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CUATRO: TENSIONES

TENSIONES

Viernes 14.29 P.M.
DOS HORAS DE ATRACO

Ahora empezaba el verdadero show y junto a Berlín repasamos trece veces el discurso perfecto para ganarse a los rehenes de manera de generar miedo pero no terror e incluso imponer respeto solo con palabras, sin metralletas en nuestras manos.

── Buenos días, soy la persona que está al mando── se presentó Berlín a los asustados rehenes que se estremecieron al escuchar su profunda voz── Mis disculpas, sé que estas no son formas de acabar la semana pero ustedes están aquí en calidad de rehenes.

Los llantos eran comunes en estas circunstancias y rápidamente se hicieron notar, no me sorprendía que los menores eran los más asustados que los adultos. Pero lo que me llamó la atención fue ver a una mujer con un embarazo notoriamente avanzado, según ella misma llevaba ocho meses. A unos metros de nosotros se encontraba Denver y Río tomando todos los teléfonos móviles de los rehenes y de pasada robar también la contraseña porque esas cosas podrían ser la perdición del elaborado plan.

── Móvil── ordenó Denver a un hombre de traje y corbata que identifiqué como Arturo Román, el director de la fábrica al cual tenía perfectamente estudiado── Pin.

── ¿Para qué quieres el pin?── preguntó el jefe de la fábrica entre temblores y voz rota.

── O me das el puñetero pin o te lo saco a culatazos, tú decides── amenazó Denver perdiendo la paciencia, ganándose mi atención al notar su temperamento. Ni una jodida hora metidos y ya está amenazando al maldito director del lugar.

── Uno, dos, tres, cuatro── confesó finalmente Román ante la presión.

── Mira la cara de listo que tienes y pones esa mierda de contraseña── le lo jodió Denver soltando su risa── Menudo gillipollas.

── ¿Qué parentezco tienen tus padres?── le pregunté a Arturo desde unos metros.

Río y Denver no pudieron evitar reír ante mi extraño comentario, el segundo me miró divertido. Pasar tantas noches con Denver me había contagiado ciertos comentarios que ahora eran bastante efectivos de usar.

Mientras ellos seguían con su trabajo de requisar celulares escuchaba como Berlín intentaba generar empatía con los rehenes con una calma admirable. Una técnica que le enseñé para disminuir el miedo de a poco era ganarse la confianza de las víctimas, hacerlas creer que esto solo era un mal rato y que nadie saldría herido si cooperan. Que nosotros no éramos los mounstruos, que los atracadores también sentían miedo.

Sabía que iba a funcionar todo el rollo del discurso porque esas mismas palabras las usaba yo para estafar a tanta gente y esta no fue la excepción.

Miré a Berlín dárselas de moralista ingrato y pensé que así me veía yo engañando a inocentes. Era completamente distinto ver mis palabras en otra persona y ahora en un botín mucho mayor. No voy a mentir que me sentí como un mounstruo manipulador y mentiroso.

── Berlín, daré una ronda.

No le pregunté, solo salí a paso apurado de ese lugar, ya conocía perfectamente donde quedaba cada lugar en este edificio, fueron cuatro clases completas de reconocimiento del lugar.


━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━


Entré al baño de mujeres, que era el único disponible porque el otro era usado para el cable de comunicación con el Profesor. Cerré la puerta para evitar que nadie me interrumpiera aunque todos estaban muy ocupados en poner en marcha todo.

Me quité el arma junto con la parte de arriba del overol. Me amarré las mangas a la cintura dejando la polera gris al descubierto. Abrí el agua para finalmente beber algo, tenía la boca seca y mucha tensión en el cuerpo, fueron los segundos más adrenalínicos de mi vida hasta ahora.

Miré el reloj que traía en mi muñeca, a los veinte minutos de haber entrado ya habían montado el sistema de comunicaciones analógico desde el baño de hombres para hablar con el Profesor. Sin móviles ni radiofrecuencias para que nadie pueda oírnos. Cerramos las puertas para entrar en un limbo en el tiempo, nadie sabía que habíamos tomado la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. En esa dulce paz en medio de la tormenta me parecía que era hasta un día corriente.

── ¿Quién cojones está allí?── sentí unos bruscos golpes en la puerta que me hicieron caer a la realidad── ¡Abran joder!

La única persona que puede perder los carriles de esa forma era Denver.

Me acerqué a atenderle totalmente calmada, cuando abrí un poco la puerta ya me estaba apuntando con una pistola en toda la cara. Al ver que era yo, Denver bajó la metralleta al instante incluso más asustado que yo.

── ¿Podrías fijarte a quién le disparas?── pregunté enojada.

Lo tomé del brazo y sin cuidado lo tiré conmigo adentro del baño, como cada vez que se colaba a mi habitación.

── ¿Qué haces acá?── me preguntó Denver extrañado mientras yo cerraba la puerta atrás nuestro── Deberías estar con Berlín hablando con los rehenes para que se calmen.

── Según veo ese hombre se maneja bastante bien con la empatía, ¿no deberías estar con Río dejando los móviles?

── Tiene pegarlos en una pared, no creo que se vaya a pegar un tiro con la movida esa.

Escuché como Denver dejaba su metralleta junto a la mía, me giré a verlo. Se estaba mojando el rostro y el pelo del sudor que traía, sabía que él había hecho mucho más trabajo forzado que yo.

Fui a abrazarlo por su espalda tomándolo por sorpresa apoyando mi mejilla contra su espalda, este tomó un chorro de agua entre sus manos y me lo lanzó contra mi cara. Solté un grito involuntario al sentir en mi cuerpo lo fría que estaba y él solo se empezó a reír con su peculiar risa.

── ¿Qué te pasa colgao? Andas con las revoluciones a mil parece── me quejé a ver el desastre de mi ropa── Mierda.

── ¿Se puede saber qué te pasa? Estás con los nervios de punta y solo hemos estado como treinta minutos aquí adentro── dijo Denver cabreado por mi actitud── Era una puta broma, París.

Me quedé pensando mientras me miraba al espejo y como el agua goteaba por mis pelos sueltos.

── Joder, lo siento── me pasé una mano por la cara── Perdón, estoy media nerviosa ¿vale? Se me va a pasar.

Apoyé mis manos en el lavamanos para relajarme un poco, cerré los ojos. Sentí como Denver se posaba atrás mío muy pegado. Su respiración en mi cuello me hizo pegar un suspiro que fue suficiente para darme la vuelta y quedar al frente de él.

── Pues tú sabes lo que te tengo para las tensiones ¿no?── me preguntó susurrando cerca de mi cuello.

── Pero bueno── sonreí cambiando completamente mi humor.

La extraña risa que salió de su boca me relajó bastante. Incluso olvidé que nos encontramos en el baño en medio de un atraco. Denver no esperó ni un segundo para quitarme la polera de su sitio y lanzarla a un lado dejándome en puro sujetador en la parte de arriba. Me trepé a su cintura, él agarró mi culo con las dos manos con la confianza que solo él tenía con mi cuerpo.

── Oh, mierda── gemí contra su cuello al sentir su boca en mi cuello.

Cuando Denver se estaba sacando la polera y los besos ya no eran suficientes, se escuchó la voz de Berlín por el auricular que llevaba puesto él.

── Río, Tokio, Denver y París. Está todo listo para prender las alarmas.

Sentí como Denver soltó un gruñido. Se quedó quieto con las manos sobre el lavamanos calmando su respiración agitada como la mía. Le tomé la cara con una mano y lo conduje lentamente hacia mi boca, un contacto corto que yo necesitaba.

── Esto no acaba así, ¿estamos claros?── sentenció Denver alzando las cejas mientras se volvía a acomodar el mono── Otra cosa, al salir te quiero atrás mío.

── No me jodas.

── No te estoy preguntando.


━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━


Los cuatro estabamos listos para salir. Cada uno perfectamente uniformado, con nuestras caretas e incluso teníamos guantes blancos en honor a Berlín, el ladrón de guante blanco. Adelante esperaba Tokio a la cabeza junto a Río mientras con Denver íbamos atrás de ellos.

La alarma fue lanzada en el minuto correcto, el ruido constante y repetivo era la primera señal.

── ¡Un minuto!── se escuchó el grito de Berlín que custiodaba a los rehenes.

El plan era sencillo; salir, disparar para distraer a la policía y hacerlos creer que estabamos atrapados. Que ellos ganaban.

Era fundamental que los policías no tengan idea de que era lo que estabamos haciendo, les hacemos creer que entramos a robar que nos sorprendieron huyendo con el dinero y que todo se nos jodió, que estábamos perdidos y teníamos que volver a refugiarnos entre la espada y la pared.

Entonces sin herir a nadie nos metemos dentro cuando crean que nos tienen acorralados y que crean que estamos improvisando. Las puertas metálicas se empezaron a abrir gracias a Nairobi, tomé un segundo para respirar profundamente y aferrarme a la bolsa de dinero que llevaba en mi mano.

── Cuarenta segundos.

Escuché como uno de los rehenes susurraba algo, entonces me di la vuelta a ver qué pasaba. Me encontré el Arturo Román mirando el panomara y cuando a través de la careta hicimos contacto visual no tardó un segundo en volver a ponerse el antifaz de nuevo, pero no me quedé callada. La verdad no afectaba nada que alguno mirara, lo que importaba era que esa inocente acción también significaba desobediencia.

── Berlín, creo que alguien tiene curiosidad, ¿no Arturito?── le grité.

No volví a fijarme de lo que pasaba atrás, solo entendí una frase que asustó a todos los presentes.

── Arturo, hueles a muerto.

Mientras Berlín se dedicaba a amenazar a Arturo Román sin quererlo nos dejó sin el tiempo de respuesta, lo que fue un gran error porque fuimos perdiendo todos la cuenta de segundos para salir de manera sincronizada. Vi como Tokio tomó la bolsa de dinero y gritó para salir, ella bien decidida salió corriendo con el arma en la mano sin darnos tiempo a detenerla.

Escuchamos las sirenas policiales acercarse, luego disparos que asustaron a los rehenes, custodiados por Nairobi y Berlín, que empezaron a gritar aterrados por la incertidumbre de no poder ver nada.

── ¡Joder, Tokio que vas antes!── le gritó Río siguiendo sus pasos.

── ¡Río, no!── intenté alcanzarlo para que Río no cometiera alguna estupidez, pero el brazo de Denver me tomó la tela del mono obligándome a volver── Denver, suéltame o te voy a dar una hostia.

── Es muy peligroso── le escuché decir tras la careta── No te metas.

Miré a las puertas y pude ver la espalda de uno de los dos. De pronto los disparos se empezaron a intensificar en el ambiente, cosa que aumentó el agarre de Denver sobre mi cuerpo que no me dejaba moverme.

No supe que pasó en ese segundo que todo se fue al carajo, un balazo certero y estaba viendo caer un cuerpo vestido de rojo. No lo pensé dos veces, me moví bruscamente para soltarme consiguiendo mi objetivo al primer intento.

── ¡Me cago en la puta!── fue lo último que le escuché gritar a Denver.

Salí corriendo sin la bolsa en la mano, simplemente a disparar el suelo para ahuyentar a los policías que estaban dispuestos a acribillar ladrones. No pude ver si el cuerpo pertenecía a Tokio o Río pero reconocí la mancha de sangre en la cabeza de la persona.

Me puse atrás de un pilar mientras me disparaban, miré a la derecha y pude notar como Denver era capaz de mantenerlos a raya con un ritmo de balas constante. Al verlo ahí saqué el valor para asomarme, a la vez que uno intentaba arrastrar al otro hacia la fábrica pero no podía ya que si se daba la vuelta podía ser herido.

Lo que nos omitió el Profesor es que ellos también nos dispararían a nosotros.

── ¡Hay que cubrirlos!── le grité a Denver dudando de que me haya escuchado.

Como un milagro él me levanta tres dedos en señal de tres segundos. Cuando bajó el último ambos salimos a disparar al mismo tiempo a los policías que se resguardaban en su patrulla, reventando los vidrios y neumáticos. Ventaja aprovechada por Río o Tokio de arrastrar al otro.

Pasaron segundos eternos hasta que ellos entraron finalmente, Denver me cubrió para volver a la fábrica. Entré con la respiración agitada, los oídos adoloridos, mareada, pero más asustada por lo que mis ojos veían que la persona que intentaba arrastrar al otro era Tokio, por lo que Río estaba tirado con una mancha de sangre en su máscara de Dalí.

Habíamos practicado esta parte del plan más de treinta veces. Y en treinta segundos nos jugabamos la vida a los balazos como en un drama de televisón española. Parece que todos habían olvidado de cerrar las puertas principales, así que corriendo llegué a tocar el botón que nos encerraba, me quedé ahí respirando, intentando mantener el control.

── Mierda── fue lo único que pude susurrar con mis ojos critalizados a más no poder── ¿Qué coño esperas? Sácale la puta careta── le ordené a Tokio.

Atrás mío llegó Denver mirando el panorama, sentí como quedó helado, no se movío ni emitió sonido alguno. Estaba en shock tanto como yo.

Tokio le sacó la máscara a Río y para sorpresa de todos este tenía los ojos muy abiertos con una pequeña sonrisa en su rostro. Más vivo que todos nosotros. Tokio lo abrazó llorando mientras Denver soltaba un suspiro que tenía guardado desde que Tokio salió segundos antes.

── ¡Me cago en la puta Tokio, la puta primera vez!── gritaba Denver enfurecido a más no poder── ¡La puta primera vez!

Personalmente no no daba crédito a las imágenes, la bala le rozó la sien a Río. Solo un centímetro más hubiese bastado para contar la primera baja del equipo en el primer día. Miré a Denver intentando calmar la situación, Tokio se consolaba junto a Río al notar que estaba vivo de milagro mientras que Denver solo daba vueltas desesperadas con los ojos brillantes de miedo y angustia por los segundos vividos. Algo irreal.

── ¡Joder!── gritó Denver hacia las puertas de metal que nos protegían del exterior, descargando parte de su rabia.

── Denver, cálmate── ordené pasando mi mano por su espalda tensa.

Negó.

── Estamos bien── me repetí más para mi que para él.

Entendí que estabamos montando un espectáculo que se podría mal interpretar por el equipo, entonces me separé de Denver para ir hacia Río que me miraba con una expresión que no pude entender del todo. Tokio me miró desde el suelo, todo se había jodido por sus ideas de llevar la razón pero no era el momento de hablar de ello. La había cagado en una milésima de segundo.

Le tendí la mano a Río para que se ponga de pie, este me la tomó sin problemas, estaba completamente bien.

── ¿No serás tu el duro de matar?── le bromeé para calmar las tensiones.

Habíamos tenido suerte esta vez, pero yo lo tomaba como la suerte del principiante porque para la próxima ningún policía se equivocaría de esa manera. Dentro de unas horas todos nos van a querer dar un certero balazo en la cabeza.

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