Capítulo VI
Capítulo VI:
El Zar Nicolás I de la Casa Romanov estaba pensativo con respecto a los últimos acontecimientos vividos desde el fin de las "Guerras Napoleónicas" a la instauración del "Congreso de Viena". La Década del 30 de aquel Siglo XIX había estado marcada por una serie de "terremotos políticos e ideológicos" por gran parte de Europa, sobre todo en Francia, donde, tras la expulsión del Rey Carlos X de la Familia Borbón, había sido coronado el Príncipe Luís Felipe de Orleans, quien tenía su gobierno conformado por los primeros políticos Liberales que hubiera visto el País Galo. Por otra parte, Inglaterra era una constante para los negocios comerciales de Rusia y más cuando su poderosa Flota Imperial se hallaban molestando a todo aquel que intentara montarles la competencia.
Sus manos estaban puestas con su espalda, mirando un extenso mapa que tenía desplegado sobre la mesa y en el cual tenía varias "Estatuas" de madera talladas, en donde se representaba a la Patria Rusa sobre varios puntos de vital importancia que él necesitaba. Desde hacía un buen tiempo, el mayor problema para los Romanov era tener un "Puerto de Aguas Calientes", debido a que los de ellos tenían el tema del Invierno y que la flota no podía zarpar al quedar atrapada entre las extensas masas de agua congeladas por las bajas temperaturas.
La Princesa Zaria y su marido, el 5* Príncipe Sasha Ivanisevic se encontraban reunidos y conversando acerca de los últimos sucesos y novedades ocurridas a lo largo de esos años, mientras que su hija, la Condesa Tanya, se hallaba combatiendo contra los ingleses en las Islas Malvinas, liderando la rebelión que encabezaba Gaucho Rivero.
- Por muchos años hemos dependido de nuestros Puertos Nacionales, ahora nos damos cuenta de que, si queremos tener nuestra "Porción del Pastel" en las ganancias económicas-comerciales, necesitamos de uno donde nuestra flota pueda zarpar sin problemas. El tema es que los ingleses dominan gran parte de los Estrechos y Pasos Inter-Oceánicos, por lo que deberíamos ir buscando, no hacia el Oeste, sino para el Este mismo.- Señaló el Zar Nicolás I en el mapa.- El tema es dónde: Aún quedan regiones donde los Otomanos continúan con su influencia, a pesar de estar en la más franca decadencia.
- ¿Qué me dice de Crimea, Su Alteza?.- Preguntó Sasha a éste, señalando aquella Península ubicada en Ucrania.- Nosotros tenemos influencia sobre Kiev, debido a nuestros Títulos Nobiliarios, así que no sería mala idea mover a la Flota Imperial y contrarrestar a la de Inglaterra.- Sugirió el joven padre de Tanya.
Nicolás I se quedó pensativo, aquella idea muy tentadora y no se podía rechazar.
- Sí, se puede, pero el tema es la fuerte presencia del Imperio Otomano por allí y más con los Tártaros. Es obvio que no querrán una infiltración rusa y más de que dicho grupo está vinculado con los ingleses.- Apuntó el Zar Romanov con seriedad.
- Eso es cosa vieja: Cuando los ingleses traficaban negros, ellos lo hacían sin problema alguno. Ahora declaran que esa actividad es ilegal cuando empezaron los mencionados y más al llevarse jóvenes africanos de sus tierras para mandarlos a EEUU.- Criticó Zaria la hipocresía de aquel país.- Ahora dicen que está mal, pero bueno, es parte de su "Forma de Ser", de querer demostrar de que nunca tuvieron sangre en las manos.
- Coincido con mi esposa, Su Alteza. En estos momentos, tendríamos que vigilar nuestros pasos. Además, Londres es muy vengativa y no tardaría en darnos un ataque por sorpresa.- Señaló Sasha.- ¿Por qué no buscar otro sitio para mover a la Flota? ¿Qué dice de este sitio?. El Istmo de Karelia, cerca de Finlandia.- Propuso pero Nicolás I negó con la cabeza.
- Los últimos conflictos que tuvimos con los Finlandeses y Suecos han sido demasiado duros y no queremos volvernos a meter con ellos.- Se negó en ir por esa región.
- ¿Qué me dice de Polonia?. Podríamos probar en Danzig.- Propuso Zaria pero lo volvió a pensar.- Mmm, no, ahora que lo pienso no es buena idea y los Prusianos están comenzando a meter su influencia en los Estados y Principados Alemanes.-
- No tardarán en buscar la reunificación, al igual que los Italianos. España, por su parte, está metida en las "Guerras Carlistas" y tampoco sería bueno tener a la Flota Imperial anclada cerca de las Costas de Inglaterra.- Advirtió Sasha, señalando la poca distancia que les separaban del enemigo.
Viendo de que todas las opciones estaban agotadas, solo quedó una sola más por ofrecer ante la "Mesa".
- Solo nos queda la Península de Crimea y establecer nuestra Base en Sebastopol para poder tener ese control.- Sostuvo Nicolás I, ya que no quedaban otras alternativas.
Sus frondosos bigotes rubios reflejaban el ejemplo de Líder que era: Un hombre que había luchado contra la revolución y el Liberalismo que estaba echando raíces en Europa Occidental, siguiendo lo dictado por el Congreso de Viena de 1815.
Había tenido que luchar en la "Guerra Ruso-Turca/Otomana" de 1828 a 1829, adoptando una política exterior agresiva contra dicho Imperio, mientras que en Europa mantenía el "Status Quo" correspondiente. Contra los Otomanos lideró su "Política de Cuestión Oriental" para dividir a dicho Imperio en varios Estados y establecer un "Protectorado Ruso" sobre las poblaciones Cristiano Ortodoxas que se encontraban en los Balcanes, los cuales seguían, todavía, bajo dominio enemigo. Dicha guerra terminó en una victoria para el Imperio Ruso con la firma del "Tratado de Adrianópolis", en donde obtuvieron una buena porción de la Costa Oriental del Mar Negro y la Desembocadura del Danubio, así como también el reconocimiento del Imperio Otomano de la soberanía rusa sobre Georgia y parte de la actual Armenia, sumando a la ocupación Zarista de Moldavia y Valaquia hasta que los Otomanos pagaran una indemnización al respecto.
Mientras que la expansión Rusa continuaba y la búsqueda del tan ansiado "Puerto de Aguas Calientes" era el tema principal de muchos políticos y militares de aquel Imperio, en las Islas Malvinas el tiempo fue corriendo a toda prisa, pasando los meses y con la llegada de días mucho más fríos, las batallas continuaban en forma de emboscadas y ataques al mejor estilo guerrilla, terminando con bajas para ambos bandos.
Desde su Cuartel General instalado en las playas de la Gran Malvina, el Lord General Douglas Hayes veía que los suministros médicos y la comida iban a escasear en cualquier momento. Algunos miembros de su "Estado Mayor" sugerían ir a cazar o de hacer intercambios con los pobladores pero lo rechazó en repetidas ocasiones. El cañoneo que se estaba produciendo y las respuestas quedaban los defensores era tenaz, parecía que no conocían la derrota y ya, desde Londres, muchos lo estaban cuestionando por su lentitud.
- ¿Me llaman lento a mí cuando ellos no han movido el culo del asiento nunca?. ¿A esto se piensan que yo voy a ser tildado así?.- Preguntaba Hayes a sus hombres, mostrando los informes y cartas que llegaban desde la Metrópoli.- ¡Si fueran así las cosas, hubiera firmado la paz con la Condesa y me habría ahorrado en perder a tanta buena gente.- Exclamó con furia y tirando aquellos documentos a la chimenea, los cuales se convirtieron en cenizas.
Todos lo miraban en silencio y preocupados.
- Mi Lord, con el debido respeto, ya es tiempo de afrontar las cosas como son: Esta guerra está perdida, lo mejor que podemos hacer es establecer algún tipo de paz con los argentinos y que negocien, obviamente permitiendo que su bandera flamee en el mástil de la Comandancia, ¿no cree?.- Propuso el Teniente Jeremy Thompson aquella idea.
Una nueva explosión hizo temblar el sitio y con ello venía el humo desatado, hacia el Norte, de donde se encontraban.
- ¿Adónde hemos tenido que llegar para mantener una guerra sin sentido?.- Quiso saber Hayes, quien se quedó dubitativo por lo que Jeremy había dicho.- Es obvio que la Comandante "Águila Austral" no piensa rendirse.
- Bonito "Apodo de Guerra" para alguien que ha destruido a nuestras filas.- Repuso Colbert, fumando su pipa.- Aún nos queda saber cuántas provisiones y municiones nos quedan antes de que llegue el Invierno Austral. Apenas estamos en Mayo pero cuando se produzca el cambio de estación y las pocas horas de Luz Solar, es allí donde estaremos jodidos.- Apuntó con seriedad, tirando las cenizas.-
- El Coronel Colbert tiene razón, Mi Lord.- Sostuvo uno de los Oficiales.
- Suficiente.- Sentenció Hayes, poniéndose de pie.- Manden a una misión diplomática: Vamos a negociar con ellos y llevaré este asunto para Londres. No dejaré que nadie más muera.
- Pero, Mi Lord, pueden enjuiciarlo y condenarlo por cargos de alta traición a la Patria.- Advirtió Colbert, asustado.
- ¿Y qué más de nuestros chicos mueran en una guerra que no es de ellos? ¿Dejar que Ponsonby siga mandando a jóvenes que deberían estar combatiendo en Europa contra las Revoluciones Liberales? ¿Permitir que Francia siga expandiendo sus ideas por el resto del Continente?.- Sostuvo Douglas, cansado de tantos intentos diplomáticos pero nada más que excusas, así que llamó a dos emisarios y con una escolta de la Caballería partieron para donde estaban los miembros de la rebelión, yendo él, en persona, junto al Coronel Colbert y el Teniente Thompson para dialogar con ellos.
En la Comandancia y el pequeño hospital de campaña que se hallaba en la Capital de las Malvinas, Tanya había recibido el parte de sus Oficiales. Desde hacía un buen tiempo, ambos bandos habían tenido bajas, entre muertos y heridos, por lo que también se hallaban presentes el tema del abastecimiento de provisiones, armas y municiones. Los que volvían del campo de batalla estaban agotados, aún así, ella los animaba a seguir combatiendo pero el estancamiento, la falta de respuestas y que no habían novedades desde Buenos Aires, la situación se había vuelto insostenible pero la guerra continuaba y con ello la rebelión para que los ingleses se fueran de allí.
Antonio estaba definiendo su próxima ofensiva, sin embargo, la moral de sus hombres y de las tropas de Tanya estaba un tanto agotada. La joven caminaba de un lado para el otro, la saludaban y mostraban sus respetos pero el tema estaba en que el cansancio les estaba ganando y muchos ansiaban poder volver a casa.
Desde su puesto de observación, José Antonio estaba pasando por allí cuando, notando que una polvareda se levantaba desde el Este, éste dio aviso para que se prepararan. Tanya y Rivero salieron al encuentro y allí, deteniendo a sus caballos, se presentaron los ingleses bajo el mando del Lord General Douglas Hayes. Ella lo vio bajar del equino, con dificultad, por lo que uno de sus Oficiales le ayudó y con ello, al poner los pies sobre la tierra, dirigió su mirada hacia los que estaban con las armas en mano, listos para pelear en cualquier momento. Acto seguido, dirigiéndose a los suyos, levantó la suya para indicar de que nadie debía cometer o mover un solo músculo en ningún momento.
Caminando hacia donde estaba los dos "Líderes de Guerra", el inglés se sacó su gorra de Oficial y presentó sus respetos.
- Es un honor conocer a ambos Comandantes de estas fuerzas. Aún siendo mis enemigos, muestro mis respetos hacia ustedes y más por lo bien que han peleado por esta tierra.- Habló el sujeto con calma y de ahí tomó la mano de Tanya, besándola.- Y también es un gusto enorme, de mi parte, conocer a la famosa "Águila Austral", quien ha combatido y liderado a sus tropas sin descanso.
- Me gustaría de que esto fuera, desde mi perspectiva, Lord General, un momento distante y diferente ante la situación que tenemos. ¿Qué es lo que les trae por aquí?.- Inquirió Tanya al respecto.
- Negociar la paz, por el bien de ambos grupos y que hemos sufrido muchas bajas con respecto a lo ocurrido.- Les explicó éste.- Sé que ustedes no cederán ni un ápice de estas tierras, nosotros tampoco, pero puedo prometerles de que la bandera nacional, la de ustedes, quedará aquí, flameando en el mástil frente a la Comandancia.- Prometió Hayes a ellos.
- Lord General, con el debido respeto y si usted estuviera en mis zapatos, ¿cree que negociaría?. Mis hombres piensan seguir peleando, a pesar del cansancio y los suyos tampoco gozan de una buena salud y aspecto.- Sentenció Rivero a ellos, ya que tenían unas profundas ojeras marcadas en los ojos y también se los veía un poco más delgados que de costumbre.
- Aún así, es por el bien de ambos bandos. Puedo conseguir que la Cancillería Británica lleve este asunto y lo podamos resolver por la vía diplomática. ¿Qué dicen?.- Propuso Hayes al respecto.- No puedo prometerles de que sea beneficioso para ustedes, los diplomáticos son todos unos sanguinarios, hambrientos de poder.
- Denos un tiempo para pensarlo.- Pidió Tanya, mientras que se retiraban y de ahí iban para hablar con sus fuerzas al respecto.
La rubia y el argentino se reunieron, en compañía de sus Camaradas, Oficiales, entre ellos el Teniente de la Condesa, José Antonio y algunos más para dialogar sobre la oferta del General Hayes. Afuera, aquel hombre esperaba, pacientemente la decisión que ellos tomarían.
A las pocas horas, tanto Gaucho Rivero y Tanya salieron de la Comandancia de Malvinas, las tropas de ella y los rebeldes formaron filas y de ahí se dirigieron hacia sus Camaradas de Armas.
- Todos ustedes han peleado y servido con honor en esta rebelión. Dieron lo mejor de ustedes, por las personas que aman, por su Patria y sus familias. Ahora, en estos momentos, tales como han sido en nuestras historia y en donde la Nación Argentina se ha visto envuelta en guerras financiadas por el enemigo, impidiendo que Rosas pudiera llevar a cabo sus objetivos de recuperar las Malvinas, les anuncio de que hemos aceptado la oferta de paz y que esta disputa se zanje en Europa.- Anunció Gaucho Rivero.
Esperó de que hubieran maldiciones y gritos contra él, pero no pasó, sino de que le aplaudieron, felicitaron tanto a él como a Tanya. La muchacha miró a sus tropas, éstas, agotadas, aún así se mantenían firmes y leales, por lo que la alzaron en aquel Escudo, ante la vista de Hayes y Jeremy, quienes no podían dar crédito a lo que sus ojos eran testigos. Los Soldados de distintos países golpeaban el suelo con sus espadas y rifles, otros lo hacían contra los escudos y se convertía en un auténtico "Concierto" para los oídos de los presentes.
- ¡AVE CÉSAR, TANYA! ¡MI CONDENSA! ¡MI LADY! ¡COMANDANTE! ¡MI GENERAL!.- Le aclamaban sus tropas con emoción y lágrimas en los ojos.
- ¡Viva Gaucho Rivero, carajo! ¡Viva la Patria! ¡Viva Juan Manuel de Rosas!.- Se unieron los hombres de aquel hombre quien los lideró con sabiduría y seriedad en el campo de batalla.
Para aquellos ingleses, lo que tenían ante sus ojos era como si estuvieran en medio de alguna representación del Pasado, un viaje en el tiempo que los condujo a los inicios de Europa, cuando los Galos aclamaban a sus Jefes o cuando los Romanos festejaban sus Triunfos.
Poco tiempo después, con la promesa de que la bandera argentina no sería removida de su sitio, la rebelión terminó y el caso fue llevado hasta Inglaterra. Sin embargo, a pesar de los pedidos de Hayes y sus Oficiales, la Corona falló a favor de que siguieran estando en manos de los ingleses, además de que tanto Tanya como Rivero fueron sometidos a juicio pero, por alguna extraña razón, quedó en la nada. Pasaron unos meses, como prisioneros de guerra, en Londres, hasta que fueron liberados y ese día, mientras que se abordaba el barco que los llevaría a Rusia y Argentina, Hayes se dirigió a ella para hablarle.
- Hubiera deseado que las negociaciones fueran para ustedes, que obtuvieran sus tierras. Ni mis hombres, ni yo, ni siquiera el Teniente Thompson queríamos ese lugar. Ya estaba harto de tanta guerra y de ver a idiotas que ocupan los cargos de Generales pero no saben pelear, ni siquiera conocen el armado de un rifle. Pero usted, Mi Lady.- Se dirigió el inglés ante ella, mostrando sus respetos.- Ustedes y Gaucho Rivero fueron los que me convencieron de que no todo está perdido, que hay esperanza para el campo de militar y que los pomposos que se jactan de haber "combatido"; cuando no lo hicieron, serán reemplazados por gente como usted.
Tanya oía cada palabra que le transmitía aquel Oficial de cabello rubio con tonos grisáceos. No podía creer que él, siendo el enemigo, mostrara sus respetos hacia ella. Se apoyó contra la balaustrada de piedras que conformaba al muelle, donde sus tropas y las de Gaucho Rivero estaban por embarcar, sonriendo de haber vivido esa aventura y que sería una buena anécdota para cuando tuviera hijos en el Futuro.
Hayes se acercó y se recostó contra aquel muro, mirando a un grupo de Nobles y Oficiales que le lanzaban frías despectivas y momentos de tensión interna que podían llevar a un altercado.
- Esa gente de ahí.- Señaló a los citados.- No son más que aduladores, no hacen más que hablar. Mucho ruido y pocas nueces. Si estuvieran, aunque fuera por solo cinco minutos, ya se habrían meado en los pantalones. Desconocen lo que es el combate, defender a tu Patria, como hicimos contra Napoleón I de Francia. Ahora son todos unos acomodados, sientan el trasero en el sillón y listo, mueven sus fichas desde un escritorio, sin importarles los que murieron. Se llevan el crédito, todo porque son Nobles y pueden hacer lo que quiera. Pero usted es muy distinta, es una Noble pero conserva esa tenacidad y lucha ancestral.- La comparó y eso llevó a que la chica sonriera ante tanta muestra de respeto.
- Muchos juzgarán nuestras acciones, pero solo nosotros sabemos la verdad de todo: Incluso un enemigo como usted, Lord General Douglas Hayes, quien se enfrentó a mí y pudo ver lo que éramos, me hace sentir orgullosa de que no hay que perder la Fe. Algún día, ¿quién sabe?, todo esto pueda cambiar: Los Imperios van y vienen pero, también, surgirá, en un algún momento, que llegue a ser tan poderoso y eterno como las rocas, el hielo y los huesos. Serán teorías mías, pero haber peleado contra usted ha sido un gran honor.- Señaló la joven y tras besarle la mano, ambos compartieron un fuerte abrazo.
- ¡Todos a bordo!.- Anunció un Oficial de la "Royal Navy".
- Bueno, ese es mi barco. Debo volver para Rusia pero nos mantendremos en contacto, vía correspondencia.- Prometió ella.- ¡Adiós, Lord General, que los Dioses lo cuiden y bendigan junto a su familia!.- Le deseó la rubia.
- ¡Un gusto en haberla conocido, Lady Ivanisevic, cuídese y que nunca desaparezca su estirpe!.- Finalizó aquel hombre y de ahí, mientras que ella subía al barco, partiendo con los suyos y los argentinos, con rumbo a Rusia y a su tierra natal, Tanya dio por cerrado aquel evento, una aventura que nunca iba a olvidar y que atesoraría, para siempre, en lo más profundo de su ser.
[Y aquí termina esta "Parte" que integró la Década del 30 del Siglo XIX. En la próxima vamos a dar un salto en el tiempo, específicamente a la "Guerra de Crimea" y el surgimiento del Movimiento Obrero junto a las ideas Comunistas, Socialistas y Anarquistas. Les aviso que esta nueva parte va a ponerse un tanto seria al respecto, ya que abarca la parte histórica más fría y dura para el Imperio Ruso.
Espero que hayan disfrutado esta aventura, Camaradas. Cuídense, nos estamos viendo, mando saludos y agradecimientos para todos ustedes y que tengan un buen comienzo de día Martes de mi parte.].
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