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30: Dame una razón.

Alice miró fijamente sus prendas de ropa, pasó la mano por cada una de ellas, debatiéndose si empacar su maleta o mandar todo al carajo y seguir siendo una tonta y triste estúpida.

—Isabel me dijo que te vas de viaje, mami. ¿Dónde vas?

La voz de Alex sorprendió a Alice. Se dio la media vuelta, encontrándose a Alex en la puerta de su closet.

Alice lo miró con algo de tristeza, no le quería mentir al pequeño, no le gustaba, pero tampoco podía decirle a dónde iba y menos con quien.

—Viaje de trabajo, amor —le mintió, algo insegura—; pero aún no sé si ir, ¿qué dices tú? —le sonrió ligeramente.

—¿Es a la playa o a alguna ciudad aburrida? —Alex se adentró en el closet y caminó hasta la sección en donde se encontraban los trajes de baño, los cuales Alice se encontraba mirando recientemente.

—Mucha curiosidad, Alex —Alice rió, mirando cómo el pequeño pasaba sus pequeñas manos por las prendas de ropa—. Iré a un lugar con mucho sol.

—Entonces lleva este hermoso bikini, mami. Sé que es hermoso porque en el verano te veías hermosa en él —Alex se elevó de hombros.

Alice soltó una pequeña risa y lo abrazó con ternura, dejando dos pequeños besos en su mejilla.

—Te amo mucho, cariño —le susurró.

—Yo igual te amo mucho, mami —Alex sonrió.

Alex salió de la habitación, dejando a su madre nuevamente sola, en su pequeño mundo de confusión.

—Tienes que aprender a ser más segura —se susurró a ella misma mientras terminaba de cerrar su maleta.

Soltó un gran suspiro y se sentó en el pequeño sofá que había en su habitación. Eran las seis de la tarde; en dos horas tenía un vuelo que salía a Cancún, y en cinco horas uno que salía directo a la Bahamas. Muchos dirían que era una letra suertuda, pero ella sentía lo contrario.

Kyle: ¿Nos vemos en el aeropuerto? Estoy emocionado. Siento que disfrutaremos mucho este viaje.

Soltó otro suspiro al leer el mensaje de Kyle. Le daba mucha tristeza verlo emocionado, cuando ella se sentía incomoda y desilusionada con aquel viaje. No quería ir con él, no lo quería, pero tampoco quería hacerlo sufrir. Si Kyle fuera una persona "normal" dentro de su círculo, en el sentido de no tener problemas con el dinero, Alice no dudaría en rechazarlo; pero ella sabía que las cosas eran distintas y que él no tenía mucho dinero, por eso le dolía rechazar su viaje.
Por otra parte estaba Justin, moría por correr a sus brazos y quedarse allí para siempre, de hecho esa era su decisión, pero tenía miedo, tenía miedo de que las cosas no resultaran y de acabar con el corazón aún más roto, sentía que si eso llegara a suceder, ella no lo podría soportar.

Se quedó pensando en Justin, en su sonrisa, en su voz aterciopelada, en su dulce olor varonil y su cálida mirada; él era hermoso ante sus ojos, siempre lo había sido, y cada vez que lo miraba sentía como una corriente le recorría por la espina dorsal, toda la vida había sentido lo mismo. Recordó los últimos dos mensajes que él le había enviado y no pudo evitar sonrojarse.

Sacó su teléfono para volver a leerlos, necesitaba leerlos. Ambos mensajes eran del día anterior.

Justin: Acabo de salir de una cirugía y no puedo parar de pensar en ti.

Justin: Acabo de atender a un paciente que sufrió un paro cardiaco, y ahora creo que soy yo el que tendrá un paro cardíaco si no dejo de pensar en lo hermosa que te veías durmiendo esa noche en mis brazos.

Las mariposas no tardaron en aparecer en su estómago. Quiso soltar un gran grito de frustración, pero solo se quedó ahí, en silencio, pensando en Justin y sólo en Justin.

Los segundos pasaban, luego los minutos, y ya había pasado una hora cuando Alice notó que seguía tirada en el sofá, con una maleta recién hecha y pensando en Justin. Su teléfono estaba vibrando, el buzón se le estaba llenando de mensajes de Kyle, diciéndole que la estaba esperando en el aeropuerto, pero Alice no quería leer esos mensajes, no quería sentirse peor y no quería tomar una decisión equivocada sólo por sentirse mal.

"No hagas nada de lo que te vayas a arrepentir" —recordó las palabras que habían salido por la boca de Fallon esa mañana.

Y eso era exactamente lo que pretendía. No quería hacer nada de lo que se fuera arrepentir, por eso prefería no leer los mensajes de Kyle y sufrir en silencio. Pasó otra hora, ya había perdido el vuelo, pero esa no era una excusa, ya que ella podría comprar perfectamente otro pasaje e irse a Cancún si así lo deseaba.
Su corazón había comenzado a latir con fuerza hace varios minutos, estaba por sufrir un ataque de nervios, mientras las llamadas de Kyle le ponían los pelos de puntas.

—Tú teléfono está sonando hace muchos minutos, ¿no vas a contestar? —Isabel la sorprendió entrando a la habitación.

Alice la miró con la respiración entre cortada.

—Voy a... rayos Isabel... no sé qué estoy haciendo —murmuró.

Isabel sabía perfectamente a lo que Alice se refería.

Se sentó a su lado y le acarició el brazo.

—¿Ya persiste el vuelo a Cancún?

Alice asintió, sin mirarla y sin dejar de temblar ligeramente.

—Sí —murmuró—, me siento tan mal por Kyle, no deja de llamarme, creo que...

—No pasa nada, Alice. No puedes ir a un lugar obligada. Tienes que hacer lo que tu corazón te diga... vete con Justin ya mismo.

—Tengo mucho miedo, Isabel —finalmente la miró con los ojos cristalizados.

—Uno nace para vivir, y tu no lo estás haciendo ahora mismo. Justin jamás te ha decepcionado, solo lo hizo una vez, pero sé que jamás lo volvería a hacer. Ustedes se aman, y el miedo es algo que todos debemos aprender a enfrentar.

—¿Y si las cosas terminan peor? No soportaría perderlo una vez más —en esos momentos varias lágrimas corrían por las mejillas de Alice, y su corazón seguía latiendo con furia.

—No tengo respuesta para eso, pero es porque estoy segura de que eso no sucederá —Isabel sonrió.

Alice la abrazó de un momento a otro, sollozando levemente en su hombro. Isabel le acarició la espalda y se sintió realmente mal por Alice, le dolía verla así.

—Ve cariño, antes de tomar una decisión definitiva, necesitas hablar con una personita —le susurró en el oído.

Alice se alejó, para secar sus lágrimas y asintió brevemente.

Bajó la escaleras de la mansión con su maleta en mano. La puso en su coche y finalmente miró a sus dos hijos en la entrada de la mansión, junto a Isabel. Los tres la miraban con curiosidad.

—Quizás, solo quizás vuelva y...

—No lo harás —Isabel negó.

—Está bien —Alice tomó una respiración y asintió para ella misma—. Cuídense, no hagan que Isabel se vuelva loca, hagan las tareas después del colegio y vayan a la cama temprano —miró a ambos niños con seriedad, por lo que ellos asintieron en seguida—. Los amo mucho, mucho.

Ambos la abrazaron y Alice solo cerró los ojos disfrutando de sus niños.

—Si llegas a esta casa en unas horas, te castigaré —Isabel la abrazó por último—. Solo bromeo, si llegas aquí en unas horas te consolaré y te desahogaras, y ambas lloraremos, cariño.

—Te quiero muchísimo —Alice le besó la mejilla.

—Vete luego —Isabel la alejó.

Alice la miró y soltó una pequeña risa por su insistencia, fue inevitable.

Miró a los niños por última vez, y con vacilación se subió al auto. Soltó un gran suspiro y finalmente se puso en marcha. Tardó veinte minutos en cruzar la ciudad hasta el centro, estaba nerviosa y sus sentimientos a flor de piel. En la radio sonaba Perfect de Ed Sheeran cuando ella finalmente rompió en llanto, y no paró de llorar hasta que estuvo frente al edificio de Justin.
Se quedó diez minutos en el auto, sin saber que hacer. Justin le había enviado mensajes toda la semana y justamente ese día no le había hablado, pero ella sabía perfectamente que ese día despegaba el vuelo directo a las Bahamas.

Quería ir con él, era algo seguro, pero tenía miedo, y nadie tenía el derecho a reprocharla por eso. Tenía miedo de que las cosas no resultaran, tenía miedo de que todo acabara peor entre Justin y ella. Sentía que no podría soportar perderlo una vez más o que simplemente él se alejara definitivamente. Secó sus lágrimas, pero fue en vano, en esos momentos era un mar de lágrimas.

Justin se encontraba en el sofá del living, mirando por los ventanales la ciudad de Seattle. No es necesario destacar que esa era su actividad favorita.
Se encontraba fumando un cigarrillo por primera vez dentro de su Penthouse, estaba triste, se sentía triste porque si. Tenía la pequeña ilusión de que Alice hubiera aparecido a tempranas horas del día en su Penthouse para decirle que se iba con él, pero eso no sucedió, por esa razón ni su maleta había preparado. Estaba devastado, totalmente devastado.
Tiró el cigarrillo dentro del cenicero y soltó un largo suspiro, cerrando sus ojos. No había querido mensajearla en todo el día, solo porque no quería presionarla, él jamás lo había hecho y no quería hacerlo ese mismo día.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos, que cuando sonó el timbre del elevador, se sobresaltó ligeramente. Extrañado, se puso de pies y esperó con cansancio a que las puertas del elevador se abrieran. Cuando estas se abrieron, su boca casi cae y sus ojos casi se salen de sus órbitas, al mismo tiempo que una sensación de ansiedad lo invadía.

—¿Alice?

Allí estaba ella, refugiada en la esquina del elevador, haciéndose pequeña y débil, mirándolo con timidez. Los ojos cristalinos y rojos de Alice se encontraron con los suyos. Ella salió del elevador, pero se mantuvo a la distancia, sin dejar de mirarlo mientras su cuerpo temblaba.

—Dame una razón, Justin —murmuró con la voz entrecortada—, solo una razón para irme contigo y olvidarme de todo.

El corazón de Justin latió con fuerza. Su respiración se aceleró y su cuerpo recibió varias descargas eléctricas. Estaba impresionado con todo, con ella, con la visita.
No dijo nada, y no porque no quisiera, si no porque aún no podía asimilar lo que estaba sucediendo.

Alice, quien lloraba en silencio, estaba con el corazón en la mano, y cada segundo de silencio por parte de Justin, era un segundo más de dolor y humillación para ella, ya que pensaba que él no diría nada. Alice lo miró dolida, pues Justin seguía mirándola sin decir nada, perdido en sus sentimientos y pensamientos. Alice, pensando lo peor, comenzó a sentirse aún más mal, se sentía un poco humillada por exponerse ante él y que él no demostrara mayor emoción. Con el corazón destrozado, se giró para irse, dispuesta a volver a casa a llorar horas y horas, pero no lo hizo, dos palabras la detuvieron, paralizándola por completo.

—Te amo.

Todo se nubló, todo.
Su cuerpo tembló. No segura de lo que había escuchado más que claro. Se quedó mirando a ella misma en el espejo del elevador, sintiendo su propio corazón, latiendo desesperado.

—Te amo, Alice.

Se giró lentamente, sin poder creer lo que estaba sucediendo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y su estómago sufrís reacciones que la hacían querer doblarse, caer al piso.

Una vez que terminó de girarse, se encontró allí, con Justin, quien estaba parado en medio de la gran sala de Penthouse, mirándola,
Justin la miraba con ternura.

—Sigo enamorado de ti, Honey.

Alice soltó un sollozó y no dudó en correr hacia él.
Justin abrió sus brazos, recibiéndola con esperanza. Alice chocó contra su pecho, abrazándose con fuerza de este, mientras soltaba sollozos sin parar.
Justin cerró los ojos, sintiéndola allí, inhalando su dulce olor que podría reconocer a metros, entre sus brazos, sosteniéndola con pasión allí, y finalmente le besó la frente reiteradas veces, mientras su corazón latía con fuerza, y también logrando sentir el de ella; era un momento indescriptible, único y de ambos.

—Te amo —volvió a susurrar, sin dejar de besarle la frente, lentamente, deteniéndose a mirarla.

Alice exhaló y levantó sus grandes y únicos ojos verdes hacia él. Justin sonrió levemente y con su pulgar le secó las lágrimas, sin dejarla de mirar a los ojos, mientras la cercanía los consumía.

—Te amo —repitió.

Alice se elevó unos centímetros, chocando sus labios contra los de Justin, en una beso lleno de amor y de pasión, desesperado pero suave. Justin soltó un jadeo contra su boca y la apretó contra su cuerpo, para sentirla entre sus brazos.

—¿Te ha quedado claro? —se separó unos centímetros, sintiendo su respiración caliente chocar contra la de Alice— El hecho de que te sigo amando —murmuró ante la ligera confusión que demostraban los ojos de Alice.

Alice lo tomó por el cuello con más fuerza de la necesaria y lo acercó hasta ella. Justin sonrió antes de chocar sus labios con los de Alice nuevamente. Se besaron lentamente, disfrutándolo al máximo, sintiendo la calidad de los labios del otro, mientras ambas respiraciones chocaban y ambos cuerpos se refugiaban; ambos sentían esa sensación de hogar, era como estar volviendo a casa después de un largo tiempo, ambos se estaban reconociendo con cautela, después de tres años alejados.

—En dos horas sale nuestro vuelo —Justin susurró contra sus labios, totalmente hipnotizado con los labios de la chica.

—Tengo mi maleta en el auto —respondió, con una sonrisa, mirándolo llena de ilusión.

Hace bastante tiempo Alice no se sentía de esa manera, estaba simplemente encantada.

—¿Me ayudas a hacer la mía? —metió su mano por debajo de la blusa de Alice, haciéndola estremecer.

—Pensé que estaba lista —lo miró confundida.

—Pensé que no vendrías conmigo y no tenía ni la más mínima ilusión en irme sin ti —se lamió los labios, con algo de cansancio.

—¿Tienes sueño? —Alice le acarició la mejilla, mirando lo achinados que se encontraban los ojos de Justin.

—No te preocupes por eso. Vamos a hacer mi maleta —tiró de ella con delicadeza.

Cruzaron el Penthouse en silencio, Justin tiró de su mano hasta que estuvieron en su habitación. Alice la admiró, ya la conocía, pero le era imposible no mirarla, le recordaba a la habitación del Justin adolescente, de ese que vivía con sus padres, salía de fiesta e iba al colegio.

Se sentó en el borde de la cama y miró a Justin fijamente, quien igualmente se encontraba mirándola, desde la puerta de su closet con una sonrisa. Alice se sonrojó ligeramente y bajó la cabeza. Justin caminó hacia ella lentamente y se inclinó en el suelo, para quedar a la altura de su cara.
Le tomó las mejillas con ambas manos, miró sus ojos verdes brillar y la besó, sin resistirlo. Sus labios succionaron del labio inferior de Alice con fuerza. Ambos querían quedarse juntos, abrazados y besándose, tranquilos, disfrutándose mutuamente, pero lamentablemente tenían un vuelo que tomar.

—Muero por llegar ya mismo a las Bahamas —susurró contra los labios de Alice.

—Yo igual —le acarició la nuca.

Justin la besó por última vez, antes de obligarse a si mismo a levantarse para terminar su maleta.

Le tomó veinte minutos empacar sus prendas y accesorios personales. Alice tiró de él en cuanto Justin dejó la maleta a un lado y ambos cayeron sobre la cama.

—En diez minutos tenemos que irnos al aeropuerto —le avisó él, cuando Alice le rodeó la cintura con sus piernas.

—Bésame en estos diez minutos —pidió, acariciando los labios de Justin con las yemas de sus dedos.

Justin le besó la punta de nariz, sin dejar de sonreír, y coló su mano por debajo de la camiseta de Alice.

—Me encantaría saciar mi necesidad de besos en estos momentos —le dejo un corto pico en los labios—, pero sabes las consecuencias que eso tendrá.

Alice se sonrojó nuevamente y Justin no pudo evitar reír.

—No importa, puedo soportarlo —Alice frunció el ceño.

—Tú puedes, pero yo no podría soportar todo un viaje con problemas allí abajo —juntó lo labios.

Alice soltó una gran carcajada y tiró de él para acurrucarse en su pecho.

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Espacio destinado para que descarguen su emoción:____

ESTOY LLORANDO PERRITAS

Honey
Justbiebssg
🍯🍯🍯🍯

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