29: Tres años atrás.
Noviembre del 2014.
Alice miró la hora por milésima vez en el día. Eran las nueve de la noche y Justin aún no llegaba del trabajo. Miró a la pequeña Madison de tres años dormir profundamente en su cama y al pequeño Alex de un año a su lado aún despierto, soltando balbuceos mientras miraba fijamente uno de sus juguetes.
—Es hora de dormir —susurró, tomando en sus brazos al pequeño.
Los grandes ojos verdes del niño la miraron curiosos, pero se quedó tranquilo en los brazos de su madre.
Alice le acarició la mejilla unos segundos, antes de comenzar a mecerlo en sus brazos, mientras se paseaba por la habitación. Alex no tardó en dormirse, sus ojos estaban cerrados y su pecho subía y bajaba lentamente.
Alice sonrió mirándolo con ternura y le besó la mejilla delicadamente antes de dejarlo en su cama, poniendo un cojín en la orilla de la cama por precaución.
Salió de la habitación de Alex con la mirada en el piso, pero se obligó a levantarla en cuanto sintió a Isabel subir las escaleras.
—¿Justin aún no ha llegado? —Isabel elevó una ceja, tratando de no lucir sorprendida, de esa forma no alteraba aún más a la pobre Alice.
—No —Alice también hizo una mueca—, tiene que estar atendiendo a algún paciente o algo así.
—Tranquila, sabes que su trabajo es así —Isabel le acarició el hombro.
—Claro, por eso decide trabajar cuando no tiene necesidad de trabajar y deja a su familia de lado —Alice murmuró con ironía.
Isabel hizo una mueca de tristeza y bajó la cabeza.
Alice en seguida se arrepintió de sus palabras, sintiéndose mal por la forma en que le habló a Isabel.
Ella no tenía la culpa de nada.
—Lo siento, Isabel. Estoy algo cansada, permiso —se retiró.
Caminó por los pasillos hasta su lugar favorito de la mansión, la biblioteca.
Ni siquiera quería leer un libro, solo quería estar sola y la habitación no era el mejor lugar para pensar.
Soltó un gran suspiro retenido, a medida que el nudo en su garganta ardía y comenzaban a caer las lágrimas por sus mejillas. Se sentía cansada, quería que las cosas volvieran a ser como en un principio, extrañaba su familia, la familia viva y alegre que ella y Justin habían construido en un principio.
Tenía veinticuatro años, estaba en plena juventud, pero ella se había hecho responsable de sus actos y se encontraba criando a dos niños en casa, amarrándose a ellos como debía y dándoles amor y hogar; al principio todo partió genial ya que ella recibía el apoyo de Justin, pero ahora, en este momento, sentía que ya no lo tenía, ni a Justin, ni a su apoyo.
Y volvía a pensar en lo mismo; veinticuatro años, también tenía ganas de salir de fiesta como sus amigos, pero no lo hacía por sus hijos, no estaba trabajando por sus hijos y estaba terminando los estudios desde la casa por sus hijos, y justamente a Justin se le ocurría dejarla sola, lidiar y cargar con todo.
Alice no creía que Justin era un padre irresponsable, pero lo necesitaba, tanto ella como los niños. No lo veían en toda la semana, solo por las noches dormía a su lado y apenas compartían palabras, y los fines de semanas él trabajaba en urgencias solo porque le gustaba su trabajo, ni siquiera porque en el hospital se lo exigieran.
Era sábado, llovía, algo típico de Seattle, pero no hacía mucho frío. Justin aún no llegaba del trabajo y Alice sentía que ya no resistía mas la situación; había aguantado muchísimo tiempo y en esos momentos se sentía al borde de un colapso emocional.
Estaba ansiosa y nerviosa porque llegara Justin, tenía que hacerle saber lo que su subconsciente le estaba sugiriendo desde hace un buen tiempo.
Se sintió la puerta de la mansión cerrarse con fuerza. Alice saltó en su sitio sorprendida, pues de la biblioteca nunca se sentía algún ruido exterior que los de la misma sala.
Alice sabía que Justin había llegado, y aunque por una parte logró tranquilizarse por saber que él estaba en casa, la otra parte de su ser se estremeció, ella sabía que terminarían discutiendo.
Salió de la biblioteca, encontrándose con Justin, quien venía subiendo las escaleras con su maletín en las manos.
—Hola, Alice —él murmuró con cansancio, levantado sus oscuros ojos mieles hacia Alice.
Alice frunció el ceño con tristeza, extrañaba que él la llamara Honey.
—Hola —ella respondió.
Justin se acercó a darle un beso en la mejilla, rompiéndole un poco más el corazón a Alice.
—¿Por qué vienes llegando a esta hora? Se supone que hoy solo trabajabas hasta medio día, ni siquiera era tu obligación —murmuró, mientras veía como Justin entraba a la oficina que tenía en la casa, en donde tenía muchos libros de medicina de la universidad y del colegio.
—Se me presentó una cirugía —respondió, sin mirarla.
—Bastante larga tu cirugía —ella comentó con ironía.
Justin se aflojó la corbata y desabrochó los primeros botones de su camisa, dejando a la vista algunos de sus tatuajes.
—Estoy bastante cansado para discutir contigo en estos momentos, Alice. ¿Lo dejamos para mañana? —rodó los ojos— Si quieres discutir hagámoslo mañana.
La boca de Alice se abrió con indignación, incluso quiso golpearlo por lo grosero habían sonado sus palabras.
—¡Estoy cansada de todo esto, Justin! —exclamó, dando largos pasos hacia él, haciendo que Justin la mirara fijamente por más de cinco segundos en el día.
—Te pedí que lo dejáramos para mañana, ¿vamos a dormir? —la ignoró.
—¡Maldición, Justin! —Alice gritó, dejando en evidencia su quebrada voz.
Justin la miró en seguida y frunció el ceño. Estaba muy cansado y realmente no quería lidiar con Alice ; —¿Cuál es tu maldito problema? Estoy cansado y tú vienes con las mismas discusiones de siempre a amargarme la noche, Alice —soltó de golpe.
—¡Estoy cansada de esta situación! —ella sollozó casi en silencio, mirando desde sus ojos verdes con dolor.
—¡Yo igual estoy cansado! Estoy cansado de tu egoísmo —protestó—. Si tanto te aburres en el día, búscate un trabajo y deja de joder el mío. Me tienes enfermo de los nervios con tus llantos y tus berrinches —explotó en rabia, levantando la voz más de lo necesario, gritando.
El corazón de Alice se detuvo, su respiración se atascó y un inmenso dolor la invadió desde el pecho hasta el estómago.
Justin en seguida sintió cómo la realidad de sus palabras lo golpeaban, y al ver los ojos rojos de Alice envueltos en lágrimas y el desconcierto dibujado en su fino rostro, se sintió de lo peor.
—Alice —la tomó del antebrazo para hacerla reaccionar—, lo siento yo...
—¡Cállate! —Alice se soltó de su agarre y retrocedió varios pasos— No te reconozco.
—¡Alice! —Justin volvió a insistir, pero Alice lo esquivó con brusquedad.
—¿Piensas que te molesto y te reclamo el que no pases tiempo en la casa porque me aburro? ¿O piensas que lo hago por egoísta y celosa? —murmuró, con las manos temblando, el dolor estaba marcado en sus palabras—. Él único egoísta aquí eres tú, siempre te he apoyado en todo lo que he podido. Trabajas de lunes a viernes, más de doce horas, te veo en las noches y ni siquiera dialogamos porque llegas cansado; los fines de semana acepté que quisieras ir a trabajar tiempo extra los sábados por la mañana, pero estos últimos dos meses has estado trabajando el sábado completo y el domingo igual. No te veo, Justin, no converso contigo, a penas me respondes el teléfono y aún así me dices que yo soy la egoísta —varias lágrimas más cayeron por su mejilla—. Te extraño y estoy segura de que los niños igual, aguanté mucho tiempo el hecho de sentirme sola, ya ni siquiera hablo con mis amigos y con la única persona que podía expresarme con libertad prefiere estar todo el día, mejor dicho, todos los días en el trabajo, he soportado todo eso y tú llegas y me dices que yo soy la egoísta —sollozó.
Justin se quedó sin palabras, viéndola llorar en silencio y sintiéndose aún más mal de lo que estaba. No sabía ni siquiera que hacer, ni cómo disculparse de la estupidez que había dicho.
—Amor... —trató de tomarla nuevamente.
—¡Amor, nada! —Alice volvió a gritar, esquivándolo— ¿Qué me vas a decir? ¿Tu típica excusa de que si alguien llega a urgencias tienes que salvarlo porque es tu deber? —lo miró entre las lágrimas con tristeza— Esa excusa ya no vale, la entendía, hasta que me enteré de que a veces no hay nada importante en el hospital, pero igualmente pasas tiempo ahí buscando algo que hacer o metiéndote en donde no te llaman, con pacientes que ya tiene sus doctores.
—Honey —Justin nuevamente se acercó a ella, esta vez tomándola de la mano, finalmente.
—Dime, Justin... ¿estás aburrido de mi? ¿Ya no me quieres? ¿Por eso no quieres pasar ni siquiera dos días de la semana en casa? Si no me quieres lo entenderé, de todas formas ya me cansé de soportar todo esto, no creo que esto resulte.
El corazón de Justin dio un vuelco inesperado, llenándose de desesperación ante las palabras de Alice.
—¿Qué dices? —la tomó por las mejillas acercándola a él— ¿Cómo no te voy a querer? Sabes que te amo, te amo mucho —le besó la comisura de los labios, ya que Alice había girado la cara—. ¿Qué es eso último que dijiste? ¿a qué te refieres? —volvió a tratar de besarla, pero Alice lo terminó alejando.
—Ya me cansé de todo esto, Justin. No creo poder soportarlo más, me estoy rompiendo por dentro y no puedo soportarlo —murmuró, sin dejar de mirarlo, perdida en los confundidos ojos mieles de Justin.
—¿Puedes ser más clara?
—Creo que debemos terminar esto, creo que debemos separarnos —susurró, en voz baja, con algo de terror al esperar la reacción de él.
Justin se llevó una mano al pecho. Estaba atónito en su lugar, sus piernas estaban comenzando a temblar y una sensación de vacío lo había invadido por completo, haciendo que su estómago se revolviese con brusquedad.
—¡¿Qué?! —se sobó el pecho con fuerza, le dolía.
—Lo he estado pensando últimamente, creo que es lo mejor.
—Estás hablando estupideces.
—¡Sabes que no es así! Prácticamente estoy sola en casa y las cosas entre nosotros hace tiempo que dejaron de ser las mismas... —Alice bajó la vista, no podía soportar más ver como los ojos de Justin comenzaban a cristalizarse.
—Mi amor por ti sigue siendo el mismo, Alice. Realmente me encanta mi trabajo y lo sabes; y últimamente no me dan ganas de llegar porque peleamos todo el día —trató de justificarse.
—¡Lo ves! No es una relación sana, el hecho de que no quieras llegar a la casa por nuestras peleas jamás será una justificación a nuestro problema, incluso, es un fundamento más que apoya que tenemos que cortar esto por lo sano —secó algunas lágrimas que le molestaban en sus ojos.
—No hagas esto, Alice —Justin murmuró con la voz entrecortada, su pecho seguía doliendo—. No lo hagas, por favor —caminó hasta ella y acorraló en la pared—, prometo cambiar, haré mi mayor esfuerzo para no pelear, pasaré los fines de semana en casa...
—Ni siquiera lo harás porque quieras, lo harás por obligación y yo no te quiero obligar a nada. Esto no está funcionando, solo estás logrando hacerme daño, eres indiferente conmigo y no te das ni cuenta —sollozó, mientras susurraba como podía.
—No soy indiferente contigo.
—¿Hace cuanto no hacemos el amor? ¿Hace cuanto no pasamos los domingos cenando en familia? Hoy ni siquiera me besaste, ni un abrazo me diste cuando llegaste y por las noches te olvidas de que yo existo.
—El trabajo me consume, Alice —insistió, con desesperación.
—¿Entonces por qué no has hecho nada para cambiarlo? ¿No me extrañas? Si no fuera porque yo te lo digo ni siquiera te darías cuenta. Solo me sabes llamar egoísta y yo ya me cansé de ser la mala del cuento. Me cansé de verdad, Justin, me siento con el corazón vacío y no me gusta sentirme así.
—Amor, no me hagas esto —Justin la abrazó, con fuerza, susurrando casi contra sus labios—, no me hagas esto, bebé. Yo te amo, perdóname por ser un imbécil, todo es mi culpa...
—No te quiero culpar. Algo he estado haciendo mal yo también, las relaciones son de dos, Justin —Alice le acarició la mejilla, secando algunas lágrimas que caían por estas.
—No me hagas esto —sollozó en silencio—. Olvidémoslo, hagamos el amor y olvidemos todo esto, ¿si?, pero no me pidas alejarme de ti. Olvidémoslo por favor —suplicó, besándole el labio inferior.
—Ese es tu problema —Alice suspiró desilusionada—, siempre crees que con tus lindas palabras, con tus besos y haciendo el amor las cosas se solucionan, pero no es así, nada es así, no para mi, yo lo siento de corazón.
—Alice —Justin la miró con tristeza—, mi amor —siguió insistiendo, solo logrando partir aún más el corazón de la pobre Alice—, mi vida —finalmente la besó.
Alice sollozó contra sus labios y trató de alejarlo, pero Justin se lo impidió, abrazándola con fuerza.
—Déjame por favor —le suplicó, mirándolo a los ojos.
Justin no se podía negar, conocía los ojos de Alice, sabía que ella en verdad estaba sufriendo.
Justin la miró fijamente, Alice se veía un poco más tranquila en cuanto a su llanto, cosa que Justin agradeció ya que no le gustaba verla llorar, pero aún seguía sintiéndose horrible, no entendía porqué Alice insistía en separarse, jamás pensó que ella le pidiera algo así, pero debería habérselo esperado, por la forma en que las cosas habían marchado entre ellos últimamente.
—¿Por qué insistes tanto? ¿No tienes a alguien más? Si dices que tanto te he dejado sola... no me molestaría saber que conociste a alguien —la parte bloqueada de su cerebro comenzó a funcionar.
—¡Eres un imbécil! —Alice exclamó con molestia, sorprendiéndose por su arrebato— No me puedo creer la estupidez que estás diciendo.
—¡Por algo quieres alejarme!
—¡Porque ya no me siento cómoda a tu lado! Nuestra relación se ha deteriorado y no estoy dispuesta a seguir soportando lo sola que me siento contigo.
El corazón de Justin terminó de romperse, pero no dijo nada, solo dejó que las lágrimas cayeran por sus mejillas, mientras odiaba internamente a Alice por eso.
—¿Eso es lo que quieres, Alice?
—Sí —respondió con firmeza.
Justin la miró más de diez segundos sin decir nada, mientras sentía ese dolor en el pecho aún con más intensidad.
Se dio la media vuelta para no seguir mirándola y caminó hasta donde había dejado su bolso.
—Entonces me voy.
—¡Justin! —Alice rodó los ojos y lo tomó de brazo— No soy una idiota, puedes dormir aquí esta noche.
—Te vas a arrepentir de hacer esto, Alice.
—¿Realmente piensas que yo soy la única culpable de todo esto? —lo miró dolida.
Justin solo se quedó en silencio y salió de la oficina.
Alice cayó en el pequeño sofá con fuerza, al mismo tiempo que las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas con más intensidad que antes. Estaba rota, completamente rota.
Justin se recostó en la cama, aún con lágrimas en sus mejillas, pero enojado, enojado con Alice y consigo mismo. Abrazó la almohada, aún teniendo la esperanza de que cuando Alice se acostara a su lado, pudieran hablar con más tranquilidad y quizás arreglar todo y hacer el amor; esperaba aquello con todo anhelo, pero dieron las una de la mañana y Alice aún no aparecía en la habitación. Pensó en levantarse e ir a buscarla, pero no lo hizo, ya había insistido y pensaba dejarla tranquila, respetarla, para que ella pudiera pensar con claridad.
Domingo.
Alice no había dormido con él.
Claramente no pensaba ir a trabajar, se levantó, tomó una ducha con intenciones de despejarse, pero no lo logró. Se vistió y agarró su bolso, metiendo algo de ropa allí adentro.
Soltó un gran suspiro mirando la gran cama donde durmió, recordando todas las veces que le había hecho el amor a Alice allí.
No pensaba seguir recordando aquellos momentos, sabía que no lograría nada lamentándose cuando la culpa había sido de él. Salió de la habitación y buscó a Alice por la mansión, encontrándola en la biblioteca, leyendo un libro mientras bebía café.
Alice levantó la vista al sentir su presencia, y su corazón se partió más de lo que ya estaba, si eso es posible, al ver a Justin con un bolso en la mano.
—Hola.
Justin la miró confundido y se acercó hasta ella, con claras intenciones de besarla, pero Alice no se lo permitió, eso sería demasiado masoquista y ella ya había tomado una decisión.
Se abrazaron ligeramente y Justin se separó de ella en seguida. La miró por última vez y luego salió de la biblioteca, para posteriormente salir de la mansión.
Estacionó su auto afuera de la casa de sus padres, mientras las lágrimas caían y caían por sus mejillas. Trató de calmarse antes de entrar y hablar con su familia, pero sólo logró secar las lágrimas y dejar de temblar.
Pattie entró a la sala con una sonrisa al saber que se trataba de su hijo, pero en cuanto lo vio con un bolso en la mano, lágrimas en las mejillas y los ojos rojos, sospechó lo peor.
—¿Cariño? ¿Qué ha pasado? —se acercó rápidamente a él y lo envolvió con sus delgados y pequeños brazos.
—Todo terminó, mamá —se rompió finalmente—. Se acabó.
Las sospechas de Pattie se confirmaron y con mucha tristeza, sólo pudo consolar a su hijo mientras él lloraba amargamente en sus brazos.
————
¡Okey!
Les dije que se trataba de un capítulo distinto. Este capítulo solo muestra el término de la relación de Alice y Justin en el pasado. Solo porque necesitaban conocer esta parte de la historia.
El próximo capítulo será en tiempo normal, así que se viene ardiente❗️
Honey
Justbiebssg
🍯💕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro