37: Un nuevo paso.
Alice Coleman.
Dos semanas habían transcurrido desde la ultima vez que vi a Josh y a Fallon. Con Josh habíamos terminando las cosas bien, creo que a pesar de todo, mi relación con Justin y nuestros sentimientos habían estado desde siempre claros. Josh solo necesitaba oírlo de mi boca para finalmente dejarlo ir. Y era triste el hecho de que lo haya confesado después de años siendo amigos. Aún así, era su culpa el no haber hablado antes, mi intención y la de Justin jamás fue hacerle daño.
Con Fallon las cosas tampoco habían terminado de lo mejor, y realmente yo no tenía muchas ganas de verla ni de arreglar las cosas por el momento. Nuestra discusión aquel día fue intensa. Después de que yo terminara de hablar con Josh, ella insistió en querer hablar conmigo y aunque de principio me negué porque desde el fondo yo sabía que aquella conversación terminaría mal, igual acepté y como era de esperarse terminamos gritándonos, y fue Josh junto a Justin quienes nos calmaron. Fallon ni siquiera había aparecido en la oficina después de aquello, y reiteradamente podía decir que me sentía tranquila con eso ya que, personalmente, yo tampoco tenía muchas ganas de verla.
Justin se había comportado excelente conmigo todos estos días, incluso se me hacia tan familiar su cercanía, era como volver a los viejos tiempos de nuestra relación en donde ambos disfrutábamos de cada momento juntos. Pero igualmente se sentía todo con un toque distinto, quizás por el hecho de que ambos ya éramos más adultos que antes.
Había vuelto a la mansión, ya llevaba una semana viviendo con nosotros, y yo no podía estar más feliz con eso. Incluso, él salía del trabajo generalmente a las ocho de la tarde, pero había estado llegando a las seis con la excusa de que necesitaba estar más tiempo en casa conmigo y con los niños.
Nuestra relación del pasado terminó, resumidamente, porque él no tenía tiempo para su familia, y actualmente yo sentía que de alguna forma estaba llegando más temprano porque quería evitar que se volviera a repetir la situación, pero él no sabía o simplemente no entendía, que a mi no me molestaba que respetara su horario, a mi me molestaría si el quisiera hacer horas extras sin sentido, como lo hacía en el pasado solo para evadirme.
—¡Mami!
Una voz fina y aguda se escuchó a mi izquierda. No fue necesario girar mi cabeza para saber de quien se trataba. Podría reconocer esa voz incluso si perdiera la memoria.
Abrí las mantas de la cama y Madison se subió en ella de un salto. La ayudé a abrigarse y se acurrucó en mi pecho, rodeando mi cintura con sus pequeños y delgados brazos. En seguida me invadió su olor a bebé y quise apretarla y llenarla de besos, Madison seguía siendo mi bebé.
—Papi ha llegado, estaba en el supermercado con Alex —comentó.
—Que bueno, cariño —sonreí.
En ese momento se abrió la puerta de la habitación, y por ella entró Justin con Alex en sus brazos. Justin venía vestido con una de las típicas camisas a rayas que usaba para trabajar y Alex aún estaba vestido con su ropa de colegio.
—¡Mami! —exclamó.
Justin lo dejó en el suelo, sonriendo, y Alex comenzó a correr hacia la cama. Se subió de un salto y se acurrucó contra Madison, de forma que quedamos los tres en la cama.
—Bueno, tendré que unirme a la reunión —Justin elevó una ceja con diversión, mientras aflojaba su corbata, sin dejar de mirarme.
Resulta que hoy a penas nos habíamos saludado.
Se metió a la cama, quedando en el otro extremo, a un lado de Alex.
—¿Pasaron al supermercado? —pregunté.
Me giré, para tener una mejor vista de los dos pequeños y de Justin, quien ya había encendido el televisor.
—Sí, papá nos fue a buscar al colegio, luego vinimos a dejar a Madison y luego volvimos al supermercado —Alex relató, acurrucándose en el pecho de Justin.
Reí ligeramente, Alex era bastante extrovertido cuando se lo proponía.
—¿Mami?
Miré a Madison con ambas cejas alzadas, para hacerle entender que la estaba escuchando.
Sus ojos mieles me miraron curiosos por unos segundos, y yo conocía perfectamente aquella mirada, era porque estaba pensando en lo que diría. Tosió levemente y me abrazó con más fuerza.
—¿Cómo se conocieron Papi y tú? —elevó ambas cejas, a medida que sus mejillas se tornaban de un color carmesí.
Sonreí inconscientemente, mirando a Justin en el hecho. Él se rió y puso toda su atención en nosotras.
—¡Yo igual quiero saber! —Alex exclamó emocionado.
—¿Necesitas consejos de amor, Maddie? —la molesté.
Pequeña, pero inteligente.
Rodó sus ojos como si yo estuviera diciendo una estupidez, pero la conocía, y el hecho de que se haya sonrojado me lo dejaba más que claro.
¡A Madison le gustaba un niño!
No me podía sentir más emocionada.
—Alice —Justin gruñó.
En ese momento caí en la realidad de que estaba incomodando a mi pequeña niña de seis años frente a su padre, quien por cierto era bastante celoso y eso no ayudaba a la situación.
—Solo dime cómo se conocieron —protestó—. Hoy mi amiga Melanie me contó cómo se conocieron sus padres y dijo que eran los mejores porque jamás se había separado. Le dije que yo seguía siendo la mejor, pero no pude decirle como se conocieron mis padres y le dije que no estaban separados, nunca —se quejó, con bastante decisión para su corta edad.
No pude evitar sentirme mal. Era obvio que su "amiga" Melanie, si es que se le puede llamar amiga, sabía aquellas cosas gracias a su madre; pero eso no me molestó, me molestó saber que aquella niña estaba molestando a Madison por eso.
—Hablaré con la madre de aquella mocosa —suspiré.
Justin negó con la cabeza levemente, dándome a entender de que no estaba de acuerdo con mi elección de palabras, pero él no me podía pedir menos.
—¿Solo quiero saber cómo se conocieron? —Madison insistió.
—Éramos compañeros de colegio, Maddie —Justin finalmente le respondió.
Noté como Alex sonreía y Madison solo se quedaba mirándonos con curiosidad.
—¿Entonces comenzaron a ser novios desde niños? ¿Como de mi edad? —se sonrojó nuevamente.
Quise reír porque era bastante obvio que todas estas preguntas llevaban un doble sentido.
—¡No! —Justin negó en seguida.
También quise reír porque él también se había dado cuenta de la situación, y claramente estaba celoso.
—¿Entonces no eran compañeros desde niños? —Alex dejó de sonreír, mirando a Justin con una ceja alzada.
—Sí, lo éramos, pero comenzamos a ser novios el último año de colegio —Justin se elevó de hombros—, pero yo estaba enamorado de tu madre desde que la vi en el jardín —me miró.
Mi estómago se revolvió y no pude evitar sonreír, sonrojándome al igual que Madison.
—¡A mi también me gustaste desde que fuimos niños! —lo miré.
—Pero ambos lo supimos después de años, siendo amigos, claro —miró a Madison fijamente, con advertencia.
Pobre Madison, no quería ni imaginar el día en que fuera adolescente y llegara con novio a la casa, o simplemente pidiera el primer permiso para ir de fiesta, Justin sería un pesado y ahí tendría que intervenir yo.
—¿Pero mami, papi fue tu primer novio?
Le respondí aquella pregunta a Madison con un simple asentimiento de cabeza.
—Todas las chicas del colegio me odiaban, todas estaban enamoradas de Justin —hice una mueca.
—¡Los chicos del colegio igual me odiaban por estar contigo! —Justin recalcó.
—¡Pero tú eras popular! —fruncí el ceño— Tenias muchos amigos y todas las chicas rogaban por atención de tu parte.
—Tú igual eras popular. Fue desagradable escuchar todos los años a los estúpidos hablando de ti en los camerinos del gimnasio —elevó ambas cejas.
—¡Justin, la boca! —le regañé.
Teníamos la regla de no decir palabras malas frente a los niños. Y la palabra "estúpido" también rompía las reglas.
—¿Papá tuvo novias antes de Mami?
—¡No!
—¡Sí!
Nos quedamos mirando fijamente, y los niños nos quedaron mirando a nosotros.
—¡Si!
—¡No!
Volvimos a repetir al unísono.
—No tuve novia, fuiste la primera —Justin elevó una ceja—. Lo sabes.
—Pero igual saliste con chicas antes.
—Sí, pero nunca fue nada serio —aclaró.
—No entiendo —Alex negó con la cabeza—. Si mamá te gustó toda la vida, ¿por qué saliste con otras chicas, papi?
Alex estaba creciendo muy rápido. Y cada vez era más curioso, al igual que Madison.
—Porque jamás supe que tu madre sentía lo mismo por mi, hasta que dejé de ser ciego.
Tu tía Jazmyn me ayudó a abrir los ojos —se elevó de hombros.
No pude evitar sonreír, recordaba la primera vez que nos besamos y se me insinuó con simples palabras. Aquella noche no había podido dormir pensando en él.
—¿Oh, entonces es verdad que mami era popular? —Madison sonrió con satisfacción.
—Tú madre y tu tía Fallon tenían enamorados a todos los imbéciles del colegio.
—¡Justin, cuida el vocabulario por favor! —insistí.
—¡Yo igual soy popular! —Madison exclamó con felicidad— Soy la única del salón que tiene un teléfono y además buenas calificaciones.
Reí con ternura, negando con la cabeza al mismo tiempo. Madison siempre sería especial.
—Me gusta una niña del jardín —murmuró Alex, de un segundo a otro.
Sus mejillas no tardaron en enrojecerse, pues, todos teníamos la vista fija en él.
—Hoy le dije que era linda —prosiguió.
—¡Ese es mi chico! —Justin exclamó con felicidad, abrazándolo con fuerza.
Elevé una ceja, sin poder creer que aquello había salido de la boca del pequeño. Yo era celosa, sí, pero jamás celaría a mi hijo por una tierna criatura de cuatro años o más.
—A mi igual me gusta un niño.
Al parecer hoy era la tarde de las confesiones; pero yo no podía estar más agradecida de que los niños, siendo tan pequeños, nos contaran sobre aquello, porque ahí se comenzaba a crear la confianza padre-hijo.
Recuerdo perfectamente que yo cuando pequeña sólo le contaba a Fallon lo mucho que me gustaba Justin, cuando crecí seguí contándole todo solo a Fallon, mis padres prácticamente tampoco me preguntaban mucho, nunca había tenido tanta confianza con ellos.
—No tienes permiso para tener novio, Madison. Cuando tengas veinte quizás lo piense —Justin murmuró.
Mis ojos se abrieron con exageración, y quise tener el brazo largo para poder golpearlo sin que los niños lo notaran.
Él se estaba tomando esto bastante enserio, ni siquiera razonaba que eran ambos eran muy pequeños. Cinco y seis años. Justin estaba loco.
Madison hizo un leve puchero y me abrazó con fuerza.
Miré a Justin negando con la cabeza y el sólo se elevó de hombros. No me gustaba que se hiciera el tonto en estas situaciones así, esta bien, eran niños, pero uno debía tener más cuidado en las bromas con los niños que con los adolescentes.
Alex se levantó emocionado de la cama y murmuró que iba a jugar, Madison igualmente se levantó y lo siguió.
Cuando finalmente estuvimos solos, Justin me miró con una sonrisa, que yo conocía perfectamente. Él sonreía de esa forma cuando quería acurrucarse conmigo. Se movió hasta quedar a mi lado y en seguida me aplastó con sus brazos.
—Entonces, ¿te has olvidado que tú fuiste mi primera novia y la única que he tenido? —elevó ambas cejas, burlonamente.
Tenía una sonrisa en la cara y sus ojos me miraban con diversión.
Rodeé los ojos e igualmente sonreí.
—¡Saliste con otras chicas! Recuerdo perfectamente cuando besaste a Anastasia Johnson en una fiesta, teníamos dieciséis años —recordé.
Justin frunció el ceño por un momento, como si estuviera esforzándose en recordar.
—¡Ni si quiera lo recordaba!
—Yo si, lo vi en tercera dimensión —me quejé.
—¿Por esa razón te fuiste temprano de la fiesta? —elevó una ceja— Recuerdo que Fallon se quedó sola y cuando nos vimos en el colegio tú ni siquiera me saludaste —Justin hizo un puchero—. Me rompiste el corazón.
—Tu me lo rompiste primero —elevé ambas cejas.
—Si tan solo hubiese sabido que me querías, hubiésemos estado juntos desde muy niños —dejó un casto besó sobre mis labios.
—¿Recuerdas cuando golpeaste a John Williams? —reí, mirando sus ojos mieles.
—¡Oh Dios! Hace una semana me encontré con ese imbécil, es abogado —Justin hizo una mueca.
—¡Lo dejaste con los dos ojos morados!
—¡Golpeé a muchos imbéciles por ti! —acarició mi cintura.
—Sí, es verdad —admití.
Justin golpeó a muchos chicos incluso antes de que comenzáramos a ser novios. Recuerdo perfectamente todas aquellas peleas, yo de alguna forma siempre terminaba curándole los golpes, y en estos momentos es en donde me daba cuenta de lo estúpida que fui. Él siempre estuvo ahí y yo fui ciega al no darme cuenta de que me quería. Ambos fuimos igual de ciegos.
—Te amo mucho, estoy tan feliz de que estemos aquí juntos, a pesar de todo —su dedo pulgar acarició mi mejilla.
Sonreí nuevamente, mirando sus ojos fijamente. Se notaba tranquilo, a pesar de que seguramente estaba cansado porque recién venía llegando del trabajo.
—Te amo mucho más.
—Imposible —negó con la cabeza—. Siempre has sido mi debilidad, honey —susurró, aún más cerca de mis labios.
Amaba aquellos momentos íntimos, eran hermosos y él los hacía mejor aún. Era genial estar abrazados, expresando nuestros sentimientos en susurros o simplemente cuando nos besábamos sin razón alguna. Todo era genial a su lado. Su aura me envolvía con facilidad, y él me atrapaba con bastante exigencia.
—Se siente cómo una nueva etapa, no lo sé, me encanta —acarició con la punta de su nariz mi mejilla.
Cerré los ojos, sintiendo la tranquilidad que me brindaba, dejándome estar ahí en sus brazos.
—Tenemos veintisiete años. No puedo pedir nada más para ser feliz —inhalé de su exquisito perfume, impregnado en la piel de su cuello.
—A mi me gustaría pedir algo más —susurró.
Abrí los ojos en seguida, mirándolo con curiosidad. ¿Algo más?
—¿Qué cosa? —elevé una ceja.
Se me quedó mirando. Y no supe definir su mirada, era algo extraña, sus ojos me miraban curiosos y sus labios se movían como si estuviera hablando, pero ninguna palabra salía de su boca.
—Es como una nueva etapa, pero siento que le falta algo más para sentirla diferente —tomó una respiración—, me gustaría tener otro hijo —se elevó de hombros.
No supe que decir. Creo que no escuché bien.
—¿Qué? —elevé ambas cejas.
—Me gustaría tener otro hijo, Honey —suspiró, abrazándome con mucha más fuerza.
¿Otro hijo? ¿Un tercer bebé?
Me quede mirando sus ojos, con la boca ligeramente abierta. Traté de buscar alguna pista de diversión en sus ojos, para poder pensar que estaba bromeado, pero no fue así. Me miraba sereno, con un pequeño brillo en sus lindos ojos mieles, y a la vez con algo de emoción oculta en ellos.
¿Otro hijo?
Jamás lo había pensando, jamás se me había pasado ni siquiera por la mente el pensar en tener otro bebé. Tener a Alex se sintió como si fuera el último embarazo. Claramente yo era demasiado joven. Tuve a Madison antes de casarme y me casé embarazada de Alex. Siempre pensé en tener un hogar con Justin para nuestros dos hijos, pero jamás pensé en futuros hijos, y el tiempo que estuvimos juntos antes de separarnos, él tampoco mencionó algo con respecto a más embarazos. Por esa razón se me hacía raro y algo nuevo el escucharlo decir aquello.
—¿Quieres tener más hijos? —insistí, sin poder convencerme de sus palabras.
—Somos jóvenes aún, me gustaría tener uno más —se rió como si estuviera tomándolo a la ligera; pero yo sabía que lo decía totalmente en serio.
La idea estaba neutra en mi cabeza, no me emocionaba, pero tampoco me desagradaba.
Tener otro hijo implicaba volver a pasar por nueve meses difíciles tanto emocionalmente como físicamente, digamos que las hormonas del embarazo eran un poco complicadas. También implicaba volver a criar, aunque en estos momentos aún me encontraba criando a Madison y Alex, pero me refería a trasnochar para cuidar al bebé por las noches, a amamantar, a cambiar pañales, entre otras cosas. Criar un bebé era un trabajo precioso, pero también era agotador.
—¿Sabes lo que significa tener un bebé? —elevé ambas cejas.
Justin rió levemente.
—Ya hemos tenido dos bebés, cariño —metió su mano por debajo de mi camiseta, para acariciar mi vientre—. Encuentro que un bebé no nos vendría mal, Madison y Alex están creciendo, no se sentirán excluidos, incluso, estoy seguro de que les emocionaría la idea —dejó dos suaves besos en mi mentón.
¿Un bebé? Se me revolvía el estómago al pensar en ello. Pero el saber de que Justin quería tener otro hijo conmigo, me hacía querer llorar de felicidad y ternura.
—Si no quieres, lo entendería —se elevó de hombros—. Somos jóvenes aún.
—No es que no quiera, solo que jamás pensé que me dirías aquello, siempre pensé que si alguna vez volvía a tener otro bebé, sería por algún descuido —admití.
—Tampoco nos hemos cuidado este último tiempo —se rió— ¿o tomas pastillas?
Me quede estática pensando en ello. Yo no tomaba pastillas y Justin nunca usaba preservativo. En estos momentos podría estar embarazada sin ni siquiera sospecharlo.
—No estoy embarazada, ya lo sabríamos —negué con la cabeza.
—¡Has teñido antojos! —elevó ambas cejas.
—Me vino el periodo la semana pasada, recuérdalo —apunté.
Soltó un pequeño suspiro y se rió levemente.
—Tienes razón —asintió.
Bueno, no podía decir que yo siempre había sido responsable con los anticonceptivos ya que quedé embarazada a los veintitrés, pero aquello fue por un simple descuido. Luego de Madison seguí siendo responsable, pero quedé embarazada cuando Justin me pidió matrimonio y eso fue apropósito. Y luego de Alex seguí cuidándome. Dejé de tomar anticonceptivos cuando me separé de Justin, incluso un mes antes de que él se fuera de la casa. Y en estos momentos me había descuidado porque eran tiempos difíciles, en mi reencuentro con Justin tenia de todo en la cabeza, menos la preocupación de los anticonceptivos. Las cosas con él eran intensas y nadie me podía culpar.
Se me quedó mirando un largo rato y yo solo me quedé pensando en la situación. Tener otro bebé no era un problema, pero era una situación complicada, era una gran decisión.
—¿y desde cuando piensas en esto? —cuestioné.
—No lo sé exactamente, solo es que hace unas semanas un doctor del hospital comentó que iba a ser papá y se veía tan feliz, que no pude evitar recordar el hermoso sentimiento que recorre tu cuerpo cuando nace un hijo.
Creo que me había ganado la lotería con él.
Lo abracé con fuerza. Lo amaba demasiado. Era tan hermoso y tierno, y era mío. Me acurruqué en su pecho y lo miré con una sonrisa. Elevó ambas cejas y yo solo me acerqué a sus labios para besarlo. No tardó en responder a mi beso. Al principio quise tomar el control yo, pero en cuanto me siguió, él se apoderó por completo de la situación. Incluso rodamos en la cama y se cernió sobre mi. Jadeé contra sus labios y nos obligamos a separarnos por la falta de aire. Me miró algo agitado, mientras sus labios aún rozaban los míos.
—Está bien, igual quiero —susurré con dificultad, mientras nuestras frentes estaban recargadas una en la otra.
—¿Qué? —frunció el ceño.
—Te daré otro hijo —sonreí, sintiendo mis mejillas arder.
Se me quedó mirando serio unos segundos, luego, su boca comenzó a abrirse lentamente y finalmente terminó sonriendo. Reí levemente y le acaricié ambas mejillas, recargando mi frente contra la de él.
—¿Estas segura de esto? —se lamió ambos labios, sin dejar de mirarme ni de sonreír.
Me encontraba enamorada de la sonrisa que tenía en su cara.
—Ajá, tendrás que aguantarme gorda y llorona por nueve meses —hice una mueca.
—Ya me acostumbré.
Abrí la boca indignada y él solo se elevó de hombros. Terminó riendo mientras yo me hacía la dolida desviando la mirada.
—Es mentira, mi amor —me tomó del mentón, obligándome a mirarlo—. Te ves hermosa con vientre de embarazada —se mordió el labio y me guiñó un ojo.
—Pesado —me quejé.
Se rió levemente y me abrazó con fuerza. Enredé mis piernas en sus caderas y el se dejó caer sobre mi.
—Entonces... ¿comenzamos a crearlo?
Solté una gran carcajada y le golpeé el hombro.
—Eres un descarado.
—Conozco una forma de crear mujercitas —se elevó de hombros, con seriedad.
—¡¿Quieres una mujer?! —abrí mis ojos— Madison nos mataría.
—¡Uy que miedo! —me besó.
Reí en el beso.
—¿y qué si es hombre?
—No me importa el sexo, solo quiero un hijo contigo —hizo sonar sus dientes.
Miré sus ojos embobada, había un brillo especial es ellos cada vez que sonría. Finalmente terminamos besándonos de nuevo. Sus labios se mezclaron con los míos en un suave y tierno beso, que con los segundos comenzó a subir de nivel hasta que Justin trató de quitarme los pantalones.
—No ahora, Justin —gemí.
—Los niños no vendrán —me miró con súplica.
—Estamos en pleno día, no es momento —traté de empujarlo.
Pero su mano acariciando mi entrepierna por sobre el pantalón no estaba ayudando.
—En la noche todo lo que quieras —proseguí.
Me miró con duda unos segundos, finalmente terminó asintiendo.
—Está bien, te lo cobraré, pero eso no significa que no podamos hacer otras cosas, ¿verdad? —se mordió el labio.
Rodeé los ojos.
—¿Cómo qué?
Me miró con una sonrisa y se recostó a mi lado. Lo miré curiosa, hasta que sentí su mano, colándose dentro de mis pantalones con agilidad, y yo no tuve mucho tiempo para protestar, segundos bastaron para que me encontrara mordiendo su cuello para no gemir.
————
¡INESPERADO!
Yo sé que muchas de ustedes no se esperaban que decidieran tener un hijo de esa manera.
Lo siento por el retraso.
¡Se acerca el final!
Subiré otro capítulo hoy.
Honey
Justbiebssg
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