Karma
Desprenderse de la persona que más amaba era una tarea casi imposible. Desde los primeros minutos que abordo el avión, Katsuki se sentía muy ansioso, había una sensación que lo inquietaba, algo que no sabía detectar si era del todo suyo o no.
Su lado alfa estaba dolido y desesperado por no alejarse. La naturaleza que prevalecía en sus genes como alfa le hacía desear mantenerse cerca de su Omega. Separarse con un enlace era lo más horrible, difícil y cruel que ambas partes podían hacerse, pero el rubio ya había hecho de todo por intentar que Izuku lo perdonará. Nada funcionó ni siquiera la disculpa pública por la que tanto estuvo preparándose.
Suspiró recargando su cabeza con melancolía sobre la ventanilla y miró la amplia pista de aterrizaje. La voz del piloto se anunció por los altavoces anunciando que estaban a punto de despegar. La pantalla en frente de su asiento reflejó su próximo destino. Osaka, sus padres ya estaban al tanto de su regreso y la menos alegre por la noticia era su madre, después de todo fue ella quien lo envío a Shizuoka para hacerlo volverse más "responsable" y lo había logrado, el alfa había aprendido muchas cosas en esa estancia de casi dos años en Shizuoka pero ahora sentía que nada importaba. Se sentía devastado al irse sin poder despedirse de Deku. Mientras el avión empezaba a elevarse sus dedos aferraron frustrados al asiento sabiendo que ya no había vuelta atrás, se repetía una y otra vez en su mente la misma disculpa:
"Lo siento... Se que no quieres saber nada de mi pero al menos quería tu perdón. Yo no quería abandonarte, jamás lo quise así pero no me quedo opción... Se que estarás mejor sin mi... Aunque duela como el jodido infierno al principio"
Se llevó la mano a la frente ocultando el rostro, sentía la impotencia y la desesperación apoderándose de él. Era casi imposible mantenerse firme, retener las lágrimas y tragarse en seco todo el dolor que esa separación tan amarga le causaba. Cómo pudo respiro profundo intentando calmarse. Sabía que partir de ese día solo habría un gran remordimiento que le hablaría de Izuku. La mente torturandolo y recordándole que el daño que se hicieron no se iba a curar y que su final era solo y acordándose de él.
"Todo lo que pedía era escuchar tu voz, todo lo que me queda es vivir sin ti."
Ya no pudo retenerlo más, con ese último pensamiento una amarga lágrima desbordó por su mejilla izquierda apegada al vidrio de la ventana.
"Estoy recibiendo el castigo que merezco. Yo mismo me lo busque, fui cobarde... Fui un pésimo alfa, un asco de persona... Merezco sentir este dolor... No seas débil y vive con eso "
Pensó aguantando un gimoteo que se trago con esfuerzo. Ya no servía de nada llorar sobre la leche derramada.
El vuelo duró casi tres horas, mismas en las que el ahora ex mariscal no dejaba de ver por la ventana, aunque solo lograba distinguir las luces de la ciudad que parecían un mar de destellos bajo el avión. Volar de noche era tranquilo, pero al mismo tiempo melancólico.
Esperaba que a partir de ese día pudiera olvidarse por completo de Izuku, de su torpe sonrisa, de la sensación de sus dedos enredados entre su cabello dándole mimos. De su maldita amabilidad y cariño. Quería dejarlo atrás y seguir con su vida aceptando la idea de que Izuku ya no estaría ahí nunca más.
Penso en guardar con cariño los recuerdos que alcanzó a formar con él en ese pequeño lapso que estuvieron juntos y como una forma de ayudarse a si mismo a tratar de dar el primer paso para superarlo todo, saco su teléfono y con un ligero temblor bloqueo al menor de sus contactos y redes sociales. Después de todo había sido Izuki quien lo había bloqueado primero. Cumpliría su promesa de irse de su vida y no saber nada de él ya que este así se lo había pedido. Solo podía hacer eso como mínimo para terminar de enmendar todo lo que pasó. Había hecho todo lo que estaba en sus manos.
El rubio sabía que Izuku estaba la mayor parte del tiempo con el bicolor, iba a ser muy probable que Todoroki se convertiría en su remplazo pronto. Le carcomia una espina con una mezcla de molestia, celos y envidia al saber que al final de tanta rivalidad terminaría perdiendo ante él y dejándole a Izuku en sus manos. Admitía que Shoto tenía buenas cualidades tanto como alfa como de persona y sería mucho mejor pareja que él. Shoto tenía facilidad para demostrar cariño atención y cuidado a diferencia suya que era un completo idiota en el tema. Apenas estaba empezando a aprender a demostrar su cariño cuando todo se vino abajo
Después de bloquear a Izuku abrió el contacto de Shoto, lo tenía guardado después del incidente con los Yakuza. Escribió un mensaje corto y lo envío para posteriormente bloquearlo también.
"Cuida de él"
Sin más el rubio trato de relajarse el resto del viaje y cuando finalmente llegó a su destino su padre lo recogió en el aeropuerto. El hombre se acercó al rubio para abrazarlo dándole la bienvenida.
Katsuki solo se limitó a suspirar dando una ligera palmada. Un gestó que su padre detecto curioso. Había un aura diferente en su hijo comparado a la última vez que lo vió. Antes solía renegar, gritar, jamás hubiese aceptado un abrazo pero ahora lo veía serio, con una mirada solitaria y un aura extraña.
Durante el trayecto de regreso a casa, Masaru Bakugo no pudo evitar sentir la necesidad de indagar que había pasado con Katsuki como para tener que regresar a casa pero se resistió a preguntar. Su hijo no se abría con facilidad, mucho menos cuando ni siquiera sabía cómo llegarle, el alfa no había dado muchos detalles por llamada más que el haber decidido regresar por un asunto personal. Sabía que tratandose de su hijo probablemente no sería nada bueno.
Cuando llegaron fueron recibidos por Mitzuki en el pórtico, la mujer se sostenía de un bastón, caminaba despacio y con cuidado, aún le quedaban un par de secuelas en su cadera debido al accidente de auto, Katsuki sentía culpa de ello. Sabía que había sido responsable de eso. Aún así la mujer sólo lo recibió con una leve sonrisa y un suspiro resignado ni siquiera se acercó a abrazarlo.
Los tres adentraron a la sala en donde Katsuki dejó su maleta y pretendió subir a su antigua habitación sin decir nada. Quería evitar hablar por ahora pero su madre lo llamó justo cuando apenas iba en el segundo escalón, pero ignoro su llamado, subió directo a su habitación y se encerró con seguro, no quería saber más por ese día y sabía bien que su madre solo le gritaría como era costumbre. No estaba de humor para pelear.
Volvió a acostarse en aquella cama que tenía sábanas recién lavadas y puestas horas antes por la empleada doméstica. Nuevamente era el mismo ambiente que por años tuvo. Una soledad tremenda que helaba los huesos y una sensación de derrota que doblegaba su orgullo. Cerró los ojos sintiendo el palpitar forzado de su pecho con el recuerdo agridulce de Izuku esa última vez que le vio en el partido final. Cómo deseaba al menos poder haberle acariciado una última vez, al menos escucharle decir su nombre, quería despedirse por lo menos.
— Quizá no leyó la nota... O tal vez si, pero no le importó, supongo que me odia demasiado —
Sus sentimientos estaban al borde del colapso, había intentado mantenerse firme pero ahora que estaba tan lejos de Izuku, separados para siempre y sin posibilidad de reparar el daño, ya no tenía más que aceptar la realidad, tragárselo y vivir con eso. Aprendería a vivir con el dolor. Eran solo las consecuencias de sus actos. Era su castigo. Se quedo dormido hasta la mañana siguiente, la alarma de su teléfono sonó despertandolo de golpe, había olvidado quitarla.
En Shizuoka normalmente se levantaba temprano para hacer ejercicio e irse al colegio. Ya nada de eso era necesario ahora. Apagó el teléfono y lo arrojo a su lado en la cama, no le interesó leer un mensaje motivador de Eijiro o las notificaciones acumuladas por decenas en el grupo de su clase y el de americano cuestionandole que había pasado con el en el partido. Seguro que todos estaban conmocionados por como terminó el juego y su repentina renuncia al equipo y su desaparición de la escuela. Ya no importaba. Nada de eso volvería a ser parte de su vida.
Un par de horas más tarde se decidió a salir de casa, como esperaba sus padres no estaban y el único ruido era el de la empleada doméstica que solía estar un rato por las mañanas para hacer la limpieza y dejar comida lista. Era una mujer casi de la edad de su madre.
Katsuki la saludo muy apenas y salió de casa, sabía que las sensaciones que tenía empeorarían si se quedaba en ese lugar tan solo. Era extraño, en shizuoka vivía sin nadie más, estaba incluso más solo en su antigua casa pero el hecho de tener a Izuku como vecino le alivianaba las cosas. Ahora no había balcón en su habitación, ni otro balcón del otro lado con un lindo Omega asomando. Solo había un montón de árboles del jardín y aunque sus padres y la empleada estaban allí entre ratos. Se sentía incluso más solo que cuando estaba en Shizuoka sin nadie más.
Recorrió las viejas calles de su adolescencia, encontrándose con un grupo de viejos amigos en una esquina. Al reconocerlo lo llamaron para que se acercará. Eran tres hombres de su misma edad con ropas poco cuidadas de un aire rebelde.
— Miren, si es Bakugo, pensamos que estabas muerto por alguna sobredosis o algo asi... Ja, veo que la mala hierba nunca muere —
Menciono el que parecia ser el líder de ese pequeño grupo, se acercó al rubio para saludarlo con confianza. Katsuki chasqueo la lengua correspondiendo el saludo de palma con aquel sujeto. Eran sus viejos contactos, aquellos con los que sus adicciones comenzaron. No eran más que malas influencias según su madre y tenía razón, pero al alfa jamás le importo.
—¿Siguen en el negocio?—
Cuestionó Katsuki a lo que el chico sonrió divertido y asintió. Sacando de su bolsillo una bolsa de plástico pequeña rellena con un polvo blanquecino.
— ¿Cuánto quieres? tenemos de todo, sabes que somos los mejores de la región —
Preguntó el chico con aquella sonrisa amarillenta. El alfa negó levemente.
"Le prometí que no volvería a drogarme..."
Pensó Katsuki con culpa, su relación con Izuku ya no existía más pero sus promesas prevalecian. Aún recordaba aquel rostro preocupado y molesto pidiéndole y rogando que dejara de hacer todo aquello que le hacía daño, las peleas clandestinas, las drogas... Pero ¿Acaso tenía algún motivo para continuar cumpliendo esa promesa ahora que Izuku lo había rechazado y reemplazado?. El tampoco cumplio su palabra de jamás abandonarlo. El rostro del alfa enfrió con tristeza.
"El rompió su promesa también, ¿Por qué debería de cumplir la mía entonces?... Ya no tiene caso, el no quiere saber de mí y yo ya no puedo hacer nada con eso. Me saco de su vida yo debo hacer lo mismo.... Borrar todo lo que me recuerda a él"
Tragó saliva, le había costado mucho dejar sus adicciones por Izuku para convertirse en una buena persona, en alguien digno de estar con él, antes ese era su motivante, ser un buen alfa para él, ser una persona mejor como tanto le pidió el menor ¿Pero ahora? Ya no tenía ningún motivo para ser buena persona. La única persona por la que quiso cambiar lo abandonó y ya no tenía intenciones de buscar otra pareja. Necesitaba algo con que mitigar su dolor ahora. Algo que le hiciera olvidar a Izuku al menos momentáneamente hasta que pudiera sanar su herida por completo.
— ¿Tienes más de eso?... —
Cuestionó el rubio ya resignado tomando la bolsa de la mano del joven quien sonrió y volteo a ver a sus camaradas para que le trajeran más producto.
Paso la tarde con ellos, tomando alcohol, fumando e ingiriendo aquellas sustancias. Por un rato nada le importo. Solo quería olvidarse de todo y funciono, al menos por el tiempo que los efectos duraron en su sistema, Izuku y todo lo relacionado a él desapareció. Adormeciendo las emociones del lazo y las propias, solo para aterrizar en la conclusión de que por mucho que doliera no quería o más bien no podía olvidarlo.
Nuevamente todas las emociones y tristeza regresaron en cuanto recobro sus sentidos. Estaba dentro de una cochera abierta junto a los demás que seguían ingiriendo. Ya era de noche, no tenía idea de qué hora era. Se puso de pie tambaleando en el intento con un fuerte dolor de cabeza y sensación de boca seca. Estaba un poco atontado, pero no lo suficiente como para no poder regresar a casa por su propio pie.
— Es inútil... No importa lo que haga, jamás podré arrancármelo de la piel —
Murmuró con tristeza y molesto mientras volvía con cuidado por las calles. Todo lo que hacía era en vano simplemente no podía olvidarse ni ignorar lo que sentía por Izuku. Al llegar a casa notó que las luces estaban encendidas. Suspiró cansado y entró observando de un lado a otro. La cabeza le daba vueltas despacio y dolía ligeramente.
Atravesó rápido el recibidor y parte del vestíbulo para subir las escaleras pensando que podría evadir a sus padres, pero no fue así. Su madre salió de la sala en cuanto lo escucho, dispuesta a hablar con él.
— Katsuki espera, tenemos que hablar —
Dijo la mujer con un tono claramente molesto. El alfa apretó los ojos estresado por ser descubierto y resignado detuvo su andar.
— ¿Dónde estuviste todo el maldito día? ¿Que hiciste ahora?... Apestas a alcohol y cigarro, Maldita sea no ha pasado ni un día y ya estás ingiriendo toda esa mierda, ¡Esto es el colmo Katsuki! — La mujer apretó las manos sobre el mango de su bastón. No le gustaba ver a su hijo así. — ¿Por qué regresaste? ¡Te advertí que no quería verte de nuevo si volvías a causar problemas! — Cuestionó con brazos cruzados.
El alfa aferró el barandal de la escalera dudando en responder todo eso pero se giró mirando a su madre con desgane. Siempre era lo mismo. Solían juzgarlo sin dejarlo dar su versión pero está vez no podía negar que había hecho algo terrible ¿Cómo explicar que había regresado por haber sido rechazado por la persona que amo? Era humillante y doloroso. No podía.
— He vuelto porque no tengo a donde ir, ¿de acuerdo? ¡Mi vida es un desastre y no sé qué hacer! Pero no es eso lo que quieres escuchar, ¿verdad?... Si te molesta tanto que esté aqui, me iré a otro lado... Lo que menos necesito ahora es que me juzgues, No metas tus narices en mis asuntos —
Respondió sin tacto. Katsuki estaba harto de que su palabra no fuera escuchada, por otra parte Mitzuki arqueó una ceja, molestándose por la actitud tan defensiva de su hijo. No era novedad pero debía darle el ultimátum definitivo.
— No se trata de eso, te advertí que si regresabas perderías el 60% de la herencia, esperaba que al menos lograras graduarte, solo faltaban un par de meses, creímos que al fin estabas cambiando para bien, ¿acaso haces todo esto solo para fastidiarnos? ¡¡¿Hasta cuándo vas a parar?!! ¡¡¿Cuando vas a madurar?!!—
Se quejó la rubia acercándose al alfa. Katsuki negó con la cabeza tratando de no perder la paciencia pero su cabeza ya cargaba con muchas cosas sin mencionar los malestares del lazo que cada vez se volvian más insoportables. Los gritos de su madre solo empeoraban la situación. La miró con una leve sonrisa déspota y decaída.
— Eso es genial, madre, ¡Ahora quieres amenazarme con la herencia de nuevo! ¡Como si eso fuera lo único que te importara! ¿Sabes qué? ¡No quiero nada de eso! ¡No quiero tu maldito dinero ni tu aprobación! ¡Solo quiero que me dejes en paz por una maldita vez en la vida!—
Gritó Katsuki perdiendo finalmente la paciencia. La discusión estaba acalorando cada vez más y el lazo dolía tanto que el rubio no podía evitar sentirse cada vez más atacado. No tenía idea que pasaba con Izuku pero ni la distancia lograba aminorar las emociones del lazo.
— ¡Insolente! No sabemos que hacer para que tengas un buen futuro. Sabes que aquí ya no hay escuelas que te acepten, ¡¿Que diablos planeas hacer ahora Katsuki?! ¡maldita sea piensa en tu futuro! —
Mitsuki estaba tan frustrada, ya no sabía cómo lidiar con su hijo, su última esperanza había sido enviarlo a Shizuoka. Incluso habia pensado que finalmente había cambiado cuando le llamó para pedirle consejos para una cita romántica. Ahora que había vuelto solo podía imaginar que era debido a otra expulsión, las opciones se le habían acabado. Su carácter chocaba con el de su hijo siempre. Jamás habían logrado tener una conversación normal. Solo sabían gritarse el uno al otro.
— ¿Qué mierda sabes tú de mi futuro? ¡No tienes ni idea de lo que quiero hacer con mi vida! ¡No me has preguntado nunca! — Katsuki alzo la voz cansado de todo. Miro a su madre y luego a su padre. Negó moviendo los brazos con agresividad en cada palabra. — ¡Solo asumes que voy a seguir tus pasos y hacer lo que tú quieres que haga pero no es así!, ¡No voy a ser el hijo perfecto que quieres que sea! ¡Voy a seguir siendo yo mismo, con mis defectos y mis errores! ¡Y si no te gusta, peor para ti! —
Finalizó con acidez. Mitzuki desencajo la mandíbula, ofendida y sorprendida por la respuesta que se sintió como una fuerte cuchillada al alma, miró a su esposo y volvió la vista al alfa. Esta vez con una mueca entristecida.
— ¿Crees que es fácil ser madre?, pasar todo el tiempo trabajando para darte una buena vida, ¿Así es como nos pagas? — la voz de Mitzuki quebró, sus ojos ardían. Ninguno podía entenderse por qué ninguno era capaz de dejar a un lado su orgullo.
— ¿Y eso es culpa mía? ¡Ustedes siempre han estado trabajando y nunca han estado para mí! ¡Nunca han escuchado mis problemas ni me han apoyado en nada! ¡Solo les preocupa el dinero y su reputación! ¡No les importa cómo me siento ni qué quiero! ¡Así que no me vengas con que has trabajado tanto para darme una buena vida! ¡No me has dado nada!, Jamás pedí una gran casa o dinero... lo único que yo quería era... a mi familia conmigo —
Katsuki estaba alterado, jamás había podido gritar todo eso que llevaba tiempo guardado contra sus padres, eso que dolía, la huella de abandono y la soledad que ahora calaba mucho más con la ausencia y rechazo de su Omega. Su único lugar seguro había dejado de existir.
— Hicimos lo que teníamos que hacer para que nunca te faltará nada, Katsuki. Quizá no estuvimos presentes pero te amamos. Entiéndelo, nos preocupas mucho..—
Habló Masaru, con una voz más apacible intentado calmar un poco la tensión. Mitzuki se había quedado paralizada con las lágrimas al borde de salir.
— No terminarás la preparatoria y no tienes experiencia para trabajar, no sabes hacer nada que no sea meterte en problemas. No sabemos qué hiciste ahora para tener que volver... ¡Estamos desesperados! —
Masaru era más relajado pero igual demostraba una genuina preocupación, sentía un nudo en la garganta al hablar, Katsuki negó de nuevo ya no soportaba más. Todo en su mente era un embrollo que lo llenaba de ansiedad y dolor. Siempre era el malo, pareciera ser que esa sería su etiqueta de por vida.
— Si... dejé la preparatoria, pero eso no significa que no pueda hacer cosas por mí mismo. Me he metido en problemas, pero no por eso no puedo cambiar. Ustedes no saben lo que pasó, no pueden decir que no sé hacer nada cuando nunca me han dado la oportunidad de demostrarlo—
El alfa hablaba lo más firme que podía pero algo en su interior se estaba rompiendo.
— Ustedes no saben nada de mi, yo jamás pedí tener todo esto y aún así siento que perdí todo, perdí una vida con mis padres y para colmo perdí también a mí Omega ¿Que otra mierda más debo soportar ahora? ¡Me iré también si eso les facilita sus jodidas vidas!—
Gritó Katsuki desesperado dándoles la espalda y subiendo a la habitación por sus cosas. En cambio sus padres se quedaron estáticos en su lugar ante la última cosa que oyeron.
— ¿Su Omega? —
Murmuró Mitzuki, recordó esa llamada, aquella donde la voz del alfa sonaba tan distinta, donde le dio las gracias por darle el consejo de una cita romántica y dónde le menciono que estaba saliendo con alguien. Cómo olvidarlo. Entonces lo entendió.
— Masaru, Katsuki esta... Creo que rompió con su pareja... Esa que te conté —
Murmuró la rubia, sabía bien que su hijo había estado con varias personas. Pero jamás lo había visto interesado en dar detalles a alguien a excepción de esa persona que menciono en la llamada semanas atrás. Eso tendría mucho mejor sentido. Aún así faltaba indagar aún más en que es lo que habla ocurrido. Habían empezado con el pie izquierdo. Ambos entendieron que la actitud de su hijo era más que nada un reflejo de sus sentimientos. Una llamada de auxilió.
— ¿Volvería por qué terminaron? Tiene razón nunca le hemos dado la oportunidad de hablar —
Murmuró Masaru con tristeza, Por otra parte Katsuki bajó de nuevo con la mochila a los hombros dispuesto a irse pero su madre se interpuso rápidamente en la puerta impidiéndole salir.
— Muévete, no estorbes —
Amenazó el rubio pero la mujer negó con la cabeza aún con los ojos al borde del llanto. A su lado llegó su padre con ese gesto preocupado aún apoyándola en no dejarlo ir.
— ¿Todo esto es por esa persona?... La que me mencionaste en la llamada hace unos días... Tu estabas saliendo con alguien, un Omega... ¿Que paso? —
Cuestionó Mitzuki. El alfa gruño apretando las manos. Le molestaba ver qué sus padres todo el tiempo lo abandonaban y de la nada parecieran preocuparse por él.
— No es asunto suyo, no necesito su preocupación. Solo quiero que me dejen en paz, ¡muevanse de mi camino ya! —
Respondió tajante, pero ninguno se movió de su lugar. Mitzuki tomó aire dispuesta a dejar su orgullo de lado por fin.
— Katsuki, tienes razón, nunca te hemos dado la oportunidad de hablar, dejamos que pasaras por tanto tu solo... Perdonanos. Eres nuestro hijo y nos preocupamos por ti. —
Masaru hablo con la voz temblorosa. Katsuki sorprendió un poco por las palabras pero desvío el rostro ocultando entre su cabello.
—Ya es tarde para eso —
Respondió cortante antes de regresar a la habitación y encerrarse, derribo lo que había en una mesa y se dejó caer con la espalda sobre la puerta. Katsuki tenía sentimientos encontrados. Jamás había recibido una disculpa de parte de sus padres. Se sentía extraño, amargo. No sabía cómo responder a eso hurgo en el bolsillo de su mochila para sacar el anillo de promesa. Lo observó un momento y se limito a sonreír de manera dolida.
— Ojalá estuvieras aquí... Te necesito tanto Izuku —
Beso el anillo con una emoción agobiante y lo volvió a guardar después oculto el rostro sobre las rodillas y se limito a limpiar las lágrimas que brotaron de sus ojos, ese llanto no es suyo, era de Izuku y aún así dolía. Ambos estaban sufriendo tanto.
Al día siguiente Katsuki no salío de su habitación, la empleada domestica dejó una charola con comida en el pasillo pero Katsuki ni siquiera la tocó. Fue hasta el atardecer que finalmente decidió salir y bajar a la cocina por un poco de agua, allí se encontró con sus padres en la mesa del comedor hablando de algo. El alfa evito el contacto visual con ellos y solo se movió por el lugar sirviéndose el vaso de agua. Hubo un silencio incomodo. Después de la última discusión Katsuki no quería cruzar palabra alguna pero sus padres parecían pensar diferente cuando estuvo a punto de irse de la cocina, su madre lo alcanzó del brazo para detenerlo.
— Katsuki por favor... Perdónanos, sabemos que no podemos reparar de la noche a la mañana todo el tiempo que te descuidamos, pero ahora solo queremos arreglar las cosas. Permitirnos ayudarte... —
Pedir perdón jamás era fácil, mucho menos para una familia llena de orgullo como los Bakugo pero alguien debía dar el primer paso. Katsuki se quedó helado en su lugar. Parpadeo con sorpresa por lo que escuchaba y se giró. Una parte de el quería quitarse de encima el agarre de su madre e irse, soltar que jamás los perdonaría pero al ver a su padre y notar aquel gesto en su rostro no pudo evitar recordar a Izuku. Tenía ese mismo semblante cuando se preocupaba por él. Inevitablemente todo su aura se relajo. Podía escuchar la voz de Izuku diciéndole que los perdonará. Que no fuera tan cruel con sus padres, quizá solo se engañaba a si mismo pero había algo que le decía que esta vez nadie mentía.
De pronto Mitzuki se puso en pie y acerco para rodear a su hijo por el torso otorgándole un abrazo. El primero que Katsuki recordaba desde que era un niño muy pequeño. Se quedo quieto por un momento, sorprendido por el abrazo y la suplica de nuevo de un perdón. Luego, poco a poco, comenzó a relajarse y a aceptar el abrazo. Finalmente, lo devolvió con una mano.
— No quería lastimarlos... No quería que las cosas llegaran tan lejos... —
Confeso el alfa con voz temblorosa. Mitzuki se apartó un poco y miro a Katsuki a los ojos, con lágrimas en sus propios.
— Lo siento mucho. No fui la madre que debí ser contigo. No te di el apoyo y el amor que necesitabas. Pero quiero cambiar eso. Quiero ser una mejor madre para ti. Quiero ayudarte y apoyarte en todo lo que necesites.—
Katsuki asintió lentamente, sintiendo un peso que se levantó de sus hombros. Comenzó a sentir que finalmente podía perdonar a sus padres y que podía empezar a sanar. Su padre se unió al abrazó hecho un mar de lágrimas.
— Vamos a empezar de nuevo. Vamos a ser una familia de nuevo —
Menciono Masaru entre gimoteos y el alfa volvió a asentir. Las palabras no salían de su sistema por qué simplemente estaba procesando lo que pasaba. Se sentía tan necesitado de ese abrazo. De ese perdón. Al separar la mujer observo a su hijo y sonrió levemente aun limpiando sus lágrimas con sus dedos.
— ¿Podrías contarnos ahora, que paso en Shizuoka? Dijiste que perdiste a tu Omega... No vamos a juzgarte solo queremos saber que ocurrió —
Solicitó Mitzuki sin gritar al fin. Katsuki suspiro profundo y negó suavemente.
— Es una larga historia. No es tan fácil de explicar y no sé si estoy listo para contarlo ahora. Les prometo que con el tiempo les diré todo lo que pasó pero, por ahora solo quiero pedirles que confíen en mí. Renuncié a UA por mi cuenta, no me expulsaron... Estoy haciendo lo mejor que puedo... También quiero ser mejor que antes —
Confeso el rubio con una lágrima bajando al fin de su mejilla. Dolía mucho hablar de Izuku. No podía, necesitaba tiempo para sanar solo esperaba que sus padres fuesen comprensivos con ello.
Varias semanas pasaron en las que el rubio usaba sus ahorros para sustentarse y ayudar en los gastos de la casa, quería terminar lo antes posible con ese dinero que había ganado de forma "sucia" a base de la apuesta que acabó con todo... Y el resto del dinero ganado en las peleas clandestinas fue invertido en un pequeño proyecto personal y en terminar la preparatoria en línea.
Con el tiempo el alfa le habló a sus padres respecto a lo que ocurrió con Izuku, desde un principio hasta el final. Cómo era de esperar sus padres también desaprobaron el hecho de haber engañado al Omega para una apuesta pero compadecieron con lástima de saber que Katsuki se había enamorado de verdad al grado de marcarlo. No se volvió a tocar más el tema por el bien del alfa.
Sus viejos amigos de ese lugar lo visitaban de vez en cuando y salía con ellos a beber en un intento de ir dejando poco a poco atras todo lo que pasó. Pensar en izuku era un ageidulce recuerdo. Así que intentaba no pensar en él lo mas que se pudiera, sin embargo en algunas ocasiones era imposible, el lazo atacaba con furia y crueldad. En especial una noche en que pudo sentir como Izuku estaba sumamente triste e inquieto. Incluso asustado. Katsuki aferraba a las sábanas de su cama gruñendo desesperado y girandose de un lado a otro. Sus gritos en la noche llamando a Izuku despertaron a sus padres que acudieron a la habitación a tratar de calmarlo. Era muy duro ver a su hijo en ese estado, no tuvieron alternativa más que llamar a un médico quien únicamente pudo sedar a Katsuki para hacerlo dormir.
— ¿Me comentan que el se enlazó con un Omega y se separaron? Una situación asi es muy dificil de manejar sin un tratamiento, su hijo es dominante, su naturaleza le pedirá estar con su Omega a como de lugar. El único tratamiento existe para un alfa dominante como él es que marque a otro Omega y rompa el enlace con el actual... O sedarlo siempre que haya este tipo de cuadros de ataque —
Explicó el hombre en la entrada de la casa. Mitzuki suspiró resignada.
—Mientras ninguno rompa el enlace... Seguirán necesitandose y enfermando progresivamente. Lo mejor que pueden hacer ahora es comprender a su hijo y apoyarlo. Quizá buscarle alguna actividad en la que pueda mantener la mente ocupada —
El médico se retiró dándoles un par de folletos con información de como administrar los sedantes. Al día siguiente trataron de hablar con Katsuki para convencerlo de buscar otra pareja y romper el lazo con Izuku, pero el alfa se negó a hacer algo asi.
Con el paso de los días la única solución que Katsuki encontró para distraerse fue regresar a las peleas pero está vez no eran clandestinas. Sus padres lo habían inscrito en clases de artes marciales mixtas. Las peleas en la jaula que antes tenía se transformaron en peleas en limpios y bonitos rings oficiales y patrocinados.
Empezó a acudir a fiestas y hundirse en el alcohol y drogas con más fuerza que antes. Aún así nada funcionaba, Katsuki estaba volviéndose loco y cada vez se perdía más en los vicios y adicciones.
No importaba con quién intentará tener sexo en las fiestas o burdeles, solo podia ver a Izuku cuando les quitaba la ropa.
" Nadie te lo hará como yo lo hacía porque ninguno conoce tan bien como yo tu cuerpo"
Pensaba con tristeza terminando por rechazar el encuentro y otras veces lo completaba sintiendose enfermó. Su relación con Izuku había acabado, estaba soltero, Izuku lo rechazo y lo corrió de su vida, entonces ¿Por qué se sentía tan culpable al intentar tomar a alguien más?. Era desagradable.
No volvió a saber nada de la UA a excepción de lo que veía en noticias o el mismo portal de la escuela. Mirio lo había reemplazado como capitán del equipo y veía los videos de los partidos de las siguientes temporadas en la página escolar. Se frustraba por qué era poco lo que enfocaban a los animadores. No podía ver más allá de un par de cuadros borrosos de Izuku haciendo alguna acrobacia. Esa era la única manera de verlo.
Los meses pasaron rápidamente y como un milagro, los recuerdos de Izuku dejaron de doler poco a poco, no sabía que era lo que estaba ocurriendo, si acaso el menor estaba ya finalmente con shoto y sus emociones estabilizaron, o si acaso era él mismo quien lo estaba empezado a superar, los vicios bajaron de intensidad también, ahora solo se concentraba en romperle la cara a su enemigo en el ring, ya no le interesaba ganar y ser invicto, peleaba solo para liberar su mente del dolor del abandono y rechazo de su omega. cada vez que sentía extrañar a Izuku en lo más mínimo lo canalizaba en golpes contra el saco o el pobre diablo que estuviera como su rival, aquellos recuerdos de esa trágica relación quedaron atrás como una pequeña época en su vida que guardaría con mucho recelo y que le costó mucho trabajo poder soltar.
Todo parecía marchar mejor, despues de un poco más de medio año luego de separarse de Izuku, en una tarde helada de invierno, todo su cuerpo paralizó de pronto llenándose de una asfixiante sensación. Katsuki estaba entrenando esa noche en el gimnasio, cayó de rodillas frente a su rival llevándose las manos a su pecho con desesperación.
—¡Le pegaste muy fuerte! —
—Apenas y lo toque! No eh sido yo —
El entrenador se acercó a Katsuki junto a otros dos que lo rodearon. El alfa estaba tirado en el ring gruñendo desesperado. Sentía que todo su cuerpo dolía como si le hubiesen clavado agujas o si estuviera rompiéndose su espalda.
— ¡¡¡¿Que mierda está pasando?!!! No puedo respirar... ¡Duele! —
Su alfa removía en su interior, aullando desesperado. La necesidad de ir con Izuku. Lo estaba llamando con todas sus fuerzas.
"Todo estaba calmándose, ya casi no lo sentía, ¿Por qué de repente me siento así?! Maldita sea Izuku ¿que diablos estás haciendo? ¿Que esta pasando?! "
Pensó entre muecas de dolor y temblando trato de ponerse de pie con ayuda de los demás que insistieron en llamar a un doctor. No era normal tener ese ataque tan fuerte pero el alfa insistió en que no era necesario.
Entre varios lo retuvieron, hasta que después de un par de horas la sensación ceso poco a poco.
Katsuki sabía que algo había pasado, que Izuku lo llamaba, necesitaba ir con él o al menos saber algo de él. Jamás había tenido un cuadro tan agresivo como ese desde la separación.
Pronto tomó el teléfono en cuanto pudo respirar y tomar aliento para hablar. Marco insistente a su primo Kirishima hasta que respondió la llamada.
— ¡Necesito que vayas con Izuku ahora! —
Grito apenas escucho la repuesta del otro lado. Kirishima alzo una ceja conmocionado por lo desesperado que sonaba Katsuki.
— ¡No se que mierda le acaba de pasar! Pero apenas logré aguantarlo. ¡Tienes que ir a investigar que pasa. Necesito saber que está bien! —
Rogó con angustia. Kirishima únicamente trago saliva, el ya suponia que pasaba pero no fue capaz de decírselo a su primo.
—Claro... Relájate... Lo haré... Te informaré si algo malo ocurre —
Aseguró el pelirrojo antes de colgar la llamada y con eso Katsuki pudo estar más relajado. No había contactado a su primo en ese medio año.
Al día siguiente el pelirrojo únicamente le envío un mensaje de texto indicado que todo estaba bien, que había visto a Izuku esa mañana en el colegio y que no tenía por qué preocuparse. Katsuki no entendía por qué había tenido esa sensación. Era como si estuviesen asesinando al menor. No parecía una simple recaída. Quería investigar por su propia cuenta pero sus padres lo convencieron de dejar las cosas así. Indicándole que si Izuku realmente quisiera saber de él ya lo hubiese contactado.
Después de ese día no volvió a tener otra sensación parecida nunca más. Incluso de manera misteriosa, el lazo empezó a desvanecer lentamente durante los siguientes meses, dándole un poco de paz al fin. Hasta que un día se dio cuenta que ya no había nada que le atara a Izuku Midoriya, había sido un año de mierda. El peor de toda su existencia, pero ahora sabía que Izuku finalmente había roto el lazo. Su unica idea era que shoto había decidido marcarlo. Le dolía aún imaginar eso pero ya no tenía por qué meterse en la vida de ellos dos.
Con el paso del tiempo el alfa ingresó a la universidad. Su padre le había convencido de seguir estudiando y el rubio sabía que le ayudaría a despejar su mente para terminar de superar esa etapa de su vida y dejarla atrás.
Pasó el tiempo, el alfa finalmente entró a la universidad y su corazón había logrado sanar lentamente con la ayuda y apoyo de sus padres y claro, su hobbie, pelear en la MMA de vez en cuando. A diferencia de su vieja faceta de chico malo y abusador, en su nueva universidad se volvió popular por su buen promedio y claro su físico, después de todo había muy pocos alfas en el campus y era además el único dominante por lo que se volvió el objetivo principal de omegas y betas. Decenas de veces lo invitaban a salir, pero el rubio no aceptó nunca. Se ganó la etiqueta como el alfa más difícil de la escuela.
El tiempo pasó aún más, el rubio se volvió mucho más serio y maduro. No había nada que Katsuki hiciera más que enfocarse en sus estudios, de vez en cuando recordaba al pecoso aunque ahora sólo se le formaba una leve sonrisa al recordarlo y se preguntaba si estaría bien, si ya se habría olvidado de él o si aún pensaría en él de vez en cuando como lo hacía él. No sabía, pero quería imaginarse que si. Los recuerdos dejaron de doler. Finalmente había sábado por completo después de tanto agobio.
En navidad y fechas festivas su primo Kirishima y sus tíos los visitaban para pasar las fiestas en familia. Kirishima aún veía de lejos al pecoso en el campus de la UA, siempre junto a Todoroki y de vez en cuando alguien más, pero jamás le contaba nada a Katsuki. Izuku le había pedido que no le dijera nada a Katsuki de lo que viera ya que no quería volver a contactar con el y así lo cumplió.
Habían pasado cuatro años desde que Katsuki se fue de Shizuoka. El nuevo Katsuki estaba junto a Eijiro sentados en el patio de la casa mientras los padres de ambos platicaban y bebían ponche en la sala. Era noche buena. El rubio lucía muy distinto. Ahora tenía 22 años y ya no vestía como pandillero. Mantenía una forma de vestir más casual y madura.
—Felicidades por tu graduación, idiota —
Felicitó el rubio dando un ligero golpe en el hombro del pelirrojo.
—Lo mismo digo, ¿Quién pensaría que te convertirías en un responsable estudiante graduado con honores? ¿Que planeas hacer ahora? —
Cuestionó Eijiro con una sonrisa alegre.
— Mi padre está por retirarse de la compañía de farmacéuticos, me ofreció su puesto como director para continúe con el legado... Pero no estoy seguro de tomarlo —
Respondió encogiéndose de hombros. Eijiro sorprendió por lo escuchado.
— ¡Debes aceptarlo, tendrías la vida resuelta!, además quien mejor para manejar la empresa de tu padre que tú... Eres su hijo y estudiaste administración de empresas. Es lo más ideal —
—Quizá tienes razón... Al menos no me moriré de hambre como tú, ¿Quién en su sano juicio estudia Nefología? —
Se burló el alfa, aunque hablar de sus carreras le hizo recordar la UA. inevitablemente siempre que recordaba ese lugar se ligaban las memorias con Izuku. Borró su sonrisa y dio un sorbo a su café.
— ¿Has... visto a Izuku? —
Preguntó el rubio y Kirishima no supo si responderle o no, sabía que el menor seguía asistiendo a la escuela y se veía "feliz" siempre que lo veía junto al bicolor. Realmente no se le veía deprimido o eso parecía. Sin mencionar el detalle más importante que Izuku le hizo prometer no contar. Se sentía algo culpable por ocultar semejante cosa a Katsuki.
—De vez en cuando lo veía en la Universidad, ya me gradué así que ya no se que fue de el, quizá algún día puedan finalmente volver a hablar —
Intentó animar al rubio. Izuku había tenido un embarazo y había dado a luz a un cachorro varón que juraba era hijo de Shoto Todoroki, sin embargo, ese pequeño era la viva imagen de Katsuki. Kirishima jamás le creyó y pesaba que Katsuki tenía derecho de saberlo. Pero no quería meter la pata y causar un problema tan grande como el que había pasado cuatro años atrás.
—Y... ¿Como esta? —
El pelirrojo suspiro ante la pregunta del alfa. No lo culpaba por sentir curiosidad por saber que paso con su ex.
—Se ve feliz... Siempre estaba con sus amigos, y Shoto, aunque ahora me mudare a Narita con Denki así que ya no lo veré mas. —
El rubio sonrió y asintió mientras daba un sorbo más
—Lo imagine, no cambia a pesar del tiempo, eh... Ojalá le vaya bien. —
Murmuró sin más y el pelirrojo solo asintió y sonrió suavemente.
Ese fin de año Katsuki decidió pasar las vacaciones en la antigua cabaña, al final había logrado convencer a su tía Mirko de venderle el lugar a contrató de abonos y ya estaba a dos pagos de terminar la deuda, ciertamente mantenía cariño a ese lugar, era simbólico para él. Se juraba que había superado a Izuku, pero no era del todo cierto, si bien habia logrado sanar esa herida y recordarlo sin dolor, aún prevalecia una sensación de cariño hacia él. De desear verlo o saber de él. El " y si hubiera" regresaba a su mente de vez en cuando.
"Si no hubiera tomado esa foto... ¿Qué sería de nosotros ahora? ¿nos hubiéramos casado y tenido cachorros?"
Pensó melancolico, ese invierno la cabaña más cercana también había sido rentada por una familia pequeña que constaba de un matrimonio, una hija y un hijo.
Una mañana de su estadía alli, Katsuki había decidido salir a trotar en las veredas de altos arboles y arbustos, al girar en el claro, su cuerpo chocó con la hija de aquel matrimonio. Ambos cayeron al suelo y tras el golpe.
— ¡Agh! ¡Fijate por dónde vas! — gruño Katsuki.
— ¡Lo siento!... Tendré más cuidado. —
Dijo aquella chica de cabellera verde olivo y ojos miel, Katsuki abrió sus ojos amplios, la chica le daba un aire familiar, el cabello verde y ondulado, los ojos grandes y redondos, su corazón pálpito ansioso, ella se parecía un poco a Izuku. Parpadeo un par de veces y se puso de pie, se acercó a ella para ayudarle a levantarse dándole la mano. Detecto un suave aroma de limón y hierbas. ¿Era una omega?
— Está bien, no te preocupes, ¿Te hiciste daño? —
Le respondió mientras se alejaba un paso y la chica se sacudió la nieve de los pantalones y sonrió apenada tras mirar mejor al alfa.
—Estoy bien. Discúlpame por favor —
Dijo la chica antes de hacer una venía y seguir su camino, pero Katsuki la detuvo del brazo. Si parecido con Izuku le hizo sentir extraño, como si de alguna manera ella fuera él. Ella le miró confundida y sonrojada en las mejillas.
—Yo eh... Me llamo Katsuki... Estaré en esa cabaña de allá por lo que resta de las vacaciones así que... Si necesitas algo, búscame —
Hasta el mismo se había sorprendido de lo que decía. ¿Que mierda le pasaba? El parecido que ella tenía con él pecoso era tal que de forma inconsciente sentía que era él, por ello no quería que se fuera.
— Un placer Katsuki, soy Setsuna Tokage... Mi familia y yo estamos en la cabaña numero tres del resort que esta a unos 500 mts de aquí, también no dudes en buscarnos si necesitas algo. ¿Estás tú solo en esa gran cabaña? —
—Si... Mis padres se quedaron en Osaka. Vivimos allá —
— ya veo, estás algo lejos de casa, pero a veces es bueno salir a despejarse. Buscar la felicidad. ¿No crees? —
Dijo con un leve tono rojo en sus pálidas mejillas y una dulce sonrisa antes de mover la mano y despedirse. El rubio suspiro mientras la veía alejarse, casi se auto abofeteo, se debió de haber visto como idiota, bueno que más daba.
Termino su ejercicio y volvió a la cabaña, para su sorpresa la chica si lo visitó un par de veces durante esa semana con la excusa de llevarle comida que su madre le mandaba para compartirla con su nuevo amigo. Katsuki no evitó recordar y visualizar en Setsuna la imagen de Izuku cuando su madre le enviaba comida también. Sus actitudes eran también tan similares que comenzó a sentirse tranquilo cuando ella pasaba tiempo con él en la entrada de la cabaña charlando. Ella hablaba mucho, no paraba de balbucear al igual que Izuku hacía con él.
Al terminar las vacaciones intercambiaron sus números y siguieron en contacto. Resultó que Setsuna vivía en el poblado de Kito, Muy cerca de Osaka y quizá pronto se verían de nuevo pues la familia de la chica tenía planes de mudarse a Osaka. Un par de meses después eso ocurrió y Setsuna y Katsuki comenzaron a verse y hablar más seguido.
Con la idea de que Izuku ya había hecho su vida y estaba con Shoto, el rubio pensó que ya era tiempo de que él también tratara de dejar de vivir estancado en el pasado, Setsuna era linda, amable y divertida, la idea de invitarla a salir como algo mas que amigos empezó a rondar su cabeza, Aunque al principio Katsuki lo dudo, tenía miedo de ser un mal novio de nuevo, el trauma seguía allí de alguna manera. Quizá dentro de un poco más de tiempo.
El tiempo paso volando de nuevo y Masaru finalmente se había jubilado y Katsuki acepto tomar su puesto en la empresa, llevaba seis meses como el nuevo CEO. El ambiente corporativo era muy distinto a lo que acostumbraba, poco a poco se adaptó al ambiente laboral y le gustaba ser recibido con venías por todo aquel que lo veía pasar cerca, enalteciendo su ego cada vez más. Se paseaba por los pasillos visitando algunas áreas, le gustaba el sonido de sus caros zapatos de cuero chocar con el piso pulido de mármol y no negaría que las miradas de atención y admiración no le gustaban. Muchos babeaban al verlo pasar con aquellos trajes formales hechos a medida que marcaban sus fuertes y anchos brazos, su redondo y marcado trasero, así como sus pectorales tras la camisa y corbata. Era el Alfa dominante que todos soñaban tener.
Ofreció a Setsuna el puesto como su secretaria personal. Ella aceptó sin chistar y ahora se veían a diario en la empresa. La chica solía llevar el control de sus citas, reuniones y conferencias. Así como también supervisar algunas de las otras áreas de la empresa. Todos en el lugar admiraban el buen equipo que el Ceo y su secretaria hacían además de verlos muy juntos los fines de semana. Se rumoraba que eran pareja o que en eso estaban.
No solo la vida de ser un responsable CEO llegó a Katsuki, también había decidido independizarse y adquirió un lindo departamento de lujo muy cerca de la empresa para mayor comodidad.
Un día por la mañana mientras el rubio recién terminaba una reunión con los accionistas, le fue informado que un par de nuevos clientes interesados en adquirir una franquicia patrocinada por su empresa estaban listos para firmar contratos, debía viajar a Nara para conocer a detalle los terrenos y autorizar los documentos. Estaría fuera un par de semanas, por lo que solicitó a Setsuna que se encargará de todo en su ausencia. Katsuki era ahora un hombre muy ocupado. Apenas y tenía tiempo para sus hobbies.
— La próxima reunión con los supervisores es dentro de dos semanas. Estarás ahí a tiempo para eso —
Explicó Setsuna mientras tecleaba algo en la tablet que llevaba en manos. Tenía una coleta alta y vestia una minifalda coqueta negra con una blusa blanca ajustada que resalta sus pechos.
— Ah si... Casi lo olvido, el departamento de marketing ya tiene elegido a quienes formarán el grupo de nuevo ingreso para empezar mañana, tendremos que retrasar el convivio y discurso de bienvenida hasta que regreses, lo bueno es que solo son cinco personas y —
— No importa, que firmen contrato mañana y empiecen a trabajar, el convivio lo veremos después, solo asegúrate de verificar sus cartas de recomendación, toda la documentación debe estar en orden y completamente aprobada —
Interrumpió el alfa mientras terminaba de enviar algunos correos en su ordenador. Su oficina estaba siempre muy limpia y ordenada, había tres libreros altos del lado derecho, archiveros del lado izquierdo y en medio, el amplio escritorio de madera. A espaldas había un amplio ventanal con persianas y el aroma en ese lugar era fuerte al rubio. El aroma cítrico picante reinaba en ese espacio.
—Claro, sabes que nadie entra aquí sin recomendación. Yo me encargo de todo, tu ve y concéntrate en esos clientes. Mucha suerte —
Despidió la chica con amabilidad y entusiasmo. Katsuki dibujo una sonrisa ladina y dio una caricia en la cabeza de la mujer.
— Gracias, no se qué haría sin ti. Te lo encargo —
Le dijo levantándose de su silla giratoria de cuero y tomó sus cosas para irse. La chica asintió despidiéndose con una venía y una sonrisa pero apenas se quedó sola en la oficina borró su sonrisa por una mueca resignada.
— Trabajas tanto... Yo aún sigo esperando que me digas que quieres que sea tu novia... ¿Que te detiene Katsuki? Nos hemos conocido por casi dos años... —
La chica hizo un puchero infantil y mientras acariciaba la silla de cuero aún tibia por el cuerpo de Katsuki, suspiro para regresar a su escritorio que estaba afuera de la oficina del alfa y continuar con su trabajo.
Al día siguiente todo marchaba con normalidad en la empresa, Setsuna recibió al grupo de nuevos y les hizo un recorrido por las áreas más importantes de la empresa para después pasar a firmar contrato y revisar sus documentos de ingreso. De entre todos uno llamó su atención en particular.
— Midoriya Izuku, por favor pasa —
Llamó la chica a esa persona que le llamo la atención en el currículum. Miro a un chico de estatura baja pararse y acercarse. Se veía muy joven. Lo hizo pasar amablemente a la oficina de reclutamiento y ambos tomaron asiento.
— Fuiste recomendado por Shoto Todoroki, el realizó sus prácticas como médico de la empresa aquí hace un par de años. ¿Tienes los documentos que te pedimos por correo? —
El menor asintió y entregó un folder de plástico con todo allí. La chica lo recibió y empezó a revisar con cuidado mientras escuchaba la pregunta de ese chico. Ella lo miro con una sonrisa amistosa.
—No, yo no lo conocí, entre a esta empresa hace poco pero solo puedes entrar por recomendación de alguien que estuvo antes. Así que no te preocupes, no te hubiéramos llamado para entrega de documentos si no te hubiésemos aceptado —
Explico la chica con calma para seguir revisando los papeles hasta que algo le llamó la atención.
— Aquí dice que estás interesado en el servicio de guardería de la empresa, ¿Tienes hijos? Aquí puedo leer que apenas cumpliste 21 años, eres muy joven —
Preguntó la peliverde mientras escribía en el ordenador. Escuchó la respuesta afirmativa. Ese chico era un Omega y tenía un hijo de cuatro años al cual necesitaba dejar en la guardería para trabajar.
— ¿Eres padre soltero? —
La pregunta era incómoda pero necesaria, el Omega asintió con una expresión triste que no paso desapercibida por Setsuna quien solo sonrió suavemente y entregó al menor un par de hojas engrapadas y un bolígrafo azul.
— Bueno, no te preocupes está empresa otorga muchos apoyos a padres solteros con hijos pequeños. El servicio de guardería es gratuito para tu caso, únicamente solicitamos la cuota diaria por el seguro de los juguetes que es de 150 yens. También ofrecemos seguro médico para tu hijo. Puedes traerlo a la guarderia despues de tu primera semana en la empresa, el edificio de la guardería está afuera cerca del edificio de archivo y la cooperativa, por sí fuera poco tenemos convenios con varias marcas, puedes obtener cupones por ropa y despensa válidos en varias tiendas. ¿Dudas? —
La chica río bajito por el rostro sorprendido del menor al oír tantos beneficios.
— Firma entonces aquí, inicias mañana a las 9 de la mañana. Trae ropa formal, el resto del reglamento está aquí, bienvenido a bordo —
La chica entregó al pecoso un folleto con el reglamento de la empresa y otro con los documentos que le pedirían en la guardería para registrar a su hijo, estrechó su mano y se despidieron.
— Pobrecillo... Es tan joven y ya tiene un hijo de 4 años... además su alfa lo abandono, Odio a los alfas así, son unos malditos, ¿Que clase de sinvergüenza le hace eso a un ser humano? —
Se quejó Setsuna negando con la cabeza y archivando los documentos del menor para después llamar al siguiente.
Un par de semanas después, Katsuki finalmente regresó, apenas tocó su oficina ya tenía decenas de mensajes y correos que responder. Papeles que firmar, cosas que autorizar. Pero al menos esa noche tenía una cita con Setsuna. Se había armado de valor al fin para pedirle ser su pareja. Ya tenía una reservación en uno de los restaurantes más lindos. De pronto tocaron a su puerta y segundos después Setsuna abrió con su siempre amplia y coqueta sonrisa.
— Los nuevos del departamento de marketing están listos, ya están en su convivio en su área, es hora del discurso de bienvenida, vamos.—
Al alfa le aburría tener que ir a recibir a los nuevos empleados pero asintió mientras daba un par de últimos repasos a la introducción que daría, ya había dado la bienvenida a un par de grupos mas en el pasado así que lo haría rápido para no perder mucho tiempo y salió de su oficina junto a Setsuna para dirigirse al área de marketing.
—Odio hacer esto, necesito un asistente personal que se encargue de estas mierdas... al menos más tarde me relajaré. No olvides nuestra cita esta noche —
— Ya basta gran oso gruñón, será rápido, y sí, claro que no lo olvido —
Dijo Setsuna con diversión, ya se imaginaba lo que ocurriría esa noche y estaba emocionada. Al llegar al área frenaron afuera. El departamento de marketing estaba a dos pasillos frente de su oficina así que básicamente podía verlos con tan solo asomar por la puerta.
— Aguarda aquí hasta que te anuncie, entonces entras como siempre lo haces —
Pidió la chica quien entró a la amplia sala y pidió silencio. Katsuki se quedó en el pasillo con paredes de cristal y vinilos sobre ellos. No era fan de ese tipo d presentaciones.
— ¿Recuerdan que les comentamos que nuestro respetable CEO estaba fuera por negocios? Bueno pues ya está de vuelta y está ahí para darles la bienvenida, por favor pase, recibamos a nuestro apreciable CEO, El joven Bakugo Katsuki —
Indicó la chica junto a otros asistentes del corporativo y Katsuki suspiró, sin más se adentró a aquel lugar luego de que uno de los empleados le abriera la gruesa puerta de vidrio.
Avanzó hasta estar al lado de Setsuna, no prestó atención a quienes estaban entusiasmados por conocerlo formados en una fila. Tan solo saludo con un a secas "Buenos días" sin prestar atención que fue respondido al unísono por los presentes. Fue entonces que un aroma llegó a su nariz, uno que de inmediato lo paralizo, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal y se quedó estático.
"No es posible. Es mi imaginación..."
Levantó la mirada y sus iris carmín viajaron de un lado a otro buscando, entonces lo vio. Ahí de pie hasta atrás. Parecía un simple capricho del destino, un jodido capricho. Una mala pasada.
Ojos verdes, pecas como estelas y cabello rizado. Parpadeo un par de veces, creyendo no estar viendo bien, pero en efecto era él. Era Izuku su viejo amor.
— Ellos son los nuevos, Shishida Jurota, Hiryu Rin, Yosetsu Awase, Sen Kaibara e Izuk-... —
— Izuku Midoriya —
Se precipitó a responder Katsuki, Setsuna parpadeo confundida mirando al alfa y luego a Izuku.
—Oh... ¿Ya se conocían? —
Cuestionó Setsuna con curiosidad. En lo que llevaba de conocer al alfa jamás le había hablado de algun amigo. Katsuki apretó las manos cuando aquel chico que una vez amo alzo la mirada, Katsuki se quedó quieto mirándolo sin poder creer que de verdad se trataba de él.
— Si, ya nos conocíamos, ¿No es así Izuku? —
Llamo Katsuki avanzando hasta estar frente al menor. Le tomó un momento asimilarlo ¿Que probabilidades había de que de todos los lugares de Japón, Izuku estuviera en su empresa?.
No sabía que sentía, miles de emociones se le mezclaron haciéndole sentir náuseas. A quien por años trató de olvidar, por quien sufrió tratando de convencerse de que ya no sentía nada por él, a aquel que tanto se debatió en superar. Estaba nuevamente a escasos centímetros de él. Todos observaron en silencio como Katsuki se le plantó de frente, el alfa dibujó una leve sonrisa, notó esa maldita cara linda y esos grandes ojos que supo exactamente lo que tambien sintieron al verlo. Alegria y amargura. Una combinación extraña de ambas cosas.
La mirada jade que se había posado sobre su persona, le había dejado inquieto, había sido como ver directo a una ventana a su pasado, uno que había creído haber superado y olvidado pero en ese momento se dio cuenta que no lo había hecho ni un poco, Izuku estaba idéntico, nada había cambiado.
Solo se había engañado a sí mismo pensando que no volvería a sentir nada por él pero al verlo su pecho latió tan fuerte como antes. Se maldecía a si mismo por ello pero lo peor era que no aceptaba la idea de que estuviera ahí. Era demasiada coincidencia, era realmente imposible. Sin embargo allí estaba. Sin perderle la vista extendió la mano hacia el Omega para estrecharla
— Midoriya — le dijo con voz seria. — Bienvenido al equipo —
No pudo evitar recordar el pasado y cómo habían terminado las cosas entre ellos. Pero, como jefe, tenía que mantener la profesionalidad. No sabía qué esperar de esta nueva situación, pero estaba decidido a manejarla de la manera más adecuada.
— Es agradable verte de nuevo.—
Saludo con formalidad, el menor tardo en reaccionar, apenas logro estrechar su mano con la ajena. Todas las miradas se fijaron en el menor incluyendo la suya pero sólo pudo suspirar aún más profundo. La ultima vez que logró acariciar su piel fue al despedirse antes de clases aquella mañana en la escuela el día en que se filtro la foto. De allí nada hasta ese momento, y aún así ese simple tacto de sus manos era suficiente como para hacerle acelerar el corazón además ese dulce aroma al que era adicto regreso para atormentarlo de nuevo. Separó despacio, en una discreta caricia de sus dedos sobre la palma ajena antes de alejarse despacio. No quería mostrar debilidad frente a su nuevo empleado, así que mantuvo su expresión seria.
— Bien, empecemos entonces, tienen mucho que aprender y poco tiempo para perder. ¡Vamos, Muéstrenme de qué están hechos —
Comenzó a explicar las reglas básicas de la empresa, cuando y donde usar las maquinas, las áreas donde podrían comer y descansar y la distribución de los pisos y sus áreas así como los horarios y sueldos que tendrían. El rubio sentía una leve sensación amarga y aún así plantó la mejor cara para dar el discurso de bienvenida. Deseándoles éxito y una larga estadía en la empresa. Cuando termino de hablar salió de allí sin más a toda prisa estaba sofocado, pero no por el calor o las personas. Si no por las emociones que había desenterrado y que creía muertas.
Volvió a su oficina y decidió recostarse unos momentos en el sofá aprovechando la privacidad. Los ojos se le cerraron con fuerza. Su corazón latia rápido, empezó a reírse nervioso y tenso.
"¿Con que derecho regresas así como si nada a mi vida después de lo que me hiciste pasar?"
Pensó negando con la cabeza pero solo se engañaba a si mismo. Abrió el cajón de su oficina y saco el anillo de la promesa antigua. Lo tenía arrumbado alli. Lo coloco de nuevo sobre su dedo y lo contempló.
"¿Será que finalmente podré tener otra oportunidad? No... No seas idiota... Seguro aún sigue con Shoto. "
Negó y se retiró el anillo, lo dejo de nuevo en su lugar, cerrando el cajón con un golpe seco.
"No"
Se dijo a sí mismo
"No puedo dejar que los sentimientos del pasado me nublen la razón. Soy el jefe de Izuku ahora, y no puedo permitir que las emociones se interpongan en el camino"
Pero mientras trató de convencerse a sí mismo, no pudo evitar sentir una sensación de arrepentimiento y duda y Katsuki se quedó allí, sentado en su oficina, luchando contra sus propios sentimientos.
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"Los momentos en que se efectua un embarazo no suelen ser llevaderos, la pesadez de los síntomas incrementa con el pasar de las semanas, eso solo puede controlarse con ayuda del alfa."
Era el tipo de textos que encontraba en internet, buscaba que hacer, pero todo arrinconaba a lo mismo. Izuku permanecía acostado en su cama abrazando una almohada a su pecho mirando su teléfono en busca de alguna opción, pero los resultados de búsqueda solo le daban cosas como las complicaciones sobre todo por ser un varón omega.
Con el ceño ligeramente fruncido dejó el teléfono a un lado y se quedó meditabundo mirando a la nada.
"Vamos a tener un cachorro..."
No estaba seguro de que hacer, era sumamente aterrador pasar por esa etapa solo con ese desapego con su alfa, lo único que le quedaba era ese intento de nido que su instinto estuvo haciendo desde hace semanas.
Se levantó de su cama con desgano, en ese momento miró hacia la dirección del balcón, imaginándose un mínimo indicio de algún movimiento al otro lado, como el golpe de alguna piedra, la silueta de alguien o ver que se abría la puerta de cristal del otro lado. No había nada.
La pesadez en su cuerpo incrementaba con los síntomas de su embarazo y un aura depresiva que le hacía lucir cada vez más enfermo.
—Si le digo, ¿volvería? ¿Sería capaz de aceptarme, aunque le ignoré tantas veces? También ese partido humillante... —gruñó con ansiedad llevándose las manos al rostro y deslizando su cabello hacia atrás.
Las ocasiones en que Izuku trataba de sobrellevar el asunto por su cuenta solo era momentáneo. Entre más intentaba, la recaída depresiva era peor.
El tema del partido del pasado fin de semana era algo que seguía en la boca de todos, los orgullosos Wolves que estuvieron invictos tuvieron el amargo sabor de la derrota de una manera particular. Los estudiantes contaban lo acontecido cada vez que miraban a alguien del equipo, también tratando de indagar ese rompecabezas del por qué Katsuki Bakugo abandonó su cargo como mariscal de campo y donde estaba, ya que solo se presentó al partido y no volvió a la escuela. Para algunos seguía siendo un alfa con estándar único, para otros un patán, ya sea por lo que provocó con Izuku Midoriya o el como se dejó apalear en el partido final versus los Lions.
En la hora del almuerzo estaban comiendo Kaminari y Kirishima en una mesa de la cafetería, Izuku acercó con un puño en el vientre llamando nervioso al pelirrojo, pero al momento de tener su atención las palabras no salían de su aliento, solo negó la cabeza arrepentido y daba media vuelta para alejarse. ¿Cómo iba a darle la noticia a Katsuki de su embarazo mediante su primo? Por un momento llegó a un momento tan lábil en querer decirle a como dé lugar.
En una racha de angustia con lágrimas en los ojos, una noche de tormenta desde su habitación desbloqueó el número intentando contactarlo, decirle cuanto lo necesitaba, pero el teléfono estaba muerto, incluso revisó las redes sociales y no encontró nada. Fue ahí que se dio cuenta de la sentencia que se colgó a sí mismo negando las oportunidades de Katsuki buscándolo.
Varias veces le tocó a Inko tratar de calmarlo, cuando su hijo se ponía arrodillado con su cabeza en su regazo en el sofá.
—No me gusta verte así, pero voy a respetar la decisión que tomes. Izuku... Mañana debemos ir al médico a darle tu respuesta.
La voz de Inko era parsimoniosa e intentaba reflejar esa paz que buscaba, aun así, ella estaba igual de angustiada mientras acariciaba el cabello lanudo de su hijo. Conocía lo horrible que era perder a su alfa, pero a diferencia de Izuku, ella no estuvo embarazada y tampoco esa sensación de abandono.
—¿Cuándo va dejar de doler el lazo? —Preguntó con un frágil hilo de voz intentado contener su lagrimeo. Inko solo suspiró continuando su labor de acariciarle el cabello.
—Eso ya depende de ustedes...
Era incierta su respuesta, pero no tenía algo menos ambiguo. Por lo mismo ella siempre quiso que tuviera cautela, sabía que una mordida para lazo podía ser tanto una bendición como una maldición que conectaban dos almas.
Al día siguiente después del examen médico de seguimiento, tanto el doctor como Inko estaban especulando la decisión del menor.
—No voy a tomar la terapia de feromonas —negó Izuku cerrando los ojos y apretando las manos a sus rodillas—, no quiero engañarme así.
—Ya veo, entonces vas a tomar la otra opción —dijo el médico con seguridad tomando los consentimientos para continuar con su labor de legrado.
—Tampoco voy a deshacerme de mi embarazo... —abrió sus ojos, llevaba una sonrisa tambaleante.
Aun estaba inseguro de si todo fue como Katsuki le aclaró, que sus sentimientos supuestamente fueron genuinos y realmente lo amó, no obstante, estaba bastante seguro que los suyos si fueron reales. Una parte de él, su lado absurdo como omega quería prevalecer la cosecha de su amor.
—Estás subestimando tu condición, ¿sabes por qué la tasa de natalidad en omegas es baja, en específico de hombres? Y sin un sostén como tu alfa es un camino bastante malo —insistió el médico tratando de persuadirlo, pero no lo logró.
Los días continuaron pasando, la condición de Izuku ya era mala y se fue desfavoreciendo cada vez más hasta el punto que tuvo que llegar aclarar las cosas.
—¿Eh? ¿Vas a dejar la escuadra? Sé que has estado enfermo, pero puedes incapacitarte hasta que mejores. No tienes que seguir la corriente de Bakugo como hizo renunciando a su cargo.
Cuestionó Uraraka hablando unos metros aparte del resto de animadoras para estar a solas con Izuku cerca de las gradas. Trataba de convencerlo de no retirarse, el chico era buen acróbata y sabía todo lo malo que le había pasado, también era una alternativa para hacerlo sentirse más acompañado.
Izuku solo sonrió con debilidad mirando su calzado contra el césped y pronto elevó la mirada para afrontar a la castaña.
—No puedo, estoy encinta. Eso explica porque... estuve tan mal en las ultimas sesiones, ¿no? —bufó con ironía.
Ochako se llevó una mano a la boca tratando de ser discreta, miró de reojo hacia las demás asegurándose que no escucharan y acercó a Izuku.
—No me digas que es de...
Izuku alargó su sonrisa con ese semblante triste.
—¿De quién más iba a ser?
Ochako apretó un poco el entrecejo con indignación, quería gruñir y quejarse del antiguo mariscal de campo pero aun continuaba esa mirada melancólica en Izuku reflejando de alguna manera que lo extrañaba. La chica suspiró rascando su nuca insegura de que decir.
—Para que te cuente como clases extracurriculares no te eliminaré de la lista, ya no vengas a los entrenamientos, ve al médico... Y eso... —balbuceó arrastrando sus palabras, no estaba segura de si felicitarlo por su embarazo. Izuku si hubiera querido fácilmente ya hubiera abortado.
A la capitana de las animadoras fue la única que reveló su condición, al resto de sus amigos le tomaría el tiempo de contarles o notarlo. Izuku tenía mejores cosas en que pensar volviéndolo más retraído. Más tímido y apartado de las conversaciones, como cuando suspiraba por su pareja en clases.
Los trataba adecuado, pero tampoco tan ameno, lucía algo vacías sus respuestas y distantes. Desde luego que varios supieron que era por la ausencia de Katsuki.
Había pasado un mes desde el anuncio de su embarazo, había estado bastante débil nuevamente que faltó a la escuela. Inko estaba en la cocina preparando la comida cuando un grito lamentable resonó en las paredes de la casa que la hizo sobresaltar con temor y un cucharón en manos. Rápidamente subió las escaleras para indagar ese llanto de Izuku, su sorpresa fue tanta al verlo arrodillado en la cama removiendo las prendas, llevándose una por una al rostro a olfatearla. Los últimos vestigios de las feromonas de Katsuki habían desaparecido.
—No está... ¡No está! ¡El aroma de mi alfa se ha ido!
Lloriqueó frustrado tratando de encontrar la mínima prenda que tomó de Katsuki y conservara su aroma, pero ya todas estaban con la mayoría del propio aroma de Izuku por el tiempo que estuvieron ahí. Se sentía completamente expuesto y vulnerable sin el refugio de su nido.
A Inko se le oprimió el pecho y un nudo en la garganta se le formó al notar el deplorable estado de su hijo. No podía mirarlo así. Tenía que tomar una decisión por él si quería salvarlo, tenía la obligación como su madre, además de que Izuku era menor de edad. Salió de la habitación apresurada yendo por su teléfono y llamar al hospital, lo obligaría a tomar esa terapia. Sin embargo, a mitad del tecleo al número se escuchó el timbre de la casa. A mayor estrés bajó angustiada por la interrupción, abrió la puerta con el celular en la oreja, su rostro tuvo que mirar un poco hacia arriba para visualizar alguien más alto.
—Hola, ¿Midoriya está bien? No responde mensajes, además sus compañeros me pidieron que le trajera el adelanto de un proyecto de clases...
Se trataba de Shoto Todoroki con un par de apuntes y carpeta en mano. Inko lo conocía relativamente poco, pero las pocas veces que congeniaron lo percibió cortés y con prioridad en su hijo, además de ese aroma fresco y cedro quemado.
El llanto estresado de Izuku se escuchó hasta ellos, Shoto enfrió la mirada asomando un poco por el hombro de la mujer.
—¿Qué es lo que le pasa-...?
—¿Eres un alfa? ¡Necesito tu ayuda, por favor, salva a mi hijo!
Shoto insistiría en respuestas, pero ante el ruego de Inko no iba a negarle esa prioridad, solo asintió la cabeza y la mujer rápidamente le tomó de la muñeca para guiarlo a la pieza. El cuadro que había de Izuku retorciéndose entre lamentos desgarradores le dieron una terrible punzada a Shoto, lucía como un pobre omega desamparado.
—Por favor usa tus feromonas para calmarlo —rogó con el teléfono en la oreja.
—¿Mis feromonas? ¿Quiere que lo intimide? —Exclamó Shoto descolocado por la solicitud.
—¡No, todo lo contrario! Izuku lo que quiere es sentirse protegido, y aun así no quiso tomar la terapia de feromonas... —reclamó entre dientes esperando ser atendida en la llamada.
Shoto no entendía del todo lo que pasaba, pero al notar la chaqueta de jugador de futbol con el número del mariscal entendió que el resto de esa ropa no era del menor. Entrecerró los ojos con desaire, se acercó con cautela e inseguro de lo que haría. Levantó las manos temblorosas y sujetó la fría mano de Izuku para jalarlo despacio consigo y rodearlo en sus brazos.
El menor estaba tan sumido en su angustia que ni percibió la llegada a su habitación, o incluso que fue sentado, seguía llorando con abundantes lágrimas. Shoto lo observaba con preocupación, miró de reojo a Inko buscando afirmación de si era esto lo que pidió, la mujer solo asintió la cabeza y empezó a hablar por teléfono a la llamada que por fin conectó con el doctor.
El llanto de Izuku fue bajando el volumen hasta ser pequeños gimoteos, su cuerpo dejó de temblar a causa de las apacibles feromonas de alfa que estaban rodeándolo.
—...Alfa... mi alfa... —dijo con livianos espasmos hasta relajarse cada vez más, el llanto culminó a transformar en sueño por el colapso.
Shoto lo inspeccionó con cuidado rozando el dorso de su mano por la húmeda mejilla, percibiendo las ojeras cansadas, la palidez, incluso su complexión había cambiado un poco.
—Si, gracias doctor... —despidió Inko de su llamada tras algunos segundos. Suspiró con desaire y miró al bicolor abrazando a su hijo.
—¿Puede decirme por qué luce con tanta crisis? Sé que tiene un lazo con Bakugo, pero ambos ya habían decidido distanciarse —explicó Shoto extrañado por el exagerado rebote de ansiedad en Izuku.
—Mi hijo tiene un embarazo... —respondió Inko con melancolía al ver al pecoso por fin tranquilo, no de la manera que hubiera querido. Por otro lado, Shoto casi salta de su asiento de no ser porque parte del peso de Izuku estaba en sus brazos. —Está esperando un cachorro de Katsuki-kun y no quiere abortarlo.
Shoto no estaba seguro de que reacción pasmada llevaba, de forma robótica dirigió a ver a Izuku con tibios ronquidos contra su pecho. Arrugó su entrecejo recordando el particular mensaje final que recibió de Katsuki horas después que se fueron del aeropuerto.
—¿Bakugo lo sabe? —Cuestionó de la idea de que el mensaje se trataba de eso.
—No lo sabe —respondió Inko recargando su espalda a la pared— hubo días en que Izuku quiso contactarlo, pero no pudo por su cuenta, así que intenté llamar también, pero me detuvo. Entiendo que no quiere verlo, pero su lado omega no quiere despegarse de su alfa por la condición, está sufriendo mucho...
Con un gesto dolido Shoto secó parte de las lágrimas en esa piel pecosa. Inko aclaró su garganta queriendo ser firme y se acercó a la cama recogiendo las prendas del rubio.
—Acabo de hablar con su doctor, no me importa si Izuku no quiere, pero no voy permitir que siga sufriendo así hasta complicarse aún más —dijo con un semblante estricto, aunque sus ojos ardieron por las lágrimas—. En la llamada me dijeron que debía deshacerme de su nido débil de feromonas, voy a ventilar su cuarto, ¿puedes ayudarme y llevarlo a mi alcoba? Quédate un rato con él.
Shoto no lo pensó dos veces y asintió, por lo que tomó al menor en su regazo levantándolo con suma facilidad, fue guiado hacia la habitación de Inko donde lo dejó en cama.
Algunas horas después Izuku abrió los ojos somnolientos, reconoció el colchón que no era su cuarto, pero su mayor sorpresa fue encontrarse a Shoto sentado al borde de la cama hablando con Inko que estaba en un pequeño sofá de lectura. Cuando supo lo que en realidad pasó y encontró su cuarto impecable sin rastros de su alfa explotó. Fue de las peores discusiones que había tenido con Shoto o su madre. Aunque le doliera, sabía que habían hecho lo correcto, ya que de esa forma es que pudo levantarse nuevamente.
Para bien o para mal, Shoto fue quien se convirtió en ese estandarte que elevó su vida. Con ayuda de su atención y feromonas de alfa es que su cuerpo logró mantenerse estable, incluso volvió a clases, no había novedad porque el bicolor lo seguía a todos lados como antes. Los rumores emergieron con los meses cuando ya no pudo esconder más su embarazo, la ropa holgada abrió sospechas al incremento de volumen en su vientre.
—Midoriya, ¿no me digas que el padre es Todoroki? —dijo uno de sus compañeros de clases dándole un par de codazos juguetones al omega en su asiento. Mineta y Tsuyu ya sabían la verdad, estaban algo indignados por ese nuevo chisme escolar que nuevamente giraba en su amigo.
Izuku solamente dejó de escribir, estaba estudiando en esa hora libre, pero con la insistencia de los rumores ya no quería discutir. Luego de la fotografía filtrada de hace meses, el escándalo por terminar con Katsuki frente a todos y siendo visto como interesado por estar repentinamente tan cerca de otro codiciado alfa, hasta la disculpa pública en el partido. Los rumores siempre eran para arrojarle pestes, estaba cansado de nadar contracorriente.
—Sí, es de Shoto-kun, ¿algún problema con eso? —dijo con un agradable tono al igual que su sonrisa tranquila. El resto de la clase que alcanzó a oír eso estaba anonadada por la afirmación, pero también el que mencionara a Todoroki por su nombre solo corroboraba más esa cercanía íntima.
Realmente era todo lo contrario, Shoto nunca le puso una mano encima como se lo planteaban, el bicolor entendía su papel en ayudar a Izuku con tibios abrazos y arrullos apacibles. A pesar de que fue bastante claro con Inko de su interés con el menor, no quería atormentarlo en forzar una relación luego de ese desgastante lazo.
Como fuego expandió la afirmación de Izuku en la escuela hasta llegar a oídos del equipo de futbol americano, entre ellos Kirishima que estaba aún descolocado por la afirmación. Sin embargo, una tarde fue emboscado por Izuku antes de ir a los vestidores para su entrenamiento.
—Hola... —saludó Izuku un poco cabizbajo. Al notar como Eijiro correspondía con una venía incómoda de su mano se armó de valor en verlo—, uhm... ¿Has... hablado con Kacchan?
—Muy poco —respondió aun incómodo rascando su cuello y desviando la mirada, pero no podía evitar tener curiosidad al hoodie holgado de color verde en Izuku que le cubría el abdomen algo crecido.
—Entiendo... —dijo con una risa entre dientes también incómodo.
—¿Quieres... que le mande tus saludos o algo así? —Tanteó inseguro.
—No, no es eso... Solo quiero pedirte un favor —determinó enfriando su mirada—, no creo que suceda, pero si llega a preguntar por mí no le digas nada, tampoco de mi embarazo... Con Shoto-kun —susurró eso último mordiente por su inseguridad.
—...Seguro... —confirmó alzando una ceja por el comportamiento errante en el menor que solo despejó el camino para darle paso.
—Otra cosa... Trata bien a Kaminari-kun, es un omega y un animador como yo. Así que no estaría mal que alguno de nosotros tenga un buen final.
Fue el último contacto directo que tuvieron. Cada uno en lo suyo sin necesidad de volver a dirigirse la palabra, después de todo su único motivo para acercamientos fue por Bakugo Katsuki, pero sin él ya no tenía relevancia.
Los meses transcurrieron con la visibilidad del embarazo, como Shoto era el alfa que ahora lo acompañaba recurrentemente era sencillo asumir de quien era. El bicolor no negó ni afirmó ese rumor, lo único que deseaba es que Izuku terminara de pasar por esa dura etapa.
La marca seguía ahí, pero conforme pasó el tiempo ya se estaba acostumbrando a minimizar el dolor. Un tedioso piquete que a veces surgía cuando algo le recordaba a Katsuki, así como de la nada también podía ver su imagen en los entrenamientos. Izuku ya no estaba en la escuadra, pero no quiso solo ausentarse y pretendió convertirse en una especie de manager que auxiliaba desde las gradas al equipo animador.
—¿Y bien? ¿Ya sabes que va ser? —Preguntó Mina con curiosidad limpiándose el sudor con una pequeña toalla. El resto de las porristas oyó y se acercaron curiosas.
Que un estudiante fuera omega y embarazado era algo sumamente extraño hoy en día, así que era novedad indagar. Al menos Izuku se sentía acompañado en esa etapa en que eran sumamente cuidadosas con él. Sabían la verdad, pero la petición del omega fue que no corrigieran el rumor de quien era el padre.
—¿Es niño o niña? —Insistió Hagakure. Izuku sonrió y se llevó una mano acariciar el vientre voluble.
—Me dijeron que será niño —dijo con un gesto complaciente, la escuadra gritó eufórica llevándose las manos al pecho y al cielo.
—Midoriya es muy lindo, así que estoy segura que su bebé también lo será —mencionó risueña Ochako.
Las semanas continuaron pasando e Izuku llegó a la etapa final de su embarazo. Era invierno y no era bueno para tolerar el clima por su cuenta, tener a su alfa esa crucial y Shoto estaba ahí para compensarlo. No era la misma complexión, ni el mismo aroma que recordaba, pero su cuerpo poco a poco estaba moldeándose a él, después de todo, ahora era más tiempo que estuvo con el bicolor a diferencia de Katsuki que solo fueron poco más de dos meses.
Debido a que era un omega varón debieron tenerlo en observación un par de días previos a la fecha estimada del parto. Como no era común y muy riesgoso los médicos decidieron tenerlo en suma observación. Izuku entendía la idea, pero no era muy provechoso estar lejos de su nido en su cuarto con las feromonas olor a sándalo fresco y templado, con un picor ardiente de madera quemada de Shoto.
La tarde del parto llegó, las contracciones y el dolor fueron considerables, Izuku retorcía en la cama del hospital apretando la bata y sábanas con estrés. No estaba seguro de como canalizar esa sensación y solo arrojó un fuerte impulso de llamado de auxilio a su alfa, a pesar de que Shoto estaba afuera acompañando a la señora Midoriya, no era a él a quien llamaba, sino a su alfa original con quien formó un lazo. Estuvo llamando a Katsuki sin tener respuesta.
Una enfermera salió pronto por la puerta mirando a los familiares de varios pacientes de la sala de parto.
—¿Quién es "Kacchan"? —Voceó mirando de un lado a otro a las personas sentadas en los bancos.
Inko y Shoto se miraron por un momento, en seguida se pusieron de pie imaginando lo sucedido. La enfermera pronto se dirigió al bicolor.
—¿Eres Kacchan? ¿El alfa de Midoriya Izuku?
—No, no realmente pero...
—¿Qué sucede con mi hijo? —Interrumpió Inko angustiada.
—Necesita al alfa, no para de llamarlo, si sigue así va cansarse antes de que necesite pujar.
—Shoto-kun, él ha estado tomando ese puesto, ¿puede hacer algo? —Rogó Inko sujetando el brazo del alfa. La enfermera miró insegura.
—No del todo pero... Bueno, ven necesito que te cambies para que entres conmigo y acompañar a Midoriya-kun.
La enfermera cedió a la alternativa, hicieron a Shoto pasar con el traje adecuado y cubrebocas, pero aun así no era lo que Izuku estaba buscando. Sentía una opresión fuerte en la boca del estomago que no lo dejaba respirar adecuadamente, su lado omega lloraba con tormento por estar sin la compañía deseada.
Fue un parto bastante prolongado y doloroso, Izuku terminó exhausto, pero al oír el primer llanto de un bebé abrió los ojos acuosos buscando débilmente de donde provenía. Pudo ver un bulto siendo llevado por enfermería hacia un cunero para inspeccionarlo, sintió un ligero toque a su hombro que le hizo girar, era Shoto con parte del rostro cubierto por el cubrebocas.
—Lo lograste, eres muy fuerte —dijo mientras removía algunos mechones pegados a la frente del menor.
—Felicidades, mira a tu cachorro —mencionó el doctor acercando el bulto que ya estaba vestido con ropa de neonato.
A Izuku se le fue el aliento al ver como acercaban al cachorro a su rostro, logró mirar esos pequeños puños que movían, así como el vigoroso llanto, pero sobre todo notó el terso cabello rubio cenizo. No estaba seguro que reacción tenía por el rostro extrañado de quien cargaba su hijo, una sensación agridulce surgió y resopló aun tomando aire.
—Hola, pequeño... —apenas logró mencionar, pero su tono de voz no estaba con una felicidad. El equipo médico lo asumió porque la ausencia del alfa original.
Cuando tuvo su recuperación fue dado de alta y volvió a casa con su cachorro, era sumamente pequeñito, a Inko le generaba ternura y hasta cierta nostalgia como ese pequeño bulto acomodada tan bien en brazos. Por otro lado, Izuku no tenía ese apego, su mirada estaba algo vacía notando al bebé dormir.
Era muy raras las ocasiones, pero había excepciones donde por varios motivos no se daba la conexión entre una madre y su cachorro, ese fue el caso de Izuku. Una depresión postparto lo arrinconó en enfermar.
Hubo ocasiones en que Inko oía al cachorro de un par de meses llorar e iba al cuarto de Izuku, encontrándose al bebé en su cuna gritando por hambre e Izuku hecho un ovillo en su cama llorando en silencio y dándole la espalda.
El karma de rechazar al alfa le estaba pegando demasiado cruel, su bebé incluso tenía los ojos brillantes y rojos como el padre.
La escuela se quedó impactada por las ocasiones que vieron al cachorro, con su cabello rubio y los ojos escarlatas, era fácil asumir quien era su padre biológico, y aun así Izuku lo negaba.
—Estás equivocado, mi cachorro es de Shoto-kun —respondía tajante y a la defensiva cuando le preguntaban por él.
Por su salud fue entonces que el bicolor quiso ser más formal con ese asunto. Un día que estaba visitando a Izuku, lo veía con el pequeño en brazos mientras lo alimentaba con desgano.
Quiso dar el siguiente paso, culminar con el tormento que llevaba Izuku con esa marca, que a pesar de no tener una severa recaída como el día del parto seguía vigente con debilidad.
—Créeme que mi prioridad eres tú, y que aceptes a tu hijo. Debes dejar de mirar a esa persona en él. Si sigues rechazándolo, tanto el cachorro como tú podrían enfermar.
Shoto acercó en el sofá aclarando su garganta, con cuidado le quitó al bebé de brazos y lo apoyó consigo.
—Deja de sentirse culpable y pensar en el hubiera, debes enfocarte en ser feliz a como dé lugar. Y si me permites... Quiero formar parte de ello, tomaré toda responsabilidad en protegerte a ti, y a tu cachorro. Te lo aseguro.
El omega necesitó un tratamiento para su depresión postparto, unos estimulantes y tener las feromonas del alfa a su lado. El remedio más radical era cambiar de alfa, el doctor dijo que el momento más oportuno para no sentir el desapego era ese, cuando la marca estaba débil.
Izuku se lo replanteó varias veces, quería a Shoto, pero era muy cobarde para deshacerse de su marca con Katsuki, a pesar de la tortura que era llevarla.
A mitad de segundo año fue que tomó el coraje de hacerlo, su marca estaba a punto de desaparecer, así que aceptó a Shoto como su nuevo alfa dejándose morder el cuello. El delgado hilo que se aferraba a Katsuki por fin se rompió, ya no sabría nada de él.
Siguió en la U.A. hasta que se graduó y entró a mercadotecnia, no porque realmente era lo que buscaba, pero era lo que su horario le permitía, trabajar turnos de medio tiempo en la noche, cuidar a su bebé y aportar a la casa, no podía dejarle todo el trabajo a su madre.
Llegaba sumamente cansado, pero era reconfortante ver a su pequeño dormido plácidamente o sosteniéndose desde los barrotes de su corralito con juguetes. El nombre de ese cachorro fue Nobuyuki Midoriya. El cual tenía un significado fuerte para la situación de su madre, los kanjis eran de "confiar, abrir/felicidad".
Los años pasaron, Shoto al recibirse tuvo un puesto de médico en un prestigioso hospital de Shizuoka, sin embargo, conforme fue ascendiendo y continuando su formación en el área se extendieron más oportunidades. Ofreciendo una sede por el área de Osaka, para él fue perfecto, entre más lejos de su familia era mejor, pero tenía un detalle... Su omega y su cachorro, no podía separarse, no luego de lo que sufrió y a pesar de que llevó un tratamiento Izuku sufría apego ansioso con miedo al abandono.
No lo pensó dos veces en llevarlo consigo. Tenía un buen trabajo en su cargo, así que evitaría a Izuku tener que trabajar medio tiempo, con lo de sus clases podría continuar en línea y de esta manera tendría más tiempo para su cachorro.
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Una mañana muy temprano, llevaba poco que amaneció, pero en la sala ya había un escandalo con la televisión con algún dibujo animado. Frente a él sentado en el tapete estaba alguien coloreando con unos crayones, tras unos minutos soltó aire satisfecho y se levantó corriendo a toda prisa hacia el cuarto de sus padres.
—¡Mami, despierta ya!
Rugió la voz aguda abriendo la puerta con emoción, en seguida se dirigió a las persianas y jaló el cordón para elevarlas y dejar entrar toda la luz natural del sol al rostro de Izuku, quien hizo una mueca y se llevó el antebrazo a cubrirse el rostro.
—¡Mami, abre los ojos!
Dijo con un berrinche inflando las mejillas, se subió a la cama poniéndose encima de su madre agitándolo frustrado de ser ignorado. Izuku abrió un ojo somnoliento y miró la hora en su teléfono en el mueble a su lado.
—Cariño son las seis de la mañana, es muy temprano... —dijo entre bostezos.
—¡No importa! ¡Quiero ser el primero, feliz cumpleaños!
Izuku parpadeó espabilando, volvió a mirar el teléfono marcando 15/7, el quince de julio. Por fin miró con detenimiento a su hijo que estaba sentado en sus piernas.
—¿Cómo sabes que hoy es mi cumpleaños? —Cuestionó asombrado. Nobuyuki sonrió con alarde.
—Papá me lo marcó en el calendario de la cocina, estuve marcando los días hasta que llegara —dijo con orgullo y extendió una hoja de papel—Toma mi regalo, ¿Te gusta?
Lo que había era un dibujo bastante infantil de quien fácilmente podía definirse como Izuku por el cabello verde y de la mano llevaba a alguien más pequeño de cabello rubio.
Nobuyuki era su cachorro, un niño de apenas cuatro años. Descaradamente tenía todas las facciones de cierta persona, su cabello puntiagudo y rubio; ojos grandes, afilados y rojos. Era la viva imagen de Katsuki Bakugo de niño, una copia tal cual de ese niño con quien jugaba en un parque en su infancia. El karma había sido tremendo para Izuku.
—Claro que sí, está precioso, muchas gracias —respondió sujetando el papel con cuidado, viéndolo una vez más y dejándolo en la mesita para no dañarlo—, pero tengo otro regalo, ¿verdad Nobu-chan?
El pequeño sonrió nervioso y rodó los ojos ante la mirada cómplice en Izuku, quien rápidamente se levantó para jalarlo consigo y llenarlo de besos y abrazos. Nobuyuki inevitablemente sentía cosquillas pero era reconfortante el amor que desplomaba su madre consigo.
Al dejarlo por fin entre risas al otro lado de la cama vacía el niño se arrodillo con entusiasmo, tenía mucha energía.
—¿Vamos a comer pastel?
—¿Tan pronto? Vamos por uno en la tarde, primero hay unas vueltas que debemos hacer.
Izuku se levantó y estiró los brazos con un bostezo, acercó a la ventana para ver a la calle, estaba en el noveno piso de un departamento en Osaka, ese era su hogar desde que se mudó con su alfa. Acudió a la sala notando los juguetes esparcidos y la televisión a gran volumen. Así como el calendario que tenía varias X en los días anteriores y un círculo el día de hoy con un pequeño pastel verde dibujado. Negó al cabeza con una risa por darse cuenta apenas que Shoto marcó días específicos con dibujos para que Nobuyuki reconociera, como los cumpleaños, el dia del niño, navidad y otros.
Preparó desayuno para dos, unos huevos estrellados con tocino que daban una infantil presentación en el plato de una cara sonriente para su hijo.
Limpió la cocina, tomó una ducha e igualmente preparó a su pequeño para salir. Estaba recogiendo un par de carpetas en su mochila y tomó las llaves.
—¿Estás listo?
—¡Sip! ¡Vámonos!
—¿No olvidas despedirte? —Insistió Izuku elevando una ceja, Nobuyuki jadeó sorprendido de haber olvidado eso, en seguida devolvió por el pasillo.
—Papá ya me voy, saldré con mami pero yo lo cuidaré.
Afirmó poniéndose de puntitas para alcanzar a ver en una mesa que se recargó, en ella estaba una fotografía de Shoto con inciensos consumidos. Cerca de él estaba la fotografía de Inko y Hisashi juntos también, era una especie de altar.
Hace dos años la señora Midoriya Inko había fallecido por problemas de corazón. Izuku quedó devastado, pero al menos se sentía acompañado de su esposo en ese difícil momento de pérdida y su hijo que aun no entendía del todo lo que ocurrió.
Shoto había contraído nupcias con Izuku, pero a diferencia de la mayoría, no quiso cederle el apellido a su omega ni al hijo, el motivo era por deslindarse de su familia. Así que quedaron como Midoriya.
Lamentablemente hace más de un mes el peso de su familia recayó en Shoto, a pesar de no estar involucrado fue arrastrado en las consecuencias de la yakuza. Fue asesinado una noche que volvía a su hogar.
Por las noticias Izuku también se enteró que parte de los Todoroki estuvieron en conflicto con otra familia yakuza por territorios. De esa forma entendió porque su esposo fue tan precavido como alejarse de Shizuoka o no darle su nombre, los había salvado.
Para ser un día tan especial estaba un poco ansioso, estaba relativamente solo tratando de continuar con su vida y un cachorro. Hace unos meses había culminado su trámite al graduarse, no había encontrado algún empleo de ello, pero a este paso aceptaría cualquier cosa para solventarse.
Esa mañana acudió a un despacho con quien fue el abogado de su alfa. Le extendió una carpeta con lo que alcanzó a ver la firma de Shoto abajo.
—Este es su testamento, su patrimonio lo dejó a tu poder y tu hijo, ¿cuándo vas aceptarlo?
Izuku no pudo responder, solo desvió la vista a sus muslos y acarició su cabello. El abogado suspiró.
—Entiendo que tienes miedo luego de como Todoroki fue víctima, pero esa fortuna no es de su familia, es todo lo que él logró adquirir por su cuenta. Te puede ayudar en lo que buscas otra ubicación o consigues un trabajo.
—Aun así, ¿podemos esperar un poco más a reclamarlo? Todavía es reciente lo que le pasó a mi alfa... No puedo solo seguir...
Nobuyuki estaba en el otro asiento al lado de su mamá, no estaba seguro de lo que pasaba pero por la mirada ensombrecida de Izuku sabía que no era bueno.
—Oiga, deje de hacer sentir triste a mi mami, es su cumpleaños —reclamó con una mejilla inflamada en mueca. Izuku solo extendió su brazo para recargar la cabecita a su costado.
—Lo lamento —disculpó con el menor y dirigió con Izuku ablandando su rostro—, al menos veo que está en buenas manos, Midoriya-san.
El abogado le dio la opción de reclamar más adelante esa herencia, después de todo aun seguían en luto por la pérdida.
Conforme pasaron los días las opciones se le acababan a Izuku, un empleo de lo que sea era su opción, pero no tenía con quien dejar a Nobuyuki, no podía dejarlo solo era muy pequeño. Estaba revisando las vacantes en su teléfono cerca de su área cuando una llamada surgió, era para una entrevista laboral de una compañía, Izuku no recordaba haber postulado, pero al oír que fue referencia de Todoroki Shoto sintió su sangre helar, incluso en ultimo momento su alfa acomodó el trámite que le mencionó tiempo atrás.
Debía presentarse mañana con cierta documentación que le enviaron por correo, así que preparó sus ropas más formales y llamó a una niñera, si todo salía bien podría darse el lujo de contratarle una hasta que entrara al jardín de niños.
Su objetivo era encontrar un empleo que se ajustara a su postura como padre soltero, tampoco tenía familia directa con quien contar, era Izuku y su cachorro solamente.
Llegó temprano con traje y corbata, a pesar de la formalidad Izuku contaba con rasgos omega evidentes. Facciones finas con pestañas largas y enchinadas, delgadas cejas, nariz respingada y lindas pecas como belleza resplandeciente cual lapislázuli y su voz suave asemejaba a un instrumento de cuerdas. Si hubiera nacido en una época más remota donde los omegas tenían mayor estigma fácilmente muchos alfas caerían cautivados por él.
Bajó en la estación de tren cercana y caminó unas calles hasta llegar al alto edificio que llevaba el logo del corporativo. Pasó saliva intimidado de lo que podría depararle, era una oportunidad única que no debía desaprovechar. Para calmarse hizo el kanji de persona en su palma una y otra vez y se lo llevó a la boca dándose valor.
Entró en la recepción pidiendo indicaciones, le enseñaron la zona y dirigieron al elevador hacia uno de los pisos más altos. Al llegar encontró varias personas sentadas esperando, al parecer no era el único que iba a por la vacante en ese momento, tomó asiento.
Con sus manos a las rodillas solo pensaba como estaría Nobuyuki, nunca lo había dejado a cuidado de alguien, aunque pronto volvió a su realidad al llamado que hizo una chica para invitarlo a pasar, era el siguiente.
—¡S-sí! Voy —exclamó algo nervioso avanzando al sitio privado. El lugar desde la fachada era sumamente elegante y ni se diga su interior.
Tomó asiento un tanto rígido por los nervios, notó la vista de la chica leer su curriculum, no tenía mucha experiencia al ser recién egresado y el sitio lucía en busca de calidad mayor.
Su gesto relajó al escuchar la pregunta de si fue Shoto quien lo recomendó y hacer mención que el bicolor laboró con ellos hace unos años.
—Así es, fue él quien me mencionó este lugar —respondió con cortesía entregando su documentación para corroborar su carta de recomendación, Shoto se la había hecho desde que se graduó. —¿Acaso conociste a Shoto-kun?
Preguntó con una dulce esperanza de oír referencias de su alfa, no obstante, la chica negó haciendo hincapié de que solo entraban por recomendación.
Se quedó recargado a su asiento mirando con paciencia a la chica revisar el ordenador con su información y el papeleo, entre ello estaba la solicitud de guardería que le hizo acercarse al escritorio.
—Eh... Sí, tengo un cachorro de cuatro años y no tengo quien lo cuide, así que mi prioridad en buscar ese servicio por favor —insistió inclinando la cabeza con formalidad.
La mujer que en su gafete tenía el nombre Setsuna Tokage lucía muy escéptica, y no la culpaba, Izuku tuvo a su hijo muy joven, a los 17 años.
La pregunta más pesada brotó cuando le preguntó si era padre soltero. Inevitablemente apretó sus manos a las rodillas, incómodo, afligido y hasta melancólico por expresarlo.
—Sí... mi alfa tuvo un incidente... Y nos dejó.
Fue muy ambigua su respuesta, no sabía expresar como es que Shoto murió, y tampoco quiso dar detalles. No quería lucir ensombrecido por la idea del abandono.
El gesto largo en Izuku culminó aturdido por escuchar todas las prestaciones con las que contaría. Era demasiado bueno para ser verdad, incluso desconfió de la palabra, pero al recordar que fue Shoto quien lo guio allí se sintió más relajado. Negó la cabeza de si tenía dudas y tomó el bolígrafo con entusiasmo.
—No, todo está perfectamente claro.
Recibió su itinerario y folleto con todo lo que Setsuna le compartió, estrechó su mano con emoción agradeciendo y salió mirando las hojas con un brillo de felicidad en sí. Era bastante evidente que su contrato fue un éxito para los demás que esperaban su turno, en realidad no hizo bastante, fue todo por la recomendación de Shoto y eso lo hacía sentirse aun más dichoso de pensar que aun contaba con él a pesar de su ausencia.
—No puedo esperar para decirle las buenas noticias a Nobu-chan, llenaré el formulario de guardería y después a casa.
Salió del corporativo cruzando la calle hacia el edificio que señalaba el folleto con la cooperativa. En el trámite le pidieron más documentación de su hijo que debía traer los próximos días para que la siguiente semana trajera al infante.
Izuku se sentía con un peso menos en hombros, podía solventar la casa sin preocuparse más, los ahorros que tenía estaban casi por terminar en ese mes de martirio sin Shoto. Volvió a casa temprano con un tarareo de buen humor, metió la llave para abrir, pero en ese momento escuchó un grito. Ni siquiera se quitó los zapatos y entró preocupado. Se encontró a la niñera con un gesto estresante y despeinada en el suelo, había caído unos platos de la cocina cerca de ella.
—¿Qué pasó? ¿Están bien? —Exclamó Izuku mirando de un lado a otro.
—¡Mami! —Dijo la voz infantil corriendo abrazarle una pierna feliz de su llegada. Por otro lado, la niñera no tenía el mismo ánimo, lucía aturdida.
—¡Que bueno que llegó Midoriya-san! ¡Su hijo...! ¡Su hijo está incontrolable!
Exclamó alterada poniéndose de pie pasando con cuidado por la vajilla rota en el suelo. Izuku levantó una ceja y miró de reojo a Nobuyuki, el pequeño lucía bastante relajado con esas mejillas sonrosadas y su sonrisa por estar con él.
—¿En serio? ¿Por qué?
—No hace caso, fue muy insolente y podría jurar que saboteó la vajilla para que me cayera —dijo con estrés señalando al pequeño rubiecillo.
—¿De verdad... hiciste eso? —Cuestionó totalmente descolocado de la idea. Nobuyuki solo entrecerró los ojos y desvió su rostro fuera de Izuku.
Le parecía sumamente extraño que llegara actuar así, su cachorro siempre era muy dulce y condescendiente, al menos siempre con él.
—Lo lamento, pero no cuente conmigo mañana, no volveré a cuidarlo —sentenció la joven que era unos años más joven que Izuku. —Solo págueme este día.
Izuku no podía insistirle más, lo mejor era ceder. Una vez que se fue la chica y recogió los platos rotos se dirigió a Nobuyuki que estaba sentado en el sofá abrazando un peluche de osito con un lazo en el cuello.
—Nobu-chan, ¿dijo la verdad? ¿En serio fuiste malo con ella?
Cuestionó arrodillándose frente a él, acarició su cabecita tomando su atención, seguía con una mueca inconforme.
—Ella solo te contó lo que le convenía, fue a tu cuarto y estaba revisando tus cosas, preguntó por mi papá y era molesta como una bruja.
Gruñó bajito cruzando los brazos con el peluche aun contra su torso, Izuku rápidamente le hizo un gesto de silencio con su índice a los labios. No quería que dijera malas palabras.
—¿No te hizo nada malo? —Insistió revisando sus brazos o alguna marca. Nobuyuki negó e Izuku suspiró aliviado.
Debía tener más cuidado eligiendo a quien le encargaría a su cachorro, solo era una semana y después lo dirigiría a la guardería.
Las siguientes niñeras no fueron la excepción, todos los días debía contratar una nueva, no hubo una que llegara a tolerar al niño, lo cual era raro, con Izuku siempre era bastante lindo y obediente, tal vez lo tenía demasiado mimado, pero eso no era motivo para que le dijeran que tenía un "mocoso insolente". Eso solo le hacía recordar un aspecto que tenía muy enterrado en sus recuerdos de la infancia... Sin embargo, Nobuyuki nunca denotó esa actitud altanera en su presencia.
"Con Shoto-kun tampoco fue así... Tal vez, es la manera en que su personalidad está tomando su ausencia..."
Pensó con los ojos cerrados, quizás lo que le faltaba a su cachorro era congeniar con más personas, no tenía amigos de su edad en el edificio donde vivían, los vecinos era gente de tercera edad pensionada o tenían hijos en secundaria.
Con ello recordó algo que le hizo abrir los ojos aturdido, entre esas cosas que su mente llegó a bloquear estaba una conversación... Una que una silueta con una voz distorsionada le confesaba que de niño después de mudarse no tenía a nadie a con quien jugar, sus padres siempre estuvieron ocupados para él por trabajo y en su nuevo vecindario no había nadie de su edad.
"¡¿Y si le pasa a eso a Nobu-chan?! Le urge entrar a esa guardería"
Pensó caótico llevándose las manos a la cabeza contra el escritorio. Pronto uno de sus compañeros en el trabajo le tanteó el hombro preocupado.
—¿Midoriya estás bien?
—¿Eh? S-sí... Solo me quedé distraído en mis pensamientos... —susurró con un suspiro en su pequeño cubículo.
Esa conversación fue escuchada por una transeúnte en el área de marketing que iba a recoger unos documentos.
—Más les vale que ese comportamiento lo erradiquen en este par de semanas, si el CEO los ve es capaz de despedirlos por eso —amenazó con un tono juguetón Yui Kodai, una chica del área de finanzas de otro sector del corporativo.
—Es verdad, ya que lo mencionas, ¿por qué no lo hemos visto? ¿Se la pasa encerrado en su oficina? Esta en este piso, ¿no? —Dijo Yosetsu, uno de los nuevos con Izuku en ese piso.
Ante ese comentario, Izuku parpadeó extrañado también, llevaba tres días en la empresa y no había visto esa puerta doble abrirse en ningún momento, solo estaba afuera en su escritorio Setsuna atareada en pendientes.
—Está en un viaje de negocios a Nara, creo que vuelve en dos semanas. Están de suerte, tienen días para adaptarse. El CEO es productivo y profesional, pero si las acciones bajan o sale algo fuera de los estipulado se vuelve un tirano gruñón, tengan cuidado y no lo arruinen.
Ante esa sugerencia ambos chicos giraron su silla hacia su cubículo dispuestos a seguir con su trabajo en la computadora.
Esos días fue para conocer bien el entorno, el detalle era diario buscar a alguien para cuidar a su hijo en casa, al parecer Nobuyuki también tenía mucho apego a su mamá.
El fin de semana llegó, así pudo quedarse completamente con su hijo sin mortificación de contratar a nadie más, por fortuna la siguiente semana empezaría la guardería.
La mañana del domingo estaba recogiendo unas sabanas secas del balcón en una canastilla, pero al oír un estruendo de cosas caer en el cuarto de su hijo corrió hacia allí.
—¡¿Nobu-chan estás bi-...?! ¿Qué estás haciendo? —Dijo en el marco de la puerta.
El pequeño rubio había arrastrado una silla para alcanzar la parte alta de su armario, entre eso cayeron cajas viejas de cartón.
—Estaba buscando mi carrito, no lo encuentro —dijo parado en la silla. Izuku suspiró levantándolo en brazos y llevándolo a su pecho.
—No debiste hacer eso, es peligroso, dime cuando quieras alcanzar algo. Te pudo caer encima las cosas —dijo con una ligera reprimenda acariciando su cabellera rubia.
—Estabas ocupado, solo quería revisar...
—Ta ayudaré a buscar, debe de estar por aquí —sugirió Izuku con una apacible sonrisa dándole un beso en la frente.
Lo descendió al suelo y se inclinó a levantar el montón de juguetes que cayeron en avalancha de un compartimiento, eran juguetes de unos años atrás cuando era un bebé, hasta biberones y una pañalera estaban entre esas cosas. La nostalgia de cuando se mudó a Osaka con Shoto surgió, recordando que poco después sucedió lo de su madre.
—Oye, ¿qué es esto?
Preguntó Nobu arrodillándose con una vieja caja que tenía el nombre de "Izuku" y "mudanza", eran cosas que ni siquiera sacó cuando llegó a ese lugar. Tampoco recordaba del todo por lo que la abrió curioso.
—¡Me gusta, me gusta! Es para mí, ¿verdad? ¿Puedo quedármelo? —Dijo saltando de emoción.
Sus manitas rápidamente recogieron la vieja figura de acción de All Might agitándola con euforia. Izuku quedó paralizado, por un momento se vino la imagen de aquel amigo de la infancia que jugaba a menudo con él en un parque y le arrebataba con gestos similares el juguete, hasta que un día no se lo devolvió y dejó de verlo. Era bastante irracional como su hijo era una copia idéntica, por más que intentaba olvidarlo algo le surgía rememorarlo.
Nobuyuki notó la mueca desconsolada que se formó en Izuku con un destello extraño en sus ojos como si quisiera llorar.
—¿No puedo...? —Cuestionó preocupado queriendo entregarle la figura. Izuku inmediato negó y empujó el juguete nuevamente con el rubio.
—No, quédatela cariño. Es solo que recordé que era mi juguete favorito cuando tenía tu edad —formuló llevando sus dedos a limpiar el minúsculo rastro de lágrimas. Nobuyuki lo miró con asombro.
—¿Tan vieja es?
—Oh vamos, mami no es tan viejo como imaginas —rio divertido del comentario.
Bueno, al menos de algo serviría ese viejo juguete de plástico que terminó devuelto con el pasar de los años. Izuku tomó asiento en el suelo revisando lo demás de la caja, por su parte el menor se entretuvo revisando la figura y jugando a unos metros.
En las cosas de la caja venía ropa que ni era suya o de Shoto, reconoció la chaqueta de jugador del equipo de futbol, específicamente con el número de capitán, así como camisas, poleras y otras cosas. Eran las pertenencias que usó en su primer nido. Las cosas de su primer alfa.
"¿Por qué me traje todo esto?"
Solo recordaba cuando se iba a mudar que metió todo lo de su cuarto dejándolo vacío. Dentro de la caja venía otra caja más pequeña, al abrirla amplió la mirada asombrado. En silencio levantó y se llevó ese cubo hacia su habitación para revisarlo a solas, tomó asiento en la cama y depositó la caja en sus muslos, la volvió a abrir.
Dentro estaba esa rosa completamente marchita con el lazo naranja en su frágil plástico del tallo, pero además al fondo estaba un anillo que reconoció inmediato. Lo levantó entre dedos dándole vuelta mientras resoplaba gracioso.
—Ya ni siquiera recuerdo tu significado... —bufó con ironía, su mente había bloqueado muchas memorias de su primera relación, fue la forma en que su cuerpo se protegió de ese trauma. Solo tenía la imagen borrosa de unos labios al frente suyo moviéndose mientras el anillo era dejado en su dedo anular en una especie de cena romántica.
Suspiró midiéndose el anillo, aun le quedaba perfectamente, su joya era pequeña a diferencia del anillo con el que Shoto le propuso matrimonio que aun conservaba en mano.
—¿Qué estará haciendo con su vida ahora...?
Consideró la idea de que esa persona estaba aún en peleas ilegales y mala vida, o tal vez llegó a cambiar. Tal vez siguió con sus vicios, o consiguió otro ome-...
Izuku rápidamente negó la cabeza y golpeó sus mejillas con las manos entrando en sí. En seguida recogió la flor marchita dejándola dentro de la caja con esa nota que encontró en su puerta la noche después del juego final, también devolvió el anillo a su lugar, solo dejó la caja al lado de un alhajero en su mueble.
Volvió con Nobuyuki que ni siquiera le tenía relevancia al primer juguete que buscó, ahora estaba fascinado con ese All Might. Izuku recogió el desastre limpiando el lugar y volvió a guardar la caja con ropa en su lugar.
Al día siguiente continuaría con su trabajo y sería el ingreso a la guardería de su cachorro. Llevaba todo listo en su pequeña mochila, una lonchera con unos snacks así como ese juguete viejo que no se quería separar de él. A la figura le faltaban unos pequeños trozos de pintura pero todo lo demás estaba bien.
Lo llevó todo el tiempo de la mano en el transporte, acudió a la entrada de la guardería, pero antes de entrar se inclino de cuclillas frente al pequeño rubio.
—Escucha, ¿recuerdas lo que hablamos anoche? Mami tiene que ir a trabajar —indicó elevando un índice captando la atención del cachorro que asintió la cabeza—, así que te quedarás parte del día en la guardería, será divertido hay mas niños y muchos juguetes.
Nobuyuki volvió asentir con seriedad.
—Necesito que te portes bien, porque si no, pueden sacarte de allí y no podrías volver, será un problema para ambos, ¿de acuerdo?
—Está bien, ya te dije que lo haría.
—Sí, confío en mi precioso hijo —afirmó con una sonrisa dándole un beso en la frente.
Pronto se irguió y continuó avanzando a presentarse con las encargadas, eran personas jóvenes tal vez de su edad, pero llevaban los característicos mandiles colores pasteles y su gafete de identificación. El horario era de 9am a 6pm, rezaba porque todo saliera bien.
Al llegar al edificio cercano del corporativo subió masajeando sus sienes tratando de animarse, Nobuyuki era buen niño, estaba seguro que todo saldría bien a diferencia de la semana pasada que pasó un caótico día con niñeras diferentes.
El día pasó ameno, demasiado tranquilo con la carga laboral, aunque Izuku estuvo recurrentemente golpeando su talón ansioso contra el suelo, revisando su teléfono en caso de cualquier notificación de la guardería y ocasionalmente iba a una de las persianas de su piso para ver hacia el otro lado de la calle donde estaba su hijo. Cuando llegó la hora de salida tomó sus cosas y rápidamente fue al elevador directo a recogerlo.
Varios padres de familia estaban en la entrada recogiendo a sus hijos con sus carnet, era un barullo normal. Izuku avanzó con un pequeño temblor en sus manos mostrando su identificación. La cuidadora lo invitó a pasar a diferencia de los demás, por lo que la siguió hasta el área de los niños de 3-5 años. Nobuyuki estaba en un pequeño futón dormido. A Izuku se le hizo un vuelco en el estomago por verlo tan tranquilo y bien.
—Nobu-chan —susurró enternecido.
—Jugó demasiado, es un niño con bastante energía, pero como todos llegó a su límite y tomó una siesta desde hace media hora —elogió la cuidadora. —Se portó muy bien.
Izuku se inclinó a levantarlo sin despertarlo, lo cargó contra su pecho y le acarició la espaldita con dulzura escuchando sus pequeños ronquidos. La encargada fue por las cosas de Nobuyuki y se las entregó en un brazo.
—Nos vemos mañana.
Despidió Izuku obteniendo una reverencia de los encargados que agitaban sus manos. Caminó hasta la estación de tren con el niño dormido, a pesar del movimiento vespertino de varias personas saliendo de sus empleos continuaba en sueño. Subió al tren tomando asiento con el niño inclinado contra su pecho.
—Que adorable, ¿es tu hijo? —Preguntó una anciana a su lado en el vagón. Izuku afirmó con la cabeza.
—Soy su madre —afirmó con un susurro evitando despertarlo. La anciana sorprendió un poco al conocer que era un omega.
—Vaya, no se parece a ti, ¿entonces del padre?
Izuku ladeó la vista incómodo, no podía afirmar eso ya que Nobuyuki no se parecía en absoluto a Shoto. La anciana sonrió.
—Bueno, es muy lindo y estoy segura que será un chico bastante apuesto como su padre. Felicidades.
Indicó levantándose al anuncio de la siguiente estación para bajarse, por otro lado Izuku se quedó pasmado. Miró por encima a su cachorro con un poco de saliva golpeando su camisa formal.
"Apuesto como su padre..."
Miró las facciones del pequeño rubio con detenimiento tratando de darle una forma en el futuro. Suspiró despacio dándole caricias en circulo en la espaldita.
"Shoto-kun era muy apuesto... Pero no te vas a parecer a él..."
Al llegar a su estación bajó cargando la mochila en el antebrazo y al pequeño hasta subir a su piso. No negaría que estaba cansado, se quitó los zapatos con los talones en la entrada y fue hasta el cuarto del pequeño a depositarlo en cama, en ese movimiento lo despertó.
—¿Mami...? —dijo somnoliento frotando un ojo. Izuku acarició su cabeza acomodándolo en la almohada.
—Hey mi pequeño dormilón, ¿te divertiste en la guardería? —El pequeño rubio asintió la cabeza. —¿Hiciste amiguitos?
El niño volvió asentir, pero al percibir a Izuku alejarse tomó su mano.
—Te extrañé, no te vayas...
—¿Quieres dormir conmigo? —Preguntó ladeando la cabeza mientras le despojaba el calzado.
La respuesta del menor fue extender los brazos para abrazarlo desde el cuello, por lo que Izuku lo volvió a levantar para llevarlo a su habitación. La cama era más grande así estarían más cómodos.
Los días de esa semana fluyeron con mayor tranquilidad. La guardería había sido bastante provechosa y por fortuna Nobuyuki se adaptó excelente a ella. Izuku sentía que las cosas estaban avanzando demasiado bien y eso le alivió, aunque existía una ligera resiliencia por la ausencia de Shoto que con el pasar de los días se volvía más notorio. Para aliviar un poco esa inquietud ocasionalmente tomaba la almohada con la que durmió Shoto para abrazarla y tratar de respirar lo poco que quedaba de sus feromonas en ella. La marca de la mordida no dolía como experiencias anteriores, solo se sentía un vacío.
La primera marca de mordida apenas y era visible; un poco a la izquierda estaba la que llevaba por Todoroki Shoto con mayor vigor, eso hasta que pasara el tiempo y también empezara a desvanecer a ser una pequeña línea ovalada.
Luego de esa segunda semana adaptándose podía decirse que estaba capacitado en el trabajo. Ya conocía a la mayoría de sus compañeros y colaboradores en los pisos aledaños.
El siguiente inicio de semana comenzó un poco diferente, después de dejar a su cachorro en la guardería, lo despidió con el clásico beso a la frente y fue a su área del corporativo. El área estaba algo diferente con un par de globos de helio color azul rey y una tira en la pared que decía "bienvenidos". Izuku alzó una ceja confundido y se acercó Yosetsu, su compañero del cubículo conjunto que apenas los separaba un cristal de vinil de sus escritorios.
—Buenos días, ¿por qué hasta ahora-...?
—¿Acaso lo olvidaste? Habían dicho que el CEO volvía en dos semanas y por eso pospusieron sus palabras de bienvenida a los de nuevo ingreso.
Izuku formuló una pequeña "o" en sus labios, aunque después pasó saliva nervioso. Había olvidado ese punto pero también recordó lo que advirtieron de que era un jefe muy estricto. Solo esperaba que exageraran y pudiera hacer su trabajo correctamente.
Pronto se observó a sí mismo, buscando si estaba presentable, su camisa estaba bien fajada, su saco simétrico y la corbata un poco movida por el abrazo de su hijo pero pronto la ajustó. Yosetsu rio por notar lo nervioso del otro.
—Oh vamos, no puede ser tan malo, si te ven nervioso te irá peor.
—Aunque es Midoriya quien ha ido más lento con los proyectos, se nota que es un novato —Kaibara, otro de los nuevos acercó divertido con un termo. Hubo un par de ocasiones que por esos retrasos había inconvenientes y desesperaban al resto del equipo.
—No le hagas caso a ese patán, aunque si despiden a alguien primero probablemente sea a ti —comentó Rin dando un par de palmadas juguetonas a la espalda de Izuku—, solo bromeo, ¿eh?
Los chistes eran algo pesados y solo daban mala impresión a Izuku a sobre pensar malos escenarios, porque sí, era nuevo en esto, no tenía experiencia y a veces eran poco tolerables con él. No quería imaginar que su jefe actuara así, aunque sería lo más probable.
—Ahora estoy más nervioso... —exclamó llevando las manos a sus mejillas angustiado.
—Solo haz tu trabajo, ánimo —burlaron con risas de verlo encogerse de hombros.
Al escuchar los tacones de la sensual secretaria lo tomaron como señal, así como el anuncio de que le prestaran atención. Los rostros se tornaron serios y se formaron en una línea, Izuku era el que estaba en un extremo, intentando oír lo que Setsuna anunciaba.
"Solo haz tu trabajo, da buena impresión, haz lo correcto"
Se decía a sí mismo cerrando un poco los ojos para tomar valor, pronto los abrió escuchando la indicación de que pasara el CEO. Sus compañeros también querían dar buena impresión con respetables sonrisas, a Izuku se le entumió la cara intentando hacer lo mismo pero no podía quitarle los nervios de encima.
El entrecejo de Izuku arrugó un poco, así como su olfato captó algo. Un fuerte aroma dominó el entorno con el sonido de unos pasos acercarse, un olor que su cuerpo empezó a recordar en milisegundos, el aroma de cítrica naranja con un picor... Después de todo se aferró a sus últimos vestigios a como diera lugar.
"Recibamos a nuestro apreciable CEO, el joven Katsuki Bakugo"
Al visualizar al frente se encontró con alguien que no contemplaba más en esta vida. De sus labios salió un jadeo mudo y sus iris temblaron pasmado.
"Es mentira. No es posible..."
La silueta de algunos recuerdos empezaron a tomar mas forma asemejando a ese cabello puntiagudo y rubio, estaba más alto de lo que su memoria daba y esos ojos... Tan rojos y brillantes que cuando conectaron con los suyos rápido bajó la vista al suelo intimidado.
Intentó contener la respiración lo más que podía, su cuerpo estaba teniendo alguna especie de conexión en formar ese rompecabezas mental que sus instintos quisieron enterrar en el olvido. Las expresiones en Izuku eran notorias a sus nervios, su compañero al lado asumió que era por su primera impresión al jefe, pero estaban erróneos.
Trató de mantenerse rígido y quieto en su lugar a como dé lugar, escuchó a Setsuna presentando a cada uno en la hilera, sin embargo, al llegar su turno la voz grave y seria del rubio fue más elevada nombrando su nombre completo. Su corazón golpeó ansioso con ese llamado.
Los pasos acercaron al frente, por lo que no tuvo más opción que alzar la vista para afrontarlo. Izuku se había quedado incluso más abajo en altura, la diferencia era notoria a pesar de que también creció unos centímetros.
La afirmación de Katsuki que ya se conocían esperando que también respondiera le llevó apretar sus labios y remojarlos intentando responder.
—Sí, ya nos habíamos visto... —respondió a un volumen para nada soez.
Estuvo segundos tratando de mantener contacto con sus ojos, pero era difícil leer su expresión. Ya ni siquiera existía una marca para corroborarlo, no estaba seguro de que pasaba por la cabeza del alfa y tampoco por la suya. Era una sensación extraña que no sabía asumirlo. Estaba asustado de ello.
No sabía que decir, había pasado tiempo y entre ese lapso muchas cosas. Muchos cambios, muchas pérdidas...
Para su buena suerte en ese silencio incómodo Katsuki tomó iniciativa, notó como extendió la mano dándole la bienvenida al equipo. Un tic discreto emergió de un párpado, su sonrisa tambaleó hasta formarse y estiró su mano para corresponder.
—Gracias, te agradezco la oportunidad. Daré lo mejor de mí... Bakugo-san.
¿Qué rayos había sido eso? Mencionarlo hasta le dio una sensación agría en la lengua, jamás en la vida había sido tan formal con ese alfa, pero 'Kacchan' ya no era el nombre apropiado entre ellos.
Estrechó su mano, la suya era más pequeña y fue prontamente invadida por el calor del mayor. Algo se removió consigo, su cuerpo palideció en el liviano roce de sus dedos al separarse. La última vez que lo había visto fue al anunciar su renuncia al equipo de futbol en la preparatoria, no era el mismo semblante roto que vio en el campus, ahí lucía firme y profesional.
Se llevó las manos a su espalda al verlo retroceder para encarar a los demás y dar nuevamente unas palabras de aliento a los colaboradores. Permaneció en su lugar escuchando todas las indicaciones, horarios y reglas que ya sabía con anterioridad los últimos días, pero era obligación del CEO decírselas por boca propia.
Alzó la vista por breves periodos viéndolo caminar por el área explicando las cosas, al sentir que llegaría a mirarlo desviaba la vista a otro lugar procurando ser indiferente. Una vez que Katsuki se dio media vuelta para volver a su oficina privada todos por fin relajaron, entre ellos Izuku que tambaleó hasta sostenerse con una mano al escritorio. Empezó a respirar un poco más rápido y su pecho latía con más fuerza.
Sin anunciar nada caminó hasta los baños recargando ambas manos en el lavabo, las apretó en puños y poco a poco agachó el rostro hasta chocar su frente a la barra.
"Debe ser una broma, ¿qué diablos hago aquí? De todas las personas él tenía que ser mi jefe, tendría que verlo todos los días... ¡¿Shoto-kun sabía de esto?! No, él no sería cruel como para hacerme esto. Solo es una coincidencia, una terrible coincidencia..."
Se sentía con la presión baja, algo mareado por toda esa experiencia de reencuentro. Cerró con fuerza los ojos recordando que no era su primer reencuentro luego de años, la última vez fue estampado contra los casilleros siendo levantado con violencia de las ropas y un "ha pasado tiempo, Deku de mierda". Ahora todo fue más suave.
"Si es mi jefe aquí tiene más poder, dijeron que podía volverse un tirano... ¿Seguirá guardándome rencor?"
Los labios le temblaron en una mueca, recuerdos temerosos de una amarga apuesta en la que fue utilizado y vendido surgieron, varios abusos crueles tanto físicos como verbales, ahora eran cicatrices en sus traumas.
"Es el CEO de un importante corporativo, no podría hacer algo así de nuevo, ¿o sí? De cualquier forma no puedo bajar la guardia, Kacchan... Quiero decir, Bakugo-san es impredecible"
Un importante detalle se le había escapado en esos pensamientos con autosabotaje, su cachorro. Tenía un pequeño que era la viva imagen de su jefe, ¿cómo iba a explicar eso? Además, ¿qué reacción tendría el alfa? Pero mucho más relevante, si Nobuyuki lo viera, ¿qué podría decirle?
Abrió los ojos de golpe y miró su reflejo al espejo, tenía un gesto muy inseguro de que hacer.
—Debería renunciar e irme de aquí.
Sus manos relajaron del fuerte agarre del lavabo y se mordió el labio inferior.
—Aunque tengo muchas prestaciones y Nobu-chan tiene una buena guardería por fin...
Se llevó las manos a la cabeza agitando su cabello con estrés sin tomar una decisión aún.
—Difícilmente encontraré otro trabajo con buen sueldo y que me cuiden a mi cachorro. Además... Fue el último apoyo que Shoto-kun me dio, no puedo solo desecharlo...
Suspiró pesadamente, lavó sus manos y ajustó su cabello para no salir tan despeinado. Volvió a su área de trabajo, miró de reojo a la gran puerta doble que estaba al fondo del pasillo y arrugó el entrecejo dudoso.
—Hey, hey mentirosillo caímos complemente con tu jugarreta.
Dijo uno de sus compañeros rodeando los hombros de Izuku con su brazo acercándolo a él. Era Hiryu, un beta.
—¿Por qué no nos dijiste que conocías al CEO? ¿Son amigos?
—No precisamente, estuvo un tiempo en la misma academia que yo en Shizuoka, es todo...
Respondió con timidez, ¿cómo iba a decirles que el galante CEO era su exnovio?
—Bueno, al menos hay una oportunidad de crecimiento si formas buena conexión, entiendes, ¿verdad? —dijo Jurota guiñando un ojo. Sabía que Izuku era un omega.
—No seas ingenuo, Midoriya ya está marcado, además el CEO debe estar también comprometido, dudo que un alfa como él está soltero a esa edad.
—Yo oí el rumor en el comedor que la sexy Setsuna y el CEO quizás tienen una relación, son muy cercanos y es la única que suele entrar a su oficina por horas —susurró Kaibara dándose imaginación, después de todo Setsuna era una secretaría bastante atractiva, con largas piernas que mostraba en minifaldas entalladas y generosos escotes que relucían las proporciones perfectas en una omega mujer.
Ante ese comentario Izuku miró hacia la dirección donde estaba la chica en su sección cerca de la puerta del CEO. Ella fue una de las primeras personas que conoció, así como darle seguimiento a su contratación, había sido hasta amable en su entrevista y revisando los documentos. Por alguna razón, no le extrañó que Katsuki buscara a alguien así, siempre estuvo cerca de mujeres de anchas caderas y voluptuosos pechos antes de iniciar con esa apuesta.
Izuku rascó su cabello y rio bajito. Eso solo corroboraba que nunca estuvo atraído hacia él, como la mayoría de los alfas preferiría a las mujeres omegas. No era novedad, pero aun así una sensación abrumadora y decepcionante lo invadió.
"Sí, será mejor que me vaya de aquí..."
Parte de ese día aprovechó para acercarse al área de recursos humanos. Pidió una transferencia a otro puesto, el que sea que estuviera a su alcance. La persona que estaba ahí lo miró atónita.
—Pero... ¿por qué tan de repente dices eso? —dijo una chica de largo cabello verde y ojos oscuros, su nombre era Ibara Shiozaki.
—Puede ser a donde sea, uno con menor responsabilidad o bajarme el sueldo. Quisiera estar en otro piso...
La chica alzó una ceja esperando respuesta a su pregunta.
—N-no siento que de la talla para el área de marketing... —dijo intentando sonar creíble.
Nuevamente revisó su expediente la RH, Izuku había salido con honores de su preparación, le parecía ilógico.
—Veré que otros puestos están disponibles, aunque necesito revisar esto con otros permisos, ¿de acuerdo?
Izuku asintió esperanzado y agradeció con formalidad saliendo de la oficina. Si estaba allí continuaría con esas prestaciones y su hijo estaría cuidado, solo debía mantenerse al margen.
La chica con duda miró las vacantes en áreas retiradas, lo más parecido a marketing era el área de publicidad, pero eso estaba en otro edificio. Necesitaba la confirmación del alto mando para hacerlo así que los contacto esperando respuesta para mañana.
Izuku volvió a su área de trabajo solo para irse al comedor, era hora del almuerzo. Tomó asiento con su charola de comida, los alimentos tenían buena calidad y todo lucía apetitoso. En esta ocasión el menú era tonkotsu con sopa de miso, arroz y ensalada.
Usualmente comía solo, era raro cuando conectaba conversación con alguien que se acercara pero inesperadamente sus compañeros de marketing invadieron la mesa con agradables sonrisas.
—Oye Midoriya, ¿qué te parece si transfieres el resto del proyecto y lo culmino para esta tarde? Podrías ir a recoger unos paquetes y sacar unas copias que necesitamos.
Las ultimas dos semanas cada quien trabajaba por su cuenta para querer relucir sus proezas en el ámbito de su trabajo, cualquiera aprovecharía una oportunidad de crecimiento y querían dar buena impresión, sin embargo, al enterarse que Izuku era algo más "cercano" a esa oportunidad no pasarían desapercibido aquello. Podrían tomarlo como un escalón o incluso sabotearlo, todo dependía de la situación.
—Uh... claro... —dijo extrañado.
Izuku era desconfiado por situaciones de su pasado, pero continuaba siendo ingenuo. Ya se daba la idea del motivo, pero él se sentía tranquilo con la esperanza de que lo cambiaran de puesto.
Era raro ver alguien con un puesto grande por ahí, pero varios sorprendieron al ver que Katsuki Bakugo, el CEO, llegaba al comedor cuando solía almorzar a solas o fuera del edificio.
Tomó asiento acompañado de Setsuna justo en la mesa al frente donde estaba el equipo de marketing, tanto Izuku como él podían alcanzar a verse de frente.
Intentó no prestarle atención y continuó comiendo, aunque curioso a veces miraba por encima del hombro de Awase notando a Katsuki mover sus labios hablando de algo con Setsuna. Tal vez por cosas del trabajo o cosas más relajadas, no estaba seguro, pero ahora tenía ese rumor de que estaban saliendo.
"No debería impórtarme con quien salga, tengo otras prioridades ahora."
Pensó con determinación llegando la adorable imagen de Nobuyuki. Ya no era el indefenso omega dependiente a un alfa que le daba mínima atención, su mente estaba fría en seguir su vida sin él.
El equipo de marketing a veces era ocurrente con sus comentarios y uno que otro chiste, tenían buen sentido del humor, sobre todo Hiryu y Kaibara. Izuku no pudo evitar reir unas cuantas veces con ellos.
Al terminar primero de comer levantó su charola y fue dejarla en la sección de trastes sucios, agradeció a los cocineros pretendiendo ir a continuar con sus pendientes. Estuvo muy ausente de su cubículo por las vueltas que tuvo que hacer como bajar a recoger unos paquetes, otros encargos como ir al área de copiado, pero además es que no quería estar mucho ahí sabiendo que una puerta era lo que dividía a Katsuki con él.
Cuando se dieron las seis en punto de la tarde varios se estiraron en su silla cansados de tanto estar tecleando en la computadora.
—Sé que apenas es lunes, ¿pero no quieren ir a tomar un trago? ¿Qué dices Midoriya?
—Lo siento, no puedo. Será en otro momento, hasta mañana a todos —despidió con prisa levantando sus cosas y saliendo de apresurado antes de ver a Katsuki salir de su oficina.
Bajó evadiendo a las personas del elevador al llegar a la planta baja y fue hacia el otro lado de la calle a la guardería. Estaba impaciente en la fila por recoger a su cachorro, que salió brincando con alegría a recibirlo en un abrazo eufórico.
Al estar en casa estuvo más relajado, comenzó a hacer cena para ellos dos, Nobuyuki estaba sentado en el sofá mirando dibujos animados mientras Izuku picaba verdura pensativo.
—Nobu-chan... ¿Te gusta la guardería? —Preguntó por un breve momento de pausa en su tarea. El pequeño giró hacia él.
—Es divertida, me gusta.
—¿Quieres quedarte ahí? —Tanteó más la cuestión, pensando en la idea de que tal vez tendría que dejar su trabajo si las cosas no salían como planteaba.
—Sip, ¿Y tú, mami? ¿Te gusta tu nuevo trabajo? —Devolvió la pregunta con una mirada curiosa ladeando la cabeza. Izuku se quedó en blanco.
—Eso creo, tu papá me consiguió este puesto así que es perfecto para mí —dijo con una plácida sonrisa.
—¿Tienes amigos también?
—Algo así, son mis compañeros de trabajo... Hoy me invitaron a salir con ellos pero no quise.
—¡¿Eh?! ¿Por qué no? —Dijo indignado apretando los puños.
—Porque tengo a mi lindo Nobu-chan, no puedo dejarte solo —dijo con un juguetón tono que hizo sonreír al niño.
Ambos cenaron juntos y se quedaron un rato viendo la televisión, cuando era la hora de dormir le puso la pijama y lo mandó a lavar los dientes, apenas estaba aprendiendo a hacerlo por su cuenta el pequeño. Cuando salió del baño buscó a su madre en la habitación, pero se lo encontró contemplando la vista desde el balcón hacia las luces nocturnas del horizonte.
Izuku tenía un gesto melancólico y pensativo con las manos en el barandal.
—Mami, ¿no vas a llevarme a la cama?
Eso lo hizo entrar en sí y miró hacia atrás, pronto levantó al pequeño en brazos, pero antes de llevarlo a su cuarto lo acercó a ver la vista del suburbio desde el noveno piso.
—Muchas luces, ¿verdad? —Preguntó con jugueteo, Nobu asintió atento.
—Te gusta ver mucho la calle desde aquí, estás en lo alto del edificio de tu trabajo, ¿no? ¿Allá también la miras?
—¿Eh? No, pero me gusta el balcón, me relaja el fresco viento que golpea la cara.
Era un acto reflejo que su cuerpo solía hacer con frecuencia en las noches. Como si estuviera en el balcón de su cuarto en su vieja casa en Shizuoka, aunque tenía un panorama diferente, pero ahora, estaba seguro que en alguna parte de esa gran ciudad también estaba la persona del otro balcón.
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