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Quinto Sueño-Primer Amor

»—Bienvenidos.—saludó Jungkook.

No podía salir del asombro, ¿Cómo que alguien murió en ese árbol? Ese árbol se parecía al de mis sueños, esos en las que una mujer estaba atada del cuello.

Tragé saliva lentamente mientras no dejaba de observar ese imponente árbol. No podía ser cierto que…

—Hola Yoongi—saludó Jennie con una sonrisa que, a leguas, se denotaba falsa. —No sabía que trabajabas aquí. ¿Tú sabías? —preguntó mirando hacia atrás donde otra chica se encontraba, Lía. Ella había estado distraída mirando la cafetería hasta que Jennie la sobresaltó con su pregunta. Ante el obvio desentendimiento de la pregunta, solo frunció su ceño. La contraria giró los ojos irritada y se fue hacia la mesa con vista hacia la calle, haciéndole una señal con la mano a Lía para que se acerque. Ella corrió rápidamente hacia el lugar del que la llamaban.

Yo por mi parte me dirigí hacia donde Jungkook estaba.

—Kookie, hoy solo trabajaré 2 horas, tengo algo muy importante que hacer. Ya hablé con tus papás. —indiqué, a lo que él solo asintió.

En ese momento, la campana volvió a sonar. Un señor de aproximadamente 40 años tomó asiento en la mesa más próxima a la puerta.

Jungkook quiso atender al recién llegado, pero antes de que si quiera pudiera dar un paso, lo sostuve del brazo y acerqué su oído a mi boca.

—Yo lo atenderé, tú ve donde esas chicas.— Jungkook tenía las orejas rojas en cuanto lo alejé. No dijo nada más y fue hacia Jenny y Lía, y yo por mi parte me dirigí hacia el hombre de cabellera negra.  

No quería acercarme a ellas, especialmente a Jennie, estaba seguro que se las arreglaría para hacerme 1000 preguntas sobre Namjoon de una manera “sutil”, queriendo hacer parecer que lo odia y que está muy lejos de agradarle, cuando en realidad era todo lo contrario. Estaba seguro que Namjoon le gustaba, pero no le decía nada por razones que desconocía, y en vez de eso se dedicaba a ligar con todos lo chicos que se le cruzaran.

Llegué a la mesa, saludé y le tomé la orden, había pedido un café americano y una torta de chocolate.

Así, me dirigí a la cocina a preparar su café y cortar su pedazo de torta. Me concentré en lo que hacía hasta que vi hacía la mesa que Jungkook atendía. Jenny le estaba acariciando la mano mientras coqueteaba con él, y la cara de mi compañero era de total incomodidad. Definitivamente, necesitaba mi ayuda para quitársela de encima. Lo había olvidado, Jennie podía coquetearle hasta a una piedra. Por eso Namjoon siempre me decía que era linda pero demasiada ambiciosa. Quería gustarle a todos o sino no se sentiría ella.

Me acerqué rápidamente y alejé a Jungkook jalándolo de la muñeca. Jennie giró los ojos y quiso decir algo pero se detuvo cuando Lía carraspeó. Lo último que escuché soltar a Jenny fue un “idiota”.

—No te le acerques tanto, es un poco…—¿como decir zorra sin decir zorra? Kookie me parecía demasiado pequeño como para envenenar su inocencia con mis malas palabras

—¿Zorra?—repentinamente ya no era tan pequeño que digamos. Le sonreí y asentí.

—No importa hyung, tengo que atenderla, es parte del trabajo. —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

¿Por qué estaba tan feliz? No lo sabía, pero tenía una sonrisa enorme dibujada en los labios, estaba seguro de que, si le golpeaban la cara, ese gesto seguiría intacto.

—Yo la atenderé, tú lleva esto… —hablé entregándole una bandeja de madera con una taza de café y un plato pequeño con una tajada de torta. —al señor de allá. —señalé con mi cabeza.

Jungkook recibió el pedido y lo llevó casi igual de feliz que hace algunos instantes. Yo por mi parte, fui hacia la mesa donde mis dos compañeras de clase se encontraban.

—¿Ya les tomaron la orden? —pregunté a penas estuve ahí.

—No.—respondió Jennie fríamente volteando los ojos. —pero pediremos un pie de manzana, un cappuccino y… ¿Tú qué quieres?—inquirió con un movimiento de cabeza a la que estaba frente suyo.

—Yo quiero…un cappuccino y un cheesecake de fresa.—Asentí con la cabeza y me dirigí a la cocina.

—Qué tonta, ¿tanto así te… ?—escuché decir a Jennie siendo interrumpida por un “shh”. Luego solo escuché una risa escandalosa por parte de la misma.

Giré los ojos dándole poca importancia, era muy evidente que se estaba burlando de mí.

Llegué a la cocina y preparé los cappuccinos, saqué un pedazo de cheesecake y de pie de manzana, y los alisté en una bandeja para llevárselos.

Este trabajo no era muy divertido, la parte más divertida era cuando me daban el pago y podía ponerlo a mi alcancía pensando que algún día lo usaría para algo bueno.

—Aquí tienen. —empecé a poner los pedidos en los lugares correspondientes, hice una reverencia y volví a la cocina.

Tan solo habían pasado cuarenta minutos, todavía debía estar una hora con 20 minutos aquí. Bufé, el tiempo tendría que pasar rápido pero, cuánto mas me fijaba la hora las manecillas no cambiaban de posición.

—Se ve que estás ansioso,—me sorprendió Jungkook sobresaltándome.—debe ser algo muy importante para ti.

Asentí sin dejar de mirar el reloj.

»—Ahora que no hay nada que hacer… ¿Por qué te sorprendiste tanto cuando te hablé sobre el árbol? Parecía que ibas a desmayarte ahí mismo. —rio suavemente.

¿Sería bueno contarle de sus pesadillas? ¿De ese chico misterioso con apariencia de ángel? ¿De que se sentía atraído por alguien que era producto de su imaginación?

—Pues…—empecé. —He estado teniendo sueños extraños. —él asintió y me hizo una seña con la mano para que continuara. — ese árbol… o uno parecido, muy parecido, aparece en ellos.—carraspeé. — En él hay una mujer con el cuello colgando de una soga… está colgando de una rama y su cabello oscuro le tapa la cara, así que no puedo ver quién es. ¿Estúpido no?—sonreí frotándome la nuca y bajando la cabeza con un ligero bochorno.

—Para nada, creo que solo es un mal sueño y ya.—sonrió. —Aunque podría tener un significado ¿no? Deberías preguntarle a mi mamá, ella es medio bruja.

Asentí mientras reía y él me contaba sobre las cosas que su madre era capaz de hacer.

—Le preguntaré en cuanto la vea. —sonreí.

—Iré a cobrar, usualmente se tardan mucho en moverse de aquí, pero es mejor que ya vaya, y mira… —señaló el reloj.—nos quedamos charlando un buen rato y no crea que venga nadie más. ¿Por qué no te vas?—abrí mis ojos sorprendido.

—No, no, debo cumplir las dos horas. —negué rotundamente.

—Solo ve a alistarte, no habrá mucho trabajo que hacer hoy, usualmente se llena a las siete y para esa hora mamá ya habrá llegado. Adiós. —se despidió y se fue a las mesas para cobrar.

Bueno, Jungkook había dicho que me podía ir, me iba a sentir mal, pero sería bueno estar antes ahí.

Me fui al cambiador para sacarme el delantal y la camisa, y cambiarla por mi ropa anterior. Sujeté la mochila que había traído conmigo y salí del pequeño cuarto, pero sin querer dirigí mi mirada hacia la mesa en la que Jennie y Lía estaban.

Debo admitir que no estaba sorprendido de ver a la pelinegra sujetando fuertemente del brazo a Lía, mientras la otra intentaba liberarse del agarre a la vez que soltaba unas pocas lágrimas.

Sin pensarlo mucho corrí hasta esa mesa ya teniendo un pequeño plan en mente.

—Lía, apúrate tenemos que hacer el trabajo de historia. —hablé sorprendiéndolas a las dos.—No me digas que te has olvidado. —fingí molestia frunciendo mi ceño. —Apúrate o me molestaré más. —advertí.

Asintió lentamente, recogiendo su mochila para colgársela tras la espalda. Me dirigí hacia la puerta de salida despidiéndome de Jungkook. Lía por su parte le pagó por lo que había pedido y fue tras mío.

Caminamos hasta un banco tras la cafetería donde me senté y esperé a que ella haga lo mismo, lo que hizo con timidez y algo que capté como vergüenza por la lentitud y falta de confianza en sus movimientos.

—G-gracias. —susurró con la voz rota, desde que habíamos salido de ese lugar no había dejado de llorar.

—No hay de qué, solo no te dejes tratar así, sea lo que sea no lo permitas.—hablé con la mirada puesta al frente en ninguna cosa en particular. Ella no dijo nada, solo por el rabillo del ojo la vi asentir lentamente mientras se limpiaba otra lágrima

Me levanté con la intención de alejarme y dejarla para que se vaya a su casa, mas ella empezó a seguirme.

—Hey, ve a tu casa, deja de llorar. —espeté dirigiendo mi mirada hacia ella.

Sonrió suavemente limpiándose la cara con la manga de su polera, justo debajo de los ojos.

—Por este camino voy a mi casa. —habló sin dejar de sonreír.

Abrí mis ojos e hice una mueca, denotando que estaba avergonzado. La había botado, qué idiota.

No hablamos por un buen rato hasta que ella decidió romper el hielo.

—¿A dónde estás yendo?—inquirió tímidamente. Sin dejar de mirar al frente.

—A la escuela Misul, no te estoy siguiendo. —bromeé con una sonrisa de lado.

Me respondió con una carcajada.

—Si lo sé.—se aclaró la garganta y mostró una sonrisa grande.—yo vivo en esa calle, así que estaremos juntos otros diez minutos más.

—Bueno…—me rasqué la nuca nervioso. No estaba acostumbrado a que me acompañen en mi camino a la academia de música, ya que era algo muy personal. Solo Namjoon sabía de eso y bueno…Lía acababa de enterarse.—es la primera vez que hablamos.

—Sí…es una… ¿buena oportunidad para conocernos?—habló bajo.—es decir… —carraspeó. —cuéntame algo de ti, compartimos casi toda la secundaria, pero nunca nos dirigimos la palabra.—rio nerviosa.

—Pues… me gusta componer canciones, la música es algo que no podría abandonar…es como un pedazo de mi.—mostró sus dientes en una amigable sonrisa y me hizo más preguntas y yo a ella, hasta que algún punto llegamos a ella y su relación con Jennie.

—Nuestras mamás son amigas desde el colegio y se quieren mucho, al punto que la madre de Jennie le prestó dinero a la mía y aún no se lo termina de pagar.—se aclaró la garganta para proseguir. —prácticamente, su mamá pagó mis estudios, excepto la universidad ya que conseguí una beca, me trata como si fuera su hija, pero Jennie me odia, dice que sus padres están en la quiebra por la culpa de mi familia. Le molesta no poder tener sus caprichos, como cuando era niña y sus papás eran gente muy adinerada.—suspiró cansinamente mirando al piso con los ojos tristes. —Tengo que aguantar todos sus maltratos para no arruinar la amistad entre nuestras madres, yo…

—Si vas a vivir de esa manera, no hay sentido en lo que haces.—interrumpí y ella bajó la cabeza—supongo que lo haces por el bien de tu madre, pero… ¿que hay de tu bienestar?—Empezó a asentir lentamente. —Consigue un trabajo y ayuda a tu madre o…

—Mi hermano no quiere que me meta, pero él a cambio no duerme y la pasa muy mal en el trabajo. Intenté encontrar un trabajo a medio tiempo, pero lo descubrió rápidamente y me hizo prometerle que solo me concentraría en mis estudio.—ladeó la boca y frunció el ceño.—A veces solo quisiera que me pida ayuda y deje de hacerse el fuerte. —Asentí. —Pero… es tan terco. —gruñó y no supe que más decir.

Entramos a la recta a la que nos dirigíamos y se detuvo en la primera casa en la que la calle empezaba.

»—Aquí vivo. —dijo señalando la pequeña y vieja casa en la que nos habíamos detenido. —Gracias.—sonrió con suavidad.

—Bueno…no hay de qué, Adiós. —me despedí y di media vuelta ya viendo mi academia unas casas más arriba.

Escuché como tras mío se abría una puerta.

—Lía ya es tarde. —regañó la voz de un chico que, a pesar que giré mi cabeza para observarlo, no logré ver. Después de eso la mencionada entró apenada.

No le di importancia y me dirigí hacia la escuela, la cual seguía luciendo la misma fachada de hace 5 años. No se veía vieja, o tal vez yo ya me había acostumbrado a la forma en la que lucía.

Entré por la gran puerta dirigiéndome al salón de siempre, el 506, donde se encontraba el profesor Yoshida Haruki, quién me enseñaba piano desde hace un año. Era el mejor profesor de toda la escuela ya que había sido ganador de grandes premios y por alguna extraña razón se había mudado a Corea y trabajaba como profesor universitario. Sin embargo, yo había suplicado para que me enseñe, cosa que hizo muy amablemente.

—Hola Yoongi, ¿Cómo estás?—saludó con la mirada en su computador a penas entré al salón, hice una venia con la respiración agitada por haber acabado de subir los escalones que me llevaban a la clase.

—Buenas tardes profesor Yoshida.—dije con la voz aún cansada.

Giró su asiento e invitó a que me sentara en el asiento que tenía frente a él. Asentí con la cabeza acatando su orden.

—Yoongi, sabes que hoy no tenemos clases, pero quería hablar sobre algo muy importante contigo.—incliné un poco mi cabeza, estaba un tanto confundido y asustado. —Ayer un colega me llamó y me dijo que la universidad de Nueva York a la que quieres ir, hará una audición aquí para entregar becas a los mejores.

Nunca en mi vida había sonreído tanto como en ese momento, estaba seguro. Es que… simplemente me parecía algo fantástico, sacado de un cuento de hadas. No lo podía creer, tanto así que mi corazón palpitaba incansablemente por todos los sentimientos que no podía descifrar.

—Gracias, gracias, gracias. — no sabía cómo más agradecer, así que abracé al profesor mientras, sin que yo quisiera, empezaran a surcar algunas lágrimas producto de mi ansioso corazón.—Practicaré mucho, se lo prometo. —hablé entusiasmado.

El profesor asintió y me preguntó si quería que me explique más sobre el examen, ¿qué cosas evaluarían? ¿Qué esperaban?

Nos quedamos así hasta pasadas las siete de la noche, quería saber todo acerca de mi sueño, de cómo lo podía cumplir.

Regresé a mi casa con una sonrisa que me obligué a ocultar para evitar preguntas posibles por parte de mis padres.

Abrí la puerta con mi llave y lo primero que vi fueron los zapatos de mi padre en el piso pulcramente acomodados. Eso solo podía significar una cosa, que su trabajo había terminado temprano o que había tenido una reunión con sus compañeros y su jefe, en la que todos se habían emborrachado.

—Yoongi…¿Por qué tan tarde? Hoy ni siquiera fuiste a clases. —riñó mi madre desde la cocina a penas me vio. —¿Qué andabas haciendo?

—Yo… —titubeé sin tener una escapatoria, quedándome congelado.

—y quiero que hables con la verdad. —amonestó papá dejándose ver tras la pared que cubría el comedor.

A penas lo vi, supe que había tomado. Su rostro enrojecido y sus ojos cansados e inyectados en sangre eran evidencia de que había tomado.

—Yo estaba con Namjoon, fui…

—Llamé a Namjoon y no estaba contigo. —argumentó mamá con el ceño fruncido y con una vena reluciente en la frente a punto de estallar.—Mas te vale decir la verdad. —advirtió apuntándome con su dedo índice.

—Estaba con una chica. —contesté sonando lo más convincente posible. Era verdad en cierto modo.

—¿Ahora te andas con mujeres? Deberías estudiar más, esa universidad me cuesta… ¡Una mierda! —gritó mi padre levantándose de su asiento en dirección a mí. Cualquiera diría que era agresivo por los efectos del alcohol, pero la verdad es que no cambiaba mucho cuando estaba sobrio. —Si te vas a estar andando de gracioso intentado conseguir novia y todas esas mierdas…no me vas a dejar opción.

Afirmé con la cabeza y me puse en marcha para ir a mi habitación, pero antes de siquiera dar un paso, sentí una patada en el estómago que hizo que pierda el equilibrio y caiga sobre el piso de madera de la entrada.

—Hijo de perra, espero que eso te enseñe a dejar de ser insolente. —insultó dirigiéndose hacia el comedor de vuelta, mi madre solo vio la escena quedándose con la expresión apenada. No haría nada, era más que obvio.

Corrí a mi habitación subiendo las gradas con hábiles pasos, colocando el seguro y tirándome a la cama.

Mi día siempre se tenía que arruinar, nunca podía tener un buen día. A veces el sentimiento hueco de desaparecer completamente me seducía con ímpetu.

💤

Abrí mis ojos después de haberme quedado dormido, como era lo esperado, no era mi habitación, sino el espacio blanco que ya se había hecho una rutina en mi vida.

Sin embargo, esa vez no me lo encontré a él. Me levanté rápidamente y lo primero que vi fueron varias casas, de diferentes colores y tamaños. Lo que era bastante curioso, era que no había tierra, ni un piso más que el blanco que cubría todo el lugar.

No le presté mucha atención ya que quería encontrar al chico, así que caminé más cerca de ese vecindario e intenté abrir cada puerta que encontraba, mas todas estaban cerradas. Hasta que llegué a una casa grande con la fachada pintada de un color azul oscuro, tenía un aspecto tétrico. Aún así intenté abrir la puerta, y con tan solo un leve empujón se abrió logrando ingresar.

En cuanto vi el interior sentí mi cuerpo diferente, una sensación de familiaridad y extrañeza al mismo tiempo, ver esos muebles viejos y pedazos pequeños de papeles junto al polvo que llenaba la gran sala me transmitían una sola cosa: añoranza, pero…¿A qué? ¿Qué extrañaba exactamente?

—Yoongi…¡llegaste!—exclamó la única voz que podía esperar en ese lugar. Su voz saliendo de una de las habitaciones en esa casa.

A penas terminó de salir, vi su gran sonrisa dándome la bienvenida. Se veía tan hermoso con ese gesto tan alegre que lo único que mi cerebro decidió hacer fue correr hacia él y abrazarlo, para aliviar todo el dolor que sentía al no verlo. Aunque lo quisiera negar, me gustaba estar con él, era agradable sentir esa calidez en mi pecho cuando estábamos juntos. Definitivamente, era un ángel. Mi ángel.

No quería estar en otro lugar que no fuera ese. Lo abracé más fuerte mientras el agua de mis ojos empezó a resbalar por mis mejillas, no quería despertar.

»—¿E-estás llorando?—preguntó en voz baja a la vez que acariciaba mi cabeza y hundía sus dedos en mi pelo. Me mordí la lengua avergonzado, estaba muy sentimental hoy.

Me alejé un poco de él, solo lo suficiente como para quedar frente a frente ya que mis manos permanecieron en su cintura. Él me observó desconcertado, con los labios ligeramente abiertos y con las cejas ligeramente juntas.

—Lo siento.—me disculpé sin apartarme. Solo se limitó a negar con la cabeza mientras me tocaba el rostro con delicadeza, mientrasa mis ojos se hallaban distraídos en sus ojos color avellana tan profundos y llenos de dulzura. Luego mi atención fue a su nariz, tan pequeña adorable, como la de un pequeño niño; finalmente, mi vista fue a sus labios sonrosados y de gran volumen. Me acerqué lentamente a ellos, con las ansias de probarlos y tener su sabor en los míos. Sentir la realidad junto a la falsedad en ellos y descubrir cual tenía más peso. Ese era mi deseo.

—No lo hagas.—susurró solo a medio centímetro de poder besarlo.

Me detuve, mas no me aparte.

—¿Por qué?—pregunté sobre sus labios en un murmuro prácticamente inaudible, pero sabía que él escucharía por nuestra cercanía y por el silencio rodeándonos.

—Porque yo…yo…

—Si no quisiste, ¿Por qué no te alejaste?—argumenté rompiendo ese medio centímetro y juntando nuestras bocas, rompiendo cualquier lejanía entre ellos.

Un beso dulce, con un profundo sentido. Un acto de amor entre un alguien y un nadie. Un roce delicado y lento, sin escrúpulos ni lamentos que llegarían después. Solo existía la respuesta a la pregunta que había deseado responder minutos antes. La realidad era la que más pesaba, él no era falso ni era parte de mi imaginación. Sino ese beso no se sentiría hasta en el más mínimo detalle.

Nos separamos en busca de aire para después mirarnos a los ojos, en los que se leían dudas sobre lo acontecido, mas ni lamentos

—¿Qué sientes por mí? —inquirió sobresaltándome.

¿Sentir? ¿Qué sentía? Sentía que mi corazón saltaba, que mis manos temblaban ante su toque, que mis labios picaban con deseo, estaba cómodo con él aún así no dijéramos nada. Era felicidad, nada más que eso.

—Siento alegría y alivio. Me siento en paz con solo verte. —toque su mejilla notando como esta adquiría un color carmín y se entibiaba.

—Ni siquiera es real todo esto, ¿Estás consciente de eso?—Asentí acercándome otra vez a él.—Ni siquiera estás seguro de quién o qué realmente soy.

—Eres el chico que aparece en mis sueños.—afirmé sin ni un ápice de hesitación.

—No sabes mi nombre.—farfulló débilmente con la mirada decaída.

Volví a mover mi cabeza en un gesto de confirmación su duda. No sabía muchas cosas de él, aún así me gustaba. No era su físico, era él, simplemente él y el revuelco en mi corazón que provocaba.

Acaricié sus mejillas con mis dos pulgares, a la vez que una pequeña sonrisa se exhibía en mi rostro.

—Entonces te llamaré mochi, pareces uno. —reí ligeramente acortando el espacio que dividía nuestros cuerpos.—Te quiero, no importa nada más que eso. —murmuré antes de juntar nuestros labios en una promesa que nuestros corazones habían sellado con anhelo. Alzó sus manos y las colocó en mi cuello acercándonos aún más, si es que era posible.

—Yo… yo… te…—titubeó apartándose de mi lado sonriendo cándido, ese gesto duró unos pocos segundos antes de transformarse bruscamente en un grito de angustia. — ¡No! ¡No! ¡No!—exclamó a voz en cuello mientras sujetaba su cabeza con la espalda encorvada. Intenté tranquilizarlo dándole caricias en la cabeza, pero él me empujó haciendo que caiga, mientras me levantaba él se iba calmando, pero no se sentía igual que antes.

El ambiente había cambiado, no se notaba cómodo. El lugar se percibía hostil y peligroso, por eso en cuanto vi al chico que había nombrado “Mochi” arrodillándose con los ojos ofuscados y con los brazos pegados a sus costados por algo que ante mis ojos era invisible, sentí una corriente de terror recorrer mi ser.

—Perdóname Dios, perdóname, perdóname, perdóname… —repetía una y otra vez con los orbes oscuros como los de un muerto.—No merezco nada, no merezco nada, no merezco nada…—recitó incansablemente.

Intenté decirle que estaba equivocado, que en realidad, merecía todo un mundo. Sin embargo, mi voz no resonaba en mi garganta por más que vociferaba con todas mis fuerzas.

» —Soy un pecador, soy un pecador, soy un pecador…

Traté de acercarme a él, mas una extraña fuerza me tiró hacia atrás impidiendo que me aproxime. No podía gritar ni estar a su lado, se parecía tanto a nuestro primer encuentro.

Me sentía inútil al escuchar cada lamento que exclamaban sus labios. ¿Por qué todo era tan difícil?

Poco a poco mis ojos se iban cerrando, desvaneciendo de mi perspectiva a la persona que mi corazón había nombrado primer amor.






Medio me gusta, medio me disgusta 🤣 casi 4000 palabras, espero que bien escritas :"v con esta historia siempre mi sistema falla y escribo mal todo jajajajajaja espero que no esté tan terrible. 😭🤣🤣🤣

Rio para no llorar




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