Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CINCO: PRIMERA BATALLA

PRIMERA BATALLA

Viernes 18.45 P.M.
SEIS HORAS DE ATRACO

Todo se volvió un caos desde ese desastre de hace unos treinta minutos. Estábamos sentados en la mesa del comedor de la Fábrica de Moneda y Timbre que habíamos adoptado como sala de reuniones. Lo único que podía escuchar mis oídos eran los gritos desesperados de Denver cagándose en Tokio y todo lo que la rodeaba, mientras que Tokio sólo lo miraba indiferente, como si lo sucedido solo fuera un accidente sin asumir las consecuencias.

── Joder, en serio ¿en qué pensabas?──le gritaba Denver absolutamente descontrolado── ¡La puta primera vez, Tokio!

── ¡Que ellos también nos han disparado, protegí a mi compañero!── se defendió Tokio── ¿Qué ibas hacer tú? ¿Escupirles en la cara?

Giré mi mirada donde mis compañeros a ver como se gritaban entre ellos, estaba observando desde la ventana como se llevaban a los policías heridos a la ambulancia que llegó minutos después. Ahora si que la habíamos cagado a lo grande, una gota de sangre y seríamos los hijos de puta de la historia.

── ¡Pues seguir el puto plan!── intervino a los gritos Nairobi que le curaba la herida a Río── ¡Que lo hemos repasado cuatrocientos millones de veces!

── Que caí bloqueado con los impactos y ella me cubrió── habló Río intentando defender a Tokio pero sus nervios lo traicionaban.

── ¡Cállate!── gritó Denver rojo de la furia, además golpeó la mesa con su mano asustando a Río y a todos en la sala── ¡Que París y yo también te cubrimos imbécil, pero disparamos al suelo! No a los cuerpos a quemarropa.

── Joder París, controla al loco este── dijo Tokio al verme simplemente viendo el exterior── Que es tu trabajo.

Solté la cortina de mala gana y me giré hacia mi compañera. Todos se quedaron oportunamente callados, incluso Denver dejó de gritar. Me acerqué a paso a Tokio que me veía sin miedo pero en realidad sabía que lo había arruinado pero ella no lo iba a admitir nunca, eso estaba clarísimo.

── ¿Me acabas de pedir que haga mi trabajo? Cuando tenías una tarea, que repasamos más de diez veces, una regla, nada de sangre mancharía nuestras manos── le susurré controlando mi tono── ¿Acaso no eres conciente de que pusiste en riesgo la vida de todos? Pues no, obvio, porque no te importa la vida nadie que no sea la tuya. Ni el mismo Río.

Tokio me miraba con rabia en sus ojos, me quería golpear en ese segundo, sin embargo por su propio bien se quedó sentadita con su cara de mierda.

── ¿Tú también estás de parte de ellos? Te creí más madura── me escupió las palabras en la cara.

── ¿Ahora me quieres hablar de madurez?── hablé tan duro que hasta la misma Tokio se quedó en silencio── El numerito de afuera costará caro, y créeme que hago el esfuerzo de no gritarte porque sé que entiendes lo que pasó. Entonces espero que también entiendas que la próxima vez las balas que, seremos el blanco perfecto y no les interesará haber sido benevolentes con nosotros. La primera fue nuestra por suerte, la próxima será sangre, no fallarán. Ahora Río está vivo de milagro, la primera vez── apunté al chico que solo miraba la escena cagado de susto── Porque si en la segunda llega a pasarle algo, será tu culpa y te juro que te lo voy hacer pagar.

Había mucho silencio en la sala, impresionante como de los gritos histéricos de Denver mezclados con el pánico de Nairobi pasó a solo escuchar solo mi voz.

── ¿Me estás amenzando?── susurró.

No le respondí, las respuestas obvias no me doy el tiempo de explicarlas. Nunca pensé que las cosas se pondrían tan tensas de forma pronta, solo en unas horas.

Antes de que Denver se ponga a gritar de nuevo, por la puerta entró Berlín campante, no nos dirigió la mirada a ninguno de nosotros y se puso frente al teléfono que nos conectaba directamente con el Profesor en el exterior. Me alejé de Tokio y fui con Berlín, con una mirada discreta a Río para después apuntar a Tokio ya entendí a lo que se refería.

Los miré a ambos y sin ganas de admitirlo me vi obligada a confesar sin palabras, cosa que me costaba igualmente. Traicionar la relación amorosa de Tokio y Río frente a ellos. Berlín no me dijo nada, tocó un botón e inmediatamente nuestro Profesor contestó el teléfono.

── Si, un par de polis heridos... si... no, están bien── hablaba Berlín mirando la cámara de seguridad que daba también directamente al monitor del Profesor── Tokio. Al parecer ella y Río tienen una relación.

Miré a Río que avergonzado escondía su cabeza entre sus brazos como un niño pequeño humillado. Instintivamente me giré a ver a Denver que tenía ojos brillantes y levemente más abiertos, mierda, ambos sabíamos lo que el otro pensaba, ahora más que nunca estábamos Denver y yo en riesgo.

Tokio tomó el teléfono decidida a defender sus actos, soltando un rosario frente a toda la banda de que jamás se fijaría en alguien como Río, un niño inmaduro, que ella dejó al amor de su vida en un charco de sangre y que solo lo veía a Río como un compañero. Veía el rostro de Río transformado en tristeza, quería decirle algo, poder defenderlo mientras Tokio lo negaba. Lo malo, es que al parecer Río estaba enganchado de ella pero no era mutuo.

Sentía como estaba llena de rabia, lo único que quería era salir de ese lugar, no aguantaba ni un segundo dentro de esa habitación llena de tensión entre todos. Con la excusa de los rehenes fui a vigilarlos, nadie me siguió.

── París── me llamó Berlín antes de que saliera── El auricular, guapa.

Obedecí, me saqué el auricular que traía en la oreja, pero en vez de pasárselo a Berlín, lo tiré a la pecera que se encontraba ahí mismo para finalmente deshacerme de ese problema.


━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━


Me quedé dos horas con los rehenes, algunos lloraban, los chavales pero la mayoría ya estaban hasta tranquilos en la situación. Les di de cenar con la comida que habíamos traído e incluso a veces me paraba un minuto a intentar que se calmen, con ejercicios de respiración para evitar un ataque de ansiedad. No todos recibieron los alimentos con la excusa de que no tenían hambre, aunque en realidad sabía que estaban cagados de miedo pensando que los ibamos a envenenar con el agua o el arroz.

── ¡París!── me gritó Berlín desde las escaleras llamando la atención de todos── Van a entrar.

Sonreí. Eso era un punto para nosotros. Una jugada completamente predecible de parte de la policía, además con la hija del embajador aquí metida en una ratonera con locos con caretas y armados dispuestos a todo por dinero. Tarde o temprano intentarían entrar a la fuerza pero eso ya lo sabía el Profesor.

── Genial.

Ahora empezaba el juego del gato y el ratón, donde nosotros teníamos que resistir días adentro de este lugar, tiempo suficiente como para imprmir todo nuestro dinero sin marcar. Lo primero que hicimos con Berlín fue pedir amablemente que lo rehenes se desnuden, cosa que obviamente los asustó más que las mismas metralletas que cargabamos.

── Les pasaremos los mismos monos que llevamos nosotros, para que se sientan más cómodos── les expliqué sacándolos de la bolsa y repártiendolos a cada persona── Después les repartiremos sacos de dormir.

Luego les pasé las caretas. Debo admitir que se veía muy cabrón el asunto al ver a todos vestidos igual a nosotros, los chavales se veía un poco más acojonados que antes, no entendían nada pero estaban a punto de pertenecer a nuestro bando para sobrevivir.

De pronto, Denver llegó a repartir las pistolas falsas para crear la ilusión de que todos estaban armados. Cuando lo vi no me miró, habían pasado dos horas sin saber de él pero Berlín me había dicho que estaba con su padre trabajando en las cajas acorazadas y eso me dejó tranquila después de la situación de antes.

Mientras repartía los uniformes a cada uno, me pasé por los chavales algunos me miraban con cierto miedo pero otros me observaba con profundo odio. Los comprendía, yo era la mala de la película pero la verdad no me importaba, era completamente normal que los rehenes generen odio contra los ladrones. Cuando les pasaba la bolsa con su ropa la recibían de mala gana o me la tiraban con fuerza de la mano por lo que las empecé a tirar al pecho con cierto desagrado e indiferencia.

De la nada todos soltaron un grito de miedo, me di vuelta a ver de que se trataba y me sorprendió mucho lo que vi. Era Denver con Arturo Román conversando, al parrcer, pero el director de la fábrica sostenía un arma a la altura de la cabeza de Denver. No sé qué había pasado, solo sentí como mi corazón se paró un segundo hasta que escuché como Denver le obligaba a que le dispare.

── A ver, coge la pistola, no te estoy preguntando, coge la pistola── entre temblores Arturo le hizo caso a Denver, miré a Berlín que miraba la hora en su muñeca despreocupado de la situación── Ahora me apuntas...

── No, no.

── Te estoy diciendo que me apuntes── al ver lo acojonado que estaba el rehén, Denver cogió el arma y se la llevó él mismo hacia su pecho── Aquí. Bien.

── No, por favor── suplicaba Arturo Román.

Yo miraba a Denver con la esperanza de que él simplemente desviara su vista hacia mí pero en ningún momento le dio importancia a mi presencia en ese lugar.

── Y ahora me disparas── ordenó Denver.

Se escuchó un grito en masa de miedo, los chavales lloraban angustiados y los adultos tenían sus respiraciones irregulares. De inmediato fui con la mujer embarazada para ayudarla a que se calme, me fue fácil hacer que confiara en que no le iba a hacer daño a lo que ella se relajó un poco más e incluso me llegó a dar las gracias con una pequeña sonrisa en medio de la situación.

── Si no me disparas tú o te tendré que disparar yo── sacó otra pistola de su bolsillo y la cargó lista para disparar── Te regalo diez segundos.

Empezó a contar hasta que finalmente Arturo juntó los cojones para apretar el gatillo en reiteradas ocasiones pero ninguna bala salió del cañón. La extraña risa de Denver cortó la tensión tan alta de ese momento.

── Son falsas, Arturito, pero lo has hecho muy bien── le agarró la cara con sus manos y le plantó un beso en la frente── Lo has hecho muy bien. Te la regalo, te la puedes quedar.

Todos se empezaron a cambiar de vestimenta, sentía algunos suspiros de llanto o incluso escuchaba a gente llorar aún. Intentaba consolarlos con agua y ganarme la confianza de ellos, algo que se me daba bastante bien entre la gente.

Mientras ayudaba a una chica a ponerse el mono rojo vi a Denver pasar a mi lado repartiendo las armas falsas que le quedaban. Cuando pasó a mi costado lo seguí para ver como estaba, desde lo ocurrido afuera, la discusión mía con Tokio no hemos vuelto a vernos y me preocupaba cada miembro del equipo.

── Denver── lo llamé mientras caminaba atrás de él pero para mi sorpresa no se inmutó en verme. Sólo siguió caminando anda a saber donde── Denver, hombre.

No lo seguí, no sabía lo que le pasaba pero tampoco me consideraba niñera de alguno como para andar atrás de alguien que no sea algunos de los rehenes. Aunque en el fondo me dolía pensar que no estaba para él, recordé que demonios había hecho pero no se me ocurría nada.

Cuando finalmente El Profesor llamó a Berlín este nos dijo que ahora la policía estaba decidida a entrar por las malas, estaban perdiendo y esta era una medida desesperada.

Teníamos a nuestra reina de corazones, Alison Parker nos daba inmunidad con el simple hecho de existir y creían que nosotros no nos habíamos dado cuenta pero lo sabíamos todo de cada persona que teníamos bajo nuestras M-16.

── ¡Vamos a requerir de su ayuda! Es muy sencillo, solo tienen que obedecer y nada les pasará── hablé de forma calmada para transmitir seguridad── Se los prometo.

Nadie dijo nada, ni una queja, solo silencio.

━━━━ ◦ ❖ ◦━━━━

Nos fuimos todos a la bodega de la fábrica en donde pretendían entrar pero nosotros llegamos primero. Estábamos esperando que metan alguna cámara para observar el perímetro y también para nosotros poder darles la sorpresa que les teníamos preparada. Más de treinta caretas iguales, armadas pero solo ocho realmente cargadas.

── París, grupo dos junto con Denver── me ordenó Berlín guíando a los rehenes en fila── Esperen la señal.

── Ya sabemos que pasa si alguien no respeta las señales a tiempo── me puse la máscara para ocultar mi identidad y sentí como esta vez Denver me seguía── Vamos muchachos.

Simplemente nos quedamos parados, yo con quince personas más en fila listos para salir a solo amenazar a las fuerzas policiales pero mientras esperabamos me armé de valor para hablarle a Denver, por tercera vez.

── ¿Qué pasa contigo?── pregunté alzándome la careta para que me pueda oír── Te he buscado pero tienes un máster con ignorarme.

── Nada, está bien── me respondió él cortante.

── ¿Es lo de la mañana?

── También, pero no tiene sentido darse vuelta en solo eso── escuché su voz golpear con el plástico de la máscara.

Vi como los rehenes movían la cabeza para intentar oír nuestra conversación por lo que preferí quedarme en silencio. Quizás podría intentar saber que le pasaba a Denver pero ahora no soltaría nada, cuando está pasando por un calentón no tiene sentido hablar con ese hombre porque se volvía un insoportable de mierda. No había caso.

── ¡Vamos!── gritó Berlín desde la otra esquina.

── Nos ponemos las máscaras y al lío muchachada── ordené a mi grupo de rehenes que hiciera tal cual lo que dije.

Todos entramos a la bodega, nadie era reconocible por ningún lado, decenas de Dalís por todo el lugar y armas falsas en sus manos. Reconocí a Berlín y lo seguí con el resto de rehenes a nuestra primera gran victoria. Helisinki destapaba la gran bestia que teníamos guardada por si la policía pensaba en entrar, la gran ametralladora Browning de suelo que el Profesor eligió para casos de emergencias pero para amenazar ahora mismo nos venía perfectamente.

En otro lado de la fábrica, Río se encargaba de llamar a los medios desde el teléfono de Alison Parker, donde la mismísima hija del embajador se encargaría de dar nuestro mensaje de guerra. Nosotros nos quedaríamos acá, tomaríamos nuestro dinero.

Esta ahora era nuestra batalla, y nosotros somos la resistencia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro