──Si quieres que haga tus tareas entonces ven a mi casa──Sana sacaba varios libros de su casillero.

──¿Y por qué tengo que ir a tú casa? Me basta con darte mis libros── Tzuyu negaba.

──Voy a pasarte los trabajos no hacerlos, tú vas a pasarlos a tus libros y cuadernos.

──¡Tú dijiste que harías todas mis tareas!

──Me parece mucho pasártelos, y sería demasiado que yo termine haciéndolos, yo también tengo tareas ¿sabes?

Tzuyu sólo rodó los ojos, no podía hacer nada, el semestre no se pasaría solo y menos si Sana se ponía sus moños.

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La castaña había arreglado su casa, le había dicho a Tzuyu que la esperaba a las seis en punto y tenía la pequeña esperanza de que llegaría. Incluso preparó un poco de ramen y compró un par de gaseosas por si le daba hambre a Tzuyu.

Pero esa pequeña esperanza cada vez se desvanecía hasta desaparecer, faltaban unos cuántos minutos para las siete y Tzuyu no llegó.

Vamos Sana, deja de hacerte ilusiones, a Tzuyu lo único que le importan son tus apuntes y nada más, eres una nerd, ¿piensas que algún día le importarás?

Un puchero se formó en sus labios y estaba dispuesta a recostarse en el sofá cuando varios toques en la puerta sonaron, y la esperanza apareció de nuevo.

Sana abrió la puerta y se encontró con una Tzuyu agitada, con varias gotas de sudor en su frente y su cabello alborotado.

──Llegas tarde.

──Bueno, nunca es tarde para aprender.

Sana le hizo una seña para que pasara y así lo hizo, luego le ofreció agua y juntas tomaron asiento en la mesa dónde comenzarían el trabajo.

──No sabía que tenía que escribir demasiado──Tzuyu estaba cansada──Dios, debí pensarlo bien antes de no entregar trabajos.

Sana no dijo nada, sólo observó a la pelinegra concentrada en pasar los apuntes.

Disfrútalo Sana, porque tal vez sea la única oportunidad que tengas de estar junto a Tzuyu.