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Capítulo 12

JungKook avanzaba por los pasillos de la escuela con una sonrisa nerviosa aquel viernes por la mañana; quería mostrarle a TaeRi el retrato que hizo de ella hace dos días.

Sinceramente, aún estaba reconsiderado sobre si era una excelente o una pésima idea. Porque, por mucho que no le agradaba admitirlo, TaeRi le gustaba.

No solo por ser la persona más linda que había visto en su corta vida, claro que no. Era una joven fuerte, valiente, no le temía a nada; era decidida, valiente, le gustaba la lectura y la música clásica y era feliz siendo ella misma.

JungKook podría continuar durante todo el día mencionando las miles de cualidades que había encontrado en TaeRi en esas dos semanas y que realmente adoraba.

Tenía todo un discurso planeado para el receso de almuerzo, pero cuando entró a su salón y vio el puesto de la castaña vacío, todas sus ideas fueron a parar al bote de la basura.

TaeRi siempre llegaba antes que él.

Se dio un poco de ánimos y esperanzas al pensar en que quizás se había atrasado y no tardaría mucho más en llegar. Pero las esperanzas se convirtieron en preocupación cuando el profesor ingresó al salón y el lugar a su lado continuaba vacío.

Sabía que no podía sacar su teléfono en plena clase, puesto que sería demasiado obvio, lo descubrirán y no le regresarán su celular hasta que termine la jornada escolar.

Por ello, dos horas después, cuando la campana que indicaba el primer receso sonó; sus manos fueron a parar a su mochila en cuanto el maestro abandonó el salón y buscó rápidamente el chat que tenía con la castaña.

Kookie 🐰

¿Tae?

¿Está todo bien?

¿No vas a venir a la escuela?

Para su fortuna, obtuvo respuesta antes de comenzar a morder sus uñas y llamar a la policía por una posible desaparición.

Princesa 👑

Hola, Kookie.

No, lo siento, no iré a la escuela :c

Estoy un poco enferma.

Kookie 🐰

Oh, ¿te sientes muy mal?

Puedo ir a verte cuando terminen las clases.

Princesa 👑

Gracias, Kook, pero no es necesario.

No es nada grave.

Kookie 🐰

No digas eso, iré de igual manera.

Envíame tu dirección.

Princesa 👑

Dios, qué terco eres -_-

Pero... Gracias.

💜

JungKook esperó durante un par de segundos más a recibir la dirección para poder buscar el camino en Internet.

Solo pedía que ese día no fuera especialmente largo y tedioso.

¿Jeon JungKook casi salió corriendo del salón cuando sonó la campana que indicaba el final de clases? Sí, lo hizo.

Y casi se llevó un reproche del maestro si se mostraba un poco más ansioso.

Sacó su celular del bolsillo del uniforme y le envió un mensaje a TaeRi para comunicarle que ya iba de camino y uno a su madre para avisarle que llegaría más tarde a casa. Con el mismo aparato en su mano, buscó la dirección que la castaña le había enviado horas antes y se aseguró de estar siguiendo las indicaciones correctas.

No conocía ni siquiera la mínima parte de Seúl, pero le aliviaba que la zona no fuera ajetreada por la población a esa hora.

Caminó alrededor de diez minutos, cuando finalmente dobló en una esquina y se encontró con la calle en que vivía TaeRi. Sonrió; ahora solo debía encontrar la casa correcta.

Afortunadamente, la casa de la castaña era la cuarta cuando girabas hacia la derecha. La cual, no era nada fuera de lo común; una casa de clase media, no era demasiado grande ni demasiado pequeña, de color blanco, no tenía un jardín delantero, pero sí una pequeña cochera. Tal vez sus padres tenían auto.

Inhaló y exhaló profundamente, para luego acercarse hasta la entrada y presionar el timbre.

A los pocos segundos de aquella acción, JungKook no tuvo tiempo alguno de ordenar ideas y no decir barbaridades, porque la puerta fue abierta y Afrodita en persona le hizo el honor de iluminar sus ojos.

A diferencia de cómo acostumbraba verla, TaeRi estaba usando un buzo de color gris que era, quizás, una o dos tallas mayor, mientras que su cabello estaba tomado en un moño desordenado, lo que hacía que algunos cabellos cayeran de este.

Kim TaeRi se veía preciosa como estuviera ante sus ojos.

—Hola. —saludó con una sonrisa.

—Hola. —respondió la castaña con suavidad—. Pasa.

El rubio cumplió con lo pedido y se quedó a un costado de la entrada mientras que la dueña de casa cerraba la puerta. No quería parecer entrometido.

—¿Quieres tomar algo? ¿O comer? Tengo una despensa llena de dulces. —ofreció.

—Tal vez más tarde.

Asintió suavemente.

—Bueno, ¿vamos arriba? No me gusta estar en la sala de estar.

Jeon no protestó y siguió a Kim escaleras arriba, prohibiéndose mirar a su alrededor de más, pues sus padres le habían dicho desde pequeño que era de mala educación visualizar y examinar demasiado el espacio que lo rodeaba. Si bien él no lo consideraba así, dejó de hacerlo una vez que se dio cuenta de que a algunas personas sí les incomodaban sus ojos curiosos sobre sus pertenencias.

La habitación de TaeRi era la primera a la derecha del pasillo, y no estaba realmente sorprendido cuando observó su habitación entera cubierta de colores pasteles.

Era adorable.

—Puedes ponerte cómodo. —dijo ella mientras se sentaba con las piernas cruzadas en su cama, invitando a Jeon a hacer lo mismo.

—C-Claro... —el susurro nervioso le fue inevitable cuando cumplió con lo pedido y dejó su mochila a un lado. Era extraño estar ahí—. ¿Por qué no te gusta estar en la sala de estar? —preguntó, pensando que así lograría relajarse un poco.

—Hay muchas fotos mías de pequeña ahí. No me gusta cómo me veo.

Era obvio el por qué.

—¿No has hablado con tus padres sobre quitarlas?

—Fue una de las primeras cosas de las que se preocuparon cuando se enteraron. —sonrió con nostalgia—. Sin embargo, los convencí de no quitarlas. Después de todo, les dan el orgullo y el recuerdo vívido de cómo crecí.

—¿Cómo te diste cuenta? —TaeRi lo miró, confundida—. Digo, ¿cómo te diste cuenta que eras una chica y no un chico? Si no te molesta responder, claro.

—Está bien— Le aseguró y se recargó en la pared. —Es... Un poco difícil de explicar, pero creo que se trata más de darse cuenta de quién eres realmente. Por lo mismo, no es fácil. Siempre me sentía más cómoda imaginándome con ropa femenina que la horrible ropa de niño. No es por los colores, los colores no son para un género definido. Solo que a mis padres les gustaba comprar muchas camisas y pantalones de mezclilla oscuros. No eran conjuntos feos, pero no eran para mí. Me parecían mucho más bonitas las faldas y vestidos que la vecina compraba para su hija. —suspiró—. Fueron diez años los que viví así; odiando lo que veía en el espejo y lo que usaba ese estúpido reflejo.

JungKook relajó su postura a medida que TaeRi hablaba. Su voz era un poco gruesa para ser una chica, pero el toque delicado y elegante que ella imponía en cada sílaba que pronunciaba se escuchaba como una suave caricia en sus oídos.

—¿Qué pasó entonces?

La castaña volvió a sonreír, pero el sentimiento de tristeza que expresaba hizo que su corazón se moviera inquieto.

—Escuché una conversación mientras estaba de compras con mi madre. Un chico le decía a su amigo que temía contarle a sus padres que era transgénero; que, en el fondo, era una chica... Como yo. —sus ojos comenzaron a empañarse lentamente. Pero, a decir verdad, no le importaba mucho llorar frente a él—. Esta persona creía que no lo iban a aceptar, que lo odiarían y los decepcionaría. Creo que tenía razón. —JungKook frunció el ceño sin entender—. Ayer la vi cuando volvía de la escuela y... No había cambiado. Seguía luciendo como un chico. Estaba triste. —sollozó—. Estaba triste y destruida por no mostrarle al mundo quién era; lo vi en sus ojos. Y... No lo sé, no estoy segura de por qué me afecta tanto, pero lo hace. Porque es horrible ver cómo la sociedad no es capaz de aceptar nuestras diferencias. No somos monstruos o defectos de la naturaleza. Yo soy una chica con pene. Hay chicos con una vagina y que menstrúan. Hay personas con órganos de ambos sexos biológicos. O que no se identifican con ninguno. ¿Por qué la gente no puede comprender que eso no es malo? ¿Por qué no pueden respetar algo tan simple como tus pronombres? ¿Por qué solo se quedan con lo que ven? ¿Por qué hablan y hablan sin pensar que sus palabras causan daño? Duelen. Duelen. Duelen. Queman.

TaeRi solo estaba concentrada en liberar el río de palabras que albergaba sus sentimientos. No supo cuándo empezó a llorar, ni cuándo sus palabras fueron entrecortadas y nulamente entendibles.

Tampoco supo en qué momento fue en que los cálidos y fuertes brazos de JungKook rodearon su cuerpo con cariño y cuidado, como si fuera una hoja seca que puede quebrarse si la tocas bruscamente.

Y entonces, TaeRi entendió que había muchas personas malas en el mundo. Pero, entre las multitudes, siempre habrá alguien que sepa comprender y apoyar.

[Este bebé llegó al 1K de lecturas 🤧

¡Muchísimas gracias por su magnífico apoyo, gente linda!

Espero que tengan una excelente noche 💜

Nos leemos pronto, bye.]

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