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Capítulo III

Capítulo III:

Cayó al piso, rodeando, cubierto del polvo que había en el suelo, quedando su cara y ropas de entrenamiento repletas de esa fina "cortina" blanca y marrón de tierra seca. Inhaló un poco de la misma por sus fosas nasales, llevando a que tuviera que llevarse sus dedos para expulsarlo y así respirar mejor. El golpe que había recibido le dejó algo mareado, la espada de madera, la misma con la que estaba entrenando, permanecía a cuatros metros de distancia, por lo que corrió y volvió a tomarla. Su abuelo Genadio, por su parte, no se iba a quedar allí, esperando a que se recuperara, sino de que volvió a atacar con todo lo que su cuerpo le permitía, trazando un golpe descendente que le dio en un hombro, provocándole que lanzara un grito al aire y de ahí tomaba su arma de defensa.

- ¡Nunca le des la espalda a tu adversario, debes tener los ojos bien abiertos en todo momento y lo mismo va para tus otros sentidos!.- Le instruía aquel anciano, mientras que golpeaban sus espadas en repetidas ocasiones, llevando a que Basilio tuviera que evitar cada ataque de su abuelo.- ¡Otra lección más que aprender: Cuando divises a tu adversario, no te quedes a la espera por si te cae tu arma, debes tomarla lo más rápido posible y si éste va a atacarte, le tiras cualquier cosa que haya en tu camino: Piedras, césped, incluso tierra en los ojos, eso te dará unos segundos muy valiosos para poder recuperar tu espada!.- Continuaba y realizó dicha acción, por lo que el chico debió retroceder, ganar terreno y tomando unos terrones de tierra seca que lanzó contra Genadio, el cual se defendía y de ahí recuperaba su arma, volviendo a la carga.- ¡Los ojos bien abiertos, nieto! ¡El enemigo no te dará ni un segundo para respirar!.

Cargado con esa información, el muchacho consiguió quebrar la defensa y de ahí tirar la espada de madera que su abuelo usaba, la cual voló unos cuantos metros y de ahí quedó en silencio. 

Pronto, Genadio comenzó a aplaudirle a su nieto, felicitándole.

En el exterior de la Ciudad, Mario y su hermano habían conseguido llegar, atravesando las líneas enemigas de los Otomanos, camuflados como marinos mercantes de Albania, permitiendo que cruzaran sin ningún problema y de ahí dirigirse hacia el Palacio de Moscú con el tesoro que Nicolás había encontrado.

En el contexto de los últimos días, los Franceses habían ganado una buena porción de territorios en el Norte de Italia y ahora tenían la vista enfocada en los "Estados Pontificios", una de las zonas que estaban bajo el cuidado de España y los Austrias Mayores. El peligro que representaba la caída de esa región y más con los problemas religiosos que estaban sucediendo en Francia, sobre todo en París, donde estaba surgiendo un movimiento Protestante, derivado del Calvinismo y que comenzaba a calar hondo en la Sociedad Católica Francesa.

- ¿Es verdad lo que ocurrió en París?. Durante la "Noche de San Bartolomé".- Preguntó Doménico a Mario.

- Mi amigo Luigi, quien es marino, estuvo en París y me dijo que las calles estaban repletas de cadáveres y sangre que llegaba hasta los talones de las tropas de Francia.- Respondió su hermano, caminando serio, sosteniendo una de las valijas que Nicolás les había encomendado.

- Pero...¿y nadie ha dicho nada?. Es un crimen.- Alegó el otro de cabello negro y bigote.

- Lo es, pero Francisco I está obsesionado por acabar con la presencia Protestante/Calvinista en Francia y de asegurarse las posiciones de Italia. Es una maniobra, todo esto es para mantener a los Españoles distraídos pero el Rey de España y Emperador del Sacro Imperio, Carlos I/V, no es ningún idiota. Él sabe muy bien los pasos que su enemigo está dando. Si le da vía libre a los Protestantes para meterse en los territorios del Sur de Francia, justo en donde está la frontera, es el motivo perfecto para invadir ese país y así llegar a París.- Indagó Mario con tono serio.- Ahora escucha, hermano, ahora que estamos en Moscú, debemos ser francos con ellos. Los Paleólogos, esta última generación que queda, no se va a ir de este Mundo sin conocer su Pasado que nos une a nosotros: Los Romanos y Griegos son hermanos, tenemos una gran cultura, historia y demás que dejamos anotado en los libros de Historia.- Dejó esas tratativas y de ahí llegaron hasta las escaleras, subir y de ahí ser recibir por la "Guardia Real" del Rey Iván III El Grande.

Cruzaron el portón, las puertas y se internaron en el interior del gran edificio, poniendo rumbo hacia donde estaban los Paleólogo, justo cuando, en ese mismo momento, arriaban Francesco Silvio y Camilo de la Buenfuente tanto de Italia como España, para hablar con ellos. Y no había que olvidarse que Aria y Asteria también se encontraban de regreso desde Galicia y Grecia.

- Si Su Majestad lo decidió, entonces que  así sea.- Sentenció el Sacerdote enviado por el Papa.

- ¿A pesar de la diferencia religiosa que lleva mil años sin resolverse?.- Cuestionó el español.

- Sea como sea, tenemos que dejar de lado nuestras diferencias: Los Otomanos no volverán a molestarnos en Europa pero sí sus bases dedicadas a la Piratería. El tema principal son los Franceses y la cuestión Protestante, además de que la "Guerra de los 80 Años" en los Países Bajos se está volviendo más complicada y ni hablar de lo que el Rey Enrique VIII hizo hace poco, aunque se continúa con el Catolicismo en Inglaterra, pero el tema es Isabel I y lo que sucederá cuando ella ya no esté.- Aportó Francesco, mientras que iban caminando y de ahí todos confluían en la "Sala del Trono", donde les estaba esperando para hablar.

Una vez dentro, con la Familia Paleóloga reunida, ante la mirada de ellos, el Rey de Rusia y los miembros, tanto militares como los Sacerdotes Cristiano Ortodoxos, los dos emisarios, en compañía de los hermanos Mario y Doménico, comenzaron a prepararse para dar una charla "interesante" acerca de lo ocurrido en Italia. Camilo fue el primero en dar un paso y extendió sobre una mesa, pedida por Iván III El Grande, desplegando un mapa de Italia, en donde comenzó a señalar, con su dedo índice de la mano derecha, una serie de flechas de color azul.

- El Frente Norte es un verdadero campo de batalla. Las huestes de Francisco I han tomado las "Plazas" de Parma, Módena y continúan avanzando hacia Venecia y los "Estados Pontificios" se encuentran en la mira de Francia.- Anunció el chico de Galicia, hablando con un tono serio pero tranquilo. Iván III se acercó y comenzó a observar las posiciones enemigas.

- ¿Cuánto podrán resistir?.- Preguntó el Monarca Ruso.

- Esa pregunta es imposible de responder, Su Majestad. El problema es que el enemigo continúa avanzando y esto puede llevar a una guerra de alcance internacional y más con los problemas religiosos que hay en el Sacro Imperio tras la "Reforma Protestante" de Martín Lutero.- Le explicó Camilo, mientras que movía sus dedos sobre el mapa y señalaba cada posición importante y los países.

- ¿Qué hay del asunto de los Otomanos? ¿Solimán I El Magnífico aceptó la paz?.- Quiso saber uno de los Generales Rusos.

- Sí, además de que han perdido unas cuantas fortalezas y territorios en Grecia, aunque los Piratas Albaneses, Berberiscos y demás Nacionalidades siguen causando problemas en el Mediterráneo.- Le explicó Francesco, sentado cerca de los Sacerdotes Ortodoxos.

- Disculpen, Caballeros.- Intervino Amar, la madre de los chicos y esposa de Heracles.- Pero ¿cuál es el motivo de su visita?.

Los dos representantes, tanto del Poder Político como Religioso del Mundo Católico, se miraron entre ellos. Los Sacerdotes Ortodoxos permanecieron impávidos, silenciosos, mientras que esperaban una respuesta concreta de lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Heracles se puso de pie, también deseaba saber qué otra clase de motivos habían en toda esa visita hacia el Este de Europa.

Mario tuvo la oportunidad de hablar y con Doménico sacó las valijas con el valioso cargamento que le dejaron bajo su cuidado. Tomó un libro de cuero marrón, duro y resistente, depositándolo sobre la mesa para que lo pudieran ver. El primero en acercarse fue Basilio, quien lo tomó, abrió y comenzó a leer las primeras páginas que estaban escritas, bajo una lengua desconocida, muerta y perdida durante Siglos.

Sus ojos se quedaron "clavados" en esas páginas. Fue pasando una por una las mismas, intentando comprender lo que decían. Acto seguido, tomó otro libro y los pergaminos, se había "desconectado" de las conversaciones y palabras que ellos daban, sus padres, hermanos, incluso de Genadio, quienes intentaban llegar a un acuerdo. Solo Mario y Doménico eran quienes lo estaban observando, interesados y llamándose entre ellos, con pequeños codazos, para así dar por cerrada aquella escena.

- ¡Es una locura, me niego a eso!.- Exclamó Amar, dando un golpe contra la mesa y llamando la atención de su hijo.- 

- Señorita, con el debido respeto, ustedes son los únicos que nos pueden ayudar para detener a las huestes de Francisco I de Francia.- Intervino Camilo, queriendo poner en orden las cosas.- 

- Estoy con mi esposa: Es una locura. Nuestros hijos no irán al Frente del Norte para enfrentarse a los Franceses.- Se negó Heracles, defendiendo esa postura y con ello llevó a que Mario diera un paso al frente.

- El Tío de ellos, Nicolás, está vivo.- Develó esa información y todo el "Salón del Trono" quedó sumido en el más profundo de los silencios.

- ¿Cómo dijo?.- Se acercó Genadio y tomó al italiano de los hombros.

- Que Nicolás, el tío de los chicos, está vivo y por eso nos envío con este tesoro. Halló algo muy importante en el Norte de Italia, justo en las proximidades de Rávena, la antigua Capital Imperial hacia los últimos años que dominó Roma el Mundo.- Le explicó aquel sujeto.

- ¡Sí! ¡Lo sabía! ¡El Tío Nicolás no iba a dejarse matar por los Franceses!.- Festejó Basilio. Sus padres intentaron calmarlo pero era en vano, podían notar esa motivación en sus ojos, ese cariño que le tenía a aquel familiar suyo.

- Hijo...- Intentaron ambos en que relajara. No funcionó y con ello estaban las hijas de ellos, Sofía y Lyudmila, las cuales se sumaron.

- ¿Saben lo que significa esto? ¿Lo saben?. Este libro fue escrito por los Romanos y también hay documentos de los Hérulos y los Ostrogodos, lo mismo de los Reyes Odoacro y Teodorico I El Grande de Italia. ¿No lo entienden?. Es de suma importancia todo esto y es nuestro Pasado. ¿Vamos dejar que los Franceses lo destruyan?. ¡Me niego rotundamente!.- Exclamó y de ahí fue hasta donde se encontraban los enviados de España y el Papado.- ¡Por favor, ¿cuándo partimos hacia el frente?!.

- Si él va, nosotras también.- Respondió Sofía, dando un paso al frente.

- Hijas...- Mencionó Amar, mientras que las abrazaba.

- Vamos a estar bien, mama, te lo prometo. Si les parece más bien y tranquilo de que vayamos para traerlo a Nicolás, no hay problema, pero si debemos combatir, lo haremos. Está en nuestra sangre.- Sostuvo Lyudmila, mirando a todos ellos, en especial a Aria y Asteria.- ¿No es así, chicas?.

La primera, quien tenía aquella cicatriz en forma de Rayo, causada por Sir Francis Drake durante la Batalla de La Coruña, Galicia, España, se levantó, sonriendo de forma tranquila, sembrando confiabilidad en sus parientes. Sus botas tocaron el suelo, la herida causada era un acto del sacrificio que había efectuado por su Patria, su hogar y su gente. 

- La guerra no es nada bonita, es un reguero de sangre, muerte y destrucción. Las ciudades arden, lo mismo los campos, pero no te puedes quedar de brazos cruzados. Sea quien sea, debes estar dispuesto a pelear y eso lo aprendimos de las historias que nos contabas de los "Últimos Bizantinos", ¿no es así, abuelo?.- Dijo y miró hacia aquel anciano, el cual se levantó.- 

- En efecto.- Respondió con aires de seguridad.

- Y esa misma motivación y determinación que nos diste nos ha guiado a lo que somos ahora: La Familia Paleóloga.- Añadió Asteria, quien mostró su arma de fuego y la espada con las que empleó durante la lucha contra los Otomanos en la Batalla de Lepanto.- Nunca creí que estaría en una guerra pero lo hice por nuestra Patria, la que nos dio la bienvenida tras lo ocurrido en 1453 D.C y estamos olvidando nuestro Pasado, mama, papa.- 

- Es cierto.- Reconoció Heracles y caminó hasta donde se hallaba un Óleo de Constantino XI Paleólogo, el último Emperador del Imperio Romano de Oriente.- Tus bisabuelos, León y Helena Paleólogo fueron los que trajeron a los refugiados desde Constantinopla hasta aquí, a Rusia. Olvidar ese momento es como no reconocerle a nuestros Héroes todas las acciones que llevaron a cabo. Sí, es verdad y eso me hace sentir asco de mí mismo...¡pero eso no volverá a pasar!.- Juró y le tomó de las manos a Amar.

Una madre sabe muy bien lo que deben hacer o no sus hijos, pero las palabras que Aria y Asteria dieron sobre la defensa de la Patria, los motivos que uno debía tener a la hora de combatir, eran imposibles de negar. Respiró hondo y de ahí, tanto ella como su marido los abrazaron con fuerza.

- Está bien: Vayan y traigan de regreso a Nicolás pero quiero que nos hagan un único favor.- Pidió ella.- Vuelvan sanos y salvos.

- Te doy nuestra palabra: Lo haremos.- Juró Basilio y ese abrazo duró un buen rato.

Tanto Francesco como Camilo vieron de que el asunto estaba cerrado, así que dieron un paso al frente, listos para comentar lo siguiente.

- Muy bien, veo que ya han tomado su decisión. Escuchen, no tenemos mucho tiempo y éste apremia: Su Tío Nicolás se encuentra cerca de la Ciudad de Rávena, allí es donde los enviaremos junto al Rey y Emperador Carlos I/V para que lo saquen de allí.- Les comunicó el Cardenal Italiano.

- Esta aventura no me la olvidaré. Lástima por ustedes, chicas.- Se dirigió Basilio hacia las nietas de Genadio.

- No te preocupes, un descanso es lo que nos merecemos, ¿quién sabe?. Por ahí nos mandan a otra aventura.- Auguraron las dos jóvenes.- Además, es su turno de vivir una experiencia como esa. Mucha suerte y no les dejen respirar a esos Franceses.- Finalizaron y tras ello se prepararon para el viaje que iban a hacer.

De vuelta en las proximidades de la Ciudad de Rávena, Nicolás había decidido quedarse allí para proteger la Estatua de Odoacro. Sabía muy bien que el peligro de los bombardeos crecía más cuando llegaban noticias desde el frente y lo peor era que las huestes de Francisco I no cejaban en detenerse, sino de que ya tenían dominado buenas extensiones territoriales del Norte, dejando en evidencia sus deseos de recuperar las viejas posesiones francesas que tuvo la Familia Capeto durante los tiempos de la Edad Media.

A su vez, las tropas españolas comandadas por Carlos I/V y Gonzalo Fernández de Córdoba, mejor conocido como "El Gran Capitán", habían comenzado con una contra-ofensiva, atacando tanto suelo italiano como francés, separando a las mismas, desbandando pero eso era algo temporario. Francisco I, por su parte, redobló la marcha para el Centro y Sur de Italia, poniendo en peligro a los "Estados Pontificios" y con estaba la amenaza sobre el promontorio donde Nicolás se hallaba resguardando ese tesoro invaluable.

- ¡Señor!.- Le llamó Carlo, el Capitán de la Milicia Local.- Sus sobrinos vienen para Italia, estamos listos para recibirlos.- Anunció y eso fue una bendición para aquel muchacho.

- Excelente, muchas gracias, Capitán. Ahora podremos poner a salvo esto, nadie se lo llevará. Lo juro.- Se prometió Nicolás, mientras que se veía una escena de los chicos Paleólogo que se iban junto a María hacia el frente y con ello Basilio aprovechaba para adentrarse más en el Pasado de su familia.

[¿Qué sorpresas se toparán en Italia? ¿Llegarán antes que los Franceses?. Todo esto y más en el próximo capítulo.

Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, Camaradas. Cuídense y buen inicio de día Jueves de mi parte.].




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