다섯 | Cinco
«Por eso prefirió darles paso, porque de esa manera creyó que, quizás, podría seguir adelante y volver a ser feliz.»
━━━━━━━ ⟡ ━━━━━━━
El aire abandonó el cuerpo de Namjoon. Pestañeó un par de veces, intentando enfocar bien lo que se presentaba frente a sus ojos. Por la puerta del comedor acababa de entrar Han Jiun.
Han Jiun.
La misma Han Jiun que Namjoon había visto muerta sobre el suelo de la habitación de la habitación cincuenta y tres. La que estaba moreteada de arriba hacia abajo por la brutal manera en la que la habían asesinado.
Se estaba separando del abrazo que Kim Seokjin le había dado y saludaba a todos con una gran sonrisa. Abrazó con fuerza a Min Yoongi, que se acababa de poner de pie para acercarse a ella y se susurraron algo al oído, justo como una pareja haría. De pronto los ojos de la mujer se posaron sobre el rostro de Namjoon y su sonrisa se acrecentó.
—¡Sung! —Exclamó, tomando camino hacia él—. Estaba ansiosa por verte.
El hombre se quedó sin habla y observó cómo ella se plantaba a su lado. Todos en la habitación se habían quedado en absoluto silencio, como si estuvieran esperando a que Namjoon dijera algo o reaccionara de alguna manera, pero lo único que podía hacer era sudar de una manera que le desagradaba en exceso.
—¿No vas a responderle nada? —Preguntó Yeongmi en voz baja.
Namjoon la miró con los ojos extremadamente abiertos, casi saliéndose de sus órbitas, y luego volvió a mirar a Jiun, que todavía estaba de pie a su lado esperando algún tipo de señal. El mundo parecía dar vueltas y el eje de rotación era su cabeza. Todo se movía rápidamente y Namjoon cada vez entendía menos lo que sucedía.
Han Jiun estaba muerta, la había visto con sus propios ojos. Había examinado su cuerpo inerte en busca de un indicio, de alguna pista que le dijera quién había sido el culpable de su muerte. Luego había buscado su cuerpo por todo el hotel cuando había desaparecido.
Nada tenía sentido.
—No entiendo —soltó en un susurro tembloroso—. No entiendo nada.
Jiun, notablemente preocupada, se puso de rodillas a su lado e intentó tomar la cabeza del hombre entre sus manos, pero él se alejó violentamente, como si le temiera.
—¿Sung? —Le preguntó, intentando acercarse nuevamente.
—¡No me toques! —Le gritó mientras se ponía de pie para alejarse aún más—. ¡No entiendo qué mierda está pasando! —Miró a su alrededor y notó cómo todo el mundo lo observaba espantado, como si no entendieran su comportamiento. Volvió a mirar a Jiun y la apuntó con el dedo: —. ¡Tú estás muerta!
—¡No le hables así! —Interrumpió Kim Seokjin.
Namjoon retrocedió un par de pasos, asustado por el repentino cambio de actitud de Kim hacia él.
—Intentemos mantener la calma —se entrometió Yeongmi, poniéndose lentamente de pie—. Quizás sea mejor que lleve a Sung a tomar aire, ¿qué les parece? Volveremos en un momento.
La chica caminó cautelosamente hacia él y lo tomó suavemente por los hombros para conducirlo fuera del comedor. Namjoon, dentro de su trance, se dejó guiar por ella hacia el ascensor.
—¿Estás bien? —Le preguntó con voz suave.
Él se giró hacia ella. Todavía tenía la respiración acelerada y la frente completamente sudada. Se sentía incómodo, sucio. Se sentía de demasiadas maneras, menos bien. Yeongmi lo observaba con el ceño ligeramente fruncido, preocupada, y a Namjoon le llegó a la cabeza la pequeña interrogación de cuándo ella se había comenzado a preocupar por él. Se habían conocido hacía tres días y la única conversación que habían tenido había sido aquella cuando la había encontrado semidesnuda dentro de su habitación.
Vio cómo la chica sacó un pañuelo blanco y lo acercó a su frente para limpiarle con cuidado.
—¿Tienes fiebre? —Siguió preguntando mientras le ponía la mano sobre la frente ya seca—. Por suerte, no. Sólo estás un poco desorientado.
Ambos subieron al ascensor y ella lo tomó por la muñeca para llevarlo hacia su habitación, la treinta y tres, que se encontraba un poco más adentro por el pasillo que la de Namjoon.
—Yeongmi —susurró—, no entiendo nada de lo que está sucediendo.
Ella lo miró apenada mientras ponía la llave en la cerradura y lo hizo sentarse sobre la cama mientras preparaba la ducha dentro del baño. El cuerpo de Namjoon se relajó al sentir nuevamente aquel mismo aroma agradable de la primera y única vez que había entrado en la habitación, aunque de su mente todavía no podía alejar los extraños pensamientos.
Yeongmi volvió a aparecer y se puso en cuclillas frente a él. Todavía se notaba preocupada por lo que había ocurrido en el comedor.
—El agua de la ducha ya está caliente, date un baño y verás cómo te calmas.
Namjoon la miró a los ojos. Quería hacerle caso, pero tenía demasiadas preguntas dentro de su cabeza. De pronto, recordó el incidente de la noche anterior. Él escondido dentro de la habitación del señor Jung en el subterráneo del hotel y Jung sujetando su cabeza con fuerza dentro del agua. Era casi una imagen onírica, pero Namjoon estaba casi seguro de que había sido real.
—¿Dónde está el señor Jung? Tengo que hablar con él.
Yeongmi arrugó la frente.
—¿Quién es el señor Jung?
—El conserje.
Ella frunció los labios mientras miraba el techo, como si estuviera intentando recordarlo, pero terminó negando con la cabeza.
—Aquí no hay ningún conserje que se llame Jung. Ve a darte una ducha, Sung.
Se quedó en silencio por un segundo. Él había visto al conserje Jung con sus propios ojos e incluso lo había interrogado sobre el asesinato de Han Jiun.
—¿Por qué me llamas Sung?
—Porque ese es tu nombre —respondió en medio de un suspiro, como si ya se encontrase cansada.
Namjoon se planteó el quedarse allí y seguir preguntando, pero lo cierto era que se sentía terriblemente sucio por haber estado sudando, así que decidió que continuaría después de ducharse. Se encerró en el baño, se desvistió por completo y se metió a la ducha para realizar la rutina de siempre: jabonarse de arriba hacia abajo repetidas veces. Se lavó el cabello con el champú de olor floral que Yeongmi tenía y se aseguró de que ningún mal olor quedase en su cuerpo antes de salir. Se secó rápidamente con una de las tantas toallas blancas que la chica tenía sobre un pequeño mueble y cayó en la cuenta de algo.
No tenía ropa limpia.
No iba a ponerse lo que acababa de sacarse. Todo estaba sucio.
No tuvo más remedio que rodearse la cintura con la toalla y, por más vergüenza que le diera, salir a la habitación de la chica para pedirle ayuda. Quería pedirle que fuese a su habitación y sacara algo de ropa del armario, aunque cuando ya había abierto la puerta del baño para salir, recordó los extraños dibujos en las paredes de su habitación. Y aquello terminaría con la amabilidad que Yeongmi estaba teniendo con él.
Escuchó murmullos y se dio cuenta de que la chica ya no se encontraba, por lo que se quedó congelado en su lugar, preso de la vergüenza de que más gente le viera semidesnudo.
Logró distinguir el cuerpo de Park Jimin, sentado al lado de Yeongmi sobre la cama, y el corazón de Namjoon comenzó a latir rápidamente al recordar lo que había visto antes de la cena. Rápidamente ambos se dieron cuenta de su presencia y se giraron para mirarlo.
—No tengo ropa limpia —dijo antes de que le hicieran cualquier pregunta.
—No te preocupes —lo tranquilizó la chica y palmeó la cama en el espacio que quedaba entre ella y Park—. Siéntate.
Namjoon afirmó con fuerza la toalla que lo protegía de la total desnudez y caminó lentamente hacia ellos. Los dos pares de ojos lo miraban fijamente y aquello no ayudaba con su nerviosismo. Se sentó con cuidado sobre el colchón y notó que los cuerpos de los chicos a sus lados se encontraban más cerca de lo prudente, pues los muslos de ambos rozaban con los suyos propios.
—¿Te sientes mejor? —Le preguntó Yeongmi con voz suave.
Namjoon miró de reojo a Jimin, que permanecía en silencio observándolo, y luego asintió con la cabeza.
—Estoy más tranquilo, pero sigo muy confundido.
—Me asustaste bastante, Sung —confesó ella, levantando su mano para acariciarle el cabello húmedo.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Namjoon y quiso echarse hacia atrás para ganar espacio personal, pero el cuerpo de Jimin se lo impedía. Sin embargo, aquello no se trataba más que de un reflejo, pues el tacto de Yeongmi no le resultaba desagradable en lo absoluto.
Cerró los ojos mientras ahogaba un suspiro y de pronto sintió que los dedos de la chica viajaban por su cuello, delineándole la quijada, y terminaban posándose sobre sus labios, delineándolos y dibujando pequeñas formas imaginarias sobre ellos. No quiso abrir los ojos y se dejó llevar por las sensaciones que Yeongmi le provocaba. Su cuerpo reaccionaba a ella, estremeciéndose con cada caricia. Se sintió drogado, atrapado en lo que la chica le hacía sentir y creyó tocar el cielo cuando sintió unos esponjosos labios rozar los suyos.
Soltó un suspiro ante aquella oleada de calor que había invadido su cuerpo y se dejó llevar por la boca de Yeongmi, que juguetonamente le atrapaba los labios entre los dientes y le acariciaba de manera lasciva con la lengua. Se dejó tanto llevar que no le importó que un segundo par de manos comenzara a acariciarle la espalda casi tan suavemente que le producía un poco de cosquillas. Sabía que se trataba de Park Jimin que observaba la escena con los ojos brillantes y que estaba comenzando a integrarse. Era consciente y no le molestaba en absoluto. Así que no se alteró cuando aquellos labios comenzaron a besarle el hombro.
Ahogó un jadeo, sintiendo que cada vez estaba más hipnotizado, cada vez más hundido en aquella lujuria que le provocaban ambas bocas y los dos pares de manos.
La boca de Jimin llegó a su cuello, habiendo dejado besos húmedos por todo el camino, y pasó la lengua de una que hizo estremecer a Namjoon. Por otro lado, la boca de Yeongmi seguía devorando la suya de manera demandante y sus manos le acariciaban de una manera para nada cuidadosa, apretando los músculos de sus brazos y enterrando sus dedos en los marcados pectorales. Los otros pares de manos le acariciaban la espalda y luego se movieron hacia su estómago, deteniéndose en su cintura. Aquellas manos serpenteaban por su abdomen, regalando agradables caricias, y cada vez iban más abajo, lentamente, casi sin que Namjoon se diese cuenta.
Hasta que la mano de Jimin le rozó el nudo de la toalla que protegía a Namjoon de la desnudez completa. Entonces el hombre abrió los ojos y se alejó rápidamente de ambos, negando frenéticamente con la cabeza. Acababa de caer en cuenta de lo que estaba a punto de hacer, de que estaba permitiendo que Yeongmi y Jimin lo llevasen por el lado de la lujuria para hacer con él lo mismo que los había visto hacer con Taehyung.
—¡No! —Exclamó, asustado—. ¿Qué es lo que intentan hacerme? Esto está mal.
Yeongmi se había quedado inmóvil, con expresión sorprendida. Tenía el cabello ligeramente revuelto y las mejillas enrojecidas, al igual que los labios. Jimin se había acomodado sobre el colchón, apoyando las palmas por detrás de su cuerpo y abriendo las piernas, exhibiendo sin vergüenza su miembro despierto, igual que el de Namjoon.
—Pues yo te vi disfrutar del espectáculo de hace un rato —dijo el segundo chico, con una sonrisa ladina.
Se refería a lo que habían hecho con Taehyung. Park Jimin se había dado cuenta de que Namjoon había estado viéndolos, aunque no más que por unos cortos segundos. Luego había salido corriendo despavorido en dirección a su habitación.
Y era lo mismo que planeaba hacer nuevamente.
Apretó la mandíbula y soltó con asco:
—Son repugnantes. Asquerosos.
Y afirmó con fuerza su toalla para escapar de la habitación.
—¡Sung! —Escuchó una voz femenina que lo llamaba desde el otro lado del pasillo—. ¡Al fin te encuentro!
Namjoon levantó la vista, encontrándose con Jiun. Una sensación desagradable se extendió por su pecho, algo que le dijo que era mejor no acercarse a ella. Su cabeza todavía no terminaba de procesar que días atrás había visto el cadáver de aquella mujer en la habitación cincuenta y tres.
Se apresuró a entrar a su habitación para cerrar con llave, sin importarle que la mujer hubiese comenzado a llamarlo nuevamente, pidiéndole que por favor saliese a hablar con ella.
¿Qué era lo que Namjoon y ella debían hablar? Él jamás la había visto viva. No la conocía. No tenía nada que hablar.
—¡Vete! —Le gritó desde dentro mientras buscaba en su maleta algo para vestirse.
Temía que ella no se diera por vencida y que en cierto momento él necesitara salir de la habitación, encontrándosela en la puerta.
Después de unos segundos se dejó de escuchar la voz de la mujer y el silencio reinó el pasillo por un par de minutos. Namjoon, que se había escondido detrás de la cama en posición fetal, se levantó lentamente, preguntándose si realmente Jiun se había ido o si solo se había quedado callada. Caminó lentamente, sin hacer ruido, y apoyó el oído sobre la puerta para poder escuchar con mayor claridad.
No sabía por qué se encontraba tan aterrorizado. O, en realidad, no estaba completamente seguro de que fuese porque se trataba de una persona que había vuelto de la muerte. Era como si existiera una razón adicional por la cual temerle.
Tragó saliva e intentó respirar sin hacer ruido para seguir escuchando. Los golpes en la puerta y la voz de Jiun ya habían desaparecido hacía un par de minutos, lo que indicaba que probablemente se hubiese marchado.
Juntó valor para llevar la mano al pomo de la puerta y girarlo. Le tomó más del tiempo normal, pero logró hacerlo sin emitir ruido. El corazón le saltaba desbocado, avisándole que todavía no podía bajar la guardia, que tenía que estar preparado para reaccionar rápido en caso de que sucediera algo. Algo que no tenía idea qué podía ser. Y aunque no había manera de la Han Jiun le hiciera algo, debido a la diferencia de altura y contextura que tenían ambos, no podía dejar de sentirse aterrado estando a su alrededor.
No lo entendía, pero el miedo nacía desde los rincones más recónditos de su mente al verla.
Empujó suavemente la puerta y asomó con cuidado la cabeza hacia el pasillo.
No había nadie.
Volvió a cerrar la puerta para apresurarse en guardar todas sus pertenencias dentro de su pequeña maleta. Tenía que salir de aquel espantoso lugar, debía volver a casa lo más rápido posible, pues tenía el presentimiento de que si se quedaba allí un minuto más se volvería tan loco como todos los huéspedes. Salió de la habitación con rapidez después de haberse guardado su navaja de defensa personal en el bolsillo, sosteniendo con fuerza su equipaje, y caminó por el pasillo en dirección al ascensor.
Tuvo que hacer puño sus dos manos para evitar que siguieran temblando. Su cuerpo seguía sacudiéndose producto de la ansiedad. Estaba ansioso por salir de ahí finalmente, aunque no sabía precisamente hacia dónde ir, pues la última vez que había salido se había encontrado con un terreno desierto. Claro estaba que caminaría para buscar una carretera y así encontrar a alguien que pudiese llevarlo a la ciudad, o tendría que caminar durante toda la noche. No le importaba. Pero no tenía idea hacia dónde caminar con exactitud. No sabía qué había ocurrido con la carretera por la que había llegado al hotel.
Quizás había sido destruida por una bomba de la República Popular de Corea. Era una opción posible. Sin embargo, en ningún momento se había escuchado caer aquella bomba en los alrededores del edificio. No era algo que pudiese pasar desapercibido y, de haber ocurrido, el hotel no podría haber salido ileso.
No tenía sentido.
Las puertas del ascensor finalmente se abrieron y Namjoon vio a un hombre pálido dentro que miraba hacia la nada.
Tragó saliva al reconocer que se trataba de Min Yoongi, aunque intentó pasar desapercibido su nerviosismo entrando de todas maneras y parándose a su lado. Los ojos vacíos del chico lo siguieron en cada movimiento, poniéndole los pelos de punta.
—¿Dónde está Jiun? —Le preguntó el pálido.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Namjoon. Su corazón dio un salto, volviendo a ponerse en alerta, y se quedó completamente inmóvil, sintiéndose pequeño frente al hombre que era mucho más bajo que él, pero que, al igual que su esposa, le provocaba temor.
—Sung, te hice una pregunta.
¿Él también iba a llamarlo por aquel nombre? Estuvo a punto de reclamarle, de decirle que ese no era su nombre y que no entendía por qué todo el mundo se empeñaba a llamarlo de aquella manera. Ya comenzaba a molestarse.
Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Yoongi sintió una extraña sensación de presión sobre el pecho y no fue capaz de decir nada de lo que había pensado. Simplemente negó con la cabeza para murmurar:
—No lo sé.
Min Yoongi levantó la mano para pasársela por el rostro, en señal de exasperación, y Namjoon encogió su cuerpo por reflejo. Algo dentro de sí le había gritado que tuviese cuidado, que podía salir lastimado producto de aquel movimiento brusco.
Las puertas del ascensor se cerraron y comenzaron a subir, a pesar de que Kim tenía la intención de irse. Pudo haberse bajado en el siguiente piso, pero tenía el cuerpo tan helado que no era capaz de mover un músculo.
—¿Adónde se supone que vas? —Interrogó una vez más el pálido, cuando ya habían llegado al quinto piso.
Namjoon apretó su amarre en el equipaje y vio cómo Yoongi salía hacia el pasillo y se daba vuelta para observarlo.
—¡¿Qué esperas?! —Insistió, levantando ligeramente la voz—. Sal de ahí.
Obedeció y nuevamente quedó parado a su lado. Bajó la vista hacia su equipaje, fuertemente sostenido entre sus manos, y negó con la cabeza.
—No voy a ningún lado.
Algo le dijo que esa era la respuesta que Yoongi quería escuchar.
La conversación se vio interrumpida por un grito femenino.
—¡Sung!
Era nuevamente Jiun, que había aparecido por el pasillo del quinto piso y se acercaba a grandes zancadas hacia ellos. El cuerpo de Namjoon se preparó para escapar, sin importarle si debía usar las escaleras para correr, pero Yoongi fue más rápido, acercándose a su esposa para tomarla por el antebrazo.
—Ya es hora, Jiun —le dijo entre dientes.
La mujer quitó inmediatamente su atención de Namjoon para mirar a su esposo. Su expresión cambió a una más serena y preguntó:
—Lo conseguiste, ¿cierto?
Yoongi asintió con la cabeza y tiró de ella suavemente para llevarla hacia una de las habitaciones: la cincuenta y tres.
Namjoon vio con atención cómo la pareja desaparecía detrás de la puerta y tuvo curiosidad sobre lo que harían dentro. No había entendido la conversación ni el cambio en la actitud de Jiun, que había pasado de estar desesperada a serena.
Nuevamente se encontró solo en el pasillo, con el silencio reinando al igual que hacía un par de minutos atrás.
Quería acercarse a la habitación del matrimonio e intentar escuchar la conversación que posiblemente estaban teniendo dentro, pero aquello solamente lo retrasaba en su misión de abandonar el hotel. Así que decidió ignorar su curiosidad y comenzó a bajar por las escaleras para evitar encontrarse con alguien más y seguir perdiendo tiempo. Sin embargo, cuando acababa de pasar el cuarto piso, escuchó una voz a su espalda.
—¿Por qué huyes de ella?
Namjoon evaluó la posibilidad de ignorar a la persona que claramente estaba hablándole a él, pero no era capaz de aguantar la curiosidad. Ya la había suprimido al no acercarse a la habitación de Yoongi y Jiun, por lo que no pudo evitar girarse para ver de quién se trataba.
Un hombre de cabellos ondulados y castaños lo observaba con ojos grandes. Se trataba de Kim Taehyung, alguien con quien no había tenido la oportunidad de hablar durante toda su estadía en el hotel.
—¿Qué? —Preguntó sin entender.
—¿Por qué huyes de ella? —Repitió el chico.
Namjoon frunció el ceño y dejó su equipaje en el suelo. No entendía del todo a lo que se refería, sólo tenía una posibilidad, pero era imposible que Taehyung supiera que precisamente había estado huyendo de Jiun.
Los ojos brillantes del chico lo observaban con brillante curiosidad, por lo que se vio obligado a responder, a pesar de no estar seguro de nada.
—Porque me da miedo.
Aquella respuesta salió de su boca sin permiso.
Los ojos de Taehyung se abrieron aún más. Miró hacia ambos lados del pasillo, asegurándose de que no hubiese nadie más que ellos, y dio un paso hacia Namjoon para decirle algo en voz baja, como si de un secreto íntimo se tratase.
—Creí que era el único.
—¿A ti también... te da miedo Han Jiun? —Le preguntó, sin estar seguro de que estuviesen hablando de lo mismo.
La expresión del chico se transformó en preocupación pura y nuevamente revisó que no hubiese nadie cerca para finalmente asentir con la cabeza.
¿Por qué Kim Taehyung tendría miedo de Han Jiun? Que Namjoon recordara, ellos no tenían ningún tipo de relación y simplemente habían tenido la coincidencia de hospedarse en el mismo hotel. Y por lo que había dicho el conserje Jung, la mujer no solía compartir mucho con el resto de los huéspedes porque prefería quedarse encerrada en su habitación con su esposo...
¿Sería que en aquel momento la pareja estaba haciendo lo mismo que Jung Hoseok le había comentado y que Namjoon había deducido por la basura que había encontrado en aquella habitación?
Había muchas preguntas y ninguna respuesta, por lo que intentó partir por lo más básico:
—¿Por qué te da miedo?
La cabeza de Taehyung se sacudió de un lado a otro, negando con frenesí, y tapó su boca con ambas manos, dándole a entender que no podía hablar sobre aquello. Parecía un niño pequeño, pero debía tener al menos unos veintitrés años.
—Puedes contarme —insistió—. Prometo no decirle a nadie.
El chico frunció los labios y entrelazó sus manos frente a su cuerpo. Parecía estar considerando la idea de contarle el por qué de su miedo hacia Han Jiun, aunque a Namjoon no se le podía ocurrir una razón verdadera.
—¿Lo prometes? —Preguntó, con un pequeño brillo en los ojos.
Namjoon asintió con la cabeza cautelosamente. No podía imaginarse qué podía ser tan terrible como para tener que guardarlo en secreto de manera tan sagrada. Taehyung volvió a acercarse al rostro de Kim, que se vio obligado a encorvar ligeramente su cuerpo para llegar a su altura.
—Mamá me da mucho miedo —confesó en una voz tan débil que a Namjoon le costó escuchar—. Me da mucho miedo cuando me encierra en el baño para poder estar tranquila con papá. Me golpea si no quiero obedecer.
Un estremecimiento recorrió la columna vertebral de Kim. No había encontrado sentido a ni una sola palabra de lo que Taehyung había dicho, pero sin duda que acababa de describir una situación terrible. Se remojó los labios, dándose cuenta de que el chico frente a él estaba tan loco como el resto de los huéspedes, o simplemente estaba tomándole el pelo para reírse un rato.
—Escucha, Taehyung —le dijo—, necesito largarme de aquí. No puedo seguir perdiendo el tiempo.
Los ojos oscuros del muchacho se abrieron más todavía y rápidamente miró a su alrededor, por tercera vez, para asegurarse de que nadie los escuchaba. Lo tomó por la muñeca y lo arrastró escaleras abajo, dejando atrás el equipaje. Sólo se detuvo cuando llegaron al entrepiso, donde al parecer era más seguro conversar.
—No puedes.
Namjoon pestañeó un par de veces al escuchar aquella frase. ¿Estaba diciéndole que no podía marcharse? ¿Quién se creía él para determinar aquello?
—¿Por qué? —Inquirió.
—Nadie puede irse, ¿recuerdas? Tú mismo lo dijiste.
Entonces Kim recordó cuando le había dado aquella indicación a Seokjin debido a que no podía permitir que los sospechosos del asesinato se largaran sin antes investigar quién había sido el responsable. Eso parecía haber sido hacía semanas o incluso meses, pero no habían pasado más de tres días.
—Eso ya no importa. Necesito irme.
Se formó un momento de silencio en el que Taehyung permaneció mirando el piso. Namjoon quería salir corriendo, no podía evitar pensar que estaba perdiendo el tiempo. No le importaba dejar sus pertenencias olvidadas en el edificio, lo único que quería era salir.
—¿Puedes llevarme contigo?
Se sorprendió ante aquella pregunta y rápidamente negó con la cabeza.
—No puedo.
Si Taehyung quería huir, podía hacerlo por sus propios medios, después de todo, era un adulto al igual que él. También estaba la posibilidad de que fuese algún tipo de trampa para evitar que se marchara.
—¿Por qué? —Insistió el chico—. ¡Por favor, Sung! Mamá va a golpearme otra vez.
El corazón de Namjoon se encogió, pero negó nuevamente con la cabeza. No fue capaz de volver a hablar, por lo que simplemente continuó bajando las escaleras con rapidez, dejando al chiquillo atrás.
No era culpa suya que lo fuesen a golpear nuevamente, o de eso intentó convencerse. A pesar de no entender a lo que se refería, porque en un momento se encontraban hablando sobre Han Jiun y después de la madre de Taehyung, cosas que no tenían ninguna conexión entre sí. Ese chico estaba tan demente como todos.
Apresuró su paso, ansioso por llegar a la planta baja, pero por más que bajaba y bajaba los escalones, estos no se acababan. Tuvo la sensación de que ya había descendido más de cuatro pisos, pero seguía sin llegar a su destino, en cambio, parecía que al hotel se le habían adicionado decenas de pisos entremedio. Ya con las piernas cansadas, se detuvo en el siguiente piso que se encontró, y tuvo que darse un momento para descansar.
Nada tenía sentido.
El hotel no tenía más de cinco pisos y el no terminaba de bajar nunca.
—¡Sung! —Se maldijo a sí mismo cuando volvió a escuchar aquella voz.
Levantó la vista y notó que nuevamente se encontraba en el quinto piso. Estaba en el cuarto antes de comenzar a bajar, no era posible que llegara al quinto yendo hacia abajo. Tuvo la intención de volver a escapar, pero Jiun ya se encontraba frente a él con el ceño ligeramente fruncido en señal de preocupación.
—¿Por qué huyes de mí?
Namjoon no respondió nada, simplemente se mantuvo mirando hacia abajo.
—Sung, ven un momento, ¿sí? Necesito hablar contigo.
La mujer estiró la mano y tomó la muñeca de Namjoon para arrastrarlo con suavidad hacia una de las puertas: su habitación. Dentro reinaba la oscuridad debido a las cortinas que impedían que entrara la escaza luz que proporcionaba la luna y también porque las luces estaban completamente apagadas. Un destello proveniente del colchón le llamó la atención y notó que se trataba de una pequeña jeringa de vidrio. Sobre el escritorio se encontraba un gran bolso que se le hizo conocido y a su lado había una llave francesa a la que Namjoon no le encontró funcionalidad. Min Yoongi se había marchado, por lo que se encontró a solas con Jiun, que cerró la puertas detrás de ella y le echó llave.
—Sung —pronunció con suavidad la mujer—, entiendo que no quieras decir nada, pero agradecería que me escucharas.
Namjoon no emitió respuesta, por lo que ella soltó un pequeños suspiro y procedió a tomar asiento sobre la cama.
—Estoy tan arrepentida —murmuró—. Soy una madre terrible.
Él levantó la vista para verla al rostro. No entendía qué era lo que pretendía decirle con aquella frase, pues Namjoon poco sabía sobre cómo había sido su proceso de maternidad, y tampoco sabía qué responder con exactitud, por lo que siguió guardando silencio mientras la mujer lo observaba con expresión acongojada.
—Quiero que sepas que nada va a volver a repetirse, ¿está bien? Lo prometo.
Namjoon sintió presión sobre el pecho. Había algo en aquella situación que estaba provocándole un tremendo malestar, pero no sabía definir qué era.
Probablemente se debía a que estaba de pie, frente a una mujer que había visto muerta días antes y que había pasado por algún proceso de resurrección para volver a la vida, pues se veía tan saludable como podría verse cualquier persona viva.
—Hijo —le dijo, llamando su atención—, ¿podrías responderme?
El corazón de Namjoon dio un salto. ¿Acababa de llamarlo "hijo"? ¿Qué significaba eso?
Por supuesto Namjoon no era hijo de Jiun, pues eso implicaba que Yoongi era su padre, y los tres parecían tener una edad similar. Además, Namjoon podía recordar con detalle a sus padres...
Negó con la cabeza.
—No me llames así —fue lo único que pudo decir.
La mujer arrugó su rostro en una mueca de dolor, como si aquella frase la hubiese herido por dentro.
—Por favor —replicó ella—, sé que he hecho las cosas mal, pero no me digas eso.
Namjoon se remojó los labios y notó que había comenzado a sudar. Se pasó las manos por la frente, intentando secarse, pero estaba consciente de que de su piel seguía viéndose brillante. Podía escuchar que Jiun seguía hablando, pero no entendía nada lo que decía, simplemente el tono de voz desesperado de la mujer lo ponía incómodo.
—¡Cállate! —La interrumpió, haciéndola sobresaltar—. ¡Cállate!
Jiun abrió ligeramente la boca y su labio inferior tembló levemente. Sus ojos habían comenzado a ponerse rojos debido a las lágrimas que se estaban acumulando. De pronto se había quedado muda, a pesar de que aparentemente tenía muchas cosas que decir. Se encogió en su lugar al ver a Namjoon acercarse a ella a grandes zancadas, con el pecho subiendo y bajando con violencia producto de su acelerada respiración.
—Sung... —Susurró, con la voz temblorosa—, por favor. Es mejor que te calmes.
Se puso de pie lentamente, con cierta duda, pues su actitud notablemente había logrado asustarla. Sin embargo, levantó suavemente las manos para posarlas sobre los hombros del chico, en un intento de entregarle un poco de confort. El cuerpo de Namjoon temblaba bajo su toque y sus ojos la observaban con perturbación.
—Todo estará bien, hijo —lo tranquilizó.
Namjoon se tensó completamente. Ya estaba harto de todos, de que creyeran que era un estúpido con el que podían jugar a su antojo. Él era un detective de renombre, se había esforzado cada día por ser un buen trabajador para el gobierno, hasta que había llegado a ser el mejor. Él, Kim Namjoon, no iba a soportar que un par de locos se estuviesen riendo de él, llamándolo por un nombre diferente al suyo y haciéndole entender que tenían relaciones sanguíneas cuando nunca había sido así. Estaban todos locos y querían volverlo loco también, querían arrastrarlo a la oscuridad en la que vivían.
—No me llames así —insistió.
—¡Sung, por favor! No me hagas esto —soltó ella en un sollozo—. ¡Ya te pedí perdón por todo lo que te he hecho! ¡¿Acaso no te parece suficiente?! ¡Dejaré de consumir y me preocuparé más por ti! ¡No volveré a encerrarte en el baño jamás!
Namjoon tuvo que taparse los oídos con las manos. Los gritos de aquella mujer estaban comenzando a marearlo a la par que provocaban imágenes intermitentes en su mente. Aquellas imágenes que, al parecer, habían estado siempre allí en su cabeza, escondidas en los lugares más profundos y oscuros de su ser. Reprimidas.
—¡Cállate! —Gritó.
—¡Por favor, Sung! ¡Deja de hacerme sufrir de esta manera! Estoy disculpándome, ¿no es eso lo que esperabas? ¡Estoy disculpándome, hijo!
Las manos de la mujer afirmaron el agarre en sus hombros y lo sacudió ligeramente, provocando que el cuerpo de Namjoon se encogiera en su lugar por el terror. Una alarma se había encendido dentro de él, algo que le gritaba que si no hacía nada por defenderse algo muy malo le ocurriría.
Y entonces recordó aquella navaja que había guardado en su bolsillo.
Con uno de sus brazos empujó el cuerpo de Jiun, lo que le dio tiempo para buscar el arma. Sus pensamientos iban y venían por su cabeza a una velocidad tremendamente rápida. No sabía con certeza qué era lo que estaba haciendo y estuvo a punto de detenerse cuando vio los ojos asustados de Jiun, pero...
—Mátala —le dijo una voz.
Una voz dentro de su propia cabeza había sonado en un susurro imponente y Namjoon sólo pudo interpretarlo como la voz de la razón, la de su consciencia, por lo que no dudaría jamás en hacerle caso.
Levantó la mano, sin tener en cuenta las súplicas de Jiun, y la bajó con rapidez, sin saber con certeza dónde caería. La primera puñalada aterrizó directamente sobre su hombro y el grito de dolor y terror de la mujer no hizo más que motivarlo a seguir, por lo que volvió a levantar la mano para bajarla con rapidez. La navaja aterrizó en su pecho y cuando Namjoon la retiró, la sangre comenzó a brotar descontrolada.
Y entonces perdió la cuenta de las puñaladas, lo único que sabía era que la maldita de Han Jiun no estaba muerta. Soltó la navaja y fue hacia el escritorio de la habitación, donde recordaba que había visto aquella llave francesa, que se sintió mucho más pesada que la navaja, algo que le alegró. Balanceó la herramienta en el aire, maravillándose con la sensación de sostenerla, e impactó con esta en el rostro de Jiun, que retrocedió debido al golpe y cayó. La sangre saltó a la cara de Namjoon, dibujando pequeñas gotas de color escarlata y dio su trabajo por terminado.
—No te atrevas a llamarme así nunca más —le dijo desde arriba.
Estuvo a punto de girarse, pero escuchó un pequeño jadeo que le indicó que la mujer todavía se encontraba con vida. Miró rápidamente a su alrededor, buscando algo que le fuese aún más útil que la llave, y sobre la mesa de noche encontró un candelabro de bronce que fácilmente podía pesar un par de kilogramos. Sin titubear, lo tomó para dar el golpe final justo en la sien de la mujer.
Y entonces su cuerpo dejó de moverse y los ojos se apagaron, quitando el último rastro de vida que quedaba en ellos.
Entonces Namjoon soltó una pequeña carcajada. Se pasó las manos por el rostro para limpiarse y tomó aire profundo, logrando finalmente relajar su cuerpo. Los músculos se destensaron y una sensación de cansancio repentino invadió su cuerpo, por lo que tuvo que cerrar los ojos por un instante.
—¡Min Sung, abre los ojos! —Una voz masculina le hizo abrirlos inmediatamente.
Todavía se encontraba sentado sobre el suelo de tierra, sosteniendo con fuerza aquel rifle que le habían dado para que se defendiera. Un hombre de cabeza rapada apareció en su campo de vista, luciendo completamente enfadado.
—¡No puedes dormirte! —Le reclamó nuevamente—. Te toca hacer guardia esta noche.
No dijo nada, pero esbozó una pequeña sonrisa, como si estuviese aguantando las ganas de echarse a reír a carcajadas.
El hombre se alejó de él y se unió a un grupo de otros hombres que vestían de la misma manera: un traje verde camuflado. Namjoon bajó la vista hacia su cuerpo y se dio cuenta de que él también vestía aquel uniforme.
—¿Crees que haya sido buena idea dejar a los raros juntos esta noche? —Escuchó una voz a lo lejos, proveniente de aquel grupo de hombres.
—¿De qué te reías?
Namjoon levantó la cabeza rápidamente. Jung Hoseok se encontraba sentado frente a él también sosteniendo un rifle, aunque no recordaba que también tuviese la cabeza rapada. Entonces se preguntó si es que él también tenía ese corte de pelo.
Negó con la cabeza después de un momento, ahogando una risita.
—De nada.
Se formó un momento de silencio. Se podía escuchar al resto de los hombres murmurando entre ellos, aunque a Namjoon no le molestó porque se encontraba demasiado concentrado en estar feliz por ver de nuevo a Jung, que había desaparecido misteriosamente del hotel.
—Los médicos me explicaron que Min tuvo muchos problemas de niño —se escuchó en la conversación del pelotón—, que su padre asesinó a su madre por culpa de las drogas y tuvieron que llevárselo los servicios sociales...
Jung observaba a Namjoon atentamente, con el ceño fruncido. No parecía estar tan contento de verlo.
—Yotambién puedo escuchar las voces —aclaró Hoseok— y no han dicho nada chistoso.
Sé que escribí una cagada que no se entiende.
En el próximo apartado daré un pequeño mensajito.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro