Tercer Sueño
Acendrado: Que carece de defectos y manchas, que es puro.
Yoongi
―Ya estoy en casa. ―anuncié mientras cerraba la puerta tras de mí.
No hubo respuesta, seguramente mamá seguiría trabajando, por lo que nadie me molestaría si tomaba una siesta. Subí otra vez por las escaleras dirigiéndome a mi cuarto y sintiendo a mi pecho retumbar, pensando en que tal vez y solo tal vez hoy el muchacho volvería a aparecer en mis sueños.
Puede que resulte extraño, pero había disfrutado esa pequeña charla con él y ese deseo de seguir conociéndolo permanecía intacto. Quería saber tanto de él, aunque solo sea un producto de mi imaginación, ese sueño era un enigma que quería descifrar.
Llegué a mi cuarto, tiré todas mis cosas y me lancé a la cama dispuesto a dormir, casi rezando para que el extraño siga presente en ese lugar absurdo que mi mente creaba.
Cerré mis ojos con fuerza, mientras mi cuerpo se iba relajando sumergiéndose de a poco en el mundo de los sueños, haciendo que mi mente viaje a esa falsa realidad.
No había notado que ya había caído dormido hasta ver que a mi alrededor todo era blanco, sonreí de lado satisfecho de haber logrado mi cometido.
«El lienzo sin pintar», pensé, y tan pronto como esa frase vino a mi mente, el muchacho de hebras castañas también lo hizo.
Empecé a buscarlo con la mirada sin hallar rastro de él, hasta que escuché una voz cantando tristemente.
"Perdí mi rastro, no sé a dónde voy"
Seguí el dulce canto casi seguro de saber a quién le pertenecía esa tierna voz que recitaba un cántico de aflicción. ¿Sería eso lo que sentía con el corazón? Corrí hacia él guiándome por mi oído, mas algo no me dejaba. Volteé los ojos, no podía avanzar de nuevo.
Bufé molesto.
"¿Cuál será mi próximo destino?"
Solo podía buscar al chico girando sobre mi eje, creí que nunca lo encontraría porque la voz se escuchaba muy lejana y la única manera de encontrarlo sería avanzando. Miré a todos lados sin encontrar nada, giré hasta sentirme mareado, pero él no aparecía. Quería verlo para no estar solo y preguntarle más sobre ese extraño mundo. Me quedé quieto ya rendido de tanto haber buscado hasta que repentinamente la voz se escuchó más cercana. Era él detrás de mí, sonreí aliviado.
"Seguí a mi instinto, ¿estuvo bien?"
Se supone que estaba lejos, pero ahí lo veía tan pacífico como siempre de espaldas hacía mi mientras esa dulce voz fluía suavemente hasta llegar a mis oídos. Cerré los ojos sintiendo más cada palabra que recitaba y me senté en el piso abrazando mis piernas.
"Dime que estaremos bien. Miente aunque sea."
―Qué voz tan dulce. ―susurré con una sonrisa mientras veía atentamente la silueta del castaño.
De pronto la voz se detuvo de manera abrupta y todo se vio sumido en el profundo silencio. ¿Por qué se había detenido? Estaba a punto de quejarme, pero antes de que pudiera hacerlo él tomó la palabra.
―¿Desde cuándo estás aquí? ―inquirió bruscamente. Como era lo usual, no podía verlo directamente al rostro, pero captaba todas las emociones que sentía. Ahora podía palpar su claro enojo.
―Desde hace un rato. ―respondí rascándome la nuca nervioso. ―Es que apenas llegué oí a alguien cantando y la voz me gustó tanto que quise llegar a ella fue algo...extraño. ―expliqué recordando la ansiedad que sentí al no haber podido encontrarlo rápido.
No respondió, de hecho, ninguno lo hizo y parecía que ninguno tenía el coraje para hacerlo. Hasta que escuché un bufido.
―No te quedes callado. ―farfulló intentando mirarme, mas no lo logró.
―Creía que querías que esté así. ―hablé con el ceño fruncido.
Se quedó en silencio mientras miraba lo que supuse serían sus manos. Sentí una punzada en el pecho, otra vez me sentía triste sin una razón aparente. No entendía el porqué.
―No... ―dijo entre dientes. ―Me siento solo cuando todo está en silencio y no me gusta, así que no te quedes callado. ―suplicó abrazando sus piernas. Un leve sollozo escapó de sus labios. En ese momento sentí dolor, mi corazón crujía cuando sentía un aura gris por parte de él.
―¿Pero por qué te molestaste cuando dije que te había escuchado cantar? ―inquirí confundido, ese chico era bastante extraño. Escuché un suspiro que delataba un sentimiento de pesadumbre.
―Solo...yo...es una canción muy personal. Perdón si fui muy impulsivo al gritarte. ―titubeó sorbiendo su nariz. ―No quería que nadie la escuche porque es...patética y...
―De hecho, es hermosa ―interrumpí. ―combina perfectamente con tu voz. ―sonreí sintiendo una calidez en mi pecho.
―Gracias. ―habló con un tono de voz más animado.
Me sentía más vivo cuando ya no se escuchaban más sollozos, había logrado alentarlo. Eso me hacía feliz, y esa felicidad se sentía demasiado real. ¿Realmente estaba soñando?
Me senté en el piso mientras examinaba cada detalle de la silueta del castaño. Tenía un pelo sedoso que daban ganas de acariciar, era delgado y pequeño, lo cual lo hacía ver tierno. ¿Cómo sería su rostro? ¿Sus ojos, su nariz, sus labios y su sonrisa? Me daba tanta curiosidad, no podía reprimirla. Las respuestas a mis dudas estaban frente a mí, tan cerca, pero no podía verlas.
―Oye y... ¿Cuál es tu nombre? ―cuestionó interrumpiendo lo que iba a decirle. ―Ayer no lo dijiste y quiero saber el nombre de la persona con la que estoy en este lugar, porque creo que nos veremos un buen tiempo, claro si... ―la última frase no había logrado escucharla bien. Así que pedí que la repitiera. ―Nada. ―respondió.
―Bueno... ―hablé y exhalé. ―Mi nombre es Min Yoongi. ―repliqué a la vez que colocaba mis brazos a mis costados para apoyarme en ellos, todavía con la vista fija en él.
Pude observar cómo el muchacho se tensó en su sitio, lo pude ver por sus hombros, como de esa postura tan relajada había pasado a estar a todo lo contrario.
Arqueé una ceja.
―Es un nombre fácil. ―la corta frase sonó temblorosa, pero al instante la estabilizó. ―¿Eso no significa algo así como brillo? ―interrogó con tono burlón.
―Sí. ―reí. ―Mi madre creía que nadie brillaba más que yo. ―bromeé, inmediatamente la risa de la única persona que me acompañaba en el blanco lienzo retumbó en mis oídos. Un hermoso sonido provocando en mí una sensación que nunca había percibido. Era una alegría diferente a cualquier otra, más fuerte tal vez.
―No pensarías lo mismo si me vieras. ―Bromeó entre risas.
―Qué modestia, ¿acaso me estás retando? ―amenacé con mofa haciendo que su risa otra vez sonara.
―Min Yoongi. ―repitió.
―¿Qué? ―inquirí confundido, vi como empezaba a negar repetidas veces con la cabeza.
―N-nada...s-solo pensaba en... tu dignidad al saber que yo brillo más que tú. —titubeó. Sabía que acababa de inventar una excusa.
―Entonces voltéate y demuéstralo. Quiero pruebas o sino seguiré diciendo que yo brillo más. ―advertí soltando al final una corta risita.
―Está bien, pero no depende de mí. ―contradijo. ―Recuerda que ahora este es tu mundo, tú lo controlas y por ende también me controlas a mí. Soy como tu juguete...tu títere. ―bromeó.
―¿Qué? Entonces abracadabra, patas de cabra quiero que este chico voltee ¡Voltéate! ―exclamé. ―Quiero ver si logras superar a esta joyita. ―me alagué en broma señalándome con los dos pulgares.
Estaba realmente emocionado con la idea de poder conocer a la misteriosa persona que ya iba apareciendo tres veces en mis sueños. Sin embargo, tan pronto como apareció la alegría en mi rostro, él negó con la cabeza. Fruncí el ceño.
—Sigo sin poder moverme, no diste bien tus órdenes. —replicó haciéndome sentir decepcionado. —Intenta con más fuerza, tal vez lo logras. —me animó.
Me toqué la barbilla mientras pensaba en cómo haría eso, en cómo lograría por fin hacer de este blanco lienzo un cuadro, por lo menos uno simple. Entonces, recordé cuando era niño y me decían que pida un deseo mientras soplaba las velas que yacían en el pastel de cumpleaños. En ese entonces con esa fe que caracteriza a los niños, cerraba los ojos con fuerza, tomaba una bocanada de aire hasta que mis mejillas se hinchasen y luego ya habiendo pronunciado el deseo en mi mente, liberaba todo el aire que había contenido, apagando así las velas. ¿Funcionaría si hiciera algo parecido? Tenía que intentarlo, cerré mis ojos, mientras en un susurro mis labios rogaban por que el muchacho frente a mí volteara.
—Quiero verte, quiero verte. —pronunciaba en un murmuro sin dejar de cerrar los ojos.
Estaba tan concentrado que no notaba nada a mi alrededor, de repente ese anhelo se había apoderado de mí. ¿Tantas eran las ansias de verlo?
—Hey. —farfulló esa jovial voz, al instante abrí mis ojos uno por uno esperando a que el deseo se hubiera cumplido. Lo busqué en cada rincón porque no encontraba a nadie frente a mí, hasta que sentí un toque en mi hombro. —Aquí estoy, tonto. —giré en mi propio eje encontrándome con un chico de bonita sonrisa y de aspecto acendrado. ¿Ese era el castaño? ¿Era él, ese chico con una sonrisa que hacía que sus ojos se entrecierren y sus mejillas se abulten?
Me había quedado analizando cada detalle que adornaba su rostro angelical, comenzando desde sus ojos de un café claro bajando hasta sus esponjosos labios rosados. Si mi mente había creado a este hermoso ser, entonces había hecho un maravilloso trabajo.
—Hey, hey. —dijo el muchacho agitando sus manos para que reaccionara. Agité mi cabeza saliendo al fin de la ensoñación, él sonrió apartando sus manos y poniéndolas detrás de su espalda. —Creí que te habías congelado o algo así. —bromeó.
—N-no solo q-que no comprendo por qué te estoy soñando. —repliqué sosteniendo mi mirada en la de él, simplemente no podía mirar a otra dirección. Esos ojos hacían que me perdiera en ellos, que me desconecte de mí mismo. Era admirable la forma en la que captaba mi atención. Eran como laberintos llenos de enigmas que aún no lograba descifrar.
En respuesta a lo que había dicho, ladeó la cabeza mientras fruncía el entrecejo.
»―Me refiero a que...yo...creí que serías alguien que conocía o algo así, pero no tengo ni la más mínima idea de quién eres. ¿Es por qué no eres real? ¿Eres un producto de mi imaginación? —se enderezó mientras pensaba, sin quitar esa sonrisa que me había dejado atontado.
—No lo sé. —afirmó dando un largo suspiro y colocando sus brazos detrás de su espalda.
El espacio quedó en silencio, algo tan común entre ambos. Sin embargo, esa vez era diferente ya que ya no me sentía raro al hablar con una persona que no mostraba su rostro, ahora ya lo conocía. Conocía cada pequeño adorno que decoraba ese lindo rostro. Su imagen estaba grabada en mi mente y estaba seguro que nunca saldría de ahí.
Empecé a preguntarme qué sería realmente, ¿sería un ángel? Los ángeles pueden aparecer en sueños. Si me hubiera dicho que era uno, no lo hubiera dudado ni un poco ya que esa aura es tan inocente y pura, y cada uno de sus rasgos parecían ser parte del cielo.
«Pero...¿Qué cosas estás pensando, Min Yoongi? Entonces, si eres gay?», me pregunté, al parecer este sueño sacaba mi lado más cursi y gay. Al parecer en este sueño era Min cursi gay Yoongi, ¿y cómo no serlo con ese chico?, es decir... «deja las mariconadas de una buena vez», pensé dándome una palmada mental en la cara.
—¿Y si te superé? —preguntó el castaño en medio de mi pequeña crisis. —¿Si brillo más que tú? —y volvió a sonreír. A este paso me daría un paro cardiaco, por lo bonito que era.
Me paré de un brinco e hice como si lo estuviera examinando mientras frotaba mi barbilla con mis dedos.
No iba a mentir, me había dejado sin puntos de vida, y era obvio que brillaba mucho más que yo. Desprendía un brillo que era inefable, propio de alguien que no era de este mundo. No obstante, preferí seguir el juego para estar en contra de él.
—No. —dije negando con la cabeza, me miró levantando las cejas incrédulo. —Brillas, pero yo soy insuperable, mi brillo es un privilegio solo mío. —expliqué fingiendo arrogancia. Él volteó los ojos cruzándose de brazos. —Estás cerca, tal vez si te esfuerzas... —proseguí. — Me superes, aunque lo veo difícil.
—Ya verás quién brilla más mañana, Min. —advirtió ladeando una sonrisa.
Me había llamado por mi apellido y eso me había gustado, como ese simple nombre era pronunciado por sus labios. Pero...¿Cómo tendría que llamarlo yo si no sabía su nombre?
—No lo creo... —hablé esperando a que complete la oración diciendo su nombre, mas no lo hizo. Lo que ahora se había vuelto otra obsesión para mí, ahora quería de todas formas saber cómo se llamaba.
Negó con una sonrisa, a la vez que lo miraba confundido.
—¿No me quieres decir porque tu nombre es feo? ¿Acaso tienes un nombre súper anticuado? ¿O es algo así como Penélope? —cuestioné eufórico. Empezó a carcajear fuertemente.
—No, no hyung. —respondió riendo y negando con la cabeza. —Solo es que no puedo...algo no me deja. —su sonrisa desapareció pogresivamente siendo reemplazada por una mueca de confusión.
Ladeé a mi cabeza a un lado, ahora me había nombrado su hyung. ¿Acaso era porque lucía mayor?, pero eso no importaba ahora. Su nombre era más importante que cualquier otra cosa.
—Creía que era el único en sentir eso, como si algo me despertara justo en el momento en que estás a punto de decírmelo. —expresé.
—Exacto, pero en mi caso, tú desapareces. —dijo ladeando la cabeza con los labios apretados y el ceño fruncido. Sonreí ante tan adorable mueca.
«Ya, en serio, déjate de mariconadas», me dije obligándome a borrar la sonrisa.
—¿Y si lo volvemos a intentar? —sugerí. —Tal vez las cosas hayan cambiado ahora que ya puedo controlar un poco todo esto. —El castaño asintió vagamente, se notaba que no estaba muy convencido de la propuesta que acababa de hacerle. —Ok, dime tu nombre...yo empiezo. —me aclaré la garganta. —Mi nom...
—Sí sé cómo hacerlo idiota.—me interrumpió. Ante ese insulto lo miré con los ojos abiertos de manera exagerada para denotar que me había "ofendido", me toqué el pecho e hice una mueca de dolor. —Lo siento, hyung es que se me olvida.—se disculpó poniendo sus manos en su boca, tapando su expresión entre sorprendida y apenada. Ladeé una sonrisa cruzándome de brazos mientras negaba con la cabeza.
—Es broma, no me importa. —aclaré dando palmaditas en su cabeza, su expresión se apaciguó volviendo así a sonreír. Sonará loco pero ese simple tacto me había pulverizado, se sintió tan...bien, tan... real. ¿Estaría tocando a un ángel?
Me sonrojé ante mis pensamientos, en serio este sueño me hacía perder la compostura. ¿Ángel? ¿En serio Min Yoongi?
—Bueno...intentémoslo. —murmuré agitando la cabeza intentando sacar esas ideas tan patéticas de mi cabeza, seguro ese chico era solo algo imaginario, pero como estaba tan cursi lo trataba de ángel. —Mi nombre es Min Yoongi. —empecé. —Un gusto en conocerte, y su nombre es...
Se aclaró la garganta y mirándome fijamente empezó a pronunciar el gran misterio en ese lugar. Al fin, resolvería ese gran enigma, estaba seguro. Sonreí.
—Mi nombre es...
EDITADO 23/07/2023
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