08: El arte de amar.
Alice Coleman.
Suspiré con cansancio sentándome en el sofá mientras Madison jugaba con Alex en el piso, Jazmín ayudaba a Pattie a preparar la cena, y Jeremy junto a Justin miraban la televisión haciendo comentarios sobre el juego de basquetbol que estaban transmitiendo.
Un gran bostezo salió de mi boca, dejándome algo avergonzada, pero al parecer nadie lo había notado, ya que todos lucían muy concentrados en lo suyo.
Si no fuera por el hecho de que nunca aprendí a cocinar, y las veces que lo hice la comida me quedó horrible, le estaría ayudando a Pattie a cocinar para mantenerme despierta antes de la media noche, pero no podía, así que mi único trabajo por esta noche sería ayudarle a servir los platos y luego comer.
Me levanté del sofá con demasiado frio y tomé mi bolso para salir de la sala, subí las escaleras lentamente y cuando llegué al segundo piso no dudé en dirigirme a mi habitación. Me despojé de toda mi ropa, quedando en el mismo bikini que había usado durante el día y entré al baño de la habitación en seguida, a pesar de que las aguas termales era tibias, necesitaba una ducha con agua caliente ya mismo.
Miré mis ojos verdes convertidos rojos en el espejo y nuevamente un bostezo salió de mi boca, realmente estaba cansada, y aunque hoy era veinticuatro de diciembre, esperaba no quedarme dormida antes de media noche, sería tristemente vergonzoso.
Cerró los ojos y solté un largo gemido en cuanto el agua caliente tocó mi piel, me adentré en el pequeño Jacuzzi y me quedé afirmada en una orilla.
A pesar de que el chalet de los Bieber en Whistler tenía un toque de simplicidad, lo lujoso no se le quitaba con nada.
Enjaboné mi cuerpo con delicadeza y cerré los ojos para sentir mis músculos descansar, había estado todo el día tensa y con un peso gigante en mi conciencia, exactamente por lo que había ocurrido en la mañana en esta misma habitación, y aunque ahora finalmente me sentía relajada, el recuerdo no se iba de mi mente, cada vez que cerraba los ojos vivía el recuerdo de lo que sucedió, y mi estomago se revolvía todas esas veces, justo como en este instante.
Aun no podía creer o asimilar con claridad el hecho de que casi besé a Justin, digo, no pasó en tres años, luego de separarnos las cosas no volvieron a ser como antes, y quien sabe porqué justo en este momento pasó; quizás fue el hecho de venir aquí juntos, quizás muchas emociones despertaron en nuestro interior y solo pasó, pero de todas formas no lo entendía. Dolía, dolía porque yo aun lo quería, pero mi orgullo no me permitía confesarlo, además las cosas no funcionaron y él lo tenía claro, por algo iba besándose por allí con las enfermeras del hospital y sus colegas, él me había superado, pero era una lástima que yo no a él.
Si me preguntaran el hecho de mi volviedo con él, no lo aceptaría, y eso ya lo había dejado muchas veces claro; para mí las cosas que no funcionaron en el pasado, no tienen derecho a funcionar en el presente, por una sola razón, si las cosas fracasaron fue por algún motivo, y ese motivo mataba el amor, no valía la pena intentarlo después de mucho tiempo y menos cuando había familia de por medio como los hijos, exactamente porque si las cosas no vuelven a funcionar, los hijos son los únicos que sufren. Esa era mi forma de pensar, yo no quería hacer a mis hijos sufrir y menos siendo pequeños, la historia de mis propios padres me había dejado bastantes traumas de pequeña y yo no quería que mis hijos sufriera lo mismo que yo, no me lo podía permitir.
«Con bastante terror salí de mi habitación y bajé lentamente las escaleras, los gritos seguían escuchándose por toda la casa y mi corazón cada vez iba más rápido, solo esperaba que no fuera lo que yo estaba pensando, no nuevamente.
—¡Suéltame! —la voz de mi madre sonaba ronca y triste.
—¿Por qué me mientes, Leonor? ¿No admitirás que estabas con ese abogado de mala muerte en tú oficina? —la voz de mi padre sonaba aún más triste, pero mucho más imponente.
—Solo suéltame, me estás haciendo daño.
—Te lo he dado todo, una casa, una hija, lujos y amor... y siempre volvemos a lo mismo —el tono de voz de mi padre bajó a uno más calmado.
Pude sentir a mi mamá sollozar casi en silencio y eso sólo logró partirme aún más el corazón.
—¡No me estoy viendo con él! sólo lo llamé porque necesitaba ayuda y...
—¡No me mientas!
—¡Te estoy diciendo la verdad!
—¿Por qué has llegado tarde justo hoy? ¿Por qué ni siquiera me has besado? ¿Por qué me esquivas? Es obvio que se están viendo nuevamente y no sé si esta vez lo pueda soportar.
—¡Entonces vete! ¡Vete como siempre lo haces y...
No quise seguir escuchando, eso me hacía mal y nuevamente me encontraba llorando por culpa de ellos y sus estúpidas peleas. De todas formas ya sabía lo que sucedería, siempre era igual, papá se iba y mantenían la guerra por unas semanas, antes de volver juntarse y a jurarse amor eterno por siempre. Puras mentiras y falsedades que solo servían para seguir haciéndome daño.
Mi teléfono comenzó a sonar y el nombre de Justin apareció en el remitente. Traté de respirar profundo para calmarme antes de contestar, no quería preocupar a Justin.
—Honey, ¿estás allí? —su ronca voz sonó a través de la línea, sonaba muy adormilado.
—Hola.
—¿Qué sucede? ¿Ha pasado algo?
A eso me refería, él sabía en seguida cuando algo me sucedía.
—Nada... sólo lo mismo de siempre —susurré mientras subía las escaleras de la mansión para volver a mi habitación.
—¿Necesitas que valla por ti? Podrías escaparte de tu casa, mis padres no están y los tuyos... —se quedó en silencio.
—Nunca notan cuando me escapo —completé por él—, siempre cuando pelean se olvidan del resto.
—Sí —susurró con algo de tristeza.
—No te preocupes, puedo tomar un auto sin que lo noten, espérame tranquilo.
—Te espero, guapa.
—Nos vemos.
...»
Negué con la cabeza para deshacerme de ese recuerdo, no eran los mejores realmente. Noté mis dedos arrugados y supe que había estado mucho tiempo en el jacuzzi. Enjuagué mi pelo por ultima vez y salí de allí para vestirme con lo más abrigado que encontré.
—¡Alice! —Jazmín apareció en la habitación— ¿Dónde estabas? la cena esta lista.
—Tomando un baño —señalé mi cabello mojado.
—Ya veo —rió levemente— ¿Estás bien? Te noto algo...
—Estoy cansada solamente —la corté.
En realidad Jazmín era perfecta adivinando emociones, y ella igual me conocía muy bien, tuvimos una muy buena amistad en la preparatoria, sobre todo por ser la hermana menor de Justin y porque yo me lo pasaba en su casa.
Elevó una de sus perfectas cejas y me miró con esa mirada de reproche, típica de los Bieber.
—Sabes que puedes confiar en mí —cerró la puerta de la habitación—. Comienza a hablar, chica.
Suspiré dejándome caer en la cama y la miré, quizás estaba bien dejarlo salir para sentirme más liviana.
—Es solo que...
—Justin ha estado todo el día igual de raro que tú, le pregunté qué sucedía.
En seguida elevé mi mirada, encontrándome con sus dulces ojos mieles.
—¿Qué te ha dicho Justin?
Quizás Justin le había contado lo sucedido, por esa razón Jazmín estaba segura de que algo me sucedía.
—Me contó lo que sucedió. No le digas que te estoy contando.
Asentí y bajé la cabeza.
Al parecer yo no era la única complicada con el tema.
—¿Y qué piensas? —le pregunté con mucho valor.
—Sé que te estás juzgando por ello, Alice. Sé que te duele porque sé que lo sigues queriendo, pero también sé que te complica porque no te permites pensar en que eso podría suceder, y entiendo tus morales, lo entiendo porque sé lo mucho que sufriste con tus padres y Justin para ti ya es una etapa cerrada.
—Sí sí, no estoy complicada por eso, Jazmín. Tampoco es como si fuéramos a volver o algo, además ni siquiera nos besamos, me complica el hecho de dejar que casi sucediera, nada más. Solo tendré que aprender a separar las cosas y nunca más volverá a pasar. No puede volver a pasar —las palabras salieron de mi boca con tanta seguridad, logrando sorprenderme.
—Te estás ahogando en tu propio vaso de agua, porque sabes que aún lo quieres.
—Puedo seguirlo queriendo, pero ya ha pasado mucho tiempo. Ya no estamos juntos y esto solo sucedió por error y lujuria, nada más. Ni siquiera hemos salido o hablado como amigos en este último tiempo, no me explico cómo sucedió.
—Y te sigues ahogando en tu propio vaso de agua —Jazmín suspiró y me miró negando con la cabeza.
Luego de aquella conversación, no volví a hablar con Jazmín, bajamos hasta la primera planta encontrándonos con un muy rico aroma proveniente de la cocina. Caminé hasta la sala y me percaté de que todos estaban sentados en la mesa, menos Pattie quien estaba sirviendo los platos. Me decidí por ayudarla y cuando estuvo toda la comida en la mesa, finalmente nos sentamos.
—Antes de comenzar a comer, quiero dar un brindis —Jeremy habló con firmeza sonriéndonos a todos mientras acariciaba el brazo de Pattie sobre la mesa—. Quiero agradecer por tenerlos a todos aquí, el hecho de que estén aquí junto a nosotros nos llena de alegría y mucho más en esta época tan especial. Estoy muy feliz de tener a mis hijos, a mis nietos y a Alice aquí, ustedes son mi familia y no puedo estar más agradecido de tenerlos compartiendo esta navidad con nosotros. Salud.
Sonreí con ternura y miré a Pattie, quién me miraba con una sonrisa muy adorable.
Todos brindamos y luego comenzamos a devorar la exquisita comida. Ni siquiera le di importancia al hecho de que Justin estaba sentado a mi lado y su pierna rozaba a cada momento con la mía, si no, me concentré en comer la deliciosa comida que estaba sobre la mesa.
—¿A qué hora podemos abrir los regalos? ¿Santa ya vino? —Alex murmuró con la boca llena de comida, haciendo reír a todos.
—No se habla con la boca llena, Alex —lo miré.
—Porque pareces ballena —Madison comenzó a reír con burla.
—Ustedes dos son un chiste —Jazmín miró a ambos pequeños con una sonrisa.
—Los regalos se abren después de la media noche —Justin miró el reloj en su mano.
—¡Faltan cinco minutos para las doce! —Madison habló con bastante emoción.
—Tus abuelos aún no terminan de comer, Madison —susurré—. Cuando todos terminemos iremos a ver si santa les trajo regalos.
—Pero la abuela come como una tortuga —Alex se quejó haciendo una mueca.
Abrí los ojos con asombro y suspiré para no llamarle la atención. Al parecer solo me molestaba a mí, ya que todos los demás se encontraban riendo por el atrevimiento de mi pequeño.
—Deberías relajarte, déjalos ser, ya casi es navidad —sentí un ronco susurró en mi oreja.
Me giré lentamente para ver a Justin mirándome con una sonrisa mientras bebía de su copa. Asentí y finalmente igual sonreí.
Cuando finalmente todos terminamos de comer, nos dirigimos a la sala donde estaban los regalos y todos nos abrazamos deseándonos una feliz navidad. Abracé a Justin con mucha timidez y suspiré en el abrazo, inhalando su delicioso olor y sintiendo mi estomago caer por la sensación.
Los niños fueron los encargados de repartir los regalos, obviamente ellos recibieron demasiados regalos que consistían en ropa y juguetes, cosa que agradecí porque no esperaba que le regalaran cosas tecnológicas, con el celular ya tenían demasiada distracción del colegio. Yo recibí un hermoso collar de perlas que Jazmín me obsequió, y unos lindos bolsos de marca por parte de Pattie y Jeremy. Todos recibimos cosas parecidas, excepto Justin, quien recibió las llaves de un lujoso Ferrari, que obviamente lo esperaba en Seattle. Por mi parte, le regalé un lindo reloj de oro qué amé desde el momento que lo vi. Sabía lo mucho que él amaba los relojes, y yo desde que vi el reloj en la tienda, supe que era para él.
—Quiero hacer un brindis igualmente —susurró Justin levantándose de su sofá.
Todos nos pusimos de pies en ese instante y lo miramos fijamente.
—Exactamente quiero agradecer por lo mismo que mi padre —sus ojos mieles sonrieron hacía Jeremy, quien se encontraba a su lado—. Estoy muy agradecido por todos aquí, porque creo que los momentos lindos se constituyen con amor, hay diferentes formas de amar —esta vez sus ojos chocaron con los míos—, muchas formas de amar que se parecen, pero claramente son disntistas y creo que ese es el arte de amar, descubrir y definir cada sentimiento de amor que uno siente, y este sentimientos que todos sentimos y creamos, ese sentimiento que estamos viviendo y hace este momento único, es uno de los mejores amores, es el amor familiar —levantó su copa finalizando su discurso.
Jazmín y Pattie hicieron un tierno sonido y luego lo abrazaron, antes de tomar de sus copas.
Miré a Justin detenidamente y luego simplemente bebí de mi copa.
Dieron las dos de la mañana cuando la mayoría estaba durmiendo, después de charlar un largo rato en la sala, Pattie y Jeremy se habían despedido para ir a dormir y yo debí subir a la habitación para hacer que Alex se quedara dormido.
Aun seguía muriendo de sueño, pero no tenía muchos ánimos de volver a mi habitación para dormirme, y tampoco quería despertar a Madison que recién se había dormido.
Salí de la habitación de Alex sin saber que hacer, pero las escaleras a un lado que daban la entrada a la azotea, llamaron mi atención. No lo pensé más y tomé una manta para salir al aire libre.
Me senté en un cómodo sofá y admiré la gran vista que tenía frente a mi, la blanca montaña cubierta de nieve, el lindo bosque y las estrellas dando mucho luz. Recuerdo siempre haber amado esta vista, sentía que llenaba de frescura y de vida.
—¿Admirando tu vista favorita?
Cerré mis ojos cuando la aterciopelada voz de Justin cruzó mis oídos. Lo sentí sentarse a mi lado, también con una manta sobre sus piernas.
—Ha sido un día muy largo y agotador, ¿no crees? —eso había sonado como una indirecta, pero mi intención claramente no fue esa.
—Lo creo, sé lo mucho que te relajabas con esta vista, una vez me dijiste que te llenaba de vida, ¿lo recuerdas?
No lo miré, pero él si se encontraba mirándome. No lo miré porque mis mejillas comenzaron a arder. Recuerdo perfectamente esa vez, éramos unos niños, y yo se lo había dicho después de hacer el amor en el mismo lugar en el que nos encontrábamos sentados.
—¿Por qué no me miras? Afronta las cosas, Alice —susurró.
Lo miré, lo miré con una ceja alzada, tratando de no perderme en el brillo de sus hermosos ojos.
—¿Qué quieres que afronte? No tengo nada de que huir —murmuré.
—¿Estás segura? ¿Por esa razón no me has dirigido la palabra desde que pasó lo que pasó?
Mi corazón dio un gran brinco en cuanto esas palabras salieron de su boca.
—Justin...
—Hablemos de lo que sucedió.
—No sucedió nada —desvié la mirada de sus ojos, él me estaba matando con sus palabras y actitud.
—Sabes perfectamente lo que sucedió. Casi nos besamos.
—¡No sucedió! —protesté volviendo a mirarlo— Por eso estoy tranquila.
—No seas así, Alice. En ese momentos ambos queríamos que ocurriera —tomó mi mentón y me obligó a mirarlo.
—Justin —lloriqueé rendida, no podía seguir hablando de esto con él mirándome de esa forma—, solo dejémoslo ir, ya ha pasado mucho tiempo y fue un simple error, no alarguemos el tema, tú tienes tu vida hecha, no nos compliquemos por algo que ni siquiera pasó. No vale la pena.
Juro haber visto como el brillo en sus ojos se desvanecía, pero no conocía el motivo del porqué.
—Tienes razón —suspiró finalmente y desvió su mirada.
Le acaricié el hombro y sonreí con algo más de tranquilidad.
—Y por cierto, fueron muy lindas tus palabras allí adentro, eso del amor.
—Gracias —puso su mano sobre la mía y la acarició—. Tengo tu regalo, no te lo quise entregar frente a mi familia, pero aquí está —elevó una caja con un envoltorio plateado.
Lo miré con una sonrisa y tomé la caja. Lo miré con algo de curiosidad y él solo se elevó de hombros. Abrí la caja con cuidado y un brazalete destelló en la poca oscuridad.
—¡Dios santo! —mi boca cayó y la emoción revolvió mi estómago.
—¿Te gusta? —se rascó la nuca mirándome con una mueca.
—¿Bromeas? —golpeé su hombro— No tengo palabras para describir lo precioso que es.
Justin sonrió con algo parecido a alivio y dejó sus hombros caer. Yo no entendía como se le podía pasar por la cabeza el hecho de que no me gustara. El brazalete era prácticamente uno de los más lindos que había visto, sin insultar a mis otros bebes guardados en mi joyero, pero señor, era mucho más que perfecto.
Lo saqué de la caja y ahí quedé totalmente impresionada. Tenía el sello de Cartier tallado y al otro lado una linda frase que me había dejado sin palabras.
«Algo especial, para una persona especial»
—Muchísimas gracias, Justin —susurré sin saber de qué otra forma agradecerle por el hermoso brazalete.
Me miró con una linda sonrisa y se quedó así. Nos quedamos mirando sin decir nada, su sonrisa se ensanchaba cada vez más y sus ojos lograban ponerme nerviosa paseándose por todo mi rostro. Quité mi vista de sus labios en cuanto la bajé y le di un pequeño beso en la mejilla antes de abrazarlo.
—Feliz navidad, honey —susurré, dejándome tan sorprendida a mí como a él.
————
Les dije que este capítulo estaría bueno🧐
Voten y comenten su parte favorita.
Honey
Justbiebssg.
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