thomas, quien está en Verdún: Es una maldita carnicería. No pueden tomar las posiciones alemanas.- Relató uno de ellos, de cabello rubio cono tonos pelirrojos.
- ¿Me tienes que estar jodiendo?.- Preguntó uno de sus amigos, sorprendido y casi ahogándose con su trago de cerveza.
- Se los juro: Thomas me lo escribió todo en su carta. Cada intento por atacar las trincheras enemigas es un fracaso, además de que el Príncipe Guillermo sigue atacando la Fortaleza de Verdún y el empleo de aviones, así como también de gases tóxicos nos están diezmando. ¿Recuerdas a Shane?.- Relataba el rubio-pelirrojo.
- Sí, pobre tipo: Dicen que deberá quedarse en casa cuando llegue el Otoño porque cualquier cosa que ande dando vueltas en el aire, lo puede matar de Neumonía al perder uno de sus pulmones.- Respondió el amigo del otro, por lo que se llevó sus manos a la cabeza.- Dios, Harry, esta guerra me tiene harto. Quiero volver a casa y ver a mi familia, a Sherry, mi novia. Estoy cansando y esta mierda de "Permiso de Convalecencia" no sirve. Ni siquiera podemos tomar un barco para Inglaterra porque tenemos que detener a la que dirigió el "Alzamiento de Pascua" y más por los submarinos. A mí me importa un carajo ambas cosas, yo quiero volver a casa.- Sostuvo su amigo con bronca.
- Todos queremos lo mismo, Norman, pero no podemos quejarnos. ¿Acaso sabes lo que le pasa a los desertores?.- Le hizo volver a la realidad otro más de los integrantes, de nombre Quentin.
- Lo sé, lo sé.- Bufó Norman con bronca.- La "Pena de Muerte", el "Paredón de Fusilamiento".- Apuntó y se hundió en la silla.- Es solo que...no sé...es todo tan repetitivo.
- Ya no eres un niño que se encapricha porque no le dieron lo que quería, tienes que pensar que esta guerra acabará pronto. Por ahora, cumplamos con nuestro deber y puede que nos dejen volver a casa antes de que llegue la Primavera.- Auguró el hermano de Thomas, mientras que decidían pasar a otro tema más amigable y dejar la cuestión bélica para otro momento.
- Su Alteza, por aquí.- Le guío Mary O 'Brian por una calle principal, perdiéndose entre la multitud.-
- ¿Cuál es el plan?.- Se acercó Patrick McFarland, Teniente Primero del "IRA".- Podemos dirigirnos desde París hacia el Frente Occidental o cruzar por Bélgica.- Sostuvo y mostró un mapa que habían tomado a los Británicos con anterioridad.
- El segundo camino, en mi opinión, lo rechazaría, aún es una zona caliente por los combates que hubo hace dos años atrás.- Le hizo recordar Camila sobre la Batalla de Lieja, en donde, ahora, los Alemanes y sus Aliados tenían controlada la frontera franco-belga, manteniendo a París bajo amenaza de ocuparla.
- Es verdad, me había olvidado de ello.- Recordó el muchacho de nombre Patrick y de ahí tuvo una idea.- La otra opción es que crucemos por Alsacia-Lorena, justo es aquí donde se inicia, una parte, del Frente Occidental.- Señaló esa zona.
- Sí, esa es una buena opción. Sé que debería enviar a uno de ustedes para que mi hermano sepa de mí pero, en vista de las circunstancias y con la fuerte presencia inglesa en París, lo mejor será ir todos juntos para allá.- Afirmó la Condesa Ivanisevic y sin decir nada más, reanudaron la marcha para dicha región combativa.
La noche en el Frente Occidental, en medio de lo que ellos denominaron "Tierra de Nadie", donde era disputado a través de las feroces cargas contra las trincheras de uno u otro enemigo, dejaba paso a una calma rotunda pero penetrante. Salvo por algún que otro estallido lejano de los cañones o los disparos de algún Soldado que corría para ponerse a salvo, en el búnker donde estaban resguardados Fiodor, Paul y los demás, solo ellos dos estaban despiertos, a pesar de que necesitaban tener las energías suficientes por si había algún ataque nocturno.
- Eh, Fiodor.- Le llamó el rubio alemán a su amigo ruso, quien se volteó para verlo.
- Paul, ¿qué pasa?.- Preguntó el Archiduque de la Familia Ivanisevic.-
- No puedo dormir. Ven, vamos afuera.- Le invitó éste y viendo de que Kat estaba profundamente dormido junto a los demás, le siguió el paso al exterior.
Cruzaron el umbral del búnker, sin despertar a los otros y de ahí quedaron a la intemperie. Uno de los Centinelas les vio y casi daba la voz de alto pero reconoció a Paul y al ruso, por lo que bajó su arma y continuó vigilando junto a su cigarrillo encendido en su boca, lanzando varios anillos de humo que se perdían en el aire y entretejían entre sí.
Caminaron por un tramo de la trinchera que era de ellos, afuera, por aquellos momentos, los Alemanes estaban cargando cajas con municiones, emplazando nuevos nidos de ametralladoras, fortificando las posiciones y también traían consigo la Artillería. Un par de aeroplanos estaban dando vueltas por el aire, así como también los Zepelines.
Uno de aquellos pequeños aviones realizó un vuelo casi rasante sobre sus cabezas, notándose su color rojo y de ahí un joven piloto saludaba a las tropas que estaban allí. Los ojos de Fiodor se abrieron como platos al haber visto, en el periódico, a aquella persona que se encontraba volando en los Cielos Nocturnos, cruzando como un Caballero hacia el campo de batalla y siendo uno de los más temidos, así como también respetado por sus enemigos y con un "Código de Honor" en donde perdonaba a aquellos que averiaba para que volvieran a tener la oportunidad de enfrentarlo en combate.
- ¡Ese era el "Barón Rojo"! ¡Manfred Von Richthofen!.- Lo reconoció con emoción al joven Prusiano, quien volvía a realizar otro vuelo y de ahí en "Tirabuzón", cautivando la emoción de las tropas Germanas en las trincheras.
- ¿Sorprendido?. Yo también, no puedo creer de que tengas una buena vista.- Dijo Paul y de ahí tomaban asiento en unos pequeños bancos que habían allí.- Mañana seguiremos con la marcha para el Norte, no nos falta mucho y así podrás ver a tu hermana pero, aún así, te noto muy preocupado, Fiodor, ¿qué ocurre?.- Preguntó el rubio a él.
Suspiró hondo y extrajo una carta que llevaba en sus bolsillos, abierta y que había leído en varias oportunidades por lo que tuvo que acercar un farol para que le brindara de un poco de iluminación a él.
- ¿Ves esto, amigo?.- Preguntó con preocupación.- Esta es la carta que me trajeron desde Rusia. La escribió mi primo, el Capitán Antonov Ivanisevic, Comandante de la "Orden de los Caballeros de Sarajevo" y en ella me está contando de que, entre otras cosas, la situación en el Imperio Ruso no va bien: Se está hablando, según escuchó de las palabras de Grigori Rasputín, un renombrado miembro de la Corte Imperial y también considerado como "Mago", "Curandero" y "Chamán", de que hay una revolución en camino, dirigida por Lenin.- Le contó aquello, sosteniendo el sobre con la carta en sus manos.
Paul se quedó callado, no dijo nada al respecto. Parecía ser que se trataba de alguna broma o de que apuraran la búsqueda para hallar a la chica desaparecida pero, notando eso en los ojos de su amigo, vio que no era de ese estilo, sino de que se trataba de algo muy peligroso y que estaba cerniéndose sobre Rusia, cosa que podía estallar en cualquier momento, sin darles tiempo para prepararse.
- ¿Qué piensas?. Digo, tú debes volver allí con tu familia. ¿Crees que sea verdad?.- Le lanzó esas dos preguntas cruciales al Archiduque.
Paul lo miró y se quedó pensativo mientras que el vaho de su aliento salía de su boca, en medio de aquella noche, aún de Invierno pero con la Primavera que estaba llamando para ocupar su lugar en aquel Hemisferio. Un cañonazo lo sacó de sus pensamientos pero fue en la distancia, hacia el Sureste de las trincheras, por lo que pudo respirar tranquilo.
- Mira, yo no sé cómo decírtelo pero creo, desde mi punto de vista, que yo haría caso a ello. ¿Recuerdas lo que te dije que le había dicho a mi madre que podía hacer esto, de unirme a la guerra?.- Le hizo "rebobinar" esa charla que habían tenido unas horas atrás, antes de la cena que Kat les había preparado. Fiodor asintió con la cabeza y notó que Paul se abrigaba un poco más.- Bueno: Hazlo, no te quedes de brazos cruzados, no esperes de que la respuesta te venga desde el Cielo como si fuera la lluvia. Tienes que hacerle caso y si es una situación arriesgada, entonces deberás salvar a tu gente de su destrucción.- Puso su mano en los hombros de su amigo ruso.- Tal vez nos volvamos a ver, para cuando toda esta locura termine, en algún Café de Berlín o París.- Auguró y lanzó una risa que animó al Archiduque.
- Tienes razón: Lo haré.- Prometió y de ahí comenzó a redactar una carta con la respuesta para su primo.
- Y descuida que hallaremos a tu hermana, la traerán de regreso para Rusia y lo lograrán.- Prometió el alemán.
- Te lo agradezco por ello, amigo. ¿Y qué harás cuando termine esto?.- Preguntó Fiodor, con un ojo en la carta que estaba redactando y otro mirando a su amigo.
- Pienso volver a casa, reencontrarme con mi familia y descansar antes de ir a la Universidad.- Respondió el rubio.-
- Se nota que los extrañas. ¿Tú tienes a alguna novia que te espera?.- Le lanzó otra pregunta a su amigo, quien lo negó con la cabeza.
- No, por ahora.- Dijo.- ¿Y tú?.- En ese momento, Fiodor tomó su Reloj de Bolsillo y mostró la foto de una hermosa chica peli corta platinada pero de gran belleza física.-
- Ella es mi novia: La Princesa Irunya Cherneko de Ucrania. Le prometí que, cuando volviera con Camila, nos casaríamos en Diciembre...- Hizo una pausa y miró hacia el frente, lo que se conocía como "Tierra de Nadie".- Espero poder llegar a esa fecha, amigo.- Pidió y miró hacia los Cielos.- Solo los Dioses saben cuál es el destino de cada uno.
Acto seguido, bajó la cabeza. Temía de que no pudiera volver del frente. Aquello era un auténtico calvario y esperaba poder estar con los suyos, verlos a todos de vuelta. Ya con pensar de que algo le pudo haber pasado a mi familia mientras estábamos fuera, me pone la piel de gallina.- Temió y de ahí notó que Paul lo estaba animando.
- No digas eso: ¿Sabes?. Nunca creí que me haría amigo de un Ruso. Yo pensaba que, en el primer momento, nos mataríamos a tiros pero estaba equivocado. Ustedes no nos hicieron nada malo. Es solo que...hay veces que...al igual que Kat y los otros...además de haber perdido a Westhus...yo pienso que nadie quiso estar guerra: Solo los políticos y los vendedores de armas para llenarse los bolsillos.- Dio su teoría y mientras que Fiodor sacaba un chocolate para compartirlo con su amigo, éste le dio la razón.
- No es de extraña, viniendo de ellos, quienes solo piensan para sí mismos. Es así de sencillo: Te vendo armas a cambio de dinero, el resto es problema de ustedes. Yo no me meto, una vez efectuada la "compra" del armamento y de ahí que se arreglen a los tiros.- Apuntó y de ahí se sintió una fuerte explosión que cayó cerca de donde ellos estaban.
El estallido fue tan fuerte que levantó restos de tierra, convirtiéndolos en esquirlas y "metralla" mientras que una densa humareda iba hacia donde ellos estaban.
Uno de los Soldados que estaba apostado como Centinela se refregó los ojos para ver bien de qué se trataba todo el asunto y, para terror suyo, éste pegó un salto y comenzó a correr, buscando algo que todos llevaban consigo.
- ¡GAS! ¡GAS MOSTAZA! ¡PÓNGASE SUS MÁSCARAS!.- Alertó éste, corriendo por toda la trinchera asignada, despertando a los que estaban dormidos.
- ¿Eh? ¿Qué pasa?.- Quiso saber Udeski y de ahí entraba otro alemán.
- ¡Rápido, las máscaras, nos acaban de atacar con Gas Mostaza!.- Pidió éste y rápido como un rayo, el Comandante de la Caballería Imperial Rusa saltó de su cama, tomó la suya y se la equipó, así como también le puso una que los alemanes le habían dado para el perrito que había rescatado de las ruinas de aquella granja.
El Dr. Kodorov y sus hombres también hicieron lo mismo pero se percataron de algo.
- ¿Dónde está Fiodor? ¿Y Paul?.- Oyeron a Kat y ambos salieron disparados hacia el exterior.
En la zona donde estaban conversando, Fiodor pudo divisar, además de aquella "humareda" que iba hacia ellos, un misterioso destello que iba rompiendo la Oscuridad de la Noche, dando lugar a que todo se volviera "de día".
- Una bengala.- Reconoció Paul aquello y de ahí notó que llegaban Kat y Kodorov.
- ¿Qué están esperando?. Nos están atacando los Franceses, tengan.- Les entregó el hombre rubio y de bigotes, dándoles las máscaras para protegerse de aquel Agente Químico.
Pronto, una vez equipados con la protección, aquello no significó el fin de la contienda, sino de que algo más estaba ocurriendo: Habían visto el Gas Mostaza ser lanzado y estrellarse contra el suelo para liberarse en el aire, así como también esa bengala francesa. Pronto, a lo lejos, se empezaron a oír gritos y la marcha de las huestes enemigas, los Ejércitos Anglo-Francos estaban yendo hacia las posiciones enemigas para reconquistarlas aquella madrugada, por lo que sus defensores estaban listos para resistir.
Empezaron los bombardeos con Artillería, los Alemanes y sus Aliados respondían al fuego, los cerrojos de las armas estaban liberados y con ello se podían distinguir, recortadas en el horizonte e iluminados por el fuego y la Luz de la Luna, las figuras de los enemigos que estaban a pocos metros de llegar hacia ellos. Los silbatos seguían sonando.
- ¿Es que acaso estos tipos no duermen?.- Bromeó Tjaden a sus Camaradas acerca del horario en el que estaban los integrantes de la "Triple Entente".
- En la guerra no existe ni el tiempo para combatir, amigo.- Respondió Albert Krupp y de ahí preparó su rifle para disparar.
Al momento de iniciarse el combate, las huestes Anglo-Francas emprendieron la retirada de allí, cosa que tomó, por sorpresa a los Alemanes y sus Aliados. Paul azuzó la vista, un Soldado que estaba cerca, observando todo con unos binoculares, podía percibir que una gran cantidad de enemigos estaban cayendo contra el piso, sin vida y de ahí esa "niebla" mortal que iba arrebatando tantas vidas como fuera posible.
- ¿Qué habrá pasado?.- Inquirió Detering, sorprendido.
- Acaba de llegar una noticia de último momento, es del "Alto Mando Imperial Alemán".- Se acertó el Teniente Beternick con un papel en sus manos.- Se ha lanzado una ofensiva contra las posiciones enemigas y han debido replegarse, además de que hemos respondido con el empleo de "Gas Cloro" contra ellos, por eso está esa "niebla" allí. Permanezcan con sus máscaras puestas hasta que haya cambiado el viento.- Informó y pidió a sus Camaradas de que no se las quitaran hasta nuevo aviso.
Una vez pasado el mal trago, la Noche fue dando paso al Amanecer, el Alba y con temperaturas bajas para la época, haciéndose sentir en los campos de batalla y la niebla, entre mezclada con los Gas Mostaza y Cloro, daban un panorama lúgubre, fantasmagórico que se iban disipando, poco a poco.
- ¡El aire ha cambiado, pueden quitarse las máscaras!.- Llamó Kat a sus Soldados, quienes se las quitaron de encima, pudieron respirar aire fresco y limpio en vez de su propia respiración cargada de Dióxido de Carbono.
Pronto y con el día cubierto por las nubes junto a un frío impresionante, el grupo ruso-alemán reemprendió la marcha. En tres días arribarían a París, por lo que tenían que tener cuidado con toparse con cualquiera que estuviera rondando por allí, por lo que decidieron ir por los pequeños poblados y así evitar las grandes ciudades que estaban siendo atacadas por la "Triple Alianza".
Estaban cruzando los bosques cuando, de repente, notaron que alguien se encontraba apoyado contra un pequeño edificio de una estación de trenes abandonada. Albert Krupp corrió y vio que se trataba de un alemán, un muchacho de unos 18 años y que estaba herido en la pierna.
- ¡Dr. Kodorov, por aquí, tenemos a un herido!.- Llamó el joven al médico ruso.
Éste llegó galopando y se bajó del caballo para atenderlo. Krupp se hizo a un lado y el hombre tomó su botiquín de primeros auxilios. Para su sorpresa y espanto, notó que la herida estaba en un punto casi sin retorno.
- Lo han herido en algún combate cercano. Debo inyectarle Penicilina o morirá.- Le comunicó.- Albert, necesito que lo sostengas para que pueda llevar a cabo mi trabajo. Va a dolerle el movimiento.- Fue la advertencia que dio pero, viendo que todo pendía de un hilo para aquel muchacho, el amigo de Paul lo fue levantando con cuidado, llevando a que éste gritara del dolor y de ahí procedió con aplicarle la citada inyección, la cual fue haciendo su efecto.
- ¿Qué haremos con él?. Debemos llevarlo a algún campamento alemán cuanto antes.- Pidió el muchacho.
- Tranquilo, lo haremos.- Prometió Kodorov, mientras que dos de sus camilleros lo subían a aquel objeto y de ahí era puesto en una carreta que traían consigo.- Pero me llama la atención cómo pudo llegar hasta aquí.
- Paul, Kat, Fiodor, Luykan y Tjaden están investigando un galpón de la estación. Según escuché, de parte del Capitán Holmberg, de que se perdió contacto con una Unidad que venía como refuerzo para nuestras posiciones.- Comunicó el joven cerrajero de Baviera.- Yo diría que nos apuremos. Me da mala espina este lugar tan desolado.- Pidió y con ello fue a dirigirse hacia donde estaba Detering junto a los caballos que cuidaba sin quitarles un ojo de encima, además de protegerlos de cualquiera que intentara dispararles.
Por su parte, las enormes y gruesas puertas del galpón crujieron al ser abiertas por Kat y Luykan, dejando que la Luz Matutina entrara, alejando las sombras que cubrían su interior. Unas finas motas de polvo blanco revolotearon por el aire, "danzando" y fueron ingresando al mismo.
Dentro, cuando llegaron al "Centro" del galpón, el grupo se quedó horrorizado con lo vieron: Cuerpos sin vida de alemanes, franceses e ingleses, todos ellos muertos por doquier, con sus rostros pálidos. Kodorov se acercó a uno de ellos para ver qué había ocurrido.
- Oh, chicos...- Suspiró Kat, helado por semejante atrocidad. Tjaden no pudo contener las ganas de vomitar, por lo que salió corriendo de allí.- ¿Fue un ataque con gas, Doctor?.- Preguntó al Jefe de los Médicos Rusos.
- Desgraciadamente sí.- Respondió Kodorov.- Pobres chicos. Tengo la impresión de que fue Gas Mostaza, están muy pálidos. La muerte debió haber sido hace unas 12 a 24 horas.- Teorizó éste.-
- Será mejor irnos de aquí con el herido.- Pidió Kat.- Luego, si nos encontramos con algún "Puesto de Control Imperial", les daremos el parte. Andando.- Ordenó cuando, de repente, el lugar comenzó a temblar junto a los bosques que lo rodeaban.
Afuera se encontraban Udeski y sus tropas de la Caballería Imperial Rusa, siendo aquellos equinos los que percibieron las vibraciones en el suelo.
- ¿Qué fue eso? ¿De dónde vino?.- Preguntó el Sargento Konstantin.
- Vino del Norte, Mi Sargento.- Respondió uno de los Soldados, mientras que intentaban calmar a sus caballos por el miedo que sentían.
- Esto no me gusta.- Replicó Konstantin y galopó para las lindes del bosque, en donde pudo ver que se estaba desarrollando un feroz combate por aquella urbe.- Soldado, que toquen retirada ya mismo.- Encargó esa misión a uno de sus efectivos, quien sacó una trompeta y la comenzó a soplar, dando la orden de que debían de allí inmediatamente.
El eco llegó hasta el galón, por lo que los que estaban allí evacuaron, inmediatamente, dejando a aquellos muertos en su lugar y de ahí retomaban la marcha.
Tal y como habían dicho, en unos dos o tres días estarían llegando a París para reencontrarse con Camila.
La lluvia caía, habían dejado París y ahora iban avanzando por una carretera que era transitada, únicamente, por los Ejércitos de Francia que estaban dirigiéndose hacia el frente. El "Destacamento de Su Majestad" protegía a la Condesa Ivanisevic, quien iba cubierta por aquella capa y capucha entregada por las mujeres de Irlanda por su labor en la guerra contra Inglaterra. La hacían parecer a Morgana, la hermana del famoso Rey Arturo de Britania, los ingleses, por su parte, creían que era una Banshee que anunciaba la muerte de cualquiera que estuviera en su camino. Banshee o Morgana, se había ganado el respeto de sus amigos como el de sus enemigos. Los Ivanisevic habían forjado dicho mérito en el Pasado y ahora que estaban cruzando por esos caminos que daban a pueblos arrasados por la guerra, solo les quedaba poco para llegar hasta su destino.
En un momento dado, la joven alzó su mano al aire para tomarse un descanso. En la lejanía se podían oír los cañonazos enemigos, estaban cerca de llegar hacia un campo de batalla. Al lado de la carretera, frente a la entrada de un pueblo bombardeado y evacuado, salvo por algunos civiles que se negaban en abandonar sus hogares, descansaron un rato. Patrick y Seamus encendieron el fuego para cocinar una almuerzo frugal mientras que las mujeres patrullaban y montaban guardia junto al resto de los hombres. Kate y Millie trajeron leña que había encontrado cerca de allí, mientras que Mary llevaba unas cuantas legumbres que una familia de campesinos les había dejado para que pudieran acompañar la carne que se estaba preparando.
- ¿Cuánto cree que nos falte para llegar al Frente?.- Preguntó Seamus, quien estaba dándole sabor a la comida con unas especias que llevaba en unos frasquitos de su mochila.
- Ya estamos en el Frente Occidental.- Respondió Patrick, el cual trajo más agua de un arroyo para que pudieran contar en las cantimploras.- El tema será protegernos de cualquiera que nos vea o que intenten detenernos.
- No lo creo, borramos nuestras huellas. En términos "legales"; Camila ya no existe en este Mundo, murió en combate.- Apuntó Mary, quien iba a hacer guardia cerca de la entrada.-
- Por cierto, ¿y la Condesa?.- Quiso saber Millie y Patrick señaló en dónde se encontraba.
Mirando hacia el Frente Occidental, Camila contemplaba la devastación causada por la guerra y los civiles que huían en grandes grupos, yendo hacia París o algún que otro pueblo que no fuera alcanzado por las hostilidades. En el Cielo se podían apreciar unos "puntos" que eran aviones de guerra, los primeros aeroplanos pero no se podía apreciar bien si eran alemanes, ingleses, italianos o rusos. Pronto sintió que la capucha le estaba molestando, el calor de su propio cuerpo se volvía insoportable y se la asió para sentir el fresco en su rostro.
Fue así que reveló su rostro, la belleza de las mujeres Ivanisevic, al igual que su valentía, determinación carácter aguerrido a la hora de dar pelea, cosa que cautivaba a propios como enemigos.
- No se aleje mucho, Condesa.- Pidió Millie, quien estaba dirigiéndose hacia allí junto a Mary para cumplir con su patrulla.
- Descuiden, chicas, solo estaba viendo hacia el Norte, para ver cómo iban las cosas. No se preocupen.- Respondió la joven y de ahí tomó asiento frente al fogón que se había encendido.
Una vez saciado el hambre y la sed, el "Destacamento de Su Majestad" reemprendió la marcha y pronto fueron internándose en "Tierra de Nadie", donde solo los valientes se atrevían con desafiar a la Muerte misma.
Fueron pasando los días y con ello los meses, llegando a la Primavera en Europa pero también estaba teniendo un suceso importante en Moscú y el Capitán Antonov era el protagonista de aquel nuevo encuentro con Rasputín. El "Monje" había sido invitado por el joven rubio de la Familia Ivanisevic para que viera el legado que ellos tenían, sobre todo en archivos, documentos antiguos y libros, además de joyas y obras de arte junto a los Símbolos Imperiales que portaban los Zares.
Estaban dentro de la "Cámara de la Historia Imperial Ivanisevic", un lugar donde eran guardados los mayores tesoros y colecciones que la citada familia tenía en su poder desde tiempos inmemoriales. Rasputín contempló aquella vastedad y pasó sus manos sobre uno de los libros que tenía su título, en lengua griega, el cual decía "Cronología de los Reyes de la Grecia Minoica y Micénica", otro trataba sobre los Reyes de Esparta y también los bustos de muchos militares y políticos de ambos Estados junto al de Alejandro Magno, su padre, Filipo II de Macedonia, los Generales que lo acompañaron al muchacho en sus conquistas y luego se pasó a los de Roma con Rómulo, Remo, la Familia Escipión, los Hermanos Graco, Mario, Sila, Pompeyo, Julio César y los Emperadores que vinieron desde Augusto hasta Rómulo Augusto.
También había documentos que databan de la Mitología Griega, Romana, Celta, Germana-Nórdica, así como también de Egipto y el Lejano Oriente. Todo aquello era un tesoro que, para el punto de vista de Antonov, podía perderse si Rusia caía en manos de Lenin.
- ¿Has conseguido abrir esa "Cuenta" en el "Banco de Italia"?.- Preguntó Grigori a él, caminando con paso tranquilo. Ya estamos en Primavera.- Advirtió.
- Sí, ya está: Mi cuñado, Gremory Ivanisevic, Embajador Imperial en Italia y 5*Duque lo consiguió. Me...Me ha dicho que empiece a enviar esto a partir de ahora.- Respondió Antonov, cosa que dejó satisfecho a Rasputín pero éste seguía con su fría mirada, con las manos contra la espalda y mirando hacia el Horizonte.
- Tienes tiempo pero no para tus primos que están allí afuera. ¿Por qué demoran tanto?.- Inquirió el "Monje".
- La guerra en el Frente Occidental ha empeorado, pero estoy seguro de que estos días conseguirán hallar a Camila.- Auguró Antonov, mientras que un grupo de Sirvientes de la Familia Ivanisevic ingresaban y tomaban los bustos tanto griegos como romanos. Luego de ello, éstos eran trasladados a unos coches de gran tamaño para poder llevarlos hacia su destino.- Grigori, ¿has tenido más visiones sobre lo que pasará en 1917?.- Inquirió el joven rubio.
El "Monje" respiró hondo y de ahí lo miró de frente.
- Sí, las he tenido: Las cosas se complicarán aún más con el correr de ese año en Rusia. Cuando llegue el momento y la sangre se derrame, habrá luchas entre connacionales hasta que un bando gane, de ahí, la insignia vencedora flameará sobre la "Duma" de Moscú.- Anunció el hombre de cabellos y barba negra sobre aquel presagio que tenía y transmitía al joven Capitán de la "Orden de los Caballeros de Sarajevo".
[Rasputín ha dado otro oscuro y frío vaticinio de lo que puede ocurrir en 1917, mientras que los caminos de Camila y su hermano están por ensancharse cada vez más pero el peligro no cesa. ¿Qué les deparará en el último tramo de su viaje? ¿Lograrán encontrarse?. Todo esto y más lo veremos en el capítulo que viene, el cual tendrá un importante salto en el tiempo, para el citado año de 1917.
Espero que les guste, amigos. Cuídense, mando saludos y agradecimientos para MrR199, shadowbellatrix, eltíorob95, LucasAbad0 y los demás seguidores.
Que tengan un buen comienzo de día Viernes de mi parte, Camaradas.].
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