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Capítulo V

Capítulo V:

Udeski había vuelto con su tropa después del ingreso en aquel poblado que estaba siendo evacuado. Por donde ellos miraran, solo había destrucción a su paso y los combates continuaban, esporádicamente, con la retirada de los Ejércitos de Francia ante el arrollador avance del Alemán. Los edificios, casas y negocios presentaban un panorama desolador, con sus fachadas arrasadas y los esqueletos expuestos, así como también podía percibirse a los saqueadores que iban metiéndose, entre los escombros, para robar todo lo que estuviera a la vista. En algunas oportunidades, los pocos policías que quedaban allí, abrían fuego y tiraban a matar contra aquellas personas. Era desesperante, podía verse, en sus rostros, que estaban pasando hambre y miseria, el frío no se iba y hasta podían observarse, en algunos casos, cómo se iban encendiendo fogatas en el interior de los domicilios para calentarse y evitar la hipotermia.

- ¿Algo por la calle principal?.- Preguntó Fiodor al Jefe de la Caballería.

- Todo despejado, si seguimos así, dentro de tres días llegaremos a París, así que hay que redoblar la marcha y descansar durante el día.- Dijo el hombre de bigotes pelirrojo.

- Suena bien.- Apoyó Kat la decisión de aquel Oficial.- El tema será cuando se termine el "Alto al Fuego".- Advirtió con seriedad y moviendo su cabeza de un lado para el otro.

- ¿Cuándo ocurrirá?.- Oyó Luykan aquella novedad.

- Dentro de poco, quizás en unos cuatro días, ¿quién sabe?.- Respondió el joven alemán de bigotes, mientras que iban reanudando la marcha.- Si quieren encontrarla, entonces hay que darse prisa.

Justo cuando estaban por tomar rumbo hacia la calle principal del pueblo, un Soldado, apostado en el camino y que formaba parte del Destacamento Imperial azuzó la vista. Podía ver que alguien venía a todo galope y no se detenía para nada. Para no llamar la atención, lanzó un pequeño silbido hacia otro de sus Camaradas y señaló, hacia el fondo de la carretera, a las sombras que venían hacia ellos.

- ¿Quiénes serán?.- Preguntó el Dr. Kodorov, mientras que guardaba su equipo médico.- 

- No lo sé, pero hay que estar atentos.- Dijo Paul.- Fiodor, ¿puedes verlos?. Allí.

- Sí.- Respondió éste, mientras que sujetaba su rifle en las manos, listo para disparar.

- ¡No disparen!.- Exclamó una voz y su acento se hizo familiar.

- ¡Alto, son de los nuestros!.- Advirtió Udeski y tras levantar su mano, se dirigió, en su lengua natural, hacia los emisarios que venían a caballo.

Paul, Kat, Jaden, Detering, Albert Kroop y Westhus se detuvieron para observar a los recién llegados, quienes no se percataron de que eran alemanes, por lo que hubo un momento de calma. Parecía que no estaban interesados en ellos, a pesar de que su vestimenta les delataba y podía desatar el caos, los mensajeros descendieron de los caballos, dejándolos para que deambularan, tranquilamente, por los campos más cercanos y se alimentaran bien, dirigiéndose hacia donde se hallaban sus Camaradas de Rusia.

- Archiduque Ivanisevic.- Dijo un muchacho de unos 19 años y de cabello rubio, haciendo la venia militar.- Soy el Cabo Pavel Miloverich y él es mi hermano, Maxim.- Presentó al otro que le acompañaba.

- Es un gusto verlos, chicos, pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué vinieron hasta aquí? ¿Cómo van las cosas en el Frente Oriental?.- Preguntó el joven Ivanisevic, mientras que notaba como Pavel sacaba su cartilla militar y le extendía una carta sellada a sus manos.

- No tenemos mucho tiempo, Su Alteza, deben darse prisa, estas órdenes vienen de su primo, el Capitán Antonov Ivanisevic.- Le explicó el rubio, mientras que llamaba a su caballo y éste venía a todo galope, subiéndose a su lomo.

- ¡Esperen, ¿qué es lo que pasa?!.- Intentó el Archiduque en saber lo que ocurría.

- No tenemos tiempo, Su Majestad: Encuentren a Camila y vuelvan rápido para Moscú. Espero que nos podamos volver a ver.- Fue el ruego que hizo Maxim y ambos hermanos partieron de allí, por el mismo camino por el que habían venido anteriormente.

Con la retirada de los dos mensajeros, quedaron allí, en medio del silencio y la nada misma, solo con Fiodor sosteniendo aquel sobre en su poder y en donde habían más incógnitas que respuestas a lo que buscaba. De golpe, sintiendo que una mano se posaba sobre sus hombros, notó que allí estaba Paul Baumer a su lado.

- Si te sientes incómodo para leerla, te daremos tu espacio.- Le dijo su amigo de Alemania con calma, sonriéndole pero Fiodor negó con la cabeza.

- Sería faltarte el respeto, ustedes nos han acompañado desde que nos encontramos en el Frente Occidental.- Repuso con tranquilidad y de ahí, guardando la carta en su abrigo, retomaron la marcha pero, al momento de hacerlo, los caballos del Destacamento de Udeski comenzaron a relinchar, se los veía muy nerviosos.

- ¿Qué les pasa?. Ohh, ohhh, tranquilos, tranquilos.- Se acercaba Detering a éstos, acariciando sus cabezas y el pelaje para que se mantuvieran en calma pero era en vano.

- Algo les ha asustado pero ¿qué...?.- Justo cuando el joven de lentes, de nombre Westhus, se acercó, un estallido lo tomó por sorpresa, justo a unos pocos metros de distancia y que lo tiraron contra el suelo, haciéndole rodar por el mismo mientras que caían restos de tierra como metralla hacia ellos.

Uno de los Soldados de la Caballería Imperial Rusa azuzó los oídos y de ahí notaron como la gente huía, despavorida, los vehículos alemanes estaban cruzando por la calle principal y comenzaban a caer los primeros proyectiles enemigos contra la ciudad tomada por el Imperio, mientras que los disparos se estaban haciendo más cercanos.

- Se terminó la tregua, ¡vamos, de prisa, a cubierto!.- Ordenó Kat, agarrando su rifle y de ahí enfilaban para una zona de edificios y la Plaza Central, la cual no había sido afectada por los bombardeos de la Artillería.

- ¡Westhus! ¡Ayúdenme!.- Pidió Paul, mientras que intentaba poner de pie a su amigo pero al levantarlo, éste tenía un tiro en la cabeza. Con horror, el joven rubio cayó al piso, gritando del miedo al presenciar uno de los actos más tristes y duros de la Naturaleza Humana: La muerte de un ser querido.

Aquel joven que quería ser Teólogo de la Iglesia Protestante Alemana, yacía sin vida contra el suelo polvoriento y lleno de escombros. Sus ojos estaban cerrados y con la sangre que corría por su frente daba la impresión de que había sido una muerte rápida y sin sufrimiento. Paul, por su parte, sin poder moverse y con las granadas de la Artillería Francesa que caían como si no hubiera un mañana por allí, lo tenían allí, retenido, sumado a los disparos que se estaban dando entre la Infantería de ambos países en pugna. Pronto, una voz en inglés dio la llamada para batallar y con ello se hizo sonar un silbato, desatándose la carga contra las trincheras que estaban ocupadas por los Alemanes y sus Aliados.

Los Franceses habían conseguido ingresar por uno de los flancos enemigos, desatándose un feroz combate contra las posiciones y así ir ganando, poco a poco, el terreno perdido pero se vieron enfrascados por el uso de nidos de ametralladoras y granadas que les tiraban sus adversarios, causándoles serias bajas. 

El Dr. Kodorov, cuerpo a tierra, alzó la vista, utilizando un casco que le habían dado en el Ejército Imperial Ruso, pudo distinguir la batalla que se estaba librando: El escenario era de lo más triste, entre los cadáveres de los tres bandos que yacían desperdigados por todas partes, el grito de los heridos y la labor de los médicos que intentaban salvarles la vida. A unos metros de donde se ubicaban las trincheras alemanas, los cuerpos de los ingleses y franceses colgaban de las alambradas de púas como si fueran monigotes, acribillados por la metralla y otros regados en pedazos por doquier tras los bombardeos con la Artillería. 

Pero, aún así, el combate continuaba y no parecía haber forma alguna de detenerse. Paul, por su parte, continuaba aferrado al cuerpo de su amigo caído, mientras que Fiodor, corriendo y protegiéndose de los disparos, fue hasta donde se hallaba su amigo alemán y lo sacó de allí.

- ¡No, no puedo dejarlo, espera!.- Rogó pero cuando fue sacado de allí, una explosión los tiró hacia atrás, separándolos de Westhus, mientras que Udeski daba un grito de advertencia.

- ¡Mi Comandante!.- Le llamó uno de los Soldados del Destacamento y el hombre de bigotes pudo notar que, a campo abierto, unos misteriosos vehículos blindados iban hacia ellos y que resistían a los disparos efectuados por los alemanes y sus Aliados, quienes habían conseguido tomar las trincheras enemigas.

- Santo Dios...¡TANQUES!.- Dio el grito de alerta y cuando éste llegó hacia las posiciones Germanas, se fueron metiendo y matando a tiros a todo el que estuviera en su camino, avanzando por el Sur, directo hacia la ciudad tomada por los alemanes.

https://youtu.be/JoF2jnZ6Gkk

El tanque que lideraba la marcha, siendo éstos "Mark I" de fabricación británica y los "Schneider CA1" de Francia, dirigieron sus cañones y ametralladoras hacia donde estaban los alemanes en retirada, mientras que la Infantería enemiga empleaba lanzallamas contra éstos. Los gritos de dolor de aquellos que caían envueltos en llamas, el olor a la carne quemada y que impregnaban las fosas nasales de los que allí, llevó a que algunos, como el Dr. Kodorov, vomitara del terror al ser testigo de esa monstruosidad creada para matar a la gente. 

Kat, por su parte, enfurecido por lo que estaba viendo, llevó a Albert, Detering y Jaden, acompañados por otros Alemanes, hacia las trincheras conquistadas y desencadenaron una feroz lluvia de balas sobre los enemigos. Paul, sumido en la cólera por la muerte de Westhus, también se sumó y lo mismo hizo, para sorpresa de ellos, Fiodor, el cual tomó su rifle y comenzó a disparar, dándole, a uno de los rivales que portaba un lanzallamas, justo en el tanque que voló por los aires y envolvió a varios en abrazador resplandor, viéndose como se tiraban a los agujeros con agua para apagar las llamas pero aquello los terminaba por matar de una "Hipotermia Repentina". 

Udeski, por su parte, retiró a su Caballería y agarró, al galope, al Dr. Kodorov, subiéndolo a su caballo y de ahí reunía a sus fuerzas para tratar de frenar a aquellas imparables máquinas de guerra. Los Soldados de la Infantería Imperial Rusa abrían fuego con sus rifles pero nada parecía surtir efecto, por lo que debieron parapetarse en las ruinas de un edificio semi-destruido y así establecer una posición de defensa.

- Tiene que haber una forma de pararlos.- Observaba el Teniente Sergei Moldugarov aquel imparable avance. Sus hombres ofrecían resistencia, al igual que los Alemanes pero nada parecía surtir efecto hasta que, de golpe, vio que Kat y dos de sus Camaradas fueron por los flancos izquierdo y derecho de uno de los "Mark I" y sacaron sus granadas, las cuales fueron introducidas en las orugas del vehículo.

- ¡Mi Teniente, mire!.- Señaló Kodorov a Sergei, mientras que los Alemanes se escapaban de allí, ya que una explosión sacó las orugas de la formación blindada, la cual se detuvo y le fue imposible continuar con la lucha. 

El estallido había hecho su "temblor" dentro del tanque, llevando a que salieran los que lo tripulaban pero antes de que pudieran poner un pie afuera, las ametralladoras alemanas abatieron a los ingleses, quienes cayeron en un segundo. Por su parte, Paul y Fiodor, en compañía del Príncipe Luykan, fueron hacia otro de los tanques que seguía en formación, atacando de forma directa y dejando de lado el combate contra la Infantería Anglo-Franco, los cuales debieron replegarse a sus posiciones originales por la carga que los Alemanes estaban haciendo contra ellos.

Escondidos tras una pared derribada y que servía como escudo, los tres amigos sacaron sus granadas y lanzaron las dos primeras contra un tercer tanque, uno francés y éste, por acto del destino, terminó por colisionar contra otro suyo propio. 

- ¡Ya!.- Dio la orden Fiodor y colocaron una de esas granadas en las orugas y pocos segundos después explotó, causando que el tanque cayera al piso y sus ocupantes huyeran para ponerse a resguardo.

Inmediatamente, una segunda carga Anglo-Franco se lanzó contra las trincheras para recuperarlas pero todo terminó en un rotundo fracaso. Los tanques, habiendo perdido varios de ellos o que quedaron inutilizados por las granadas enemigas, rompieron su formación para retirarse, sumado de que los Alemanes, con nuevos refuerzos en la zona, desataron todo su poder de fusilería contra los asaltantes, diezmando fila tras fila de enemigos, quienes caían abatidos y sin posibilidad de poder recuperar las posiciones perdidas.

- Paul, ¿estás bien? ¿Te lastimaron?.- Preguntó Fiodor a su amigo, quien no respondía.- ¡Paul!.

Lo escuchó, aquellas palabras lo sacaron del entumecimiento emocional, el silencio que había recaído sobre él tras perder a Westhus, así como también el momento de la batalla. Ambos llegaron hasta una trinchera, acompañados por Luykan, el cual se hallaba recargando su fusil, en medio de los tiroteos contra los adversarios que seguían empecinados en tomar las posiciones conquistadas.

El cuerpo del alemán reaccionó y de ahí asintió con la cabeza.

- Sí...Sí, estoy bien.- Fue la respuesta que dio, aunque no tan convincente. Aún así, el Archiduque de la Familia Ivanisevic puso su mano en los hombros de su amigo y le dio una palmadita.

- Tranquilo, ya pasó. Ya pasó.- Dijo, para animarlo y de ahí se escucharon los silbatos ingleses y franceses que llamaban a la retirada, mientras que las tropas alemanas y sus Aliados iban tras ellos.

Pronto llegó hasta ellos Kat, quien se quitó el casco de acero para ponerse su gorra de Cabo y traerles algo de comer que había conseguido de una de las trincheras alemanas.

- Tengan, amigos, coman que están hasta los huesos.- Les animaba el joven de bigote rubio.

- ¿Cómo sabía que había comida allí?.- Se acercó el Príncipe Luykan a él.

- Je, tengo un buen sentido del olfato para hallar comida y también cuando viene la lluvia. Y para agregar más datos, ahora lloverá.- Respondió, mirando al Cielo y en efecto, en pocos segundos se había largado una torrencial lluvia que humedeció más los suelos lodosos entremezclado con la sangre derramada por ambos bandos.

Pronto fue cayendo la noche en el Frente Occidental, la lluvia no se detenía y ya se habían anegado varios kilómetros de las trincheras, por lo que los Alemanes tenían que cavar, bajo las copiosas precipitaciones, para forzar canales que desviaran las aguas a otros sectores que no estuvieran ocupados. Otros estaban empleados en proteger los cables que daban electricidad y también a las radios de comunicaciones, cosa que se iba convirtiendo un auténtico desafío para no recibir una descarga eléctrica. 

Mientras tanto, en uno de los búnkeres que permanecía seco, Paul y Fiodor se encontraban allí, mientras que Kat iba preparando una frugal cena y los otros cumplían con sus respectivos deberes y actividades. Recostado en una de las camas que había allí, el rubio alemán miraba al techo con vigas de madera y oía la lluvia que caía, formando una cortina de agua en el "dintel de la puerta".

- ¿No puedes dormir?.- Le preguntó Fiodor a su amigo rubio, quien negó con la cabeza.

- No.- Fue la respuesta seca provino de sus labios. El Archiduque alcanzó a verlo más de cerca.

- ¿Tienes a alguien cercano? ¿Familia? ¿Primos? ¿Abuelos? ¿Tíos? ¿Alguien para mandarle una carta?.- Lanzó una segunda interrogante y el otro se dio la vuelta para verlo.

- A mi madre.- Dijo Paul.- Ella...Ella no quería que viniera aquí, pero yo dije que podía hacerlo, que todo sería rápido. En la escuela nos decían que teníamos que unirnos a la lucha por la Patria pero estaban equivocados.- Continuó y eso llevó a que Fiodor respirara profundamente.- ¿Y tú?.

- Mi familia está en Moscú pero...desde que recibí esa carta de los hermanos que vinieron hasta aquí, me he estado haciendo tantas preguntas, tanto acerca de cómo será el Futuro.- Decía, entre hilos del Pasado y el Presente que se entremezclaban, dando a conocer lo que sería aquello, siendo oído por Paul, Detering, Jaden y los otros.-

- Deberías ver lo que dice esa carta.- Le aconsejó el campesino de Baviera.- Con eso te quitarás las dudas.- Sostuvo, mientras que se oían, desde el exterior, los esporádicos estallidos de la Artillería de ambos bandos, haciendo resonar y temblar tanto el aire como el suelo mismo.

Al momento de abrir el sobre, Fiodor comenzó a leer el contenido con la tenue luz que tenían allí, intentando poder hacer una compresión tranquila pero al momento de finalizarla, sus ojos se volvieron enormes como los de una Lechuza, un Búho, iguales a los de los platos y sintió un escalofrío que le recorría toda la espalda hasta el final. No oyó que Kat traía la comida y las fue sirviendo en varios platos que había allí, llevando a que comenzaran a degustarla y con ello hubiera vino y música para alegrar el ambiente pero no para Fiodor, quien miró a Paul así como a sus amigos Luykan, el Comandante Udeski y al Dr. Kodorov acerca de la misiva que había recibido hacía pocos días atrás.

La noche había caído, también, sobre Moscú y con una nevada, de las últimas que habían allí antes de la llegada de la Primavera. En el "Palacio de Invierno" se podía apreciar la música, la comida y la alegría que había, llevándose a cabo una reunión entre la Familia Imperial, la Aristocracia, representantes del pueblo y los militares acerca de lo que se estaba viviendo en el Frente Oriental. 

En medio de la fiesta que se estaba llevando a cabo, el Capitán Antonov Ivanisevic, primo de Fiodor y Comandante de la "Orden de los Caballeros de Sarajevo" se hallaba allí, reunido con sus Camaradas y miembros de la citada familia, a la espera. Miró para un lado y otro del "Gran Salón de Baile", podían verse a numerosos miembros de la Aristocracia, militares y representantes del pueblo que conversaban, bailaban las parejas y otros disfrutaban la comida, así como también las colectas solidarias que organizaban los Ivanisevic para la gente y los pobres, sin embargo, en el fondo, aquellas visiones que había visto, al estar en contacto con Rasputín, le dejaban una impresión nunca antes vista, una experiencia de la que temía y por lo cual él estaba esperando a que llegara aquel "Monje" de largos cabellos y barba negra como la noche.

Inmediatamente las puertas del "Palacio de Invierno" se abrieron y el Zar Nicolás II pidió un momento de silencio. Los músicos detuvieron su actividad, la gente dejó bailar, hablar y comer, todo se detuvo en el preciso instante en el que aquel hombre hacía su acto de presencia, daba sus primeros pasos y de ahí entraba en el "Gran Salón del Baile", mientras que los Zares iban hacai donde estaba él de pie.

Como si de un Coloso se tratara, la figura de Grigori Rasputín ejercía una profunda influencia, temor y respeto entre sus allegados. Algunos temblaron del miedo, sobre todo por esa mirada tan fría y oscura que tenía. Era como ver hacia el final de la Zona Hadal de un Océano mientras que otros pensaban que podía tratarse de algún personaje salido de la Mitología Nórdica, Eslava o de otras creencias. Venía cubierto por un grueso abrigo oscuro junto a sus ropas. Uno de los Sirvientes se lo tomó y colgó de un perchero que había allí pero, de inmediato, tuvo que cambiarlo de lugar por el peso que éste ejercía. Acto seguido, dio sus primeros pasos, las botas contra el suelo de parqué del "Gran Salón del Baile" y las miradas de los invitados eran el "Cóctel" ideal para que alguien soltara una sola palabra pero nadie dijo nada, ya que los Zares fueron hasta él para agradecerle.

- En momentos como éstos, donde incluso Dios tiene sus problemas y los hombres de mayor poder tiemblan ante lo desconocido, que no saben qué hacer, están aquellos que son capaces de traer una solución al respecto.- Habló Nicolás II y sostuvo las manos de Rasputín.- Por favor, Señor Grigori, quisiera agradecerle con...- Pero al momento de darle su merecida recompensa, el hombre soltó sus manos de las del Zar y lo miró fijamente, llevándolas hasta su espalda, inclinándose con suma tranquilidad.

- No necesito dinero ni nada por el estilo, Su Alteza.- Se dirigió hacia éste con sumo respeto, inclinando su cabeza, ligeramente y de ahí procedía en su charla.- Yo tengo lo necesario y fue mi deber lo que me llevó a salvarle la vida a su heredero.- Sostuvo y de ahí besó las manos del matrimonio.- Si hay algún que otro problema, ya saben: Yo estoy en todos lados a la vez. Ahora, por favor, continúen con la fiesta.- Sostuvo y de ahí, como si fuera un "Hechizo"; tanto el Matrimonio Imperial como los demás invitados reanudaron lo que estaban haciendo.

Antonov, estando bajo ese "Encantamiento", salió al exterior. Se sentía como si alguien le estuviera diciendo, psíquicamente, lo que tenía que hacer, por lo que éste salió a los jardines y parques, en donde esperó a la persona que lo había citado.

- Eres rápido para escuchar mis "Palabras Silenciosas". Comprendes, a través de la mirada y los gestos de las personas cuando se debe hablar en privado. Eres digno de ello, Antonov.- Escuchó la voz de Rasputín y al darse la vuelta, el joven le saludó.- Olvida todo este "Protocolo" que te han enseñado, no te servirá para cuando exploten las cosas.- Advirtió con un tono serio en su voz.- ¿Has conseguido lo que te dije? ¿Enviaste a tus emisarios para advertirle a tu primo?.- Preguntó.

- Sí, encima a dos de mis mejores hombres para el Frente Occidental. Recién hoy volvieron y me informaron de que hallaron a Fiodor con los demás junto a un grupo de Soldados Alemanes en un pueblo de Francia.- Le informó Antonov.- Le entregaron la carta y hasta ahora no he obtenido una respuesta pero, descuida, él sabe cuándo responder.- Sostuvo éste, mirando hacia las Estrellas, el Cielo despejado y la Luna que brillaba con todo su esplendor sobre las aguas del lago congelado.

Respiró hondo, el viento gélido movía la larga barba de Rasputín y éste permanecía al lado del Capitán Antonov. 

- ¿Te preocupa lo que pueda producirse en el Futuro?. Lo sé, puedo sentirlo en tu corazón y tu alma pero descuida porque sé lo que tienes que hacer. ¿Has conseguido hablar con él?.- Le preguntó pero el joven permaneció en silencio.

Flashback:

- Nuestros Agentes Imperiales nos han informado acerca de los movimientos que Lenin está ejerciendo entre los campesinos, obreros y militares. Está ganando mucho apoyo y deberíamos tener cuidado con las protestas en no reprimir. Si lo hacemos, cualquier muerto se convierte en una bandera de batalla para los partidarios.- Le contaba Antonov a los Zares, mientras que se hallaban reunidos ante los últimos acontecimientos.

- Y los últimos ataques que llevamos a cabo han terminado en fracaso.- Habló la Zarina Alejandra I.- ¿Cómo es posible que no hayamos podido expulsar a las huestes del Mariscal Hindenburg de nuestras fronteras?.- Quería saber ella, con una apoyada en su frente.- Y nos están atacando desde el lado polaco por los austro-húngaros. El General Vasily Marikov intentó repeler las ofensivas enemigas pero terminó fracasando.- 

- Mi Emperatriz.- Se dirigió Antonov.- Ante usted y Su Majestad quisiera pedirles que nos olvidemos de la "Triple Alianza". Los ingleses y los franceses están muy enfrascados en la "Guerra de Trincheras", aún con la Batalla de Verdún en pleno desarrollo les ha dejado incontables bajas, hablando entre muertos y heridos, sumado también a los que combates ocurridos en el Somme. Nuestras tropas están pasando hambre, frío y la clara desorganización de los Generales que no se ponen de acuerdo, ni siquiera para llevar a cabo un "Dispositivo de Defensa" mientras que los Alemanes y sus Aliados nos están asestando golpe tras golpe.- Advirtió el joven rubio.- El principal problema, aquí presente, en nuestras tierras, es la popularidad que está ganando Vladimir Ilich Ulianov: Tenemos que hacer algo al respecto y mi propuesta, al igual que con casi todos los Comandantes y Generales reunidos aquí, es que salgamos de la guerra y nos enfoquemos en solucionar las crisis política, económica y social.- Fue la sugerencia que él.- Su Alteza, por favor.- Pidió ante Nicolás II, tomando las manos de éste y su esposa.- Tomen consciencia del contexto en el que nos hallamos.- Rogó pero ambos estaban impávidos, conmovidos por todo lo que estaba ocurriendo.

- No podemos considerar a Lenin como una amenaza. Es solo un lunático que piensa que es un "Mesías" pero no lo es. Capitán Antonov Ivanisevic, su deber, como Comandante de la "Orden de los Caballeros de Sarajevo" es proteger a la Patria y a la Familia Romanov. No podemos movilizar a nuestras tropas para reprimir a un tipo, sería una locura y más con nuestras fronteras que están sufriendo las incursiones enemigas.- Sostuvo el Zar Nicolás II y viendo Antonov que las cosas no parecían ir por ese camino, tuvo que adoptar una postura mucho más "seria".

- Está bien. Si así lo piensa, Mi Señor, entonces cumpliré con sus órdenes.- Juró y sin más que decir, se puso fin a la reunión.

Fin del Flashbacks:

- No entiende lo que estamos viviendo. Él piensa que todo tiene solución pero no lo está.- Informó Antonov a Rasputín, mientras que éste se le quedaba viendo.

- Entonces no pierdas el tiempo en tratar de convencerlos. Escucha, si quieres salvar los Símbolos Imperiales de las manos de los Revolucionarios, entonces llévatelos fuera de aquí pero solo cuando se produzca el "Crepúsculo".- Le dejó el hombre de cabello y barba negra ese mensaje, una "encriptado".

- ¿Adónde?.- Preguntó el Capitán rubio.

Rasputín se quedó en silencio, mirando hacia las Estrellas y con ello respiró hondo.

- Italia.- Dijo.- Las Insignias Imperiales vienen desde los tiempos de los Césares, del propio Julio César, entonces deben ir allí. Llévalas y ponlas, junto a todo lo que puedas salvar de valor, en un cuenta bancaria del "Banco de Italia.- Le dio aquella información.

- Hmmm, no es mala idea. Muchos ricos llevan sus fortunas allí y a otros países.- Dijo el joven con una mano en el mentón.

- ¿Tu familia es de tener muchas riquezas?.- Inquirió Rasputín.

- Sí y no a la vez, nosotros, como tradición familiar, una gran parte de nuestro patrimonio lo donamos a la Iglesia Cristiano Ortodoxa, a las escuelas, las Fuerzas Armadas y para las Ciencias.- Respondió Antonov, mientras que se veían imágenes de sus Ancestros.-

- Resguarda también las riquezas de tu familia, una parte. Ponlas a salvo en una cuenca del "Banco de Italia" y con ello estará su futuro económico asegurado.- Concluyó el ruso, mientras que caminaban por las orillas del lago.

- Grigori, tengo una pregunta.- Llamó Antonov su atención.

- Dime, no hay problema que te dirijas a mí como si fuera una persona común y corriente.- Alegó éste, siendo sincero y el otro sonrió.

- Gracias por el dato pero...¿qué es lo que vi en tus Visiones del Futuro?.- Inquirió el rubio.

- Dímelo tú.- Le "invitó" para que diera la respuesta.

- Solo...Solo vi a Sarajevo, debió de ser una poca más adelante en el Futuro pero estaba devastada y luego...se convertía en una gran Potencia: Un Imperio. ¿Cuándo sucederá?.- Deseó saber pero el "Monje" respiró hondo y se detuvo.

- En ese tipo de "Visiones" uno no puede andar sacando una respuesta al azar, como si se tratara de algún "Juego de Apuestas", sino de que depende de los que vayan a hacerlo, de lo que quieren conseguir. Lo que viste puede ocurrir o no, yendo por aquellos que vendrán, en la Familia Ivanisevic, acerca del Futuro que ellos elijan. Eso es lo único que te puedo decir: No es un sí pero tampoco es un no. Todo depende de lo que hagan aquellos que vivan en ese tiempo.- Sostuvo Grigori.

- ¿Y tú qué harás? ¿Vas a venir con nosotros?.- Preguntó el Capitán.

- Cuando ocurra el "Crepúsculo de los Emperadores", yo estaré donde tenga que estar.- Respondió con un tono filosófico, metafísico y hasta con un toque de "Visionario".- Pero descuida, nos volveremos a ver. Ten Fe en ello.- Prometió y, aunque eso preocupaba al joven rubio, éste debió reconocer que la Naturaleza enigmática de aquel sujeto, quien había salvado la vida al joven Príncipe Romanov y heredero al Trono Imperial, era "Palabra Sagrada".

Pronto, ambos regresaron para el "Palacio de Invierno", ya que se estaba llamando al "Brindis de Honor" para Grigori.

[Bueno, he vuelto con esta historia. Lamento mucho el haberme demorado pero he estado muy ocupado con otros tantos frentes pero ya que estamos en este capítulo, aquí se ha visto un poco más la relación amistosa entre Fiodor con Paul Baumer, así como también entre el Capitán Antonov y Grigori Rasputín, quien le ha revelado un importante Futuro para los Ivanisevic.

Sin embargo, los peligros van creciendo y el temido año fatal para los Zares está en camino. ¿Volveremos a ver a Camila? ¿Qué pasará en 1917?. Eso lo veremos en el capítulo que viene, amigos.

Cuídense. Mando saludos y agradecimientos para MrR199shadowbellatrixeltíorob95LucasAbad0 y los demás seguidores.

Que tengan un buen comienzo de día Domingo de mi parte, Camaradas.].

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