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Capítulo V

Capítulo V:

Después de la Batalla de Loch Loud, Augustus había vuelto al Castillo junto a los otros. Los Guardias que custodiaban la fortaleza permanecieron callados cuando lo vieron arriba. Podía "leerse" en su rostro una furia nunca antes vista y la espada que llevaba en su funda goteaba sangre. Algunos se pusieron pálidos por lo que había ocurrido, ya que las noticias de aquella "ofensiva" habían llegado tarde y otros creían que esto podía tratarse de algún atentado sin igual. Una vez que arribó al Salón del Trono, llamó a Aggie y la mujer llegó corriendo, tan rápido como pudo, agitada por las idas y venidas que estaban teniendo lugar dentro del inmueble. Iba a arrodillarse pero el chico le detuvo antes de que flexionara sus rodillas.

- Aggie, que todos los Embajadores y Nobles vengan aquí, inmediatamente. No haré preguntas, solo hazlo.- Ordenó con tono serio y tomando asiento en el Trono.- "El que cometió esta estupidez lo va a lamentar. Sé que nunca haría una cosa así como ejecutar a alguien pero esto...este ataque sin escrúpulos contra mi pueblo...mi gente...".- Pensaba el chico, ahogando su rabia y apretando sus puños con fuerza, enguantados, golpeando el aire por lo que había ocurrido.

Aggie salió disparada del lugar, cerró la puerta que conducía a dicho sector y de ahí fue a buscar a todos los invitados. Mientras tanto, en la habitación que compartían, Alek permanecía allí, sentado y limpiando su espada que estaba cubierta por la sangre de muchos enemigos que había abatido ese día. Apenas habían transcurrido un par de minutos de su llegada al Castillo, nuevamente, cuando sintió que alguien llamaba a la puerta.

- Está abierto. Adelante.- Le dio la bienvenida y al hacerlo, para su sorpresa, se encontró, cara a cara, con cierta chica rubia a la que acababa de salvar.- Señorita Lenaria.

- Por favor, no se dirija a mí de esa manera.- Respondió la muchacha, caminando hacia donde estaba.- Vengo a agradecerle por haberme salvado de esa Gárgola. No sé qué me hubiera ocurrido si esa cosa me llegaba a atrapar pero estoy en deuda contigo, Alek.- Le agradeció.

- Tonterías, no digas eso, lo hice porque es parte de nuestro "Código de Honor Bizantino": Defender a aquellos que no pueden luchar, buscar nuestras causas para pelear y no dejarnos llevar por la avaricia.- Respondió el Primer Duque de la Familia Ivanisevic.

- Jejeje, igual se lo agradezco. ¿Sabe?. Yo también sé pelear con la espada pero contra una Gárgola no tuve oportunidad. Aún así, cuando esa monstruosidad me agarró, creí que sería mi fin pero...- En aquel momento, la rubia se abrazó con fuerza al chico de Rusia, tomándolo por sorpresa, acurrucándose contra su pecho.

- Lo importante es que ya pasó. Ya no hay nada de qué temer, Señorita Lenaria.- Dijo el chico rubio pero sintió que la muchacha colocaba un dedo contra sus labios.

- Por favor, no te dirijas a mí de esa manera.- Le pidió ese "recado", cosa que lo dejó sorprendido.

- Pero...- Intentó hablar pero ella volvió a "callarlo".

- Ya no más.- Sentenció y con ello le dio un tierno beso en los labios a su Salvador, llevando a que las mejillas de ambos se volvieran carmesí por el amor que surgía en ellos.

Por su parte, Vladislav estaba lavando su Kimono de la sangre que derramaron los enemigos y sacándole filo a su katana, la cual estaba algo mellada por el uso que le dio. Oculta entre las bambalinas de las "Lavanderas", Luna Anne Marie lo estaba observando.

- Puedes salir de allí. No pasa nada.- Le descubrió el ruso-japonés, llevando a que la castaña emergiera desde su "refugio". Él la vio caminar hasta donde estaba y de ahí tomaba asiento a su lado.

- Eres muy bueno combatiendo. Nunca vi a un hombre que blandiera una katana como si nada. Me dejaste sin palabras, amigo. Ojala yo pudiera aprender a manejar una así.- Contó la chica y de ahí sintió Vladislav que le tomaba de sus manos.

- Puedo enseñarte.- Prometió éste.

- Pero hay algo más.- Alegó Luna y eso llevó a que el chico la escuchara, atento, sorprendido.- Escucha, desde que llegaste, hay algo en mi cabeza que me impide pensar bien, sacar conclusiones.

- Si es por ello, te pido disculpas.- Dijo el ruso-japonés.

- No, no, no, no me entiendes: Hablo de que, cuando te vi, mi corazón empezó a sentir muchas cosas, como si fuera un rejunte de cosas. No logro comprender esto...- Enfatizó la chica, mientras que Vladislav le tomaba de las manos y la miraba a los ojos.

- Siente algo por mí, desde el fondo de tu corazón y éste mismo está dándote la respuesta.- Respondió el joven con una sonrisa tranquila en el rostro, tomándolo con franqueza y dulzura para, acto seguido, sentir los labios de la chica contra los suyos.

Algo había surgido aquella mañana en el Castillo de Loch Loud. Nadie, ni siquiera Alek y Vladislav se estaban esperando una muestra como esa. Una que les cambió la forma de ver las cosas, de ampliar sus mentes y con ello eran las dos hermanas del Duque las cuales tomaron a aquellos chicos y los besaron. Muchos dirían de que fue de sorpresa pero no, también estaba, además de lo primero, una muestra de claro cariño y respeto que se tenían de estas personas por lo que habían hecho por ellas durante la Batalla del Centro de Loch Loud contra esos invasores.

Mientras que ellos estaban con las dos hermanas Loud, en el Salón del Trono, Augustus había llamado a sus invitados, los Nobles y Embajadores venidos de varias partes de Europa se encontraban de pie y conversaban entre ellos. Todavía persistía un cierto resentimiento por lo ocurrido con el incendio contra aquella Iglesia en la ciudad y los deseos de que estallara una guerra eran cada vez más amplios. Sin embargo, ante la seria y gélida mirada del chico, todos guardaron silencio cuando éste se puso de pie y los miró a los ojos, uno por uno, caminando de un lado para el otro de la zona.

- Mi Lord, con respecto al incendio y al posterior ataque enemigo, ¿tenemos novedades acerca de quién es el responsable?.- Preguntó el Embajador de Italia, Cologriano, quien estaba acompañado por varios Cardenales de la "Santa Sede".

- Es obvio de que fue obra de los asquerosos Protestantes. Siempre por donde pasan, solo traen desgracias.- Se burló Francesco, amigo de Cologriano, de los  Embajadores que venían de los Países Bajos e Inglaterra.

- ¡Ven aquí si tienes huevos para decírmelo en la cara!.- Le espetó el Conde Van Tier de Holanda, listo para batirse en un "Duelo Personal" contra el Conde de Italia.

- ¡SUFICIENTE!.- El potente grito que Augustus pegó se hizo eco en todo el Salón del Trono que los dejó mudos. Acto seguido la pequeña "escalerilla" que lo llevaba hasta su sitio de poder y caminó hasta donde estaban ellos.- ¿Creen que así vamos a resolverlo todo? ¿Pelearnos? ¿Discutir acerca de quién causó el incendio contra la Iglesia?. Y hablo también por lo de esos enemigos pero no, no tengo ni idea de quién es el culpable de todo esto pero no pienso ceder, llegaremos al fondo del asunto pero, por el momento, dejen de lado sus diferencias. ¿Acaso piensan que una guerra les traerá beneficios?. Sus campos serán incendiados o en el peor de los casos, sufrirán pillajes y saqueos. Les robarán el ganado y sus familias pasarán hambre, las grandes ciudades no podrán resistir ante el desabastecimiento y colapsarán. ¿Olvidaron lo que fue capaz la "Peste Negra"? ¿Se olvidaron de que más de 1/3 de la población europea murió por esa enfermedad y más por la "Pequeña Edad de Hielo" que tuvimos en el Siglo XIV D.C?.- Preguntó el albino con tono frío y nadie dijo nada.- Exacto, así me gusta, que no hablen porque lo piensan hacer es total una locura. Ahora, lo que vamos a hacer, en estos momentos, será sentarnos a discutir acerca del asunto de las negociaciones por la paz y...- Cuando iba a terminar su oración, Aggie apareció entre los Nobles y Embajadores, acercándose para hablarle de algo muy importante.

- Nos falta una: La chica de cabello y coletas negras con el mismo color de su vestido.- Le susurró en el oído.

- ¿La buscaron por el Castillo?.- Quiso saber el joven y ella asintió con la cabeza.

- Por todas partes y nada.- Alegó Aggie y eso fue como un balde de agua fría.

- ¿Sucede algo?.- Preguntó Van Tier de Holanda.

- Que todos se queden dentro hasta que aparezca la Duquesa Margaret.- Fue la respuesta que dio el chico albino.

- ¿Hablas de esa que va todo de negro?. Hace poco la vimos pasar en el exterior, fue para las colinas, en las afueras de la urbe.- Le contó Cologriano y aquello dejó al joven sin palabras.

Sin decir nada al respecto, Augustus llamó a la "Guardia Real" para que custodiaran el lugar y se llevó a Aggie consigo, mientras que Lenaria y Luan veían a su hermano salir al exterior junto a un Destacamento de efectivos de la Caballería.

- ¡Hermano!.- Gritaron ambas.

- ¡Quédense dentro, hay algo raro allí afuera!.- Pidió el Duque pero al momento de alejarse, una poderosa descarga de poder mágico dio contra el suelo. Éste tembló, las montañas crujieron y hubo deslizamientos de rocas desde las laderas, las cuales cayeron contra los ríos, provocando "tsunamis" en las orillas.

Desde el interior de un cráter provocado por la explosión, entre el humo y el fuego, el albino consiguió divisar a un imponente Ejército compuesto de Humanos rebeldes, monstruos, Gárgolas, Demonios y otras criaturas que eran aberraciones de la propia Naturaleza. Aquellas que habían sido rechazadas por Dios y la Madre Tierra por lo grotescas que eran. Su caballo se asustó y casi lo tiraba contra el piso.

Pudo haberse desnucado pero Aggie lo salvó y mientras que Alek, Boris, Vladislav, Teodosio, Lenaria y Luna salían afuera para asistirlo, ellos pudieron notar que alguien iba caminando hacia donde estaba Augustus. Sus pasos eran tranquilos pero firmes. Parecían ser botas o zapatos de la Aristocracia por el ruido que hacían al mover sus piernas. No podía distinguir bien por el humo, el cual difuminaba el contorno y la figura de la persona responsable del ataque. 

- Parece ser que los Humanos siguen siendo tan patéticos a la hora de enfrentar a su destino.- Oyó esa voz y tanto el chico como Aggie la reconocieron.

- ¡Margaret!.- Exclamaron ambos, asombrados.

Ella eliminó el humo que la rodeaba y los miró con aquellos ojos cargados de odio y veneno. De venganza y deseos de eliminarlos. Su sonrisa se ensanchó en una mueca burlona mientras que alzaba una de sus manos y ésta resplandecía de un intenso poder.

- ¡En el nombre de Dios, ¿qué has hecho?! ¡Haz pactado con el Diablo!.- Exclamó Augustus pero ella se río.

- ¡Jajajajajaja!. Espera, espera.- Pidió y volvió a calmarse.- ¿Hablas de tu "Dios Benevolente y lleno de Amor" que me condenó a la hoguera en el Pasado?.- Preguntó y aquello fue como un flechazo en el alma.- Para tu información, tanto mi hermana como yo fuimos condenadas por "Brujería" gracias a tu Dios, esa patética religión donde hay que "ser niños buenos para ir al Cielo" ¡pero mientras tanto convirtieron nuestras vidas en un maldito Infierno, del cual estaría mil veces orgullosa de servir ante ese "Paraíso" cargado de asesinos!.- Bramó y golpeó el suelo, provocando que varias hendiduras se produjeran y brotaran lenguas de fuego.

- ¡¿Y qué piensas hacer al respecto?! ¡¿Asesinar a toda la Humanidad por lo que ocurrió hace tiempo atrás?!.- Le cuestionó el Duque pero ella meneó la cabeza, con esa sonrisa burlona y una tranquilidad que provocaba terror en cualquiera que estuviera cerca.

- Ohhhhh, chicos, ustedes son muy torpes, todavía, como para verlo completo: La Humanidad es tan peligrosa, tan atrasada con sus estupideces de que "Dios es bueno y lo sabe todo". Si Él lo sabía, ¿por qué no hizo algo como para evitar que nos quemaran injustamente? ¡¿Eh?! ¡¿Dónde estaba el "Señor"?! ¡Oh, espera, ya lo recuerdo: Allá arriba, muriéndose de la risa! ¡Es un sádico, un Casero indiferente a la vida y que involucionó a la Humanidad! ¡Pudimos ser mejores personas sin la religión pero todo tenía que arruinarse cuando comenzaron a predicar el "Amor" desde una porquería de librito falso que es su "Sagrada Biblia" y nos volvieron de este estilo! ¡Persiguiendo, quemando, juzgando y exterminando todo rastro de mejoras!.- Los gritos y la furia que ella tenía eran terribles, parecía estar "poseída" por algún Demonio pero nadie decía nada al respecto. Luego se calmó, un poco y los volvió a mirar.- Pero eso no me importa, lo cumpliré, haré que esta guerra estalle, cueste lo que cueste y no me podrán detener.- Sentenció, burlonamente.

- Margaret, lo ocurrido hace tiempo atrás es algo que ya muchos han aprendido. Mira el "Renacimiento" en Italia, España, la gente cree en Dios pero ya no desde la posición de que "Él tiene todas las respuestas", solo intenta dejar atrás esta hostilidad.- Le habló Lenaria pero ella se río.

- Pobrecita de ti, rubiecita, pobrecita.- Señaló la peli negra, apuntándoles con su poder pero Alek dio un paso.

- Le pones un dedo encima y juro por mis Ancestros que te mato.- Le advirtió el chico, listo para tomar su espada.

- Jajajaja, el "Primer Duque de los Ivanisevic" piensa pelear contra mí.- Se burló la rival.- ¿Sabes?. Contigo no es el problema...hasta que salieron de Rusia y se metieron en mis asuntos. Y pensar de que tenía en mente no matarlos pero, quizás, algún día, en el Futuro, alguno tendrá la osadía de borrarlos de la Faz de la Tierra.- Auguró ese presagio oscuro.

- Escupe todo lo que quieras, loca, pero la Sangre Ivanisevic es eterna.- Defendió Boris a su hermano mayor.

- ¿Y tú también, niño bonito? ¿Tú también piensas golpearme?.- Le desafío.-

- Como defensor de la Igualdad de Género, no tendría reparos en repartir patadas entre mis enemigas.- Dijo con firmeza el joven, mientras que el perrito Teodosio lo protegía, gruñendo y listo para pelear.- Y como dijo Alek, nuestra Sangre jamás se extingue. 

- Los Paleólogos lo hicieron.- Puso Margaret el dedo en la llaga pero ni Alek ni Boris se inmutaron.

- Te equivocas: Ellos jamás desaparecieron, se unieron nuestras Casas Dinásticas y con ello prevalece su Legado. Así que ten cuidado con usar esa lengua venenosa cuando hables de nuestros Ancestros porque te la rebanaré.- Juró el rubio Ivanisevic.

- Además, tu plan es estúpido, extinguir a la Humanidad por eso, deberías haberlo dejado atrás.- Añadió Lenaria.

- Y es por eso que la Humanidad jamás aprenderá de sus errores. Está condenada, desde el mismo momento en el que se olvidaron todos los logros conseguidos para rendirle homenaje a uno que ni siquiera sabemos si existe.- Alegó la peli negra de coletas.

- ¡¿Qué?!.- Preguntaron los presentes.

- Lo que oyeron.- Finalizó Margaret.- Ahora, háganse a un lado o al primero que mataré será a este niño.- Advirtió y apuntó con su poder contra Augustus.

- ¡Hermano!.- Fue Lenaria corriendo junto a Luna para salvarlo pero el chico fue más rápido que su rival, ya que le pateó en el estómago, llevando a que ella se arrodillara por el dolor.

- ¡Agh, mocoso de mierda!.- Exclamó y le disparó varias veces.- ¡Lacayos míos, ataquen! ¡Siembren el terror sobre estos simios involucionados, arrasen con todo lo que haya a su paso, maten a los que estén en su camino y no dejen supervivientes!.- Bramó la peli negra y con ello empezaron con su avance hacia el frente, liderados por los Generales que tenía a su mano, en un momento dado, ante ellos, Vladislav, Boris, Alek y Teodosio se pusieron firmes, con las manos listas para ser desenvainadas.

- Lady Margaret, tenemos un problema: ¿Y ellos?.- Preguntó de los monstruos con dudas.

- Exterminen a los Ivanisevic que hay aquí y luego a sus familias en Rusia. Lo mismo con los Ginovaeff.- Respondió a la interrogante y con un poderoso rugido, las bestias cargaron contra ellos y de ahí se volvía a acomodar. Sus enemigos se replegaban y de ahí se vio confiada.- Pero miren qué bien: Quieren batalla, entonces yo les daré una de la cual nunca podrán salir victoriosos. Los aplastaré y expondré sus cabezas en las picas de mis Ejércitos.- Juró, burlonamente y de ahí hizo una señal para que se lanzaran al asalto contra Loch Loud.

- ¡No pasarán!.- Oyó el grito de Augustus, quien estaba en posición de firmes y listo para defender a su Patria.

- Esta gente...ya me empieza a colmar la paciencia. Pero bien, entonces les daré un "Bello Espectáculo", uno del cual nunca se olvidarán.- Juró y de ahí hizo nublar los Cielos y comenzó a llover fuego sobre Loch Loud, lo cual animó a sus huestes.

El Castillo no había sido alcanzado pero los primeros incendios ya se estaban dando en la Ciudad, empezando por aquellas casas, domicilios hechos a base de madera y otros materiales inflamables, llevando a que los civiles salieran para buscar agua y extinguir las llamas, además de evacuar a los que estaban en las residencias aledañas. Los barcos que habían traído a los Nobles y Embajadores también se estaban incendiando, por lo cual tuvieron que bajar todo lo que había allí y tratar de combatir a las llamas.

- Acabas de cometer el peor error de tu vida, Margaret.- Le advirtió Lenaria con furia.

- Y todavía no han visto lo mejor. Apenas estoy comenzando.- Apuntó ella, mientras que sus esbirros iban hacia ellos.

- ¡A MÍ LA LEGIÓN!.- Dio Alek aquel grito de batalla y con Boris apuntaron sus espadas, adoptando la postura de los Romanos a la hora de combatir. Vladislav, por su parte, desenfundó su katana y trazó varios círculos en el aire, haciendo aquel "Llamado al Combate".

- Ancestros, guíen mis golpes.- Pidió ese apoyo moral y de ahí pudieron ver que las Fuerzas de Loch Loud y las que fueron con los Hermanos Ivanisevic, compuesta por tropas ruso-japonesas se estaban dirigiendo hacia donde estaban ellos, cosa que sorprendió a Margaret pero ella no iba a dejar de lado su plan de desatar la guerra en Europa y así provocar la caída de la misma.

Todo lo contrario: Eso le divertía aún más y lo iba a gozar.

[Bueno, el próximo capítulo es el Epílogo de este Arco III. ¿Qué pasará con Margaret? ¿Cumplirá con su objetivo? ¿Qué ocurrirá con Loch Loud ante su ofensiva?. Todo esto y mucho más lo veremos en el próximo antes citado.

Mando saludos y agradecimientos para eltíorob95 (muchas gracias por la frase de "La Sangre Ivanisevic es eterna" y también te dedico este capítulo por las ideas acerca del romance entre Alek Ivanisevic y Vladislav Ginovaeff, Antepasado de Dimitri, con las dos hermanas Loud de Escocia), MrR y los demás seguidores.

Cuídense, amigos y que tengan un excelente fin de semana de mi parte, Camaradas.].


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