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돌 | Dos

«Si aceptaba que existían, no se haría sufrir a sí mismo intentando evitarlos.»

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—¿Algún dato importante? —Preguntó el oficial Jeon mientras le daba un sorbo a su café.

Kim Namjoon había decidido tomarse una hora de descanso, pues por alguna razón comenzaba a sentirse agotado mentalmente. Se había sentado con Jungkook en el comedor y habían pedido un café a Im Gongku. En cierto momento había comenzado a sudar, así que se limpió la frente con un pañuelo que llevaba en el bolsillo de la chaqueta y luego tomó un sorbo de su taza de café.

El comedor no era un lugar muy grande, teniendo en cuenta la cantidad de habitaciones que tenía el hotel: seis por piso. Constaba aproximadamente de diez mesas pequeñas de madera oscura, a juego con el suelo del mismo color. Las paredes parecían haber sido inicialmente blancas, pero en cierto momento del tiempo comenzaron a verse grisáceas por la suciedad, y había un par de ventanas no muy grandes que se encontraban tan sucias que era imposible ver hacia afuera.

—Nada concluyente —respondió.

Se quedaron un momento en silencio. Kim miraba por la ventana sucia del comedor, observando cómo todo comenzaba a ponerse cada vez más oscuro en el exterior gracias al atardecer y el cielo gris, y Jeon le miraba atentamente con ojos brillantes. De pronto, el detective suspiró.

—Supongo que no podremos presumir nada hasta que hablemos con todos —murmuró.

La conversación con Kim había revelado varios datos sobre Han Jiun, pero nada que le sirviera realmente en aquel momento. Mientras le daba un nuevo sorbo a su café se dio cuenta de que estaba precipitándose, pues nunca había pretendido resolver un caso interrogando a sólo una persona. Se dio cuenta entonces de que quería irse lo más rápido posible de aquel extraño hotel. Lo único que quería era terminar la investigación y volver a casa.

Se pasó nuevamente el pañuelo por la frente. El vapor que emanaba de aquella tacita de porcelana blanca le estaba haciendo sudar de una manera que no le agradaba.

—Ya te decía que todo es extraño, ¿recuerdas? —La voz de una mujer hizo que Namjoon mirara de reojo para ver de quién se trataba.

Al comedor acababan de entrar tres personas: dos chicos y una chica que el detective pudo reconocer como Park Jimin, Kim Taehyung y Ho Yeongmi. No pudo evitar poner total atención a lo que conversaban mientras escribía cosas sin sentido en una hoja sin ocupar de su libreta, fingiendo estar lo suficientemente ocupado como para darse cuenta de su presencia

—No creí que alguien aquí dentro odiase tanto a Han Jiun como para matarla —dijo Park Jimin.

—Jimin-ah, no digas eso frente a Taehyungie, sabes que se asusta —le regañó en voz baja la chica.

—No me gusta lo que está sucediendo. —murmuró apenado el tercero.

Namjoon frunció el ceño, todavía con los ojos puestos sobre la libreta. Kim Taehyung parecía un chico extraño.

—Tranquilo, bebé, todo pasará —Yeongmi le tranquilizó con cariño.

¿Ho Yeongmi y Kim Taehyung eran pareja?

—Hola, chicos, ¿puedo ofrecerles algo? —Im Gongku interrumpió la conversación.

Unni —saludó animadamente la chica—, ¿te quedan de esos deliciosos pasteles de fresa que haces?

Gongku soltó una risa tímida.

—Siempre tengo uno para ti.

—¿Todo bien, detective Kim? —La voz de Jeon Jungkook le hizo levantar la mirada asustado.

Se limpió la frente con el pañuelo a la vez que asentía con la cabeza. Se había olvidado completamente de que el oficial seguía sentado frente a él y que le había estado observando durante todo momento. El más joven bajó su mirada desde sus ojos hasta su libreta y levantó una ceja de manera curiosa.

—Ese símbolo lo vi antes —susurró, entrecerrando los ojos.

Kim Namjoon miró su libreta también y descubrió que había escribo innumerables veces la letra psi en distintos tamaños y en toda la extensión de la hoja. Pestañeó un par de veces, totalmente sorprendido, pues según él, estaba haciendo garabatos sin sentido. Cerró la libreta rápidamente porque Jeon seguía mirando fijamente la página.

—¿Sabía que Ho Yeongmi y Kim Taehyung son pareja? —preguntó, intentando desviar el tema— No estaba escrito en las notas que me entregó.

Jungkook pareció reaccionar y le miró con los ojos ligeramente abiertos.

—No, pero creí que era pareja de Park Jimin.

Miró discretamente hacia donde estaban los tres, pero se veían como un trío de amigos normal, todos igual de cercanos y sin un ápice de romanticismo. Namjoon negó con la cabeza, después de todo no era algo que tuviese relevancia dentro el caso. Se puso de pie después de pasarse el pañuelo por todo el rostro y se arregló la ropa que se le había arrugado ligeramente.

—Apenas se vacíe el comedor seguiré con los interrogatorios, mientras iré a mi habitación —informó el detective—. Nos vemos.

Se despidió con un asentimiento de cabeza y comenzó a caminar, intentando mantener su vista alejada del trío de amigos que estaba a un par de metros suyo, sin tener éxito, pues se encontró teniendo contacto visual con Yeongmi, que le regaló una pequeña sonrisa y una mirada que no supo interpretar.

Se quedó a medio camino cuando los chicos se levantaron y también se retiraron del comedor, dejando solos nuevamente a Jeon y a Kim, quien soltó un suspiro porque pensaba que podría aprovechar el tiempo para darse una ducha corta y así poder despejar un poco su mente.

—Supongo que tendremos que seguir inmediatamente —dijo, sentándose en su lugar por segunda vez.

No pasó mucho hasta que Jeon Jungkook hizo pasar a Jung Hoseok, que estaba a cargo de la limpieza del hotel. Era un hombre de contextura delgada y rostro alargado, boca grande y ojos que parecían estar sonriendo en todo momento. Caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su mono gris, el uniforme que utilizaba para trabajar, y la espalda ligeramente curvada hacia adelante, como si estuviera extremadamente relajado.

—Buenas tardes, señor Jung, soy el detective Kim y estoy aquí para investigar el asesinato de la señora Han Jiun.

Jung Hoseok asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa que a Namjoon le dio a conocer unos dientes derechos y alargados. El detective se subió los anteojos y le pidió su identificación para anotarla en su libreta.

—¿Qué relación tenía con Han Jiun? —preguntó cuando le devolvió la tarjeta.

La sonrisa de Jung no se borró mientras levantaba los ojos, dando a entender que estaba pensando, y eso le pareció ligeramente escalofriante al detective.

—En realidad ninguna —habló por primera vez, todavía con la sonrisa en sus labios—, siempre la vi desde lejos.

—¿Desde lejos?

—Nadie se acerca al conserje, ¿no? —explicó con una pequeña carcajada—. Me toca observar a todos desde lejos.

Si el detective no hubiese estado mirándolo atentamente, no se hubiese percatado que de pronto Hoseok giró ligeramente su cabeza hacia la izquierda, pero con la misma rapidez que había mirado, quitó la vista y se volvió a centrar en Kim.

—¿Y qué es lo que ha observado, señor Jung?

Jung aplanó los labios y soltó una risilla que logró incomodar a Namjoon.

—Se impresionaría, detective. Por ejemplo —se remojó los labios—, hace un par de noches iba camino a una habitación que había olvidado limpiar y escuché algo extraño en la puerta de la señorita Ho Yeongmi —se llevó la mano a los labios para ocultar la sonrisa pícara que se le había formado en los labios.

—¿Qué cosa? —preguntó por impulso al escuchar el nombre de aquella chica.

—Estaba acompañada dentro de su habitación —se encogió de hombros—, pero eso no es realmente sorprendente, ella es una mujer muy bella. Lo curioso era —apoyó los antebrazos sobre la mesa y echó el cuerpo hacia adelante, como si estuviese a punto de decir un secreto muy íntimo— la cantidad de personas que había adentro, porque pude distinguir tres voces diferentes.

Kim Namjoon no mostró ninguna expresión, por más impresionado que se encontrase. Nunca había escuchado alguien que estuviera con dos personas al mismo tiempo, por lo tanto, le parecía algo inédito.

—Me imagino que sabe a lo que me refiero —continuó Hoseok, incorporándose nuevamente en su lugar—, dos hombres no van a la habitación de una chica durante la noche sólo para conversar.

Había algo en Jung Hoseok que al detective no terminaba de gustarle. Quizás era aquella sonrisa escalofriante que no borraba nunca de su rostro, pues no había desaparecido desde que comenzó a interrogarlo, e incluso se había intensificado. O quizás era el hecho de le había dado a entender que parecía ser que estaba siempre en el lugar indicado para escuchar algo que no debía.

O quizás la manera extraña en la que estaba mirando en ese preciso momento por sobre el hombro de Namjoon, como si hubiese algo o alguien que no le permitiera mantener la concentración sobre el detective.

Kim tragó saliva y se aclaró la garganta para volver a llamar la atención de Jung.

—Volviendo al tema de Han Jiun... ¿Hubo algo que haya visto o escuchado de ella?

—Ella... Ella no solía pasar mucho tiempo en los espacios comunes, detective, más bien estaba mucho tiempo encerrada en su habitación junto a su esposo, aunque no hacía el tipo de cosas que hace Ho Yeongmi —aclaró con una risilla.

Kim Namjoon comenzó a tomar nota, podía intuir lo que hacía aquella mujer dentro de su habitación, la cantidad de heroína que había encontrado lo respaldaba.

—De hecho, ellos estaban mucho tiempo en silencio —apuntó Jung.

—¿Se acercó a la puerta para husmear?

El conserje de encogió de hombros, restándole importancia.

—Pasaban horas en silencio y luego comenzaban a discutir —miró hacia el lado y frunció levemente el ceño, su sonrisa dejó de ser intensa por un momento, pero rápidamente volvió a la normalidad cuando centró nuevamente su atención en el detective—, luego comenzaban a gritarse y arrojarse cosas, y puedo asegurar de que en ese momento no fui el único en escucharlos.

—¿Esto ocurrió siempre? —Continuó interrogando mientras escribía en la libreta—. ¿Discutían de algo en particular?

— Sí, desde que llegaron fueron reconocidos por ser bastante escandalosos —hizo una pequeña pausa y frunció los labios—. Por lo general, las discusiones se centraban en el dinero y luego la conversación giraba en torno a un persona desconocida para mí, y la señora Han Jiun comenzaba a llorar mientras el señor Min Yoongi gritaba para sí mismo. Eran bastante ruidosos.

—¿A quién nombraban?

Jung Hoseok guardó silencio por un momento y volvió a fijar sus ojos sobre el hombro del detective.

—¿Hay algo que le esté molestando, señor Jung? —Se atrevió a preguntar.

— No —negó con la cabeza inmediatamente y lo miró directo a los ojos—. No recuerdo el nombre, detective. Como le dije: es alguien que no conozco y que no vive aquí. Sólo sé que era un nombre masculino.

Namjoon asintió con la cabeza lentamente mientras seguía tomando nota de lo que estaba escuchando. En vez de resolver sus dudas, comenzaba a generar más. Cada persona con la que hablaba le hacía cuestionarse más cosas sobre Han Jiun, lo que le hacía sentir profundamente frustrado, pues arruinaba su plan de abandonar el hotel lo más rápido posible.

Se quedó sin aliento cuando levantó la vista y se encontró con la tenebrosa sonrisa de Jung Hoseok.

—¿Escuchó algo en la habitación de la señora Han Jiun alrededor de las diez de la noche de ayer?

Jung Hoseok se quedó pensativo, mirando un punto fijo de la mesa que estaba frente a él. Como Namjoon creyó que estaba intentando recordar, comenzó a escribir en la libreta las preguntas que se le acababan de formar. ¿Por qué Han Jiun y Min Yoongi discutían nombrando a una persona? ¿Quién era esa persona? Y lo que se le hizo más importante: ¿Por qué era tan importante para ellos? Levantó los ojos hacia Jung al darse cuenta de que todavía no respondía y lo encontró mirando de reojo hacia su lado derecho, mirando hacia la nada, y negando sutilmente con la cabeza. Su sonrisa se había desvanecido y parecía no tener expresión alguna, como si fuese un cascaron vacío.

Al detective se le pusieron los pelos de punta.

—¿Señor Jung? —preguntó.

Hoseok levantó sus ojos rápidamente, haciendo aparecer nuevamente su inquietante sonrisa.

—No escuché nada ayer a las diez de la noche, señor detective.

—¿Dónde estaba usted a esa hora?

—En mi habitación, por supuesto.

Kim Namjoon pestañeó un par de veces y se empujó los anteojos hacia arriba.

—¿También vive aquí?

Hoseok afirmó con la cabeza.

—¿Hay alguien que pueda corroborar que usted estaba en su habitación?

El hombre negó entonces con la cabeza y su sonrisa se torció hacia el lado.

—Detective, como le dije anteriormente, nadie se relaciona con el conserje.

El detective Kim soltó un pequeño suspiro, casi sintiéndose derrotado. Hasta el momento, todos seguían siendo igual de sospechosos, pues ninguno de los que había interrogado podía confirmar que no estuvo en la escena del crimen.

—Creo que eso es todo por ahora, señor Jung —comentó, cerrando la libreta y guardándola en uno de sus bolsillos.

Hoseok hizo una pequeña reverencia en forma de despedida y se marchó mientras susurraba algo para sí mismo que fue lo suficientemente divertido como para arrancarle una pequeña carcajada.

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Aquella noche Kim Namjoon leía un libro para intentar conciliar el sueño. Cada vez que leía se relajaba de tal manera que podía dormirse sin problema alguno, pues desde que era sólo un adolescente había tenido problemas de sueño, por lo que cada noche le daban las cuatro de la madrugada sin poder pegar ojo.

Reposaba sobre el colchón, tapado con las mantas de la cama porque hacía frío, y su dedo índice se desplazaba a lo largo de cada línea que leía dentro de la página, para así no perder la concentración absoluta que le estaba dedicando. Un estruendo en el exterior del edificio lo hizo sobresaltar y un destello blanco llenó cada rincón de la habitación, incluso a los que no le llegaba la luz de la lámpara de la mesita de noche. No tuvo que mirar por la ventana para saber que había comenzado a llover torrencialmente, pues las millones de gotas sonaban contra el vidrio, creando una melodía que llegó a resultarle, dentro de todo, relajante.

Soltó un suspiro, sintiéndose por primera vez a gusto, y siguió con su lectura, pero de pronto la luz de la lámpara comenzó a tiritar, haciéndose más tenue y luego volviendo a su intensidad normal, una y otra vez. Namjoon tragó saliva, mirando de reojo la fuente luminosa a su lado, y, sin quererlo, soltó un pequeño jadeo. Negó con la cabeza rápidamente y se obligó a poner su atención nuevamente en el libro, aunque se alegró cuando la luz volvió a la normalidad.

Con la distracción había perdido el hilo de la lectura, así que a regañadientes volvió al inicio del párrafo y comenzó nuevamente, pero se vio interrumpido por una oscuridad total. Por más que abriera más y más los ojos, no conseguía ver absolutamente nada, lo que provocó que su corazón comenzara a latir desbocado. Con una mano temblorosa cerró el libro y lo dejó a un lado suyo, sobre la cama, y se quedó inmóvil. No sabía si mantener los ojos abiertos o cerrados, veía exactamente igual de las dos maneras, sólo sabía que temía moverse, pero no sabía la razón. Kim Namjoon no creía en fantasmas ni en nada sobrenatural, pero una sensación extraña se adueñaba de su cuerpo cada vez que se encontraba en la penumbra.

Logró echarse hacia atrás y apenas su cuerpo estuvo totalmente recostado tomó las mantas de la cama y se tapó hasta la cabeza. Cerró entonces los ojos con fuerza y se permitió respirar de manera agitada, cosa que llevaba reprimiendo.

¿Por qué, de todas las cosas que podían ocurrirle durante la noche, tenía que haber ocurrido eso? Su desesperación le hizo sentir desgraciado, como si la mala suerte lo estuviese persiguiendo específicamente a él. También llegó a creer que alguien le estaba haciendo eso a propósito, como si de una broma se tratase, y tuvo la necesidad de levantarse y buscar al culpable, tocando puerta por puerta, para darle un buen merecido. Mas no fue capaz siquiera de mover un músculo y cuando ya habían pasado un par de horas, cuando el cuerpo le dolía por llevar tanto tiempo en la misma posición, se dio cuenta de que poco a poco se estaba dejando arrastrar por el sueño, lo que significaba bajar la guardia, pero, aun así, inevitablemente se durmió.

—Maestro —el niño que estaba sentado a su lado levantó la mano en medio la clase—, no quiero sentarme al lado de Kim Namjoon.

Miró a su alrededor. De pronto había vuelto a la escuela, estaba dentro del salón de clases mientras el profesor escribía sobre el pizarrón verde. El hombre, ya de entrada edad, se giró lentamente y puso su atención sobre el niño de apellido Kang que estaba al lado de Namjoon.

—¿Hay algún problema, Kang?

El pequeño bajó la mano lentamente e hizo una mueca con los labios, mirando de soslayo a Kim Namjoon, quien no entendía qué era lo que estaba ocurriendo, por lo que no dijo nada.

—Responde, Kang, no tengo todo el día —insistió el profesor, aparentemente a punto de perder la paciencia.

— Huele mal —respondió entonces— y además está sucio. Todos los días está sucio y apesta.

Namjoon sintió varios pares de ojos sobre él, así que bajó la vista hacia la mesa de madera que tenía enfrente. Sintió ganas de llorar. ¿Por qué Kang decía eso? No era cierto.

—Kim —dijo el profesor y Namjoon se obligó a sí mismo a levantar la cabeza—, vete del salón.

Sus ojitos se abrieron ligeramente ante tal petición y se quedó inmóvil en su lugar.

—¡Vete ahora! —le gritó, haciéndolo sobresaltar—. A mí también me molesta el olor...

Namjoon abrió los ojos y se sentó sobre la cama. Su respiración estaba acelerada y su cuerpo había comenzado a sudar. Pestañeó un par de veces y se dio cuenta de que ya había amanecido, pues ligeros rayos de sol se colaban por la cortina, lo que le ayudó a tranquilizarse un poco más rápido.

Cuando tuvo su respiración controlada, se levantó y se encaminó al baño, despojándose desesperadamente de su ropa en el camino para luego meterse de inmediato dentro de la ducha, sin importarle si el agua salía fría al inicio. Se lavó la cara, echó champú sobre su cabello para lavarlo con vigorosidad, y finalmente se jabonó el cuerpo, desde el cuello hasta los pies, pero una vez no le pareció suficiente porque había sudado bastante durante la noche, así que lo repitió un par de veces más.

Cuando estuvo vestido salió de la habitación para bajar a tomar desayuno. Necesitaba una buena dosis de cafeína porque se había pasado toda la noche soñando y teniendo recuerdos que no recordaba tener. Se sentó en una de las mesas pequeñas y se frotó los ojos por debajo de los anteojos. Era el único que había llegado, pero la cocina ya se encontraba abierta, por lo que rápidamente Im Gongku estuvo a su lado para preguntarle qué se le apetecía comer.

Cuando se volvió a quedar solo, cerró los ojos. El sueño lo estaba matando, pero no podía darse el lujo de volver a la cama a dormir, pues corría el riesgo de dormir horas de más y aquello sólo entorpecería su investigación. Tomó aire profundo y volvió a abrir sus ojos, dispuesto a no volver a sentirse adormilado durante lo que restaba del día, pero pegó un salto al ver un par de ojos redondos frente a él que lo observaban brillantes.

—¡Buenos días! —saludó Jeon Jungkook entusiasmado—. ¿Mala noche?

Kim Namjoon tuvo que reprimir la expresión de desagrado que estuvo a punto de mostrar su rostro y sólo se quedó mirándolo.

—Me cuesta dormir fuera de casa —se limitó a decir.

Jungkook soltó una pequeña risa a la vez que se giraba para ver si Gongku estaba a la vista.

—Lo entiendo, es algo que suele ocurrirme también.

El detective ladeó ligeramente la cabeza, el comentario le había llamado la atención.

—Oficial Jeon, ¿no tiene usted un hogar al que llegar? Siempre está aquí —cuestionó.

Pero su pregunta quedó en el aire porque Im Gongku se había acercado rápidamente hacia ellos y se encontraba tomándole la orden a Jungkook. Era segunda vez que preguntaba algo relacionado a ese tema, y también segunda vez que se quedaba sin respuesta. Le llamaba la atención el hecho de que Jeon fuese un oficial local, pero que se hospedara de igual manera en el hotel. Porque si Namjoon lo pensaba fríamente no lograba entender cómo alguien se podría quedar en ese lugar por gusto, era un edificio viejo, en mal estado, donde había ocurrido un asesinato y además tenía que pagar todas las noches que ocupara la habitación.

—Hoy tenemos que terminar el interrogatorio —apuntó el menor cuando ambos estaban desayunando.

Namjoon asintió con la cabeza, dándole la razón. La tarde anterior se había sentido agotado de manera repentina, por lo que se vio obligado a posponer sus deberes hasta el siguiente día, pero estaba dispuesto a terminar todo lo más rápido posible, calculando que dormiría una noche más ahí y luego ya podría marcharse a casa.

—Me gustaría darle una nueva revisada a la escena del crimen, además tenemos que comenzar a tramitar para que se lleven el cuerpo... —El detective se quedó de pronto en silencio, dejando la frase a medio terminar.

Frunció el ceño, dándose cuenta de que había hecho las cosas mal. Generalmente, el cuerpo era retirado inmediatamente después de la examinación. ¿Por qué había hecho las cosas de manera diferente? ¿Cómo era que, siendo ya un detective experimentado, había olvidado hacer algo tan importante como el retiro del cuerpo?

¿Cómo era que, en ese preciso momento, estaba bebiendo un café preparado por una de las sospechosas?

Dejó la taza de café de lado y se levantó de la mesa sin decir nada para dirigirse al ascensor del edificio. La puerta de la habitación cincuenta y tres se encontraba de la misma manera en la que la había dejado: cerrada. La abrió rápidamente y pestañeó un par de veces al darse cuenta de que no había nada adentro.

¿Por qué alguien querría llevarse un cadáver?

Namjoon tuvo que sacudir su cabeza un par de veces para sacar las miles de imágenes mentales que habían llegado a él al hacerse aquella pregunta.

Soltó un suspiro y se pasó la mano por el cabello.

¿Cómo era que había dejado que eso ocurriera?

Escuchó un jadeo a su espalda, pero no tuvo que voltearse para saber que se trataba del oficial Jeon, que le había seguido los pasos de manera curiosa.

—Desapareció... —Murmuró y el detective se aguantó las ganas de mirarlo mal.

Se formó un momento de silencio. Ambos miraban estupefactos el espacio vacío en el suelo donde había reposado anteriormente el cuerpo sin vida de Han Jiun.

—No puedo cerrar el caso si el cuerpo no está.

—Pero, detective, de todas maneras, no podría cerrar el caso, todavía no sabemos quién fue el culpable...

— Lo sé, oficial Jeon, pero ahora estamos aún más lejos de nuestra meta.

Nuevamente se quedaron en silencio. Namjoon cerró la puerta con cuidado y luego se quedó inmóvil, viendo cómo la placa con el número cincuenta y tres brillaba de una manera que le pareció burlesca.

—¿Qué haremos entonces, detective?

El mencionado se giró lentamente hasta mirar al oficial. Quiso ser irónico, pero corría el riesgo de que Jeon se hartara de él y le dejara solo, y en aquel momento no podía permitirse continuar con la investigación en solitario, no si quería marcharse lo antes posible. Entonces soltó un pequeño suspiro, cansado de tener que reprimirse.

—Debemos encontrarlo —explicó con simpleza, encogiéndose de hombros—. No debe ser muy difícil esconder un cadáver.

Jungkook asintió con la cabeza.

—Tiene razón. El olor nos guiará hasta él.

El detective le dio la razón.

—Tenemos que comenzar ahora mismo.

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