Capítulo IV
Capítulo IV:
El silencio había caído sobre Loch Loud, la lluvia había cesado y un aire frío se levantaba desde el Mar y las Montañas, cubriendo la urbe con aquel manto gélido. Eran las 5 de la mañana, casi y en la habitación en la que se encontraba Augustus, el chico permanecía despierto, leyendo varios libros y reportes llegados desde el Sacro Imperio, Francia, Inglaterra y España. Tenía sueño pero no podía dejar de pensar en los sucesos que estaban acarreándose en Europa. Parecía ser que todo iba a salir "bien" para aquellos que ansiaban una guerra. Bostezó y llevó su mano hasta la boca, tapándose con la misma. Los ojos le estaban pesando y de ahí se dirigía hacia su cama cuando alguien llamó a la puerta.
- Adelante.- Dijo con un tono cansado.
Al abrirse, Aggie entró en la recámara, haciendo una reverencia y llamando la atención del albino.
- Aggie, ¿sucede algo?.- Preguntó éste a la mujer.
- Vine a ofrecer mis disculpas por el exabrupto de ayer, durante la cena, Mi Lord.- Dijo, arrodillada ante el chico. Éste, por el sueño, creía que estaba siendo producido por la falta de descanso pero notó de que era cierto. La mujer estaba disculpándose de lo ocurrido, por lo que tomó de sus manos.
- Está bien. No hace falta que lo hagas todo el tiempo. Todos cometemos errores. Ahora ve a descansar un rato, no deberías estar despierta a estas horas.- Le aconsejó con tranquilidad.
- Se lo agradezco. Lo mismo para usted pero hay algo que no me deja descansar y es que...- Hizo una pausa y se lo pensó varias veces.
- ¿Aggie?.- Insistió el chico.
- Esa mujer de vestido y cabello con coletas negras, ¿acaso forma parte de nuestra lista de invitados?.- Inquirió sobre esa Aristócrata.
- ¿Qué quieres decir?. Es la Duquesa Margaret de Amsterdam.- Quedó el joven con sorpresa en su voz.
- Puede que sea el sueño. Disculpe. Me iré a descansar.- Se despidió y tras desearle unas buenas noches, el chico también se fue a dormir para recuperar sus fuerzas tras un día muy agotador.
Aquella última conversación lo dejó inquieto. ¿Qué era lo que quería decir sobre esa invitada?. Pensó pero no le daban las fuerzas para completar lo que buscaba, así que se fue a acostar y cerró los ojos.
Mientras tanto, en la habitación que compartían Alek, Boris, Teodosio y Vladislav, éste último se levantó y puso de pie, dejando la cama. Tomó su espada Samurai y el Kimono, así como también las partes de su Armadura hechas de cuero para darse calor junto a sus sandalias con medias/calcetines blancos, saliendo al exterior del Castillo con rumbo hacia las playas.
El aire marítimo le sentía bien, inspiró hondo y sonrió. La niebla que cubría la Bahía de Desembarco y la Ciudad le traían recuerdos a Rusia y Japón, sobre todo en épocas de Invierno, cuando las partes beligerantes llegaban a un acuerdo de cese en las hostilidades para no congelarse, aunque, en muchos casos, esas treguas terminaban por fracasar y volvían a la lucha. Ahora, en esa parte del Mundo que tanto tiempo había permanecido alejado, Vladislav Ginovaef caminaba con paso tranquilo pero siempre atento, hasta que alcanzó su destino.
Allí notó el color de las arenas, amarillas como el Oro, el Sol y el trigo de los campos. Suave y sereno con el murmullo del Mar del Norte que bañaba sus costas. Permaneció de pie, a pocos metros de la orilla, cerró los ojos y lanzó una oración hacia sus Ancestros, en la lengua nipona y luego en la rusa. Acto seguido, tras haber agradecido a los Dioses y el recibir el apoyo moral de aquellos que ya no estaban, llevó su mano derecha hasta la empuñadura de la katana y la fue desenvainando hasta que sintió el aire que era "rebanado" por el filo de aquella arma que brillaba de un color plateado.
En un momento dado, el joven apuntó hacia la derecha, para donde estaba un "enemigo", uno invisible, imposible de ser detectado por el ojo humano pero él cargó con su arma, trazando un movimiento en el aire que lo "derribó". De ahí se puso de pie, tras haberse arrodillado y sujetó la espada con ambas manos, dejando que el viento moviera sus largos cabellos, se soltó el listó blanco y con ello "desapareció" su cola de caballo. Guardó dicho objeto en uno de los bolsillos de su Kimono y ahora blandía la katana, apuntándola hacia la izquierda, dirigiendo varios golpes invisibles contra el aire, siempre con frialdad y cuidado.
Aquella mañana, Luna Anne Marie se había despertado y tras lavarse la cara con agua fresca, pasó para ver a los invitados y al revisar la habitación que éstos compartían, notó que cierto ruso-japonés no estaba allí, por lo que fue a buscarlo.
- Señorita.- Le llamó uno de los Sirvientes, apuntando hacia el exterior, para donde un camino hecho por los obreros, que daba hacia las playas. La joven salió del Castillo y fue por ese sendero hasta que alcanzó la costa, encontrándose con algo que llamó su atención en lo absoluto.
https://youtu.be/8kW4cABlq7s
Su boca quedó colgando del asombro. Allí, a pocos metros, estaba al que buscaba por el lugar, notando sus movimientos con la katana. En una posición paralela, la mantuvo en alza hasta que le dio una posición vertical, apuntando para donde estaba saliendo el Sol y al quedarse quieto, éste se mantenía firme, casi como una Estatua, llevando a que la castaña fuera para verle. Sin embargo, sus pasos se detuvieron cuando él comenzó a moverse, girando como un trompo y dirigiendo su katana hacia las posiciones que él "veía". "Atacaba" como un verdadero Samurai, era imparable, sentía cada nervio, cada gota de su sangre que fluía bajo la Adrenalina que inspiraba su cuerpo. Su espíritu estaba más que activo. Era como una máquina que no conocía los límites y aquello era una verdadera forma de cautivar la atención de la joven escocesa.
Envuelto en su "trabajo" y "práctica", Vladislav corrió con la katana en su poder, calculando cada paso que daba, evitando y reconociendo el terreno ante posibles rocas o piedras que pudieran provocarle un accidente. Su Kimono se movía con el Viento. Ellos eran uno solo. Un cuerpo, un alma, una motivación. No existía otra cosa que pudiera describir dicho evento y con ello, al realizar varios movimientos con el arma blanca, éste se arrodilló sobre la arena, mirando al Mar del Norte.
- Muchas gracias, Ancestros y Dioses por bendecir a este Noble General.- Dijo con un tono serio pero tranquilo en su voz, quedando allí por unos segundos más hasta que, de golpe, oyó que alguien le estaba aplaudiendo, cautivando su atención.
- ¡BRAVO! ¡BRAVO! ¡BRAVÍSIMO! ¡ESO ESTUVO INCREÍBLE!.- Escuchó aquella voz y al voltearse notó a la castaña que corría hacia donde estaba, quedando cerca el uno del otro.
Se quedó impávido, callado, mientras que la chica llegaba hasta donde se encontraba, quedando ilusionada.
- ¡Eso fue increíble, me encantó! ¡¿Cómo lo hiciste?!.- Preguntó pero no le dio tiempo a Vladislav para responder.-
El chico se dio la vuelta, asombrado, viendo cómo ella ponía sus pies en la arena y corría hasta donde estaba. Enfundó su katana y de ahí pasó a tomar asiento frente al Mar del Norte, pero manteniendo su mirada hacia la joven hasta que se detuvo y de ahí pasó a levantar su vestido para acomodarse mejor en el suelo de la playa.
- Oye, me llamó la atención. Todos esos movimientos que hiciste y demás. ¿Cómo lo hiciste? ¿Quién fue tu Maestro?.- Le preguntaba y cuando él iba a responder, la castaña daba más interrogantes.- ¿Cómo es que los Japoneses saben manejar ese movimiento? ¿Acaso lo llevan en la sangre? ¿Tienen Escoceses allí?.
- Wow, wow.- Intervino Vladislav, riéndose de ello y de ahí extendía una de sus manos para calmar las aguas.- Bueno, para empezar, no, no he visto Escoceses allí pero sobre quién me entrenó, esto lo fui viendo desde mi llegada a Japón unos cuantos años atrás.- Le relataba el joven, mientras que la otra le escuchaba atentamente.-
- Espera, antes que nada, ¿te molesta si saco mi juglar?. Es un bello Amanecer.- Señaló y él, antes de responder, le acompañó tomando un "Koto", un famoso instrumento musical japonés que trajo consigo. Llevó sus dedos hasta aquel objeto y empezó a tocar una melodía, uniendo sus palabras en la música.-
- Adelante.- Respondió Vladislav, haciendo notar su tonada musical frente a Luna Marie Anne.
- Increíble.- Observó la muchacha e "hipnotizada" por la música, se le sumó.- Bueno, me decías acerca de tu llegada a Japón.
- Oh sí. Bueno, arribé a ese país hace unos años atrás, con la misión de establecer una Embajada en ese lugar y así vigilar los movimientos de los ingleses y holandeses, ya que se estaban expandiendo por el Pacífico y sobre todo al Sureste Asiático, así que me quedé allí.- Contó el ruso-japonés.
- ¿Y tu familia?.- Preguntó y de ahí Vladislav se detuvo, de brusco, cuando tocaba su "Koto". Respiró hondo y eso llamó la atención de Luna.- Espera, ¿dije algo malo?.
- No. No es eso.- Respondió el castaño, llevando una mano a su rostro.- Digamos que mi familia estaba pasando un mal momento. Nosotros, al ser una de las Casas Dinásticas más importantes en Moscú junto a los Komodorov y Lugansk, sufríamos ataques de parte de los Mongoles. Un día, sin previo aviso, llevaron a cabo una incursión en la noche, mientras todos dormíamos. Nos despertamos con el tañido de las campanas y el llamado a las armas pero apenas pudieron hacer algo para frenarlos. Durante la refriega, mi hermano fue capturado y fusilado por los Mongoles. Él...Él estaba a cargo, como Comandante de la Defensa de la Ciudad. No le dieron tiempo a nada y con ello incendiaron parte de la urbe. Cuando amaneció, la misma era un escenario de devastación: Casas y edificios incendiados, escombros, sangre y muertos por doquier. Después de su muerte, algo que me afectó por mucho tiempo, me enviaron para Japón. Allí fue donde pude encontrar la "Paz Interior", gracias a mi Sensei, el viejo Yamato, quien me enseñó a cómo luchar, en reprimir mi ira interna, de no auto-destruirme.- Le contó y ese relato la había dejado helada, sin palabras y casi al borde de llorar por la tragedia de su familia. En un momento dado, Vladislav se acomodó su cabello y volvió a atárselo con la cola de caballo, utilizando el mismo listón que tuvo en su poder y una vez que lo hizo, volvió a hablar.- La Familia Ginovaef nunca tuvo una tragedia así pero, ahora, estamos saliendo adelante.
- Ahora comprendo por qué Alek y tú son casi como "Hermanos", lo mismo con Boris.- Resaltó la antepasado de la rockera.-
- Él es como un hermano para mí. Me enseñó, también. Por eso vine hasta aquí, para ayudar en la búsqueda de la paz.- Resaltó Vladislav, sintiendo el viento que acariciaba sus cabellos.
Notó que la chica cambió de una expresión tranquila a una de gran preocupación.
- ¿Sabes?. No te voy a mentir. Loch Loud puede desaparecer si no se evita ese conflicto armado por la religión. No sé cómo es que se pudo dejar que las cosas fueran así...tan repentinas. La gente matándose en París, la sangre derramada y encima Inglaterra que nos arrastra a su "Guerra Civil Inglesa". Qué asco. Yo sabía que la Reina Isabel I de la Familia Tudor nos iba a dejar un desastre de esta magnitud. Solo espero que no llegue el fuego de la guerra hasta aquí.- Sostuvo con temor.
- Nadie quiere una guerra, Luna, pero, cuando llega el momento en el que tu hogar, tu familia, la Patria que te vio nacer, corre peligro. Es ahí donde se debe pelear.- Argumentó el castaño y la abrazó para darle ánimos.
- Es verdad.- Recompuso esa postura y de ahí se quedaron mirando el Alba que llegaba.- Dios, es tan hermoso ver llegar el Sol a estas horas y en este lugar.- Murmuró y de ahí se acurrucó contra el pecho del chico, cerrando los ojos, imaginando un Mundo mejor, donde no hubieran guerras ni derramamientos de sangre injustos.
En el Castillo, Alek se había despertado, Boris estaba llevando a Teodosio para dar un paseo afuera antes de ser llamados para desayunar, sin embargo, lo que ninguno de los presentes sabía era que una amenaza se cernía sobre ellos. En el Salón de Reuniones, el Duque Loud había llamado a los Embajadores y Nobles de Europa para dialogar cuando, de golpe, un grito provino desde afuera: Un Soldado de la "Guardia Real" entró corriendo. Desde la playa, Vladislav y Luna se levantaron al sentir un olor familiar.
- ¡Su Alteza!.- Alertó el joven militar.-
- ¡Fuego!.- Reconoció la chica castaña y unas columnas de humo se alzaron desde el Centro del pueblo.- ¡No! ¡Es la Iglesia!.- Exclamó y tomó la mano de Vladislav, corriendo hacia aquel sitio.
Dentro del Castillo, el caos había tomado por sorpresa a los presentes, Alek notaba movimiento de las tropas de Loch Loud y los suyos montaban un "Operativo Cerrojo" en las inmediaciones. Salió, rápidamente, hacia el exterior y se encontró con la gente que gritaba y traía baldes cargados con agua, dirigiéndolos hacia un edificio de piedra y madera.
https://youtu.be/Yin1rLaDAFI
- ¡Atrás, atrás!.- Pedía el Duque Loud a los habitantes, acompañado por su escolta.
- ¡Su Alteza!.- Oyó la voz del Primer Duque Ivanisevic, quien venía corriendo hasta que el fuego de la Iglesia le impidió avanzar. Una serie de explosiones internas destruyeron las ventanas, lenguas de fuego lamieron el exterior, expandiéndose hacia el techo.- Mierda...Esperen...¿Qué es esto?.- Se preguntó, asombrado y notó un extraño resplandor en el piso. Era de un color verde pero nunca antes visto.
- Que todos los civiles y los enviados se mantengan alejaos del peligro. Si esto fue un accidente, entonces no habrá represalias, de lo contrario.- Pedía el chico albino.
- Esto fue un atentado, Su Alteza.- Se le acercó Alek.
- ¿Qué quieres decir?.- Preguntó y de ahí miró el resplandor que había quedado en el piso, todavía y que alimentaba el fuego.
- ¡Esto es obra de esos malditos Protestantes, sabía que no podíamos confiar en ellos!.- Exclamó el Embajador Manuel Ortega de España, quien apuntó contra el de Inglaterra.
- ¡Ustedes fueron los que empezaron con sus guerras contra nosotros en el Siglo XVI! ¡Una pena que Felipe IV de Austria sea un tarado que depende de sus "Validos" para gobernar! ¡Se nota que entre ustedes, como parientes, se deben querer mucho!.- Se burló John Noot de Inglaterra, desatando una verdadera trifulca, llevando a que se sumaran los de Francia, Holanda y el Sacro Imperio.
- ¡Si tanto quieren guerra, la van a tener, malditos ingleses! ¡Qué gusto me va a dar ver flamear nuestra bandera sobre el Palacio de Buckingham!.- Exclamó Manuel con asco, escupiendo cada palabra contra ellos.
- ¡Suficiente!.- Se oyó hablar al Duque Loud, dando un paso al frente y separando a los contendientes.- ¡¿Acaso creen que esta será la única forma de solucionar el conflicto?! ¡¿Quieren pelearse y empeorar todo?!.- Preguntaba con furia, aún con la tensión reinante y con deseos de volver a luchar, los rivales se miraron entre ellos.- Si esto es un atentado, llegaremos al fondo del asunto, por ahora, vayan rumbo al Castillo y que nadie salga.- Ordenó y ante aquella mirada de liderazgo, fría y decidida, los Embajadores y Nobles obedecieron.
En ese mismo momento, mientras que las hermanas, los padres, Vladislav y Luna llegaban a la escena, desde los Puertos llegaba otra novedad, una más alarmante.
- Alek.- Le llamó el albino y éste entrechocó sus talones.
- ¿Sí?.- Preguntó con decisión.
- Te necesito tanto a ti, Boris y Vladislav para resolver este caso.- Pidió el chico.- A partir de ahora, ustedes serán mis "Agentes".
- No tiene nada de qué temer, Su Alteza.- Respondió el rubio.-
- ¡Duque!.- Le llamó un pescador.- ¡Encontramos unos cuerpos flotando en el agua junto a los restos de un navío!.-
Desde las colinas, Margaret contemplaba su obra. Saboreaba, con cada segundo que pasaba, el caos reinante, el odio que afloraba desde las almas de sus enemigos. Veía la Iglesia arder y su corazón bailaba y más cuando parte de su estructura se derrumbó por el calor interno que se estaba desarrollando. La pelea entre los Nobles y Embajadores fue un motivo de risa, una comedia de la que gozó sin más preámbulo y ahora, al oír que habían encontrado aquellos cuerpos en la playa le daba la "señal" de que era el momento de pasar a la siguiente fase.
El pescador les condujo hasta los muelles y allí habían varios Soldados que estaban sacando a los fallecidos del agua. Todos estaban pálidos pero llamaba la atención sus heridas en el pecho y el abdomen. El Duque se aproximó y pasó su mano por el rostro de uno de los fallecidos.
- No hay rastros de pólvora, ni de espadas. Aquí hay algo que no me gusta.- Advirtió el chico.-
- Pudo haber sido un ataque de Piratas.- Teorizó Boris.
- No, hace un montón que los expulsamos de aquí a los Corsarios de Inglaterra pero...no sería raro. Si los Otomanos están lejos de estas aguas, entonces pudieron haber sido ellos pero...las quemaduras en estas partes, es algo que me llama la atención.- Apuntó con frialdad.- Miren, son como "pequeñas explosiones".
- Sea lo que sea que haya provocado todo este desastre, hermano, hay que pedirle a la gente que no salga de sus casas y poner a los Ejércitos en alerta. Contamos con los Rusos y Japoneses, podemos hallar a los culpables.- Argumentó Luna.
- Sí, pero también sería causarles pánico a mis Súbditos y eso no lo voy a tolerar. Los convocaré solo para cuando sea el momento.- Auguró el chico.
Desde las colinas, un "Portal" fue abriéndose y con ello emergieron unos cuantos esbirros, tanto Humanos como criaturas retorcidas, sacadas de las peores mentes y pesadillas de aquellos que jamás hubieran deseado soñar. Todos ellos estaban hambrientos y sedientos de sangre, poder, cometer pillajes y al ver a Margaret, éstos se arrodillaron ante ella.
- Antes que nada, les he dejado esta ciudad para que cometan toda clase de crímenes: Violen, maten, descuarticen, roben, agarren todo lo que quieran, esta urbe será el primer lugar que caerá ante nosotros y una vez que los Embajadores y Nobles hayan visto más que "suficiente", estallará la guerra que tanto he ansiado ver y de ahí aprovecharé al máximo mi plan: Ver morir a toda la puta raza Humana.- Señaló con emoción, disfrutando de ese momento y de ahí giró sus ojos hacia Lenaria, quien iba ayudando a varias personas mayores para ponerse a salvo en sus casas.- Hmmmm, qué tierno, esa rubiecita puede ser una buena "candidata" para que sea la primera en derramar su sangre. Acaben con ella.- Ordenó a un grupo de Gárgolas, las cuales emprendieron vuelo hacia la ciudad.
La joven Loud había terminado de ponerlos a salvo, el fuego de la Iglesia había sido apagado pero había un importante daño en su interior, producto de las llamas que consumieron gran parte de la estructura y tenía peligro de derrumbe, aunque otras partes ya habían caído.
- Espero que haya sido un accidente.- Pidió la rubia y al momento de ir con su hermano y el resto, una sombra planeó sobre su cabeza. Se detuvo, miró a los suyos y éstos tenían una expresión de horror mezclada con el asombro al presenciar una extraña criatura que descendía en picada, extendiendo sus garras y de ahí la atrapaba cual ave de presa.
- ¡LENARIA!.- Gritó el albino, yendo para salvarla.
- ¡HERMANO, NO ME DEJES, POR FAVOR!.- Rogó ella y de ahí, sintiendo que esto había ido demasiado lejos, Alek desenvainó su espada. Por las calles, al Sur, la gente huía ante la llegada de unos misteriosos enemigos que estaban cometiendo todo tipo de ultrajes contra ellos.
- ¡Boris, Vlad, llamen a nuestras tropas, hoy habrá acción!.- Exclamó el chico, desenvainando su espada y teniendo en la mira a la gárgola que lo estaba desafiando.- Cometiste el peor error, "amigo".- Sentenció.
El hermano menor de Alek sacó su espada y decapitó al primer monstruo que se dirigía para atacarlo: Una especie de Minotauro, al cual le dio un golpe mortal al primer instante. Acto seguido, el chico cargó contra un segundo adversario, ensartándolo en el pecho. Vladislav desenvainó su katana y de ahí, protegiendo a Luna, al Duque y la familia, realizó un movimiento con ella en el aire, formando una especie de "Llamado de Atención", el cual cautivó a los oponentes.
https://youtu.be/_p9q2EjGIzY
Alek corrió y mató a varios oponentes con la espada. El Duque fue en su apoyo, atacando con una gran precisión nunca antes vista. Ambos consiguieron liberar el camino, mientras que el albino lo cubría, el Primer Duque de la Familia Ivanisevic encaró la gárgola, la cual mandó a sus allegados para pelear contra él.
Las garras de esas criaturas le provocaron una herida sangrante, varias gotas dieron contra el suelo pero él sonrió, desafiante ante el peligro.
- La Sangre Ivanisevic es Eterna.- Dio a conocer aquella frase que usaba su familia y de ahí pegó un salto hacia el techo de un edificio. Asestó contra la primera de esas bestias aladas, a una segunda la decapitó y de ahí fue a por Lenaria pero, como cobarde que era la restante adversaria, ésta la soltó, sin embargo, Alek logró salvarla de que golpeara el piso, aprovechando la otra para escapar.
La rubia se quedó en sus brazos y miró a los ojos de aquel chico, quien la protegía y de ahí la llevaba con Augustus.
- Tranquila, ya está a salvo, pero esa Gárgola no se escapará.- Juró y de ahí le pasó un mosquete, con el cual disparó, reventando el cráneo de la criatura, la cual cayó a tierra, desplomándose contra un edificio, derribando su techo.-
- Él...Él...me salvó.- Quedó Lenaria sin palabras ante esa muestra de Caballerosidad. Lo vio acercarse y devolver el arma a uno de sus Soldados, no sin antes recargarla.- Augustus, ¿tú sabes si esta gente es la correcta?. Digo, ellos son las personas que necesitamos para evitar una guerra. Míralos bien.- Señaló, asombrada.
- Lo son, querida hermanita. Ellos son nuestra "Llave" para salvar a Europa.- Reconoció el chico en aquellos momentos de batalla contra esos invasores que estaban tomando otras calles pero eran expulsados.
Vladislav, al momento de terminar con ese movimiento, cargó, igual que un toro furioso, chocando contra la "Línea Principal" del enemigo, ejecutando una serie de tajos y demás golpes que los tomaron por sorpresa, quedando sus cuerpos tirados por las calles de la ciudad y su sangre que se expandía por doquier. En ese mismo momento en el que aquel adversario caía contra el suelo, el chico giró sus ojos y notó a un Humano rebelde con una cimitarra, gritando y atacando pero él se dio la vuelta y con un rápido movimiento le asestó un tajo en el cuello, llevando a que se desplomara sin vida.
- ¡¿Quién es el siguiente?! ¡Vamos!.- Les desafío el joven con su rostro empapado con la sangre de los enemigos y el cabello suelto.-
Varios oponentes formaron un círculo para encerrarlo y se lanzaron al ataque. Aún así, cometieron el error de desafiarlo y encima se sumaron Boris, Alek y Augustus al combate, lo mismo Lenaria y las demás hermanas. Aquello que estaban presenciando los habitantes de Loch Loud era algo impresionante, nunca antes visto.
La sangre manó y corrió por todas partes hasta que, por algún motivo, uno que debía ser el "Oficial Superior" o un Comandante de aquel grupo de ataque ordenó retirarse y desaparecieron de allí, llevándose los cuerpos de sus caídos y heridos.
Alek tenía la espada empapada de sangre y al voltearse para ver al Duque, por si estaba bien y descubrió que no había recibido ninguna herida, aunque parte de su ropa sí había sufrido algunos tajos por las espadas enemigas.
- ¿Todos están bien? ¡Augustus!.- Corrió Lenaria y abrazó a su hermano, seguido por las demás.- ¡Dios, tenía mucho miedo de que te pasara algo!.- Y de ahí miró al Primer Duque de los Ivanisevic.- En cuanto a usted...- Dijo y de ahí repitió el mismo "procedimiento" con el chico de cabello rubio.- Muchas gracias por salvarme, eso...eso que hizo fue increíble pero temía lo peor.
- Es verdad, dieron una muy buena pelea.- Les felicitó Loreta pero al ver la senda de destrucción causada por el enemigo, ésta suspiró hondo.- Odio admitirlo pero...me parece que tenemos a un alborotador, un espía que busca destruir el proceso de paz.
- No cabe ninguna duda.- Respondió Augustus.- Ustedes dieron una muy buena pelea contra esos lacayos y monstruos.- Felicitó a Alek, Boris y Vladislav. Teodosio corrió hasta él y le acarició su cabeza, llevando a que el perrito le lamiera la cara.- Pero hay que volver, de forma urgente, al Castillo y reunir a todos los Embajadores y Nobles. Si lo que Loreta dijo es verdad, cosa que ni me extraña de que esto sea obra de alguien para acabar con la paz, iremos allí y llegaremos al fondo del asunto.- Prometió.
- Pero, ¿y qué pasará con los enemigos?. Podrían volver.- Intercedió Boris.
- Tiene razón, hermanito, deberíamos dejar a nuestras tropas apostadas en las principales vías y accesos a Loch Loud.- Propuso Lynnda al respecto.
- Descuiden, ya están informadas.- Les tranquilizó el albino.- Ahora, todo el Mundo para el Castillo. Si el culpable está allí, preparándose para sabotear la reunión, entonces lo llevaremos ante la Justicia.- Ordenó el chico y de ahí emprendieron la marcha de regreso.
[Antes que nada, lamento muchísimo el haberme demorado tanto con actualizar este capítulo pero he estado muy ocupado con diversos asuntos, trabajo y otros fics. Pero tranquilos, que solo nos quedan dos capítulos más y ya terminamos con esta Saga del Siglo XVII, avanzando para el Siglo XVIII.
Bueno, comenzó el plan de Margaret pero aún queda más por ver. ¿Llegarán a tiempo al Palacio? ¿Qué ocurrirá allí?. Eso lo veremos más adelante.
Mando saludos y agradecimientos para eltíorob95, MrR199 y los demás seguidores.
Cuídense y buen comienzo de día Miércoles de mi parte, Camaradas.].
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