Capítulo IV
Capítulo IV:
Hayes había recobrado la consciencia cuando arribaron a una zona de islas más pequeñas a unos 30 kilómetros de la Gran Malvina. El médico de abordo le había tomado la presión y ahora le suministraba unos medicamentos con el fin de frenar los problemas que tenía en su sangre. En el exterior, Jeremy Thompson se hallaba asignando los nuevos sitios a los que irían los supervivientes del "Yorkshire", barco que había resultado hundido por las flechas enemigas, desatando un feroz incendio en la cubierta y que, desgraciadamente, alcanzaron el Arsenal, haciéndolo volar por los aires y llevando a que se partiera en dos. Sobre la cubierta estaban los demás miembros del Personal Sanitario, corriendo de aquí para allá, tratando a los heridos, algunos de consideración por las quemaduras y fracturas de huesos al producirse la caída de escombros en llamas contra ellos.
- ¿Cuánto estuve dormido?.- Preguntó Douglas a su Teniente, tomándolo por sorpresa.
- Mi Lord, debería volver a su Camarote y descansar.- Le pidió pero éste movió la mano, haciendo un gesto y de ahí pedía calma.-
- Estaré bien, chico, tú no te preocupes por mí. Ahora hay que reordenar y reorganizar lo perdido.- Pidió, llamando a la calma y de ahí partían para la "Sala de Reuniones" del buque insignia, en donde los Oficiales de la Plana Mayor depositaron un mapa sobre el sitio al que iban a dirigirse.
- El ataque contra nosotros se produjo aquí, justo antes de que llegaran los botes hacia las playas.- Señaló el Mayor Cornwallis, mientras que ponía varias fichas.- Sumado a las flechas, el hundimiento del "Yorkshire" nos ha dejado con un buque menos y encima el que mayor carga tenía, ya que allí estaban los suministros y la pólvora.- Señaló con un tono serio.
- ¿Esto en cuánto nos afecta?.- Inquirió el Coronel Colbert a Cornwallis.
- En un 50%, tardaremos meses en tomar la Capital de Puerto Stanley.- Refutó éste con pesimismo.-
- ¿Y las bajas ocurridas en el "Yorkshire"?.- Preguntó Douglas, mirando al Capitán Watson, el cual respiró hondo.
- Difícil de precisar, Mi Lord.- Respondió el Veterano Oficial.- Hasta ahora contamos más de 15 muertos pero hay muchos heridos que necesitan atención urgente. Es obvio que no podemos anclar territorio argentino porque nos echarán a cañonazos, ni tampoco en la Banda Oriental por las guerras que están ocurriendo allí. Literalmente, por lo que tengo entendido, toda América del Sur está envuelta en "Guerras Civiles" y es obvio de que Londres no pensará enviarnos nada, salvo los refuerzos, pero un "Buque-Hospital" nos vendría bien.- Indagó Watson.- Además, no me extrañaría de que la cifra de fallecidos aumente y más cuando encontremos los cuerpos de aquellos que murieron a bordo por las flechas y en la posterior explosión del Arsenal.- Detalló a la brevedad.
- De acuerdo.- Sentenció Hayes.- Esperaremos a los refuerzos y con ello vamos a ir estableciendo nuestra "Zona de Desembarco". Atacaremos con las cañoneras...- Iba a decir pero Watson tuvo que añadir algo más.
- Los Lord Comodoros Richland, Derrytown y Kanton han dicho de que el "Anna Bolena" y el "Enrique VIII" presentan daños por incendio en el casco. Calculan que las reparaciones tardarán su tiempo para volverlos a poner en marcha.- Advirtió el Capitán del "Yorkshire", desalentando cualquier intento de bombardeos navales.
- Si establecemos nuestra "Cabeza de Playa", podríamos usar los cañones que traemos con nosotros.- Propuso Cornwallis pero Hayes negó con la cabeza.
- Desconocemos de todo: El terreno, el clima, el ambiente, incluso de cómo están armados nuestros enemigos.- Decía y movía la cabeza de lado a lado.- Agh, no puede ser que "Inteligencia" nos haya dado un plan a medias. No lo entiendo. Dijeron de que eran un puñado de argentinos y extranjeros rebeldes, entre ellos varios Irlandeses, ¿cómo es posible?. Es como si hubieran recibido refuerzos.- Decía Hayes con desilusión y tomándose un medicamento que su médico le asignó.
- Mi Lord.- Escuchó a Jeremy ir hacia él.- Al parecer, "Inteligencia" y la Cancillería en Londres ignoraron de que varios de nuestros "Cables" en suelo ruso informaron acerca de la movilización de una "Fuerza de Tareas Extranjera" con destino hacia las Malvinas.- Dijo éste, revelando el contenido que llevaba consigo en una carpeta.
- ¿Y no me avisaron de nada?.- Preguntó el Lord Comandante.
Jeremy tragó saliva y de ahí vio a su General calmarse, masajeando las sienes, sintiendo que toda la presión le bajaba con calma, por efecto de la medicina. Por el rabillo del ojo, el Teniente pudo observar que la mano derecha del Lord Comandante temblaba por efecto del stress y la presión causada por el fallido intento de desembarco. Cuando Hayes terminó de beber su vaso con agua, acompañando, así, la medicación, éste se puso a ojear el mapa.
- De acuerdo, sabemos muy bien de que el primer intento falló pero esto no es el fin. Aunque aviso de que si no conseguimos tomar las islas dentro de dos meses, ordenaré la retirada.- Dejó aquel aviso para que no hubieran problemas.- Por lo visto y gracias a la poca inteligencia de nuestros agentes, nos vamos a enfrentar con gente mucho más organizada y seria, así que nada de hacerse el héroe para todos ustedes, ¿quedé claro?.- Preguntó, al final, llevando a que sus hombres asintieran en silencio.- Muy bien, para empezar, pienso dirigir nuestro desembarco a unas millas de Puerto Argentino, atacando con nuestras Cañoneras y de ahí iniciar el desembarco, justo en este lugar, la Bahía Fox.- Señaló el militar con su dedo índice de la mano derecha en un punto crucial.- Aquí vamos a trasladar a la flota.- Concluyó y sin que nadie más dijera algo, se dio por finalizada la reunión.
- Mi Lord, ¿puedo hablar con usted un momento?.- Se acercó Jeremy al militar, quien tomó asiento y abrió una ventana para que el aire fresco le sintiera bien.
- Adelante.- Respondió Hayes con la voz debilitada y desabrochándose su camisa para que pudiera respirar mejor.- Maldita sea, esto me va a terminar matando, tarde o temprano.
- Señor, con lo que dijo, de que nos vamos a enfrentar a una fuerza de combate superior, yo le aconsejaría de que reduzca el plazo a, por lo menos, un mes. No sabemos con qué clase de otros trucos nos pueden estar esperando allí. Además, los refuerzos tardarán en llegar y desembarcar en la Bahía Fox...- El joven tuvo que escoger muy bien sus palabras antes de hablar.- Es una zona inexplorada, desconocemos qué clase de terreno es.-
Hayes alzó sus manos al aire para calmar las cosas.
- Por lo que tengo entendido, es una pequeña zona donde puede establecerse una cabeza de playa y además de que costaría, para los barcos enemigos, meterse debido a su pasos estrechos.- Le informó el General pero eso no parecía dejar satisfecho al joven.
- Ya vimos de lo que son capaces sus flechas. Incluso si estuviéramos allí, toda esta región es peligrosa.- Sentención con frialdad.- Muchos morirán por una tierra que no nos pertenece.
- ¿Y crees que yo no pienso igual?. Por supuesto que no nos pertenece esto pero hay que darle las gracias al simplón de Lord Ponsonby, ese amigo de los Norteamericanos y pensar que mi bisabuelo peleó contra ellos en la "Guerra de la Independencia" y vuelven a buscar pleitos con nosotros en 1812.- Apuntó Douglas, mientras que respiraba hondo.- Mira, chico, te lo diré de una: Yo no simpatizo con estas tonterías de conquistar nuevas tierras. Ya vencimos a los Bonaparte pero nos mandan hasta aquí, para recuperar algo que no nos pertenece y encima de todo hay que sumarle de que Europa está envuelta en una feroz tensión por las ideas Románticas y Liberales. ¿Acaso se olvidaron de que al Rey Carlos X de la Casa Borbón en Francia lo destronaron?. Gobierna Luís Felipe de Orleans, quien cuenta con un gobierno Pro-Liberales.-
Jeremy no podía negarlo y las cosas en Inglaterra tampoco estaban yendo del todo bien, sino de que se vivían momentos de mucha tensión y dudas acerca de qué pasaría si el "Congreso de Viena" fallaba a sus cometidos. Algunos creían que organismo no era nada, solo una vil mentira para que intentara mantener viva la imagen de que podían vencer a cualquiera. Pronto, un cañonazo sacó de sus pensamientos al joven Teniente, quien caminó hasta la ventana que daba hacia el exterior, notando que un de par Cañoneras estaban abriendo fuego contra las posibles posiciones enemigas, desconociendo sus paraderos.
- ¿Quiénes están disparando?.- Preguntó Hayes.
- Son el "Carlos I Estuardo" y la "Oliver Cromwell", Mi Lord.- Le informó el chico, notando el humo que despedían aquellas armas.
- Solo será hasta que podamos saber bien dónde están. Pero, aún así, este plan es una vergüenza.- Dijo el militar con tono decepcionado.
- Usted lo ha dicho, Mi Lord.- Le respaldó Jeremy, mientras que continuaban los bombardeos navales.
A su vez, en la Comandancia de Puerto Argentino, mientras que rebeldes estaban levantando barricadas, fortificando la zona y eso incluía "Puntos de Vital Importancia" como la Casa del Gobernador, la Iglesia Anglicana y el Centro de la pequeña Capital Malvinense, se estaba llevando a cabo la reunión para definir los próximos pasos a seguir.
- Es posible que los ingleses intenten desembarcar en uno de estos puntos para establecer una "Cabeza de Playa": El "Seno Choiseul", el Estrecho de San Carlos, Bahía Fox y la Isla de Borbón son los sitios ideales para establecerse.- Señalaba Rivero sobre el mapa de operaciones.- Condesa, ¿disponemos de artillería?.- Preguntó éste a ella.
- Más de 30 cañones.- Respondió la muchacha.
- No son muchos, pero nos servirán.- Sostuvo uno de los hombres de Antonio.
- Pero el tema es dónde posicionarlos.- Añadió José Antonio.- Es obvio que los ingleses van a bombardearnos con fuego de saturación parar que, así, consigan doblegar nuestra resistencia.-
- Para ello les responderemos con nuestro fuego, pero esta lucha va a ser duradera. No piensen de que vamos a entregarnos. Pelearemos hasta el final.- Sostuvo Antonio Rivero ante los presentes y de ahí oyeron los cañonazos enemigos.-
- Se nota que no pueden esperar. Qué infelices.- Miró Tanya por el rabillo del ojo.- ¡Soldados, conmigo!.- Ordenó.
- Ya oyeron a la Condesa, ¡todo el Mundo afuera, hay que defender a la Patria!.- Ordenó Antonio Rivero y de ahí partieron hacia el exterior.
Una vez que pisaron el suelo de gravilla, los cañonazos continuaban resonando por los alrededores. Los impactos de las balas caían cada vez más cerca, mientras que los hombres de Tanya estaban apostados en una colina donde tenían una mejor posición junto a un cañón de largo alcance.
- ¿Cuántos han anotado?.- Preguntó el Teniente Primer Kursk de Rusia.
- Hasta el momento cuatro y se hallan posicionados en las cercanías de la Bahía Fox.- Informó uno de los observadores.
- De acuerdo con ello. La Condesa ha ordenado de que todos se preparen. Los ingleses van a desembarcar, en cualquier momento, en algún sitio de aquí, así que vayan alistándose.- Ordenó éste, mientras que asentían y bajaban desde la colina con el cañón en su poder.
El Lord General Hayes tenía todo listo para iniciar el desembarco. Desde la cubierta de su barco pudo divisar las columnas de humo, sin embargo, para cuando los botes tocaron la superficie del agua e iniciaron el viaje, éste se quedó callado, a la espera de que todo saliera bien.
- Es su turno para descender, Mi Comandante.- Se le acercó Jeremy para darle el parte.
- Sí, sí.- Respondió el militar, secándose el sudor de la frente.- Vamos.- Ordenó y con ello se subieron a otro bote y lo bajaron hacia el agua.
El grupo de botes, protegidos por el fuego naval, se estaba acercando hacia las costas de la Bahía Fox y una vez que desembarcaron, éstos notaron de que todo estaba silencioso.
- Me huele a una trampa.- Dijo uno de los Soldados.- No me gusta para nada este panorama.
- Ni yo, esto me pone los pelos de punta.- Advirtió su compañero de armas.
- Mantengan los ojos bien abiertos y nada de tonterías.- Llevó Hayes la calma a sus efectivos y cuando iniciaron la marcha, desde la cuesta abajo de una pendiente, el Coronel Colbert juró distinguir a alguien que se hallaba de pie y con uniforme de Oficial, además de venir escoltada por dos Soldados.
- ¿Y esa chica qué hace aquí? ¿Será una Isleña?.- Preguntó el militar y dio la orden de detenerse, mientras que su columna obedecía, él caminó hasta donde estaba.
- No deberían estar aquí. Éstas no son sus tierras, sino de los argentinos.- Habló la muchacha, entre un tono serio pero calmado.- Dense la vuelta o pagarán las consecuencias de sus actos.
Algunos de los efectivos se rieron ante aquella presencia. Parecía que les estaban jugando una broma pero Colbert los miró con frialdad, acallando todo rastro de burlas y carcajadas. Éste caminó un poco más y quedó ante ella, cara a cara, con el viento fresco que movía los cabellos de ambos.
- No sé quién es usted ni qué quiere, pero estas tierras le pertenecen a Su Graciosa Majestad, la Reina Victoria I y aquellos que la invaden sin ningún requisito o que vienen a respaldar una rebelión instigada por un grupo de bandoleros, entonces mi pregunta es ¿quién es el culpable?.- Apuntó el Coronel Británico.
La chica mantenía la cabeza mirando hacia abajo y, misteriosamente, sonrío.
- Yo soy la 4*Condesa Tanya Ivanisevic de Moscú, Minsk, Kiev, los Balcanes e incluyendo Belgrado. Una rama de mi familia está casada con Nobles Británicos, así que compartimos la misma sangre junto a los Otomanos, Griegos y Romanos. Pero si hay algo que no tolero es que roben lo que es de otro. Si es así como toman sus decisiones, entonces aceptaré, con mucho gusto, las consecuencias de una lucha.- Sentenció la chica, dejando sorprendido a Colbert.
- Esto será una lucha sin cuartel, Mi Lady. Solo dense la vuelta.- Intentó el hombre poner paños fríos pero ella negó con la cabeza.
- Como lo dije: Pienso pelear hasta el final.- Juró ésta y de ahí se dio media vuelta, dándole la espalda a Colbert y sus hombres.
- Está a tiempo de poder cambiar las cosas, Mi Lady.- Intentó, por última vez, hacerle cambiar de opinión pero solo obtuvo, como respuesta, el silencio suyo y el viento gélido que soplaba por la zona.
Sin decir nada más, confirmando sus sospechas, la columna de aquel Coronel se preparó para avanzar. Varios artilleros llevaban los cañones que hicieron descender de los barcos, desconociendo que, entre las colinas, agazapados y protegidos por las elevaciones del terreno y los matorrales, el grupo de Gaucho Rivero y las huestes de Tanya permanecían a la espera de una señal que les indicara cuando atacar.
José Antonio sostenía su rifle con firmeza, estaba junto a dos polacos y un ucraniano, quienes permanecían a su lado, listos para disparar. Un kazajo y un turco Otomano portaban sus cimitarras junto a un Trabuco cada uno, los cuales ya estaban cargados.
- Che, ¿uno de ustedes habla español?.- Preguntó el italiano a sus compañeros que tenía cerca. El ucraniano negó con la cabeza, lanzando unas pocas palabras en su idioma que él pudo entender, mientras que los dos polacos, quienes debían ser hermanos, conversaban entre ellos, en su idioma natal, mientras que dos lituanas y tres estonios se hallaban posicionados con unos rifles listos para disparar.
El paso de la columna del Coronel Colbert se hacía sentir, el movimiento del suelo, el viento que cruzaba por los desfiladeros de las colinas, gélido, frío, seco y con ello se sentía el momento en el que entrarían en acción. José Antonio vio que Tanya estaba sola, con la espada desenfundada, mirando al enemigo y alzándola, lista para pelear.
- ¡Esa es la que se negó a rendirse! ¡Tras ella!.- Ordenó uno de los Oficiales de Colbert, quienes fueron corriendo para atraparla, sin embargo, no sabían de lo que se vendría sobre ellos.
- ¡No, alto!.- Intentó el Coronel en poner orden cuando, de golpe, resonó un feroz grito de batalla.
- ¡A MÍ LA LEGIÓN!.- Llamó Tanya a sus fuerzas y desde las faldas de las colinas, tomando por sorpresa a las primeras filas enemigas, emergieron las tropas de la "Legión Águila" y los rebeldes liderados por Antonio Rivero. El Gaucho descendía la pendiente con sus Camaradas, criollos, irlandeses e indios, cargando contra las líneas enemigas. El primer inglés que intentó defenderse terminó por recibir una estocada en el estómago, soltando el rifle contra el suelo, siendo Antonio Rivero el responsable de darle muerte.
La hoja de su facón probó la sangre, gotas gruesas y pequeñas cayeron contra el suelo verde. Miró al segundo contrincante, quien deseaba vengarse de la muerte de su Camarada pero Rivero fue más rápido, asestándole una puñalada en el pecho, oyéndose el estertor de aquel enemigo que se desplomaba contra el suelo, sin vida. Uno de los hombres del Gaucho tomó el rifle del primer inglés caído y disparó contra uno que iba a caballo. El impacto fue directo contra su cabeza, tirándolo hacia atrás y dejando que el caballo huyera de allí, a toda prisa.
Tanya se abalanzó contra los hombres de Colbert, aquellos que intentaron tomarla prisionera. La hoja de su espada silbó en el aire y decapitó a uno de ellos. La cabeza voló por los aires, el cuerpo que caía, cubriendo la superficie con su sangre, dando por iniciado el "Bautismo de Fuego" de aquellos locales y extranjeros.
Rivero se lanzó contra un jinete británico, asestándole un golpe que lo noqueó y tiró contra sus colegas, apoderándose del equino y de ahí partía al combate con su facón y una espada enemiga arrebatada, acompañado por sus hombres, quienes sembraron el pánico en las filas del Coronel Colbert.
El militar inglés tragó saliva ante el caos desatado. Por donde dirigiera la mirada, sus fuerzas estaban viéndose mermadas por la contra-ofensiva enemiga. El suelo estaba cubierto de muertos y heridos. Los que no fueron alcanzados sacaban a los segundos, arrastrándolos, subiendo a estos a los caballos, huyendo como podían, en medio del caos desatado, como si se hubieran abierto las Puertas de Roma ante el avance del Rey Alarico I de los Visigodos, quienes sembraron muerte, saqueo y destrucción a su paso.
Una mano se apoyó sobre el hombro del Oficial inglés.
- ¡Coronel, a este paso la columna quedará desbaratada, tenemos que retirarnos!.- Le habló el Ayudante de Campo Jameson, quien tenía a sus colegas heridos en varias partes y subiéndolos a unos carros.- ¡Tenemos que emprender la retirada y reorganizarnos!.
- Sí, Sí...Sí...¡Toquen retirada, ahora mismo!.- Ordenó Colbert y sus trompeteros llamaron a la misma, desatándose una feroz huida de las colinas.
- ¡Tras ellos!.- Pidió José Antonio pero Rivero y Tanya lo detuvieron al instante a aquel italiano.
- No, nos conducirían a una trampa. Ya conocemos muy bien de lo que son capaces de los ingleses. Recuerda cuando se quedaron encerrados el Fuerte de la Plaza de Mayo durante las Invasiones Inglesas y en el Convento de Santo Domingo, donde dispararon contra los civiles.- Le hizo acordar aquellas sucias tácticas que tenían los enemigos. De ahí, mientras que el muchacho se calmaba, Rivero se dirigió hacia donde estaban los suyos.- ¡Hagan un recuento de muertos y heridos!.
- ¡Enseguida, Antonio!.-Respondieron sus Camaradas.
- Volverán, estoy segura de ello.- Profetizó Tanya, mientras que el viento movía sus cabellos.- Apenas recibieron un golpe, pero conozco a los ingleses, una rama de mi familia está casada con Nobles y Aristócratas Británicos, ellos saben muy bien que, si golpeas a uno de ellos, volverán para vengarse. Tenemos que estar preparados para proteger la Capital en el caso de que se produzcan bombardeos.- Sentenció y se dio medio vuelta.- Preparen unos cañones y llévenlos hacia la costa para atacar las fragatas y cañoneras. Orlik y Orlin.- Se dirigió a los hermanos de Polonia.- Lleven a un Destacamento de Arqueros y Ballesteros con la Artillería.
Por su parte, mientras que las huestes de la Condesa y las de Rivero volvían a Puerto Argentino, los restos de la columna del Coronel Colbert volvían a la "Cabeza de Playa" con heridos subidos a las carretas y las bajas no se hicieron esperar. Los ojos del Lord General Hayes se abrieron como platos al recibir el informe final acerca de cuántos caídos habían tenido y mientras que iban levantando las tiendas de campaña junto al Cuartel General, el clima no, en lo absoluto, del bueno para ellos. Estaban escasos de leña para calentar los huesos por el frío colosal que hacía, la madera que hallaban estaba mojada por las lluvias que solían golpear la región, los alimentos que tenían, en su mayoría, debían calentarse en las fogatas pero costaba, así como también el riesgo de enfermedades respiratorias por las bajas temperaturas.
- Cuéntame, Colbert, ¿qué pasó?.- Pidió Jeremy, mientras que Hayes estaba recostado en su cama, sufriendo una acidez que le hacía daño por dentro y tenía una bolsa de agua caliente.
- No sé cómo describirlo: Nos topamos con esa chica y ésta nos advirtió que debíamos irnos. Decía ser la 4*Condesa Tanya Ivanisevic y fue entonces que, cuando rechacé el pedido de retirada, ordené avanzar. Fue mi culpa, creí que esas colinas y desfiladeros estaban despejados, no habría presencia enemiga pero nos tomó por sorpresa. Nos cayeron como si fuera los Galos liderados por Vercingétorix o las Legiones de Julio César: Gauchos, argentinos, indios Charrúas y extranjeros, todos ellos nos atacaron sin contemplación alguna. En pocas palabras, el lugar se convirtió en una auténtica masacre, por lo que ordené dar el toque de la retirada.- Contaba el Coronel, quien se bebía un té caliente.
- ¿Dijiste Tanya Ivanisevic? ¿La Familia Ivanisevic?. Pero si ellos combatieron con nosotros contra la Francia de los Bonaparte.- Quedó el Teniente Thompson asombrado.
- En efecto.- Respondió Colbert, secándose los labios.- Yo creí que los Ivanisevic se habían terminado.
- Me temo que no, tienen sangre para rato. Ellos descienden de los Antiguos Griegos y Romanos, sobre todo en Bizancio y sus lazos con la Familia Paleóloga, con la cual unieron a su Casa Dinástica para que perdurara en el tiempo, creó una serie de personajes de gran valor.- Oyeron hablar a Hayes.- No lo puedo creer: Una Ivanisevic que se enfrenta a las huestes de Su Majestad. Tengo que conocerla.- Dijo el militar, intentando ponerse de pie pero la acidez le impedía efectuar cualquier movimiento.
- Debe descansar, Mi Lord, ya la verá.- Prometió Jeremy, mientras que volvía a recostar a su Comandante para que se recuperara.- Igual, a este paso vamos a quedar perjudicados. Deberíamos mandar "Grupos de Avanzadilla" para establecer "Puestos de Control".
- Yo no haría eso, muchacho. Desconocemos el terreno y mandarlos, con estas temperaturas gélidas, nos traerían más bajas.- Se negó Colbert en enviar misiones de reconocimiento.- Lo mejor será movilizar a los Regimientos 4 y 7 para el Norte, asegurar las colinas, si es que todavía no están allí, ofreciendo resistencia. Si mandamos Patrullas para reconocer el terreno, se perderán y ni hablar cuando cae la noche.
- ¿Entonces?.- Quiso saber uno de los Oficiales de Hayes.
- No tomaremos ninguna medida de desesperación, Señor Lowe, por el momento nos mantendremos en la "Cabeza de Playa". Que nuestros hombres sigan calentándose en las fogatas y mantengan una buena alimentación. Mañana iniciaremos el avance para Puerto Argentino, no pueden quedarse mucho tiempo y más de que nuestras Cañoneras comenzarán...- En aquel momento, el Lord General Douglas Hayes se detuvo, un estruendo hizo sacudir el suelo y tembló todo en el perímetro del campamento.
Un Soldado que estaba montando guardia, cerca de una fogata, juró haber visto un destelló y luego una explosión que resonó en las cercanías. Azuzó la vista y de ahí de nuevo, en medio de la oscuridad, algo que salía disparado desde un punto en la lontananza y de ahí se repetía en otros "modelos". Llamó a su compañero y ambos se quedaron viendo como unos "destellos" caían cerca del agua, haciendo levantar olas.
- ¿Qué será? ¿Los mismos que incendiaron y hundieron al "Yorkshire"?.- Preguntó el Soldado Watts a Kevin Boston.
- No, no parecen pero...Espera.- Pidió el muchacho y se acercó para ver más de cerca cuando, de repente, una nueva explosión, esta vez más cercanas lo tiró hacia atrás, justo cuando se aproximaba hacia el navío en el que habían desembarcado.
Con sus oídos pitando, el joven salió corriendo al ver cómo el barco se empezaba a incendiar y cundía el pánico.
- ¡¿Qué está ocurriendo?!.- Quiso saber Hayes y vio cómo el "King Henry VIII/Rey Enrique VIII" ardía, producto de los cañonazos. Sus ojos se abrieron como platos, sentía que su corazón latía a más no poder mientras que aquel navío estallaba por los aires. Vio al Soldado Watts yacer a pocos metros del incendios, por lo que salió corriendo.- ¡ALÉJENSE DE AQUÍ! ¡NO SE QUEDEN FRENTE AL BARCO, VA A EXPLOTAR!.- Ordenó y de ahí agarró al Soldado, sacándolo de allí.
Algunos valientes comenzaron a tirar baldes de agua para salvar al navío pero era imposible frenarlo y más con el viento que soplaba en su contra. Más cañonazos se oían, entre ambos bandos.
- ¡Saquen todas las municiones que puedan del Arsenal! ¡De prisa!.- Oyeron la voz de Jeremy y detrás suyo pudo observar como el "Dolchester" era alcanzado por los bombardeos enemigos y estallaba por los aires, partiéndose a la mitad y hundiéndose en las frías aguas del Atlántico Sur.
- ¡¿De dónde carajos nos están atacando?!.- Quería saber uno de los miembros del "Regimiento de Guardias Galeses" pero imposible saber su posición con la poca iluminación que disponían.
Desde una colina cercana a la playa y con los miembros de la "Guardia Báltica", una de las ramas de la "Legión Águila" custodiando el camino, se hallaban varios arqueros, ballesteros y artilleros bombardeando a los barcos enemigos. Habían conseguido destruir dos buques y con ello apuntaron hacia el "Anna Bolena", quien seguía convirtiéndose en la presa más codiciada.
- ¡Sargento Matthews, envíe a un grupo de sus "Guardias Galeses" para esas colinas, aseguren el perímetro ahora mismo!.- Llamó Hayes a un joven proveniente de Yorkshire.
- ¡A la orden, Mi Lord General! ¡Ustedes, conmigo!.- Llamó el Sargento Matthews a sus Camaradas, quienes tomaron las armas y fueron para esas elevaciones.
El muchacho de Yorkshire había crecido y sido entrenado para esta clase de situaciones. Con sus fuerzas iban avanzando, cautelosamente y de ahí notaron las posiciones enemigas. Un poderoso cañón disparaba contra los navíos y de ahí estaban apuntando hacia otro de ellos, además de bombardear la playa.
En tierra, en medio de los ataques intercambiados, Hayes notaba que el enemigo era tenaz, por lo que ordenó desplegar a los Regimientos de Guardias Galesas y Escocesas para asegurar el sitio y mantener la "Cabeza de Playa".
- Apunten a ese navío de allí.- Ordenó el Comandante Vladistik de Lituania a sus Camaradas.
- ¡AHORA!.- Ordenó el Sargento Matthews, quien encabezó la carga sorpresiva contra las posiciones enemigas.
- ¡INGLESES!.- Dio el alerta uno de los Estonios, llevando a que se desencadenara una infernal batalla en las colinas. El Comandante Vladistik pudo lanzar el siguiente proyectil y éste voló, directamente, ante el horror del Sargento Matthews, contra el "Anna Bolena", el cual recibió el impacto, justo en el Arsenal, llevando a que éste estallara por completo, convertido en una auténtica bola de fuego, sorprendiendo, horrorizando a los invasores en la playa y de ahí era engullido por las aguas gélidas del Atlántico Sur. El Lituano sonrió, malvadamente, contra el inglés, quien tragó saliva.
- ¡MALDITOS!.- Bramó el joven de Yorkshire pero al momento de querer matar al Comandante enemigo, éste fue más rápido y le pegó un tiro contra su cabeza, cayendo abatido y de ahí los Soldados debían replegarse.
- Vayan tras ellos. "Águila Austral" se pondrá orgullosa de nosotros.- Les ordenó Vladistik, mientras que sus tropas iban en persecución contra los ingleses, destruyendo a buena parte de las filas enemigas.
Una vez que cumplieron con su cometido, procedieron a retirarse pero contando con varios muertos y heridos, a los cuales se llevaron consigo para darles una digna y honorable sepultura.
Para los ingleses, había comenzado una "reconquista". Para sus enemigos, era el inicio de una lucha por ver quién saldría victorioso.
[Nuevo capítulo y ya les aviso que el próximo se terminará esta parte de la Saga para ir avanzando en el tiempo y así conocer a otros miembros de la Familia Ivanisevic.
Espero que les guste este capítulo. Cuídense, amigos. Nos estamos viendo y que tengan todos ustedes un buen Domingo de mi parte.].
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