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Capítulo XV

Una vez de vuelta en el santuario la luz del atardecer bañaba ya el lugar y las jóvenes decidieron continuar rápidamente para no perder la inercia que llevaban, ya que ya habían descansado durante el último escenario.

Poco después de que Honeymaren activara nuevamente la sala de entrenamiento las jóvenes pudieron sentir como el agua surgía bajo sus pies.

Dame tu mano, el agua puede ser peligrosa si no sabemos a dónde vamos a aparecer —grito Honeymaren, Elsa entrelazó sus manos con las de la joven hechicera y después de un gran destello ambas se encontraron en medio de una violenta tormenta en una noche oscura.

—¡Es un navío! —gritó Elsa soltando una mano de Honeymaren para sujetarse de los cabos amarrados alrededor del mástil de la embarcación en la que habían aparecido, esperando no caer y ser arrastrada por la resbaladiza cubierta que parecía ser bañada constantemente por las olas.

—¡Nunca he estado en uno! —gritó Honeymaren, sujetándose fuertemente de la mano de Elsa, y también de los cabos del mástil principal con su mano libre.

De pronto una gran ola golpeó fuertemente a babor de la nave, lanzando a las jóvenes contra la borda contraria.

—¿Estás bien? —preguntó Elsa, sobándose el costado con el que impacto contra la madera solida del barco y asegurándose de mantener a su compañera cerca.

—Sí, no te preocupes —dijo Honeymaren haciendo lo mismo.

Ambas jóvenes se encontraban ahora empapadas y ligeramente adoloridas, debían tomar control del navío rápidamente o estarían en problemas.

Elsa dirigió su mirada hacia la popa y pudo distinguir el timón girando erráticamente conforme el viento y el movimiento del agua lo llevaban.

—¡Debemos controlar el barco! —dijo Elsa, resuelta a tomar acción cuanto antes, y al aprovechar un pequeño espacio en el que la cubierta se mantuvo equilibrada corrió hacia las escaleras del alcázar.

—¡Elsa cuidado! —grito Honeymaren cuando Elsa estaba por subir las escaleras y una gran ola meció bruscamente el navío de nuevo, por suerte la advertencia funcionó y la joven Reina se sujetó fuertemente del barandal de las escaleras.

Honeymaren se levantó dificultosamente y después conjuro un hechizo para mejorar el agarre que tenía con sus extremidades, rodeando manos y pies con un fuerte brillo naranja que poco a poco fue desapareciendo, y así, paso a paso, para evitar que la fuerza del tambaleo la hiciera perder el equilibrio y caer, avanzó hacia donde se encontraba su pareja, aún sujeta de las escaleras ya que el movimiento peligrosamente errático del navío no había dado tregua.

—Vamos, yo no tengo idea de cómo hacer esto —dijo Honeymaren sonriendo, incluso en medios del caos, mientras se paraba en las escaleras al lado de su amada.

La pareja se dio la mano y ambas subieron lentamente por las escaleras mientras el barco parecía poderse hundir en cualquier momento, las velas que se encontraban desplegadas se llenaban de aire a momentos para detenerse en seco a otros, empeorando el brusco movimiento de la embarcación.

—¡Ahí!, ¡Vamos al timón! —dijo Elsa jalando a su compañera por el alcázar cuando el piso pareció mantenerse estable por un momento y antes de dar tiempo a otra sorpresa llegó a la rueda del timón y lo tomó con firmeza, manteniéndolo estable.

—¡Está funcionado! —dijo Honeymaren, a la espalda de su novia, viendo como la dirección del barco se estabilizaba.

—¡Así es! —dijo Elsa felizmente, disfrutando su momentánea victoria, aunque el mar amenazaba con no permitirle disfrutarla mucho tiempo.

Poco después de que Elsa tomara el timón grandes olas comenzaron a chocar contra el barco nuevamente, mientras aquellas por las que surcaba lo levantaban y bajaban en un veloz vaivén que comenzaba a marear a la joven Northuldra.

—No me siento muy bien —dijo Honeymaren, dejándose caer sobre sus rodillas y sosteniéndose firmemente de una pierna de Elsa, mientras ella seguía maniobrando firmemente el timón.

—No te preocupes cariño, nunca habías abordado un barco antes, el mareo por el mar es normal incluso en aguas relativamente estables, solo resiste, intentaré buscar aguas más calmadas —dijo Elsa, soltando el timón con una mano para acariciar un poco el rostro de Honeymaren y luego devolverla a la tarea que tenía enfrente.

«Es tan dulce al preocuparse así por mi incluso en medio de todo esto», —pensaba Honeymaren sostenida de su novia mientras la veía batallar contra el mar con ojos llenos de ternura—, «no puedo dejar que haga todo sola, debo ayudar», pensó la joven hechicera, sintiendo un vivaz impulso para retomar el control de sí misma.

Honeymaren se levantó firmemente y después conjuro sobre sí algunos hechizos para procurar contrarrestar el mareo y las náuseas, que la dejaron sintiéndose un poco más pesada y entumecida, pero definitivamente mejor.

—¡Honey! no tienes por qué —comenzó a decir Elsa, preocupada porque su novia se esforzara de más.

—No te preocupes Snowflake, necesito hacer esto, interrumpió Honeymaren, y después tomó el timón junto a su novia, proyectando magia sobre él y poco a poco haciendo que su magia se esparciera por el barco mientras intentaban mantenerlo estable.

—¡Está funcionando! —gritó Elsa emocionada.

—¡Así es! —respondió Honeymaren, con una sonrisa en su rostro.

Por algunos minutos las jóvenes mantuvieron su posición, concentradas solamente en chocar de frente con la próxima gran ola, intentando evitar al máximo un impacto que las desestabilizara. La pareja logró pasar sin problemas varias oleadas de gran fuerza hasta que un nuevo reto se presentó sorpresivamente.

—¡¿Qué es eso?! —preguntó Honeymaren.

—¿También lo sentiste? —preguntó Elsa, y mientras tomaban tiempo para reaccionar la nave comenzó a inclinarse hacia la izquierda, atraída por una fuerza que no podían percibir.

—¡Es inútil, no podemos resistirnos! —dijo Elsa ante los estruendos de la tormenta mientras ambas jóvenes intentaban arduamente dar vuelta a la nave.

—¡Dame un momento, me elevaré para ver si puedo encontrar lo que está causando esto! —dijo Honeymaren, soltando el timón y preparándose para salir volando del barco.

—¡No, espera! —dijo Elsa tomándola por la muñeca—, el aire está demasiado agitado, puede ser peligroso —añadió Elsa, viendo al rostro de su joven compañera con una mirada claramente preocupada.

—¡No tienes por qué preocuparte, la capa y yo poseemos gran fuerza juntas! —dijo Honeymaren mostrando el bíceps de su brazo libre mientras la capa simulaba dos brazos arqueados con sus extremos y los rayos y truenos se hacían presentes a su alrededor.

—Está bien —dijo Elsa, después de dejar salir una pequeña risa con un toque de preocupación que ambas le causaron.

La pareja intercambió una mirada de confianza y seguridad y después Honeymaren se elevó velozmente, para después dirigirse hacia donde la tormenta parecía estarlos llevando.

Después de unos segundos la joven se dio cuenta de la indudable causa de su problema, un enorme remolino que atraía poderosamente enormes cantidades de agua hacia el abismo que era su centro.

—No hay forma de que nuestra nave sobreviva eso —dijo Honeymaren para sí.

Al escuchar esas palabras la capa hico un gesto de negación con uno de sus extremos, apoyando lo que había mencionado la joven.

—Debemos volver con Elsa cuanto antes, buscar la forma de librarnos de su atracción y alejarnos.

La capa asintió y ambas hicieron un esfuerzo para volar lo más rápido posible de vuelta a su embarcación.

—¡Remolino!, ¡Hay un gran remolino más adelante! —gritó Honeymaren mientras descendía nuevamente en el navío, al lado de su pareja

—¡Oh no!, esto será más difícil de lo que pensé —dijo Elsa preocupada, aun intentando que la nave se resistiera a la atracción del remolino.

—Debe haber algo que podamos hacer, si tienes alguna idea haré lo mejor que pueda para apoyarte —dijo Honeymaren.

—¡Toma el timón, mantenlo firme, ahora vuelvo! —dijo rápidamente Elsa, con una mirada que su novia fácilmente interpretó al ver que era el gesto que hacia cuando le había llegado repentinamente alguna gran idea.

—¡Claro! —respondió la joven, tomando el mando con firmeza y en ese momento Elsa se dirigió a las escaleras para descender a cubierta.

La joven Reina de la Nieve no tenía una amplia experiencia en navíos, pero contaba con múltiples recuerdos de los viajes que había hecho en el de sus padres cuando era una niña y entre aquellas memorias se encontraban algunas pistas sobre cómo funcionaban algunas cosas en la embarcación.

Una vez en el castillo de proa Elsa encontró lo que buscaba, las anclas, recordó la forma en que los marineros solían soltarlas y se apresuró a liberarlas de la forma más sincronizada posible, esperando que cayeran y se sujetaran del fondo de forma relativamente uniforme.

Algunos segundos después ambas anclas se sujetaron al fondo y el navío vio una brusca disminución en la velocidad que casi hizo que la joven Reina perdiera el equilibrio, evitando caer sujetándose de uno de los cabos que iban sujetos el bauprés.

—¡Elsa, ¿estás bien?! —preguntó Honeymaren recuperando su postura después del gran tirón que dio la embarcación.

—¡Si! —dijo Elsa incorporándose—, ¡¿y tú?!

—¡Estoy bien!... ¡¿es normal que eso haya pasado?!

—Sí, las anclas evitarán que el barco siga avanzando, al sujetarse nos detuvieron bruscamente —dijo Elsa mientras caminaba de nuevo por la cubierta hacia Honeymaren.

—El remolino... ¿crees que podamos congelarlo? —preguntó la joven Northuldra una vez que la joven de Arendelle estuvo nuevamente a su lado.

—No lo sé... nunca he podido congelar gran parte del océano, su movimiento evita que el hielo siga avanzando antes de romperse... un torbellino tiene una gran fuerza de movimiento... sería muy difícil —dijo Elsa pensativa.

—¿Y si se congelara tan rápidamente que el movimiento no fuera un problema? —preguntó Honeymaren, soltando el timón y concentrándose en el problema que tenían a la mano al ver que el navío se mantenía en posición.

—¡Eso podría funcionar!... tienes una idea en mente ¿no es así?

—Más de una... —dijo Honeymaren, poniendo su mano sobre el Ojo de Agamotto, fue ahí que Elsa creyó entender lo que su novia tenía en mente.

—¡Wow! ¿Qué haces? —preguntó Elsa sorprendida cuando Honeymaren la tomó en brazos y la llevó rápidamente por los aires.

—Te explicaré en el camino —dijo decididamente la joven hechicera.

—Ese es el remolino... parece más grande que la última vez —dijo Honeymaren, levitando con su novia en brazos sobre aquel poderoso fenómeno natural.

—Su propia fuerza debe estarle generando impulso... esto no será fácil —dijo Elsa, después de eso la joven hechicera conjuró un círculo mágico bajo ellas que usaría como plataforma, descendiendo sobre él y bajando a pareja a su lado.

—Creo que puedo mejorar nuestras posibilidades —dijo Honeymaren, abriendo el Ojo de Agamotto y cerrando sobre sus antebrazos los anillos mágicos del tiempo y la magia blanca.

La joven hechicera estaba segura de lo que haría y procedió a extender su mano sobre el enorme remolino transmitiendo rápidamente el poder del Ojo hacia él y en cuestión de segundos deteniéndolo por completo, tal como todo a su alrededor.

—¡Esto es increíble! —dijo Elsa, emocionada al ver que incluso las gotas de lluvia se habían paralizado donde estaba, mientras Honeymaren bajaba sus manos con un gesto e satisfacción.

La joven Reina de la Nieve no tardó en crear una gran escalera hasta la superficie del agua y una vez lista tomó de la mano a la joven hechicera, llevándola con ella hacia el estático mar.

—Es sorprendente —dijo Elsa al borde de su escalera de hielo, justo al ras del agua que hasta hace poco se agitaba poderosamente.

—Gracias, tan solo espero que haya sido la decisión correcta y no alguna especie de trampa de mi parte —dijo Honeymaren.

—No creo que lo sea, estás fortaleciendo tus poderes y eso es el objetivo de nuestro entrenamiento —dijo Elsa acariciando la mano de la joven de manera reconfortante, causando en ella una sonrisa que devolvió con cariño.

Al sentirse lista la joven Reina de la Nieve volvió su mirada hacia el agua y dio un cauteloso paso hacia ella, cuando la punta de su pie tocó delicadamente la superficie esta se congeló casi de inmediato varios metros alrededor, dándole una superficie sólida y gruesa sobre la cual pararse.

—¡Vamos! —dijo Elsa jalando a Honeymaren cuando pudo sentir que el hielo era seguro, y así un gran camino de hielo fue surgiendo para dar paso a las chicas que avanzaban sin demora hacia el centro de aquel enorme torbellino que habría sido la pesadilla de cualquier marinero que se lo hubiera encontrado y que estaba por ser domado fácilmente por los poderes y determinación de la joven pareja trabajando en conjunto.

No tomó mucho tiempo para que las jóvenes se encontraran paradas al borde del gran remolino, Elsa se encontraba emocionada por lo que ambas estaban logrando hacer juntas, Honeymaren por su parte, estaba un poco más distraída.

—Es increíble, ¿no es así? Lo hicimos, llegamos hasta aquí como si hubiera sido una caminata más por el bosque —dijo Elsa, inclinándose ligeramente para ver más allá del borde del abismo que el remolino formaba, sin embargo, sus palabras no recibieron una respuesta—. ¿Honey? —dijo Elsa más seria volteando al ver a su novia que aún mantenía sujeta de la mano y que parecía tener la mirada fija sobre ella.

—Lo lamento —dijo Honeymaren, repentinamente, como si rompiera el trance en que se encontraba—, te he visto tantas hacer cosas como estas y aun así no dejas de impresionarme —añadió la joven apenada.

—Honey —dijo Elsa cariñosamente removiendo algunos mechones de cabello de la frente de la joven Northuldra—, eres tú quien me ha sorprendido, todo esto es gracias a ti, incluso el encontrarnos aquí ahora es gracias a tu magia —agregó Elsa, y después le dio un rápido beso en la mejilla a su compañera—. Ahora vamos, justo como lo hicimos en Creta —añadió la joven Reina soltando la mano de Honeymaren y luego dirigiéndola al hondo abismo que formaba el torbellino.

Honeymaren procuro ocultar su rubor y accedió vigorosamente.

—¡Claro! —dijo la joven hechicera ajustando sus manos y conjurando un gran círculo mágico sobre el centro del remolino, una vez terminado Elsa procedió velozmente a proyectar una gran cantidad de su poder a través del círculo mágico que lo amplificaría, congelando el remolino hasta su punto más bajo.

—¡Lo hicimos! —dijo Elsa emocionada.

—¡Si!, ¡Eso debería ser suficiente! Volvamos al barco para disolver el poder del Ojo y volver el tiempo a la normalidad —dijo Honeymaren.

—La última en llegar le debe un masaje a la otra! —dijo Elsa riendo y comenzando a correr sin dar tiempo a Honeymaren de reaccionar.

—Eres la peor! —dijo Honeymaren, comenzando a correr velozmente tras ella.

Minutos después Elsa fue la primera en poner pie sobre el navío, después de la práctica se había vuelto una experta moviéndose sobre el hielo y creando sus propios caminos con este. La verdad es que Honeymaren y la capa podían haber ganado, pero la joven hechicera no lo quería así.

—Hay que seguirla de cerca, pero dejarla creer que no podemos alcanzarla —dijo en voz baja Honeymaren a la Capa de Levitación mientras corría.

La antigua reliquia con personalidad hizo algunos gestos, como reclamando o preguntándole algo.

—Sí, ¡quiero perder ¿está bien?! —respondió la joven ligeramente exasperada—, esa apuesta será una perfecta excusa alguna vez... —agregó la joven en voz más baja.

Ante aquellas palabras de Honeymaren la Capa solo gesticulo más.

—¡No te burles, concéntrate!

Y fue así que la ambas trabajaron en equipo para hacer creer a Elsa que ganó por una mínima diferencia, las jóvenes rieron por lo parejo del resultado una vez en el navío y juntas levaron anclas para después disolver el hechizo del Ojo de Agamotto.

—Aquí vamos —dijo Honeymaren mientras cerraba la antigua reliquia y en cuanto la influencia de su poder se desvaneció la nave comenzó a moverse rápidamente.

—¡La tormenta sigue, pero ya no siento que algo nos esté atrayendo! —dijo Elsa mientras estaba al timón.

—El mar parece un poco más calmado —dijo Honeymaren al asomarse por la borda y ver que las olas eran menos agresivas que antes.

—El remolino influía con fuerza en su alrededor, detenerlo tan drásticamente debió influir en las aguas deteniéndolas un poco también —dijo Elsa mientas Honeymaren subía por las escaleras del alcázar a su lado.

—Esperemos que la calma dure —dijo Honeymaren al pararse al lado de su novia y crear un escudo mágico por sobre ellas, evitando que más agua las empapara, justo después Elsa uso sus poderes para eliminar el agua que ya tenían encima, secando su ropas y cabello.

—Gracias —dijo la joven Northuldra, mientras abrazaba por detrás a su pareja que maniobraba el timón.

—Gracias a ti —dijo Elsa, frotando su mejilla contra la de su novia que ahora descansaba su mentón sobre su hombro derecho.

Conforme el tiempo pasó la tormenta se calmó un poco más, los rayos desaparecieron y terminó siendo en forma tan solo una lluvia fuerte. Las jóvenes, al no tener una pista de hacia donde debían ir, solo siguieron navegando en el mismo curso que la nave tenía cuando aparecieron en ella, esperando que alguna señal de lo que debían hacer ahora surgiera. 

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