Capítulo V
El "Batallón Báltico" había vuelto para la Comandancia, siendo recibidos por Tanya, la cual ofició el funeral para los caídos y en donde celebraron las buenas noticias. El golpe contra la "Cabeza de Playa Británica" había sido ruda, las bajas eran altas y con ello estaba el hundimiento de una nueva Cañonera junto a la destrucción de otra nave enemiga anclada en las playas. Juan Brasil y Pascual Latorre, dos de los hombres de Rivero, fueron hasta donde se hallaba la muchacha, mientras que terminaban con los funerales para los caídos y un grupo de arqueros disparaban sus flechas en llamas hacia unas canoas que fueron lanzadas al Atlántico Sur, prendiendo fuego a las mismas y con ello se hundían, a la manera Vikinga, en las profundidades. Ambos contemplaron la escena con fascinación, la muchacha estaba allí, de pie, delante de sus hombres y mujeres, con el viento que movía sus cabellos, mientras que el jolgorio aumentaba en las filas, teniendo la esperanza de que, tarde o temprano, los ingleses mandarían una delegación para parlamentar con ellos e incluso en Buenos Aires se estaba hablando de una posible rendición enemiga ante los argentinos y que Rosas, quien continuaba negociando, airadamente, por la recuperación de las Islas Malvinas, llevaría a que Lord Ponsonby tuviera que ceder o su país se quedaría sin un importante amigo en el comercio.
- Han hundido al "Anna Bolena" y destruido una nave que estaba anclada.- Dijo Rivero a los demás miembros de su banda.
- Hoy les hemos dado una doble paliza a esos putos chupadores de té.- Festejó uno de los indios charrúas, mientras que chocaban sus vasos con cerveza.
- Sí, deberíamos ir y darles el golpe final, para que no vuelvan más.- Añadió otro de ellos.- Los enterraremos en la tunda como al hijo de re mil puta de Brisbane y sus socios.
- No.- Levantó Rivero su mano al aire, callando las voces y caminando de un lado para el otro.- No podemos ir como si fuera esto un simple Ejército de Expedición. Recuerden cómo fueron las Campañas al Paraguay y al Alto Perú del General Don Manuel Belgrano. En la primera se negaron a participar en la "Revolución de Mayo" y la segunda los Realistas los aplastaron en las Batallas de Vilcapugio y Ayohuma. Si vamos confiados, entonces nos harán pedazos. Los ojos bien abiertos, gente, que esto ha empezado.- Añadió el hombre.- Para mañana que estén todos bien descansados y nada de resacas. Habrá combate.- Profetizó éste, mientras que Latorre y Brasido llegaban hacia donde estaba la 4*Condesa de la Familia Ivanisevic, quien se dio la vuelta, dejando atrás las Insignias de las Águilas Romanas y Bizantinas clavadas en tierra, señal de victoria contra sus enemigos.
- Espera.- Pidió José Antonio, deteniendo a la joven rubia.-
- ¿Sí?.- Preguntó ella.
- ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo es que combatieron?. Tuviste bajas, nuevamente, pero no te pones nerviosa.- Indagó el italiano, cosa que llevó a que la joven caminara hacia él.
- La guerra es así: Cruel, dura, fría, perdemos y ganamos. Pero nosotros, los Ivanisevic, recordamos a aquellos que cayeron en combate. Es parte de nuestra Naturaleza.- Respondió ella, mientras que un irlandés llamado O'Neill le traía su caballo y ella se subía.- Si quieres verlo, adelante, ven conmigo y verás lo que es el combate. Tú has peleado, pero muy poco, necesitas vivir la experiencia de la guerra en primera persona.- Indagó la muchacha.
- Claro, pero ¿adónde?.- Deseó saber José Antonio.
- Una de mis Patrullas me ha informado de que un "Grupo de Avanzadilla" de las "Guardias Galesas y Escocesas" se han conseguido infiltrar en nuestras líneas y están estableciendo un "Puesto de Avanzada" para llegar hacia Puerto Argentino. Lo que haremos será destruirlo por completo pero dejaremos que sobrevivan aquellos que huyan para que les cuenten, a sus Comandantes y Generales, de que la resistencia continúa. Ya está decidido y Antonio Rivero viene con nosotros también. Atacaremos en dos Flancos.- Explicó la rubia, una vez subida al caballo y de ahí el joven italiano era arriado por ella, puesto a su espalda y agarrándose a la misma, mientras que galopaban hacia el objetivo.
En el Cuartel General de la "Royal Navy", ubicado en Londres, las noticias sobre las derrotas inglesas a manos de los rebeldes habían llegado. Muchos de sus Almirantes y Lores quedaron helados ante semejante hazaña y éstas mismas eran transmitidas a la Reina Victoria I.
- Son tenaces estos argentinos. Lo reconozco.- Habló la joven Monarca tras haber leído los informes desde el frente.
- Y que lo diga, Su Majestad, pero no podemos perder esas islas. Son vitales para el comercio y la economía.- Sostuvo Lord Ponsonby ante ella, quien se quedó reflexionando acerca de lo que estaba ocurriendo.
- Aún así, si ganamos o perdemos, la mancha ya está instalada sobre el Alto Mando y la "Royal Navy".- Sentenció la Reina Victoria I, mirando al Diplomático.- Esto no debe salir de aquí, Lord Ponsonby. No se puede permitir que una simple fuerza combinada de argentinos y extranjeros, incluyendo a unos cuantos Súbditos míos, combatieron a favor de la Casa Ivanisevic contra nosotros. ¿Acaso sabe el daño que tendríamos nosotros?.- Indagó la Monarca, viendo de que estaban entre las cuerdas.
- Sí, lo sé, pero ¿qué deberíamos hacer con ellos?.- Preguntó el Diplomático con su frente perlada por el sudor frío.
- Continuar con la lucha, al precio que sea. No podemos retirarnos. Ya no hay vuelta atrás.- Concluyó la joven y con ello volvió al Trono Imperial. Ponsonby se retiró, en silencio, mientras que quedaba dudoso acerca de lo que podría ocurrir a la Gran Bretaña en el Futuro.
Temía de que pudieran acabar siendo una "Potencia de Segunda Categoría" o incluso estarían a merced y dependientes de los Créditos Argentinos para su economía. Tragó saliva y tuvo que guardarse esos presentimientos futurísticos para otro momento.
A su vez, en la "Cabeza de Playa Británica", Hayes seguía recibiendo informes acerca de las escaramuzas y ataques al estilo guerrilla contra sus posiciones. El último se había cobrado con otros dos barcos que fueron hundidos por el empleo de cañones, siendo el "Sir Percival" y "Sussex" los que terminaron en el fondo del Atlántico Sur. Para él, la guerra le estaba costando demasiado y las noticias acerca de los movimientos Románticos y Liberales en Europa ponían los pelos de punta a muchos Monarcas, sobre todo con la mira puesta en Francia, donde estaba instaurado el Gobierno del Rey Luís Felipe de Orleans y sus Políticas Liberales, algo que no era bien visto por la sociedad de esos momentos.
- Nosotros aquí, pasando las mil y un penurias, mientras que en Europa están parados arriba de un Polvorín listo para estallar. ¿Sabes lo que pasará cuando los Franceses se cansen de Luís Felipe de Orleans, Jeremy?.- Preguntaba Hayes a su Teniente, mientras que dos jóvenes cadetes iban avivando las llamas de la pequeña fogata que tenían allí.
- Va a correr mucha sangre.- Respondió el chico, quien tenía el rostro pálido por las gélidas temperaturas.
- En efecto, será mucho peor que la "Revolución Francesa". Se va a expandir, igual que lo fue la "Peste Negra". Nadie la va a parar.- Sostuvo el Lord General pero su charla fue interrumpida por un grupo de jinetes de la "Caballería", los cuales ingresaron en el campamento.-
Frente a ellos había llegado el Capitán y Lord Wellington III, quien descendió de su caballo. Hayes fue a recibirlo pero cuando lo hizo, notó que éste traía a una serie de carretas, en forma de "convoy", donde se hallaban varios cuerpos caídos.
- Dimos con la tropa del Sargento Matthews. Los mataron a casi todos, incluyéndolo a él, Mi General.- Le contó el británico, mientras que se dirigía a la fogata para calentar su cuerpo.- Estamos en desventaja. Los argentinos tienen unos aliados muy bien experimentados en la guerra, nosotros estamos usando tácticas viejas, de la "Prehistoria".- Argumentó con seriedad.- Además, mire a los nuestros: Se están helando, ¿qué estamos haciendo aquí? ¿Cuál es la gracia de la Reina?.- Inquirió, juzgando el papel del poder político.
- Lord Wellington III, no puede hablar así de Su Majestad.- Intervino Jeremy pero Hayes le detuvo.
- Está en lo cierto, muchacho. Nosotros, como te dije, peleamos una guerra que no es nuestra. La acción verdadera se halla en Europa, en nuestras ciudades y sobre todo en Francia. ¿Qué pasará si surge algún movimiento como el que tuvo lugar en Francia? ¿Crees que podrían tirar abajo a la Reina Victoria I?.- Preguntó el General, viendo las posibilidades en la que el "Viejo Continente" estaba sumergido.- Solo Dios sabe qué clase de peligros pueden ocurrir en nuestra Patria. Nadie más.
Una vez que él terminó de hablar, en la lontananza podían oírse los cañonazos que se "repartían" los navíos ingleses y los rebeldes.
- Vamos a morir todos aquí, ¿no, Mi Lord?.- Preguntó un Soldado de Escocia.- ¿No hay salida más que la muerte?.
- No diga eso, joven, aún tiene mucho por qué vivir. Sí, saldremos vivos de ésta, solo...Solo...Solo.- Hayes se detuvo, estaba demasiado preocupado por sus chicos, actuando como un padre, de que no podía en muchas otras cosas.-
- ¡Mi Lord!.- Le llamó un observador.- ¡Mire!.- Apuntó para el Sureste, hacia donde se hallaba el "Puesto de Avanzada" que estaban construyendo, en aquellos momentos y desde donde provenían las columnas de humo negro.
- ¡Maldita sea! ¡A los caballos, ahora!.- Llamó el General a sus fuerzas y éstos partieron, veloces, para el frente de batalla, dejando al Capitán y Lord Wellington III de la Caballería a cargo del Cuartel General.
El "Puesto de Avanzada Británico" había sido alcanzado en un feroz ataque estilo guerrilla. Para cuando Hayes y los suyos llegaron, se encontraron con las tiendas en llamas, algunas, todavía, seguían prendidas fuego, así como también percibieron que el Arsenal había sido saqueado e incendiado. Encontraron a muchos ingleses por el piso, entre heridos y muertos, incluyendo al Lord Capitán Harris, el cual estaba ayudando a los lesionados, oyéndose sus gritos por todo el campamento.
- ¡Atención, el Lord General Douglas Hayes presente!.- Avisó un Centinela.
Harris adoptó la postura de firmeza, a pesar de sus heridas recibidas y saludó al recién llegado.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué no lanzaron un "Cañonazo de Salva"?.- Preguntó el Comandante al Oficial, pero éste negó con la cabeza.
- No tuvimos ni un segundo para cumplirlo. Nos atacaron de improvisto y huyeron para el Sur.- Respondió Harris, mientras que se llevaban a sus heridos y los muertos de allí.- Esto es una estupidez, Douglas, si no derrotamos a los rebeldes, se acabó, yo me retiraré de aquí con mi gente. No pienso permitir que se derrame más sangre de mis chicos, muchos son jóvenes y no conocen el sabor de la guerra.- Advirtió el hombre de cabello negro alborotado, mientras que se retiraba de allí.
- Él tiene razón, Mi Lord.- Dijo un Soldado de nombre Clark.- Si peleamos contra ellos, lo único que recibiremos serán patadas y derrotas. ¿No podemos enviar a un mensajero para que se reunámonos con ellos y así llegar a una solución.
- Estoy de acuerdo con Clark, Mi Lord, esta guerra es una locura. No quiero morir aquí. Quiero morir peleando en Europa, contra la amenaza de los Movimientos Revolucionarios, no en una tierra gélida y desprovista de rastro humano.- Añadió el Cabo William.
- Lo mismo digo.- Añadió el Sargento Sully.- Desde que llegamos, solo hemos tenido bajas y más bajas, en cualquier, ellos darán una ofensiva final y nos aplastarán. ¿Por qué mejor no negociar? ¿Qué le importa a Su Majestad estas tierras que no son de ella?.- Inquirió, encogiéndose de hombros.
Hayes respiró hondo y los miró a todos ellos.
- Lo sé, sé que estamos mal, de que nos han pateado el culo en repetidas ocasiones. Contamos con recursos que, apenas, nos alcanzarán para unos tres meses, ya que esa fue la disposición del "Alto Mando Real", dejando a la Reina Victoria I sin nuestra protección frente a las Revoluciones que han sacudido al resto de Europa. Con excepción de España, nuestra amenaza principal es Francia, donde el Rey Luís Felipe de Orleans ha establecido su gobierno con políticas Liberales y eso nos deja a tiro de cañón contra nuestra tierra.- Comenzó a hablar, con un dejo serio y frío.- En estos momentos, todos desconocemos el estado de sus familias, amigos, colegas. No sabemos si estalló una Revolución Liberal en Londres, pero les voy a decir esto: Ganamos o perdamos, no voy a permitir que mueran ingleses en una guerra sin sentido. Lo juro, Soldados.- Prometió Hayes, ganándose ese respeto que tanto esperaba.
En ese momento, el Teniente Thompson llegó hasta donde él estaba y pudo comprobar la magnitud del desastre acaecido sobre esa posición. Meneó la cabeza, no podía creer de que aquellos Soldados tuvieran tanta energía como para combatir por mucho tiempo.
- Mientras estábamos viniendo, vimos a la que parece ser su Comandante, Mi Lord.- Dijo el joven Jeremy.
- ¿La vieron? ¿Era ella? ¿No es así?.- Preguntó el General Hayes al chico.
- De cabello rubio, ojos celestes, buen cuerpo, incluyendo atributos pero con una actitud guerrera increíble, liderazgo de tropas y con un uniforme imperial Ruso.- Describió aquel muchacho lo que había visto.
A su vez, en Moscú, los padres de Tanya, la Princesa Zaria y el 5* Príncipe Sasha Ivanisevic se hallaban reunidos ante el Zar Nicolás I Romanov. El Monarca estaba oyendo las palabras de la madre de la Condesa Tanya acerca de los últimos acontecimientos ocurridos en Europa y no eran, en lo absoluto, buenas noticias para tener presente.
- Los sucesos ocurridos en Francia son el principio de algo mucho más grande, Su Majestad.- Le contaba la mujer a éste.- Creemos que, tarde o temprano, estas revoluciones vayan a expandirse para otras partes de Europa, incluso se está hablando mucho, en Italia, de una futura reunificación y lo mismo en los Principados Alemanes del ex-Sacro Imperio Romano-Germánico.- Relató y eso llevó a que Nicolás I tuviera un momento de asombro ante lo ocurrido.
- ¿Qué podemos hacer para evitar una especie de "Revolución Francesa" en nuestro suelo?.- Preguntó Sasha con preocupación.
- Su hija está combatiendo a los ingleses en las Islas Malvinas, ¿no?.- Quiso saber el Zar y ellos asintieron, por lo que éste se levantó del Trono Imperial y caminó hacia donde estaba el matrimonio.- Muy bien, entonces va a ser el momento para que el pueblo no sufra. Salimos del desastre que nos dejó Napoleón Bonaparte I de Francia durante la "Campaña de 1812". Pasamos por hambrunas y demás, así que he pensado de que se deben decretar una serie de leyes y edictos para mantener la igualdad entre todos.- Respondió, conociendo muy bien el contexto en el que estuvieron metidos todos ellos en el Pasado.
[El capítulo que viene será el "final" de la rebelión en Malvinas y pasaremos a la "Guerra de Crimea", así que no se lo vayan a perder, amigos.
Cuídense, mando saludos y agradecimientos para MrR199, ElLinternaVerde2814F y los demás seguidores.
Que tengan un buen inicio de día Jueves de mi parte, Camaradas.].
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