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DIECINUEVE: PLAN VALENCIA


PLAN VALENCIA

Domingo 16.40 P.M.
CUARENTA Y NUEVE HORAS DE ATRACO

Iba caminando atrás de Tokio camino a la sala de mando donde nos esperaba junto a Berlín una de las llamadas de control del Profesor. Que curiosamente cada vez se habían vuelto más inconstantes, pero mejor tarde que nunca dicen.

Llegamos y el primero en tomar el teléfono fue Berlín por lo que yo literalmente estaba en la fila para poder hablar con el Profesor desde el exterior. Además entraron Nairobi con Denver para ver cómo reaccionaría nuestro Profesor al decirle que la rehén que supuestamente había sido asesinada, ahora resultaba que estaba viva, igual que siempre.

── Digamos que estaba en un viaje espiritual── dijo Berlín con el auricular en su oreja y mordió una manzana que se encontraba encima de la mesa. De pronto me fijé en como su expresión cambió del falso optimismo a uno más serio── Me duele horrores oír eso, creo incluso que es una medida bastante injusta.

Cuando Berlín chasqueó los dedos entró Oslo con Mónica en brazos, esta vez mejor vestida. Con su respectivo mono rojo y otra polera en mejores condiciones. Oslo la llevó al lado de Berlín para que el Profesor a través de las cámaras que llevan hacia el hangar, pueda observar el milagro ocurrido.

── ¿Cómo te llamas?── le preguntó Berlín acercándole el teléfono a la secretaria.

── Me llamo Mónica Gaztambide── respondió la mujer sin entender mucho lo que sucedía.

Mónica miraba a todos lados, a cada atracador con miedo a que alguno le fuera a hacer algo. Debe estar asustada por lo que sus sentidos se encontraban alerta.

── ¿Y estás viva?

── No, joder, va a estar muerta── habló Nairobi indignada desde atrás con Denver── No te jode.

── Estoy viva── igualmente aclaró dudas la misma Mónica.

── Y muy guapa, gracias, anda a descansar── dijo Berlín ordenando a Oslo que se la llevara de vuelta con el resto de rehenes── ¿Viste por qué eres un hombre injusto?── preguntó y después de unos segundos me tendió el teléfono── Necesita conversar contigo, cuidado con lo que dices── susurró lo suficientemente bajo como para que el teléfono no lo captara.

── Profesor── contesté.

── Necesito saber qué está pasando ahí adentro ,París y con lujo de detalle── sonaba medio enojado.

── Vamos a ver── suspiré cerrando los ojos── Berlín le ordenó a Denver ejecutar a una rehén pero no lo hizo, la escondió hasta que la encontramos.

── Entonces no lo sabías.

── Me acabo de enterar Profesor, ya verás que estamos lo bastante ocupados como para también andar jugando a la ouija buscando rehenes fantasmas── me giré a ver a Denver que me observaba sin decir nada── Ah, y la identidad de Berlín está por todos lados.

── Estoy al tanto, yo planté el botón en el Seat Ibiza── confesó── Tómalo como castigo por cruzar la línea roja.

── ¿Estás de broma? Que casi mata a Denver por creer que había sido él── susurré enojada para no ser escuchada por el resto del grupo── Nos jugamos la vida todos contra todos para defenderlo.

── Pero ese es tu trabajo, que no ocurra París── advirtió el Profesor── Recuerda cuál es tu misión ahí adentro, evitar que se maten entre ustedes, por eso los estudiaste a cada uno.

── He tenido cuatro metralletas en la cabeza por tener la cabeza fría── solté encabronada── No soy la madre de ninguno.

── A ver, París── tomó una pausa para pensar sus palabras── Analizamos cada variable de comportamiento, incluso, estaba el recurso Escarlata que según veo no sirvió de mucho ¿me equivoco?── hizo una pausa para que respondiera── ¿París, aplicaste el puñetero analisís o no? Es muy importante saber el estado de Denver.

A lo que se refería el Profesor con el 'RECURSO ESCARLATA', era lo más desesperado que se tenía, y se usaría en el caso de que se cruzara la máxima línea roja de este plan. Un protocolo en caso de asesinato de algún rehén que consistía en volver a recuperar la confianza de los rehenes. Cosa que ya habíamos perdido por completo. También tenía que ver el estado psicológico del ejecutor, porque en este plan ninguno de nosotros tenían algún antecedente de asesinato. Eso también era una fundamental parte de este plan, por lo que si alguna de nuestras identidades salía a la luz, no podrían usar la excusa de que los jóvenes estudiantes se encontraban encerrados con un grupo de asesinos.

Excepto con Helsinki y Oslo.

Cuando con el Profesor diseñamos este recurso, fue pensando hasta el peor de los escenarios aquí adentro. Si quizás por algún motivo intencional o accidental alguno de nosotros acababa con la vida de un inocente, vendrían ciertas consecuencias propias de los seres humanos; el remordimiento, la culpa eran los más comunes. Y un atracador con inestabilidad era lo más peligroso que se podía meter a esta fábrica. Un loco armado.

── El recurso Escarlata será aplicado de igual manera Profesor, es necesario── respondí girando mi vista a Denver── Pero en realidad no es lo que me preocupa ahora.

── Una pregunta, París, ¿aún no conoces la identidad completa de Berlín?── preguntó sonando más nervioso que antes.

── No aún, aunque escuché lo que estaban difamando sobre él── me apoyé en la mesa── Te recuerdo que leí cada ficha criminal y la de Berlín no decía nada de eso.

── Es una estrategia de la policía.

── Vaya hija de puta la Raquel Murillo.

Miré a mi alrededor si se encontraba Berlín en alguna parte, no quería que escuchara porque si sabía lo que se estaba conversando perdería el control.

── Otra cosa Profesor, pongo seriamente en duda la capacidad de liderazgo de Berlín── dije suspirando y mirando que Berlín no se anduviera paseando cerca── Sobre todo cuando pone la vida de nosotros mismo en riesgo. Ese cabrón además de cínico está perdiendo el control con tanto poder que tiene aquí adentro y lo sabes. Es una bomba de tiempo.

── Vamos a ver París, tú sabes perfectamente que hacer, y ahora tómate tu trabajo en serio── terminó con el tema en tono severo sin darme la chance de defenderme── Ahora con este bonito final podemos poner el marcha en Plan Valencia── me colgó.

Dejé el teléfono en la mesa pensando en lo que me había dicho.

Justo en ese momento llegó Berlín a la sala de mando. Tenía que mantenerlo a raya al hijo de perra más cabrón de todo el plan, por lo que tendría que aprender a ser más intimidante que él. Nairobi, Denver, Berlín y Helsinki esperaban que hablara. Sabía lo que querían escuchar, entonces les tuve que dar en el gusto.

── Se pone en marcha el Plan Valencia.

El PLAN VALENCIA se basaba aún en la frase el tiempo es dinero. Consistía en crear una paranoia dentro de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, un engaño tan grande que las autoridades se vean obligados a pedirnos entrar para poder asegurarse que no habíamos sido tan cabrones de matarlos a todos en un arrebato de ira. Lo que nos daría dos horas de ventaja que se traducirían en un poco más de cuatrocientos millones de euros.

¿Cómo se llevaría a cabo? Fácil, haciendo mucho ruido.

Las balas de una ráfaga de tres M-16 serían lanzadas a un rollo de papel moneda complementado con los gritos desesperados de los rehenes, haríamos creer que estábamos montando un fusilamiento vietnamita en pleno atraco. Algo que volvería loco a la policía e incluso al CNI, necesitarían pruebas de vida.

Así fue como Berlín, Tokio y yo terminamos disparando tres metralletas por completo. La verdad es que sentí como cuando se descargaba el cargador de mi M-16 yo sacaba un poco de tanto acumulado. Era una extraña terapia que necesitaba entre balazos, y a un lado Nairobi obligada a las mujeres a gritar de la forma más aguda posible, literal estaba dirigiendo la quinta sinfonía de los gritos.

Fue una ráfaga de dos minutos con treinta segundos; ciento cincuenta balas disparadas, seis cargadores vaciados, pero a los rollos de papel moneda. En vez de una carnicería sería una reyerta que nos regalaría el tiempo que tanto necesitábamos. Cuando terminamos de hacer nuestro trabajo nos miramos entre los tres y por primera vez después de tantas horas nos sonreímos entre nosotros. El plan finalmente estaba yendo sobre ruedas, la pregunta era por cuánto tiempo.













Tendríamos que esperar un poco más de una hora para que la inspectora al mando de la negociación se hiciera presente en la mismísimo epicentro del atraco más grande de toda la historia. Pero por ahora solo teníamos que mantenernos a raya y aprovechar cada segundo que nos regalaba la policía dentro de esta fábrica.

Caminaba por los pasillos subterráneos de las diversas cámaras acorazadas donde Nairobi me había dicho que se estaba escondiendo Mónica Gaztambide mientras nadie sabía de que seguía con vida, la verdad que era un lugar muy conveniente porque era donde menos vigilancia tenía. Sólo Moscú que se dedicaba trabajar en nuestra vía de escape en la cámara acorazada número tres. Incluso pasé por su lado, lo dediqué una sonrisa y le tiré un beso para seguir con mi camino. En mi vida me podría molestar con una persona tan buena como Moscú, nada de esto era su culpa.

Llegué a la cámara acorazada número seis. Iba completamente desarmada, no quería dar la imagen de querer discutir con alguien y mucho menos con Denver. Cuando estaba de pie frente a la puerta llené mis pulmones de aire para dejar de sentirme tan ansiosa e involuntariamente arreglé un poco mi cabello y el mono rojo.

Toqué la puerta de acero y esperé unos segundos hasta que fue Denver el que me abrió.

── ¿París?── dijo sorprendido por mi presencia── ¿Qué haces acá?

── Denver── suspiré quedándome callada un momento── ¿Podemos hablar? Por favor.

Denver me miró desconcertado, lo pensó unos segundos y finalmente asintió cerrando la puerta atrás de él donde estaba Mónica en recuperación de la herida en la pierna que aún le dificultaba caminar.

── No es que en la fábrica haya muchos lugares bonitos, igual creo que es mejor ir a otro lugar── ofrecí y Denver sonrió── Acompáñame a la sala de mando por favor── solicité ansiosa.

Él frunció el ceño sin entender mucho de lo que se trataba pero aún así después de unos segundos de pensárselo asintió, no sin antes hablar con Mónica avisándole que la dejaría sola un momento pero que ya volvía a atenderla.

Denver me seguía atrás, pasamos por al frente de Moscú que nos miró serio desde su lugar, le parecía extraño vernos juntos pero estaba segura que ya todos estaban al tanto de nuestra relación por lo que muy pronto nos tocaría empezar a dar explicaciones que no tenía aún.
Llegamos a la sala de mando que por suerte se encontraba vacía, seguramente el resto se encontraba organizando a los rehenes para poner en marcha las pruebas de vida.

Vi de reojo como Denver tomó asiento en la mesa mientras que preferí quedarme de pie en el otro extremo de la mesa. Nadie supo que decir, pero tenía que hacerlo.

── Sabes de lo que tenemos hablar, ¿cierto?── pregunté tomando un vaso de agua── Necesito que me respondas unas preguntas.

Denver me miró más confundido que antes, se sentía incómodo.

── ¿Qué coño es esto, París? ¿Me interrogarás acaso? No he cometido ningún crimen, al contrario, evité cometer uno── habló perdiendo la calma rápidamente.

── ¿Pensaste en dispararle en algún momento?── seguí con el protocolo dejando de lado mis sentimientos a flor de piel.

── ¡Pues claro! Si tenía un móvil, pero cuando estaba arrodillada suplicando por su vida entendí que no merecía morir── respondió él jugando con sus manos── Vamos, que está embarazada.

── ¿Y por qué no le disparaste?── volví a preguntar.

── Porque no soy un asesino── se puso de pie── Tu me conoces, París, no sería capaz.

Levanté la mirada de mis manos, sentí como me corrió la angustia, la rabia, todo. Yo lo conocía como a ningún miembro de esta banda, o eso creía. Nunca pensé que Denver era un asesino, tampoco me permití creerlo, la única razón que me había convencido fueron sus mismas palabras. En mi vida se me pasó por la cabeza que el tuviera la capacidad de matar a una persona inocente que solo naturalmente se defendía pero tampoco creí que él pueda mentirme en la cara con algo tan personal para mí.

Denver era la persona en la que más confiaba, al parecer él en mí no y no lo culpaba.

── ¿Entonces por qué me dijiste catorce veces en la cara que lo habías hecho?── pregunté intentando no sonar muy molesta, saliéndome de todo tipo de test── ¿De verdad ibas a dejar que tu padre se entregara a la policía para esconder a Mónica y tener tu conciencia tranquila? ¿Fuiste capaz de tacharte como asesino frente a todos? ¡no tienes puta idea de la que montaste Denver para hacerte el héroe!

Denver me miraba sin hacer ni un movimiento y esa expresión pacífica se fue cada vez que hablaba más. Con una mano le dio un golpe a la mesa que me hizo saltar del susto, sabía lo que significaba, y lo que se venía no era nada agradable de aguantar.

── Dime que es una puta broma, París. Salvo a Mónica para que me vengas a echar la bronca── me dijo en la cara encabronado── ¿Tienes alguna idea de lo que me dijieron? Si no mataba a Mónica las matarían a ambas, ¡te salvé el culo de que Berlín te ejecutara también!── me gritó en la cara── Al parecer no me sirvió de nada.

── ¡No me jodas Denver! ¿Para salvarme? No tienes idea de cuántas veces me amenazaron de ejecutarte estilo yihadista, vietnamita y nazi si no me quedaba callada── dije con la misma intensidad que me hablaba él── ¿Preferías que te creyera asesino antes que decirme la verdad? En serio, ¿no se te ocurrió nada mejor?

── ¡Anda, ya! Con una pistola en mi cabeza y la presión de que se cargarían a toda mi familia me estás preguntando si se me ocurría algo mejor── habló mientras se pasaba las manos por la cabeza frustrado── Escúchame, vete a la mierda y deja de pensar en el puto plan una puñetera vez.

── ¿Pensabas decirme algún momento o preferías que creyera que eras una mierda de persona hasta que se acabara toda esta mierda?── le interrogué en la cara.

── ¡Prefiero que me odies toda tu vida pero que estuvieras viva!── gritó efusivamente.

── Denver── susurré nerviosa de la respuesta── ¿Acaso no confías en mí?

Me quedé en silencio esperando que diga algo pero él bajó nuevamente la cabeza mirando el suelo, ambos necesitabamos este receso. Preferí sentarme nuevamente para intentar respirar un poco y reflexionar en lo que dijo que me dejó perpleja viniendo de él.

── ¿Algo más que quieras saber?── dijo él en su tono normal── ¿Cómo le saqué la bala o si te sigo ocultando algo?

── El protocolo Escarlata terminó── respondí mirando la mesa── Ya puedes irte.

── ¿El protocolo de quién mierda me estás hablando?── se acercó donde estaba sentada── ¿Qué mierda fue todo esto? Ninguna puta vez pasamos esa cosa.

── No te preocupes, tampoco que no es de tu interés, vete── ordené.

Escuché su suspiro para después soltar un me cago en la hostia de su parte terminando con un portazo violento que desató mi última lágrima. Me quedé sentada en la silla durante unos segundos pensando en la cagada que se había formado, el problema es que estábamos en medio de un atraco y no en un reality show de segunda.

Me levanté a tomar el teléfono que se encontraba en la misma mesa, presioné el botón que daba directamente con el número del Profesor. Después de dos pitidos pude escuchar la voz de nuestro cabecilla principal que nos observaba desde afuera.

── París.

No sé de donde saqué la sangre fría para hablar pero simplemente la tenía.

── Profesor, el protocolo Escarlata ha concluido.

── ¿Cómo está Denver?── preguntó con voz más preocupada y curiosa── Y París, no quiero tu opinión de compañera, ni de amiga o algo más.

── Joder, vamos a ver, presenta pequeños traumas, aún no está convencido de haber salvado a la rehén, a Mónica── reporté mirando los tantos cables que conectaban la comunicación── Se vio expuesto a debatir su integridad como persona bajo el peso de la amenaza de Berlín con hacerle daño a Moscú si él se negaba, por lo que se vio acorralado. No tenía otra opción── seguí hablando── Pero estoy convencida que si realmente hubiera ejecutado a Mónica su estado psicológico sería mucho más grave a causa de la culpa.

── ¿Qué más sacaste?

─ Después de lo ocurrido en el baño, luego que Berlín, Oslo y Helsinki le apuntaran dispuesto a asesinarlo, ve a toda la banda como una amenaza── hice una pausa── Incluyéndome, por lo que se comporta impulsivamente y explosivo ante cualquier orden puesta por Berlín── cerré los ojos recordando nuestra pelea hace unos minutos── Está mucho más violento y a la defensiva pero no se arrepiente de su actuar── miré a la cámara que permitía al Profesor vernos desde su lugar── Profesor, no es mala persona, solo sufre las consecuencias de ser expuesto a un ambiente de vida o muerte── dije en tono profesional, como si no lo conociera── Seguramente se aferrará a Mónica Gaztambide para justificar su propio actuar y convencerse a sí mismo que hizo lo correcto.

── ¿Crees que su actuar desde ahora será una amenaza para el equipo?── escuché al Profesor.

── No pongo en duda el estado de Denver, pero sabes perfectamente que cuestiono el liderazgo de Berlín── respondí mirando que nadie se encontrara cerca escuchando.

El Profesor no dijo nada, estaba pensado en mis palabras y mi rápido análisis psicológico estrictamente profesional que había realizado en poco tiempo.

── Diagnóstico, París.

No lo pensé mucho, la respuesta estaba completamente clara y había estudiado esto años.

── Inestable.

Pero el verdadero loco armado no era Denver. Era nuestra cabecilla, el jefe al mando del atraco era nuestra mayor amenaza, Berlín.


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