Capítulo III
Capítulo III:
Muchos dicen que la gloria del militar yace en su orgullo y tenacidad a la hora de combatir frente a sus adversarios, pelear por su Patria y así, en muchos casos, obtener la merecida recompensa. Bueno, no siempre ha sido así y para un hombre de peluca blanca, debajo de sus cabellos rubios, inglés y vestido con el uniforme de la "Real Marina Británica", sentado en su mesa de mando del barco que comandaba, tenía una botella de Whisky con un vaso recién servido. Debía de ser la cuarta vez en la que el Comandante William Beckett, Oficial de mayor prestigio de la Corona, ahora caído en desgracia por una feroz derrota que sufrieron ante los españoles, franceses e italianos en la Península última, donde tuvieron cientos de bajas en cuestión de horas. Muchos podrían haber cometido ese error, pero para Beckett, el asunto no terminaba allí.
Flashbacks:
- Lord Beckett, una carta de Su Majestad.- Le informó uno de los carceleros, mientras que él permanecía bajo llave, en la "Torre de Londres".
El Almirante la tomó y abrió para leer su contenido. Al comenzar con las primeras palabras y párrafos, su corazón le dio un vuelco de 360* y parecía faltarle el aire. Sintió que su cuerpo se volvía pesado y tomó asiento, nuevamente, sin importarle a los guardias que lo custodiaban.
- ¿Es verdad? ¿Lo van a colgar por su participación con los Piratas de España?.- Preguntó uno de ellos a su colega.
- No lo sé, pero me da pena. Igualmente, todo aquel que colabore con nuestros enemigos no es bienvenido. Su familia también ha caído en desgracia y más de que eran de los más importantes.- Detalló el otro, girándose un poco para ver al devastado Oficial de la "Real Marina Británica", quien arrugó la carta en sus manos y lloraba en silencio.- ¡Oye, miserable, para el día de tu ejecución, ¿podrías hacernos un favor?!.- Le golpeó las barras de la celda, llevando a que alzara su vista empapada por las lágrimas.-
- Taylor, no.- Insistió su amigo.
- Cállate, Sid, déjame divertirme un poco con estos condenados. ¿No lo ves?. Son solo parias, se van a morir y listo, a la tumba o a la fosa común, ¿qué me importa si tienen sentimientos?.- Le espetó el otro con asco.
- Le quitaron todos los bienes y títulos a mi familia...me arruinaron la vida...¡me arruinaron la vida por algo que no cometí!.- Exclamó William, levantándose de su asiento y yendo hacia las barras, en donde agarró a Taylor con fuerza del cuello de su camisa.- ¡Más de 70 años de tradición en la Familia Beckett y por una falsa denuncia lo perdimos todo! ¡TODO!.- Exclamó y hacía entrechocar al Guardia contra los barrotes, mientras que Sid lo sostenía para quitárselo de encima.- ¡Los Reyes de la Casa Orange así apremian a sus Soldados y Oficiales, con una patada en el cuelo y les sacan hasta el alma! ¡Hubiera preferido que continuaran los Estuardo gobernando! ¡Incluso me hubiera deseado ver a los Españoles marchar sobre Londres!.- William estaba sacado de quicio, la carta que llevaba consigo, todavía, en sus manos, estaba hecha un bollo pero no le importaba en lo absoluto.
- ¡Ya suéltame! ¡Camaradas, tenemos una revuelta!.- Llamó Taylor a más Guardias pero, en aquel momento, la puerta de entrada a la "Torre de Londres" se abrió, ingresando unos cuantos Infantes de Marina y los "Casacas Rojas" Británicos, quienes redujeron a la Guardia, quitándoles las armas y las llaves de las celdas.
- Será mejor que dejes a nuestro Comandante, amigo. ¿O querrás terminar con un agujero del tamaño de una nuez en tu maldita cabeza?.- Oyó la voz de un conocido de William y cuando éste los vio, supo de quiénes se trataban.
- ¡Señor Gibbs! ¡Teniente Horton!.- Se alegró de verlos.
- No lo íbamos a dejar aquí, pudriéndose en una celda y condenado a muerte de forma injusta, Mi Lord.- Juraron ambos muchachos, mientras que abrían la misma con las llaves y los otros Soldados maniataban a los Guardias Taylor y Sid.
Una vez libre, el Oficial Británico recibió su gorro de Almirante que se lo habían quitado y tras colocárselo, le devolvieron las medallas junto a su espada.
- Todo está listo para partir, Mi Lord. El "S.S Colchester", su barco, está atracado en los Puertos de Dover. Huyamos ahora, que conseguimos una "ayudita" de los Corsarios Españoles y Franceses, quienes están bombardeando Londres para mantenerlos a raya.- Le informó Gibbs y al ver el coraje de aquellos hombres y mujeres, Beckett quiso abrazarlos y llorar de la emoción pero se contuvo.
- Mi Lord, díganos sus siguientes órdenes.- Pidió el Teniente Horton al joven rubio.
- Nos vamos de aquí: ¡Para Rusia!.- Fue el anuncio que dio y de ahí partieron de la "Torre de Londres" hacia los Puertos de Dover, en donde levaron anclas y protegidos por los cañonazos españoles y franceses, desaparecieron en medio del fragor de la batalla, el fuego y el humo.
Fin del Flashbacks:
- Hasta el momento, Mi Lord, contamos con buenos vientos del Suroeste que nos permiten mantener una distancia ideal frente a la Armada Británica.- Le informaba el Teniente Horton en aquellos momentos.- El tema es que hay mucha preocupación con respecto a la comida y el agua. Algunos Oficiales han sugerido imponer un Racionamiento para evitar que nos quedemos sin nada.- Alegó el muchacho de cabellos cortos y negros.
- Lo sé, pero mientras nos dure, podremos continuar con nuestro viaje. Además, Señor Horton, estamos a pocos días de arribar a Rusia. He pensado que podríamos recalar en la Península de Crimea para conseguir suministros.- Señaló el Oficial inglés en el mapa.
- Es una muy buena idea. Allí no hay Puestos de Control Ingleses.- Le respaldó el joven.
- Solo hay un asunto: ¿Nos recibirán bien o a base de cañonazos?.- Advirtió William y ese era su temor.
- Bueno, eso solo lo puede decir Dios, Señor.- Sostuvo Horton con tranquilidad.
- Dejemos a Dios tranquilo.- Pidió, mirando esa postura con un aire de frialdad absoluta.- Dígale al Timonel que se prepare: Vamos a anclar en Crimea.
- ¡Sí, Mi Lord Comandante!.- Acató el peli negro la orden y tras entrechocar los talones, partió de allí hacia el Puente de Mando.
Mientras tanto, en alta mar, los cañones de la "Escuadra Leónidas I" seguían humeando y podían apreciarse los restos de aquel navío británico hundido y sin supervivientes. Vanko se hallaba de pie en la cabecera de su barco, contemplando la devastación causada por sus artilleros y de ahí mandaba unos botes para buscar tesoros que los enemigos se hubieran robado.
- Jajajajaja, vaya, no me esperaba algo así. Ni siquiera tuvieron tiempo para combatir contra nosotros.- Se río el hombre de bigotes negros.- Eso les enseñará a no meterse en nuestras aguas.
- Tú lo has dicho, tío.- Le respaldó Alexey pero, en aquel momento, un grito proveniente desde el Puesto del Vigía les alertó acerca del peligro que se acercaba.
- ¡Naves enemigas hacia el Norte!.- Exclamó éste y de ahí Vanko se preparó para pelear.
- Hoy veremos mucha acción, ahijado. Prepárate, lo mismo Viktoriya.- Ordenó éste, desenvainando su espada.- ¡Cañoneros, todos a sus puestos!.- Ordenó.
En el "Buque Insignia", el "S.S Dover", el Comandante y Corsario Samuel Sharp, un hombre de unos 29 años, cabello rubio como el Sol y piel algo pálida, se encontraba al mando cuando vieron el humo de aquellas naves alcanzadas por el fuego enemigo. Estando en la proa de su barco, el Corsario veía de que estaban en medio de una refriega nunca antes vista.
- "Primero se nos fuga el Lord Almirante William Beckett y ahora los Rusos atacan a nuestras embarcaciones. Su Graciosa Majestad no tolerará este tipo de inacciones contra nuestros Súbditos e intereses de la Corona. Hay veces en las que un hombre tiene que tomar medidas de esta manera para que las ovejas obedezcan".- Pensaba el Corsario y de ahí volvió para la realidad.- ¡Todo el Mundo a sus puestos de combate, que se preparen los cañones y estén listos para el abordaje!.- Ordenó.
- ¡Mi Lord!.- Advirtió uno de los marineros y justo una de las naves enemigas, la de ellos, recibió un impacto de cañón, la cual provocó una explosión, justo en donde se hallaba el polvorín, haciéndola saltar por los aires bajo una bola de fuego y humo.
- ¡Santo Dios!.- Exclamó Samuel.- Con calma, nos quieren provocar, muy bien. Entonces también responderemos.- Sentenció y de ahí iniciaron una feroz contra-ofensiva contra los navíos rusos.
Desde su posición, Vanko oteaba el grado de destrucción que estaban causando los cañones británicos contra los suyos, por lo que ordenó un repliegue y reformación de las naves.
- ¡Jajajaja, miren cómo huyen, son como las ratas ante el gato!.- Se reía Samuel, observando todo desde el telescopio que tenía consigo.- Master Shaw, Señor Fisher, que los rodeen.-
- Sí, Mi Lord.- Acataron sus Tenientes hasta que, de golpe, un grito provino desde la cofia del barco, en el Puesto de Observación.
La alegría y emoción por la futura victoria desaparecieron de un plumazo. Sacudidos por las olas, el avance, la Artillería enemiga que iba barriendo las posiciones de defensa y el intento de atacarlos bajo la "Estrategia de Pinzas", se les vino abajo cuando la Armada Imperial Rusa empezó a destruir a los navíos británicos. Uno por uno, presos del pánico y sin posibilidad de defenderse, de manera correcta. Un cuarto cañonazo mandó a volar parte de la cubierta del "S.S Coven", el cual se empezó a incendiarse y a hundirse, los tripulantes se lanzaban al agua y otras naves intentaban en mantener una defensa.
- ¡PROHIBIDO RETIRARSE! ¡EL QUE LO HACE, SERÁ CONDENADO A LA HORCA Y YO MISMO SERÉ SU VERDUGO! ¡SE LOS ADVIERTO!.- Bramaba el Lord Almirante Samuel Sharp a sus hombres, los cuales, entre el miedo a morir en una lucha desigual o ser ahorcados en Londres los motivó para continuar.- ¡Señor Geoffrey, Señor Windsor, reúnan a los supervivientes de las demás naves, formaremos una defensa contra los Rusos! ¡Háganlo, ahora!.- Impartió sus directivas.
- ¡Sí, Mi Lord!.- Respondieron ambos gemelos.
- ¡Parkinson, que el "S.S. Mayflower" nos dé fuego de cobertura, ahora.- Le señaló el rubio inglés a los suyos y al momento de producirse el abordaje de los Rusos, se desató una infernal batalla a bordo.
El primero en pisar la superficie de la cubierta fue el Príncipe Alexey, quien demostraba tener una agilidad con la espada y su elegancia, incluso a la hora de pelear. Viktoriya le acompañaba a su lado. La chica, aún siendo una de las más hermosas de toda Rusia, se convertía en una verdadera amenaza para los enemigos, teniendo su lado más aguerrido, combativo y nunca antes visto por nadie. Con un rápido tajo, la joven le cercenó el cuello a dos enemigos, mientras que Vanko emergía desde las sombras, el fuego y el humo, igual que un Demonio, causando un verdadero terror en los ingleses.
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- ¡"EL KRAKEN"! ¡ES "EL KRAKEN"!.- Exclamó uno de los marineros, lo cual le llevó a que se ganara una bofetada por parte de Samuel.
- ¡Eres un Soldado del Rey de Inglaterra, no un cobarde! ¡¿Acaso estoy con hombres o gallinas?! ¡¿Eh?!.- Bramó éste y miró a su oponente.- ¡Mantengan la defensa!. Yo me encargaré de este desgraciado.- Prometió, alzando su espada, mientras que Vanko aceptó el duelo.-
- Que así sea.- Respondió el Ruso de bigotes.- ¡Déjenme a ese hombre a mí, Camaradas!.- Exclamó, alzando su mano en el aire para llamar la atención de los combatientes.
- Aquí te espero.- Le desafió el inglés y cargó contra Vanko con su espada. El Ruso fue rápido, evitando quedar ensartado por el arma de su adversario, la cual se clavó contra el Palo Mayor del barco. Esos segundos fueron la oportunidad perfecta para contra-atacar, así que trazó un arco descendente pero no dio en el blanco, ya que Samuel consiguió sacar su arma de aquella "trampa" y con ello volvió al ataque.
- ¡Vanko!.- Le llamó su ahijado.
- ¡No, te lo prohíbo: No me ayudes, yo puedo!.- Le tranquilizó el peli negro de bigotes, mientras que sus espadas chocaban la una contra la otra en repetidas ocasiones.
Un grito lo sacó de sus pensamientos cuando los ingleses regresaron con todo, inclinando la balanza a su favor. Los hombres y mujeres de Vanko corrieron, disparando sus mosquetes contra los oponentes, mientras que muchos caían heridos y muertos entre ambas partes. La cubierta se iba "pintando" con la sangre espesa que corría por las vetas de la madera, el fuego amenazaba con llegar hasta los Almacenes de Pólvora y Municiones, así que algunos estaban empeñados en sofocar las llamas para evitar una tragedia aún mayor, a pesar de que los cañonazos rusos no paraban de hacerse sentir.
Alexey miró a Viktoriya, la chica parecía tener problemas con un grupo de adversarios, quienes la superaban en número. Uno de aquellos jóvenes se había atrevido con tocar sus atributos prominentes, lo que llevó a que la joven se enfureciera y con ello atravesara al rival en la zona del estómago, llevando a que cayera muerto.
Como un rayo, rápido y letal, el chico abatía a todo aquel que se interpusiera en su camino. Su novia, por su parte, no dejó a nadie cerca suyo pero aún quedaba el Lord Almirante Samuel Sharp, quien seguía combatiendo contra Vanko. En el cruce y choque de espadas, el peli negro de bigotes lo encaró personalmente.
- ¡Ustedes no saben cómo mantener sus manos quietas! ¡Firmaron un "Pacto de No Agresión" con los Zares y les fallaron al atacar a nuestros barcos mercantes!.- Le espetó con furia aquel hombre.
- Je, ¿crees que me importa lo que haya pasado?. Me vale una mierda. Estas aguas, las de todo el Mundo, son de la Corona Británica. Su Graciosa Majestad no tolerará un tipo tan estúpido como dijo por usted. Mírese.- Le señaló Samuel hacia los mares, sus "dominios", nadie podía tener autoridad acerca de esas aguas.- Nosotros nos forjamos muy bien y más al sacarnos a los Estuardo de encima. La Casa Orange es nuestra nueva Dinastía pero tampoco vamos a permitir que los idiotas como ustedes se metan donde no les llaman.- Se burló y aquello fue un acto de agresión hacia Vanko.
Se enfureció y cargó contra el ingles, provocando de que su espada cayera al agua y con un puñetazo, directo al rostro, lo dejó tirado contra el piso.
- ¡Almirante Vanko, todo está asegurado!.- Le informó uno de sus hombres.
- Muy bien.- Respondió éste con seriedad y miró hacia el derrotado enemigo.- Con esta mierda inhumana traigan una soga.- Ordenó y eso lo dejó sorprendido al marinero.- Maten a los supervivientes, que no quede nadie: Que este mensaje llegue para Londres y que sepan que la "Escuadra Leónidas I" no tolerará ninguna intrusión en sus aguas.- Impartió aquellas directivas y sin decir nada, el marinero partió para cumplirlas.
- ¿Qué...Qué piensas hacer?.- Preguntó Samuel, quitándose la sangre de la boca con el dorso de su mano derecha.
- Ya lo verás.- "Prometió" Vanko, mientras que lo aseguraban.
- ¡Hey, ¿qué hacen?! ¡¿Qué mierda hacen?! ¡NO! ¡ALTO!.- Ordenó pero nadie lo escuchó. Sus tripulantes estaban siendo fusilados en el acto, mientras que, al llegar el Crepúsculo, los condenados estaban ya ejecutados en el Palo Mayor.
- Ahora conocerán el por qué me llaman la "Princesa del Crepúsculo".- Les dijo Viktoriya de pie y de ahí daba la señal a los verdugos para tirar a los que iban a ser ejecutados, quedando sus cuerpos inertes y colgando desde lo alto.
Por su parte, Vanko y Alexey miraron a Samuel. El Lord Almirante les dirigió una mirada de asco y furia. Su camisa había sido quemada por el metal ardiente que empleó el padrino del Príncipe para grabar su nombre en el pecho del rival. Se lo veía furioso, intentando mantenerse de pie pero las fuerzas lo abandonaban.
- Nos llevaremos el pabellón de tu país como trofeo de guerra. Je, espero que con este mensaje aprendan de no volver a provocarnos.- Sentenció Vanko y con ello se fueron retirando. El Lord Almirante Samuel Sharp fue ahorcado junto a los supervivientes, mientras que el resto de su flota quedaba completamente arrasada por el combate.
Rusia se había proclamado con la victoria.
Mientras que la "Escuadra Leónidas I" se iba retirando, viajando hacia Moscú iban Víctor y su Destacamento de la Caballería para advertirles del peligro que representaba el "Iluminismo" en Francia y que estaba expandiéndose por gran parte del "Viejo Mundo". Al momento de atravesar unos senderos que daban hacia las costas, algo llamó la atención de uno de los Soldados que les acompañaba.
- ¡Mi Lord!.- Exclamó éste y señaló hacia la orilla.
- ¿Qué vio?.- Se acercó el Noble pero no pudo descifrar bien de qué se trataba el asunto. Fue entonces que cabalgó hasta llegar a las playas y de ahí, en medio de las ruinas que habían sido arrastradas por la marea, un muchacho de cabello y barba negra, al igual que el color de su piel se encontraba temblando del frío.- ¡Dios!. Pobre chico. Resiste. ¡Traigan unas mantas, de prisa!.- Pidió y en un instante lo fueron cubriendo para que no se congelara.- ¿Cómo te llamas? ¿Me entiendes?.- Preguntó y el joven asintió con la cabeza.- Bien, dime tu nombre.
- A...Admir...Admir.- Respondió entre el frío y los nervios.
- Mucho gusto en conocerte, Admir. ¿De dónde vienes?.- Mi nombre es Víctor Ivanisevic, pertenezco soy uno de los Barones más importantes de la Familia.
- S...S...Senegal...Vengo de Senegal...Fui...Fui secuestrado por los traficantes de esclavos y me vendieron al "Asiento de Negros" de Inglaterra en mi país junto a otros más.- Les relató el joven, dejándolos helados.-
- Qué hijos de puta. No lo puedo creer.- Quedó Víctor sin palabras.- ¿Qué hay de tu familia?.- Preguntó pero Admir negó con la cabeza.
- Todos muertos...No puedo volver a mi tierra natal...Allí me encontrarán y volverán a engrillar para llevarme a Inglaterra o a las "13 Colonias" que tienen en el "Nuevo Mundo".- Respondió el joven moreno por lo que el Noble Ivanisevic se quedó pensativo.
- Dime una cosa, Admir: ¿Te gustaría venir a vivir con nosotros en Moscú?.- Le preguntó éste y el moreno quedó callado.- Podemos darte la libertad. Empezarías de nuevo aquí, con nosotros y tanto mi hermana como yo te daremos educación, así como también esgrima. ¿Qué te parece?.
- No, no, no puedo. Es mucho para ustedes, yo sería una carga.- Insistió y negaba aquella oferta.
- Puedes estar tranquilo. No lo serás.- Le tranquilizó Víctor y tras unos momentos de dudas, pensamientos y demás, Admir se preparó para escoger su decisión final.
- De acuerdo. Acepto.- Respondió y fue entonces que lo llevaron consigo hacia Moscú.
En alta mar, desde el barco "S.S Colchester", el Lord Almirante William Beckett inspeccionaba el ambiente y cuando los vigías dieron el aviso de que habían visto tierra firme, ordenó anclar en los Puertos de Crimea y que se iniciaran las labores de abastecimiento de su nave.
- Señores Gibbs y Horton, vayan anotando esto.- Pidió Beckett, mientras que desembarcaban y ponían un pie en los muelles.
- A la orden, Mi Lord.- Respondieron ambos a la vez.-
- No pienso quedarme como un bandolero del mar, todo lo contrario, nos quedaremos aquí, en la Europa del Este para luchar con los Rusos de su lado.- Les anunció y tras anotar en el "Diario de Bitácora", Beckett continuó.- Por otro lado, las familias de los tripulantes serán traídas a Rusia desde Londres en un barco mercante, para evitar llamar la atención.
Sin nada más que decir, hallándose en nuevas tierras, desconocidas para aquellos hombres y mujeres británicos, comandados por su Lord Almirante William Beckett, se fueron internando para conocer y buscar el sitio perfecto donde vivir, alejados de las persecuciones, la mentira y la corrupción que yacía instalada en la Metrópoli.
[Bueno, hemos visto a nuevos personajes creados por mí: Admir y William Beckett, un Oficial Británico de Alto Rango caído en desgracia. Ahora, ¿qué clase de problemas tendrán ahora? ¿Qué pasará con la respuesta británica? ¿Llegarán las advertencias del peligro ideológico que está recorriendo Europa?. Eso lo veremos en el capítulo que viene, solo quedan dos y se termina esta pequeña Saga y les dejo establecido de que la que viene será más larga.
Espero que les guste, amigos. Nos estamos viendo y que tengan un buen comienzo de día Jueves de mi parte.
Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, Camaradas.].
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