Capítulo III
Capítulo III:
En el Palacete de los Ivanisevic, ubicado un poco más hacia el Oeste, en los enormes parques y jardines que tenían allí, podía verse a Milena, Princesa de la misma, en su criadero de torcazas y palomas al aire libre. Las aves estaban maestreadas por ella y en un banco tenía una pila de papeles y tinta donde escribían los mensajes. La muchacha había recibido a la última de aquellas aves que le había entregado el mensaje de los agentes que tenían en el campo de batalla para su hermano, quien volvía a todo galope para la Capital Imperial.
- Mi Lady.- Se acercó una de las Sirvientes.- Ha llegado el General Kutuzov para hablar con usted.
- Que pase.- Pidió la chica y de inmediato se abrieron las puertas del Palacete, entrando aquel militar, quien venía desde el frente de batalla.- Me alegra de verlo, General.
- Lo mismo digo, Princesa.- Señaló éste con respeto y le besó de las manos.- Pero me gustaría de que esto fuera una reunión más tranquila pero la guerra sigue y tengo información muy importante para transmitirle.-
- Por favor, tome asiento, debe de estar cansado, puedo...- Sostuvo al chica pero podía ver, en el rostro del militar, que éste tenía mucha prisa.
- No me puedo quedar mucho tiempo. Escuche: Este Armisticio es toda una falacia. Nuestros agentes en el frente informan de que Napoleón está rearmando a sus fuerzas, lo mismo Austria. Parece que el Reino Unido los influenció para que puedan declararles la guerra debido a que Prusia la está haciendo pedazos. Ya van dos batallas para ellos y no parece haber forma de frenarlos. Están a pocos kilómetros de nuestras fronteras y ya nos están bombardeando por tierra y hasta por mar.- Le relató Kutuzov, quedando la joven helada.
- ¿Puede repetir eso?. Pero si en el Mar Negro tenemos a nuestra flota y...- Pidió la chica pero fue tarde.
- La Flota ha tenido que ser desviada y quedó una pequeña fracción para custodiar nuestras costas. Los muy malditos nos atacaron por la noche y atacaron las Ciudades de Crimea y Sebastopol. No sabemos cuántos muertos hay. Fue todo de golpe y cuando se alertó a nuestras tropas, los franceses ya se habían retirado.- Contó y se veían imágenes de lo ocurrido por la noche, entre el fuego y el humo desatado por los bombardeos navales.
- ¡¿Cómo?! ¡¿Se atrevieron en atacarnos por la espalda?!.- Estalló Milena de la furia y hasta las propias aves que tenía callaron, dejaron de piar y cantar. Kutuzov la miró y asintió con la cabeza.- ¡Estos sucios franceses e ingleses chupadores de té van a saber lo que significa enfrentarse a la "Cólera del César"! ¡Por Mercurio!.- Exclamó y lanzó un juramento hacia aquella Deidad Romana.-
- Lamento mucho incomodarla, Mi Lady.- Ofreció su perdón el General.
- No diga tonterías, Kutuzov, usted no me ofendió ni nada. No viva pidiendo perdón porque, si en el Futuro, hay que disculparse por cualquier cosa, incluso de defender a la Patria, entonces ahí nos merecemos la extinción como raza humana.- Señaló la chica, calmándolo.- Ahora, dejando de lado, este ataque de la noche ha sido lo peor y los ingleses habían dado su palabra de que patrullarían las costas con nuestras naves. Muy bien, si es así, ya mismo voy a alertar a nuestras tropas en la frontera para que se preparen.-
- Yo ya mismo estoy partir hacia la Capital Imperial. Su hermano y Pashá han ido para allá también, así que nos estaremos viendo después.- Finalizó Kutuzov y le besó las manos, nuevamente.- Nos estamos viendo, Mi Lady. Cuídese.- Le deseó y salió para su caballo con el Destacamento que le servía de escolta.
La chica, acercándose hacia una de las palomas que tenía, la tomó con suavidad y de ahí le pidió que se quedara quieta sobre la mesa, mientras que anotaba la información que Kutuzov le había transmitido. Acto seguido, le enrolló el mensaje en su pata derecha, siendo el papel muy liviano.
- Vuela para el Frente Occidental, Anastasia y lleva este mensaje para el Comandante Gudorov ya mismo.- Pidió y ésta emprendió el vuelo a toda velocidad.- Buena suerte, amiga.- Finalizó y de ahí tomó asiento, mirando el mapa de operaciones.- Malditos ingleses, cómo se nota que son tan avaros incluso para una guerra. No se puede confiar en ellos. El Zar debería comprender de que estas basuras son solo "buenas" con nosotros porque quieren intereses. En el Futuro nos terminarán por molestarnos a nosotros, estoy segura de ello y no lo pienso permitir.- Teorizó y de ahí llamó a una torcaza o tórtola, la cual aterrizó en la mesa y comenzó a escribir otro mensaje para ella.- Atenea, vuela de inmediato para la frontera y entrégale esta carta al Comandante del Destacamento que dirige mi hermano, el Capitán Volkok inmediatamente.
El ave emprendió el vuelo y con ello se alejó, a toda velocidad, para el Oeste.
- Sergei.- Llamó ella al Jefe del Palacete, quien tenía bajo su cargo a los Sirvientes y de ahí se presentó.
- ¡Ave César, Princesa!.- Entró el hombre de unos 30 años y cabello rubio, haciendo el Saludo Romano.-
- Me alegra de verte: Escucha, quiero que todo el Palacete está vigilado. Reportan de que los Prusianos están siendo derrotados en varios frentes y tenemos a los malditos franceses a pocos kilómetros de la frontera. Que se alerten a nuestras dependencias para que establezcan un perímetro de defensa y convoquen a las Milicias Locales. No se fíen de nadie, ni siquiera de esos chupadores de té de los ingleses. Ya envíe a dos de mis aves para el Norte y el Oeste con la misión de alertar.- Le encargó la chica esa misión.
- Enseguida, Mi Lady.- Acató Sergei el llamado del deber.- ¿Algo más?.
- No, eso es todo. Muchas gracias, amigo.- Respondió y partió para cumplir con sus objetivos.
Las cartas y mensajes que Milena había enviado para Moscú, el Norte y el Oeste del país fueron de vital importancia y con el tiempo se fue comprando de que el Armisticio, en verdad, era toda una tapadera para que los franceses pudieran reorganizar sus filas, recomponer las bajas y con ello fueron adquiriendo nuevas huestes y material bélico, teniendo como fecha de expiación el 13 de Agosto, en medio del Verano Boreal Europeo. Las Filas Napoleónicas pudieron restablecerse y llegaron a tener 650.000 hombres junto a otros 120.000 bajo el mando de Nicolas Charles Oudinot y 30.000 con Davout, Generales de vital importancia para Napoleón.
A su vez, la "Confederación del Rin" equipó al resto de las Fuerzas Imperiales, siendo Sajonia y Baviera las dos principales cooperadoras. Además, el Reino de Nápoles del Mariscal Murat en el Sur y el Reino de Italia de Eugene de Beauharnais tenían una importante concentración de tropas que eran de 100.000 efectivos y con ello, tras los reveses sufridos, el "Primer Imperio de Francia" pudo asestar un duro golpe, desde Dresde, contra los Ejércitos Aliados pero durante la Batalla de Leipzig en Sajonia, ocurrida desde el 16 al 19 de Octubre de 1813, también conocida como la "Batalla de las Naciones", Francia fue derrotada y fueron forzados a retirarse del combate. Otro golpe para los franceses fue la Batalla de Arcis-Sur-Aube, en su tierra natal, donde también perdieron.
Pronto se había iniciado la "Campaña de los Seis Días" del 1814, en donde los Ejércitos Aliados marchaban hacia París, de la cual participaron los hermanos y Príncipes Imperiales Sasha y Milena Ivanisevic. En ese combate, Pashá resultó herido por un disparo de mosquete cerca del abdomen y tuvo que ser evacuado para Moscú, donde quedó internado por un tiempo y más al tener una infección bacteriana que casi le costaba la vida pero, de pura suerte y gracias, principalmente, a la labor de los médicos, lograron salvarle la vida. En el contexto de esta lucha, Napoleón pudo obtener una gran cantidad de victorias, logrando expulsar a los Aliados de su Patria pero el 30 de Marzo de 1814 consiguieron entrar en París, habiéndose firmado el "Tratado de Chaumont", el 9 de ese mismo mes, en donde estaban decididos en poner fin al "Imperio Napoleónico".
Pronto y con la voluntad bien alta, Napoleón decidió pelear hasta el final pero apenas pudo movilizar una parte de sus Ejércitos, lo cual llevó a que se firmara el "Tratado de Fontainebleau" del corriente año y el 1*de Octubre se creó el "Congreso de Viena". El Emperador abdicó y fue exiliado a la Isla de Elba junto a su familia, restaurándose la Dinastía Borbónica en Francia con el Rey Luís XVIII.
Fue así que terminó la "Sexta Coalición" pero Napoleón no pensaba en rendirse todavía, aún tenía muchos trucos y estrategias por emplear en el campo de batalla.
Y mientras que Europa celebraba la "Caída del Imperio Napoleónico", los Ivanisevic junto a los Zares de Rusia veían con malos ojos aquellas festividades. El enemigo, todavía, era muy peligroso y podía volver en cualquier momento. Sus intentos por convencer a los Monarcas de Europa Occidental no dieron resultado y más de que el Reino Unido era uno de los más propagadores de la victoria, lo que ellos desconocían podía volverse realidad en cualquier momento. Los festejos en París, cosa que llamaron la atención de aquella familia, eran muy desconcertantes, podían notar la bronca y el odio de los franceses por haber hecho abdicar a su Emperador, por lo que Sasha emprendió una media vuelta con su hermana.
- ¿No se quedan para celebrar?.- Preguntó el Duque de Wellington pero el chico negó con la cabeza. El inglés pudo notar esa expresión en su rostro.- Ya veo. Descuiden, yo tampoco pienso igual que muchos de mis connacionales. Esto no terminó, todavía sigue la guerra y es solo una pausa.
- Por eso mismo y además la población natal nos mira con asco. Saben muy bien lo que significa esto y habrá venganza. Después de los desfiles, nos llevaremos a nuestros Ejércitos para Rusia de inmediato.- Sentenció Sasha con seriedad.- Cuídese, Lord Wellington.- Le deseó y ambos estrecharon sus manos, además de que él besó la de su hermana.
- Igualmente. Que Dios los proteja en su viaje de regreso para Rusia.- Concluyó el Noble y militar británico, mientras que ambos hermanos se alejaban de allí.
El regreso para Moscú fue largo y repleto de inconvenientes. El Invierno de Europa perduraba y había que mantener a las tropas abrigadas contra el frío tras estar muchos meses peleando en los distintos frentes de batalla. Había mucho cansancio, enojo, incluso algunas peleas internas, sobre todo en los Generales y Mariscales, los cuales discutían hasta por un poco de sopa o carne asada, llevando a que los hermanos tuvieran que intervenir para calmar las aguas. La primera de las discusiones comenzó cuando dos Soldados se acusaron de haberse robado, según ellos, las botas del otro.
- ¡Rata de mierda, te voy a colgar yo mismo!.- Aulló el primero, señalando al segundo con bronca.
- ¡Me acusas de ladrón! ¡Tú fuiste quien me robó las botas! ¡¿Acaso olvidaste de que tengo una herida suturada por un disparo!.- Bramó el otro y ambos comenzaron a pelear, llevando a que Milena interviniera, los separara y con ello consiguió darles un par de botas nuevas para ambos.
- El que vuelva a pelearse por cualquier tontería será enviado al calabozo, ¿quedó claro?. Nos faltan unos cuantos kilómetros para llegar a Moscú y todos ustedes están discutiendo por tonterías. Todos estamos cansados, queremos llegar a casa y descansar pero así no se resolverán las cosas.- Advirtió la chica a los presentes pero algunos llegaron a oír sus palabras, bajando la cabeza y a otros no les importaba nada, solo ansiaban continuar con sus discusiones.
- ¡Mi Lady!.- Oyó la voz de un Sargento de la Artillería.- ¿Qué haremos con lo que hemos requisado a los franceses?. No podemos dejarlo sin vigilancia.-
- Buena pregunta: Se continuará cuidándolo hasta que lleguemos a Moscú. No sean idiotas, no quiero enterarme de que se perdieron las municiones enemigas.- Sentenció la joven, mientras que iba cabalgando cerca de donde estaban sus Oficiales.- Y no quiero más peleas estúpidas. ¡Son Soldados, maldita sea! ¡Y al primero que vea discutir por algo tan estúpido como un par de botas, me haré cargo de darles, personalmente, más de 10 latigazos para que aprendan a respetar al Ejército y sobre todo a la Madre Patria! ¡Aquí no se viene a entablar luchas internas! ¡¿Qué quieren?! ¡¿Ser Soldados o unos pusilánimes buenos para nada?! ¡Si es así, como dije, les daré unos buenos latigazos para que aprendan a respetar el Orden de Mando y lo mismo para sus Camaradas!.- La voz de la chica se hacía firme y gélida, algunos, los más jóvenes temblaban, los dos Soldados que habían discutido por el asunto de las botas callaron.- ¡Tendría que disciplinarlos a todos ustedes, los que están peleándose por una estupidez como esa, igual que se hacía en la Antigua Roma y Grecia!.- Al momento de decir eso, calló y miró a los responsables de todo el litigio.- Ustedes dos, den un paso al frente.- Les llamó y caminaron hasta quedar frente a la joven, mientras que temblaban del miedo.- Entreguen sus botas, ahora.- Ordenó y sin decir nada, ellos se las dieron.- Ahora van a caminar solo con sus medias/calcetines hasta llegar a Moscú y no quiero oírlos pelear, discutir o cualquier tontería sin tener un motivo para luchar. Aquí no se viene a hacer eso por caprichos infantiles, ya están grandes para hacer esto.- Sostuvo y de ahí los devolvió a su Batallón, mientras que ordenaba poner las botas a resguardo.- Y cualquiera que quiera robarlas o devolvérselas, queda advertido de ahora: Va a ser castigado con 10 latigazos. 20 más por si grita.- Finalizó.- Ahora, ¡rompan filas!.- Finalizó y de ahí reemprendieron la marcha, mientras que Sasha la observaba a su hermana.
- Fuiste muy gélida con ellos pero no te culpo: Todos estamos agotados y queremos volver a casa. Lo mejor que podemos hacer es regresar a Moscú cuanto antes y listo.- Le respaldó su hermano.
- Sea como sea, ¿tú permitirías de que algún estúpido venga a decir que hay que pelear por tonterías?. Somos Ivanisevic, descendemos de los Paleólogo y más todavía, desde los tiempos de las Antiguas Grecia y Roma, no somos unos peleles cualquiera, Sasha. Recuerdo ello.- Señaló Milena, mientras que el enemigo está buscando para reorganizarse. Londres se piensa que París se ha rendido pero todo lo contrario, éstos se están preparando, los Bonaparte van a volver y con ello volveremos al mismo punto que antes, así que es mejor estar preparados para cuando llegue ese momento.- Apuntó la chica, mientras que reducía la marcha de su caballo y quedaba cerca de su hermano.- No estamos para estupideces, ya mucha sangre se ha corrido, regresamos a una Moscú arrasada por los franceses y lo último que nos faltaba era ver a nuestras tropas pelearse entre ellas. Hay veces en las que tendrás que ser tan duro como el hielo y frío también, si quieres que te escuchen y sepan de quiénes son los que mandan. No puedes permitir que reine una insurrección entre las filas o todo se perjudicará para la causa de Rusia.-
- No, para nada.- Respondió Sasha, mirando hacia atrás, fijándose de que no los siguiera nadie.- Es extraño. Hasta hace unas semanas estábamos en París, celebrando una "Victoria Pírrica", igual que las de aquel Rey del Épiro, fuimos una de las Naciones con más bajas y aún tenemos a Moscú en reconstrucción pero...¿festejamos porque Napoleón fue enviado a la Isla del Elba con su familia.- Rememoró el joven, mientras que fruncía el ceño.- ¿Llaman a esto "victoria sobre Napoleón"?.- Cuestión aquella decisión y hasta el propio caballo suyo pisó el suelo con fuerza, rechazando esa postura.- Están totalmente errados. Jamás en mi vida me creí semejante estupidez. Es como si dijeran que Julio César ganó las "Guerras de las Galias" porque venció a Vercingétorix cuando él también aplicó la diplomacia y la lucha. Hasta un niño sabe muy bien de que ese Jefe Galo, el mismo que reunió y acaudilló a las distintas tribus y clanes, fue un verdadero dolor de cabeza para César. Estamos cometiendo un error muy estúpido y lo vamos a pagar con creces. Los franceses no van a tolerar la vuelta de la Monarquía, ellos quieren a Napoleón Bonaparte I en el Trono Imperial, no a la Casa Borbón. Lo que acaban de hacer es avivar el odio y van a provocar una nueva revolución para el Futuro.- Profetizó el chico, mientras que se iban alejando de allí y en unas pocas semanas arribaron a la Capital Imperial.
En esos momentos, Sasha aprovechó para ir a ver a su amigo, Pashá, quien estaba recuperándose en el Hospital de Campaña tras aquella infección bacteriana que casi le costaba su vida. El reencuentro fue tranquilo entre ambos amigos pero el joven Otomano debió emplear un bastón para caminar, debido a que su herida todavía estaba sanándose y tras haber sido limpiada y de que se contuviera una posible Gangrena, le costaba moverse con facilidad debido a aquella discapacidad temporaria.
- Me alegra verte de nuevo, Pashá. Tremendo susto me diste, amigo y más de que eres mi Teniente.- Dijo Sasha, abrazándolo con fuerza.
- Je, mi sangre proviene desde el Asia Central, amigo mío. ¿Crees que un puñado de mosquetes franceses pueden conmigo?. No, para nada.- Respondió, dándole su palabra de que estaba mejor.- Aún así, te noto bastante serio. Dime: ¿No es lo que esperabas con la batalla?.- Cuestionó aquello el muchacho y el otro meneó con la cabeza.
- Por desgracia, lo que hemos hecho fue despertar a un Gigante dormido con esta guerra. Napoleón no se va a quedar de brazos cruzados, volverá a Europa y atacará como nunca antes hemos visto y los imbéciles de los Aliados celebrando. Los Prusianos están con nosotros, ellos saben lo que puede ocurrir, ya conocen lo que es la estrategia de ese joven General y el resto está parado encima de un polvorín. Solo se necesita un fósforo para hacerlo estallar y lo tenemos a pocos kilómetros de distancia.- Advirtió el rubio con seriedad, mientras que miraba hacia un punto en la lontananza, uno que conducía hacia la Isla del Elba.
[Capítulo nuevo y quedan solo dos para que termine esta primera parte.
Espero que les guste, amigos. Nos estamos viendo y que tengan un excelente comienzo de última semana previo al Año Nuevo.
Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes. Cuídense y hasta la próxima.
¡Feliz Navidad 2022 y Próspero Año Nuevo 2023!.].
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