Un tiempo indefinible para ellos transcurrió hasta que la respiración de la castaña se regularizó y sus ojos dejaron de producir las lágrimas que evidenciaban sus sentimientos. Sin embargo, muy por el contrario a lo que pensaba JungKook, TaeRi no se apartó de él; si no que se acurrucó contra su pecho y aferró sus delgados brazos al cuerpo contrario. Como si temiera que fuera a huir.

Para ella, Jeon era como un enorme peluche que olía y se veía bien. Un enorme peluche que la hacía sentir cómoda y querida.

Para él, Kim era como una pequeña koala aferrándose a él como si fuera el único árbol que quedara en un bosque.

O, como el único indicado para ella en ese bosque.

En los brazos contrarios, fueron capaces de encontrar el consuelo que necesitaban y no creían hacerlo. El cariño que un familiar o amigo no puede darte. La confianza que un extraño no puede darte. Y el apoyo que solo una persona especial es capaz de brindar.

—Tae... —susurró JungKook contra el cabello castaño de la chica junto a él, inhalando el exquisito aroma que el shampoo dejaba en las hebras y que se acoplaba demasiado bien a ella—. Tengo algo para ti.

—¿Para mí? —preguntó confundida, a su vez elevando la cabeza para observarlo a los ojos.

El rubio tragó pesado al sentir sus rostros tan cercanos.

Por favor, que alguien lo ayudara a no fallecer de un ataque cardíaco en su intento vago de declaración.

—Sí.

JungKook, finalmente, terminó el abrazo al separar su cuerpo del contrario para estirarse a tomar mochila. La abrió y de ella sacó una carpeta de color azul rey, la cual contenía el dibujo.

Su corazón palpitaba acelerado; debía admitir que estaba asustado en cierto modo.

—¿Qué es? —TaeRi preguntó, nerviosa y sin saber qué esperar al ver las manos del más alto temblar.

Suspiró y formuló una sonrisa nerviosa.

—Descúbrelo por ti misma.

Jeon le extendió la carpeta y ella la tomó con cuidado. No estaba segura de lo que traía, y realmente prefería no pensar de más o tardaría media hora en ello antes de abrir la carpeta, así que simplemente lo hizo de un momento a otro. Y quedó maravillada.

El contorno de la hoja estaba decorado con pequeñas flores de cerezo, mientras que alrededor del personaje principal del dibujo caían los pétalos a lo que parecía el compás del viento. Una chica con uniforme escolar estaba sentada en una banca de cemento con un libro en sus manos, su cabello estaba peinado por sobre su hombro izquierdo, mientras que sus facciones se veían relajadas y concentradas en el universo que aquel papel frente a sus ojos le presentaba.

—Eres tú. —TaeRi levantó su mirada y la sorpresa estaba escrita en su rostro—. Así es como yo te veo a ti.

—P-Pero... —sacudió la cabeza ligeramente, intentando ordenar sus ideas—. La persona en este dibujo es demasiado hermosa, y yo...

Kim detuvo sus palabras cuando las grandes manos del rubio se posaron sobre sus mejillas sonrojadas, al igual que las de él. Sus ojos se cruzaron con los otros que traían una galaxia incluida, y solo supo que lo fuera que pronunciaran esos finos labios; sería sincero.

—Para mis ojos, tú luces así de hermosa, Kim TaeRi. —sonrió—. Cada detalle de tu rostro, cada detalle de lo que haces o lo que dices es así de hermoso y perfecto para mí. Eres como una eterna flor de cerezo al brillar y mover tu cabello al ritmo del viento. Eres perfecta en cualquier situación y en cualquier lugar. Y tu maravillosa sonrisa iluminará hasta la habitación más oscura en conjunto de tus hermosos ojos avellana. Y, por eso, me gustaste desde el primer momento en que te vi.

¿Estaba mal lo que había dicho? JungKook no lo sabía, solo permitió que su corazón fuera más predominante que su mente y dejó libres los secretos más maravillosos de un corazón adolescente enamorado por primera vez.

Antes de que pudiera ser capaz de preguntar a TaeRi qué tenía para decir al respecto, unos labios ligeramente gruesos y exquisitamente suaves chocaron durante no más de cinco segundos con los propios.

Estaba perplejo, su mente se bloqueó por unos segundos; ¿qué había pasado y por qué sentía que estaba llegando al Cielo?

—Jeon Jungkook. —Oh Dios, un ángel le estaba hablando. Al parecer sí había llegado hasta ese lugar—. ¡JungKook! ¡Regresa a la tierra de los vivos de una vez!

—Pero si estoy en el Cielo, ¿por qué debería...

Bueno, el golpe que TaeRi le dio en la cabeza lo devolvió a la realidad, le conectó las neuronas y lo hizo caer en una vergüenza extrema.

—¿Ya volviste? ¿O te dejé más idiota? —preguntó la castaña, su tono de voz no sabiendo describirlo como molesta o divertida por la situación.

—C-Creo que ambas. —admitió, avergonzado—. P-Pero, ¿por qué hiciste eso?

—Sí, definitivamente te dejé con una neurona menos. —suspiró y sonrió suavemente, con un tierno y leve sonrojo surcando en sus mejillas—. También me gustas, Kookie.

Jeon no pudo evitar sonreír hasta que las comisuras de sus labios no dieron para más.

Kim imitó su acción al ver el brillo en los ojos contrarios.

Y, en ese tiempo, en ese espacio donde no existía nada más que ellos; surgió un dulce sentimiento que hacía sentir sus corazones más cálidos. Porque empezaron a caer en el abismo del amor.

[Hi hi hi~

Sí, aquí saqué mi cursileria barata cuando escribo y le di su toque a este bebé. Porque sí, porque puedo, porque quiero.

Ahr, no.

Bueno, espero que les haya gustado ♡

Nos leemos, bye 💜]