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DIECIOCHO: CONTROL DE DAÑOS


CONTROL DE DAÑOS


CINCO MESES ANTES
Martes 13.48 P.M

   El almuerzo ya había terminado, las clases la retomaríamos en un par de horas para descansar un poco. No había mucho que hacer, mañana se cumplía mes de haber llegado a este lugar y me sentía como una extraña con nombre de ciudad. Todavía no me sentía del todo cómoda rodeada de gente a la cual no tenía permitido conocer ──nada de preguntas personales fue una de las reglas primordiales que nos impuso el Profesor──, es por eso que sólo me limitaba a estudiar el plan ya que la única persona con la que hablaba era Río, pero cada vez que tenía la oportunidad de cambiarme por Tokio no lo pensaba dos veces.

   No sé por qué me pareció una buena idea extender una manta en el pasto y tirarme sobre ella. El cielo estaba despejado a esas horas de la tarde, el clima estaba templado por lo que en mi soledad se sentía bastante cómoda. A veces me preguntaba si realmente extrañaba la vida que llevaba antes de acceder a este alocado plan, incluso todavía me cuestionaba si algo de esto tenía sentido, traer de vuelta la agitada vida de Madrid donde me tocaba huir todo el tiempo sintiendo todo el rato una mirada sobre mi espalda, ahora estas últimas semanas vivía en una extraña clase de libertad limitada que compartía con un grupo de gente desconocida a las que estoy casi segura que no les agrado en lo absoluto.

   Busqué la cajetilla de cigarrillos que traía en el bolsillo, después de prenderlo le di una larga primera calada sintiendo el humo ingresar por mi boca y el alivio de expulsarlo. La mayoría de la banda debería estar descansando, o encerrados en sus propias habitaciones ya que no les escuchaba cerca, fue por eso que terminé ahí, acostada en el patio de la finca disfrutando de un cigarro de dudosa calidad porque en ese lugar no habían muchas tiendas cerca de las que abastecerse.

   ── París── la voz del Profesor me hizo abrir los ojos del pequeño trance al que había entrado después de un rato── Que bueno encontrarte, te andaba buscando hace un rato.

   Me acomodé rápidamente nerviosa, moví mi mano de un lado a otro con la intención de disipar el humo que me rodeaba todavía.

   ── ¿Qué sucede, Profesor?── pregunté preocupada.

   Me guardé el gesto de sorpresa cuando el hombre tomó asiento a mi lado, siempre de un semblante serio y lógico admirable. Miré hacia alrededor sin encontrarme a nadie, por lo que solo se trataba de la mente maestra del plan y yo.

   ── ¿Desde cuándo fumas?── soltó sin dejar de observar el cigarrillo que se consumía todavía entre mis dedos.

   Levanté una ceja un tanto descolocada. Me quedé sin palabras los primeros segundos, sin embargo no le tomé peso.

   ── ¿No era que nada de preguntas personales?──dije seriamente. El Profesor asintió nervioso, se acomodó las gafas con torpeza sin saber qué contestarme lo cual me hizo gracia ya que era un tío bastante tímido después de todo── ¿Acaso quieres? No tengo problema con compartir── le ofrecí.

   ── Y-yo no hago eso... gracias igualmente.

   Asentí entendiendo sus razones, entonces le di una pequeña calada al cigarro para no desperdiciarlo. Tiré el humo hacia un lado para no molestar al Profesor sentado a mi lado que me seguía observando como si estuviera haciendo algo totalmente bueno, él lo trataba de disimular, sin embargo cuando nos quedábamos callados se formaba un extraño ambiente poco cómodo donde parecía que ambos teníamos cosas que decir pero ninguno se atrevía a soltar la primera palabra.

   ── Yo...── inesperadamente habló y me giré a verlo── No creo q-que sea lo mejor para ti.

   ── ¿Perdón?── cuestioné sin entender de lo que hablaba.

   ── Fumar.

   Ahora sí que no pude evitar soltar una pequeña risilla antes de contestar: ── Bueno, que igual me termino muriendo en medio de un atraco, ahora mismo no creo que un cigarro sea el mayor de mis problemas.

   El Profesor se que quedó viendo con seriedad, como si mis palabras no hubiesen sido lo que él esperaba. Por mi parte me quedé viendo el paisaje verde que ofrecía ese lugar con un pesado silencio que te hacía sentir solo en cualquier parte. Me animé a darle una última calada al cigarrillo que le quedaba menos de la mitad, y antes de exhalar el humo por mi boca lo apagué contra el pasto.

   ── Ya está── le mostré el objeto apagado todavía humeante. Él asintió con una pequeña sonrisa forzada para no hacerme sentir mal, negué con gracia tratando de sonar amable, cosa que me estaba costando un poco últimamente al estar relacionándome con gente nueva── Bueno, no prometo que va a ser el último de mi vida── su semblante volvió a ser serio por eso me apuré en arreglar la oración──, pero si el último de hoy. 

   El Profesor asintió poco convencido con mi promesa. No me importó mucho si me creía o no, entonces entre nosotros se formó lo que se podía definir como un ambiente de calma donde el viento de Toledo hacía sonar las hojas de los árboles golpeándose entre ellas. Estaría mintiendo si negara el hecho de que me entraron las ganas de encender otro cigarro en ese tranquilo lugar, sin embargo me controlé porque mi inesperado acompañante no estaba del todo de acuerdo con eso. Éramos un irónico contraste de apariencias, él iba correctamente arreglado con su estilo de bibliotecario con gafas de pasta que poco hablaba y cuando lo hacía era casi titubeante de decir algo malo, por otro lado yo, con el pelo rosado casi decolorado por el tiempo, ropa negra porque me daba pereza combinar colores, y las pocas veces que interactuaba con el resto era para responder cortantemente lo que me habían preguntado.

   ── ¿Profesor?── dije rompiendo el ambiente callado── ¿Puedo preguntarle una cosa?

   ── Obviamente, dime.

   Su manera tan correcta de actuar me decía mucho de él, era una persona calculadora y perfeccionista. Justamente por esta última cualidad es que la duda que traía desde que llegué esa mañana a Toledo sin ninguna expectativa me seguía haciendo tanto ruido en mi cabeza.

   ── ¿Por qué estoy aquí?── solté antes de darle tiempo a interrumpirme── No me lo tome en plano existencial, sabe que me refiero al plan.

   Creí que iba a contestar más rápido, quizás fui bastante directa o precipitada llevando relativamente poco tiempo. Lo escuché suspirar, se quitó los lentes y con un paño que sacó del bolsillo de su chaqueta comenzó a limpiar los cristales con delicadeza para no dañarlos.

   ── La importancia de la psicología radica en su preocupación por el bienestar del ser humano al tratar de entender y explicar cómo y por qué las personas actúan de tal o cual manera, busca orientar las acciones humanas de un modo consciente── explicó con seguridad. Asentí comprendiendo su punto, sin embargo el Profesor decidió seguir complementando la idea── Es necesario controlar a los rehenes, sí porque son un riesgo, recuerda que se tratarán de humanos temerosos que buscarán sobrevivir todo el tiempo. Pero sabes qué es más fundamental.

   ── ¿Qué?

   Me señaló.

   ── Tú── respondió── Berlín, Nairobi, Río, Tokio y todos los demás. Porque sois vosotros el peligro más latente que estamos metiendo al banco, es por eso que necesito a alguien capaz de adelantar cualquier movimiento, y mucho mejor que esté en el mismo bando, ¿no?

   Comencé a jugar con mis dedos sin darme cuenta, miré al Profesor por un momento. El aire frío nos pegó en el rostro directamente, pero no nos importó, era la primera vez que tenía la oportunidad de charlar con aquel misterioso hombre desde que lo encontré en Madrid y cada vez estaba más convencida de su necesidad absoluta de sentir que tiene todo bajo control, lo que no sabía era que eso es absolutamente imposible cuando se trataba de personas.

   ── ¿Y qué quiere que haga?── hablé viendo el paisaje natural que nos rodeaba── ¿Les disparo cuando se rebelen contra las reglas?

   ── No, claro que no── soltó en tono alarmado, rodé los ojos ya que no se dio cuenta que no iba en serio── Te pido que seas ese hilo conductor, tampoco que seas una segunda madre para los rehenes, más bien si ves una actitud o una potencial decisión que ponga el peligro el curso del plan... puedas, ya sabes...── comenzó a titubear y a mover sus manos, lo que me confundió── Convencerlos.

   ── ¿Manipularlos?── pregunté directamente, el Profesor relajó sus hombros afirmando con su cabeza nervioso. Busqué la botella de agua que había traído, fumar me secaba la garganta y sumado con la conversación necesitaba beber algo── ¿Y cómo lograré eso?

   ── Bueno, pues para eso estamos acá.

   Su reloj empezó a sonar, revisé la hora en el mío dándome cuenta que ya era hora de la próxima clase en el aula. El Profesor se puso de pie, sin embargo lo detuve cuando hablé.

   ── ¿Y qué pasa conmigo?── pregunté todavía sentada con las piernas cruzadas y una expresión de duda en rostro── Yo también puedo ser un peligro para el plan, ¿realmente confía en mí para esto?

   ── ¿Sabes por qué te elegí?── levanté ambas cejas casi expectante── Porque estoy completamente convencido que no viniste a fallar, no es necesario conocerte para darme cuenta que somos más parecidos de lo que piensas, París.

   El Profesor me extendió su mano para ayudarme a levantarme, lo quedé observando un par de segundos sabiendo que ese amable gesto iba más allá, por eso su mirada era más intensa que antes. Finalmente tomé su mano con firmeza para ponerme de pie, él sonrió entiendo que le estaba dando un voto de confianza único, fue por eso que finalizó con una frase la cual me acompañó durante todos los días, incluso cuando las cosas se pusieron horribles y todo tomó un tono más oscuro.

   ── Te prometo que no te voy a fallar.
























Jueves 01.10 A.M
CUATRO HORAS DESDE EL TIROTEO

   ── ¿Cuál es el estado de Moscú?── escuché del otro lado de la línea la voz del Profesor.

   ── Lo tengo como un colador y con el tiempo acabándose── Berlín se adelantó a responder sin mucha delicadeza en sus palabras. 

   ── ¿Dónde le han dado?

   ── En el abdomen, seguramente en el hígado, pero no se puede saber mucho más── esta vez yo contesté. Me encontraba sentada en una de las sillas cerca del teléfono, acompañaba a Berlín que estaba de pie, no podía dejar de mirarlo con rencor por sin olvidar lo que había escuchado en el baño── La policía no accedió a meter equipo médico y Moscú se niega a salir de la fábrica.

   ── ¿Tú cómo lo ves, París?

   Levanté mi vista hacia Berlín, no era necesario conversarlo o simplemente hablar para saber que estábamos bastante jodidos.

   ── Peor de lo que me gustaría admitir── suspiré frustrada pasándome una mano por el rostro.

   ── ¿Y Denver?

   ── Obvio que no está bien, Profesor── respondí molesta con la pregunta── Su padre se está desangrando sobre una mesa y no podemos hacer nada por él, ¿cómo crees que está?

   ── Lo-lo siento, s-solo asegúrate que no haga algo que lo pueda perjudicar.

   ── Moscú asegura que en unas horas podemos embocar el túnel── intervino Andrés sonando más frío, no importaba la situación, nuestro atracador al mando no perdía el toque profesional.

   ─Tengo a los serbios aquí, vamos a picar nosotros también desde este lado. Y voy a localizar al médico ucraniano── nos informó el Profesor. Se le escuchaba agitado, ansioso y comprobé aquello cuando soltó lo último── De todas formas, tenéis que salir cuanto antes. La situación es crítica aquí afuera.

   ── ¿Qué sucedió?── le preguntó Berlín.

   ── Bueno, como ya saben v-vosotros sois familia directa── tragué saliva manteniendo la vista fija en mis uñas chocando contra la mesa constantemente── Tu rostro, París, está en todas partes, saliste en cadena nacional, fue cosa de minutos que el sistema te reconociera e hicieran la conexión.

   ── Que bonito, ahora creen que esto es un atraco familiar── me sonrió Berlín haciendo que rodara los ojos ya sin ganas de discutir── ¿No te parece un lindo reencuentro, Profesor?

   ── Berlín, por favor── lo regañó sin gracia alguna.

   ── Cierra la puta boca de una vez, por favor── susurré cerrando los ojos con fuerza sintiendo como mis ojos amenazaban con arder, fue demasiado tarde para darme cuenta que el temor ya me había ganado la partida hace rato y cuenta de ello fue que mis palabras eran temblorosas── Profesor, ¿qué tanto saben?

   Incluso Berlín se quedó en silencio sacando la sonrisa de su rostro ante lo directa que había sido. Mi pierna comenzó a subir y bajar involuntariamente, mi nerviosismo me quería jugar una mala pasada al querer hacerme salir corriendo del lugar que habíamos adoptado como la sala de mando porque no quería escuchar la respuesta. Desde el exterior, el Profesor también era consciente de que no era un tema fácil ya que se tomó su tiempo intentando encontrar las palabras correctas donde no había más que verdad.

   Un pesado suspiro se oyó del otro lado de la línea.

   ── Tienen tu nombre, tus antecedentes... y toda tu historia.

   ── Lo saben todo, ¿cierto?── repetí tratando de sonar más segura.

   ── Sinceramente, no creo que sea necesario esta conversación── intervino Andrés tratando de tomar mi mano, pero fui más rápida cuando la quité con brusquedad── París...

   ── Joder, te lo pedí por favor── regañé a Berlín en voz baja porque no me daba la fuerza para gritarle── Profesor, responda.

   ── Si es que te refieres a tu hermano y tu madre, sí, están hablando de ellos── soltó de una vez sin más rodeos. Tomé aire llenando mis pulmones, tenía que ser fuerte más que nunca teniendo en cuenta en la situación en la que nos encontrábamos pero la curiosidad de saber fue más fuerte── París, tú sabías que esto iba a pasar tarde o temprano, era a lo que te expusiste aceptando tomar el mando del plan Camerún.

   ── Lo sé, sólo tenía la duda── me levanté de la silla con torpeza── Yo os dejo, voy a ver a Denver... él e-está mal.

   ── París── me volvió a llamar, sin embargo Berlín asintió haciéndome saber que no había problema con que abandonara la conversación. 

   ── Déjala, es entendible── fue lo último que escuché de parte de Berlín.


























   Era cosa de entrar para escuchar a lo lejos el sonido del pico contra la roca que nos separaba del exterior, los jadeos de Denver hacían eco en el túnel. Ya había estado ahí, sin embargo no habíamos cruzado ninguna palabra porque estábamos a nuestro rollo, por lo que me dediqué otra vez me dediqué a sacar las pesadas rocas que iba dejando a su paso y estorbaban el estrecho paso. 

   Mientras él picaba sin detenerse yo no podía dejar de pensar en todo lo que la prensa amarillista debía estar diciendo sobre mí, totalmente expuesta al mundo, como la cara de Marcos y mi madre debía estar en las noticias por mi culpa. Ninguno debía estar orgulloso de mí, no dejaba descansar en paz su memoria y ahora me había convertido en una de las criminales más buscadas de toda Europa. Sabía que me metí en esto solita, sin embargo realmente creí que era más fuerte, joder, siempre tan confiada de mí misma y ahora temblaban mis manos al imaginar que mi rostro siempre estaría relacionado al de Berlín, el cual, queriéndolo así o no, era considerado como familia para los medios.

   Joder, no me quiero imaginar toda la mierda que estos eran capaz de tirarme. Ladrona. Manipuladora. Seguro que es culpa de la madre por haberla criado con pocos valores. Es por eso que su hermano está muerto, ¿qué más se puede esperar de una familia así? ¿Y dónde está el padre? Pobre chiquilla, tan joven y ahora está condenada a terminar  peor que ellos.

   Tuve que soltar lo que llevaba y dar unos pasos hacia atrás para que las piedras no golpearan mis pies. Limpié mi rostro con la manga del overol sintiendo como un par de lágrimas se atrevieron a caer.

   Porque ahí me di cuenta que si este robo no salía bien, estaba acabada.

   ── ¿París?── Denver dejó de picar por primera vez en horas, el ruido lo alertó de mi presencia. Su respiración era agitada, y su cuerpo estaba manchado de tierra mezclado con su propio sudor del esfuerzo constante que estaba haciendo── ¿Todo bien?

   Lo miré y asentí tratando de aguantarme todo lo que traía dentro. Aprovechando su atención me acerqué a él, su mirada estaba casi perdida sus ojos me delataron que había llorado.

   ── Tienes las manos lastimadas── susurré tomándolas con delicadeza, él soltó el pico dejándolo caer al piso. Seguramente mi actitud lo descolocó, sobre todo cuando acaricié su mejilla con suavidad── Denver, tienes que ir a verlo.

   Soltó un bufido negando con fuerza. No le quería decir que no tenía sentido que siguiera ya que aunque desde el otro lado del túnel el Profesor se ponga a ayudarnos, el tiempo que tanto habíamos intentado conseguir durante estos días y que había sido nuestro principal aliado que convertíamos en dinero, ahora era nuestro peor enemigo porque a Moscú se le estaba agotando. Sin embargo aquello Denver se negaba a verlo.

   ── No── fue lo único que dijo cuando una lágrima rodó por su mejilla. Pasé mi dedo por su piel para limpiarla mientras que él cerró los ojos en ese segundo── No me digas eso, por favor.

   ── Sabes que eres el único que puede convencerle para que se entrege y lo puedan llevar al hospital── hablé en un tono suave sin soltar su mano. Realmente me estaba esforzando para encontrar la manera correcta de hablarle con la cruel verdad sin hacerle daño── Pero para eso tienes que detenerte. Moscú necesita urgentemente la ayuda médica que nosotros no podemos darle.

   ── París, sabes que la única manera de salir de acá es por este túnel y lo voy a hacer con mi padre── me señaló la pared de piedra que teníamos al frente── ¿Sabes por qué?

   ── ¿Por qué?── pregunté ante sus ojos azules llenos de terror por el incierto futuro.

   ── Porque cuando salgamos de esta, tú ya no vas a ir vestida con un mono rojo, no, vas a ir de blanco y te vas a ver preciosa como siempre. Al otro lado te voy a estar esperando en un altar con toda la felicidad del puto mundo── me sonrió cuando tomé sus mejillas entre mis manos polvorientas. Recordé la extraña e inesperada propuesta de matrimonio de su parte en Toledo, esa propuesta de una vida juntos que no acepté por miedo a todo lo que nos podía pasar, pero a Denver le daba esperanzas── Y necesito a mi padre ahí, a mi lado para que lo vea y se sienta orgulloso, me tome del hombro y se emocione vivo. ¿Ahora me entiendes?

   Asentí con dificultad entrelazando nuestras manos y sintiendo ese calor que tanto necesitaba en estos momentos. Juntamos nuestras frentes con los ojos cerrados por unos instantes donde todo pareció estar tranquilo, apreté mi agarre más fuerte aferrándonos al otro sintiendo el silencio del túnel acoger nuestros peores temores.

   ── Bueno, ¿qué? ¿Nos ponemos al lío?── llamó Río bajando por las escaleras hacia nosotros con el pico en la mano. Cuando nos encontró se quedó quieto al vernos juntos y una sonrisa sincera se formó en su rostro, parecía contento── Uy, perdón.

   ── Vale── respondió Denver dejando un rápido beso en mi frente causando que me sonrojara ante tal inocente gesto── Al lío.













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Voy a llorar, no quiero seguir avanzando porque me niego a despedir a Moscú)): pero vivo por Denver y París

+ Me di cuenta que no existían escenas entre París y el Profesor??? Amé hacerla y escribir a Sergio la intentando cuidarla sin saber cómo JKHGJHGF en fin, a este punto me encanta escribir flashbacks

Para finalizar nuevamente gracias por los votos y comentarios <3<3

pd. pásense por el apartado del cast y playlist que acabo de remodelar para que se vea más decente <3









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