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II

El parque era una de las pocas zonas a las que los ruidos de la gran ciudad no podían alcanzar; se encontraba nada más salir de ella en un lugar muy arbolado. No había mucho que contar de él; un pasamanos oxidado y viejo, un tobogán y un par de columpios. En lugar de lanzarse hacia el equipamiento sin embargo, Tsuna siguió a Reborn hasta su lugar habitual en un trozo especialmente iluminado de suelo y esperó hasta que Reborn se hubo sentado y comenzado a leer su diario para sentarse tras él, espalda contra espalda, y destapar su caja de bloques.

Esta era la forma en que siempre lo habían hecho; era una regla que Reborn había impuesto desde la primera vez que habían salido juntos y una que Tsuna se negaba a incumplir incluso cuando Reborn se lo permitía.

La mayoría de los padres habrían llamado a Tsuna dependiente (maldita sea, la mayoría de los niños estaban contentos yendo por su cuenta a esa edad). La mayoría de los críos eran ruidosos, molestos y en general problemáticos. Tsuna era educado, callado y amable. No iba en busca de problemas, no creaba problemas y hacía lo que se le decía. Y siendo sincero, a Reborn no le importaba que Tsuna se quedase cerca de él; hacía su trabajo más sencillo. Además, había algo reconfortante en la calidez del chico contra su espalda.
-¿Algo nuevo en las noticias? –Otra cosa familiar; Tsuna siempre le preguntaba si había algo nuevo en el periódico, puesto que todavía no podía leerlo solo. Reborn sonrió y ojeó el titular.
-Se ha hundido un barco en el Caribe; tres personas se ahogaron.
-¿A quién le han echado la culpa?

Reborn se detuvo-. Al segundo al mando. De acuerdo con el capitán, que se suponía que debía estar al timón, el segundo se volvió loco y trató de matarlo, y se cargó el barco en el proceso –resopló-. Un montón de basura.
Tsuna hizo un ruidito que él identificó como eso no está bien. Al tiempo que su naturaleza callada, el jovencito tenía una serie de sonidos, todos ellos con diversos significados. Reborn los entendía con facilidad, al igual que Nana, pero Iemitsu seguía tratando de hacer que Tsuna se abriese. Reborn bufó por lo bajo mientras daba la vuelta a la hoja.

Iemitsu no parecía capaz de comprender de que su hijo se defendía perfectamente por su cuenta. Sí, era algo más silencioso que la mayoría de los niños, pero eso sólo era porque lo estaba haciendo todo a su manera, tomándose su tiempo. No había nada de malo en ello. Maldita sea, eso mostraba que tenía un aguzado instinto de supervivencia y sentido común; dos cosas que un asesino a sueldo profesional necesitaba para sobrevivir un día cualquiera.

Un tiempo de confortable silencio cayó entonces sobre ahijado y padrino, conforme Reborn continuó leyendo su periódico y Tsuna trataba de construir el castillo en el que un día iba a vivir (Reborn le había enseñado una vez la cantidad de dinero que ganaba en un día de trabajo, y Tsuna había prometido construirse un castillo una vez tuviese suficiente dinero para ello, y sería lo bastante bondadoso como para invitar a Reborn, que ya estaría jubilado, a que fuese a vivir con él) con los bloques que le había dado su madre.

Llegados a un punto sin embargo, Tsuna vio algo azul por el rabillo del ojo y levantó la vista de su proyecto para encontrarse con un pájaro azul y negro dando saltitos de un lado a otro. Curioso, le dio un golpecito con el codo a Reborn-. ¿Tío Reborn? Qué es ese pájaro de allí? –lo señaló con el dedo. El asesino se detuvo en la lectura de un artículo para echar un vistazo.
-Uh, ése es nuevo. No puedes ver muchos arrendajos azules en esta zona.
-¿Crees que si lo sigo puedo encontrar donde está su nido? –preguntó Tsuna, ya de pie. Reborn se rió sin animosidad.
-Supongo que podrías probar. Lo único es que trates de no llevarte ningún huevo, ¿de acuerdo? Conseguirás que te saquen los ojos, y no quiero tener una conversación con tu padre que empiece con "oh, lo siento mucho pero parece que a tu hijo le ha sacado los ojos un pájaro durante mi guardia, ¿te apetece un vaso de agua?" –sonrió al tiempo que Tsuna rompía a reír, con lágrimas en los ojos.
-No te preocupes, tío Reborn, ¡no lo haré!
-De acuerdo entonces. Ya te estás yendo. ¡Y no vayas más allá de la zona arbolada! Ven en cuanto te llame, ¿me has entendido? –gritó según le vino la idea a la cabeza al tiempo que Tsuna rompía a correr persiguiendo al pájaro. El arrendajo, al ver al niño correr hacia él, se dirigió al bosque. Pronto niño y pájaro estaban fuera de vista, y Reborn suspiró, volviendo a su lectura.

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Título original: "A Hitman's Honor"
Autor: Fallen Angel Of The Forgotten
Traductor: Una maleta llena de historias

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