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Era terrible, espantoso, odiaba cuando sucedía y Yena se preparaba y mentalizaba de cómo tratarla cuando estaba así.
Tratar con su novia cuando le dan sus cólicos, no es algo muy fácil.
Yena suspiró pesadamente y abrazó el cuerpo hecho bolita de su novia mientras lloraba desconsoladamente por el dolor que sentía en su vientre, depositó varios besos sobre su cabeza y acarició sus cabellitos y espalda de su pequeña, pero aunque Yuri amara tanto los mimos y cariñitos de su novia, no podía tranquilizarse ni mucho menos olvidarse del dolor.
Yena se siente frustrada, aunque intenta ayudarla no puede completamente, no sabe cómo son esos dolores que le dan a su pequeña bebé porque jamás le han dado tan fuertes como a ella, por eso se altera y enoja cuando no puede sacarle una sonrisa o al menos detener su llanto.
Ella realmente odia esos jodidos cólicos que andan molestando a su bebita.
Yuri se aferró al cuerpo de Yena aún más aunque casi ya no podrían estar más cerca, pero era tanto el dolor que buscaba acercarse a ella lo más posible, la necesitaba, quería a su novia para ella en ese momento.
La Señora Choi toca la puerta de la habitación de Yena pero que correspondía a ambas chicas, sólo pudo oír el murmuro de su hija al decirle que entrara, su expresión no mostraba más que preocupación y melancolía, observando desde el marco de la puerta como Yena estaba casi recostada con la menor llorando encima de ella.
—¿Están bien?.—pregunta suavemente, adentrándose más a la habitación.
—Pues, podríamos estar mejor pero claramente ella está sufriendo más.—responde como puede, los débiles brazos de Yuri estaban sobre ella y no quería hablar tan alto para no molestar.
—¿Quieres que prepare sopa? ¿O algo más?.—pregunta, acariciando el cabello de Yuri cuando se acercó más hacia ellas.
—Dudo que Yul quiera comer algo mamá, pero yo sí tengo hambre así que estaría bien la idea de la sopa.—asiente, ambas ríen suavemente pero al oír un sollozo venir de la menor sus expresiones decayeron.—Tranquila bebita, todo va a mejorar pronto en cuento dejes de llorar mucho.—murmura acomodándola sobre ella y también sus mechones de cabello que caían en su cara, finalizando con un beso tierno en su frente.
La madre de Yena sonrió inconscientemente, o quizás sí lo hizo al instante porque fue una reacción verdadera, de alguna manera, aunque Yuri estuviera en muy mal estado en ese momento, su hija siempre cuidaba y mimaba a su novia tanto, como su mayor prioridad aunque no le cabe duda de que tal vez sí lo sea, pero le daba felicidad saber que Yena la amaba tanto, que de verdad estaba enamorada de ella, que habló bastante enserio cuando les dijo que se haría cargo de su novia.
Le hacía feliz la felicidad de su hija, por lo que ver a Yena incluso luciendo pacífica cuando seguramente estaba desesperada por hacer algo pronto para que Yuri dejase de llorar, le demostraba que era capaz de mucho y más allá de eso por la niña menor.
—Iré abajo para hacer la sopa cariño, espero que pronto puedas convencerla de no seguir llorando.—murmura delicadamente y se acerca para brindarle un corto beso en la frente a su hija, para después alejarse, dirigirse a la puerta, y observar a las dos chicas con una ligera sonrisa antes de salir y cerrar la puerta.
Ahora Yena se encontraba nuevamente lidiando con su pequeño retoño, una vez más acaricia sus cabellitos y con sus manos acuna las mejillitas de la menor para observarla directamente a sus ojitos, que estaban ya algo rojizos e inundados con sus lágrimas.
—Joyul, por favor, respira hondo y cálmate un poquito que si lloras te contraes y el dolor sigue apareciendo.—le dice tranquilamente, su novia solloza y sigue soltando lágrimas al par que llantos, Yena relame sus labios pensando en alguna otra cosa para decir.—Uhm.. Si intentas parar de llorar yo.. Yo voy a comprarte una mascota, como has querido todo este tiempo bebé.
Yuri mágicamente dejó de sollozar pero sus lágrimas seguían resbalando por sus pómulos y mejillas, procesando lo que su unnie acababa de decirle.
—¿U-Una m-mascotita para Y-Yuri?...—cuestiona entre sollozos y cuando hipaba de vez en cuando, formando un puchero con sus finos y pequeños labios.
—Uhúm, la que quieras amorcito.—asiente, tomándole las mejillas a la menor con dulzura, Yuri lo piensa por un momento, con sus ojitos aún llenos de feitas lágrimas.
—¿P-Puede ser un hámster?.. ¿o un pez? ¡Un gatito o perrito!.—exclamó con algo de felicidad, causándole un gran alivio a la mayor cuando después de horas volvió a ver ese brillo en los ojos de la menor.
—Sí mi Yuri, cualquiera de esos, el que quieras pero sólo si dejas de llorar ¿sí?.—menciona y acaricia su mejilla, Yuri asiente sonriendo, limpiándose sus lágrimas rápidamente con la manga de su pijama.
—¡Mira unnie! ¡Ya no estoy llorando!..—quita todo rastro de lágrimas de sus ojos y sonríe al ver a la mayor, pronto su sonrisa se convirtió en un dulce puchero.—¿Me vas a comprar mi animalito, Yenita unnie?..
Yena no podía estar más feliz en ese momento, su novia había parado de llorar tan rápido y parecía que sus palabras la motivaron a dejar de hacerlo, lo cual la hizo feliz, más el ver como su pequeña bebé está sonriendo, esa sonrisa que enloquece a Yena con amor, esa sonrisa que fue lo único que Yuri tuvo que hacer para enamorarla y tenerla a la palma de su mano, Yena cayó profundamente enamorada de ella, Yena está profundamente enamorada aún, lo confirma, lo asegura, lo está y estará cuanto sea posible.
—Bebé, ¿aún tienes dolor?.—pregunta, llevando sus manos al cabello de la menor para alisarlos, pasando sus deditos por los mechones para desenredarlos.
—Un poquito unnie, el feo dolorcito se hizo pequeñito.—con sus dedos gestiona para explicarle lo pequeño que se había hecho, Yena sonríe.—Yena unnie, eres como mi medicina.—sonríe, apoyando su mejilla izquierda sobre el hombro de la mayor.
—¿Por qué, bebé?.—pregunta, acariciando todavía sus cabellos largos y lisos.
—Porque, me haces sentir siempre mejor.—Yuri esboza una sonrisa aún apoyada sobre el hombro y parte del cuello de la mayor, Yena sonríe con cariño, pasando a acariciar ahora su mejilla.
—Y tú eres mi azúcar.—menciona, Yuri frunce su ceño.
—¿Uh? ¿Azúcar por qué?.—alza su mirada para quedar a escasos centímetros del rostro de la mayor, quien sonríe.
—Porque endulzas todos mis días.—termina por decir y estampa sus labios con los de la menor dulcemente, un pequeño piquito.—Tan dulce, mi pastelito de miel.—le dice, Yuri ríe y abraza a la mayor.
—Mi amorcito de vida.—dice risueña, Yena niega con su cabeza sonriendo, definitivamente no había nadie mejor que Jo Yuri para ella.
Y tampoco había alguien mejor para Jo Yuri que Choi Yena.
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