SIETE: SILENE OLIVEIRA Y ANÍBAL CORTÉS
SILENE OLIVEIRA Y
ANÍBAL CORTÉS
Sábado 11.01 P.M.
VEINTIUN HORAS DE ATRACO
La loca de Nairobi se la pasaba gritando de lo más animada, incluso me atrevería a decir que era la más contenta de todo el equipo, ella estaba en su salsa y a lo grande.
En ese momento me encontraba junto a ella en las máquinas de impresión apoyada en un barandal que dejaba ver toda la vista.
── Joder, que esto es una puta locura, macho── habló Nairobi viendo su obra.
── Es que eres una máquina, tía── le planté un beso en la mejilla── La verdadera estrella de este atraco.
── Calla chavala que hasta me la creo── rió mi amiga viendo su obra maestra── Oye Parisina, ¿tú estás bien, cierto?
── ¿Yo? Mira esto Nairobi, estoy de puta madre── respondí mirando toda la pasta siendo impresa.
── Dicen que eres la más lista con todo eso de relaciones humanas y eso pero al parecer eres la más tonta chavala── me regañó Nairobi tomándome por sorpresa── Sabes que no me refiero a eso, París.
── Entonces pregunta bien, con ovarios, tía.
── En Toledo, ¿te líaste con Denver, guarra?
Soltó tan de bofetón esa pregunta que ni siquera supe como reaccionar. Lo bueno era que mentir se me daba bastante bien y lo tenía que usar a mi favor para no joder las reglas del plan.
La táctica básica del mentiroso, decir una verdad mezclada entre un par de mentiras.
── El segundo mes en Toledo lo invité a mi habitación a beber una vez y ya── resumí sin darle importancia, dando mi mejor actuación── Sólo me saqué las ganas, jamás podría estar con alguien como él.
── ¿Nada más? Si crees que me vas a engañar, ni de coña── dijo Nairobi incrédula de mi historia── Que ustedes se pegan unas miradas muy golosas par de calientes.
── Nairobi, el amor es una buena razón para que las cosas fallen.
━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━
Denver junto con Berlín se encargaron de juntar a todos los rehenes en la escalera principal de la fábrica. También los acompañaba Río que llevaba cara desanimada a diferencia de Denver que le notaba sonreír cada vez que cruzábamos miradas. A veces un poco de diversión le podía cambiar el ánimo a cualquiera y era completamente necesario.
── Ahora estamos encerrados y la verdad no sé por cuanto tiempo── habló Berlín con tono de líder que lo puso en ese lugar── Mientras no me vuelen la cabeza yo voy a cuidar de ustedes.
Sentí como alguien se paró a mi lado, me giré a ver para encontrarme con Denver. Le señalé sus labios y mientras él creía que era porque tenía ganas de besarlo yo me refería que tenía brillo labial en ellos.
── Límpiate un poco── le susurré con la risa contenida por su cara de decepción── Pero después te pongo un poco más, te queda hasta bien.
── ¡Mientras tampoco intenten engañarme o comunicarse con el exterior, todo va a ir bien!── finalizó Berlín.
── Denver── susurré.
── Dime lo que quieras.
── Espero que lo que siento no sea tu mano en mi culo── lo miré con ambas cejas alzadas── Porque te la arranco.
Vi como Nairobi también llegó a la gran reunión montada, al verme junto a Denver me guiñó el ojo coquetamente a lo que yo solo respondí alejándome de él. No quería empezar a montar sospechas de la extraña relación que teníamos ya que eso nos pondría en peligro a ambos.
── A partir de ahora nos organizaremos── seguí hablando yo── Les asignaremos algunas tareas para que no se me depriman, claro.
── ¿Cómo te llamas?── preguntó Berlín al chico que encontré junto a Alison en el baño la primera vez.
── Pablo── respondió el adolescente.
── ¿Haces deporte, Pablo?
── Si, soy capitán de atletismo del colegio── dijo Pablo orgulloso de su título.
De inmediato se escuchó la risa de Denver junto a la de Río retumbar por el lugar. Admito que a mi igual me dio risa el niñato pero no le iba a hacer la gracia al cabrón.
── Da un paso al frente, capitán.
Y así fue como Berlín fue escogiendo hombres para que se dediquen al bricolaje de la parte inferior de la fábrica. Incluso al final se les unió Arturo Román, ya apodado Arturito por el resto del equipo, que fue lo suficientemente intimidado por Berlín como para que se inscriba a esa tarea sin tener experiencia. Pero no me podía concentrar en ellos al ver a una mujer mayor llorar descontroladamente en su lugar. No pude evitar acercarme a ella para tomar sus manos y ofrecerle algo de ayuda en un acto de empatía.
── ¿Se sentiría mejor si le traigo algún ansiolítico?── le susurré aunque ya teníamos la atención de todos.
La mujer entre llantos asintió temerosa.
── Sí, por favor.
── ¿Alguien más necesita medicación?── le pregunté a todos.
── Yo. Soy diabética── se escuchó una mujer por atrás.
── Yo estoy tomando sertralina── dijo otra mujer, si recuerdo bien el nombre, Ariadna Cascales, una de las encargadas de la administración de la Fábrica Naciona de Moneda y Timbre.
── ¿Nadie más?── preguntó esta vez Berlín.
── Yo... quisiera pedir una píldora abortiva── soltó Mónica Gaztambide con un valor que le aplaudo── Dijo que no sabíamos cuántos días estaremos aquí entonces quiero resolverlo cuanto antes.
No voy a negar que todos nos sorprendimos, era una de esas peticiones bastante extraña. Miré a Nairobi que me hizo una seña para que me acercara a ella.
── El crío es del jefe, Arturito, pero el hijo de puta no se quiere hacer cargo── me explicó Nairobi en susurros.
── Joder, Nairobi, que eres la vieja chismosa del atraco.
Vaya líos también hay aquí montados, aunque si Mónica y Román tienen problemas maritales es una relación personal afectada que podía usar a mi favor. Además, según veo la expresión de Arturo, él no quería que ella hiciera esa petición porque la cara de disgusto no se la quitaba nadie.
── ¿Algún problema Arturo?── me acerqué empuñando el arma── ¿Te molesta que Mónica haya pedido una píldora abortiva acaso?
Él levantó la mirada muy agrandado, cosa que me molestó mucho más.
── Sí.
── Me respondes, ¿qué puta mierda te molesta?── le escupí en la cara llena de rabia── Problema suyo lo que haga con su embarazo porque te llegas a meter, te meto el M-16 hasta la garganta.
Arturo no me dijo nada aunque sabía que quería gritarme mil rosarios de insultos sin embargo tampoco le daban los huevos de montar un escándalo frente a cinco atracadores armados.
── Tranquila París, deja al pobre hombre respirar un poco── me alejó Berlín de Román por compasión── ¿Nadie más?
Se quedaron todos en silencio entonces Berlín me pidió que me llevara a las rehenes medicadas al despacho de Arturo Román y alejarlas un poco de la presión del atraco. Antes de irme con las rehenes se escuchó la suave voz de Alison Parker interrumpir nuestras tareas.
── Yo... quiero entrar a internet y borrar una foto── dijo la voz de Alison Parker tímida── Es que me han engañado para hacerme una foto desnuda.
Joder con la juventud de élite.
── Todos ustedes podrán hacer un vídeo a sus familias── sentenció Berlín──Para que se tranquilicen y nosotros los envíaremos.
━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━
Yo me fui junto a las mujeres al despacho, ellas se sentaron en el sillón tomando el lugar del jefe para vigilarlas. Dejé la metralleta en el escritorio y me puse a pensar un poco de todo.
La verdad que en ese minuto traía una mala leche que nadie me iba aguantar. Todo esto se estaba volviendo medio estresante estar a cargo de todos emocionalmente, que si la viejita llora o la embarazada quiere abortar y la otra embarazada tiene crisis de madre primeriza a las siete de la mañana.
Inevitablemente, me puse a pensar en Denver y como me encantaba el tío, era muy extraño todo lo que sentía. Jamás me pasó antes que quisiera cuidar tanto de alguien como a él. Lo veían tan duro, fuerte, el rey de las peleas pero era relamente un niño sensible con miedos e inseguridades. Cada noche que pasamos juntos descubría más cosas de él, era una persona infravalorada en su mundo. Además nadie me tocaba como Denver.
Lo único que me jodía hasta la puta alma era pensar que jamás podré saber su nombre de verdad, como lo llaman sus amigos cercanos o su familia. Siendo realistas nunca tendríamos un futuro juntos porque al final de todo somos lo que somos, nuestra historia comenzó en Toledo y terminará acá mismo.
Caí de vuelta a la realidad sentía un nudo en la garganta y una presión en el pecho. Quería llorar de rabia de nunca poder elegir bien, pero no era el momento ni el lugar indicado para soltarme.
Vaya mierda me sentía en ese momento, una mierda más porque el Profesor nos advirtió todo este rollo de las relaciones, lo peor es que me acuerdo que me reí de la estúpida regla. Y ahora estoy pillada por un tío con nombre de ciudad.
── Oigan, una pregunta de mujeres── dije y me gané la atención de todas en la sala── ¿Cómo saben si alguien está enamorado?
Las cuatro mujeres se miraron entre ellas sin entender nada de lo que acabo de preguntar, y era verdad, es muy raro lo que acabo de hacer.
── Bueno, quizás es porque no es igual contigo que con el resto── habló Mónica bastante segura.
── Me caes bastante bien, Gaztambide── le sonreí aunque manteniendo la distancia entre rehén y atracador.
── También es atento y siempre anda preocupado por ti hasta en situaciones absurdas── añadió la abuelita dejando ya el llanto.
── Dicen que si intenta llamar tu atención o impresionarte es porque está enamorado── se unió Ariadna.
Así se armaba el centro del amor que está montado en menos de tres minutos.
Me quedé pensando en lo que me dijieron las rehenes hace unos segundos y como Denver podía encajar en algunas. En realidad encajaba en todas el cabrón.
No es igual con el resto de la banda como cuando nos quedabamos hablando hasta la madrugada de todo lo que nos había pasado. Debajo de toda la pinta de macarra que llevaba, en realidad le gustaban los mimos.
Siempre era atento conmigo hasta cuando una vez jugamos fútbol en Toledo y Río me tiró al suelo. Denver convenció al Profesor de que no debía volver a jugar por la caída y además sacaron a Río con roja por botarme.
Y vamos, Denver siempre intenta llamar la atención de alguna manera de todos. Es Denver de quien estamos hablando, el rey de la fiesta y la buena vida, el payaso de la clase.
── Hostia puta── susurré.
Agarré la metralleta y me fui del despacho encerrando al resto de chicas. Eso si, antes les di las gracias a las chicas por la agradable charla compartida, incluso me sirvió para aclararme un poco las ideas.
━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━
Me tocaba hacer la guardia a los rehenes que no tenían ningún trabajo, en su mayoría eran los críos de la escuela. En eso se acercó Tokio que venía de su descanso y se sentó conmigo en la escalera.
── ¿Qué te pasa?── me preguntó ocupando el icónico mote me había puesto.
── ¿Cómo lo haces con Río, tía?
──¿De qué coño hablas, París?── volvió a preguntar Tokio ante su confusión.
── Eso, tía, ¿cómo coño lo haces para que su relación no se entrometa con el plan?── dije girando mi vista hacia los rehenes── Para no estar pensando todo el rato si le va a pasar algo.
── Joder, sabes que las cosas del amor no son lo mío── me respondió Tokio indiferente y agregó con una pequeña sonrisa cómplice── ¿Estás bien? ¿por qué preguntas eso?
La verdad es que nadie sabía de la extraña relación que compartía con Denver, lo decidimos así por lo peligroso que podía ser para nosotros que se enteraran que nos atrevimos a romper una de las primeras reglas de todo el plan.
No sabía que responderle sin parecer sospechosa de algo, pero fui salvada por la campana. Justo llegó Río aunque no se le notaba buena cara, junto a Tokio lo vimos a lo lejos a Río apoyarse en una pared mientras ponía muecas de quejarse de dolor.
Nos miramos ambas y sin siquiera hablarlo fuimos corriendo a verlo. Cuando llegamos a su lado me sorprendí al notarlo tan golpeado en todo su rostro, se lucía una herida abierta que soltaba sangre aún. Tokio se tomó la libertad de levantar la polera gris de Río, lo que se encontró fue absolutamente brutal. Los múltiples moretones estaban por todo el abdomen evidenciaban la paliza que le dieron hace muy poco.
── ¿Qué mierda pasó, Río?── pregunté yo intentanto guardar el grito que tenía en el pecho.
Río no me respondió ya que Tokio se adelantó a cualquier movimiento sin esperar explicaciones. Caminó sin dirección lo que me pareción sin sentido, hasta que la vi sacar el arma y con puntería limpia disparó sin titubear a la cámara de seguridad custiodada por el Profesor.
El ruido de la bala asustó a todos los rehenes, miré a Río que estaba más confundido que los propios secuestrados.
── Joder, Tokio no podemos tener ni una puta conversación── hablé pero no me escuchó ya que soltó otro disparo a otra cámara.
La seguí corriendo hasta el comedor, Tokio solo ignoraba mis gritos que la llamaban a la cordura, ella estaba completamente presa de la rabia, no estaba pensando en nada. Solo sentía la rabia de ver a Río de esa forma lo que la volvía completamente peligrosa.
De pronto llegó Helsinki y Oslo al comedor empuñando el arma directo a Tokio a lo que ella también les respondió en amenaza levantando su pistola.
Helsinki le gritaba cosas en su idioma para que ella baje la guardia porque junto con Oslo estaban dispuestos a dispararle.
── ¡Tokio la puta madre baja el arma!── le grité sobre los otros gritos de Helsinki.
El teléfono sonó, se trataba del Profesor que seguramente ya estaba al tanto se todo le lío montado en un momento. Fui a contestarle cuidadosamente ya que Tokio tambien me estaba mirando nerviosa.
── Helsinki, bajen el arma── ordené a Helsinki y Oslo pero estos no me escucharon por lo que decidí esta vez gritar── ¡Que está inestable, hostia! ¡Como una puta cabra!
── ¡Si alguien le vuelve a poner una puta mano encima a Río te juro por Dios que el siguiente tiro va a ir contra Helsinki, contra Berlín o contra ti!── gritaba Tokio a la cámara que daba con el Profesor. Miré a Helsinki y Oslo que la seguían apuntando pero se miraban entre ellos sin entender que le pasaba── Tú estás afueran en libertad, pero nosotros nos estamos jugando la puta vida en esta ratonera.
── ¿Qué se supone que estáis haciendo?── llegó Berlín a los gritos.
Al ver su presencia, Tokio apunto directamente su arma hacia él. La tensión en ese lugar era palpable, Berlín me miró esperando que le explique la situación a lo que solo negué lentamente lo que él entendió.
── Helsinki, bajad el arma.
Inmediatamente los serbios le hicieron caso al líder, por lo que Tokio se convirtió en la única persona armada de la habitación. Nos apuntaba a todos esperando que alguno le busque la pelea pero su crisis de furia le estaba pasando la cuenta y ella también se estaba dando cuenta.
De pronto llegó Río con su arma en alto a aumentar la temperatura, cuando iba dispuesto a defender a Tokio fue empujado directo al suelo por Berlín lo que no se le complicó al estar Río bastante herido.
── ¿Dónde vas, muchachito? Ya has hecho bastante por hoy── dijo Berlín mirándolo desde el suelo.
Eso hizo que Tokio vuelva a apuntar a Berlín con más rabia que antes. Esta vez me puse entre el cañón y Berlín para que me mirara.
── No me jodas, Tokio── susurré mientras ella tenía el arma en mi cabeza.
── ¿Y ahora qué?── la desafió Berlín.
Ni siquiera supe lo que ella estaba gritando, sólo se dedicaba a desplegar una carta de amor mientras todas las miradas estaban ella. De pronto Tokio cayó la realidad como un bloque de cemento que se partía en el suelo.
── Vuestra historia de amor mandó su plan de fuga a la mierda── se escuchó la voz del Profesor desde el otro lado── Ya saben quienes son.
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