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Capítulo VI

Capítulo VI:

Silencio, desolación, calma, humo, fuego, sangre y muerte. Los cañonazos terminaron con su "tarea", los bombardeos habían cesado, ya nadie combatía, desde una de las torres de las murallas, un Soldado llamado Orhan había izado la bandera antes de morir por las flechas que le arrojaron los arqueros Bizantinos. Sobre las ruinas de las murallas, el cuerpo sin vida del Emperador Constantino XI Paleólogo yacía sobre una camilla y con las manos sujetando su espada. El mismo había sido trasladado, por órdenes de León, fuera del alcance enemigo, a pesar de que Mehmed ordenó no profanar al recién fallecido. En el corazón de aquel joven peli negro y bigotes solo había un "Vacío" que no paraba de crecer, sentía que todo su Mundo se había terminado en cuestión de segundos con las últimas horas de la guerra. Caminaba como si fuera un zombie, arrastraba los pies, mientras que un grupo de Soldados colocaron la camilla con el muerto sobre una carreta y lo llevaron hasta el interior de la Puerta de San Romano. 

Helena, quien se había quitado el yelmo y parte de su Armadura abollada, contempló el féretro improvisado y llevó sus manos hasta la boca, horrorizada por lo que acababa de ver. Sus piernas fallaron, cayó al suelo y comenzó a llorar, siendo acompañada por su marido y Leo Bashara. El Oficial Imperial supo de que todo había terminado, la ciudad estaba rendida, habían banderas blancas que ondeaba al viento en varios edificios y ahora esperaban a que el Sultán terminara con los preparativos y luego ordenaría su entrada triunfal a la urbe.

Unas cuantas horas pasaron y de ahí los vieron entrar, primero a los portaestandartes y los que llevaban las insignias religiosas y de la Dinastía reinante en el Imperio Otomano. Acto seguido, acompañado por sus enormes Ejércitos, la Caballería y la Infantería, tanto Ligera como Pesada, hizo su entrada triunfal el Sultán Mehmed II El Conquistador, quien entraba por la Puerta de San Romano, acompañado por sus Generales, Oficiales y Consejeros. Éste dirigió la mirada hacia la carreta donde estaba depositado el cuerpo sin vida del Monarca y los Bizantinos que lo acompañaban tenían la cabeza agachada, mirando para el piso y arrodillados.

- De pie y levanten la mirada.- Les ordenó el Sultán con tranquilidad en su voz y obedecieron.- Podrán enterrar a su Emperador de acuerdo a sus tradiciones y religión.- Dijo con suma calma.- No habrán saqueos, ni incendios ni tampoco torturas, asesinatos. Tampoco conversiones a nuestra religión. Ya he dado esa orden y todo aquel que me desobedezca será castigado con la "Pena de Muerte". Transmitan mis palabras a cada uno de los civiles.- Pidió, como primera medida, mientras que un grupo partía para llevar a cabo esa orden.

Con el camino despejado, miró hacia la Ciudad Imperial, en especial para donde estaba Santa Sofía de Constantinopla. 

- ¿Por qué?.- Oyó una voz y al voltearse, se encontró con León Basileus Paleólogo.- ¿Por qué no lo haz hecho? ¿Acaso lo disfrutas?.-

- Si hubiera querido masacrarlos hasta que no quedara ni un solo Bizantino vivo, lo hubiera hecho pero, como dije anteriormente, no soy como otros Gobernante, ni mucho menos como los Selyúcidas.- Respondió el joven pelirrojo, bajándose de su caballo y caminando hacia el hombre peli negro y bigotes.- Somos de dos culturas y civilizaciones distintas. Tenemos creencias diferentes pero tanto tu Dios como el mío, así como también Cristo y el nuestro, Mahoma, nos enseñó de que la verdadera lucha espiritual yace en el hombre. El corazón de los mismos se corromperá pero no todos serán iguales. Muchos cambiaron a lo largo de los años y ahora que ha terminado esta guerra, doy mi palabra, de que jamás se romperá, en donde ustedes podrán vivir tranquilos. Habrá un nuevo gobierno, yo estaré a cargo y lo mismo sucederá con los que vengan después de mí pero siempre se recordarán a aquellos que pelearon hasta la última gota de su sangre. Solo espero que, uno de estos días, recuerdes y me veas, no como tu enemigo, sino como un amigo. Tal vez eso lleve su tiempo, no lo dudo. Las batallas y el posterior camino que se toma llevan lo suyo y más al tratarse de una herida tan grande y profunda. Nadie gana el corazón de su pueblo con palabras solamente, sino también por sus acciones.- Lo que el Sultán decía llegó hasta los oídos de León y éste alzó la cabeza, sintiendo la mano derecha del primero contra su hombro.- Tu hermano fue un gran Emperador, un digno adversario y hasta, incluso, un amigo cuando no éramos lo opuesto. Ahora recae en ti la decisión que tomes con el Futuro que se abre ante ti.- Finalizó y tras ello, ambos tuvieron un fuerte abrazo para, acto seguido, dejar que el Sultán partiera hacia la Capital Imperial y dirigirse al pueblo.  

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El temor de los civiles que se habían resguardado dentro de la Catedral de Santa Sofía de Constantinopla, rezando e implorando a Dios de que salvara sus almas, cuando llegaron noticias acerca de que el Sultán estaba yendo hacia la urbe. El miedo cundió entre ellos, los niños lloraban, abrazándose a sus padres, los ancianos permanecían arrodillados ante el Altar, rogando la ayuda Divina, mientras que los padres consolaban a los más pequeños de que no temieran. Pronto, las puertas se abrieron por la acción de Soldados y detrás quedó la "Guardia Imperial" de Mehmed II, quien entró en la Iglesia con paso tranquilo, sereno, ante la mirada de los atemorizados habitantes Bizantinos.

- ¿Ese es el Sultán? ¿Qué nos hará?.- Murmuró un chico a su padre.

- Tranquilo, no hagan nada, solo quédense en calma.- Les animó otro de los adultos.

- Dios, sálvanos.- Rogó un anciano, quien estaba tomado de la mano de su esposa, los cuales eran inseparables.

Pronto, ante la desesperación y angustia, Mehmed se detuvo y los miró todos ellos, uno por uno. 

- No tienen nada de qué temer: Perdono sus vidas, nadie será convertido al Islam. Conservarán y se respetarán su religión, al igual que los otros Credos. Lo mismo va para sus tierras, propiedades y negocios. Son libres de seguir su Fe, al igual que nosotros, así como también de su propio destino y Futuro.- Les comunicó con un tono paternal. Sus palabras tardaron un poco en calar hondo hasta que ellos fueron dándose cuenta de que, pasado un tiempo, no hubo acción por parte de las tropas conquistadoras. 

En medio de la alegría que se vivía, de que no sufrirían como en otros tiempos

El miedo fue cediendo a la esperanza, la angustia a la paz y la guerra también desapareció. A pesar de que ese día, 29 de Mayo de 1453 D.C, Constantinopla, el antiguo Imperio Romano de Oriente, había caído, se daba por comenzada a una nueva era para todos ellos. 

La Edad Media había terminado y la Moderna entraba en escena. Con el correr de los días, las noticias acerca de la caída de Bizancio llegaron hasta los rincones más lejanos de Europa. España, Inglaterra, Francia, Italia, los Estados Pontificios, el Sacro Imperio Romano-Germánico y hasta el Este de Europa fueron testigos de las novedades acerca de lo ocurrido en la lado Oriental del Mundo. Muchos consideraron que el tiempo de la Caballería y las murallas había llegado a su fin, la Artillería Pesada pasaba a ser un tema nuevo, algo completamente y se convertía en una charla que adquiría mayores proporciones, incluso entre la Realeza. 

- La pérdida de Constantinopla ha sido triste para nosotros, pero Rusia no se dejará aplastar por aquellos que intenten dominarnos: Ya hicimos frente a los otros grupos étnicos, los Vikingos y ahora nos enfrentamos a los Mongoles para ir recuperando nuestra Patria. A pesar de que Bizancio esté en otras manos, Rusia se considera la "Tercera Roma" y será eterna. Nadie podrá derribarnos.- Le comunicó el Rey Iván III a unos embajadores provenientes del Occidente, quienes le relataron lo ocurrido en aquel país.

- ¿Qué le debemos decir a nuestros Reyes, Su Alteza?.- Preguntó uno de ellos, cosa que llevó a que el otro tomara asiento y permaneciera callado un buen rato.- Aún nos informan de que en Trebisonda y el Despotado de Morea continúan resistiendo contra Mehmed II. Puede que sea un intento por iniciar una reconquista.

- Me temo de que esa resistencia tiene los días contados.- Detalló Iván III a los presentes. Ellos se quedaron sorprendidos y por el rabillo del ojo fueron capaces de "descifrar" las palabras ocultas que aquel Monarca de Rusia tenía reservada en su "Profecía".

- Pero...aún queda un último Paleólogo de pie, está en los "Estados Pontificios".- Añadió el segundo embajador pero el ruso comenzó a reírse.

- Te refieres a Andrés Paleólogo, ese tipo es un tarado. Se cree que es el Emperador de Bizancio pero tengo entendido de que ha vendido sus Títulos a los "Reyes Católicos" de España. Una lástima.- Sostuvo éste, mientras que se ponía de pie.- Pero bueno, ustedes están esperando una respuesta de mi parte y así enviarla a sus representantes. Bien, aquí va: Díganles de que el Despotado de Morea y Trebisonda caerán dentro de poco, pero habrá una importante oleada de gente que no querrá convivir con los Otomanos. Mehmed II se coronará como un "César", bien al estilo de los antiguos Romanos, ya que su familia tiene sangre Bizantina en sus venas por los casamientos entre Princesas de esa civilización con Príncipes Otomanos, así que la decisión está tomada. Nosotros, en cambio, prometemos hacernos cargo de los refugiados que quieran venir.- Sentenció el hombre y tras tomar nota, partieron hacia donde estaban sus corceles, enfilando para el Oeste.

Las enormes Puertas del Palacio Imperial de Moscú se cerraron, Iván III tomó asiento en el Trono y se quedó pensativo en lo que acababa de decir al respecto. Una mano sobre su cabeza, casi tocando la sien derecha, pensaba acerca de lo que acababa de decir. Uno de sus Consejeros le miró y estuvo por preguntarle acerca de la situación en esos frentes de batalla. 

- Juan.- Llamó a aquel hombre de larga barba pelirroja.- 

- Sí, Su Alteza.- Respondió el Consejero de mayor confianza que tenía el Rey de Rusia.

- ¿Es verdad lo que mis palabras han dejado grabadas en las mentes de los embajadores? ¿Es 100% fiable la información que tus Agentes en Morea y Trebisonda tienen consigo?.- Preguntó y el pelirrojo asintió con la cabeza, lentamente.

- En efecto, Mi Rey: En poco tiempo terminarán siendo derrotados. Mehmed II no es ningún idiota y ha enviado una serie de Ejércitos, desde Constantinopla, para aplacar todo intento de iniciar una "Reconquista" como han estado haciendo en España.- Dijo el hombre, moviendo sus manos con suma calma y analizando el contexto en el que estaban sumergidos.- Cuando caigan el Despotado de Morea y Trebisonda, los Otomanos dominarán todo el Mediterráneo Oriental y eso nos podría afectar en nuestras operaciones comerciales, sobre todo a la Piratería.

- De eso lo tengo grabado en mi memoria, amigo. Descuida, tengo un plan para mantener a Mehmed II a raya y de que no haga nada estúpido. Por ahora, esperaremos, veremos qué sucede en Constantinopla, luego nos iremos moviendo, de acuerdo a qué decisión tomen aquellos que no quieran quedarse para convivir con los Otomanos.

- Hay, si me lo permite.- Pidió Crisóstomo, un General perteneciente a los Ejércitos Rusos, quien venía desde Lidia, en el Asia Menor pero que se había mudado a Rusia tras enterarse de que estaban combatiendo a "La Horda de Oro" de los Mongoles, por lo que fue para allá y aportó una gran riqueza en conocimientos militares. Acompañado por su familia, amigos y Camaradas de Armas, éstos fueron los primeros Bizantinos que se instalaron allí para huir del avance del enemigo. Al escuchar esa voz, Iván III le permitió hablar.- Gracias. Bueno, hay un cierto odio hacia los Otomanos. Unos cuantos años atrás, los Selyúcidas asesinaban a Cristianos y Musulmanes que no eran como ellos. Éstos se volvieron muy fanáticos del Islam y hasta llegaban a incendiar las Mezquitas e Iglesias, en especial cuando tomaron Jerusalén. Aún así, tenemos el ejemplo de Saladino, quien fue uno de los más tolerantes y no cometió ultrajes contra los que lucharon en "Tierra Santa" y les permitió volver a Europa. Aún así, Su Alteza, no podemos permitirnos un frente cuando ya estamos combatiendo a los Mongoles, manteniéndolos fuera de nuestras fronteras territoriales.- Mostró el "Mapa Militar" en el que estaban.

- Yarmuka nos ha estado dando batalla pero, tras perder Kazán y las otras regiones hacia el Este, han decidido instalarse en la Siberia. Creemos que no nos molestarán por un tiempo. Están debilitados, ya no son los mismos que condujo Genghis Khan.- Alegó Juan a su Rey.

- En efecto.- Acató Iván III las palabras de sus Consejeros y Generales.- Bueno, quiero que se envía una embajada a Constantinopla para hablar con Mehmed II y estemos atentos por si hay novedades de aquellos que desean irse.- Finalizó y con ello concluyó la reunión que estaban llevando a cabo.

[Un poco corto pero ya se ha entrado en la parte Central de esta historia, la cual tendrá 10 capítulos y luego pasaremos al Segundo Arco. 

¿Qué clase de consecuencias ocurrirían en Constantinopla tras la toma por los Otomanos?. Eso lo veremos más adelante.

Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, amigos. Cuídense y buen comienzo de día Jueves de mi parte, Camaradas.].


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