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Yakuza II

Avanzaron por el amplio corredor del colegio que daba a la salida principal, Katsuki sentía todas las miradas encima de ambos y no era para menos, después de todo ya conocía que era uno de los más deseados y el más popular de la escuela. A lo lejos observo a los jugadores de fútbol mirándolos entre burlas. El alfa simplemente negó la cabeza y suspiro cansado.

Si bien le gustaba recibir la atención que siempre obtuvo de todos al destacar tanto en los deportes, y ser popular ahora ya le interesaba demasiado. Izuku poco a poco llenaba esa sensación de vacío en su vida sin que se diera cuenta. Su compañía, su sonrisa y su cariño estaban empezando a perforar en lo más profundo del corazón del rubio sin poder evitarlo. Para el alfa había algo que le llamaba tanto la atención de ese Omega. No sabía decir qué era exactamente pero lo sentía en la piel. En el alma. Era como si hubiesen sido hechos para estar juntos. Algo terriblemente contrario a como lo veía al inicio. Un Omega asqueroso que deseaba lejos y hacerlo sufrir. Ahora era todo lo contrario.

Izuku se aferró de su brazo y el alfa le permitió avanzar en esa posición. Miraba al frente asesinando con la mirada a cualquiera que se riera o hiciera alguna expresión desagradable pero sobre todo enmarcando con su aroma al menor. Marcando su territorio desde luego. El alfa siempre fue alguien celoso y posesivo con lo que era suyo. Izuku era suyo ahora. No iba a dejar que nadie se le acercara mientras él estuviera cerca.

Adelante se veía la figura de Shoto avanzando a zancadas con un semblante decaído. Katsuki dibujo una sonrisa ladina, victorioso de haberle robado al menor a ese idiota. No había mejor sensación que esa. La de ganar y aplastar a alguien en una humillante derrota. Era una sensación adictiva. Por ello también gustaba de ir a peleas clandestinas. Sin embargo miro al pecoso de reojo, este había dicho varias cosas que le llamaron la atención mientras hablaba con shoto.

Cuando le cuestionó qué es lo que tenía que él no, pudo notar la forma meditabunda en qué el Omega no pudo responder. El simple "es fuerte, cuida de mi" fue algo que al alfa le pareció extraño. No sonaba a una respuesta convincente. Ese idiota también era fuerte y cuidaba del menor.

"¿Por qué no le dijiste lo mismo que me dijiste a mi en el ferry? Que era genial y eso"

Pensó con una sensación intranquila, sin embargo lo que más le hacía sentir extraño había sido escuchar esa frase que él pocas veces si no es que jamás... había usado. La expresión de "amar". Izuku habla dicho directamente que lo amaba. El alfa no sabía qué decir exactamente. Por qué... ¿Que era realmente amar a alguien?.

El alfa amaba muchas cosas, las peleas, la adrenalina, la comida, el alcohol y diablos, el sexo. Pero... ¿Que era amar a una persona como tal?. Él amaba a su manera a sus padres. Pero el amor que el rubio sentía por su familia y por Izuku eran completamente distintos. No podía compararlos.

Izuku era un nerd, un tanto raro y muy torpe, inseguro y tímido, no tenía ningún dote que otro Omega no, incluso habría mejores omegas y sin embargo, había algo en el menor que lo volvía loco. Su aroma, su propia esencia de su ser. No estaba seguro.

"¿Realmente lo quiero?... El me ama pero yo... ¿También lo amo?"

Pensó en silencio, era difícil para alguien que jamás se había encariñado así con una persona diferenciar si lo quería o lo amaba. ¿En donde comenzaba una cosa y la otra?. No estaba seguro pero de lo que si era de que ahora quería a Izuku en su vida, lo que había comenzado como una apuesta y una venganza culminó en una relación de verdad. Era como haberse clavado su propia espalda. Haber perdido en si propio juego y aún así... No se sentía molesto. Había una chispa de emoción y diversión cada vez que estaba cerca del nerd. Cuando lo miraba y su pulso aceleraba al besarlo. ¿Entonces lo amaba también?.

Suspiro con esa maraña de ideas en la mente hasta que escucho la voz ajena hablar. Mencionando la amenaza que la familia del maldito punk le habría dado al menor si le rompía el corazón. Hubo cierto deja vu con eso al haber sido amenazado por Shoto momentos atrás en advertencia de que no le rompiera el corazón al pecoso.

— Tal parece que el gusto por amenazar es de familia... No creo que hagan nada —

Mencionó rodando los ojos y negando con la cabeza con un gesto incómodo. Ya había visto cómo se habían llevado al menor una vez y como por poco no lograba librarla. Eso fácilmente podría volver a ocurrir ahora. Eso instaló en Katsuki una sensación de alerta activando su sentido de protección. Fue como si algo primitivo despertara en él. La necesidad de proteger a su Omega de las amenazas. Un instinto que jamás había experimentado.

De forma automática se colocó del lado de la calle para que el menor caminara por una línea segura. Escuchó la queja del Omega sobre el hecho de que todos asumian que su relación era un error. Katsuki sintió una punzada en el pecho de forma extraña. Ciertamente no los culpaba por creer eso, incluso todo había iniciado por una cruel apuesta hecha por él mismo. Tal parecía que nadie en el círculo del pecoso estaba contento con su relación a excepción de él que seguía diciéndole cosas demasiado melosas.

— Tengo cierta reputación, ellos deben creer que solo estoy... Jugando contigo... —

Esto último lo menciono con las palabras apretadas. Era como estarse autocríticando. Se sentía un completo hipócrita al decir eso.

"Tal vez... Debería decirle la verdad... Contarle de la apuesta antes de que... las cosas sean más difíciles"

Pensó tragando saliva. Se sentía nervioso. Cómo cuando estaba a punto de presentar alguna prueba importante

— Oye Brócoli, yo... Debo decirte algo —

Balbuceo inseguro, pero en vez de recibir una respuesta a ello el menor le quitó las palabras de la boca indicando que lo había elegido a él, que quería estar a su lado y cosechar su facilidad. El alfa apretó los labios desviando la mirada al frente. Sintió al menor detenerse y el alfa se frenó de igual manera girándose para verlo. Iba a preguntarle qué ocurría cuando de pronto el Omega volvió a decirlo.

"Te amo"

Katsuki le miró con ojos amplios y repletos de culpa. Izuku parecía tan seguro de sus palabras, de lo que sentía y le profesaba sin temor al alfa con esas palabras tan cortas pero con gran peso. Katsuki suspiro bajando la mirada mientras escuchaba el resto de palabras dulces que Izuku soltaba como si nada acompañando de aquellas gentiles caricias que guiaron al rostro del más alto. Katsuki desvío el rostro con un apenas perceptible sonrojo y el entrecejo tan fruncido como de costumbre.

— Tú... tsk... Que cosas dices—

Se refería a esa frase que jamás usó, un te amo era una expresión ajena a los labios del alfa pero cosquilleaban al saborearla. ¿De verdad Izuku lo amaba como decía? Era demasiado pronto. Apenas y llevaban un par de días saliendo. ¿Cómo es que ese chico ya estaba seguro de decir algo así?. Quizá solo era demasiado apasionado o demasiado ingenuo. Katsuki negó levemente con la cabeza sin saber que responder. ¿Que es lo que sentía por izuku? ¿También lo amaba?. No se lo había preguntado en ese lapso de tiempo desde que empezó a sentir que le gustaba.

Estaba seguro que le atraía, que lo deseaba y quería pasar más tiempo juntos. Lo quería solo para él y ahora sentía la necesidad de cuidarlo. ¿También lo amaba entonces?. ¿Cómo debía responder a eso? Un simple "yo también" le parecía aburrido. Todo el valor que había obtenido para confesar la verdad se fue por el caño en cuanto escuchó esa frase tan común en el mundo pero tan extraña para él. Te amo.

Suspiró profundamente antes de sentir la mirada enfocada en su ceja.

— Están bien... No tengo problemas ya —

Respondió a la pregunta de cómo se encontraban sus heridas. Meramente mentía, no le gustaba jamás mostrar debilidad por nada. Mucho menos cuando se trataba de su físico. Sin embargo, parecía ser que Izuku era demasiado atento. En el abrazo en el que le envolvió le hizo respingar al apretar un área que aún le dolía un poco. El tórax justo a la altura de la costilla la tacleada del enemigo en el partido del día anterior ya había cobrado factura.

— Entonces ¿Me observas tanto?... Mierda no sabía que eras aún más acosador de lo que creí. —

Bromeo cuando el Omega se alejó diciéndole que sabía bien cuando algo le perturbaba ya que lo observaba constantemente. No lo dudaba ya eran varias las ocasiones en qué descubría a Izuku mirándolo de lejos sobretodo en las prácticas. Sin embargo pudo notar la sonrisa del Omega borrarse al mencionar al Yakuza y el haberle visto actuar extraño cuando hablo con él.

Katsuki desvío la mirada a un lado. La amenaza del bicolor no le preocupaba en lo absoluto. No era ni la primera ni la última persona que lo amenazaba. Pero el hecho de decirle que tenía una joya entre sus garras no se lo negaría. Había empezado a notar las cualidades de Izuku como Omega y admitía que él mismo se sentía mal al utilizarlo al inicio con fines despiadados. Ahora era distinto pero quedaba ese remanente en su consciencia.

"Eres un idiota demasiado gentil... Estar conmigo solo te hará sufrir"

Pensó mirándole con un semblante serio antes de negar a su pregunta.

— No es nada... Lo que ese idiota me dijo no importa —

Sentenció mordiéndose la mejilla interna. De pronto sintió el aroma de Izuku aflorar cerca suyo, alzó la mirada solo para encontrarse con la mirada verde llenándose de lágrimas al borde de ser derramadas mientras cuestionaba a dónde irían. El alfa no tardó en entender que hablar de ese bicolor le afectaba al Omega. Sintió celos. Nadie merecía las lágrimas de ese Omega. Ni siquiera él.

Lo entendió mejor cuando el Omega no pudo más y estalló en un llanto que rápido intentó limpiar. La mención de que le dolía que el bicolor le dijera que no se valoraba por estar con él le causó una culpa en el alma al alfa pero también fue la gota que derramó el vaso.

Con un semblante frío avanzó un par de pasos y tomó las manos de Izuku para despejarle el rostro. Estaba harto de que todos aseguraran que estaban mal. Katsuki sabía bien cómo iniciaron las cosas pero también tenía el poder en sus manos de cambiar la perspectiva de los demás. De hacerlos tragarse sus palabras y ganarles.

—Deja que esos imbéciles digan lo que quieran... Les demostraremos que están equivocados —

Le dijo tomando el rostro del menor entre sus manos y limpió las lágrimas con sus pulgares.

— Haré que se traguen sus malditas palabras—

Afirmó inclinando a darle un beso en los labios de forma tosca y separó sacudiendo la cabeza al menor.

— Ahora deja de llorar. Él no merece tus lágrimas ¿Esta claro? Si vas a llorar de ahora en adelante que sea solo por qué estás feliz ¿Entendido? —

Le dijo en voz alta pero sin sonar enojado. Se alejó dando una caricia más en las mejillas pecosas y chasqueó la lengua con cierto sonrojo por la mirada ajena que le veía sorprendido.

— No digas nada... Cállate y sígueme... Iremos a comer algo de pollo frito... ¿Te gusta? —

Cuestionó algo avergonzado mientras tomaba de la mano al menor para llevárselo a pasos agigantados por la banqueta.

—¡¿De que diablos te ríes idiota?! —

Le cuestionó con pena al escuchar la risita ajena pero terminó riendo de igual forma.

— Ya cállate... Maldita sea me sacas de mis casillas —

Le dijo en falso reproche jalando al Omega a su lado para rodearlo por el cuello y caminar abrazados. Avanzaron con calma por las calles hasta dar a una amplia avenida repleta de puestos de comida callejera entre ellos había varios de brochetas de pollo y pescado y pulpo. El alfa se frenó en uno de ellos y ordenó un par de brochetas que pusieron salsas y aderezos. Le entregó una al menor y empezó a comer mientras avanzaba junto al pecoso sin soltar su mano. Caminaron entre los puestos observando la comida y las mercancías. Al alfa le gustaba comer en ese tipo de puestos por dos razones, la comida era buena y mucho más barata que en un restaurante.

Se detuvieron en un puesto de pan al vapor y pidieron un par de bollos rellenos de pastas dulces. Le dio al menor uno y el otro se lo comió de un par de bocados.

— ¿Que? —

Cuestionó cuando el menor se le quedó viendo sin parpadear un momento. Este se acercó a besarlo y separó relamiéndose, diciendo que tenía un poco de crema dulce en los labios. El alfa se quedó estático y reaccionó un segundo después chasqueando la lengua. Aún no se acostumbraba a esos gestos melosos pero intentaba.

Al pasar por un par de puntos de comida más ordenaron un poco de ramen y una soda. Finalmente terminaron su recorrido gastronómico con un helado. Katsuki no podía evitar mirar de reojo al Omega lamer y chupar su cono de nieve con cierta inocencia que para él le parecía jodidamente erotico. No podía evitar pensar en esa lengua lamiendo otro "lugar".

Sintió un cosquilleo en su entrepierna que le hizo respingar haciéndole tirar la nieve de su cono.

— Agh... Mierda... —

Se quejó mirando el desastre en el suelo y no tuvo opción más que tirar el resto en el bote de basura cercano. Al regresar con el menor le detuvo la mano antes de que esté se llevará el cono a la boca de nuevo y se inclinó a susurrarle al oído.

— Ya no aguanto... Vamos a mi casa... Necesito tocarte —

Susurró seductor mientras tomaba al menor de las caderas apegándolo a su cuerpo antes de dejarle un beso en el cuello de forma sutil y separó para avanzar tomado de la mano del Omega. Ya estaba cerca de llegar el atardecer. Se les había ido gran parte de la tarde recorriendo las calles y comiendo por lo que el alfa pensó en tomar un taxi de regreso pero al final decidió optar por caminar de vuelta a casa.

El atardecer estaba llegando pintando el cielo de tonos naranjas y rosas. El viento mecía los árboles de la avenida por dónde caminaban con toda la calma del mundo. El alfa sentía el suave ronroneos del menor abrazado a su brazo y miraba de reojo aquella dulce sonrisa. No podía esperar para llegar a casa y llevárselo a la cama como la noche anterior. Necesitaba volver a saborear esa piel, lamer ese torso y envolver la intimidad del Omega una vez más entre sus manos. Deseaba profanar cada centímetro de su piel, pensar en todo eso le distrajo lo suficiente como para no darse cuenta que una camioneta los perseguía desde un par de calles.

Pronto el acelerón del poderoso motor y segundos después el frenado de la llanta contra el asfalto los tomó de sorpresa. Una camioneta oscura de vidrios polarizados se detuvo al costado de ambos y Katsuki pudo reconocer el modelo. Sintió toda la sangre de su cuerpo helarse al ver la puerta corrediza abrir y de ella bajar un par de hombres cubiertos de los tobillos a la cabeza con armas de alto calibre apuntandoles directo a la cabeza.

— ¡Atrás! —

Ordenó el alfa a Izuku poniéndose al frente a modo de protegerlo. Los hombres apuntaron directo a sus cabezas y uno de ellos bajó de la camioneta acercándose a ellos.

— ¡Vete! ¡Corre! —

Le gritó al Omega al detectar el peligro, pero Izuku parecía estar paralizado aferrado a su espalda con horror. Katsuki apenas y tuvo tiempo de reaccionar cuando el sujeto ya estaba frente a él.

— ¡¡SUBAN A LA CAMIONETA, AHORA!!—

Ordenó aquella persona cuyos ojos azules turquesa fueron reconocidos por Izuku. Detrás de la máscara que cubría su boca y nariz se encontraba el hermano mayor de Shoto. Touya Todoroki mejor conocido en el bajo mundo como Dabi. Katsuki de inmediato gruñó poniéndose a la defensiva. No era difícil saber lo que ocurría.

Era más que obvió que iban por ellos, Katsuki sabía que el motivo seguramente había sido Shoto y el hecho de que fuera rechazado por Izuku. Sin embargo esta vez el alfa no estaba dispuesto a dejar que se los llevaran. Empujó a Dabi de una tacleada tal como cuando jugaba. Este cayó de espaldas contra el suelo de la camioneta y un disparo se escuchó que salió directo al techo de la misma.

— ¡¡VETE DEKU!! MALDITA SEA, REACCIONA —

Le gritó al menor que temblaba aturdido. Dabi de inmediato se reincorporó y se lanzó contra Katsuki, los otros dos hombres que le acompañaban bajaron y tomaron al Omega de los brazos jalandolo hacia la camioneta entre forcejeos y gritos de auxilio.

La lucha entre Katsuki y Dabi no duró mucho, los hombres apuntaron directo a la cabeza de Izuku encañonando con un rifle de asalto. El rubio se quedó paralizado al ver esto incapaz de seguir luchando contra Dabi quien se rió en sus narices.

— Si te mueves ordenaré que le disparen ahora entra a la puta camioneta también pedazo de mierda —

Ordenó el enmascarado al alfa quien crujió los dientes sin perder la vista del asustado Omega que era forzado a arrodillarse en el suelo de la camioneta con esos dos tipos detrás de él. Katsuki no tuvo alternativa, obedeció a regañadientes entrando también a la camioneta y fue obligado a arrodillarse con el arma de Dabi apuntando a su espalda.

La puerta corrediza fue cerrada de golpe y el auto se puso en marcha. Los vendaron de ojos para evitar que mirarán el camino que tomaban y sus muñecas fueron amarradas a sus espaldas por cinchos de plástico.

El corazón del alfa latía a mil por hora, no solo por el hecho de estar siendo secuestrados por gente peligrosa si no por que su instinto de alfa le dictaba proteger de Izuku. Podía sentir su miedo, su necesidad de que estuviera cerca suyo como un llamado agudo a su oído combinado con sus feromonas repletas de miedo. El alfa jamás había sentido algo así.

— ¿Por qué nos están secuestrando? —

Cuestionó el alfa aún sin poder ver nada, solo podía prestar atención a los sonidos que podía detectar.

— Ese Omega ya había sido advertido. ¿No fuimos claros cuando te dijimos que no le rompieras el corazón a Shoto? —

Katsuki suspiro pesado, claro.. ya lo entendía. Todo era debido a ese bastardo de nuevo, ¿Acaso no podían estar tranquilos sin que el maldito mitad y mitad no jodiera? Katsuki estaba furioso. Intentó romper el cincho en sus muñecas pero fue inútil. No sabía que podía ocurrir. Esta vez los habían tomado por sorpresa y sin nada con que poder defenderse. No podía comparar la letalidad de un arma contra la fuerza de sus puños. Bastaba un simple jalón de gatillo para acabar con su vida o la de Izuku. Debía moverse con cuidado pero el llanto de Izuku le impedía poder concentrarse.

Cuándo el traqueteo de la camioneta acabó fueron movidos y obligados a caminar. El alfa podía sentir el frío metal del cañón del arma aún sobre su espalda. Avanzaron a ciegas siendo empujados entre lapsos hasta que finalmente los detuvieron y les quitaron la tela de los ojos.

Katsuki miró a su alrededor, no estaban en un lugar vacío, sucio o abandonado como creyó que pasaría si no al contrario, parecían estar en algún tipo de salón amplio de alguna casa lujosa, las paredes tenían tapices y había cuadros, pinturas enmarcadas en algunas de las paredes. Parecía una especie de oficina ya que al frente estaba un amplio escritorio recién pulido y alguien sentado a espaldas de ellos en un sofá de cuero.

Miró a su lado y allí estaba Izuku, con un sujeto detrás de él sosteniéndolo de las muñecas.

— Deku, ¿Estas bien? —

Cuestionó queriendo ir hacia él pero fue detenido por el hombre que estaba detrás suyo encañonando con un "quieto" de por medio.

El sofá se giró mostrando la enorme figura de Enji Todoroki sentado en él con un rostro nada amigable. El hombre se puso de pie, Katsuki lo miró hacia arriba, el sujeto era tremendamente alto y corpulento, sintió el aroma del Yakuza penetrar la habitación con dominancia. Supo que se trataba de un maldito Enigma.

— ¡¿Que es lo que quieren?! ¿Por qué mierda estamos aquí? —

Cuestionó Katsuki con furia, Enji le miró con una ceja en alto y suspiró negando con la cabeza. Se acercó a Izuku haciendo que el rubio temblara ansioso en su lugar.

— Nos vemos de nuevo, dulzura —

Murmuró él pelirrojo con una sonrisa malévola llevando su gran mano a tomar la barbilla de Izuku para levantarle el rostro obligándolo a verlo a los ojos.

— Te advertimos que si le rompías el corazón a Shoto, ibas a pagarlo ¿Recuerdas?... Él está ebrio en su habitación y mi adorable sobrina nos contó lo que pasó entre ustedes —

Mencionó Enji con amenaza, luego miró a Katsuki y lo señaló con el dedo índice.

— ¿De verdad elegiste a esa basura en lugar de Shoto? ¡¿Acaso tienes mierda en la cabeza?!—

Gritó furioso con su voz grave haciendo temblar al menor y Katsuki tensó aún más al ver cómo la enorme mano alzó en el aire dispuesto a golpear al menor.

— ¡NO LO TOQUES BASTARDO! —

La voz de Katsuki resonó en toda la habitación frenando el ataque del Enigma quien lo miró con una ceja en alto y de inmediato un fuerte golpe a la espalda del rubio con la culata del arma le fue propinado.

— ¡No insultes al jefe a menos que quieras morir maldito idiota! —

Amenazó el hombre que lo custodiaba dispuesto a darle un golpe más, pero fue detenido por Enji quien sonrió ladino y se acercó hacia Katsuki, le tomó del cabello levantándole la cabeza.

— Tú... ¿Te crees muy rudo?... Eres el que le rompió la costilla a Shoto. Bakugo Katsuki, se dicen cosas de ti... Pero déjame dejarte algo claro —

Advirtió el pelirrojo mientras el quarterback intentaba ponerse de pie sin lograrlo al no tener el apoyo en sus manos atadas.

— No eres más que una basura, un perdedor, no eres nada comparado conmigo y el poder que tengo, si yo quisiera te matarían en este mismo momento... ¿No te basto la advertencia que te dimos con tu linda madre? —

Enji sonrió al notar el rostro perplejo de Katsuki al escuchar lo último y soltó un par de carcajadas.

— La próxima vez no correrá con tanta suerte así que no me provoques, pedazo de mierda —

Golpeó la mejilla del alfa aturdiendolo por completo. La fuerza de un Enigma era descomunal incluso para Katsuki quien escupió un poco de sangre entre respiros agitados. Ahora todo tenía sentido, sabía que aquel accidente había sido muy extraño, su madre jamás era descuidada. Todo había sido un ataque de los yakuza en venganza por haber lastimado a Shoto aquel día en la cafetería.

La impotencia y el rencor lo dominó con creces, no era justo, ahora más que nunca odiaba a Shoto y a su maldita familia.

— ¡Él me provocó ese día y solo le di su merecido! Ustedes lo "defienden" ciegamente, ¿Se creen tan rudos con sus estúpidas armas? ¡No son más que una bola de maricas escondidos tras una nube de dinero y drogas! —

Escupió el rubio con furia, Dabi no tardó en jalar a Katsuki del suelo y levantarlo para arrojarlo a una silla que estaba al frente.

— ¿Quieres que lo mate de una vez, padre? Déjame hacerlo... quiero ver qué siga hablando con un hoyo en el craneo—

Cuestionó el ojiazul relamiéndose con una sonrisa divertida, apuntando directo a la cabeza del alfa.

—No, debo reconocer que tiene agallas para decirnos eso a la cara, pero recuerda que este ridículo omega lo eligió a él en vez de Shoto... Veamos si aún lo sigue eligiendo con un rostro deformado... —

Se burló el enigma acercándose para hacer a un lado a Dabi, se posicionó frente a Katsuki en donde le levantó el rostro.

— Lástima... Tienes un buen rostro... —

El sonido de un golpe seco se hizo notar. El puño del enigma dio directo en el lado derecho del alfa abriéndole una herida en el pómulo. Katsuki no evitó ver estrellitas con aquel ataque que le hizo jadear de dolor pero de inmediato otro puñetazo más fue otorgado en su tórax. Eran claras las intenciones de Enji en dejarle una costilla rota al igual que Shoto. La zona afectada fue la misma que ya estaba herida por el partido de football haciendo que el rubio no evitará soltar un grito ahogado.

En el fondo los gritos de Izuku rogando por qué se detuvieran eran música para los oídos de Enji. La nariz de Katsuki empezó a sangrar dejando un goteo rojizo que bajaba por su rostro hasta la barbilla pero el horror para el alfa llegó cuando los golpes en su persona cesaron y en cambio miró al enigma caminar hacia Izuku. Se posicionó frente a él y de un solo jalón le rompió la camisa.

Paseó su mano por el torso del omega relamiéndose los labios, sonrió al percibir las ligeras cicatrices que había dejado con las cortadas de la última vez sobre aquel pálido torso.

— NO, DEJALO, ALEJATE DE ÉL —

Gritó Katsuki tratando de usar su voz de mando que no tuvo efecto en Enji en cambio este hizo una señal a Dabi quien de inmediato apuntó su arma al rubio y disparó.

Al agujero humeante en la pared a unos escasos milímetros del rostro del alfa lo dejó completamente helado.

— ¡Cállate de una vez o el siguiente disparo irá a tu maldita cabeza! —

Amenazó Dabi enfurecido, sin embargo Katsuki no podía permitir que abusaran de Izuku en sus narices. La adrenalina y el odio lo movía más en ese momento que el propio miedo. Cuando miró la mano de Enji pasear por el torso tembloroso de Izuku no lo soporto más.

Se lanzó rápidamente hacía Enji y Dabi disparó, la bala rozó por el hombro del rubio haciéndolo caer al suelo justo a los pies de Enji en donde intentó morder sus tobillos. Los otros sujetos corrieron a tomar a Katsuki para levantarlo de los brazos y lo detuvieron. El hombro del rubio sangraba un poco por la herida. Katsuki gruñía gritándole a Enji que no se le acercara a Izuku quien miraba atónito toda la escena.

— Bravo, eres más valiente de lo que pensé, debes amar mucho a esta escoria para arriesgar tu vida así por él... —

Aplaudió el pelirrojo dejando a Izuku en paz pero se giró y dio un par de golpes al torso de Izuku haciendo que Katsuki gruñera molesto tratando de liberarse del agarre de los dos sujetos. Dabi acercó sosteniendo la cara de Katsuki para obligarlo a ver.

— Mira como padre va a divertirse con tu novio ahora —

Se burló el pelinegro y Enji tomó a izuku para lanzarlo contra el escritorio dejándolo boca abajo. Era clara la intención que tenía por abusar de él. Llevó su mano a los pantalones del Omega y liberó sus feromonas dominantes obligando al menor a empezar a entrar en celo forzado.

Katsuki negó con la cabeza completamente furioso. Sentía náuseas por las feromonas del enigma y no quería ver más. Se sentía derrotado y humillado pero sobre todo frustrado de no poder hacer nada para evitar lo que estaba por venir.

Las lágrimas y el rostro acalorado de Izuku le rompieron el corazón.

Sin embargo antes de que ocurriera lo impensable, las puertas fueron abiertas y un disparo que dio en el hombro de Enji dejó a todos perplejos. Al voltear miraron ni más ni menos que a Shoto con el rostro lleno de odio.

— ¡¿Qué carajos están haciendo?! —

Gritó el bicolor apuntando a su propio padre mientras que con la otra mano sostenía una botella de whisky.

— ¡Dejenlos ir! ¡Ya estoy harto de que hagan estas cosas en "mi nombre"! ¡Los odio a todos! —

Amenazado el bicolor. Endeavor sonrió sorprendido y se alejó de Izuku dejándolo en paz y se llevó la mano a su hombro sangrante. La bala no causó herida grave pero sí lo suficiente para hacerle sangrar al igual que Katsuki.

— Al fin haces algo interesante Shoto... ¿No odias a estos dos?¿No quieres saciar tu sed de venganza y liberar ese odio que sientes?... Hazlo... Mátalos a ambos —

Sugirió el pelirrojo tomando una postura más relajada. Shoto negó con la cabeza.

— Ya te lo había dicho, odio estás cosas y jamás seré como ustedes... Esos dos son las personas que menos deseo ver ahora... Pero no por eso merecen que les hagan esto —

Enji soltó carcajadas sonoras y dio un par de aplausos.

— Saliste tan parecido a tu estúpida madre... Siempre jodiendo con su sentido del "bien" —

Shoto chasqueó la lengua y volvió a disparar está vez la bala dio a la ventana rompiendo el cristal. Por pocos milímetros y hubiese atravesado la cabeza de Enji.

—No vuelvas a hablar así de mamá... —

Amenazó con seriedad, Enji ordenó a Dabi traerle el botiquín médico y a los otros dos les pidió que cortaran los cinchos en las manos del rubio y el pecoso. Luego arrojaron a Izuku contra Katsuki quien lo atrapó aturdido aún y fueron llevados a la salida en donde frenaron un momento junto a Shoto.

— No los quiero volver a ver cerca de mi... Ni a ti, ni a Midoriya...la próxima vez no voy a ayudarlos. Ahora largo.—

Ordenó Shoto mirando directo a los ojos de Katsuki, los hombres rápidamente acataron la orden, empujaron al pecoso y al rubio hacia la salida. Volvieron a taparles los ojos y los subieron a la camioneta. Sin embargo el aroma de Izuku era cada vez más fuerte.

Mientras tanto una vez que la habitación se quedó vacía y Dabi regreso con el botiquín para dárselo a su padre y que comenzara a atender su herida. Cerraron las puertas con Shoto dentro.

Apretó los ojos, sollozó con desesperación y frustración sintiendo la impotencia de casi nunca tener voz en la familia. De que sus órdenes siempre fueran tomadas a broma por su maldito hermano mayor que era el favorito de su padre. Pues no ahora había decidido que lo escucharán por las buenas o por las malas.

Ahora entendía porqué su madre se divorció de su padre y había terminado enferma en aquel hospital mental. El no quería correr con él mismo futuro. Quería ser feliz, vivir tranquilo sin ninguna preocupación ni miedo de que su familia lastimara a sus amigos cada vez que a él le pasaba algo.

— Escúchame bien. Por años viví sin decirte ni pedirte nada, jamás te he traicionado pero está vez se metieron con alguien que realmente es importante para mí, esto es lo último que estuve dispuesto a soportar. —

Le gritó con firmeza y una mirada furiosa, su padre sonrió de lado y alzó una ceja para verlo con curiosidad.

— ¿A qué te refieres? ¿Qué harás al respecto?—

Reto el mayor y shoto trago saliva para entonces relajar su rostro.

—Desde hoy... Renuncio a mi apellido... Renuncio a esta familia y a todo lo que eso involucra —

El hombre soltó un par de carcajadas.

— ¿Estas loco, estúpido o ambos? Sin mi dinero no podrás mantenerte. No sabes hacer nada, siempre has sido atendido por sirvientes desde que naciste. No sobrevivirás en el mundo tú solo. No eres como tus hermanos —

Shoto apretó los dientes y negó.

—Siempre he sido eso para ti, no soy más que la sombra de mi hermano y es por eso que no eres capaz de saber que ya soy un adulto, puedo valerme por mi mismo. No necesito tu asqueroso dinero sucio, me iré y no quiero volver a saber de ustedes nunca más, solo vendré a visitar a mi madre y eso será todo —

El pelirrojo enfrió el rostro y se puso en pie sin importarle tirar al piso el botiquín e hizo a un lado a Dabi.

— ¡Bien, adelante! No me sirves, si te tenía aquí era por lástima a tu estúpida madre, vete... Pero en cuanto des un pie afuera de esta casa, no podrás volver jamás... ¿Oíste bien?! Lárgate. Ya no serás más parte de mi familia, suerte en pagar tus colegiaturas y veamos que pasa si dejo de darle dinero a tu escuela —

Murmuró sonriendo ladino y en ese momento el bicolor bajó la mirada y chasqueó la lengua. El maldito sabía que por ese lado tenía razón. Sin sus donaciones a la escuela, está seguro tendría problemas financieros y seguramente caería en un tiempo si no encontraban más benefactores, sin embargo era un riesgo que estaba dispuesto a tomar con tal de liberarse de su familia.

El pelirrojo carcajeó y se acercó para tomar el hombro de su hijo menor.

— Anda... ¿No te ibas ya? Estoy esperando —

Shoto se sentía contra la espada y la pared, sin escapatoria, atado a su familia por el bien de otros entre ellos sus amigos y Midoriya. No le quedó de otra más que suspirar y morderse el labio en frustración.

— Es por esto que siempre serás la sombra de tus hermanos... Ellos piensan antes de hablar, eres impulsivo y torpe... Si ya terminaste con esta tontería, vete a tu habitación, estoy ocupado. —

—Solo vendré a ver a mamá los fines de semana—

Le dijo antes de salir. Shoto quería estallar, y sin más no tuvo opción más que aguantar todo y guardarselo. Con dolor y humillado volvió a su habitación en donde se encerró y empezó a empacar sus cosas.

A pasos lentos y con un semblante más que apagado, el bicolor subió a la terraza de la mansión, lo único que quería era tratar de olvidar el dolor que le estaba amargando el alma en ese momento, por segunda vez había sido rechazado por Izuku, incluso aún después de haberle dicho miles de veces que sólo tenía ojos para él.

Suspiro acercándose a la barda y encajando los dedos en la malla metálica mirando a lo lejos los verdes jardines. Suspiro nuevamente y entonces sintió una mano sobre su hombro que lo hizo girarse de inmediato encontrando la mirada preocupada de su prima Momo.

— ¿Que ocurrió Shoto?... Yo.. lamento haberle dicho a tu padre lo que pasó está tarde con Midoriya y Bakugo, me amenazó para que le contara... —

Le dijo la peli negra y Shoto le miró con una leve sonrisa.

—Esta bien Momo, no fue tu culpa... Mi padre y mi hermano están locos... Pero ya no hay de qué preocuparse, renuncie a la familia —

Le respondió con su voz apagada y la chica alzó una ceja y ladeo el rostro con sorpresa.

— ¿Que ocurrió? ¿Vas a mudarte?...—

Shoto suspiro y desvío la mirada apuñando las manos.

—Tokoyami tiene un departamento que puede prestarme y quizá me vaya allí, buscaré un empleo de medio tiempo para solventar los estudios... demostraré que no necesito el dinero de mi padre para vivir. —

Le dijo a la peli negra quien ante las palabras del bicolor abrió la boca sorprendida y parpadeo sin poder creer lo que oía.

—Lo siento Shoto, si necesitas algo dímelo... Iré a visitarte sin que nuestros padres se den cuenta. —

Propuso la chica con una sonrisa caída y el bicolor asintió con calma.

— Gracias, ya no tengo motivos para estar en esta casa, no tampoco tengo motivos para seguir tras Midoriya, No tengo opción mas que resignarme... Si él no me quiere de esa forma, deberé vivir con ello y dejarlo ir —

Murmuró deprimido y la chica hizo una mueca de pena, sentía lástima por su primo y sabía que no se merecía sufrir de esa manera.

— ¿Por qué no peleaste por él? ¿ Realmente vas a dejar que Bakugo te lo quite? —

Cuestionó la pelinegra, Shoto formó una suave sonrisa al oír esas palabras

— Ellos dos tienen una historia juntos desde la infancia, no puedo competir contra eso... Además creo que así estamos a mano...

— Eh... ¿A mano? ¿qué quieres decir con eso? —

Shoto se giró para ver a su prima y con suavidad suspiro y sonrió lo mejor que pudo.

— El otro día logré escuchar a mi padre hablar con Touya, el accidente de la madre de Bakugo no fue un "accidente". Fue un intento de homicidio que mi padre planeó... Cuando katsuki me golpeó ellos planearon matar a su madre en venganza —

Explicó el bicolor alejándose de la maya y regresando a la puerta.

— Así que... Supongo que dejarle a Midoriya fue algo justo... Aunque me duela de todos modos Midoriya lo quiere a él y jamás lo forzaré a elegirme a mi si no me ama —

Le explico antes de irse caminando de nuevo, la chica lo miró sorprendida por lo que había oído, y pensó que aun así su primo era demasiado bueno para merecer tanta miseria.

Por otra parte la camioneta que llevaba al pecoso y al alfa se detuvo al fin, les retiraron los vendajes y fueron arrojados a la calle con sus pertenencias.

Ya era de noche, las calles estaban vacías pero el alivio que el alfa sintió al sentir el asfalto en su espalda fue enorme y más cuando la camioneta se alejó dejándolos finalmente en paz.

El alfa se puso de pie tambaleando y se acercó al menor para ayudarlo, este estaba temblando aún con los síntomas del celo que estaba atacando. Cuando el alfa detectó el aroma de Izuku sintió todo su cuerpo tensar y llenarse de un fuerte impulso por tomarlo. Negó con la cabeza tratando de volver en sí.

— Joder... Dónde está.. dónde está tu maldita mochila —

Gruñó tratando de evitar respirar o terminaría cediendo al celo, era un lugar peligroso para eso. Buscó con la mirada sintiendo el sudor frío bajar por su cuello y noto la mochila tirada a unos metros. Corrió hacia ella y la abrió buscando algún supresor. Para su fortuna logró encontrar una cartera de píldoras supresoras, solo quedaban dos cápsulas las cuales sacó del plástico entre movimientos torpes y nerviosos regresó con Izuku.

— ¡Toma esto! ¡Rápido! —

Le dijo sintiendo como su mente empezaba a nublarse por el maldito delicioso aroma que lo estaba empezando a seducir.

Arrojó las píldoras a la boca del menor obligándolo a tragarlas y rápido lo ayudó a ponerse de pie. Miró cercano un callejón y caminó hacia allá con Izuku colgando de su cuello.

Ambos cayeron al piso de un senton y recargaron en la pared detrás de un contenedor de basura.

Rápidamente abrazó a Izuku y lo acunó en su pecho tratando de relajarlo. Katsuki estaba agitado, cansado, adolorido y ahora estaba excitado por el aroma del menor y el celo que lo estaba atacando.

Luchó con todas sus fuerzas para no ceder, entre respiros acortados y el jadeo adolorido de su pecho. La herida en su hombro y su pómulo ardían pero eran mitigadas por el celo en el aire.

— Reacciona Deku... —

Murmuró dando besos sobre la frente húmeda del Omega. Pasaron algunos minutos hasta que las feromonas empezaron a bajar de intensidad y poco a poco el pecoso empezó a estabilizarse.

Mientras eso ocurría el alfa no dejaba de pensar en esas escenas que ahora rondaban en su cabeza. El cómo por poco violaban a Izuku frente a sus ojos o el cómo los habían golpeado. Pensó en Shoto y el cómo es que los había acudido a salvar.

"¿Estaba ebrio?... Casi mata a su padre de un disparo"

Pensó meditabundo además de la última amenaza de que no los quería ver cerca de nuevo ni a él ni a Deku.

"Lo dijo para salvarnos de su familia... El muy idiota... No es tan torpe después de todo"

Pensó negando con la cabeza y sintió al pecoso removerse despacio. Lo miró a los ojos notando que ya parecía verse más estable. El aroma era el normal, el celo finalmente se había calmado lo suficiente como para que pudieran regresar a casa.

—Deku... ¿Te sientes mejor? Ya estamos a salvo—

Murmuró acariciando la mejilla del Omega con suavidad. No sabía qué hora era, seguramente ya pasaba de las diez de la noche.

— Estoy bien... No es nada... La bala no atravesó mi cuerpo solo me rozo —

Indico cuando el pecoso intentó incorporarse asustado por toda la sangre en la ropa del alfa que surgía de su hombro.

— ¡Tranquilo estoy bien! ¡Me preocupa más tú, maldita sea! —

Dijo en voz alta tomando al menor de los hombros y un silencio se instaló por un momento antes de que Katsuki se acercara a abrazar al menor, estaba tan cansado. Recargo su rostro en la curvatura del cuello ajeno y respiro su aroma. Relajándose. Lo abrazó con fuerza apegándose a su cuerpo.

— Creí que iba a perderte... Ese maldito... Te toco y casi te.... No lo perdonaré jamás —

Murmuró molesto, temblando de enojo mientras aferraba a Izuku con fuerza como queriendo fundirse con él. Quería dejar su aroma sobre el Omega, borrar cada rastro del aroma del enigma. Nadie podía tocar a Izuku. Era suyo. Solo suyo

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La tristeza abrumaba a Izuku, recordar a Shoto solo amargaba con esas últimas palabras que le declaró, algo golpeaba en su mente tratando de darle un poco de razón. Frotó rudamente el rostro con el intento de secar las lágrimas pero pronto Katsuki se posicionó al frente sujetandolo con la mención de que dejara de llorar y determinando que haría a cualquiera tragarse sus palabras de que lo suyo no era un error.

—No es malo, ¿verdad? Que intentemos ver por nosotros y ser felices...

Promulgó con un gimoteo y tratando de animarse. Recibió un tosco beso en labios callandolo y calmando su tristeza. No entendía como, pero Katsuk siempre tenía una solución para animarlo, era como si fuera un libro abierto para él. Al oirle decir que solo debía llorar de felicidad le dejó algo noqueado.

—Llorar de felicidad...

Repitió en conmoción, por supuesto que él mismo se conocía como una persona bastante sentimental, las lágrimas brotar era algo que tenía sumamente normalizado, ¿pero llorar de felicidad? No recordaba llegar a tales extremos, sus lágrimas habitualmente eran de tristeza o dolor.

Frotó un par de dedos en sus parpados culminando el lagrimeo y percibió a Katsuki algo avergonzado anunciando que irían a comer algo de pollo frito. La manera en que intentó cambiar el tema le pareció apresurado y hasta encantador.

—Sí, sí me gusta —reiteró la pregunta con una aterciopelada risa al ser tomado de la mano siendo guiado a pasos agigantados y algo torpes. —Kacchan es realmente tierno sin siquiera proponerselo, que intentes animarme... Te lo agradezco.

El falso reproche de Katsuki solo le liberaba más una risa que intentaba ser discreto, fue tomado abruptamente del cuello con un brazo, Izuku facilmente se repegó a su costado totalmente enmielado de saber la importancia que tenía con el alfa de estar bien. Si tan solo los demás conocieran esa parte del rubio, aunque ya meditandolo mejor, estaba bien con conocerlo solamente él. Tampoco quería compartir el encanto de Katsuki.

Caminaron hasta una zona donde la avenida era exclusiva de comida en puestos ambulantes y carretas de comida rápida. Acercaron a un puesto de brochetas y se quedó paciente mirando con curiosidad la cantidad de aderezos que se le ponía, no solía comer mucho en ese estilo. Recogió su brocheta con un gesto de agradecimiento y empezó a darle pequeñas mordidas con una sincera expresión de gustarle.

Las personas de los puestos hacían llamados invitandolos a comer, ambos solo caminaron cercanos evadiendolos hasta llegar al rico aroma del pan al vapor. Izuku los miró con añoro y posteriormente giró de reojo a Katsuki en busca de aprobación.

"Está bien decir que es nuestra primera cita, oficialmente... ¿Cómo novios?"

Un hormigueo agradable invadió su pecho, así como una tibia sonrisa dichoso de que fuera así. Sin embargo, ¿qué tan cariñoso podían ser? El alfa dejó en claro que no le interesaba lo que otros pensaran de ellos, caminaban agarrados de la mano o el omega le abrazaba del brazo con posesión.

Se iba a llevar el primer bocado del bollo al vapor, no obstante, se quedó sorprendido de ver que Katsuki en solo dos bocados se había terminado el suyo, jadeó un poco aturdido, los bollos estaban recién hechos y humeantes, por no decir que dulces, conocía a Katsuki su preferencia por las cosas picantes.

Sus labios movieron pero cesó su llamado, encontró un rastro de crema en parte del mentón del rubio por la prisa en que devoró el bollo, pero se le ocurrió una mejor idea. Le detuvo el camino sosteniendole el brazo y posicionó frente a él sin apartarle la vista, se puso de puntitas para alcanzarle apenas la barbilla, dio un fugaz beso rosando con la comisura de los labios ajenos.

Al separarse se llevó una mano a tantear su boca con una furtiva sonrisa tímida pero satisfecha por la reacción conmocionada del alfa.

—Tenías... Un poco de crema dulce.

Siseó relamiendo los labios divertido de oirle chasquear la lengua, las reacciones del alfa eran incómodas pero no se negaba, era entretenido tantear que tan meloso podría ser en publico.

Realmente estaba disfrutando de ese recorrido gastronómico, la comida era deliciosa y tenía la mejor compañía, como si con él todos sus males e incertidumbres desaparecieran por completo. Cada vez que abarcaban un local pedía las porciones más pequeñas, el apetito se le iba disminuyendo pero Katsuki parecía no tener fin, Izuku le miraba curioso y aun así sabía las grandes cantidades de calorias que el rubio necesitaba como jugador agresivo y la condición física que maneja.

Entonces llegó a preguntarse si acaso el alfa seguiría con ese estilo de vida, ¿qué pretendía hacer más adelante? El siguiente año empezaría una carrera y, ¿seguiría en el equipo de futbol americano? La U.A. definitivamente querrá quedarse con alguien que los ha galardonado con tantas medallas y trofeos. Aun así, Izuku no estaba seguro de que se planteaba Katsuki en su futuro.

"¿Querrá sentar cabeza y formar una familia?"

Divagó mientras sorbía los fideos de ramen, mirando a Katsuki también comer. Apretó los parpados y negó la cabeza para entrar en sí, por más que se planteaba un escenario así no podía imaginarlo.

Para terminar su merodeo por esa avenida llena de puestos de comida tuvieron de postre un helado de cono. Izuku iba completamente feliz por tan buen recorrido, saboreaba gustoso el cono de nieve con una pequeña galleta de adoro, a su lado Katsuki iba con otro, logró percibir parte del helado derretir en mano del alfa por lo que le llamó la atención.

—¿Estás bien? Tu helado va derretirse completamente, ¿o estás tan lleno? Comiste demasiado ramen al final... —dijo entre lamidas a su cono.

Percibió el respingo del rubio que le hizo caer la bola de helado al suelo, le miró con cierta sorpresa por ese descuido inusual. Acechó incredulo desechar el cono vacio a la basura, pretendía ofrecerle probar del suyo para reconfortarlo.

—Estás algo distante, ¿quieres del mío?

Invitó con ingenuidad dando una lamida a moldear la nieve, pero fue detenido por el repentino acercamiento que le susurró a la oreja. La voz de Katsuki lo estremeció por su invitación de ir a su casa, ya que tenía una repentina necesidad de tocarlo.

—¡¿E-eh?! Por eso es que tú... estabas tan distraido...

Sintió una mano de Katsuki posicionarse en su cadera atrayendolo consigo y un beso en el cuello que le hizo derretir en su lugar con un agradable escalofrío. La manera en que Katsuki lo seducía parecía tan sencillo, el omega acató la invitación asintiendo la cabeza en silencio con un rubor implantado en sus pecosas mejillas.

Cada vez más estaba llegando más lejos con el alfa, en algún momento podrían tomarse sin ninguna restricción, podría ser incluso ese día, lo que le entusiasmaba con un toque de nerviosismo. Katsuki le estuvo enseñando varias cosas, besarlo, tocarlo, hasta hacerle una felación, se notaba lo experimentado que era, Izuku quería continuar aprendiendo con él.

—S-sí quiero, vamos.

Dijo con las palabras tropezando por la emoción de estar nuevamente en un escenario similar al de ayer, volver a embriagarse en las feromonas del alfa y tener más marcas de sus besos y mordidas en el cuerpo. Katsuki era una completa adicción.

Decidieron tomarse el tiempo caminando a su casa, al terminarse el helado con lamidas e invitaciones a Katsuki desecharon el envoltorio de papel a un cesto. En seguida se instaló abrazandole el fórnido brazo y repegarse a su hombro. Era realmente feliz así, con la persona que ama caminando a su lado sin una pizca de duda, era un grato sentimiento bello el ser correspondido.

—Eres mi persona favorita, desde hace bastante. Te amo mucho, Kacchan.

Ronroneó frotando su cabeza al hombro con la agradable esencial del alfa que le regocijaba con la chaqueta aun puesta. Era un omega tan feliz.

Entre sonrisas y una charla ocasional en su camino tampoco percibió que eran seguidos, el frenón repentino en la calle con el sonido de la llanta quemar le revivió algo que tenía sellado en su mente. Una camioneta oscura de vidrios polarizados, su gesto contrajo perturbado y fue empujado a estar detrás de Katsuki para protegerse.

Al ver un par de personas bajar precipitados con armas jadeó con horror, apretó las manos a la espalda de Katsuki. Hace unas cuantas semanas experimentó lo mismo, el como lo recogieron de forma forzosa de la acera para llevarlo a una especie de bodega.

—N-no, vienen de nuevo... es por lo que Todoroki-kun...

La amenaza final que le soltó el padre de Shoto martilló su cabeza con culpa, de si volvía a romperle el corazón iba a pagarlo con más allá de unos azotes como antes.

Las piernas de Izuku temblaron, ignorando la indicación de Katsuki que huyera de allí. El miedo lo tenía atormentado sin poder moverse. Reconoció la voz que les exigió subir al auto, al igual que sus ojos azules, era el hermano de Shoto que lo raptó la otra vez también. Se sintió incómodo por notar que habían sido observados todo el tiempo desde que salieron de la escuela.

Apenas logró negar la cabeza con terror por la insistencia de Katsuki en que saliera de allí, su cuerpo no estaba reaccionando por el miedo. El rubio se dirigió a embestir al otro, el sonido de un arma de fuego detonar le hizo encogerse de hombros con pánico llevandose las manos a la cabeza. Dos sujetos acudieron al menor que estaba completamente indefenso.

—¡No quiero! ¡Dejenme ir! —Exclamó con horror tratando de librarse del agarre a sus brazos que lo guiaban a entrar a la parte trasera del vehículo. —¡Kacchan!

Llamó precipitado mirando como el rubio se quedaba luchando con el otro, Izuku continuó forcejeando y pataleando para no entrar al auto, pero detuvo sus acciones al sentir el frío cañon de un arma en su cabeza. Así como su resistencia por no entrar terminó, también las ganas de Katsuki por luchar, quedó más aturdido de escuchar que también querían que Katsuki subiera.

Él no tenía que ver, se supone que la amenaza osciló en Izuku meramente. Fue empujado de los hombros para adentrar completamente en la camioneta y ponerse de rodillas, sus manos fueron atadas en su espalda con el reclamo que dejara de temblar tanto ya que dificultaba las cosas. Cuando Katsuki entró también quiso ir con él y abrazarlo con miedo.

Los ojos también fueron cubiertos con tela oscura, todo era igual a aquella vez donde lo raptaron solo, probablemente lo llevarían de nuevo a esa bodega y ya no saldrían vivos.

—Lo siento, lo siento... —disculpó en susurros hacia el rubio esperando su perdón por involucrarlo en algo así.

No esperó que Shoto tomara represalías así, fue tan claro en anunciarle que no tenía nada que ver con el nombre de su familia, pero también su odio y decepción en la escuela lo fue.

Izuku gimoteó mordiendo su labio tratando de calmarse, tenía bastante miedo, su instinto de omega solo quería arrinconarse con la persona que lo hacía sentirse mejor y ese era quien estaba en sus mismas condiciones.

Katsuki preguntó abiertamente en el camino porque los habían secuestrado, su voz no se oía tan lejana, Izuku quiso arrastrar sus rodillas para acercar con él, pero el arma apuntando a su espalda lo tenía bien fijo en no moverse más de lo necesario.

La respuesta era predecible, pero golpeó con culpa a Izuku por la fijación de lo que harían si no correspondía con Shoto. Desde la noche del baile creyó que las cosas terminaron bien, de alguna manera entre el bicolor y él, pero no fue así, la forma en que explotó hoy en la hora de salida de la U.A. fue convincente en que estaba indignado por preferir a Katsuki.

Lloró culposo todo el camino con gimoteos irremediables, estaba seguro de morir ahora, las amenazas estaban con antelación y decidió ignorarlas cuando se sintió bien con el rubio, al igual que la supuesta aclaración de Shoto. Era un completo ingenuo.

Al detener el motor del auto fue arrastrado con empujones a un lugar, el piso se sentía firme a diferencia de la bodega que antes fue llevado, escuchaba a Katsuki quejar a su lado por el trato así que iban juntos y eso le hizo sentir mejor, solo un poco.

Escuchó la gran puerta de un sitio abrirse y fueron empujados, cuando la puerta selló de nuevo sus cabezas fueron descubiertas, quedó totalmente extrañado de notar el sitio lujoso a donde los llevaron, era una oficina. Miró de un lado a otro notando a las personas, desde luego que estaba ahí el hermano mayor de Shoto.

Sus manos a pesar de estar atadas eran también sostenidas con precaución por su rudo guia. Oyó a Katsuki a su lado preguntando por su estado, por los ligeros temblores y su rostro empapado en lágrimas no podía decir nada adecuado.

—No lo estoy... —sinceró cohibido bajando la cabeza.—Tú no deberías estar aquí también.

Susurró de por medio en su lugar sin intentar zafarse, estaba paralizado en su lugar con toda esperanza de salir de ahí por los suelos. La silla de piel que les daba la espalda giró encontrandose con una figura que ya había visto una vez, era el jefe de esa organización de yakuza y el padre de Shoto. Fue ahí que apenas logró mantenerse de pie, fue jalado de las manos para mantenerse en su lugar y no caerse del miedo.

Las cicatrices que llevaba en el torso y espalda comenzaron a quemarle como cuando fueron hechas por esa persona, su cuerpo lo recordaba trauma. Fue alzado del mentón por la gruesa mano del enigma que le hizo temblar, no se atrevía a mirarlo a los ojos y aun así fue obligado a hacerlo.

No tenía respuestas para sus comentarios que le recordaban sus advertencias, pero sobre todo como señaló a Katsuki reclamandole que lo prefirió a él que al hijo. Eso era cierto, ¿pero con que cara le diría? La mente de Izuku estaba hecha un caos de miedo, quería encogerse en su lugar y su aroma desbordaba el miedo suficiente para ignorar el parche de su cuello.

El viento recorrió su mejilla estando cerca de recibir un golpe de no ser por el grito amenazante de Katsuki en que no lo tocara. Izuku lo miró de reojo perplejo, ya que a pesar de su deplorables condiciones el alfa seguía ferviente en defenderlo.

El sonido de un golpe contra la espalda de Katsuki le hizo respingar, pero más que nada al ver que el enigma acercaba peligrosamente al rubio para levarle el rostro desde el cabello con voz amenazante y hasta de cierto interés por su impertinencia.

—No, no... él no tiene que ver, dejenlo... —suplicó con la voz temblando en miedo, trataba de afrontarlo también, reiterar que el asunto era consigo pero apenas y podía salir su voz entre los gimoteos y el bajo volumen.

Enji fue renuente en mencionar que conocía a Katsuki, así como lo que le provocó a Shoto en su pelea en la cafeteria, pero lo más impactante fue oir que lo sucedido con Mitsuki Bakugo no fue un accidente. Izuku alzó la cabeza conmocionado, el accidente que atropeyó a la madre de Katsuki no fue como tal, su rostro quedó atormentado. Ella ni siquiera tenía nada que ver, pero por tratarse de la madre del alfa tomaron cartas con ella, así es como trabajaban los yakuza, desquitandose con lo más preciado para ti, en su caso tenían en la mira ahora a la persona que él eligió en lugar de Shoto.

Hiperventiló nervioso de imaginar lo que podían hacerle y Katsuki solo retregaba furioso que solo demostraban su fuerza de forma cobarde con armas. Izuku cerró los ojos con fuerza, así como apretó su mandíbula frustrado de no tener más opción que acatar sus consecuencias de llegar ahí. Él no tenía el valor para gritarles insultos como lo hacía el alfa.

—¡Por favor no! —Fue lo que pudo respingar al oir a Dabi la sugerencia de matar de una vez al rubio por hablador. —Haré lo que sea pero no lo lastimen más.

Sus suplicas fueron vilmente ignoradas, y su gesto transformó con horror y lágrimas al ver como Enji levantaba el rostro del alfa propinandole un grueso puñetazo.

—¡YA DETENGASE POR FAVOR! ¡ÉL YA ESTABA HERIDO! —Rogó con el llanto extenuante. El cúmulo de lágrimas le distorcionaba la vista de como estaba golpeado a Katsuki en áreas que ya le conocía lesionadas. —¡DEJENLO IR KACCHAN NO HIZO NADA MALO!

Suplicó una y otra vez, su rostro agachaba conmocionado tratando de no ver la paliza que le estaba dando en el torso, pero la persona que lo retenía de la espalda lo forzó a que no evadiera ese cruel escenario. Izuku solo podía imaginar a Katsuki muerto por esa paliza sin tener capacidad de defenderse. Era cruel e injusto ese día donde todo marchaba tan bien para terminar de esa manera.

Sus palabras pausaron con cautela de ver que Enji dejó de golpear a Katsuki, Izuku respiraba rápido y nervioso, sobre todo por percibir que se acercaba consigo, todo indicaba que ahora era su turno para ser golpeado. Su voz continuaba temblando, respingó en miedo cuando su camisa fue facilmente destrozada a los lados dejando su torso expuesto. Las heridas nuevamente dolieron con la mirada azul implantada de Enji hacia las cicatrices que quedaron.

El cuerpo le tembló ante las manos gigantes que pasearon por el entorno con una caricias ásperas, no era nada similar a lo que Katsuki le hacía sentir. Izuku esperaba ser golpeado como antes, pero las intenciones de Enji Todoroki eran distintas ahora. No podía hacer mucho, sus manos estaban aun atadas a su espalda y no tenía a donde huir, notó el desespero y amenazas de Katsuki con un pómulo sangrando en que no lo tocara, no tardaron en hacerlo callar y forzarlo a meramente observar.

Las feromonas de Katsuki eran facilmente opacadas por el enigma, quien con solo unas cuantas palabras con voz de mando y su aroma penentrante estaban opacando las del alfa. Izuku empezó a reconocer esa sensación particular que ultimamente había tenido seguido, su piel acaloró con una fiebre súbita dando perlas de sudor, con un aire que apenas lograba entrar a sus pulmones. Ansioso y con el sonrojo cada vez más vigente en su gesto. Estaba siendo obligado a entrar en celo. Un golpe en el rostro le aturdió con una risa entretenida del pelirrojo.

Su vista borrosa miró de reojo hacia Katsuki antes de que lo levantaran con brusquedad llevandolo al escritorio, su rostro fue golpeado con la madera y las manos del enigma escarbaron en su cintura procurando quitarle la ropa. Izuku estaba perdiendo toda su cordura por el dolor del celo, el cuerpo ardiendo y su entrepierna empapada, entre jadeos intentó llamar a Katsuki, no quería esto, mucho menos que lo viera así.

—Kacchan...

Llamó aturdido y adolorido por el golpe anterior, seguían las lágrimas brotando de sus mejillas apenas consciente de lo que ocurría. Había escucha un disparo antes, pero ni siquiera logró indagar si fue hacia el rubio cuando fue levantado a darle la espalda. Sus pantalones estaban siendo desabrochados rozando una dolorosa erección y la humedad que oscurecia más la mezclilla.

El ruido de las puertas abriendo y un disparo ensordeció los oidos del menor, quien muy apenas giró el cuello para notar a Shoto. El peso de Endeavor movió dejando mayor movimiento a Izuku, sin embargo se sentía aun aturdido y adolorido en el celo que lo hacía jadear.

Los oídos solo captaba zumbidos por los balazos cercanos y su pésima condición, no lograba entender lo que pasaba, solo necesitaba saciar su celo que estaba en el pico máximo. Algunos segundos después sus manos fueron sujetadas para romper los cinchos y fue arrojado con brusquedad, antes de caer al suelo fue atrapado por alguien, abrió débilmente los ojos encontrándose con los de Katsuki. Estaba tan aliviado como preocupado por verle la sangre en el rostro, pero también su celo fuertemente le cegaba todo.

—Alfa... —siseó somnoliento en brazos de Katsuki.

Fue levantado de un tirón del brazo por las personas que los guiaron a la salida, Izuku apenas podía caminar.

Lograba mantenerse de pie, tambaleante y débil apretó los puños ansioso. Fue llevado a la salida acompañado de Katsuki y sus guías, sin embargo, los hicieron frenar unos segundos para notar a Shoto a su lado.

La mirada se Izuku logró enfocarlo por segundos, reconoció al bicolor y su gesto contraído suavizó con tristeza, lo percibió molesto con las manos ocupadas con un arma y una botella de licor, lucía completamente diferente al Shoto que habituaba.

Las palabras de odio y esperando no volver a verlos jamás le produjo un reflejo inquietante que no supo responder, iba a caer al suelo pero fue firmemente sostenido del brazo por su guía que lo empujó a la salida. La cabeza de Izuku daba vueltas y su cuerpo dolía, el trato era malo y solo procuraron sacarlos de ahí.

Su cabeza fue cubierta nuevamente por una tela oscura, ya no estaba seguro de lo que ocurría o si venía con Katsuki, fue llevado a un auto otra vez arrancando el motor. Necesitaba un supresor cuanto antes, sus feromonas estaban bastante marcadas y cualquier alfa podía ser peligroso así.

Fue arrojado al asfalto quedando boca abajo, se retorció adolorido por el impacto y el celo presente. Entreabrió sus ojos somnoliento dandose cuenta que la camioneta desapareció, eso debía ser bueno, pero no podía razonar adecuadamente en esa condición tan lábil. Se abrazó a sí mismo haciendose un ovillo en su lugar tratando de aminorar el fuerte malestar, su piel ardía y estaba húmeda en sudor.

Como si sus plegarias fueran escuchadas, la sombra de los faroles de luz en la noche opacaron con la silueta de alguien, reconoció el cabello puntiagudo y los ojos escarlatadas, además de su aroma que produjo jadeos ansiosos.

—Te necesito, alfa... por favor... —suspiró y estiró un brazo tratando de alcanzar a Katsuki quien hurgaba en la mochila amarilla que también fue arrojada a unos metros.

Fue sentado con cuidado, cuando vio la mano de Katsuki forzandolo abrir la boca negó la cabeza asustado y para nada cooperativo, tecnicamente fue obligado a tomarse el par de píldoras supresoras.

—¡No quiero supresores, quiero que me tomes! —chilló con el rostro hirviendo y esa coloración rojiza en las mejillas húmedas de lágrimas y sudor.

Fue levantado entre su lloriqueo arrastrando los pies con ayuda del sostén del alfa, caminaron unos metros hasta un callejón entre locales cerrados, donde estaban sus contenedores de basura. Ambos desplomaron a tomar asiento, Izuku seguía llorando en ansias por el celo siendo retenido por los gruesos brazos que lo aprisionaron contra el alfa.

—Quiero estar más íntimo contigo, esto no es suficiente —dijo entre un llanto frustrado intentando librarse del abrazo para girarse con el alfa.

Izuku retorció en su lugar tratando de liberarse, pero poco a poco su cuerpo fue correspondiendo en su lugar. No se sentía tan mal estar apegado con el alfa, a pesar de que lo estaba reprimiendo, que su entrepierna dolía, su cuerpo estaba con una fiebre horrible. Duraron varios minutos ahí, hasta que la respiración agitada en Izuku fue descendiendo, comenzando a normalizarse y descender la temperatura.

Los llamados de Katsuki y recibiendo sus besos en la frente lo alertaron, parpadeó debilmente y espabilando.

—¿Alfa?... —Susurró sintiendo su boca seca y un extraño ardor en sus ojos. —¿Kacchan?

Alzó la vista para darse cuenta de la persona a su espalda, entrando en conciencia de todo lo que habían pasado. Sus iris ya estaban normales y contraidas, tanteó el rostro por el dolor del golpe y el abrazo que lo retenía suavizó para dejarle moverse.

—Yo... yo estoy... —quiso responder su estado, pero al notar su torso descubierto por la camisa rota en dos a los laterales silenció.

Por suerte llevaba la chaqueta del alfa aun, así que como un acto de cubrirse la cerró completamente subiendo el cierre de ésta. Ademas estaba avergonzado de sentir su entrepierna húmeda así como parte de su ropa.

—No puede ser, yo de nuevo... —dijo asustado llevandose las manos a su cuello ansioso, mirando de un lado a otro tratando de memorar adecuadamente lo que pasó.

Al percibir a Katsuki lo miró con más atención, jadeó de horror al verle la herida en el pómulo y los espasmos de dolor, rápida se apartó del pecho de quien recargaba.

—¡Kacchan estás muy herido! —miró con terror la herida del hombro por la bala.

La caricia gentil en su mejilla le frunció las cejas preocupado de escuchar que prefería saber como estaba el omega que su propia condición.

—Esto fue mi culpa. Ellos me dijeron aquella vez que si rechazaba a Todoroki-kun... Y aun así quise ser franco contigo... —su estomago arremolinó en esa sensación deplorable de responsiva.

Pero Katsuki lo calló sujetandolo de los hombros para que le prestara atención, además de un reclamo de que solo le interesaba saber su condición. Fue jalado en un abrazo posesivo que lo alarmó.

—¡Tu herida del pecho! ¡Detente!

Exclamó preocupado tratando de empujarse para no aplastarlo, pero Katsuki se instaló consigo en la curvatura del cuello y dijo algo que le dejó estático.

"Creí que iba a perderte"

Escuchó la voz de Katsuki temblar con molestia de solo mencionar un poco lo que estuvieron a punto de hacerle. Izuku continuó rígido interpretando todo lo sucedido mientras recibía las feromonas del alfa tratando de opacar el residuo que quedó de Endeavor en él.

En los ojos del menor acumularon lágrimas silenciosas y solo suavizó su enlace acercando sus brazos en corresponder.

—¡Tenía tanto miedo! —lamentó aferrando al rubio—, cuando te golpearon, las amenazas, luego empecé a perder la conciencia... ¡Estaba tan asustado!

Lloró abiertamente abrazando con fuerza al rubio, la intención de acoplarse con el alfa y tratar de dejar atrás la tortura anterior.

—Lo siento, fue mi culpa... Todoroki-kun había dicho antes que no tenía que preocuparme por su familia, pero no fue así...

Sus manos apretaron a las prendas de Katsuki tratando de fundirse con él.

—No tenías porque estar ahí, no soporté ver como te estaban lastimando... Tenemos que curarte.

Determinó separando un poco y llevando su mano a examinar el pómulo lastimado del rubio, estaba algo inflamado y con sangre coagulada. Ansioso de no saber donde empezar también guió su otra mano al hombro con sangre y la prenda algo quemada por la bala que rozó.

—Lo que traigo en la mochila no va ser suficiente ahora, hay que ir a mi casa.

El hecho de que su madre los vería en esa condición le preocupó, pero más que nada estaba apresurado en mejorar la condición de Katsuki.

—Vamos, hay que levantarnos y salir de este callejón maloliente... —dijo con un tono que al menos trataba de sonar más tranquilo.

Al ponerse de pie sintió sus prendas todavía húmedas en la mezclilla de la entrepierna, motivo suficiente para sonrojarse y apartar un poco nervioso.

"Es la tercera vez en menos de un mes que llega mi celo..."

Estaba seguro que eso podría tener un desequilibrio con sus ciclos y feromonas. Estaba usando supresores de manera desmedida cuando eso era contraindicado.

Entró en sí con intención de dejar en segundo plano eso y se acercó a Katsuki para ayudarlo a levantarse.

—Hay que ir a curarte.

Abrazó a Katsuki con cuidado del costado que no estaba lesionado y le sirvió de apoyó para caminar. La noche daba calles más silenciosas y con poca gente, pero las miradas estaban curiosas con ellos cuando pasaban a su lado.

El teléfono de Izuku sonó varias veces en su mochila, se estaba debatiendo en contestar o no, era seguro que se trataba de su madre preocupada por no dar indicios tan tarde.

—Necesito responder...

Susurró ladeando la mochila para alcanzar el bolsillo mientras disminuía la fluidez de sus pasos. Efectivamente se trataba de Inko, su voz sonaba sumamente preocupada preguntando que había ocurrido y por qué no se había reportado. Izuku mordió su mejilla interna mirando de reojo a Katsuki sin saber que respuesta prudente dar, su madre era muy delicada y nerviosa para saber lo que afrontaron, pero no podía ocultarselo.

—Ya voy de regreso a casa, ¿podrías revisar si tenemos aun gasas y material de curación? Kacchan está conmigo y lo mejor es sanar sus lesiones. Te explicaré cuando lleguemos.

Dijo con intención de sonar tranquilo, tras unos segundos despidió colgando la llamada, suspiró decaído y miró nuevamente a Katsuki.

—Será mejor si le decimos lo que pasó, no puedo ocultar todo esto...

Susurró afligido por las lesiones de Katsuki, parte de la ropa sucia y con sangre seca, así como su ropa en un estado similar pero además con humedad en su entrepierna.

Continuaron su camino hasta que llegaron a su vecindario, miró por un momento su casa pensativo de si sería buena idea llegar. Respiró hondo y posicionó más firme el brazo de Katsuki que le rodeaba el cuello.

—Vamos...

Cruzaron el jardín y entraron por la puerta donde se veían que las luces seguían encendidas, Inko debía esperarlo aun. Empujó la puerta con un golpe seco y continuó hasta llevar a Katsuki a que sentara en el sofá.

El ruido de la puerta fue suficiente para que la mujer saliera de una habitación y asomara preocupada, como era de esperar alarmó acudiendo a saber que les ocurrió. Izuku apretó sus labios incómodo de responder, pero debía ser franco.

—Los yakuza de aquella vez... de nuevo fueron por mí.

—¡¿Pero por qué tú?! ¿Qué les hiciste?

¿Cómo iba a responderle que fue por rechazar al hijo menor de Endeavor? Ahí sí se quedó mudo Izuku, contrajo su rostro y apretó su mano que sujetaba la del alfa encima de su muslo.

—Ya estamos bien, creo que pudimos aclarar todo... ¿Podrías ayudarme con Kacchan? Yo iré a cambiarme primero...

Respondió entrecortado, interrumpiendo los balbuceos de su madre por más explicaciones. Izuku se puso de pie y rodeó la sala dejando que Inko empezara a tratarlo con las cosas que ya tenía listas en la mesita de la sala. Debía deshacerse primero de sus prendas.

Cerró la puerta de su alcoba tras de sí y suspiró llevandose las manos a la cabeza jalando algunos mechones en ansiedad y pronto caminó hacia las cajoneras en busca de ropa limpia.

Al bajarse el cierre de la chamarra notó debajo la camisa rota en dos, se miró a sí mismo y después a un pequeño espejo que tenía ahí. Recordar las manos de Endeavor recorrerle el cuerpo le produjo escalofríos, con miedo se abrazó el vientre encorvandose como escudo. El solo imaginar lo que pudo pasarle le hicieron brotar las lágrimas con trauma, el modo en que su celo reaccionó fue terriblemente rapido.

"Kacchan actuó muy rápido dándome un supresor..."

La sola idea de que pudo ser abusado y marcado a la fuerza le hizo temblar.

Frotó sus manos en los párpados para no empezar a llorar quedando algo irritado con la sensación ardorosa. Se despojó de las ropas rotas y lo demás que terminó empapado en su celo por sudor o la humedad de su entrepierna. No quería tener más problemas con los residuos de su aroma en celo que perduraba debilmente en la mezclilla.

Trató de ser lo más rapido que pudo, después de todo tenía que continuar con Katsuki. Cuando salió de la alcoba bajó apresurado saltando los ultimos escalones hacia la sala, no estaba seguro que fue lo que Katsuki pudo decirle con detalle, pero Inko aun continuaba con el semblante preocupado.

El menor se instaló rapidamente arrodillandose frente a Katsuki y sin anunciar nada apresuró a revisarle la herida en la costilla, levantando su camisa un poco. Inko quedó algo aturdida con el material de curación en manos, apenas le estaba limpiando el rostro.

—¿De verdad ustedes dos están saliendo?

Preguntó sin rodeos la mujer, Izuku se quedó rígido con la mano tanteando con cuidado la herida en el torso del alfa.

—Ya te había dicho que sí, mamá... —respondió cohibido.

Inko estaba sentado en el sofá pequeño mirando en silencio a Izuku tratar con cuidado las lesiones del alfa, como si ya estuviera familiarizado en hacerlo. La madre suspiró dejando las cosas en la mesa.

—Katsuki-kun ya te había dicho que cuidaras de él, pero ahora tienen más peso mis palabras. Vayan con cuidado y no apresuren las cosas que pueden tropezar.

Se escuchaba sincera y hasta cierto punto resignada, aun estaba inquieta de que formalizaran algo tan jovenes. Se puso de pie y caminó hacia la cocina con disposición de calentar la cena para ellos dos.

Izuku recogió la gasa de la mesa ya con desinfectante y acudió al pómulo del alfa para limpiarlo con cuidado, acercando su rostro para tomar detalle de cubrir toda la lesión amoratada.

—Oye, Kacchan... ¿puedes quedarte esta noche? Ya sabes... como la otra vez...

Invitó con vergüenza. Ya había tomado un supresor, pero aun emergía esa necesidad de tener al alfa consigo, después de todo dejó avanzar mucho el tiempo en que tuvo los síntomas.

Su mano acarició parte de los mechones que caían por una sien del mayor y delineó con su pulgar la ceja.

—Quiero dormir contigo...

Repegó su frente al hombro que no estaba lesionado en el alfa aprovechando la cercanía para oler sus feromonas que le apaciguaban todo malestar.

Katsuki lucía dubitativo, pero desisitió de la idea anunciando que ahora no estaba su casa sola como aquella vez o corría más peligro. Izuku hizo un puchero asintiendo la cabeza.

—Tienes razón... —rio bajito algo nervioso— supongo que lo mejor es que descanses adecuadamente en tu cama con todas esas lesiones... No debe ser cómodo si alguien estuviera contigo...

Sus palabras arrastraron queriendo hallar motivos suficientes para no volver a insistirle, pero de alguna manera quería erradicar cualquier mal recuerdo que tuvo esa tarde.

—¿Puedo quedarme con tu chamarra unas horas más? De verdad necesito algo para tenerte presente... Yo... no quiero recordar ese enigma encima de mi...

La voz le tembló en lo último con unos cuantos espasmos, pero pronto continuó atendiendo sus heridas, necesitaba dejar a Katsuki en buenas condiciones para que durmiera mejor con unos cuantos analgesicos.

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