Memorias De Cristal
Al día siguiente Yoongi se veía bastante bien, sus mejillas habían recuperado su color natural junto con sus labios. Todo estaba bien por fuera, pero en el interior, había un Yoongi oculto en lo más recóndito de su refugio imaginario, en el que lloraba y gritaba en soledad. Como si hubiera perdido la cordura, y más que haber perdido la cabeza, había perdido una parte de su alma y de su corazón.
Todo su raciocinio se había esfumado y lo único que su mente repetía incansablemente, era la imagen de ese chico que lo había acompañado durante los que consideraría los mejores días de su vida, si se podría llamar vida a lo que había sucedido.
Era sábado, el día para ir a visitar a la familia Jeon a escuchar el mito sobre el árbol del parque, la famosa encina. Había esperado a que acabase la semana solo para eso, ya que los días anteriores se habían sentido vacíos y sin sentido, no entendía como una persona que lo había acompañado unos cuantos días lo marcara tan profundamente. Lo odiaba y se odiaba por seguir extrañándolo y por permitir que su corazón se apagara a una velocidad feroz.
Lo que había quedado del resto de la semana al haber regresado de su accidente, se había sentido irreal y monótono. Como un mal chiste o una mala película.
Había permanecido solo en la hora del almuerzo, ya que escapar de Namjoon y Lía le había parecido buena idea. No quería verlos por enojo, vergüenza y un simple sabor agrio en toda esa situación.
-Yoongi. -llamó su madre desde la puerta. -Lía vendrá a almorzar, la llamé y después de tanto insistir, me aceptó. Creo que no quería venir. -dijo un tanto apenada.
Yoongi, quien estaba recostado en su cama, se sentó rápidamente en su sitio por la sorpresa.
-Mamá, ya había hecho planes. -se quejó acariciándose el puente de la nariz por la creciente cólera.
-Pues sales después de haber almorzado con ella. Si sales antes, estarás castigado por el resto del mes.
Yoongi bufó y su progenitora lo interpretó como un sí y se fue a preparar la cena. No tenía idea de que esa sería la comida más incómoda de su vida, ya que, aunque sus planes fueran emparejar a su hijo con Lía, no tenía la más mínima idea de que no habían cruzado palabra ni miradas en los últimos días.
Desde el último que había hablado con Yoongi, su cabeza, su cuello y su vientre no habían detenido su incesante dolor. En ese momento, mientras pensaba qué ponerse para el almuerzo con los Min, había empezado un zumbido en su cabeza, junto con el dolor que ya era común en esos días.
-Maldita sea, no puedo más. - se quejaba a la vez que se abrazaba las piernas y se revolcaba de dolor en su cama. -¿Por qué me duele tanto? -se preguntó en la soledad de su habitación con el pitido sonando cada vez más y más fuerte dentro de su cabeza.
Hasta que se detuvo y fueron reemplazadas por una voz que a ella conocía perfectamente. La voz del hombre que siempre le hablaba en sueños.
"Ya está cerca el restablecimiento del destino".
"Pronto tendrás de vuelta lo que siempre fue tuyo".
"Los hilos se desatarán y volverán a su forma y tamaño originales".
La voz se detuvo dejándola sin ningún dolor ni molestia en el cuerpo, había entendido cada frase y palabra. Eso casi la mata del susto, ¿quién era él y por qué le decía ese tipo de cosas?
Poco se le aclaraban las ideas, eso tenía que ver con sus sueños, con las pesadillas que habían regresado hace unos cuantos días.
Se terminó de alistar y se encaminó a casa de los Min, con un dolor en el pecho, hablaría con Yoongi después del rechazo. A veces prefería el dolor físico que sentía al dolor que el pelinegro le causaba.
-Buenas tardes señora Min. - saludó Lía desde la entrada haciendo una venia de 90 grados.
La chica se sentía un poco fuera de lugar al estar vestida con un vestido un tanto formal en comparación a los pantalones jean de la señora Min.
La aludida le sonrió y le saludó con un movimiento de cabeza.
-Es un placer tenerte aquí. - respondió.- Pasa por favor. ¬-dijo haciéndola entrar a la casa.
La castaña se quitó los zapatos en la entrada y caminó hacia el comedor con los nervios de punta, no quería por nada volver a ver a Yoongi, pero a la vez quería volver a contemplar su existencia, aunque fuera desde lejos, aunque ya haya perdido todas sus oportunidades de ser amada por él.
Se sentó en la silla que la mamá de Yoongi le había indicado.
¿Por qué se había arreglado tanto si no había a nadie a quien sorprender? Ese maquillaje, las bonitas joyas que se había esforzado en combinar, el pelo peinado delicadamente sobre sus hombros y el vestido rojo oscuro que había comprado para esa ocasión.
¿Por qué se seguía esforzando?
-Hola Lía, ¿Cómo estás? -escuchó una voz masculina frente a ella. Para su suerte aun no era Yoongi.
Rápidamente se levantó para darle un respetuoso saludo al señor Min.
-Buenas tardes, señor Min. Un gusto saludarlo. -habló formando otro ángulo de 90 grados con su cuerpo.
El nombrado soltó una risa amable y le sonrió.
-Yoongi ya bajará. -le indicó sentándose en otro extremo de la mesa rectangular.
Lía asintió con pena y regresó a su asiento. No debió intentar verse tan bien, debió solo...
-Hola. -saludó una voz a su espalda. Su voz, esa que tanto le fascinaba. Ahí lo recordó, esa frase que había resonado en su cabeza esa mañana.
"Ya está cerca el restablecimiento del destino".
Por un momento, se desconectó de ella misma. Sus ojos se hicieron oscuros y fríos, era ella y a la vez no. Pasado y presente fusionados en un mismo espacio de tiempo.
Todo se detuvo a su alrededor, todo se hizo blanco como un lienzo sin pintar, todos estaban congelados menos ella y Yoongi, quien se había quedado estancado sin poder moverse. ¿Qué mierda estaba pasando?
Lía se acercaba a él cada vez más y más, sin decir nada y con la mirada más seria e inhumana que podría existir.
-Ya está cerca, el día en el que todo regresará a la normalidad. -susurró en su oído. -En un día frío y desolado yo confié y perdí. -lagrimas surcaron por sus mejillas.
-Después de una vida, volveré a tener lo que más amo.
-Lía, ¿D-de qué hablas? -balbuceó.
En un instante ella se acercó a su boca y los apresó en un beso salvaje como si quisiera robarse sus labios. Se sintió tan propio, tan de ellos. Como si desde hace mucho tiempo se hubieran probado así. Yoongi se desconectó de sí mismo y recuerdos que no sabía que había recolectado, pasaron rápido por su mente.
Se escucharon sonidos que hacían que su corazón salte de alegría, las risas de una muchacha, su voz a través de un micrófono antiguo, sus pisadas junto a los de otra persona sobre las hojas secas.
Más risas. Su corazón alegre y, por último, sus manos sintiendo una piel suave y delicada, y un pelo sedoso y largo.
Pero de pronto apareció esa pequeña memoria que atesoraba en su interior. El chico que tanto anhelaba sonriéndole y dándole besos, su sedoso cabello y todo lo que lo describía causaban miles de emociones, más grandes que las que sentía antes.
-Yoongi... ese no es tu destino, yo sí lo soy. -murmuró Lía sobre sus labios.
¿Cómo había podido ver sus memorias?
»-Si te vas con esa persona, desapare...-fue lo último que dijo antes de que todo regresara a la normalidad.
Lía estaba sentada y miraba al piso con pena, su madre cocinaba afanosa alguna carne en el horno y su padre lo miraba fijamente esperando a que dijera algo. ¿Había permanecido todo el tiempo ahí? ¿Había empezado a enloquecer?
-Ho-hola Yoongi. -farfulló la castaña sin querer mirarlo a los ojos. -¿Cómo estás?
-Yo... ¿Qué acaba de pasar? -inquirió con las manos apretadas en puños y con el corazón latiéndole a mil por hora.
-No sé a qué te refieres. -contestó Lía con las mejillas sonrojadas. -¿Te sientes bien?
Negó con la cabeza y dirigió su mirada a su padre quien lo miraba inquisitivamente y con el ceño fruncido, bufó e indicó con la cabeza que se sentara de una vez por todas. Yoongi se sintió cohibido ante esos ojos, más prefirió hacer caso al pedido de su padre.
-¿Qué te pasa? Te quedaste como un idiota mirando a la nada. -regañó el mayor en cuanto su hijo estuvo sentado frente a él.
Yoongi no respondió, su mente no dejaba de divagar en las imágenes que habían estado en su cabeza hace un rato. Sentía que se iba a desmayar por tantas emociones juntas en su interior, golpeándolo por dentro, acabándolo y haciéndolo pedazos.
Sostuvo la mano de la castaña, que estaba sentada a su lado, y haló de ella conduciéndola al segundo piso. Todos se quedaron expectantes.
-Hijo, primero coman y luego suben. -habló la madre de Yoongi colocando sus manos en sus caderas en signo de fastidio.
-Olvidé darle algo importante a Lía, ya bajamos. -contestó antes de correr escaleras arriba sin soltar la pequeña mano de la chica.
La llevo hasta su habitación y cerró con seguro. Lía se sorprendió al caer en cuenta de dónde estaba.
-Sé que estás desconcertada, pero en serio... -suspiró y se apoyó en la puerta. -
Lo que vi hace unos minutos fue demasiado extraño y siento que sabes más de lo que parece. -explicó.
Lía frunció el ceño y abrió la boca varias veces si saber qué decir realmente.
-Yo n-no entiendo. No sé de qué me hablas. -titubeó confundida.
Yoongi se pasó la mano por la cara en signo de frustración.
-Nos saludamos y de la nada solo estábamos los dos solos en medio de la nada, te acercaste a mí, me... besaste y dijiste algo sobre el destino. -argumentó dubitativo ante el miedo de sonar como un loco.
Lía se sonrojó y miró hacia una esquina de la habitación.
-No recuerdo que me haya pasado algo así. Tal vez estás recordando algún sueño o algo así...
-No, no fue un sueño, cuando me besaste... vi una pequeña ciudad en medio de un bosque, yo hablaba a través de un micrófono, escuché una risa...tu risa. -balbuceó interrumpiéndola. -Era una ciudad pequeña y antigua...
Lía enarcó una ceja y miró hacia los costados.
-Se parece a los sueños que tenía de niña. -el pelinegro abrió los ojos de par en par sorprendido por lo que escuchaba y le hizo una señal con la mano para que continúe.
-Es una ciudad cerca a un bosque, luce antigua y tranquila. -Yoongi suspiró y se acercó a ella. Asintió.
-¡Exacto! -exclamó sorprendido. -¿Cómo es eso posible?
Boquiabierto y con los ojos abiertos en grande mostrando a la perfección el pasmo que contenía su ser, le pidió a la castaña que continúe.
-No lo sé, estoy igual o más confundida que tú. -ambos se miraron a los ojos y Lía se sonrojó al notar lo cerca que estaba de él. - Pero bueno... -carraspeó¬. -Va algo así, estoy medio dormida y tengo una soga atada al cuello, la boca tapada por un trapo y las manos amarradas... miro a los alrededores y estoy en medio del bosque que está cerca de la ciudad. -sus manos empezaron a temblar frenéticamente con terror. Recordó sus días de infancia en los que esas pesadillas eran recurrentes, algo de todos los días atormentándola. Hasta que un día se detuvieron y no volvieron a aparecer hasta hace unos días. -i-intento gritar, pero nadie me escucha, entonces ahí lo siento, su risa tras mi nuca, suena... malvada y rota, yo...
-Lía... si no te sientes bien contándome lo dejamos y...
-No, siento que puede ser lo que viste. -dijo limpiándose una lágrima. El contrario asintió lentamente y la jaló de la mano para que ambos se sienten en la cama. No la soltó en ningún momento. La castaña se aclaró la garganta y prosiguió. -El que se burla de mí mientras va apretando la soga en mi cuello me dice que solo fui un estorbo y otras cosas más. -suelta un suspiro entrecortado y sale más agua de sus ojos. Yoongi le acaricia la mano. -Empiezo a llorar mientras él ata la soga a la rama de un árbol. Le pido perdón y grito desesperada que no me haga eso, que si me deja ir no le diré a nadie. Pero, él se pone serio y parece que se va a detener, mas empieza a halar de la soga y yo poco a poco siento la presión en el cuello y la falta de oxígeno en mis pulmones. Sujeto mi vientre, lo acaricio y lloro viendo como poco a poco mis pies se elevan del suelo y mi cuerpo deja de percibir dolor en el cuello, es lo último que... siento junto a las mejillas mojadas. -suspiró y empezó a llorar más fuerte. -L-lo lamento, no sé porque... le tengo tanto miedo, es decir...es solo una pesadilla ¿no?
Yoongi sintió esa frase retumbar en su interior recordando al castaño que merodeaba como una mariposa entre un campo de realidades y falacias. Sus besos eran reales, pero su presencia era una ilusión que deslumbraba a su corazón y jugaba con su cabeza. No era real, claro que no. No existía, era un ser imaginario, un ángel quizás.
Abrazó a Lía y dejó que llore en su pecho. Sin prevenirlo, él también empezó a soltar lágrimas de añoro y pena. Se sintió vacío y melancólico.
»-L-lo siento, sé que te debe parecer estúpido, pero le tengo miedo a eso, más que a nada. -murmuró.
-No es estúpido, sé cuán real se puede sentir una pesadilla. - contestó antes de dejarle un beso en la coronilla. Sorprendiéndose a sí mismo y a la castaña. Su cuerpo estaba moviéndose por su cuenta. -Disculpa, solo que... estoy en búsqueda de...
De pronto, no podía recordar su nombre ni el apodo que le había puesto. ¿Qué color de pelo tenía? ¿Rubio, negro, castaño? Sí, era castaño. ¿Por qué se le empezaban a olvidar las cosas?
-¿Qué estás buscando Yoongi? -inquirió la chica sujetándole las mejillas.
-Yo... estoy buscando a...
Ya no podía recordar, ¿de quién estaba hablando? ¿De qué estaba hablando? Poco a poco la cálida imagen de un muchacho de hermosas facciones se la fue llevando el viento.
"Hice un trato, me olvidarás en cuánto desaparezca"
Esas palabras resonaron fuertes en su interior, sintió su voz susurrarle a los oídos y hasta pudo sentir el toque de sus labios sobre los suyos. Lo extrañó como nunca antes, porque sabía que su promesa se había cumplido, que ese trato ya había empezado. Su maldición había dado inicio.
...
-Creo que Yoongi no vendrá, ya pasó más de una hora. -habló Jungkook mirando por la ventana.
La señora Jeon hizo una mueca de pena y llamó a su hijo con un gesto de cabeza.
-Bueno, eso no detendrá que la abuela cuente el mito de la encina. -susurró la mujer en el oído de su hijo.
-No es un mito, eso pasó en mi días en Estados Unidos, cuando aún era una niña. -refutó la mujer mayor molesta ante la incredulidad de su hija y nieto.
Era una mujer de unos ochenta y tres años de edad que, a pesar de estar mayor, lucía vivaz y fuerte.
-Pero abuela... busqué el pueblo en el que vivías y no existe en el mapa. -argumentó el menor cruzándose de brazos.
La mujer que se hacía llamar Cora, achinó los ojos y dio un golpe en el hombro de su nieto.
-Ya te dije, ya no existe porque...
-Estaba maldito. -continuó el menor haciendo enfadar a su querida abuela.
-Niño incrédulo, ¿sino de dónde crees que soy? -regañó la mujer.
-De Oklahoma, así lo dice tu pasaporte. -contratacó el pelinegro abrazando a la mujer. -No existe un pueblo llamado Laurelhill. Lo busqué en el mapa y no está.
-Desapareció, todos murieron menos mi madre y yo. Todos se enfermaron o fueron asesinados o usados. Cuantas veces te conté la misma historia. -se quejó la anciana.
Jungkook, escéptico, se pasó la mano por el rostro en signo de frustración.
-Bueno, puedes contar el cuento, creo que Yoongi no vendrá. ¬-murmuró haciendo un puchero. -Tal vez se ocupó o está ayudando a su madre. Le escribiré. -dijo sacando del celular de su bolsillo para buscar los mensajes de Yoongi y preguntarle si estaba bien.
-O tal vez algo no lo deja escuchar la historia. -habló para luego soltar una risa suave.
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"Todo está listo, el restablecimiento del destino ya inició. Ahora sólo vigila que todo vaya como hemos planeado".
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