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𝟎𝟔. ── Frémir, capítulo seis.


WARNING.    MENCIÓN DE TEMAS SENSIBLES.
Capítulo extremadamente largo, ¿les gustan los capítulos así o mejor aprendo a dividirlos en dos?

Nota: Quédense a leer un free therapy de Carm y Jo siendo bonitos al final del capítulo.

─ ✩ 𓎩 ✩ ─
/ ... POUR VOSTRE DÉGUSTATION ... /
RIVER NORTH, CHICAGO, 2022.
Frémir*, Capítulo Seis𓈒

¿Cómo uno se liberaba de la maldición de ser siempre jodido por la vida?

Era miércoles por la mañana. Exactamente las 6:15 AM cuándo Sydney cruzó la puerta con su delantal azul y su Gyuto*. La mañana de Carmy inició con la típica conversión de 'buenos días' por parte de la mayoría de sus empleados y también ideas por parte de Sydney para mejorar el lugar. Carmy solamente accedía a todo lo que Sydney decía a veces — Solamente para no discutir demasiado con ella, sin embargo no podía negar que tenía una mente brillante y sus ideas habían estado mejorando el lugar desde que había llegado.

La fiesta de Cícero había sido el domingo, y desde hace dos días Jolene no pisaba The Beef después de hablarlo con Carmy. Carmy le había preguntando sí su tiempo dentro del restaurante no hacía que ella descuidase su propio negocio y ella al inicio lo negó pero cuándo Carmy se dio cuenta que mensaje tras mensaje llegaba a su teléfono sabía que había algo mal, pues conocía tan bien a Marcel al igual que a su hermano.

Y sí tenías un Jerimovich en tú negocio, algo siempre salía mal.

Así que le pidió que se tomará el tiempo, y extrañamente ella accedió sin hacerle pelea, y ahora sentía una extraña sensación de sentir la falta de alguien pues fuera del estrés del trabajo ya no estaba Jo interrumpiéndolo o sentándose en su silla malgastada dentro de su miniatura oficina.

La extrañaba de una retorcida forma porqué extrañaba escuchar sus peleas tontas por un cuchillo sin afilar o una zona de la cocina sin limpiar.

Pero cuándo Carmy sentía que su vida iba relativamente "bien", algo siempre lo arruinaba todo.

Sabía que algo en el día se iba a ir a la mierda en cuánto un sonido extraño dentro del baño lo hizo moverse dentro hasta qué explotó justo frente a él. Y la mayoría del comedor terminó inundándose haciéndolo retrasar el servicio unas horas, aún que Sydney le pidió que debían cancelarlo, ahora debía arreglar un inodoro roto, tubos de gas abiertos, y miles de mierdas más en dólares que no tenía. Pero así era su vida, y últimamente no era más que pensar en dólares y sumar más dólares a esa cabeza que tenía.

Carmy soltó un suspiró cuándo vio entrar a su primo junto a la panadera. Cerró los ojos y los apretó esperando el regaño de alguno de ambos.

— Hola, ¿qué pasa? Malditas réplicas. —con unos lentes oscuros y su clásica chaqueta negra desgastada, Richie entró en compañía de una Jo que cargaba con el mismo café de Grummies recién hecho, en cambio Jo llegaba algunos más para repartir sin embargo se quedó sin habla apenas vio todo el desastre.

— ¿Es un chiste? ¿Te parece gracioso? Dime, ¿lo es? —escupió Sydney con enojo.

— Oye, tranquila, preciosa —levantó la mano que tenía libre y le sonrió desvergonzado—. No te preocupes Carmy, he traído a tu siempre salvadora, Jolene.

— Cállate, no seas pendejo. —Jo lo golpeó con el pie derecho directo en uno de sus tobillos haciendo que Richie se quejará y Sydney rodará los ojos mientras tomaba una escoba.

— Eh, Tina, Sydney, Ebra, conmigo, en la cocina. Revisemos el menú, ¿Jo? —la mujer lo miró atenta apenas Carmy habló y sus cejas se levantaron cuándo escuchó su nombre, aún con las manos ocupadas pudo saludarlo—. También te necesito, con Marcus, ayúdalo con los postres.

— ¡Oh sí, buenos días! —respondió Jo forzando una sonrisa antes de caminar directamente a la salida, seguida por Carmy que se acercó a su lado para quitarle el peso de algunos cafés—. Gracias.

Carmy no le respondió, pues dio indicaciones para limpiar el desastre y solamente le regaló una sonrisa pequeña mientras le repartía los cafés a alguno de los chefs que lo habían seguido. Jo aprovechó para quitarse su abrigo y llevarlo a uno de los lockers que tenían en la reducida cocina, se cambió las botas color marrón y tomó sus tenis desgastados color azul para luego atarse el cabello el cabello en una coleta.

Carmy se aproximó a Jo cuando la mayoría de la gente estaba ocupada en la cocina. La encontró junto a los casilleros, ajustándose el cabello, y observó durante unos instantes cómo se colocaba el delantal.

— Hola. —Jo pronunció con una pequeña sonrisa.

— Hola. —Carmy respondió de igual manera y miró a su alrededor por si alguien estuviera curioseando su conversación—. ¿Somos amigos de nuevo?

— ¿Éramos amigos? —Jo levantó las cejas, su sonrisa aún en el rostro, estaba bromeando, pero Carmy pareció no notarlo.

— Quiero que seamos amigos —aseguró mientras jugueteaba con un pedazo de tela en sus manos, el mismo que solía usar para limpiarse las manos llenas de tatuajes—. ¿Sí, Chef?

— Lo pensaré —respondió con sarcasmo, y cuando cerró el casillero, el chirrido del metal desgastado le hizo fruncir el ceño por la incomodidad—. ¿Puedo preguntarte algo?

— Siempre. ¿Qué pasa? —Jo se cruzó de brazos, y de nuevo, notó que los tatuajes se extendían más allá de la camisa blanca. Por un segundo, pensó en preguntar: "¿Hasta dónde llegan tus tatuajes?" pero pareció inapropiado. Lo dejaría para otro día, quizás el viernes, pensó.

— Emmm... —Jo se tomó su tiempo para pensar exactamente qué quería preguntar, y la mirada de Carmy, esos dos orbes azules fijos en ella, no hacían que fuera más fácil—. ¿Por qué "Chef"? Lo digo, lo entiendo de mi parte y de Sydney, pero...

— Por respeto —respondió Carmy, sin titubear. Jo asintió convencida, pero Carmy se detuvo durante unos segundos antes de continuar—. Trabajé en un restaurante en Nueva York, y solía haber mucha desigualdad en la cocina. No quiero esa mierda aquí, ¿entiendes? Todos nos esforzamos, así que todos tenemos derecho a ese título.

— Eso es genial, lo entiendo. —Jo apretó el brazo de Carmy mientras pasaba junto a él. Fue un gesto casual, casi cariñoso en complemento a su respuesta para terminar la conversación y dirigirse a su trabajo, pero Carmy se sorprendió por el contacto. Jo no lo notó.

El ligero roce despertó la atención de Carmy, quien comenzó a notar detalles en Jolene que anteriormente habían pasado desapercibidos. Su fragancia, en lugar del suave aroma a fresas y pan de siempre, tenía un matiz de coco, y esa mañana, sus labios no estaban adornados con el característico labial rojo, sino que brillaban con un suave tono rosado.

Jo era una mujer hermosa, una realidad que Carmy había reconocido desde el primer momento en que la vio. Apenas se había tomado el tiempo para analizar el rostro dulce y esbelto de la joven, y cómo sus ojos se entrecerraban con cada sonrisa. Jo tenía la rara virtud de poseer una sonrisa que podía iluminar cualquier rincón, unos ojos grandes adornados con pestañas rizadas, y un pequeño lunar de un color rojizo en uno de sus ojos. Su nariz esa mañana estaba rosada por el frío que abrazaba Chicago.

Era una belleza natural, tan desinteresada y simple como una sonrisa que parecía tener el poder de encender el mundo.

El magnetismo de Jolene era innato, y Carmy lo apreciaba por cómo lograba cambiar el ánimo de todos con facilidad. Incluso en medio de una mañana estresante, Jo encontraba su camino entre todos, interesándose por sus fines de semana, sus familias y recordándoles que podían visitar su panadería y recibir algunas piezas de Grummies.

Con sencillez, sus risas y su presencia irradiaban un inconfundible encanto natural qué casualmente lo ayudaba a sobrellevar todo un poco.

Agradecía no estar completamente solo y ver las cualidades de Jo que tanto insistía Richie que viera. Ahora solamente era cuestión que ella pudiera ver las de él.


Conoció a Mikey Berzatto durante casi tres años. Tres años en los que siempre pensó que su vida era trasparente y jamás podría haberle ocultado un sólo secreto.

Lo pensó. Por qué la realidad era que Mikey solía no contarle nada y un ejemplo de ello era que nunca se enteró de lo pésima madre que era Donna Berzatto hasta que la conoció.

Una fiesta de Año Nuevo sucedió en la casa de los Berzatto. Jo había estado allí antes pero jamás había visto o interactuando con Donna en sus seis meses de conocer a Mike, y Jo pensaba que era común no conocer a los padres de tú jefe, pero Michael ni siquiera le había mencionado a Jo que su padre había fallecido hace años y que su madre era una alcohólica neurótica.

La primera vez que la vió, Donna la abrazó de la manera más alegre. Esa noche en su pequeña reunión de festejo de fin de año, Mike decidió preparar un platillo de su madre, y Donna estaba tomándose toda una botella de Vodka para evitar meter sus manos al ver a su hijo mayor cocinar, pero apenas la panadera entró a su cocina para saludar, Donna decidió tirar toda su ansiedad y angustia sobre Jo. Donna no era incómoda pero si era demasiado extraña, e incluso preocupante porqué solía balbucear cosas, y también olvidar quienes estaba frente a ella, gritaba de la nada y era incómodo soportarla para que no se ofendiera un poco y terminará haciéndose daño.

En algún momento de la noche, Jo quería salir corriendo y Donna la esposó a sí misma cuándo se recargó en ella para no caer al suelo de lo ebria que estaba; su aliento le causó un poco de tos a la pelinegra y su maquillaje corrido lucía tan asqueroso que Jo notó que se había mezclado con lágrimas que había derramado e incluso mocos de su nariz. Ni siquiera entendió porqué Donna comenzó a gritarle a Mikey, porqué el hombre solamente estaba en la cocina cocinando un pollo que olía delicioso, y lucía tan pacífico que ni siquiera notó cuándo su madre lo golpeó por la espalda y comenzó a llamarlo "inútil", y en un arranqué raro, intentó quitar de enfrente de la estufa a su hijo mayor para cocinar ella misma.

Fue desagradable ver cómo el pollo pasaba de oler delicioso a oler a gas y comida quemada en cuánto Mikey comenzó a pelear con su madre, ver a su mejor amigo gritarle en su cara, pues su madre se aferraba al hombro de Jo sin querer soltarla aún cuando Mikey forcejeaba con su madre para que quitará sus manos de su amiga.

Esa noche Jo salió de casa de los Berzatto con moretones en el hombro, brazo derecho, el estómago vacío y un inicio de año asqueroso.

Esa noche también fue la primera y única vez que Jo vio a Michael llorar de rabia mientras intentaba disculparse por haberla llevado a su hogar. Y, finalmente, fue la primera y única vez que Jo vio a Donna Berzatto.

El aroma en la cocina desató una oleada de náuseas en el estómago de Jo, dejándola mareada. Se aferró a una mesa y agradeció que Marcus estuviera detrás de ella, varios centímetros más alto, listo para sostenerla si se desmoronaba. El olor le trajo a la memoria los gritos de la madre de Carmy, acompañados del penetrante aroma a vodka, cigarrillos y vómito.

En ese momento, Carmy compartía una receta con los demás y disfrutaba de la atención silenciosa mientras se esmeraba en su tarea. Era una receta que conocía de memoria desde que tenía memoria, y siempre sentía que era su obra maestra culinaria, el plato perfecto para deleitar a alguien. Y recordaba con cariño que siempre había estado relacionado con los tiempos felices en casa de los Berzatto. Una Picatta de Pollo* al estilo de Donna Berzatto en la cocina de The Beef.

— ¿Ven cómo se empiezan a caramelizar las chalotas y el ajo? —le daba vueltas al suave jugo de la mantequilla y cebollas, el olor se volvió aún más distintivo cuándo Marcus dio un paso más al frente para ver y Jo tuvo que moverse junto a él—. Bien, pues vamos a añadir unas alcaparras y a cocinarlas.

— Muchos ingredientes, Carmen. —Ebrahim insistió.

— Lo sé, lo sé. Pero, oigan, necesitamos un menú de cenas, podríamos ser más y tener más ayuda —Carmy asintió mientras le daba una mirada a Ebrahim que se cruzó de brazos e hizo una mueca sin importancia—. Vale, añadimos un poco de vino blanco. Dejamos que se reduzca. Y luego, el caldo caliente, desglaseamos el fondo de la sartén. Luce bien, bajamos el fuego y seguimos con dos cucharadas más de mantequilla. Y si se ve más brillante es porqué la salsa empezó a cuajar.

Jo sentía que estaba al borde de un episodio de vómito frente a todos, y mientras luchaba por mantener la compostura, se entretenía imaginando cómo explicar por qué sentía repulsión por lo que Carmy cocinaba. También reflexionaba sobre cómo podría contarle al chef que su madre era, con sinceridad, una de las personas más desagradables del planeta, y que lamentaba profundamente que el rubio fuese descendiente de alguien tan detestable.

Para disimular su malestar, Jo se desplazó sigilosamente hacía un costado, intentando pasar desapercibida entre Marcus y Ebrahim, con la esperanza de que nadie notara su evidente desapego mientras observaba a Carmy cocinar.

— Un poco de pimienta, sal, medio limón, y perejil —añadió Carmy con una sonrisa mientras le daba una mirada a todos los que observaban atentos—. Y ahora la voy a servir con cuidado. Tomen su tiempo, que quedé bonito.

Quizás el trauma no le concedía el tiempo necesario para que su mente procesara que solo se trataba de un recuerdo del pasado, que no iba a causarle más daño que eso. Sin embargo, cuando el aroma cambió, y no hubo rastro de quemaduras ni gritos, Jo finalmente sintió que su angustia y mareo desaparecían. En ese momento, se alzó de puntillas entre los dos hombres que le aventajaban en casi dos cabezas. La diferencia entre el chef y su hermano, era que Carmy parecía hacer todo con una tranquilidad diferente a la de Michael. Mientras Mike bromeaba y te contaba miles de historias para mantenerte entretenido en su cocina, Carmy no necesitaba de ello pues todos parecían estar perdidos en la delicadeza de sus manos moverse sobre la estufa y ahora, la curiosidad de Jo se había despertado cuándo pareció recordar que a su frente no estaba el hombre alto de cabello negro que se reía a carcajadas con Richie y parecía que Carmy lo percibió, ya que le lanzó una mirada fugaz y una sonrisa torcida.

— T. ¿Quieres probar? —le preguntó a Tina que levantó las cejas incrédula.

— Me ofendes, Jeff.

Sabía que la inexplicable clase de cocina de Carmy había sido por Sydney, pues había escuchado de parte de Tina que el chef y la chica habían estado discutiendo sobre algunos otros cambios para el lugar, y aún que Jo deseaba preguntarle directamente, tenían aún un inodoro inundando todo el comedor y dos horas para preparar el servicio antes de abrir, así que agradeció infinitamente ver a Fak entrar y presumir su caja de herramientas, y también que Richie fuese tan terco como para obligar a Fak (y a todos) de qué volvieran a su trabajo.

Sus dos días fuera del lugar parecían haber calmado un poco su preocupación y sus ideas estúpidas sobre sabotear al lugar. Tras haber examinado las estadísticas y las propuestas de Sydney, Jo podía comprender por qué Sydney estaba tan decidida a permanecer al lado de Carmen y por qué no parecía del todo absurdo pensar que la sandwichería podía funcionar de manera más eficiente. Sin embargo, Jo tenía asuntos de mayor preocupación en mente en ese momento, ya que había descuidado tanto su propio negocio que Marcel estaba furioso con ella. Estos días habían sido una especie de ultimátum para que pusiera en orden su vida.

"Debes decidir quién es tu prioridad aquí", fue exactamente lo que Marcel le dijo cuando ella llegó a la panadería esa mañana. Richie se quedó en el coche mientras charlaba por teléfono con su hija sobre el último álbum de Taylor Swift, y Jo aprovechó para robarse un poco de café recién hecho, ya que el café en The Beef dejaba mucho que desear. Encontró a Marcel supervisando la llegada de un camión de suministros, y al principio pareció contento de verla, hasta que notó que nuevamente iba a faltar al trabajo. Jo no podía enojarse con Marcel; después de todo, era su socio. Sin él, su panadería habría quebrado hace tiempo debido a su ausencia en los últimos meses.

En las últimas semanas, el negocio había experimentado un crecimiento considerable. Sorprendentemente, Jo vio a personas esperando frente a la panadería a una hora de abrir sus puertas, y sus cheques mensuales habían aumentado de forma significativa, a pesar de que ella no trabajaba a tiempo completo. Suponía que Marcel era lo suficientemente amable como para no dejarla sin nada, aunque sabía que el 50/50 de los ingresos que compartían se destinaba principalmente a él, y no a Jolene. En The Beef ni siquiera le pagaban, y aunque a veces Jo robaba suministros de su propia panadería para darle a él y a los chicos de la sandwichería, Marcel no era un ingenuo. Esa mañana, su frustración era mayor que los últimos días. Antes de que Jo se retirará, le planteó un ultimátum y le entregó algunos currículums para que buscara a un reemplazo en su negocio. La elección era clara: priorizar su panadería o encontrar a un repostero dispuesto a hacer lo que Jo había dejado de hacer. Jo iba a dejar de trabajar en su propio negocio y recibiría menos del dinero que ganaba, pero tenía que ceder su sueldo a alguien qué si pudiese encargarse del lugar y ella llevarse su parte solamente como inversora o solamente renunciar y dejarle el lugar a Marcel.

Pero había trabajado tanto en Grummies que dejarlo en manos de otros le parecía blasfemo, y era una traición a sí misma y para el trabajo enfermizo que hizo Michael Berzatto para ayudarla a abrir el lugar, pero tampoco podía alejarse de The Beef. En ambos lugares estaban cosas que le importaban y deseaba tanto poder repartirse a sí misma y demostrar que estaba exhausta e estaba intentando hacer lo mejor para ambos lugares.

Jo continuó su trabajo esa mañana sin mucho ruido. Ella solía trabajar en silencio, y agradecía que Marcus fuese igual de callado que ella porqué se llevaban bien así, mientras Marcus hacía su parte, Jo se encargaba de otras cosas en el lugar entre ellas ordenar la oficina desastrosa de su mejor amigo y así ayudarle un poco a Carmy en cuestión del papeleo porqué el chef no podía poner su cabeza en ningún lado, mucho menos en papeles revueltos y un montón de basura acumulada.

Tenían alrededor de dos horas y media para tener todo listo antes de abrir el lugar. Jo estaba en busca de algunas cosas en el almacén cuando reconoció al amigo de Marcus sosteniendo un gran libro de recetas. Aún que no lo conocía muy bien, sabía que él y Marcus estaban profundamente involucrados en la búsqueda de la dona perfecta. Jo dejó algunas bolsas de harina y tazones limpios en el área de trabajo de Marcus, evitando interrumpir su interacción. Saludó brevemente y se retiró, deseando escapar de una conversación incómoda. Tenía asuntos pendientes que requerían su atención en la oficina de Carmy y ella antes de sumergirse en la elaboración de pasteles de chocolate durante todo el día.

— Chef, oye —la voz de Carmy detuvo a Jo en seco mientras se dirigía a la oficina. Jo se volvió para mirarlo, sus manos descansaban sobre una tabla de cortar, junto a unas verduras picadas—. ¿Podrías ayudar a Marcus, por favor?

— Por supuesto, iré a revisar algunos documentos que dejé el domingo. Necesito firmarlos... —se detuvo por un momento, dejando escapar un suspiro—. En realidad, creo que tu firma será suficiente. ¿Podrías encargarte de ello cuando tenga un momento libre, Chef?

La última frase resultó intrigante para el chef, incluso para ella. Parecía una manera de insinuar que habían dejado atrás sus disputas sobre el control del lugar, aún que en realidad, Jo era la única que parecía involucrarse en esa lucha, hasta que Carmy decidía volver a explotar.

Carmy asintió y dejó el cuchillo sobre la tabla de cortar. Sydney frunció el ceño al ver a Carmy alejarse de su lado y dirigirse hacia la pelinegra, quien levantó las cejas en señal de sorpresa.

— Quiero preguntarte algo acerca de lo que sucedió el domingo... —Jo sintió un escalofrío cuando Carmy se le acercó suficientemente cerca para susurrarle y que la conversación sólo fuese entre ellos dos—. De hecho, de lo del viernes.

Mientras Carmy había repasado todas las recetas que sabía hacer para prepararle a la chica a su frente, Jo había olvidado por completo el hecho de que debía prestarle su cocina al chef y qué también había un pedazo de pastel en su refrigerador esperando a ser comido.

— ¿Sí? —salió casi como un susurró de su boca cuándo el hombre le tomó el brazo para que se acercará un poco cuando notó que Sweeps y Manny habían dejado de lavar los platos para poner atención a ambos—. El viernes...

— ¡Oye, Carmy! —la voz de Marcus interrumpió a Jo, haciendo que se sobresaltará y Carmy reaccionará soltando su brazo de inmediato.

— ¡¿Qué?! —parecía exasperado al responder y si no fuese porqué la situación también la involucraba a ella, se hubiese reído por la frustración en la cara del chef.

Marcus tenía algunas tareas en el día, pero definitivamente no trabajar realmente en lo que se le pedía no era una de ellas. Jo no había querido decir ni una palabra sobre que la aparte de su trabajo, solía perder gran parte de tu turno en su intento de preparar donas, y ella mejor que nadie sabía que bajo las condiciones del establecimiento y la poca falta de material dentro de la cocina, no era la mejor opción intentar preparar ese tipo de repostería en la cocina de The Beef, pero Marcus no la escuchó a ella, ni a Sydney. Interrumpió a los dos chefs con la idea de fermentar*, cosa que llamó la atención de Jolene haciendo que su ceño se frunciera confundida. Marcus tenía una mente brillante pero a veces olvidaba que estaba aprendiendo por sí solo y no bajo años de estudio como los que tenían Sydney, Carmy o Jo.

Suponía que Carmy no quería ser grosero y a su forma le preguntó que intentaba hacer, y al escuchar que iba a fermentar con una bolsa Sous-Vide* se limitó a preguntarle si sabía usarla, haciendo que Jo apretará los labios para evitar pelear con el chef por su irresponsabilidad.

— Esas bolsas cuestan casi setenta dólares, ¿no? —preguntó mientras tragaba saliva, Carmy la miró y asintió respondiendo a su pregunta, Jo suspiró tan profundo que un quejido salió de su garganta—. Ya está, yo me encargo.

— Marcus, Jo va ayudarte a cerrar la bolsa. No te desconcentres y pon atención, Chef. —Carmy se agachó un poco para ver entre las rejillas del metal de la cocina que los separaba para ver a Marcus discutir con su amigo, Jo se había marchado directamente a la bodega para buscar las bolsas justo dónde Carmy le había mencionado—. Primero los pasteles, ¿sí, Chef?

— Está bien, Chef. Gracias. —mencionó Marcus levantando ambas manos.

— Marcus es el Minnie Minoso de la Fermentación de Illinois. —Ebra comentó uniéndose a la conversación.

— ¿Quién es Minnie Minoso? —Jo salió de la almacén con una cajita blanca entre las manos cuándo preguntó, haciendo que todos respondieran al unísono y ella conociera al jugador de los White Sox—. Entonces era bueno.

Sweeps cruzaba la cocina con una cubeta de trapos para limpiar el comedor cuándo decidió darle una pequeña lección de deportes a Jo que se agachó para verlo por las mismas rejillas que Carmy había visto a Marcus hace unos segundos.

— Robó 167 bases, hizo 195 jonrones y 1100 carreras impulsadas. Y tuvo un promedio de bateo de 300, así que sí, era bueno. —apuntó a la pelinegra y ella hizo una mueca con la boca satisfecha—. Nada mal, ¿verdad, J?

— Dos horas para el servicio, chefs. —Carmy miraba al reloj cuándo escuchó otra vez a todos responder al unísono, incluyendo a la panadera que ya le explicaba a Marcus a cómo sacar correctamente la bolsa para evitar dañarla—. ¿Cómo está adelante? El agua...

— De mierda pero mejor.

Mentía, porqué la mayoría del comedor seguía mojado y varios de los manteles se habían arruinado entonces era otro gasto más que añadir a la lista de cosas que comprar. Y Jo había aprendido que tenía que memorizar muchas cosas trabajando de nuevo en el restaurante, ahora más que no estaba Mikey para resolverlo por sí mismo, así que tomaba notas mentales de las cosas que podría comprar por su lado y también las cosas que escuchaba en cada rincón de la diminuta cocina. Y mientras Jo le mostraba a Marcus a cómo sellar una bolsa Sous-Vide, Carmy hablaba con Tina y lo escuchó mencionar el nombre de su amigo. Jo se detuvo unos segundos y miró directamente al Chef que miraba a Tina trabajar. Supuso que hablaban del pollo de la mañana pues Tina respondió sobre una fiesta de navidad, y Jo volvió a darse cuenta que parecía que no era la primera ni última vez que Donna Berzatto no estaba en sus cinco sentidos durante las fiestas.

Pero eso era algo que a ella ya no le interesaba. Así que volvió a su trabajo y no notó que Carmy pasó a su lado intentando a hablar con ella una vez más.


Jolene siempre supo que Richie era un idiota. A diferencia de Michael, a él lo había conocido de la peor forma posible.

Jo empezó a trabajar en The Beef hace algunos años, pero antes de eso trabaja en un bar dentro de la misma calle, y Richie solía frecuentar demasiado dicho bar, haciendo que ambos tuviesen que verse la cara muy seguido en la semana cuando Jo era obligada a sacar a patadas a Richie del bar los sábados por la noche y aunque Richie no fuese un alcohólico, sí era un pequeño busca problemas que siempre terminaba haciendo que la policía llegará al bar y se lo llevará por violento.

Ese mañana en la sandwichería, Jo volvió a pensar qué tal vez debería llamar a la policía una vez más cuando lo vio pelear a Richie con Fak en el comedor. Había seguido el ruido hasta el comedor, pidiéndole a Marcus que siguiera con lo suyo mientras ella seguía a Carmy para ver el desastre entre ambos hombres y cuándo llegó y notó que solamente se jalaban del cabello mientras estaban tirados en el piso, notó que solamente era Richie siendo infantil una vez más. Hubiese regresado a su puesto entre cacao machado y pan horneándose pero Carmy se dio la vuelta y cuándo Jo lo notó, ya los había separado lanzándoles agua.

Jo levantó las cejas sorprendida y río al escuchar los quejidos y maldiciones por parte de Fak y Richie.

— ¿Pueden callarse por favor? —pidió Carmy con tranquilidad.

— Es malvado. No es amable. Es un maldito idiota —se quejó a gritos Fak mientras intentaban acomodarse la ropa y a su vez Richie gritaba un montón de cosas inaudibles que hicieron que Carmy se tapará los ojos con la mano—. Yo no quería decir esto, pero él vende cocaina en el callejón, detrás de The Beef.

Y allí estaba. Jo sabía que Richie era un completo idiota, una vez más, se planteó llamar a la policía y nunca más pagar su fianza. Jo se quedó quieta mientras Carmy hizo lo mejor que podía hacer en dicha situación: enojarse.

— Espera, ¿qué? —Carmy levantó la voz y tuvo que lidiar con el dolor punzante de cabeza que le pegó en la frente cuando ambos hombres volvieron a levantar la voz para ver quién terminaba con la última palabra—. ¡Basta! Qué, ¡Fak!

— ¿Richie? —Jo interrumpió al mayor que apenas la escuchó se cayó y hizo que al final la última palabra la tuviese Neil.

— Vende cocaína en el callejón. No quería decirlo, a ninguno de los dos. —repitió una vez más Fak.

— ¿Estás contento de habérselo dicho a mami y papi, maldito idiota? —escupió Richie molesto—. Vete al carajo, eres un imbécil.

Había visto a Carmy molesto más de lo que hubiese creído en lo poco que lo conocía, pero el rostro que tenía ahora encima le causó miedo por alguna razón y Jo estaba asustada cuándo pasó a su lado, sabía que debía seguirlo porqué tenían que hablar con Richie y aún que su molestia también existía, sabía que no podía acercarse ni un poco a la de Carmy. Jo sabía qué clase de persona era Richie, convivía con él desde hace cinco años y sabía que no era la persona más correcta ni moral del planeta, pero no tenía ni idea a qué nivel de estupidez podía llegar así que claro, estaba molesta.

— ¿Tú sabías algo de esto? —entre dientes Carmy comentó sin mirarla, Richie y Fak estaban al frente de ambos chefs y Jo volteó a su derecha para mirar a Carmy ofendida.

— ¿Qué? Mierda, claro que no —su respuesta no fue de lo todo convincente y por el rostro de Carmy, Richie sabía que nuevamente estaba apunto de volver a arruinarlo con la panadera—. Carmy, yo no sabía.

— Ya, primo. Ella no sabía nada, dice la verdad. —aún intentando hacer una buena acción, lo único que recibió Richie por entrometerse fue la mirada de ambos chefs molestos.

— Yo puedo cuidarme sola, Richie. —Jo refunfuñó entre dientes y Richie bufó molesto de nuevo.

— ¿Ah, sí? ¿No te pondrás a llorar si ese pendejo te grita de nuevo? —apuntó a Carmy y el chef apretó la mandíbula, Jo abrió la boca ofendida haciendo que después soltará una risa falsa mientras asentía repetidas veces mientras se alejaba de la barra.

— Púdrete. Voy a llamar a la policía, a ver quién paga tu fianza, idiota. —apuntó la pelinegra a Richie que soltaba su cigarrillo para levantar las manos en son de paz.

— Ya, lo siento. No es que venda, ¿ya? Distribuí todo en pequeñas cantidades, aquí y allá. —se veía arrepentido, o por lo menos acorralado porqué el rostro de Carmy no había cambiado ni un segundo y Jo comenzaba a tener más miedo por lo que podía decir o hacer estando así.

— En mi restaurante. —comentó Carmy, Jo miró a Fak haciendo que ambos se miraran levantando las cejas.

Ni loca iba a meterse justo ahora, ella entendía que había límites y creía que buscarle pelea al chef justo ahora sería una sentencia de muerte y aún que tuviese miedo de que su furia fuese directo a ella, le parecía entretenido ver cómo iba a tragarse vivo a Richie, incluso podía notar que con las manos sobre la cadera el rostro tenso, seguía viéndose atractivo y eso le hizo cuestionarse si realmente aún le tenía miedo al chef molesto.

— En el callejón detrás del restaurante de tu hermano, para ayudarlo —Richie levantó la voz y fumó de su cigarrillo, por lo menos era la primera vez que no la mencionaba sobre quién era el dueño legítimo de The Beef—. Y no fue mi idea, por cierto.

Lo último fue lo que golpeó en en la memoria a Jo. Directamente provocándole un mareo y presión en el pecho, Jo ahogó un grito y miró a Richie sorprendía.

— Ay, por Dios —Jo se llevó ambas manos a la boca mientras Richie asentía, parecía tomárselo con diversión—. ¿El dinero que me dio Michael es de esa cocaína?

Carmy miró a Jo confundido, se tranquilizó cuando Jo se puso pálida frente a los tres hombres. La pelinegra lucía tan débil que Carmy se acercó un paso para tomarla del brazo, Jo miró al chef con esos ojos llenos de sorpresa y agradeció su toque mientras Richie seguía manteniendo ese rostro burlón.

— ¿Cómo carajos crees que sobrevivimos al COVID? ¿De dónde crees que salió el préstamo mágico que te dio Mike, Jo? —Richie tiró una fumada de su cigarrillo antes de continuar—. Por otros medios. Es esa falta de adherencia a las reglas, ingenio y pensamiento no convencional, es eso lo que quiero en mis empleados.

Lo último lo decía mientras miraba a Fak que evitaba la mirada de Richie a toda costa, tanto Jo como Carmy se habían quedado mirando a la nada y en sí misma, Jo estaba demasiado preocupada de que ahora sí iba a vomitar, pues el estómago se le revolvió tan fuerte que se apretó a sí misma el vientre para mantenerse de pie.

— Mi panadería se abrió a base de drogas... —susurró Jo, haciendo que los tres la mirarán, Jo soltó un sollozo mientras se soltaba del agarré de Carmy completamente anonada por la situación—. Mi papá es federal, Richie, ¿sí lo recuerdas?

No sabía cómo explicar el sentimiento de molestia, ironía y diversión que tenía encima, solamente que estaba causándole situaciones físicas muy poco convencionales. Y a vista de Carmy, ella parecía estar apunto de explotar o desmayarse frente a ellos, pues tenía la mirada perdida pero una sonrisa sobre el rostro que más de causarle paz, le causaba miedo de lo irónica que se veía.

— No seas dramática, era dinero lavado. —agregó Richie mientras se encogía de hombros.

— Debería llamar a la policía. —bufó Carmy haciendo que su rostro se tornará rojo del coraje. Richie ni siquiera lo miró y Jo solamente se detuvo unos segundos para recargarse sobre la barra.

— Yo debería denunciarlos a los dos, por ser un par de estúpidos. ¿Por qué? Porqué los dos crecieron en cunas de oro, par de bebés malcriados. —Richie parecía tomarse todo a juego en aquel momento y su tono de voz no ayudaba.

— Se acabó está basura, ¿de acuerdo? —Carmy volvió a gritarle, haciendo que Richie rodará los ojos —. Basta de tus estúpidos amigos. Basta de Nico.

— Eres un puto imbécil, Richie —Jo susurró molesta, su mandíbula temblaba y de nuevo deseaba tomarse del brazo de Carmy pero el hombre estaba tan alterado que lo último que quería Jo era buscarse problemas con él—. De verdad eres un imbécil.

— ¿Qué dijiste? No te escuchó, éste pendejo no deja que escuché tus lloriqueos con los tuyos. —Jo se cabreo mas cuándo Richie respondió, haciendo que levantará bien la cabeza para mirarlo—. Nico no tiene nada que ver con esto. Y por favor, Jo, deja de hacer cómo si te importará.

A Carmy le hirvió la sangre cuándo Richie estaba apunto de alejarse de la barra para marcharse, más cuando Jo inconscientemente tomó su brazo y se aferró a él. La chica parecía mareada y desconcertada pero el peso de la rabia sobre su pecho no le permitía analizar la situación de Jo justo ahora así que solamente volvió a gritarle a Richie, está vez apuntándolo con su mano derecha mientras sentía la presión en la garganta y una vena pequeña le brotaba sobre la frente.

— Carmy, déjalo, ya. —musitó Jo, la miró unos segundos pero lo último que hizo fue hacerle caso.

Richard era un idiota. Y no podía cambiar eso, jamás se había sentido traicionada, en peligro o molesta con Richie desde que lo había conocido porqué sabía que fuera de su personalidad grosera o antipática a veces era una persona maravillosa, y ella lo sabía porqué él y Mikey habían puesto todo su esfuerzo y esperanzas para ayudarla a fundar Grummies, ambos fueron los principales ayudantes para sacar a Jo del hoyo que era The Beef y ella los amaba por eso, pero no tenía como le habían ocultado algo de ese tamaño. Tal vez era porqué sabían que lo último que haría Jolene sería aceptar el dinero de cocaína distribuida por todo el barrio, pero por lo menos iba a dejar de esperar o poner en peligro a Mikey, porqué ahora se sentía culpable de hacerlo sobrecargar con el peso de mantener en pie el restaurante y también ayudarla a ella con dinero que no poseía. ¿Por qué ella nunca se enteraba de nada de lo que sucedió en la vida de su mejor amigo? ¿Por qué siempre terminaba sintiéndose tan sucia y pérdida cuándo hacía una retrospectiva sobre su relación con Michael Berzatto?

Carmy seguía gritando y el estrés que sentía Jo al escuchar a ambos alterados la hizo cerrar los ojos frustrados hasta que se calmarán. Apretaba con su mano derecha el antebrazo del chef mientras le pedía que se calmará llamándolo por su nombre o a Richie diciéndole un "basta, por favor" pero no ayudaba en nada y en ese momento no tenía las fuerzas para gritarles a ambos, así que fue un alivio que las luces se fueran en ese segundo y que Richie soltará una carcajada.

Otra mierda más que arreglar.



Ese día se había levantado con el pie izquierdo, tal y cómo todos los días.

Estaba acostumbrarse a esperar lo peor todos los días, y esa mañana era uno de esos días malditos que en cada movimiento todo parecía salir terrible. La luz se había ido en el restaurante a menos de una hora de empezar el servicio, y era cuestión de tiempo perder el día de trabajo o perder la mitad de suministros dentro del la despensa, refrigerador o almacena.

Fak no ayudaba mucho a la tensión que tenía encima. Carmy sabía que por ahora debía concentrarse en conseguir una forma de poder avanzar con el servicio de esa mañana, pero según el hombre eso sería imposible por ahora, así que su cabeza voló directamente al tiempo que le quedaba y si había una manera de arreglar todo esto con tiempo y justo ahora.

Y lo había.

Le pidió a todos que sacarán la mitad de la almacena con alimentos refrigerados, y lo llevarán afuera. Había una forma, poco convencional y sabía que habría problemas por ello pero era mejor hacerle frente a su hermana molesta qué terminar perdiendo todo el dinero que había invertido en carne y alimentos, así que llamó al teléfono de su cuñado y espero que a que respondiera con un "sí."

— Hey, oye —cuándo Jo lo miró, la pelinegra notó que se veía algo ansioso—. Necesito tú ayuda, sé que hacer con todo esto.

Jo asintió con disposición, a pesar de intuir que algo andaba mal en Carmy. Cuando solicitó ayuda para cargar toda la carne congelada en la camioneta, el chef parecía inquieto, moviéndose nerviosamente y buscando cualquier distracción de lo que fuera que lo atormentara. Mientras manejaban, Richie hablaba incansablemente sobre el apagón en el restaurante, sin darse cuenta de que estaba desconcertando al conductor.

Ella también comenzó a sentirse nerviosa cuando reconoció las pintorescas calles por las que Carmy los guiaba.

— Carmy, ¿por qué diablos no pediste prestado el refrigerador de Grummies? —preguntó con molestia, acomodándose la gorra negra sobre su cabeza. Jo se acercó a los asientos delanteros de la camioneta y Richie se rió—. En serio, ¿por qué? —prosiguió Jo.

— Casi todo ya está descongelado. El olor que generará en el restaurante será insoportable. Al menos, en la cochera de Pete, no será tan molesto. Relájate.

— Claro, espero que también sea así con mi cadáver cuando tu hermana me mate.

Carmy frunció el ceño al estacionar la camioneta y volteó hacia Jo, quien lucía aterrada. Richie guardó su teléfono en el bolsillo y emuló el gesto de Carmy.

— Te dije que la llamarás. Si ella te asesina, será tu culpa —añadió Richie encogiéndose de hombros y provocando que Jo se sobresaltará.

Pero Carmy no prestó atención a la conversación, ya que estaba ocupado bajando de la camioneta y abriendo la cajuela. Pete, el cuñado de Carmen, salió de su casa para saludarlos amablemente.

— ¡Oh, hola, Jo! —Pete era un poco más alto que Carmy y siempre vestía un chaleco tejido que le daba un aire pintoresco. Jo sentía ternura por su presencia, aunque a Carmy y Richie no les resultaba agradable.

Carmen se había acostumbrado a que la mayoría de su familia conociera a Jo. Era evidente que Michael la consideraba importante, ya que la mayoría prefería hablar con ella antes que saludar a Carmy. Aunque también sabía que se debía, en gran medida, al hecho de que Jo no había desaparecido de sus vidas en cinco años y había estado presente, a diferencia de él. Aún que también suponía que no era así, porqué Jo parecía estar huyendo de la policía cuando Pete los invitó a todos a pasar, cada uno con una carga o pieza de la comida congelada, la llevaron hasta la cochera de la casa de Natalie Berzatto y su esposo, y Jo buscaba por todos lado si su hermana estaba por algún lado.

— ¿También evitas a mi hermana? —le susurró Carmy sobre el hombro a la chica, Jo se sobresaltó de nuevo cuándo el hombre habló detrás de ella—. Lo siento, no quería asustarte.

— Ella va asesinarme, puedo jurarlo —Jo se dió la vuelta para poner sus manos sobre los hombros del chef y sacudirlo un poco, Carmy se quedó quieto sorprendido—. Sácame de aquí, ahora.

— No dejaría que te asesiné, Richie tampoco, ¿verdad, primo? —volteó la cabeza unos centímetros para mirar a su primo entrar con otra carga de carne y éste se encogió de hombros completamente indiferente—. Bueno, yo no dejaré que te toqué un cabello, ¿me sueltas?

— Sí, perdón. —sus manos fueron directo fuera del cuerpo del chef y pareció notar lo incómodo que había sido su toque porqué se llevó ambas manos detrás de la espalda y así las dejó durante unos segundos hasta que apareció Pete en la cochera con una sonrisa.

El esposo de Sugar era la clásica imagen de un norteamericano de en sueño, y por ello Richie no era su mayor fan. La mayoría de los Berzatto pensaban que era un idiota, pero solamente era demasiado bueno, exactamente lo que Natalie necesitaba. Cosa que Carmy sabía a leguas y estaba feliz de saber que mínimo un Berzatto había encontrado la forma de romper un patrón tóxico con la idea de estar solos toda la vida.

— Uhm, hola a todos —la voz dulce de Natalie hizo que Carmy le sonriera a su hermana apenas entró a la cochera, Jo sonrió sin mostrar los dientes y pareció tranquilizarse cuándo la rubia no se lanzó sobre ella—. ¿Cómo están? Qué gusto verlos, ¿qué ocurre?

Y allí estaba, Natalie volteó a verla y Carmy notó que era verdad que su hermana casi estaba apunto de asesinar con la mirada a la pelinegra porqué Jo dio unos pasos hacía atrás disimulando que quería huir del lugar. Así que el chef intentó mejorar el ambiente explicándole la situación, cosa que solamente lo empeoró, así que ambos chefs solamente esperaron lo peor.

— ¿Podemos pelear después? Tenemos problemas. —Carmy solamente suspiró cuando su hermana lo miró incrédula y molesta al escucharlo.

— Sí, yo también tengo problemas. ¿Sabían qué hace poco se murió un hermano e amigo? Y tú, no tienes ni un poco de vergüenza, ¿no es así? —su última palabra fue casi un golpe directo a Jo, Natalie la miró y se lo dijo en la cara al igual que a Carmen, ambos se miraron y vieron como la rubia abandonaba la habitación molesta.

— Es mejor que vayan ahora. Eso fue turbio. —aconsejó Richie.

Jo permaneció inmóvil, paralizada por una realidad que Natalie había desenterrado. No tenía fuerzas ni el ánimo necesario para enfrentar la verdad, ahora culpaba a Carmy por haberla arrastrado hasta la casa de su hermana, así que ese sentimiento de odio hacía el chef volvió. Concedió el primer turno a Carmy, quien se dirigió a conversar con su hermana. Jo sabía que moverse antes sería abrirle la puerta a algo que no estaba lista para enfrentar.

Desde la muerte de Mikey, Jo había estado evadiendo la existencia de la rubia con determinación. Ignorando sus llamadas, sus mensajes, y prácticamente cualquier vestigio de su presencia. Natalie era el único vínculo que persistía en recordarle todo lo que la asechaba desde la pérdida de su mejor amigo. Cada vez que la veía, un dolor agudo se apoderaba de su pecho, un dolor incesante que, lamentablemente, repercutía en su relación. Pero, en el fondo de su ser, sabía que su negación durante estos últimos meses, había sido un intento de ignorar que aún le dolía, que aún no lo superaba.

No había ni una pizca de vergüenza en Jo, solo un sentimiento de desdén hacia sí misma por haber ignorado a la única persona que había mostrado auténtica preocupación por su salud mental y física en el momento más doloroso de su vida, cuando todos parecían haberla abandonado en su soledad.

Revivir esos momentos le causaba repugnancia. Recordar cómo yacía en el suelo de su baño, arrojando sin cesar el contenido de su estómago durante toda la noche, tras enterarse del suicidio de Michael. La imagen de sí misma, durmiendo en el suelo gélido mientras las lágrimas caían en cascadas, sumiéndola en un dolor que le oprimía el pecho hasta ahogarla. Hasta vomitar de nuevo.

Todo aquello la golpeaba de nuevo, como si le enterrarán un cuchillo en el pecho. La único que la había levantado de aquel suelo frío había sido Natalie, ni siquiera su novio, con el que había compartido un año y medio de su vida. Una relación que se desmoronó cuando su amigo falleció, dejándola no solo en el baño, sino también con un "no puedo con esto" que le destrozó el corazón aún más.

El primer abrazo que recibió fue el de Natalie, quién utilizó las llaves que Jo escondía bajo una maceta en el exterior de su departamento, porque Natalie sabía. Siempre lo supo. Por eso, se mantuvo a su lado, la condujo a la ducha, la acostó en la cama y permitió que llorará hasta que se quedara sin lágrimas. Al día siguiente, la vistió y la alimentó. Jo recibió el apoyo de Pete y ella para asistir al funeral y cuidarla durante las siguientes dos semanas, velando para que no dejará de comer ni de realizar tareas básicas, porque Jo se sentía tan vacía que alzar un solo brazo le parecía una hazaña imposible, le dolía el alma intentar hablar incluso. Todo su ser se sentía destrozado de pies a cabeza.

Por más que intentará reparar todo lo que estaba roto en su interior, por más que se esforzará por enmendar su camino, Jo sabía que no había forma de compensar a Natalie Berzatto por todo lo que había hecho por ella. Y parecía más fácil ignorarla que intentar superarlo.

— La traes aquí, a ella, y desde qué llegaste, pasas cada minuto en ese restaurante. ¿Y ahora te aprovechas de Pete? Y sabes lo que odio que Richie esté aquí. —Sugar sonaba tan molesta al hablar que Jo reconsideró volver junto a Richie, pero ya estaba escuchado la conversación de la manera más entrometida del mundo al quedarse pegada a la pared esperando el momento adecuado para salir.

— Estoy de acuerdo con todo. ¿Sí? No sabía lo de Jo y tú, y bueno, ahora Pete me cae bien...

Realmente Carmen Berzatto no era el mejor hablando, y intentar calmar los nervios y coraje de su hermana no era su mayor fuerte, porqué hasta Jo se molestó de lo vaga que era su explicación o su intentó de disculpa.

— ¡Tienes una actitud horrible, carajo! —gritó Sugar.

Ni Jo, ni Carmen sabía mucho del otro para ese entonces. Carmen se dejaba llegar mucho por lo que oía de todos los demás, y Jo no preguntaba absolutamente nada sobre el chef, por lo que siempre terminaba sorprendida de lo mucho que había juzgado al hombre desde que lo conoció. Sugar era la persona más compresiva del mundo, también la más amable que conocía y sabía que estaba preocupaba por su hermano porqué Jo sabía de lo introvertido y solitario que solía ser su hermano antes de conocerlo ella misma, sin embargo siempre creyó que Sugar solía exagerar las cosas pero tenía razón. Carmen no era la clase de hombre que soliera buscar ayudar, y escuchar con sus propios oídos que solía buscarla solamente al borde del colapso la hizo pensar en sí misma, identificarse con él e entenderlo un poco.

Lo último que Jo esperaba escuchar era ese pequeño secreto: las pequeñas excursiones de Carmen, esos momentos en que le mentía a la pelinegra diciendo que tenía que ocuparse de "proveedores", resultaron ser escapadas para asistir a reuniones familiares o simplemente terapia para poder hablar sobre la misma mierda que la azotaba a ella.

Era un alivió para Carmy decírselo a su hermana, también a Sugar escucharlo y Jo tener que enterarse cuándo realmente no era su asunto. Pero se alegraba que su amiga sonará más tranquila cuándo se enteró, también que no la viera de la misma forma cuándo escuchó los pasos de Carmen de regreso hacía la cochera, y ella se obligará a salir para mirar a Sugar sonreírle de lado.

Miró a Carmy unos segundos y éste pasó a su lado sin mucha gracia, y ignorándola mientras miraba cabizbajo al suelo.

— Hola —saludó Jo sin mucho entusiasmo, Sugar le respondió de la misma forma pero un nudo en su garganta se formó cuando los ojos de la pelinegra se cristalizaron—. De verdad lo siento.

— Ven aquí, está bien.

Se sintió bien recibir un abrazo así, sobre todo se sintió bien recordar que no solamente Natalie le recordaba la partida de Michael, sino que también le recordaba lo en paz y protegida que se sentía en los brazos de su amiga. Jolene tenía miedo de mostrarse al mundo tal y cómo era, y saber que aquella que la abrazada mientras le recordaba que todo estaba bien, era la única que la había visto tal y cómo era, le asustaba un poco pero también era un alivio. No se sentía tan sola después de todo.

— Son un par de idiotas, ustedes dos. Los odio muchísimo —le susurró Sugar al oído mientras Jo reía al escucharla—. ¿Estás bien? Solamente necesito saber que estás bien.

Sorprendentemente lo estaba. Aún dolía, pero estaba bien, y era lo que importaba.

Estaba dispuesta a intentarlo.


La chef Sydney era la heroína del día una vez más en The Beef.

Era un alivio saber que dentro de la cocina pequeña del lugar hubiese una mente tan grande. Realmente sabía lo que valía ella misma y su seguridad a veces podía intimidar a otros, pero eso no quitaba su determinación de trabajar bajo presión y buscar siempre la mejor manera de salir adelante incluso cuándo los propios dueños del lugar parecían estar ahogándose en un vaso de agua.

Se encargó de hacer que el servicio del día fuera un existo, y después de trabajar duro todo el día, recibió su recompensa cuándo al final del día todos estuvieron contentos de sentarse y disfrutar la cena que ella preparaba esa noche.

Jolene A'Dair por su lado, había estado ignorando el hecho de que Sydney era incluso mejor que ella a la hora de trabajar dentro del lugar. No le molestaba en absoluto, porqué si Jo era el corazón del lugar, Sydney era la cabeza y la fuerza. Ambas parecían completar un rompecabezas para la cabeza y vida de Carmy en ese momento aún que él no lo aceptará o no se diera cuento de ello.

Carmy escuchó una pequeña parte de la conversación de su hermana con la panadera y prefirió no molestar a la pelinegra por el resto del día aún que cuando había estado intentando hablar con ella sobre la pequeña reunión que tenían el viernes. A el chef le molestaba la idea de lo que era, le encantaba pensar en que podría cocinar para impresionar, pero también le causaba una duda de lo que realmente significaba pasar toda la noche junto a Jo a solas. ¿Iba a tener una cita con la chica?

Era estúpido pensarlo, porqué él no tenía citas, ni novias, ni amigos. Él se repetía a sí mismo que era imposible tenerlo, porqué siempre había sido así. Pero pensarlo le hacía sentirse nervioso, y emocionado, porqué era delicado sentir esa emoción nueva, pero no sabía exactamente que parte le revolvía el estómago. Era el hecho de pensar que posiblemente podría ganarse una amiga o que ella fuese a estar a su frente durante algunas horas viéndolo cocinar y hablando con él. ¿Estaba todo en su cabeza? No lo sabía pero lo que quería era volver a sentir esa paz en el pecho cómo la última vez que estuvo con ella a solas.

Y hasta ese momento del día, pensar en el viernes era lo único que lo distraía de los demás problemas que tenía encima. Justo ahora debía más de $5 mil dólares para pagar un condensador que funcionará, pero estaba tan agotado para esa noche que lo único que deseaba era ignorar los problemas hasta que desaparecieran.

— ¿No vas a cenar? —Jo estaba entrando a la oficina al preguntar.

— Sí. Vamos. —respondió dispuesto a levantarse de la silla en ese momento.

— Oye, ¿puedo pedirte un favor? —Jo jugó con sus manos para evitar mirarlo directamente—. ¿Podrías considerar dejarme pagar lo del condensador?

— ¿Por qué sería un favor? —sus ojos buscaron los suyos pero ella mantenía la vista lejos de su rostro.

— No lo sé, siento que siempre te molesta que intenté ayudar aquí —explicó ya un poco más relajada, su vista fue a parar a los ojos del chef que la observaban curiosamente—. Tengo el dinero, la mayoría del tiempo tengo el dinero que necesitas para encargarme, y siempre tengo la manera de hacerte la vida más fácil, pero parece que no existo, puedo ayudar, de verdad.

Claro que podía y lo sabía, pero no sabía exactamente cómo hacerle entender que no era sobre no dejarla ayudar. Sino de lo que se trataba para su persona recibir su ayuda de esa forma, más porque Jo ya hacía demasiado con estar presente; su presencia ya le quitaba el peso de sentirse presionado con ser el dueño del lugar, también verla arreglar problemas entre los trabajadores, o calmar a Richie, incluso estar presente para que él pudiste verla cocinar a los lejos y relajarse al sentir su tranquilidad al verla disfrutar de hacer lo que amaba.

— No quiero molestarte, Jo.

— Y no me molestas, ¿por qué me molestarías? —suspiró—. Carmy, me esfuerzo para que esto se traté de ambos, me lo pediste. ¿Puedes por favor considerarlo?

— Te pagaré, si lo haces —respondió, se levantó de la silla y pudo observar mejor cómo las cejas de Jo se fruncieron en molestia—. Es demasiado dinero y yo...

— No voy a dejar que me pagues por algo que se jodio en mi restaurante —se cruzó de brazos, y Carmy suspiró mirando a sus lados intentando buscar una salida de la posible pelea que acaba de iniciar—. En nuestro restaurante, no es mi culpa que Mikey te haya obligado a cargar conmigo, acéptalo, ¿quieres? Igualmente ya le había dado el dinero a Fak.

Su mandíbula se sentó, no estaba molesto pero le resultaba sorprende lo terca que podía ser y lo mucho que se parecían en querer tener la razón o última palabra, obligándose a dar un paso para ganarle al otro y ella ya había dado dos paso; aceptar que era un "nuestro" el restaurante, y también haberle dado el dinero a Fak sin avisarle.

— ¿Entonces para qué me preguntas, Chef? —se quejó mientras pasaba a su lado, el rubio sacó una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo y Jo lo siguió—. Págalo entonces, gracias.

Un cigarrillo terminó en sus labios y tentaba sus bolsillos buscando el encendedor, y cuando lo sacó de su bolsillo contrario a dónde estaba la cajetilla suspiró internamente. Necesitaba un descanso de dejar de pensar en todo y entre eso estaba la mujer que caminaba detrás suyo.

Pero Jolene resultaba ser un dolor de trasero para Carmen, pero de una forma peculiarmente graciosa.

Jo le quitó de los labios el cigarrillo a Carmy y éste la miró desconcertado, la mujer se encogió de hombros.

— Come algo primero. Esto va a quitarte el hambre. —explicó Jo mientras agitaba el cigarrillo en la cara del chef.

— ¿Ahora eres mi madre? —lo único que recibió fue un manotazo sobre si mismo cuándo intentó quitárselo a Jolene, Carmy no creía que estaba peleando con una mujer pequeña y delgada por un cigarrillo—. Jo, ¿es enserio? ¿Acaso tengo tres años?

— Te comportas cómo uno, en realidad. Come algo, deja de ser idiota y come algo, nunca te veo comer nada.

— ¿Y eso a ti que te importa? —escupió molesto, Jo se aguantó la risa.

— Me importa mucho, ahora comamos algo —se estaba tragando la risa porqué notó cómo su tono de voz sonaba divertido sin llegar a ser burlón—. Y así me cuentas sobre lo que querías contarme en la mañana, ¿sí, chef?

Pelear con ella era inútil porqué también le resultó divertido verla esconder el cigarrillo detrás de su espalda, mientras daba pasó hacía atrás a tientas de no caer. Carmy asintió en respuesta y ella le sonrió haciendo que dos pequeños hoyuelos se formarán en sus mejillas.

— ¿Eres alérgica a algo? —caminó a su lado directo al comedor cuando Jo se puso el cigarrillo sobre la oreja.

— ¿Por qué? ¿Vas a envenenarme? —bromeó y Carmy negó mirándola de reojo—. ¿Eso es lo que querías preguntarme en la mañana?

Era exactamente lo que quería preguntarle, porqué había pensando en las veces que durante sus jornadas en el restaurante de New York, le llegaban grandes listas de sus comensales y todo tipo de información sobre ellos para servirles un plato de primera clase. Lo último que deseaba era servirle algo que no superará sus expectativas o peor, fuese a enfermarla.

— No, pero no quiero matarte. —comentó Carmy y Jo rodó los ojos.

— Carm, debes aprender a bromear, de verdad —bufó mientras se le unía un suspiro—. Es dulce que preguntes eso, me gusta.

No pensará que eso fuese dulce, porqué en su cabeza solamente era un pequeño movimiento básico, pero ante los ojos de Jo parecía lucir más dedicado, Carmy la miró sin decirle nada, no sabía que decir o qué hacer exactamente en ese momento más que esperar a que ella siguiera hablando porqué era más fácil dejarla a ella llevar la conversación cuando no estaban discutiendo sobre el restaurante o peleando.

— Es la costumbre, me daban una lista de ese tipo de cosas cuándo cocinaba para otros.

Jo mostró un pequeño puchero sobre los labios descontenta: — Y acabas de matar un momento dulce, idiota.

— Lo siento. —Jo se quedó a unos pasos del comedor y Carmy se quedó a su frente, mientras la miraba, ella negó con la cabeza antes de quitarse el cigarrillo de la oreja y entregárselo.

— No me pidas perdón, sigue siendo dulce —Jo le extendió el cigarrillo hasta que Carmy lo tomó entre su mano—. Pero, entre nosotros, en la vida normal no requieres a una lista hecha por un acosador para servir una cena, ¿sabes? Normalmente solamente conoces a la otra persona y le preguntas sus gustos, y a mí me gusta el pescado, a excepción del pulpo, no soy alérgica a nada, pero odio el pimiento, el hígado me causa asco, y me gusta el chocolate, ¿y a ti?

— Jamás me había puesto pensar en qué cosas me gustan o no en la comida —confesó un poco avergonzado—. Así que no lo sé.

— Bueno, entonces piénsalo y me dices —Jo volvió a encogerse de hombros y caminó hasta el comedor, no sin antes llamarlo por su nombre haciendo que Carmy la mirará de nuevo—. Si puedes pensar sobre qué tipo de postres te gusta comer, mejor. Me gusta hornear para mis amigos, así puedo hornearte algo, ¿sí, Chef?

— Claro, lo pensaré. Gracias, chef.



























































GLOSARIO— Manual de supervivencia de cocina por Lily Berzatto, (yo).

* GYUTO.    cuchillo de chef occidental de estilo japonés, que combina la precisión de los cuchillos japoneses con la forma de los cuchillos de chef occidentales. Por lo tanto, al hablar de un "gyuto", se hace referencia a un cuchillo de chef de alta calidad utilizado por profesionales en la cocina. En éste caso, Sydney porta su kit de cuchillos.

* FRÉMIR.    define al líquido (agua, caldo...) justo antes de hervir, cuando empieza a temblar (el término fuera del ámbito culinario significa temblar o estremecerse) o incluso empieza un ligero burbujeo.

* FERMENTAR.    proceso en el que microorganismos descomponen compuestos orgánicos, como azúcares, en sustancias más simples, como ácidos o alcohol. Se utiliza en la producción de alimentos y bebidas como pan, yogurt, cerveza y vino, así como en la descomposición de residuos orgánicos en el compostaje.

* BOLSAS SOUS-VIDE.     bolsas de plástico de alta calidad utilizadas en la técnica de cocción sous vide, que permite cocinar alimentos envasados al vacío a temperatura controlada. Estas bolsas son seguras para alimentos y se sellan al vacío para lograr cocciones uniformes y sabrosas.

( ! ) disfruta tu lectura, las palabras culinarias serán marcadas con * para agregarse a éste manual al final de cada capítulo.







© R-RIZZO, SWANN'S BOOKS
2023, THE BEAR SERIES BY FX
A CARMY BERZATTO FANFIC





























Y la biblia terminó, DIOS SANTO ESCRIBÍ UNA VIDA AQUÍ, pero sobre aviso no hay engaño. Ustedes me piden capítulos, yo les doy lo que piden y está vez ME ESMERÉ EN DARLES ALGO DE CALIDAD Y LARGUÍSIMO PARA QUE LES DURÉ.

Ya casi llegamos a la mitad de está historia, prácticamente faltan unos capítulos más para acabar el volumen uno de la historia y empiezas el siguiente que vendría siendo la segunda temporada de la serie *grito*, ¿les gustan éste tipo de capítulos tan largos? Digo, sino para recortarlos a la mitad y hacer más largo el libro, idk, USTEDES DIGAN SÍ NO LOS ABURRÍ. Sé que vamos lento pero de verdad es muy difícil poder desarrollar la historia con tanta cosita que tiene The Bear.

Más que nada, gracias por leer hasta aquí y si están presentes, por favor COMENTEN, VOTEN, adoren y amen este capituló porque es muy importante para Jo y Carm, Y DÍGANME SI LES GUSTAN LOS CAPÍTULOS TAN LARGOS.

Recuerden que está historia aún no está corregida, así que perdón x cualquier falta ortográfica. Y FELIZ NOCHE, madrugada. Recuerden que apenas llegamos a los 30 votos, su siguiente capítulo llega, GRACIAS POR LEER Y POR LOS TRES KILITOS. <<<<3


— Lily, aka Swann.

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