04: Nuevas amistades.
Justin sonrió mirando fijamente la máquina de café. Su sexto sentido nunca le fallaba, y aunque al despertar esa mañana despertó con el sentimiento de que algo malo sucedería aquel día, pensó que aquel sentimiento era por los fallecimientos de esa mañana. Por esa razón se permitió sonreír cuando sintió una mirada en él y supo perfectamente de quien se trataba.
—Buenos días, Doctora Anders —dio la media vuelta con seguridad.
Un busto elevado llamó su atención, se lamió los labios ligeramente al observar el escote de la rubia.
—Dime Samantha —la se mordió el labio inferior bastante sorprendida por el saludo —. Claro que son buenos días.
Justin rió ligeramente mirando hacia otro lugar, sabía con claridad que ella estaba coqueteando con él, por algo ella había enderezado su columna y había sacado sus pechos. Justin pensó en que era un poco descarada, comenzando por el hecho de que estaban frente a todos en la cafetería del hospital.
—Creo que se podrían alegrar —él se elevó de hombros bebiendo de su late vainilla—, estoy estresado, no es ni medio día y ya hubieron dos muertes en Cardiología.
—Eso acabo de ver —Samantha analizó con claridad las facciones de Justin, pensando en lo apuesto que era—, lo lamento, oí que un fallecido era su paciente.
—No hay mucho que lamentar, era un anciano con tres paros en un año, fue un milagro que resistiera el tercero.
—Aún así estás estresado —ella rió tímidamente.
Justin elevó una ceja, sintiendo la indirecta.
—¿Algún consejo, doctora Anders? —se lamió los labios mirando el cuerpo de rubia, a sabiendas de que ella lo observaba.
—Yo igual me siento estresada, ¿algún consejo, doctor Bieber? —desvió la mirada.
Justin sonrió con descaro, dejó su café a un lado y tomó la cintura de la rubia antes de comenzar a caminar.
Él no solía ser así de descarado y pícaro con las mujeres, pero en los últimos años debió sacar a prueba sus habilidades conquistadoras.
Entraron a una de las habitaciones del aseo que todo el mundo olvidaba y la oscuridad se encargó de todo. La falda de Samantha fue subida y sus bragas bajadas, los pantalones quirúrgicos de Justin fueron a parar el piso y lo siguiente fue historia contra una de las repisas.
Fallon rió con ternura al escuchar la disertación de Alex y aplaudió con emoción.
—Sale perfecto, bombón —chilló.
—Aún así no debes tartamudear, Alex. Eso demuestra tu nerviosismo —Alice bebió de su botella de agua— es tu última disertación antes de las vacaciones de invierno y la navidad en Whistler, debes hacerlo bien.
—No le exijas tanto al niño, Alice —Fallon rodó los ojos—. Tiene cuatro años, lo hace fantástico.
Alice rodó los ojos con cansancio. Ella no quería ser exigente con el niño, pero sabía lo inteligentes que eran sus hijos, por esa razón esperaba sacar lo mejor de ellos.
—Yo creo que yo lo hacía mejor en el jardín —Madison se elevó de hombros mientras jugaba Candy Crush en su teléfono nuevo.
—No digas eso, Maddie —Alice regañó—. Tia Fallon tiene razón, bebé, lo haces genial —sonrió hacia Alex.
—Eso es genial, si lo hago bien la profesora me regalará dulces y tú junto a papá estarán orgullosos de mi —el pequeño saltó.
—Sí, estarán orgullosos como lo están de mi —Madison rió.
—Pequeña víbora, serás como yo cuando grande —Fallon entrecerró los ojos hacia Madison.
—No le digas así a la niña—Alice le golpeó la espalda con disimulo.
—Entonces, en dos días se irán a Whistler, deberían ir a ver lo que llevarán —Fallon miró a los pequeños.
—¿Quieren conversar cosas de adultos? ¿Por eso tía Fallon se quiere deshacer de nosotros? —Madison miró fijamente a su madre.
A diferencia de su hermano, Madison solía ser más agrandada de lo normal, siempre le interesaban las conversas de adultos y trataba de imitar acciones que hacían los adultos, cosa que preocupaba cada día más a su madre.
Alice simplemente suspiró sin saber de dónde provenía tanta inteligencia de los pequeños.
—Mocosos listos —Fallon elevó una ceja.
—Vamos a la habitación, Maddie. Tía Fallon tiene razón. Debemos ordenar los juguetes —Alex tiró del pequeño brazo de Maddie.
Madison asintió y juntos se marcharon.
—¿Por qué te querías deshacer de mis pequeños? —Alice elevó una ceja cuando finalmente estuvieron a solas con su mejor amiga.
—Es la oportunidad perfecta para una conversación de chicas, ¿no lo crees?
Alice negó con la cabeza riendo y se dejó caer contra el respaldo de la silla.
—¿Qué quieres hablar? Estuviste solo tres meses lejos, aún así hablábamos casi todos los días por teléfono.
Y esa era la verdad, no había nada de Alice que Fallon no supiera, y tampoco había algo de Fallon que Alice no supiera. Ambas se contaban todo, y siempre había sido así, desde la secundaria.
—Solo quiero saber como te sientes. Han pasado tres años y es como si estuvieras esclavizada desde que terminaste con Justin, ya no sales a cenar tanto con tus padres, no vas a los festivales o a las galas benéficas, y tampoco has conocido a algún hombre. Solo quiero saber si te sientes bien o algo, o si te gusta tu vida —Fallon se elevó de hombros—, nunca hemos hablado de esto.
Alice abrió los ojos y desvió la mirada; nadie le había preguntado algo así en mucho tiempo. Al instante sintió un nudo en la garganta y no supo el porqué, quizás en realidad estaba mal y no lo había notado. Odió la sensación de tristeza que la invadió y solo se limitó a sentir un suspiro, aún así no entendía porqué cada vez que le mencionaban el tema de hombres, su mente viajaba en seguida a Justin.
—Creo que no tengo tiempo para mi misma, digo, estoy divorciada, tengo un trabajo y tengo dos pequeños.
—No estás divorciada, hasta el momento sigues casada con Justin ante la ley y la iglesia —Fallon la miró con algo de diversión.
Alice rodó los ojos y no pudo evitar reír.
—Justin es caso aparte —sonrió.
—Esa sonrisa y por la forma en que brillan tus ojos al hablar de él, me haces entender todo los contrario —sonrió con ternura, para Fallon no había cosa más delicada y apreciada que la antigua relación de Justin y Alice—, sigues enamorada de él, ¿cierto?
El aire se atascó en la garganta de Alice y sintió algo recorrer su cuerpo al pensar en ello. Los ojos y la sonrisa de Fallon la lograban poner nerviosa. Soltó el aire retenido y tosió con disimulo.
¿Aún enamorada? No lo creía, ya habían pasado tres años, ella solo creía que era cariño.
—Claro que no, Fallon —quiso reír como si fuera la cosa más divertida del mundo, pero al ver la cara seria de Fallon, terminó callando— ¿Tan evidente soy?
—¡Lo sabía! —la peli-negra golpeó sus palmas en forma de victoria.
—No sigo enamorada, Fallon. Solo es cariño, mucho cariño, lo quiero demasiado y aún me vuelve loca; pero ya conoces mi lema —se elevó de hombros con tristeza—, lo que no funcionó en el pasado, no tiene derecho a funcionar en el presente.
Alice no tenía mucho problema en confesarle aquello a Fallon, confiaba en ella como si la vida dependiera de ello.
—Tú lema es demasiado estúpido, no quieres admitir que aún lo amas, pero lo entiendo, no tienes miedo a perder a tu hombre porque Justin no ha salido con ninguna chica en estos tres años —asintió para si misma—, pero cuando lo haga... te comerán viva los celos, si es que ya no lo hacen —sonrió haciendo sus ojos brillar. Tratando de confundir aún más a la pobre Alice.
—Como tú digas —volvió a rodar los ojos—, espera... como es eso de "si es que ya no lo hacen"
—Supongo que ya sabes o asimilas que Justin ha tenido aventuras. Un hombre no aguanta mucho tiempo sin sexo y ya han pasado tres años —Fallon murmuró y la miró como si fuera lo más obvio del mundo.
La verdad era que Alice nunca lo había pensando, y de solo pensarlo se le revolvía el estómago y sentía un vacío en su pecho. ¿Justin haciéndolo con más chicas? ¿Justin coqueteando con más chicas? No podía imaginarlo, pero era obvio que en tres años si había sucedido, y pensar eso la hacía sentir enferma.
—Y bueno, verás que llegaron nuevos doctores al hospital, entre ellos una nueva cardióloga que los trae a todos locos, incluyendo a nuestro Justincito —se mordió la lengua con disgusto—. Cuando fui al hospital, Josh parecía un perrito faldero y Justin... Justin simplemente se hacía el interesante y la miraba pícaramente, no entiendo a los hombres, corren detrás de las más perras y...
Para ese entonces Alice dejó de escuchar. Fallon seguía hablando, pero la mente de Alice había viajado a otro lugar. No se podía imaginar a su Justin, a su Justin, teniendo sexo o coqueteándole con descaro a otras chicas. Justin era muy dulce y romántico con ella, pero no iba a negar que también le conocía el lado coqueto y caliente, y simplemente le ardía el estómago al imaginarlo besando a otra mujer. ¿Cómo es que nunca lo pensó en tres años?
—Tierra llamando a Alice Coleman —Fallon chasqueó los dedos.
Alice pareció reaccionar y se levantó en seguida del asiento en donde se encontraba.
—Iremos al hospital, iremos a conocerla y...
—¿Para qué, Alice? Me acabas de decir que no importa.
—No me importa, no volveré con Justin nunca jamás, pero... ¿no crees que la curiosidad es mucho más fuerte que el autocontrol?
Fallon rodó los ojos y se levantó del asiento.
Cinco minutos bastaron para que ambas se pusieran en marcha al hospital en el auto de Alice y con los niños en el asiento trasero.
—¿Entonces hacia donde vamos? —Alex se preguntaba porqué mamá quiso salir tan rápido de la mansión.
—No preguntes, Alex —Alice se encontraba en medio del tráfico vehicular, y los nervios y la ansiedad no ayudaban demasiado.
—¿Vamos al hospital de papá? —Madison lo supuso, se conocía el camino.
—Así es pequeños. Le haremos una pequeña visita a su padre —Fallon respondió desde el copiloto.
—¿y por qué? ¿para qué? Es miércoles, notará que no fuimos al colegio y se enfadará —el pequeño no entendía nada.
—En realidad, a esta hora ya nadie está en el colegio. Justin no lo notará —Fallon se elevó de hombros.
—¡Silencio! —Alice exigió golpeando el volante— Necesitamos llegar rápido a aquel hospital y ustedes no ayudan con tantas preguntas.
—¿Por qué tan rápido, mami Alice? —Fallon elevó una ceja con diversión.
Alice la miró mal y golpeó el volante.
—Deja de molestarme o no me importará dejarte en el próximo semáforo —amenazó a su mejor amiga de veintisiete años.
—No lo harás, sabes que soy la única que te puede ayudar en tu misión especial.
—¿Se callaran o seguirán hablando y hablando en chino? —Madison preguntó sin despegar la vista de su madre.
Alice la miró mal a través del espejo retrovisor, y eso bastó para que la pequeña se quedara en silencio.
Llegaron al hospital quince minutos más tardes. Entraron por el area de urgencias, lo cual fue un grave error ya que todos corrían de un lado a otro.
—No se separen y lleguemos hasta el elevador —ordenó Alice.
Una vez que estuvieron en el piso principal. Alice comenzó a caminar rápidamente hacia el consultorio de Justin.
—¡Hola! ¡Hola pequeños! —la secretaría los saludó amablemente.
—¿Justin está con pacientes?
—No, pero está conversando con...
Alice no siguió escuchando y con los niños detrás de ella, entró al consultorio de Justin. Para ese entonces Fallon ya se había perdido por el hospital.
Justin se encontraba sentado en la silla de su escritorio, con una rubia bastante alta, sentada sobre el escritorio.
Alice abrió los ojos por el descaro y en seguida se cruzó de brazos. Así que ella era la rubia que le estaba haciendo competencia.
—¡Alice! —una sonrisa apareció en los labios de Justin al verla ahí y con los niños.
No está demás mencionar que a Justin le encantaba ver a Alice en el hospital. Sabía que ella estaba ahí por él.
—¡Papi! —los niños chillaron y corrieron a abrazarlo.
Samantha elevó las cejas con sorpresa al ver a los niños y con mucha vergüenza bajó del escritorio. Al mirar a Alice pensó que había cometido un gran error al tener sexo con Justin esa mañana. Pensaba que aquella hermosa mujer con esos dos niños, eran la familia del guapo cardiólogo. Se sintió mal al instante porque ella jamás quiso meterse con alguien que ya tiene dueña, eso nunca había sido lo suyo.
Justin al notar la mirada cabreada de Alice y la vergüenza de Samantha, carraspeó la garganta y se separó de los pequeños.
—Samantha, ella es Alice mi ex esposa —murmuró. Samantha sintió una especie de alivio moral—.Alice, ella es Samantha, nueva cardióloga en el hospital.
Los ojos de Alice se abrieron y miró de pies a cabeza a la rubia. No pudo evitar tener una caída de autoestima y entender porqué todos en el hospital andaban detrás de ella. Apartó la vista porque la rubia parecía amable y su intención no era hacerla sentir mal,
—Mucho gusto —Samantha sonrió con mucha vergüenza y le tendió la mano a Alice.
Alice aceptó en saludo sin ninguna emoción en el rostro, su mirada seguí clavada en Justin, y no pensaba moverla en un largo rato.
Justin carraspeó la garganta incómodo. Conocía a Alice, sabía que algo le estaba molestando. Miró a Samantha pidiéndole disculpa con la mirada; la rubia sonrió aún con vergüenza y se despidió antes de salir del consultorio.
—Niños, vayan a la cafetería y compren los dulces que quieran —Justin le entregó algunos billetes a Madison, sin dejar de analizar el rostro apretado de Alice.
Los niños salieron felices del consultorio, dejándolos a ambos finalmente solos.
—¿Qué sucede, Alice? Sé que algo te molesta. Sabes que puedes contar conmigo —le agarró el brazo e hizo que se sentara.
Alice pensó que él no podía ser más cínico.
—¿Alice? —elevó una ceja, esperando una respuesta.
En verdad Alice no tenía nada que decir. En ese momento se sintió estúpida, estúpida porque estaba frente a Justin, enojada, y sin una razón válida para estar enojada. Se dio cuenta que había sido un estúpido y tonto arrebato ir al hospital y mostrarse enojada frente a él, estúpido arrebato porque ya hacían tres años desde que no estaban junto y ella no tenía ni el más mínimo derecho a reclamarle algo.
Sus mejillas comenzaron a arder.
—Yo, um, yo... —los ojos de Justin brillaban con tanta pasión. No podía parar de pensar en lo hermosa que era Alice—. Ha sido un error venir aquí, Justin. Creo que me equivoqué —empezó a reír con nerviosismo—, soy estúpida ¿no?
Se levantó de la silla y caminó lo más rápido hacia la puerta.
—Espera —Justin la agarró del brazo—. Por algo has venido aquí, dímelo —trató de analizarla, la conocía perfectamente, sabía que algo más había allí.
La piel de Alice se erizó, Justin estaba demasiado cerca, tanto que sentía la calidad de su piel. Trató de buscar alguna excusa, preguntándose donde diablos se había metido Fallon, quien prometió ayudarla.
—¿Quién era esa doctora? —soltó un gran suspiro y finalmente habló, fingiendo nada más que curiosidad.
—Ella es...
La puerta del consultorio se abrió, asustándolos a ambos.
—Leí tu mensaje, ¿de verdad lo hiciste con Samantha Anders esta mañana en la sala olvidada? ¿Qué tal? ¿Grita mucho? —la voz de Josh se quedó estancada en su garganta cuando levantó la vista y vio a Alice allí.
El estómago de Justin se apretó y quiso matar a Josh en ese mismo instante. Miró en seguida a Alice, esperando alguna respuesta.
Su corazón había comenzando a latir con fuerza. Se maldijo por no haberle puesto seguro a la puerta.
—Yo... yo ya me iba —Alice tragó saliva con fuerza y le sonrió fingidamente a Justin.
—¡No! —Justin volvió a tomarla del brazo— Josh se irá. Nosotros aún tenemos algo pendiente —la miró.
Alice pensó que Justin no tenía vergüenza. Tenía tantas ganas de golpearlo.
—Alice yo lo lamento, no sabía que...
—Oh, no te preocupes Josh —rió—. Es normal que los hombres hablen esas cosas, además no sé si es necesario que te recuerde que Justin no es nada más que el padre de mis hijos —le quitó importancia—. ¡Han pasado tres años! —rió.
Justin no entendió porqué su corazón se sintió ahogado al escuchar salir eso de la boca de Alice. Frunció el ceño y la soltó lentamente. No esperaba que ella se pusiera celosa, pero sí quizás que se enfadara. Trató de olvidar sus pensamientos y la miró nuevamente.
—Luego nos vemos —los miró a ambos y salió del consultorio.
Josh se mordió los labios, mirando con algo de culpa a Justin.
—Lo siento.
—Aprende a controlar tu maldita boca. Sal de aquí o te moleré a golpes —Justin se sentó en su escritorio sin mirarlo.
Josh asintió y salió de allí. Conocía a Justin, y sabía que no valdría la pena insistir porque su amigo siempre hablaba enserio. Justin podría ser su mejor amigo de toda la vida, pero Josh sabía que era capaz de molerlo a golpe si de algo importante se trataba, y Alice era mucho más que importante para Justin.
Alice se encerró en el cubículo del baño para tratar de calmarse, su respiración iba muy acelerada. Bajó la tapa del baño y se sentó allí. Estaba muriendo de los celos y de la tristeza. Se maldijo cuando su vista se nubló y realmente no lo aguantó, explotó en sollozos. Se sentía estúpida, estúpida por nunca pensar que Justin podría salir con otras chicas, estúpida por morir en celos cuando ya habían pasado tres años, estúpida por presentarse en el hospital como si nada, estúpida por ir hasta el consultorio sin saber qué decir y sin tener derecho a reclamarle, estúpida porque su autoestima había caído al piso al ver a la esbelta rubia y estúpida por estar llorando de tristeza y celos. Ya debería superarlo, pero no podía, él no había salido de sus emociones en tres años y realmente dudaba que él saliera de su cabeza pronto. Definitivamente seguía muy enamorada de Justin, pero no lo quería aceptar, solo quería convencerse de que él ya no importaba en lo absoluto para ella, pero eso era una gran mentira.
————
Y con este capítulo, aviso que HONEY 🍯 a empezado oficialmente.❤️🖤
Voten si les gusto y comenten su parte favorita.
Honey
Justbiebssg
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