III
Tsuna tenía bastante estamina para alguien de cinco años. Corrió tras el pájaro tan rápido como podía, los ojos fijos en le cielo, esquivando por los pelos a los árboles que aparecían frente a él y tropezando con las raíces que trataban de ponerle las zancadilla.
Si realmente tropezaba con una raíz y se caía, rápidamente se ponía de pie y continuaba tras el pájaro, decidido a seguir al ave hasta su destino. El hecho de que Reborn le hubiese llamado uno nuevo era toda la inspiración que el niño necesitaba para completar su tarea. Pero conforme se fue acercando al otro extremo del bosque, Tsuna se dio cuenta de que si el pájaro no aterrizaba pronto tendría que abandonar su caza; Reborn le había dado órdenes explícitas de no abandonar el bosque. Por desgracia, el pájaro parecía haberse percatado de ello, y salió del bosque elevándose hacia el cielo, convirtiéndose al poco en una mota negra.
Suspirando decepcionado, el castaño se volvió con la intención de regresar a donde esperaba Reborn y jugar un poco más con sus bloques. Cuando algo frío le rozó la pierna, dio un gritito y retrocedió, esperando encontrarse con algún tipo de lagarto espantoso agarrado a su pierna. Pero no era un lagarto; era una bola saltarina. Observándola, Tsuna miró a su alrededor para buscar a quien la hubiese soltado. ¿Debía pertenecer a alguien, seguro? Recogiéndola, dio una vuelta de campana, buscando el nombre apropiado. Reborn era bueno con los nombres; ¿sin duda podría localizar al dueño?
Pero antes de que pudiese llevársela a Reborn, una voz le llamó-. Pequeño, ¿es mi pelota esa que llevas entre las manos?
De entre la espesura apareció un hombre adulto, más o menos del mismo tamaño que Reborn, con una cicatriz en la mejilla izquierda. Levantando la vista, Tsuna se dio cuenta de que este debía ser el hombre al que pertenecía la pelota. Se apresuró hacia él, ofreciéndosela tímidamente.
El hombre sonrió y le puso una mano en la cabeza-. Vaya gracias, pequeño.
Tsuna nunca supo qué ocurrió a continuación, sólo que un momento estaba devolviendo la pelota y al siguiente un trapo había sido colocado contra su cara y estaba inhalando algo que le daba sueño. Recordando las lecciones sobre autodefensa de Reborn, lanzó su codo y puño hacia atrás, acertando al hombre y haciendo que soltase la tela. Una vez se libró de ella, el niño utilizó tanto aire como le quedaba y gritó,
"REBORN!"
Y acto seguido perdió el conocimiento.
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Título original: "A Hitman's Honor"
Autor: Fallen Angel Of The Forgotten
Traductor: Una maleta llena de historias
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