13: Egoista.
Justin Bieber.
Bebí del vaso de Whisky con gusto y luego de terminar el ultimo trago lo dejé sobre la mesita en donde se encontraba la lámpara y la botella de whisky.
Aflojé mi corbata y nuevamente me giré para servirme más whisky.
—¿No crees que estás bebiendo demasiado? —Samantha apareció de la oscuridad de mi penthouse, usando una de mis camisetas.
—No lo creo, solo me quiero relajar y el alcohol me ayuda... prefiero beber a fumar alguna droga ilegal —me elevé de hombros.
Asintió y caminó acercándose a mi, se sentó en el sofá frente al mío y sacó su teléfono.
Me quedé observándola fijamente, analizando la situación. Nunca antes una mujer había pasado la noche en mi penthouse. Como dije alguna vez, desde que me separé de Alice y me convencí que lo nuestro había muerto, comencé a buscar el sexo con otras mujeres y probé por primera vez lo que se sentía sexo sin sentimientos, pero todas esas veces fueron en algún motel o en algún lugar inesperado, jamás traje a alguna chica a mi penthouse, y hoy había sido la primera vez y ni siquiera era una chica de la cual estuviera enamorado, solo era Samantha.
También estaba cayendo en cuenta que con Samantha estábamos repitiendo la ocasión, ambos teníamos mucho en común y nos agradábamos mutuamente.
En estos tres años jamás me sentí preparado para una relación, ni siquiera lo consideraba, y seguía no sintiéndome completamente preparado porque mi corazón seguía perteneciendo a Alice, pero ahora lo consideraba, lo cual decía muchas cosas.
Suspiré bebiéndome el vaso de un trago, nuevamente, y cerré los ojos para soportar el amargor.
—¿Qué sucede, Justin? —caminó hasta mi y se sentó a mi lado.
—Yo... —la miré, algo asombrado cuando sus manos comenzaron a acariciar mis mejillas— ¿estas preocupada por mi?
—Obviamente, hace unas semanas estás actuando muy raro... incluso pareces más cansado y ahora solo quieres beber, cuando tengo la leve sospecha de que detestas emborracharte —se sentó a horcajadas sobre mi, sin dejar de acariciar mis mejillas.
—Vaya, me tienes analizado a la perfección —sonreí y no pude evitar acariciar sus muslos desnudos—, ¿eres una especie de psiquiatra o algo?
—Hice un curso de psicología cuando estaba en el colegio, aún así cuando estudié medicina preferí ser cardióloga —sonrió elevándose de hombros—. Así que vamos, hombre, dime que te sucede. Creo que ya te he demostrado que puedes confiar en mi.
Me gustó, me gustó la manera en que lucía preocupada por mi. Las únicas personas que habían mostrado preocupación por mi y que yo sentía que en verdad podía confiar siempre habían sido mi madre, Jazmín y Alice. Ni siquiera Fallon, a quien consideraba una de mis mejores amigas. Me costaba confiar en la gente, y por alguna razón Samantha me causaba confianza.
—Es solo que —solté un suspiro—, es Alice —hice una mueca, y no pude evitar acercarme a besar su hombro desnudo.
¿Lo notan? Ni siquiera me imaginaba haciendo estas cosas con alguna persona que no fuera Alice, ¿será el hecho de que Samantha no es una típica zorra de esas que están sedientas de hombres guapos y millonarios?
Ella me agradaba y comenzaba a estimarla.
—Puedes hablarme de ella tranquilamente, no me molesta —se elevó de hombros con agilidad—, puedes soltarme tus sentimientos, yo te puedo escuchar, Justin.
La miré fijamente a los ojos y no pude evitar sonreír. Y ahí le conté todo, absolutamente todo.
—Fuimos novios desde que éramos unos niños. Ella siempre fue mi compañera de colegio, junto al doctor Josh y Fallon, su hermana. Siempre fuimos todos amigos y a mi siempre me gustó Alice, y creo que yo igual siempre le gusté, pero recién comenzamos una relación a los diecisiete, siendo unos adolescentes. Yo había salido con algunas chicas antes porque yo nunca supe lo mucho que le gustaba a Alice, hasta que lo supe y ella fue mi primera novia —tomé un poco de aire antes de seguir, la cara de Samantha lucía bastante fresca—, nos enamoramos y bueno... ella fue mi primer amor, mi primer todo, a pesar de que fuimos a universidades distintas, nuestro amor siguió creciendo y se volvió mucho más fuerte —recordé las veces que Alice me iba a visitar a Harvard—. Ella estudio diseño de modas en Nueva York, pero tuvo que dejarlo porque quedó embarazada de Madison, de todas formas se las arregló para terminar sus estudios. Éramos adolescentes, pero estábamos tan enamorado que el criar a Madison no fue ningún problema, yo sentía que mi amor por Alice era único, me pusieran a la mujer mas hermosa del mundo, no me interesaba, porque para mi la mas perfecta era ella —solté otro suspiro—. Nos casamos dos años después de tener a Madison, a los veintitrés, seguíamos siendo adolescentes, pero ambos nos sentíamos completamente seguros de nuestro compromiso, Alex nació después de la boda y bueno, compramos la mansión y duramos un año casados, hasta que los peleas se hicieron constantes y Alice decidió terminar definitivamente las cosas.
La mano de Samantha volvió a acariciar mi mejilla.
—Me costó superarlo, y creo que hasta el día de hoy no lo supero, Alice es una mujer hermosa por dentro y por fuera, Samantha —resoplé—. Logré convencerme luego de varios meses que lo nuestro no volvería, pero siempre seguí enamorado de ella, a veces creía que solo era la costumbre, pero ahora, después de tres años me acabo de dar cuenta de que no es la costumbre y ambos seguimos igual de enamorados, no solo yo —hice una mueca.
—Si ambos siguen enamorados, ¿cuál es el problema y por qué no están juntos? —frunció el ceño— Por cierto, es una muy linda historia —sonrió.
—Ella tiene un problema, un problema que ni siquiera es de ella —me elevé de hombros—. Los padres de Alice siempre tenían problemas, se separaban y volvían todo el tiempo, y Alice tenía que elegir con quien vivir cada vez que ellos se separaban. Ella sufrió mucho por causa de eso y no quiere que pase lo mismo...
—Piensa que si las cosas no resultaron hace tres años, difícilmente resulten ahora y no quiere que sus hijos sufran como ella sufrió —completó por mi, dejándome completamente sorprendido.
—Exactamente —asentí—. Yo juro que la entiendo, pero creo que ella debería dejarlo en el pasado y ya, nosotros somos distintos, pero al parecer se olvidó de ello.
—Deberías volver y demostrarle que ambos son distintos —susurró—, si de verdad la quieres deberías volver y luchar por eso.
—Ella me pidió distancia, estábamos acostumbrados a estar juntos a pesar de que estábamos separados, no me quiere ver y comienzo a convencerme de lo mismo. Ya ha pasado tiempo, quizás ya no vale la pena —suspiré.
—Justin... —se quejó, pero la interrumpí.
—Además, ya no quiero hablar de ella, y tú... me sorprende que me aconsejes de aquella forma —confesé.
—¿Por qué? —frunció el ceño.
—Porque sé que te gusto, Samantha. Deberías estar hablándome mal de ella —elevé una ceja.
—No soy una mala persona, ella es tu primer amor y la persona que amas, yo solo soy sexo gratis —se elevó de hombros.
—No eres solo eso, nunca había traído a alguien a este penthouse y nunca le había contado tantas cosas a alguien que conozco tan poco —acaricié su mejilla roja—, y también me gustas... —sonreí.
Se sonrojó levemente y lo supo ocultar muy bien. Ya que elevó una ceja con seducción y se acercó mucho más a mi.
—No te creo. Estás enamorado de otra persona.
—Sí —admití—, pero estoy soltero y me pareces atractiva y me gusta tu carácter, a eso me refiero.
—Entiendo —soltó una pequeña carcajada.
Puse mis manos en su trasero y la acerque más a mi cuerpo, haciéndola gemir levemente y yo mismo logrando encenderme aún más.
—Ayúdame a olvidarla —pedí, y esas palabras salieron tan ligeras de mi boca, como si yo no quisiera eso en verdad—, yo... solo necesito olvidarme un momento de todo esto y...
Sus labios me sorprendieron, haciéndome callar y llevando mi mente a otro lugar.
—¿Estas seguro de que quieres olvidarla? —elevó sus ojos hacia los míos— Justin, puedo vivir con otra desilusión si me quieres alejar, no me interesa, pero no creo poder soportar un corazón roto más adelante.
Esta vez yo la besé de vuelta, aprovechando de levantarme del sofá con ella sobre mi cuerpo.
—Ayúdame a olvidar a Alice —repetí entre besos, antes de dirigirme a mi habitación nuevamente.
Entré a mi consultorio con una sonrisa, hoy me sentía un poco mejor, bastante mejor, y digamos que el clima me animaba. Amaba los días lluviosos, eran lo mejor para tomar un buen café caliente.
—¿Entonces nos vemos en el almuerzo? —Samantha preguntó con una sonrisa.
—Claro —le guiñé un ojo sentándose en mi escritorio.
Samantha se dio la media vuelta para salir de mi consultorio médico y justo en ese momento la puerta se abrió, entrando Fallon por ella.
—Hola —Samantha sonrió mientras salía.
Fallon la miró con el ceño fruncido e hizo un movimiento de cabeza. Samantha finalmente se fue y la puerta se cerró, dejándome a mi y a mi amiga allí.
—¿Qué haces aquí? Estoy comenzando mi día laboral y tengo una larga lista de pacientes por atender —soné más brusco de lo que quise.
Me había molestado la mirada de Fallon.
—¿Por qué estabas con ella? —frunció el ceño nuevamente— ¿y por qué me hablas así?
—No tienes porqué mirarla de esa forma, Samantha es una buena persona —me elevé de hombros, mientras encendía mi laptop.
—¿Me perdí de algo? —se sentó en la silla frente a mi.
—¿De qué te tendrías que perder? —elevé una ceja.
—¿Esto lo sabe Alice?
—¿Qué tendría que saber?
Eso me había molestado.
—Justin deja de ser pesado, tú no eres así.
—Fallon, estaba teniendo un buen día, no me lo arruines. ¿A qué has venido?
Fallon soltó un suspiro.
—No quise molestarte y no vine a quitarte tiempo, solo vine a pedirte un favor —dejó de mirar su impecable manicure y posó sus ojos en los míos.
—¿Cuál? —dejé a un lado mi laptop y la miré.
—¿Puedes quedarte con los niños hoy?
Mi ceño se frunció en seguida.
—¿Qué? ¿Por qué?
¿Por qué razón del mundo tendría que quedarme con los niños? ¿Y por qué razón del mundo Fallon me lo pedía?
—Esta noche quiero ir a algún lugar divertido con Alice, hace mucho tiempo no sale a divertirse y necesito sacarla.
Mi ceño de frunció aún más.
—¿y por qué no está Alice pidiéndomelo? Conozco a Alice, hace mucho tiempo dejo de salir, ya no le gusta. ¿La estás obligando? ¿Verdad? —elevé una ceja.
—¡Claro que no! Ella está ocupada y me lo pidió.
Fallon me estaba mintiendo.
Yo conocía a Alice, la conocía tanto y sabía que esto era una loca idea de Fallon.
—Ajá.
—Vamos, Justin. Ella igual quiere salir y conocer gente nueva, tiene todo su derecho y me entristece verla tan sola y dedicada a los niños. Es muy hermosa y joven para amarrarse a una vida tan cotidiana.
Suspiré, mientras que un amargo sabor recorría mi boca.
Comprendía perfectamente el punto de Fallon, y no me molestaba del todo, aún así me dolía el estómago. ¿Alice queriendo salir para conocer gente nueva?
Yo no era un bastardo egoísta, pero aún así me molestaba eso.
—Mañana es Jueves, día de cirugías y hoy en la noche necesito descansar y ustedes pueden salir el fin de semana.
—No juegues conmigo, aún así todas las mañanas vas por los niños aunque sea Jueves, y que los niños se queden en tu casa incluso te sirve para ahorrar tiempo. Deja de ser egoísta, tú tienes tu vagina para divertirte, deja que Alice salga a encontrar un pene, que no sea el tuyo, para divertirse. ¡Se lo merece! ¡Maldita sea! —se levantó de la silla furiosa.
Abrí mi boca completamente indignado y sorprendido por su elección de palabras, quise decirle algo, pero de mi boca no salió nada. Fallon me había dejado completamente anulado.
—¡Bien! —dije decidido y con algo de rabia— Me quedaré con los niños, hagan lo que se les plazca.
En realidad, no quería, no quería que Alice saliera a un bar a divertirse, por el simple hecho de que era obvio que más de algún hombre se le acercaría y le coquetearía.
Pensar en eso me causaba un gran dolor de estómago.
—Justin, ella esta en todo su derecho, esto no lo hago para molestarte o causarte celos, lo hago porque ella merece algo de diversión en su vida —dijo ahora mucho más calmada.
—No estoy celoso, estoy en otra etapa ahora —desvíe mi vista de la suya.
—Engaña a quien quieras, menos a mi. Alice me ha contado todo lo que ha sucedido últimamente, no te hagas el imposible conmigo —suspiró.
Tomó su bolso y se giró hacia mi.
—Quizás yo llevé los niños a tu Penthouse esta noche. Nos vemos —murmuró antes de salir de mi consultorio.
Respiré con fuerza, tratando de calmar mi respiración e ignorar ese vacío y angustia que sentía en mi pecho, y finalmente comencé a trabajar, pero bastante distraído.
Llegué a mi Penthouse cerca de las ocho, no dudé en tomar una ducha y preparar la cena mientras esperaba por los niños. Me sentía algo ansioso a decir verdad, quería saber si Alice era la que vendría a dejar los niños, o en realidad quería saber si Fallon había podido convencerla de salir.
Justo cuando me encontraba haciendo la salsa blanca, el timbre avisó que el elevador se abriría en veinte segundos.
Por la puerta de elevador, apareció Samantha, luciendo muy linda y con una sonrisa de oreja a oreja.
Sonreí levemente, seguía desganado, y me acerqué a saludarla.
—¿Ya llegaron tus hijos? —preguntó antes de besar mi mejilla.
—Supongo que vienen en camino —me elevé de hombros.
—¿Por qué te notó desganado? Deberías estar feliz de que se quedarán contigo.
—Créeme que eso me pone feliz, es solo que ... olvídalo —volví a elevarme de hombros, pues, no tenía intención en comentarle a Samantha el porqué.
En ese instante el timbre del elevador volvió a sonar. Miré a Samantha, para hacerle saber con la mirada que podría tratarse de los niños.
Sonrió de una manera, que de alguna forma logró tranquilizarme.
La puerta del elevador se abrió y dos pequeños, cargando cada uno sus propias mochilas, aparecieron tomados de la mano y con una sonrisa.
Esta vez finalmente pude sonreír con ganas y abrí mis brazos para recibirlos. Ambos corrieron a abrazarme con fuerza.
—¡Papiiiiii! —gritaron al unísono.
—Hola, cariños —suspiré con una sonrisa.
—¿Quién los ha traído? —elevé mi vista curioso— Oh... Alice —carraspeé la garganta.
Señor Jesús. ¿Por qué tenía que lucir así de linda justo hoy? Esa minifalda me recordaba buenos tiempos de nuestra adolescencia.
Se encontraba ligeramente maquillada, de una forma que sus ojos verdes resaltaban con bastante pasión.
Alice se encontraba mirando a mis espaldas y con las manos caídas, luciendo algo tímida.
Me acerqué a saludarla, algo nervioso a decir verdad, y me quise morir cuando su dulce olor llenó mis fosas nasales.
—Hey... —saludé.
Elevó sus lagunas verdes hacia mi, revoloteando sus largas pestañas.
Oh, por favor, Honey. No me mires así, mi amor.
—Hola —hizo un leve mueca— Supongo que Fallon ya te ha comentado el porqué los niños están aquí un jueves.
—Sí —me limité a asentir.
—Ajá... umm —al parecer quería decir algo más, y no sabía si decirlo o no—. ¿Qué hace ella aquí? —preguntó en un leve susurro, mirando a mi espaldas.
Recién ahí me percaté de que Alice estaba incómoda por la presencia de Samantha a nuestra espalda.
—Esta aquí visitándome, ¿cuál es el problema? —elevé una ceja.
Abrió la boca con asombro, pero luego la cerró, ahora luciendo salvaje.
—Te conozco, no quiero que mis niños sean espectadores de como tú y ella...
—¿ella y yo qué? —respondí en seguida, ahora enojado.
Era increíble como mi humor había cambiado de un momento a otro. Sabía perfectamente a los que Alice se refería, y aquello me había molestado. Yo jamás haría algo inapropiado con alguna mujer, teniendo a los niños en el Penthouse.
—Nada. Olvídalo —me miró con enojo y acomodó su bolso Chanel en su hombro, como si estuviera preparándose para finalmente marcharse.
—Yo solo creo que es genial de que los niños la conozcan —me apresuré a comentar—, es una buena instancia para que conozcan a mi futura novia, ¿no crees?
Mi corazón se aceleró cuando aquellas palabras salieron de mi boca, pero se aceleró aún más, cuando los ojos de Alice brillaron y segundos después se cristalizaron.
Desvió sus preciosos ojos de los míos y carraspeó su garganta, delicadamente.
—Adios —pasó por mi lado, sin mirarme, y besó ambas mejillas de los pequeños.
Volvió a pasar por mi lado, nuevamente sin mirarme, y se subió al elevador, desapareciendo entre las puerta de este.
—Um, Papi —Madison tiró de mi pantalón, para llamar mi atención.
Suspiré con pesadez, aún descolocado por la reciente conversación con Alice, y miré a Madison con atención.
—¿Quién es ella? —susurró, sin dejar de mirar a Samantha, quien miraba a ambos pequeños con una sonrisa.
—Una amiga, mi amor —la elevé en mis brazos—, una amiga.
————
WOWOWO
INTENSO.
¿Qué les pareció cuando Fallon apareció en el consultorio y qué les pareció la conversación entre Justin y Alice?
Dejen su voto y un comentario.
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Honey
Justbiebssg.
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