
Capítulo XX
Cuando Honeymaren despertó el segundo día pudo notar que Elsa ya estaba despierta, sentada sobre la cama mirándola fijamente, transmitiendo una suave sensación de cariño, aunque también un poco de temor.
—¿Qué ocurre cariño?, ¿pudiste dormir bien? —preguntó Honeymaren, arrastrándose un poco sobre la cama para poder descansar su cabeza en el regazo de su amada.
—Sí, tan solo estoy algo nerviosa por lo que ocurrirá hoy en la tarde... no quiero que nada te pase —dijo Elsa, jugando con el cabello su novia.
—Si algo te pasara mi vida ya no sería la misma —dijo Honeymaren abrazando de la cintura a la joven Reina y sin mover mucho de lugar su cabeza para no aparentar que le afectó el comentario; ella también estaba preocupada, pero intentaba decididamente evitar que pensamientos negativos predominaran en su mente—, pero no tienes por qué preocuparte, nos tenemos la una a la otra, saldremos de esto juntas.
—Tienes razón —dijo Elsa, después Honeymaren se incorporó para sentarse sobre la cama, deslizó ligeramente hacia abajo el vestido para dormir de su pareja y comenzó a masajear con ambas manos su espalda alta con suaves y constantes movimientos circulares, intentando deshacer los nudos que la tensión pudiera haberle ocasionado.
—Ah... gracias.... —dijo Elsa, permitiéndose relajarse un poco.
Algunos minutos pasaron así mientras la joven Northuldra sentía como la Reina de la Nieve cedía más y más ante el calmante toque de sus manos.
—¿Te sientes un poco mejor? —preguntó la joven morena.
—Mucho... gracias Honey.
—Fue un placer; ahora vamos, debemos prepararnos —dijo Honeymaren con una mirada comprensiva y acariciando el hombro de Elsa con su mano.
—Está bien —dijo Elsa levantándose de la cama y llevando consigo a su pareja de la mano.
—No creo que sea momento ya de practicar —dijo Elsa mientras cambiaba su atuendo de noche por su vestuario normal.
—Opino lo mismo, creo que solo... queda esperar, y dominar nuestras mentes —dijo Honeymaren, mientras cambiaba por igual su vestimenta.
Ambas chicas salieron de su cuarto al terminar de vestirse, deteniéndose frente al gran ventanal para observar la niebla que rodeaba el valle, la protección mágica por parte de los espíritus parecía mantenerse en su lugar y era una mañana nublada y lluviosa, con el cielo oscurecido por el profundo gris de las nubes.
—¿Cómo te sientes con eso? —preguntó Elsa, al ver que la joven Northuldra rodeaba con su mano la poderosa reliquia que hace poco le habían confiado, el Ojo de Agamotto, que colgaba sobre su pecho.
—Es algo... complicado de describir —dijo Honeymaren, mientras hacía con sus manos los movimientos necesarios para abrir el Ojo, mostrando este un poderoso y místico resplandor verde al revelar su interior—. Esta reliquia es, tal como otras, única en su clase, su existencia es una constante en una gran cantidad universos y su poder varía según el universo al que pertenece —decía Honeymaren, concentrada en el resplandor verde que se reflejaba sobre el ventanal—. Sin embargo, tal como dijo ancestral, en algunos universos excepcionales puede canalizar el poder de varios universos adyacentes y nosotras vivimos en uno de esos —agregó la joven mientras ponía su mano derecha sobre su antebrazo izquierdo, conjurando alrededor un par de anillos místicos de color verde, uno con un patrón uniforme y otro más cercano a su muñeca con diversos símbolos visibles a lo largo de toda su extensión mientras giraba en un movimiento vivo—. Esta reliquia tiene poder sobre el tiempo —dijo al finalizar esos anillos y después repitió el gesto de forma contraria, sobre su antebrazo derecho y sobre este aparecieron dos anillos similares girando sobre si, uno con el mismo patrón uniforme y otro más cerca de su muñeca con símbolos claramente diferentes a los que podrían apreciarse en su equivalente izquierdo—, y también tiene poder sobre la luz, la magia blanca a voluntad... este es más poder del que cualquier persona debería tener —agregó Honeymaren mientras los anillos de energía rodeaban sus dos antebrazos y el brillo del Ojo de Agamotto parecía intensificarse, listo para hacer uso de un poder inimaginable.
—Es por eso que solo quien porte el título de Hechicero Supremo debe poder utilizarlo... es una gran responsabilidad —dijo Ancestral, quien se acercaba desde el corredor contrario al suyo. Al escuchar esas palabras Honeymaren cerro rápidamente el Ojo de Agamotto, aunque sabía que no había forma de pretender que no lo había estado usando ante Ancestral.
—Ancestral... —dijo Honeymaren intentando ocultar lo mejor posible su exaltación y haciendo una pequeña reverencia que Elsa imitó y a la que Ancestral respondió de igual forma.
—No te preocupes, mi tiempo dándote ordenes se terminó... es momento de despedirme. Y debo decir que ver que pudieras controlar de esa forma el poder ambivalente del Ojo de Agamotto es algo realmente tranquilizante.
—¿Despedirse? Sé que no podía combatir a Null o quedarse mucho tiempo, pero... esperaba que al menos pudiera observar el resultado del conflicto —dijo Elsa ligeramente exaltada.
—Así es... esperaba que al menos estuviera aquí durante él, no para que interviniera... quizá solo para poder decir... lo hicimos —dijo Honeymaren, un poco más exaltada que su pareja.
—Null intentó pasar la barrera de los espíritus sobre el valle con una sorprendente cantidad de fuerza bruta, y estuvo a punto de lograrlo durante la noche... me temo que se ha fortalecido más rápido de lo que calculé que lo haría y las habría tomado por sorpresa si no hubiera dado parte de mi poder a los espíritus para contenerlo; me encuentro exhausta... además, hay algo que deben saber... —dijo Ancestral e inmediatamente después desapareció.
—¿A dónde fue? —preguntaba Elsa.
—No lo sé, pero está por aquí, aún puedo sentirla —dijo Honeymaren.
Ambas chicas comenzaron a ver por todos lados en busca de su maestra y Elsa estaba por caminar hacia las escaleras para bajar cuando vio que Honeymaren yacía calmada parada en el mismo lugar.
—¿Qué sucede Honey? —preguntó Elsa caminando hacia ella.
La joven Northuldra la miró con cierta tristeza en sus ojos, la tomó de la mano y la guio para que ambas se sentaran sobre el piso.
—¿Qué está pasando? —preguntó la Reina de la Nieve cuando Honeymaren tocó suavemente su pecho y acto seguido ambas se encontraban en su forma espiritual, para su sorpresa Ancestral estaba ahí, justo en el mismo lugar en el que estaba antes de romper abruptamente con su discurso.
—Lamento no haberte enseñado a usar esta forma durante mi estancia aquí Elsa, pero siendo tu misma parte espíritu enseñarte a controlarla con seguridad hubiera tomado tiempo que no tenía... sé que Honeymaren podrá hacerlo en el futuro, por ahora es mejor que ella sirva de mediadora.
—¿¡Ancestral!? Pero... ¿dónde está su cuerpo?
—La verdad es que nunca lo he tenido, no en esta dimensión, la forma física con la que interactuaron fue una fuerte proyección mágica y nada más.
—Es por eso que rara vez la veíamos fuera del entrenamiento... no estaba dormida o descansando o leyendo... regresaba a su forma espiritual para gastar menos energía —dijo Honeymaren algo cabizbaja, como si lo dijera para terminar de explicarse a sí misma lo que ocurría.
—Así es... has probado ser una alumna excepcional Honeymaren; ahora, cuando gran parte de mi energía me ha dejado soy incapaz de mantener esa proyección por más tiempo.
—Pero no lo entiendo, ustedes hablaron de viajar a través del multiverso con los anillos de honda, a través de los portales que ambas podían crear... ¿por qué no... "vino de verdad"? —dijo Elsa.
—Me temo que mi cuerpo está actualmente incapacitado en mi propia dimensión.
—¿Esta próxima a morir no es así? —dijo Honeymaren... Ancestral solo volteo a verla y sonrió ante aquellas palabras, no una sonrisa feliz... sino una melancólica, una quizá, durante la cual pensaba en lo que iba a extrañar su estancia en ese lugar.
—No sabía que tu intuición se hubiera vuelto tan buena jovencita... o tal vez... —Ancestral se detuvo un momento e hizo un gesto con las manos por encima del pecho de Honeymaren, revelando al Ojo de Agamotto, abierto y bañándola en su luz—. Una ilusión, no dejas de sorprenderme, no pude sentir que lo estuvieras usando —dijo Ancestral sentándose en calma de nuevo—. Así que también has dominado su forma espiritual...
—Así es... —se limitó a decir Honeymaren, procurando ocultar su tristeza.
—Dejo este universo en buenas manos... —dijo Ancestral sonriente—. Ahora que el Ojo te ha revelado la verdad sobre mí de nada sirve ocultarlo, estoy a punto de morir sí... y dejaré a dos de mis mejores aprendices solos para su gran primera batalla que definirá el futuro de su dimensión... —dijo Ancestral, como reprimiéndose a sí misma, y después levitó hasta el gran ventanal del santuario.
—No es su culpa —dijo la joven Northuldra, levitando hacia al lado de Ancestral.
—Estoy segura que ha hecho lo mejor que pudo —dijo Elsa, levitando al otro lado de su maestra.
—He visto muchos posibles futuros de mi universo, sé que lo más probable es que todo termine de forma adecuada... puedo irme en calma gracias a eso.
Ambas chicas solo se mantuvieron en silencio, viendo a través del ventanal como su maestra.
—¿Se preguntan que he visto en su futuro? —dijo Ancestral volteando a ver hacia sus costados, ambas jóvenes asintieron levemente, jamás vi su futuro, solo sus posibilidades... tienen una gran capacidad para ayudar, para hacer de su mundo un lugar mejor y protegerlo de un sin fin de amenazas.
—No me siento lista —dijo Honeymaren.
—Nadie lo está... no se nos deja elegir nuestro tiempo —dijo calmadamente Ancestral, viendo como el rostro de la joven se suavizaba al menos ligeramente.
Pasaron algunos segundos en silencio y Ancestral tomó las manos de las jóvenes, viendo como caía la lluvia sobre el valle... un momento después solo la joven pareja seguía levitando frente al ventanal; acompañada únicamente por el sonido de las gotas contra el cristal, perturbando el profundo silencio.
—No es momento para la tristeza... debemos salvar nuestro mundo, —dijo Honeymaren algunos minutos después, cuando ambas volvieron a sus cuerpos físicos.
—Lo lograremos —dijo Elsa calmadamente, reposando su cabeza sobre el hombro de Honeymaren.
Mientras ambas jóvenes tomaban un momento para lidiar con lo que acababa de ocurrir la Capa de Levitación limpiaba suavemente sus lágrimas.
—Es hora... —dijo Honeymaren, levantándose poco después y dando la mano a su pareja para que hiciera lo mismo.
—Vamos a llevar la pelea a él en vez de esperar que venga a nosotras ¿no es así? —preguntó Elsa, parada al lado de su amada.
—Así es... ahora, repasemos lo que sabemos sobre Null —dijo Honeymaren dirigiéndose hacia la puerta de la habitación donde hace poco había ocurrido el accidente con los portales.
Elsa sabía que Honeymaren se encontraba lastimada por la partida de Ancestral, podía sentir que su novia canalizaba sus sentimientos por medio de la absoluta determinación por enfrentar y vencer a Null, pero decidió no mencionarlo; no quería comprometer la resolución de la joven.
—¿Hay algo que no hayamos visto aquí? —preguntó Elsa al pasar por la puerta.
—Una cosa, algo que no terminé por entender la primera vez y de lo que lamento haberme dado cuenta hasta ahora —dijo Honeymaren atravesando la habitación, ignorando todas las reliquias hasta entrar al cuarto en que tomó el Ojo de Agamotto, y una vez ahí tocó la gran base de roca que se encontraba en el centro y proyectó sobre ella una gran cantidad de magia, bañando el cuarto en un constante resplandor anaranjado, hasta que toda la magia pareció ser absorbida espontáneamente por la estructura, dejando el cuarto en oscuridad absoluta. Repentinamente la magia acumulada se proyectó a través del piso, subió por las paredes y hacia el techo del lugar, donde una enrome proyección del planeta tierra apareció mágicamente.
—El Orbe de Agamotto... Ancestral proyectaba parte de su magia en el ventanal permitiéndonos ver a través de él lo que ella canalizara, pero este es el verdadero artefacto... esta cámara, con la capacidad de mostrar lo que deseemos ver de nuestro mundo y más allá —dijo Honeymaren mientras caminaba alrededor del cuarto mirando la maravillosa visión que se encontraba sobre ellas.
—Es increíble... —dijo Elsa, maravillada al ver que aquel mágico espectáculo respondía ante los movimientos de las manos de Honeymaren, mostrándoles el bosque y después adentrándose en la oscuridad que albergaba a Null, aquel ser que ahora ponía en riesgo su universo.
—Sabemos que Null tiene gran poder en su forma física y espiritual —dijo Honeymaren mientras el techo del lugar proyectaba una oscura nube, de la que ocasionalmente podían verse salir enormes brazos llenos de ventosas, como los de un calamar, de un color tan oscuro como la niebla que ocultaba a la criatura dueña de tales extremidades.
—Los libros dicen que es capaz de volar, volverse intangible, teletransportarse y crear portales... algo difícil de creer para una bestia de ese tamaño... —dijo Elsa mientras veía los múltiples y enormes brazos de aquella criatura arremeter contra la barrera que los espíritus mantenían valientemente alrededor del valle.
—Puede mover objetos con telekinesis, hablar telepáticamente y cambiar de forma, además de proyectar energía, crear ilusiones y poseer a otros seres a voluntad —agregó Honeymaren mientras ambas seguían observando aquella mórbida imagen; su avance era lento, pero claramente aumentaba su velocidad de forma constante.
—¿Es posible acabar con él por completo? —preguntó Elsa.
—Lo dudo —dijo Honeymaren pensativa, con un brazo cruzado para sostener el codo del otro y la mano en su mentón—. Aunque si destruyéramos por completo su forma física, lo que ya seria de por si tremendamente difícil, su forma espiritual permanecería, y al ser una criatura primordialmente espiritual eventualmente crearía otra forma física... Ancestral lo derrotó y lo mantenía encerrado en su propia dimensión, en la dimensión espejo, pero logró escapar durante un momento de fragilidad en su prisión, muy probablemente porque había recuperado toda su fuerza y estaba expectante de cualquier oportunidad que surgiera... aun así, creo que encerrarlo es la mejor opción, seguramente eso lo contendrá por un tiempo, no sabemos cuánto lo mantuvo encerrado Ancestral después de todo, pero presiento que fue un lapso muy considerable, es por eso que no pensó en enfrentarla de nuevo, sino en huir a otra dimensión.
—Es muy probable, debió temerle, y por extensión odiar a cualquier hechicero que pueda meterse en su camino, es por eso que quiere acabar con nosotras y el santuario cuanto antes —dijo Elsa, mientras se daba cuenta de lo que sería necesario hacer.
—Así es...
—Entonces lo derrotamos y lo encerramos en la dimensión espejo, tenemos un plan... es infinitamente más fácil decirlo que hacerlo, pero es un plan —dijo Elsa, caminando hacia el lado de Honeymaren.
—Vi algunos rituales para prisiones místicas, creo saber ya cuál es la adecuada para Null, solo necesitamos debilitarlo lo suficiente como para que no pueda oponer gran resistencia durante el hechizo, una vez encerrado lo enviaré a un recóndito rincón de la dimensión espejo y nuestro universo estará a salvo.
—Suena bien... debemos ser cautelosas para que el plan resulte —dijo Elsa, pensativa.
—Todo saldrá bien, nos tenemos la una a la otra, hay que evitar separarnos y controlaremos cualquier cosa que Null arroje en nuestro camino —dijo Honeymaren, poniendo su mano sobre el hombro de Elsa.
—No quiero que vuelva a jugar con mi mente, he entrenado para fortalecerme, pero... ¿y si no fue suficiente?
—Sé que lo será, pero también sé que sentirse segura es sumamente importante —dijo Honeymaren, alcanzando algo en su bolsillo—, así que me tomé la libertad de hacer algo para ti, continuó la joven mientras mostraba una pequeña cajita de madera oscura como el chocolate, y después cuando el rostro de Elsa comenzaba a mostrar emoción la abrió.
—¡Eso es...! ¡es...!
—Dentro de la pequeña caja de madera y descansando sobre un pequeño cojín de suave y brillante tela azul se encontraba descansando un hermoso anillo de plata delicadamente estilizado con un patrón grabado de símbolos mágicos en su contorno y una parte superior embellecida con los símbolos Northuldra para los elementos, formando un copo de nieve, en cuyo centro una hermosa y redonda gema azul, de un brillo que la joven Elsa jamás había visto representaba al quinto espíritu; a la misma chica que ahora estaba parada ahí, asombrada por la belleza del anillo.
—¡Es... hermoso! —dijo Elsa, realmente atónita ante la sorpresa.
—Elsa... ¿enviarías a esta malévola criatura de vuelta a la oscuridad de la que salió, conmigo?
—¡Claro que lo haré Honey! —dijo Elsa emocionada, acto seguido Honeymaren tomó el anillo y Elsa extendió su mano para que lo pusiera en el dedo medio de su mano derecha.
—¡Muchas gracias, te ha quedado bellísimo! —dijo Elsa, viendo feliz el anillo sobre su mano y después abrazando impulsivamente a Honeymaren, quien la abrazó fuertemente de vuelta.
—Gracias, fue mi primera vez haciendo un anillo —dijo la joven Northuldra mientas se abrazaban.
Unos segundos después las jóvenes se separaron, el rostro de ambas reflejando gran felicidad por lo que acababa de suceder, o tal vez más, por el simbolismo que el acto tenía.
—Es una reliquia en sí misma, no solo te protegerá mental y espiritualmente contra todo lo que Null pueda intentar contra ti, sino que también fortalecerá aún más tu magia contra la suya, con tu entrenamiento y esta ayuda encontrará en tu magia una adversaria formidable.
—Gracias Honey, con esto me siento más...segura, con lo que vamos a hacer —dijo Elsa, tomando la mano de Honey.
—Me alegra, es justo lo que quería oír.
—Elsa tiró levemente de la mano de Honeymaren para acercarla, sus miradas se encontraron y la joven Northuldra entendió de inmediato lo que pasaba, acercando suavemente su rostro a través de los escasos centímetros que lo separaban de los labios de su amada para luego dar un pequeño beso, como si pidiera permiso, o quizá para jugar con el deseo que sabía existía en su compañera, quien ante esto tomó la iniciativa para atrapar a la joven hechicera en un romántico beso.
—Creo... que ha llegado el momento —dijo Honeymaren algunos minutos después, cuando el romance de aquel beso había ardido ya por completo.
—Si... creo que si... ¿no tenemos ningún pendiente? —preguntó Elsa, sabiendo que cuando salieran del santuario no podrían volver hasta que Null fuera derrotado.
—Creo que no... ¿hay algo que tu recuerdes?
—Solo algo... ¿no suelen todas las reliquias llevar un nombre?
—Tienes razón —dijo Honeymaren, tomando la mano derecha de Elsa, decidí llamar a esta "Frozen Heart".
—¡Oh! ¡Es lindo!... ¿Hay alguna razón en especial? —preguntó Elsa ruborizada.
—Es como me hiciste sentir la noche que te conocí, viendo como lanzabas magia por tus manos... —dijo Honeymaren, intentando no ceder ante la pena que le daba esa confesión.
—Aww —dijo Elsa, plantándole un beso a la joven en la mejilla—. Y ahora eres mejor que yo en ello —agregó.
—No, claro que no, tu naciste con magia, yo solo... intento hacer lo mejor que puedo —dijo Honeymaren.
—Y lo haces de forma increíble... —dijo Elsa viendo a los ojos de su compañera.
—Gracias... —dijo Honeymaren, correspondiendo la mirada.
—Supongo que estamos listas —dijo Elsa, desviando la mirada hacia la salida del cuarto del Orbe.
—Así es —dijo Honeymaren al lado de su novia, mientras comenzaban a caminar hacia la salida.
—¡Oh!, solo permíteme guardar esta pequeña cajita en nuestra habitación, no quiero perderla —dijo Elsa mientras caminaban, Honeymaren asintió y ambas salieron del cuarto de las reliquias.
—Te esperare aquí...— dijo Honeymaren a la entrada del pasillo que llevaba a los cuartos.
—Está bien, vuelvo en un minuto —dijo Elsa, dirigiéndose a su habitación.
Mientras Honeymaren esperaba la capa le dio ligeros tirones, como pidiéndole que fuera al cuarto también.
—No, no es el momento —dijo la joven.
«Si vuelvo ahí con ella... me pondré a pensar en las bellas cosas cotidianas de las que podría perderme si algo sale mal», pensó la joven Northuldra.
Cuando Elsa entró a la habitación no pudo evitar echar un vistazo, de verdad creía que todo saldría bien, pero no podía negar que había un poco de miedo en su persona.
—Cálmate, todo estará bien —dijo Elsa para sí, abriendo el cajón de su mesita de noche y dejando ahí la pequeña cajita que Honeymaren había hecho para entregarle su anillo.
«Un día... yo también pondré un anillo en tu dedo», pensó la joven Reina al ver la cajita en su cajón, y después lo cerró para volver al lado de aquella que la hacía sentir tan lindos deseos.
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